EL LIB RO QUE ME LEE: MAN UAL PARA FO RMA DORES EN EL ESTUDIO D E LA BIBLIA (1996) Hans-Ruedi Weber
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El secreto del estudio de la Biblia a biblioteca a la que actualmente denominamos “Biblia” se ha constituido mediante testimonios humanos, se ha comunicado a través de lenguajes humanos y se ha visto marcada por las culturas del próximo Oriente antiguo y del Imperio Romano. Esta dimensión humana de la Biblia nunca debe desdeñarse, del mismo modo que sería un error ignorar la naturaleza humana de Jesús de Nazaret, porque entonces la Biblia se convertiría en un ídolo al que adoramos y se negaría la encarnación de Jesús. No obstante, cuando escuchamos, leemos, estudiamos e intentamos ver, puede tener lugar una inversión de papeles. Comenzamos siendo los sujetos, y los mensajes bíblicos, en cualquier forma que lleguen hasta nosotros, son los objetos de nuestro estudio. Pero sú bitamente podemos empezar a ser conscientes de que detrás y dentro de los relatos, textos y mensajes visualizados hay alguien que nos mira, nos habla y nos guía. Nuestro objeto de estudio se convierte en el sujeto qque se dirige a nosotros y nos comprende mejor que nosotros mismos. Nos vemos confrontados con el Dios vivo que actúa en la creación y en la historia, en nuestra vida personal y en el mundo de las naciones. En el estudio de la Biblia podemos experimentar por anticipado algo sobre lo cual el apóstol Pablo escribió a los cristianos de Corinto: “Ahora vemos como enigmas en un espejo, entonces veremos cara a cara. Ahora conozco a medias, entonces conoceré tan bien como soy conocido” [I Cor 13.12]. Algunos comentarios sobre los métodos Esta misteriosa inversión de papeles no pueden desencadenarla los métodos, sino que procede del poder del Espíritu Santo, el comunicador e intérprete. Nosotros podemos y debemos implorar que tenga lugar el misterio del estudio de la Biblia. “¡Ven, Espíritu Creador!”. Y, al mismo tiempo que oramos, debemos utilizar los mejores métodos para posibilitar que los relatos, los textos y las imágenes bíblicas nos hablen. Por eso, tenemos mucho que aprender de los diversos
modos en que los propios testigos bíblicos transmitieron los mensajes que recibían y de cómo los imprimieron en las mentes y corazones de las personas a las que se dirigían. […] El material de trabajo para el estudio de la Biblia Suele ser conveniente preparar y distribuir algún material de trabajo a los participantes en un grupo de estudio de la Biblia. Por ejemplo, una o dos páginas que presenten diferentes traducciones del pasaje bíblico elegido. Para un pasaje de un evangelio, puede presentarse una sinopsis, situando los relatos en columnas paralelas, a fin de poner de relieve las diferencias en los modos de reflejar el mismo acontecimiento en dos o más evangelios. Algunas veces resulta útil presentar, junto con el pasaje bíblico, un texto del mundo judío o helenístico en el que se relató o escribió originalmente. Y también puede estimular el debate grupal una fotocopia de una obra de arte antigua o moderna, o de una mapa, o algunas fotografías de un descubrimiento arqueológico importante. El animador tiene la doble tarea de procurar que los mensajes bíblicos sean el centro de atención y que todos los participantes puedan unirse a la búsqueda común. Los guías son, por tanto, los abogados tanto de la Biblia como de los miembros del grupo más silenciosos y vacilantes. Éste es el único modo de que el estudio bíblico colectivo sea un viaje de descubrimiento. Porque no se puede permitir que degenere en compartir la ignorancia o en repetir los lugares comunes teológicos de los participantes o del animador. Cuando un estudio de la Biblia sólo nos dice lo que ya sabíamos o se limita a confirmar nuestras habitualmente sesgadas creencias, ello puede ser indicio de que nos estamos acercando a la Biblia escuchando únicamente lo que, de hecho, queremos oír, en lugar de dejar que Dios nos hable.