EL HÁBITO DE LA LECTURA
BÍBLICA
COMPENDIO MANUAL DE LA BIBLIA.Henry H. Halley.- Editorial Moody Traducción de C. P. Denyer Moody. Buenos Aires. 1955.
Segunda parte La lectura de la Biblia es un hábito básico cristiano o queremos decir que hemos de adorar a la Biblia como un fetiche; pero si adoramos al Dios y al Salvador de que la Biblia nos habla. Y por cuanto amamos a nuestro Dios y a nuestro Salvador, amamos con cariño y devoción el Libro que viene de Él y trata de Él. Tampoco queremos decir que el hábito de la lectura bíblica es una virtud en sí misma; pues es posible leer la Biblia sin aplicar sus enseñanzas a nuestra propia vida; y hay quienes leen la Biblia y que no obstante son bajos, deshonestos y anticristianos. Sin embargo, éstos son la excepción. Como regla general, el leer la Biblia, si se hace en el espíritu debido, es un hábito del cual crecen todas las virtudes cristianas, el más efectivo poder formador del carácter, conocido de los hombres. Como acto de devoción religiosa, uestra actitud hacia la Biblia es un indicio bastante exacto de
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nuestra actitud hacia Cristo. Si amamos a una persona, nos gusta leer de ella, ¿no es cierto? Si tan solamente pudiéramos acostumbrarnos a pensar en nuestra lectura de la Biblia como acto de devoción hacia Cristo, quizás nos inclinaríamos a tratar el asunto con menos liviandad. Es una cosa gloriosa ser cristiano. El privilegio más exaltado que mortal alguno pueda tener es andar por la vida mano a mano con Cristo como Salvador y Guía; o para expresarlo más correctamente, dar nuestros débiles pasos a Su lado, y aun cuando tropecemos, jamás soltarnos de Su mano. Esta relación personal de cada uno de nosotros para con Cristo es una de las cosas íntimas de la vida, y no hablamos mucho de ella, probablemente por cuanto nos damos cuenta de que somos tan lamentablemente indignos de llevar Su nombre. Pero en lo profundo de nuestros corazones, en nuestros momentos serios, sabemos que a pesar de nuestra debilidad, nuestra mundanalidad, nuestra frivolidad, nuestro egoísmo y nuestros pecados. Le amamos a Él más que toda otra cosa en la vida; y en nuestros momentos más racionales sentimos que no Le ofenderíamos o lastimaríamos por ninguna cosa. Pero somos descuidados. Bueno, la Biblia es el Libro que nos habla de Cristo. ¿Es posible amar a Cristo, y al mismo tiempo ser tranquilamente indiferente hacia Su Palabra? ¿Es posible? La Biblia es el Mejor Libro Devocional os libros de devociones diarias que tan profundamente anuncian las casas editoras de distintas denominaciones quizás tengan su lugar. Pero no son sustitutos de la Biblia. La Biblia es la Palabra de Dios mismo, y ningún otro libro puede tomar su lugar. Todo cristiano, nuevo y antiguo, debiera ser fiel lector de la Biblia.
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Jorge Muller, quien en sus orfanatorios en Bristol, Inglaterra, hizo mediante la oración y la confianza una de las obras más notables de la historia cristiana, atribuyó su éxito, bajo el aspecto humano, a su amor a la Biblia. Dijo: “Creo que la razón principal por qué he sido mantenido en un fiel y útil servicio es que he sido un amante de la Sagrada Escritura. Ha sido mi costumbre leer la Biblia entera cuatro veces al año, en el espíritu de oración, para aplicarla a mi corazón y para practicar lo que allí encuentro. Durante sesenta y nueve años he sido un hombre feliz, feliz, feliz.” Ayudas para el Estudio de la Biblia a Biblia es un libro grande, en verdad toda una biblioteca, del lejano pasado. Y necesitamos toda la ayuda que podamos obtener para tratar de entenderla. Un Diccionario Bíblico, de los buenos, es la mejor de las ayudas. Un comentario, si es de los buenos, es de gran valor. Y todos debieran tener una concordancia. Pero aun así, es sorprendente hasta qué punto la Biblia se interpreta a sí misma cuando sabemos lo que hay en ella. Hay dificultades abundantes en la Biblia, aún más allá de la comprensión del más erudito. Pero a pesar de todo esto, las enseñanzas principales de la Biblia son inequívocas, tan claras que “el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará.” Acepta la Biblia tal como es, y exactamente tal como lo que ella reclama ser. No te preocupes de las teorías de los críticos. El esfuerzo ingenioso e impúdico de la crítica moderna para socavar la veracidad histórica de la Biblia pasará, y la Biblia misma aún permanecerá como luz de la raza humana hasta el fin de los tiempos. Afianza tu fe sobre la Biblia, es la Palabra de Dios. Jamás te dejará chasqueado. Para los hombres, es la Roca de los Siglos. Confía en sus enseñanzas, y serás feliz para siempre… (c0ntinuará…)
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Una Semblanza Elemental del Gobierno de la Iglesia Presbiteriana
A ntes de adentrarnos en la estructura y organización del gobierno de la Iglesia Presbiteriana debe quedar claro que es un tema doctrinal muy amplio e importante para la vida y bienestar de la Iglesia, esta debe de estar supeditada a la naturaleza y misión de la misma, sin querer dominar, ni enseñorearse sobre ésta, por lo que gobernar a la iglesia, es servir al Pueblo de Dios en el nombre de Cristo, sin embargo, ahora ante los acontecimientos próximo que como iglesia viviremos, veamos algunos principios elementales de la organización y funciones de la iglesia.
