Letra núm. 683, 16 de agosto de 2020

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MARÍA ZAMBRANO Y EL GEMIDO DE JOB Jorge Luis Borges

L

a escritora y filósofa española María Zambrano

algo insignificante, apenas una

[1904-1991] publicó El hombre y lo divino en 1955,

sombra fugaz o una flor que se

pero en 1973 extendió y profundizó sus reflexiones,

marchita, pero a pesar de

añadiendo nuevos capítulos. Decidió cerrar la obra con

nuestra

insignificancia

“El libro de Job y el pájaro”, un ensayo que había

detiene

su

aparecido en 1969 en la revista Papeles de Son

nosotros. La esperanza de Job

Armadans. En el prólogo de la segunda edición,

es grande, casi temeraria, pues

Zambrano explica que escribe sin ningún propósito

Dios aún no ha mostrado su rostro en Cristo, que

sistemático. Simplemente, se deja llevar, sin planificar

sanará nuestra naturaleza herida y abrirá las puertas a

nada. No confía en la improvisación ni en la intuición,

la esperanza. Job se pregunta si revive el alma, tras la

sino en la inspiración que proviene de la gracia. Por

muerte: “¿Dónde estará mi esperanza? / y mi dicha,

eso, su escritura tiene “algo de rito, de conjuro y, más

¿quién la verá?” (Job 16, 15). Job no se rebela, pero se

aún de ofrenda”. Se trata de palabras que salen al

justifica: “No me gocé en la desgracia de mi enemigo /

encuentro

ni celebré que el mal le alcanzara (Job 31.29).

del

tiempo,

rastreando

signos. María

mirada

Dios sobre

Zambrano se fija en Job porque su desgracia

Siempre acogió al que iba de paso, sin importarle

representa la desposesión completa de Dios, un

que no perteneciera a su pueblo: “Nunca el extranjero

desamparo de carácter filial, no metafísico ni abstracto:

pasó la noche al raso; / yo tenía mi puerta abierta al

“Job

caminante (Job 31.32).

es

figura

de

una

tradición

donde

Dios

propiamente no existe. Lo que existe es mi Dios –o

Ni siquiera presumió de virtud: “No oculté mis

nuestro. Y aún más precisamente: mi Señor”. Dios es el

pecados a los hombres” (Job 31, 33). María Zambrano

Hacedor, el Omnipotente, pero Job no le percibe como

destaca “su entrega a la muerte, su ir en desesperanza

algo lejano e inaccesible. Por el contrario, mantiene

y desesperación unidas hacia su Dios, para adentrarse

con su Señor “un trato directo, íntimo, personal”. La

en él”.

distancia entre lo empírico y lo sobrenatural se sortea

Aunque Dios le devuelve sus bienes y le bendice

gracias a que su Dios es puente y vía, apertura y

con catorce hijos, Zambrano asegura que “no ansiaba

revelación.

que se le restituyera esa vida: nacimiento impuro, días

Job soporta con entereza la pérdida de su hacienda

contados, felicidad perdediza”. En el dolor, Job ha

y sus hijos. No se queja porque su carne se ulcere y se

ahondado su conocimiento de Dios. Antes de sufrir un

pudra: “Si aceptamos la dicha que Dios nos envía, ¿por

alud de calamidades, pensaba que se hallaba muy

qué no aceptar la desgracia?” (Job 2.10). El trato íntimo

cerca de Dios, pero vivía equivocado. El sufrimiento le

con Dios no implica un conocimiento directo: “Si pasa

ha enseñado que el hombre “sólo es una entraña que

junto a mí, no lo percibo; / si me roza, no lo advierto”

gime”. Ese quejido sólo se aplacará cuando pueda ser

(Job 9.11).

como un pájaro cobijado en “un árbol invulnerable de

Dios se acerca a nosotros, pero nuestro corazón

un reino más allá del paraíso y sin posible salida, sin

está cerrado y no apreciamos su proximidad. Somos

finitud”. Ese reino es el Reino de Dios, cuyo gozo no se


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