Letra núm. 713, 18 de abril de 2021

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LA I GL ESIA, PUEBLO DE DIOS HOY Hans K üng TODOS LOS CREYENTES SON PUEBLO DE DIOS:

luego queda excluida una clericalización de la Iglesia. Si la Iglesia se entiende como pueblo de Dios, es patente que la Iglesia no consistirá jamás sólo en una clase o casta determinada, sólo en una autoridad o una camarilla de dirigentes dentro de la congregación de los creyentes. Iglesia será siempre y dondequiera todo el pueblo de Dios, toda la ekklesia; toda la comunidad de los creyentes. Todos son linaje escogido. real sacerdocio. Pueblo santo. Todos los miembros de este pueblo de Dios han sido llamados por Dios, justificados por Cristo y santificados por el Espíritu Santo. En esto son todos iguales en la Iglesia. y todos los miembros de este pueblo de Dios son invitados por el mensaje de Jesucristo a la fe, a la obediencia y a la entrega total al amor. También en esto son todos iguales en la Iglesia. Esta igualdad fundamental es mucho más importante que todas las diferencias que hay también en el pueblo de Dios y que en modo alguno deben negarse. Si la Iglesia es realmente pueblo de Dios, es imposible distinguir entre la “Iglesia” y los “laicos”, como si precisamente los laicos no fueran en pleno sentido laós. Ésta sería la errónea comprensión clericarista de la Iglesia. La Iglesia se identifica luego directa o indirectamente con el clero, aunque sin duda no tanto respecto de los deberes, cuanto respecto de los derechos y privilegios. Ahora bien ¿no es chocante que la palabra laós se use tan a menudo en el sentido de pueblo de Dios para significar la comunidad cristiana, y falte en cambio absolutamente en el Nuevo Testamento la palabra laijós, “legos” (que es la forma popular de laico) en el sentido pagano de “masa sin instrucción”, o en el sentido judío de “hombre que no es sacerdote ni levita”? ¡Cómo iba a poderse emplear, pues, eclesiológicamente, si en el Nuevo Testamento no sólo a un grupo, sino a todos se llama “escogidos”, “santos”, “discípulos”, “hermanos”, y todos tienen un solo señor y un solo maestro! La palabra laós no establece en el Nuevo Testamento —como

tampoco en el Antiguo Testamento— una distinción, dentro de la comunidad, entre sacerdotes (clérigos) y pueblo (laicos), sino que expresa más bien la unión o nexo de todos dentro de una única comunidad popular. Y partiendo de ahí indica una distinción hacia afuera: la separación de (todo) el pueblo de Dios del “no pueblo”, del “mundo”, del resto de los “gentiles”. Sólo a partir del siglo III se comprueba una distinción entre “clérigos” y “laicos”. […] La Iglesia. Barcelona, Herder, 1968, pp. 152-153. _____________________________________________________________

HANS K ÜNG ( 1928-2021): PER FIL ECUMÉNICO Y COMPROMISO ÉTI CO Carmelo Álvare z

H

emos recibido la noticia sobre la partida del teólogo Hans Küng, con mucha tristeza. Pero con mucha gratitud a Dios por su larga y fructífera vida. Su figura ha sido por varias décadas una presencia pública y global, muchas veces muy polémica, particularmente dentro de su propia tradición eclesiástica católica romana. No cabe duda de que su pensamiento y destacada participación, particularmente en relación con el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) y la asesoría a Juan XXIII, lo colocaron en la palestra pública mundial. Eran tiempos de grandes desafíos para la iglesia católica-romana, y ciertamente para la comunidad mundial. Tanto así, que llegó a ocupar espacios periodísticos e informativos muy importantes. Ello estremeció y propició mucha polémica, particularmente en círculos religiosos. Quisiera, entonces, comentar desde dos dimensiones muy significativas lo que implicó el pensamiento crítico de Küng: lo ecuménico y lo ético, con implicaciones proféticas y en el intento renovador para su propia iglesia. Aquí recordamos aquel principio de


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