Letra núm. 708, 7 de marzo de 2021

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MANOS CARIÑOSAS Marielis Barreto Hernández Pastora de la 1ª Iglesia Presbiteriana de Aguada, Puerto Rico

E

n la iglesia donde soy pastora me he ganado el nombre de “manos cariñosas y pies divinos”, porque si algo no se me cae de las manos, lo golpeo con los pies. Esa torpeza ha sido ocasión para pocos corajes, algunos temores y muchas risas. Ese “apodo” está basado en un hermoso himno de antaño, que precisamente lleva por título: “Manos cariñosas”. Su primera estrofa dice así: Manos cariñosas, manos de Jesús, manos que llevaron la pesada cruz. Manos que supieron sólo hacer el bien. ¡Gloria a esas manos! ¡Aleluya! ¡Amén!

El himno resalta el amor de Dios a través de las manos cariñosas de Jesús, las cuales solamente supieron hacer el bien. Por lo tanto, esas manos no se merecían cargar la pesada cruz. Esas manos no se merecían tal sufrimiento y dolor. La historia de Jesús nos puede ayudar a considerar que, tal vez, personas que viven haciendo el bien se pregunten el porqué de esta pandemia mundial y sus estragos, si la mayor parte de la humanidad no se lo merece. Por eso en la cruz Jesús hizo la importante pregunta: ¿Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado? (referencia a Marcos 15.34). Sí, ¿para qué?… Los que predicamos la Biblia desde las manos cariñosas de Jesús hemos afirmado que las enfermedades no son producto de plan o castigo divino. Pero tal vez algo bueno puede salir de esa situación peligrosa. Todo apunta a que esa solución está en nuestras manos. Para combatir el coronavirus, entre otras medidas importantes, hay que lavarse las manos constantemente. Quiere decir que, la prevención, la salud y la vida, está en nuestras manos. La Biblia lo confirma cuando dos compañeros de lucha de Moisés le sostuvieron sus manos para que el pueblo ganara una batalla (Éxodo 17:8-12). Esto implica que

ayudarnos mutuamente está en nuestras manos. La prevención, la salud y la vida está en nuestras manos cuando nos valemos de cualquier medio posible, siendo en estos días con mayor énfasis los medios digitales, para que ocurran milagros. Así lo hicieron los amigos del que no podía caminar, al abrir el techo de una casa con sus manos, con tal de que su amigo recibiera sanidad (Marcos 2.1-12). La prevención, la salud y la vida está en nuestras manos cuando recibimos, como la persona no vidente y brindamos, como lo hizo Jesús, la alerta de: “Ve, lávate” (Juan 9.7). El joven de este relato no mostró resistencia. Sino que respondió con diligencia las instrucciones del que usó sus manos para curarle. ¿Qué tal si hacemos lo mismo y respondemos con cariño al que nos trata con manos cariñosas? Emulemos a nuestro Salvador porque, al fin de cuentas, no merecíamos que Jesús usara sus manos cariñosas en la cruz por nosotros y nosotras y aún así lo hizo. Hagamos lo propio, no respondamos con torpeza, ni con resistencia. Mejor, aprendamos a orar con seguridad y fe como lo hizo el salmista: “La obra de nuestras manos confirma entre nosotros; sí, confirma la obra de nuestras manos” (Salmo 90.17). Que nuestras manos confirmen que también pueden ser manos que se dediquen a hacer el bien. Que nuestras manos confirmen que son manos como las de Jesús o mejor aún, que son las manos de Jesús. Por tanto, que nuestras manos confirmen que también son manos cariñosas.

https://canaac.wcrc.ch/ 19 de febrero de 2021


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