EL D IOS D E JOB (VI): LA VOZ D EL NARRAD OR (JOB 1-2 ; 42.7-17) David J.A. Clin es
P
ero, ¿es así? La última palabra en el libro de Job no la tiene Yahvé, sino el narrador de la historia, que no carece en absoluto de refinamiento teológico. Según él, en el cap. 1, Job temía a Dios y evitaba el mal (1.1) y era el más grande de todos los orientales (1.4), afirmaciones con las que parecía estar hablándonos de causa y efecto, del funcionamiento habitual del principio de retribución. Ahora bien, en el cap. 42, a renglón seguido de la renuncia divina a la responsabilidad de la retribución, el narrador nos asegura que Job, la única persona que ha hablado correctamente de Yahvé (42.7-8), recibe el doble de riquezas y de familia de lo que tenía al comienzo: su piedad superlativa, ciertamente expresada de manera algo excéntrica, ha conducido a su superlativa prosperidad final. ¿Puede ser que lo que el libro ha intentado demoler por todos los medios, la doctrina de la retribución, se afirme de manera triunfante en su última página? Debemos admitir que no hay nada en el cap. 42 que relacione explícitamente la prosperidad final de Job con su piedad. Podríamos incluso advertir, tras haber escuchado los discursos divinos en los cuales el principio de la retribución ha quedado enteramente marginado, aunque no explícitamente negado, que el lenguaje de recompensa brilla por su ausencia. Podría ser simplemente que ni siquiera el Yahvé de los discursos se negó nunca el derecho a bendecir a los seres humanos, y que a lo único a lo que oponía resistencia era a la suposición de que debía y tenía que bendecirlos si cumplían determinadas condiciones. Así pues, ¿por qué es restablecido Job? Dentro de la lógica, o la teología, del libro tal como se ha desarrollado hasta ahora, no hay ninguna razón. Yahvé no necesita una razón, y Job no tiene derecho a esperar nada de él. Y sin embargo... Job es un hombre piadoso, y Job es al final, lo mismo que al
principio, un hombre rico y afortunado también en todos los demás sentidos. ¿Se ha negado la doctrina de la retribución, pero queda todavía un rescoldo? La voz del autor (Job 1-42) Seis personajes en busca de una teología; así podríamos designar el libro de Job. A la mezcla de sus voces debemos añadir otra: la voz del autor. ¿Cuál, entre todas las voces rivales del libro, está más en sintonía con la suya propia? Puede ser que el autor no tenga un punto de vista que quiera proponer, que sea más poeta que teólogo. Lo que tal vez le interese quizá sea el juego de opiniones, la variedad de posturas plausibles, la imposibilidad de una declaración definitiva. Tal vez las oportunidades líricas de este tema sean más importantes para él que llegar a una conclusión teológica satisfactoria. Y sin embargo resulta tentador imaginar que siente preferencia por una de las posturas que tan persuasivamente ha expuesto. En principio, parece imposible creer que sus simpatías no estén con su héroe Job; la pasión y el drama del libro estriban en buena medida en los sentimientos y las palabras de este personaje. Pero, dejando a un lado el hecho de que el autor nos ha mostrado que Job se está engañando tremendamente en lo que piensa acerca de Dios a lo largo de todos sus discursos, ¿podemos creer que el “punto de vista” del libro resultará ser el de este hombre herido cuando otro de los personajes del libro es nada menos que la deidad? ¿Cómo podría ser el punto de vista del libro otro que el de Yahvé mismo?