RESPUESTAS AL RELATO DE JUECES 19-21 Phyllis Trible, Textos de terror. Lecturas literarias y feministas de relatos bíblicos (1984)
1.
De las tribus de Israel. EL SEGUNDO (JUE 20) Y tercero actos (Jue 21) son una respuesta inmediata. Todos los hombres, desde Dan hasta Beerseba se reunieron “como un solo hombre (´ish)… delante del Señor, en Mizpa”. Sin duda, esta respuesta fe desmesurada. El mismo Dios, que antes estuvo totalmente ausente, ahora participa en la reunión de los 400 mil hombres para pedirle una explicación al levita de Efraín. Su respuesta (20.2.4-7) comienza sin ningún rodeo: “Yo llegué a Gabaa de Benjamín con mi concubina, para pasar allí la noche. Y levantándose contra mí los de Gabaa, rodearon contra mí la casa por la noche”. Entonces prosigue con una interpretación que luego explica las intenciones de los gabaonitas: “con idea de matarme”. Pero, como se vio, ellos querían “conocerlo”. Aun cuando tal interpretación del levita fuera legítima, las siguientes palabras oscurecen la verdad: “Con idea de matarme; y a mi concubina la humillaron de tal manera que murió”. Él omite completamente lo que hizo que tomó a su mujer, la sacó fuera y se la entregó a los hombres. Callando sospechosamente, busca absolverse. Incluso se cuida con la atente frase: “de tal manera que murió”, en vez de decir que ellos la mataron, lo cual refuerza la sospecha de que él sea tanto asesino como tradior. Pero el escarmiento de la mujer es referido después como obra del levita. “entonces tomando yo mi concubina, la corté en pedazos, y la envié por todo el territorio de la posesión de Israel”. Ciertamente, el levita no recibió ningún castigo por haberla descuartizado. Era un aceptable acto de venganza. Desde ahí, la ira de todo Israel se levanta contra los benjaminitas. Es grande la indignación por el perjuicio causado a la propiedad de aquel hombre, pero todos se olvidan de la violencia contra la mujer. Una vez más, habiendo logrado su propiedad de aquel hombre, pero todos se olvidan de la violencia contra la mujer. Una vez más, habiendo logrado su propósito, el levita sale de la escena. A continuación, las tribus de Israel exigen a la tribu de Benjamín que les entregue a los depravados gabaonitas, “para que los matemos y quitemos el mal de Israel” (20.13). Pero los benjaminitas se niegan y la guerra comienza. Con riqueza de detalles, se narra el conflicto de grandes e increíbles dimensiones. El propio Yahvé se
une a los hombres que va a luchar contra Benjamín. Luego de dos fracasos iniciales, las tribus salen victoriosas mediante una emboscada. La matanza fue enorme: las bajas de los benjaminitas suman cerca de 25 mil hombres en un solo día. Gabaa, y las demás ciudades de Benjamín, fueron incendiadas. No escaparon ni siquiera las mujeres (21.16), ni los niños o los animales (20.48). La tribu de Benjamín fue virtualmente aniquilada, pues sólo escaparon apenas unos 600 hombres. Esa cascada de violencia provoca algunas reflexiones. Los vencedores no podían quedar conformes con eso, porque “hoy falta una tribu de Israel” (21.3). A fin de recuperarse, Benjamín necesitaba mujeres para los 600 sobrevivientes. Un juramento complicó las cosas y otro lo resolvió. Habiendo jurado que nadie daría a sus mujeres en casamiento a los de Benjamín (21.1), las otras tribus también habían jurado que matarían a quien no tomase parte en la batalla (21.5). De ese modo atacaron a la ciudad de Jabes de Galaad, matando a todos sus habitantes, excepto a las mujeres vírgenes (21.10-12). Luego entregaron estas mujeres a los sobrevivientes benjaminitas, de la misma forma como el levita había entregado su concubina a los malvados gabaonitas. La violación de una mujer se convirtió en la de 400 más. Incluso los benjaminitas estaban insatisfechos porque aún quedaban 200 sin mujer. Esta vez, las que ocuparon esos lugares fueron las hijas de Siló. Para satisfacer a los 200 benjaminitas, los hombres de Israel aprobaron el secuestro de 200 doncellas que iban a bailar en la fiesta anual del Señor (21.23). En total, lo sucedido a una mujer, ocasionó el secuestro de 600. En la tradición machista de Israel, la historia de la concubina justifica la escalada de violencia contra las mujeres. Aquello que los hombres parecían condenar, horrorizados, lo volvieron a hacer por venganza. Capturaron, llevaron, violaron y dispersaron a 400 vírgenes de Jabes y a 200 de Siló. Además, maltrataron y mataron a todas las mujeres de Benjamín y a todas las mujeres casadas de Jabes. Los hombres de Israel