Letra núm. 665, 5 de abril de 2020

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CORONAVIRUS, FE Y ESPERANZA Alfonso Ropero Berzo sa Palabra s d e E speranza, CLIE, 2020, pp. 3-4.

stamos viviendo un hecho inédito en la historia reciente de la humanidad, que nos ha pillado de sorpresa a todos, y ante la cual todavía no sabemos bien cómo reaccionar. De momento, atender y cumplir las recomendaciones del gobierno y de las autoridades sanitarias. Aquello que parecía un brote infeccioso en un país asiático lejano, China, hoy es una realidad en todo el mundo, una pandemia de la que muy pocos se van a librar. El coronavirus, COVID-19, está afectando a la salud de nuestros pueblos, a nuestra economía, a nuestros trabajos, a nuestras costumbres y a nuestra vida privada, obligados a no salir de casa, excepto en casos de primera necesidad. Museos e iglesias por igual han cerrado sus puertas, hasta el punto de suspender los cultos religiosos, cosa que no había ocurrido ni en tiempo de guerra. No es extraño que algunos se pregunten: “¿Dónde está Dios ahora?” “¿Qué tiene que ver Dios con el coronavirus? Hace ya un buen número de años escribí un libro sobre el tema de Salud, enfermedad y fe (CLIE 1999), tratando de responder y aclarar un tema muy actual en aquel tiempo como era el don de sanidades y las curas milagrosas. Para ello tuve que estudiar a fondo la naturaleza de la enfermedad y sus causas, entre ellas los agentes biológicos patológicos de carácter vírico. Así fue como me sumergí en un mundo invisible al ojo humano, pero tan inmenso y complejo como el que tenemos ante la vista. El universo microbiano supera nuestra capacidad de comprensión, aunque cada vez sepamos más del mismo. Sabemos que los virus son las causantes de la mayor parte del sufrimiento y de las muertes del mundo, sobre todo en los países pobres. Como creyentes es lógico que nos hagamos preguntas y cuestionemos la providencia divina. Por naturaleza nos rebelamos contra el mal y el dolor que observamos o del que tenemos noticia, rebeldía que se vuelve dramática y agónica en quien confiesa un Dios bueno y providente. En mi caso fue un verdadero shock. A medida que profundizaba en mi conocimiento del mundo microbiológico de los virus y de las enfermedades atribuidas a ellos, la historia de las epidemias causadas a lo largo de la historia, con sus secuelas de dolor,

miedo y muerte, quedé totalmente perplejo y con muchas inquietudes. Si Dios es el creador, o fundamento último de todo lo que existe, ¿a qué razón obedece la creación de ese universo diminuto de galaxias y agujeros negros, de microbios y de virus? ¿Qué sentido puede tener la creación de esos virus infecciosos causantes de tanto sufrimiento, de tanto dolor, de tantas muertes, que en tiempo de epidemia han diezmado naciones enteras y reducido a veces a un tercio la población mundial? ¿Qué sentido puede haber en sacrificar, no ya a una, sino, a millones de personas a un ser microscópico cuya existencia no parece obedecer a ninguna otra razón que parasitar y destruir todo aquello que toca? ¿Qué gloria puede dar a Dios la existencia de ese universo infinitamente pequeño de microbios, virus, bacterias que deciden la vida y la muerte de los seres superiores: hombres y animales? ¿No es terrible ver que hombres, mujeres, niños, con su inteligencia y proyecto de vida, perezcan dolorosamente por culpa de un ser repugnante, o tan primitivo como el coronavirus, que no llega ni siquiera a la categoría de organismo vivo? En un mundo controlado por el azar todo es posible y nada es extraño, pero en un mundo de orden y diseño inteligente resulta incomprensible, aunque hay algunos conatos de respuesta. Hoy sabemos más de esta cuestión, que nunca antes; en nuestras universidades existen cátedras de Microbiología y cada día se avanza más en el estudio del microbioma humano. La explicación del misterio de la vida todavía sobrepasa a la inteligencia humana, pero nos ofrece algunas pistas. El ser humano es un milagro del universo. Si Dios es el creador, o fundamento último de todo lo que existe, ¿a qué razón obedece la creación de ese universo diminuto de galaxias y agujeros negros, de microbios y de virus? Todo cuanto existe en el


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