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EL MISTERIO Y EL MILAGRO DE LA NAVIDAD Karl Barth A VERDAD DE LA CONCEPCIÓN DE JESUCRISTO POR
el Espíritu Santo y de su nacimiento de la Virgen María es, al mismo tiempo, la indicación de la verdadera encarnación del Dios verdadero, realizada en la presentación histórica de Jesucristo, y el recuerdo de la forma especial por la cual ese principio del acto divino de la gracia y la revelación sucedido en Jesucristo se distinguió de otros acontecimientos humanos. Llegamos ahora a uno de los puntos, por no decir al punto, en que desde siempre y en muchas partes, también en la Iglesia Cristiana, se ha tropezado. Quizás también les suceda a quienes hasta ahora siguieron las explicaciones dadas, que, de vez en cuando, con extraños sentimientos pregunten: ¿Y adonde conduce todo esto? Quizás, repito, vacilen al llegar a lo que vamos a proseguir diciendo..., lo cual, por cierto, no es invención mía, sino que lo confiesa así la Iglesia. Sin embargo, no tenemos por qué temer, pues si hasta aquí hemos continuado nuestro camino con bastante serenidad, trataremos este nuevo capítulo también serena y objetivamente: “Concebido por el Espíritu Santo; nacido de la Virgen María”. También ahora nos importa pura y enteramente la verdad; pero ahora también nos acercaremos con respeto y reverencia a este punto, de manera que lo último no sea la angustiosa interrogación de: ¿hay que creer esto? sino que podamos asentir, quizás, también aquí con todo gozo y libertad. Se trata del comienzo de toda una serie de afirmaciones acerca de Jesucristo. Hasta aquí vinimos oyendo lo referente al sujeto; ahora oiremos una serie de determinaciones, como: concebido, nacido, padeció, crucificado sepultado, descendido, resucitado, sentado a la diestra de Dios, de donde ha de venir... Estos términos determinan una acción o un suceso. Se trata, pues, de la historia de una vida iniciada como toda vida humana con la concepción y el nacimiento; luego, hay la obra de una vida concentrada
notablemente hacia la breve palabra “padeció”; una historia del sufrimiento (Pasión) y, finalmente, la confirmación divina de esa vida en su resurrección, su ascensión a los cielos y el final, aun no realizado, de “de donde vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos”. El que en todo esto actúa y vive es Jesucristo, el Hijo Unigénito de Dios, nuestro Señor. Si se quiere comprender lo qué significa: "Concebido por el Espíritu Santo y nacido de María virgen", ha de intentarse, ante todo, ver que ambas notables afirmaciones expresan que Dios, por su libre gracia se hizo hombre, hombre verdadero. El Verbo eterno se hizo carne. He aquí el milagro de la existencia de Jesucristo, el descenso de Dios de arriba a abajo: Espíritu Santo y virgen María. Y éste es el misterio de la Navidad, el misterio de la encarnación. Los creyentes católicos se persignan al ser pronunciada esta confesión del Credo, y los compositores han intentado de las más diversas maneras dar vida musical a ese et incarnatus est. Es este milagro el que anualmente celebramos al celebrar la Navidad. "Al querer comprender este misterio, calla mi espíritu con temor y respeto" [Comienzo de la segunda estrofa de un himno de Navidad del poeta alemán Ch. F. Geller, 1715-1769]. Se trata, en fin, de la revelación de Dios in nuce, la cual únicamente podemos comprender y oír como el principio de todas las cosas. Además de todo eso, no se trata aquí de la concepción y el nacimiento en general, sino de una concepción y un nacimiento determinados. ¿Por qué concepción por el Espíritu Santo y por qué nacimiento de María virgen? ¿Por qué este milagro especial,