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EL CULTO AUTÉNTICO: ISAÍAS 66 La Biblia de Nuestro Pueblo
6.1-4. Este oráculo parece una evocación del ambiente cultual antes del destierro; sin embargo, lo más probable es que se trate del ambiente previo a la reconstrucción después del 534 a.C., cuando regresaron los deportados. La atención está puesta en reconstruir lo material, pero no hay una disposición interior en todos; por eso el reclamo del Señor. De hecho, Él no necesita templos ni cultos, pero sí quiere la adoración en espíritu y en verdad (cfr. Jn 4,23). El verdadero culto es la atención y obediencia a su Palabra (2), o dicho de otro modo, escuchar la Palabra de Dios y practicarla (cf. Lc 11.28). 66,5s Juicio. Siempre nos encontraremos con los que creen y con los que no creen, con los que guardan esperanzas y con los desesperanzados, con los que en su humildad y pobreza sienten y ven la acción de Dios aunque ésta no sea demasiado clara. Éstos no le exigen nada especial a Dios, saben que Él está ahí; los otros necesitan “señales”, necesitan ver la gloria de Dios para poder “creer”. En realidad, son los que ni siquiera viendo resucitar un muerto creerán (cf. Lc 16,30s). Son los que tienen la capacidad de predecir el tiempo, pero no son capaces de entender los signos de los tiempos (cf. Lc 12.56). 66.7-14 Un pueblo renace. Mediante las imágenes del alumbramiento y de las actitudes maternales para con los niños, se describe lo que será la restauración del pueblo y de Jerusalén. Se subraya en este canto la exclusividad de Dios en el acto de dar la vida y de sostenerla. Nótese cómo la nueva Jerusalén que anuncia el profeta es una ciudad que respira paz y prosperidad, antítesis de la ciudad antigua, que tenía como
características fundamentales ser centro de injusticia y corrupción. 66.15-17 Juicio de los pueblos. Para que haya nueva vida tienen que morir muchas actitudes y comportamientos equivocados en las relaciones con los demás y con Dios; no se trata de que esperemos a que Dios mismo venga a exterminar el mal, se trata más bien, de los símbolos que utiliza el profeta para llamar a un cambio radical en cada uno, como punto de partida para el inicio de un hombre nuevo y de una sociedad nueva. 66.18-24 Reunión de todos los pueblos. La conclusión del libro deja abierta la puerta de la esperanza para varias cosas, entre ellas: la reunión de todas las naciones (18); muchos paganos que no conocían el nombre del Señor se convertirán y hasta serán enviados a predicar a los mismos israelitas (19s); ¡qué mejor señal del “cielo nuevo y la tierra nueva” que la adoración universal al único Dios (23)! Queda el sabor amargo de la condena perpetua para los enemigos del Señor; pero, ¿no son también éstos los que de algún modo están incluidos en el versículo 23? Por lo menos eso da a entender su uso en la sinagoga: después del versículo 24 se repite el versículo 23 y así continúa abierto el tono de la esperanza hacia el futuro.