LA NATURALEZA DE LA IGLESIA LOCAL. Hay mucha confusión sobre este asunto en nuestros días. No sólo hay “asociaciones religiosas” (mal llamadas iglesias), que no siguen las pautas bíblicas, sino que existen otros grupos e iglesias que adoptan modelos de organizaciones humanas o se basan en leyes y reglamentos emanados del estado. De ahí que algunas personas creen que la Iglesia es una asociación de creyentes con intereses afines, quienes manejan sus asuntos democráticamente, donde cada uno tiene igual derecho para manejar los asuntos de la organización. En tal caso no hay ley superior a la voluntad de la colectividad y no hay propósito más alto que el que grupo proponga para sí mismo. La Iglesia no puede concebirse meramente como una asociación voluntaria de personas con intereses similares. Tiene que pensar en sí misma como el cuerpo de Cristo, gobernada por Cristo, su Rey. LA GLORIA DE LA IGLESIA LOCAL. El núcleo fundamental, la base de la Iglesia Universal es la congregación local. Esta iglesia se relaciona con las demás en organizaciones eclesiásticas (presbiterios, sínodos, asambleas), pero reconociéndose siempre como una unidad propia. Se debe mantener un sentido de la gloria de la iglesia local como cuerpo de Cristo, y tratar con reverencia a esta obra de Dios.
En esto consiste la Gloria de la iglesia: En su llamamiento a predicar la Palabra de Dios, dar a conocer su Nombre en todo el mundo, proclamar las buenas noticias, llamar a las gentes al arrepentimiento y salvación. Esta es la gloria de la Iglesia Universal y de cada iglesia local. Tal vez la gloria más grande de las iglesias es que son amadas por Cristo. Pablo dice, en Efesios 5, que Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Este amor se ve reflejado en la Iglesia, tenemos que amarnos los unos a los otros, tal como Cristo nos amó. LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA. Así como en el cuerpo de Cristo sólo están aquellos que están unidos a Él por la fe – es decir los que son salvos – de la misma manera la iglesia local, la manifestación concreta del cuerpo de Cristo, sólo puede recibir como miembros a aquellos que tienen un testimonio convincente de que son verdaderamente convertidos. Todos los verdaderos miembros confiesan que son pecadores, confían en Cristo para su salvación y muestran un nuevo estilo de vida LA COMUNIÓN DE LOS CREYENTES. La base del compañerismo cristiano es la sana doctrina. Este es el acuerdo esencial. No es posible estar de acuerdo sin que haya puntos de concordancia. Es muy importante y significativo que la primera y principal actividad de la iglesia local de Jerusalén fuera la de perseverar en la doctrina.(Hechos 2:46) El desarrollo del amor y el afecto entre los miembros de la iglesia es de suma importancia y el cristiano nunca debe flaquear en el esfuerzo por lograrlo; pero los apóstoles no pusieron esto en primer lugar. El desarrollo del amor y del afecto se logra a base de un acuerdo en la sana doctrina. Todas las actividades de la iglesia deben tener su base en la verdad revelada y en la expresión de esta verdad que llamamos doctrina. EL EJERCICIO DE LA AUTORIDAD. Casi todos los cristianos están de acuerdo, por lo menos de palabra, en que Cristo es la suprema autoridad en la iglesia. Muchos también estarían de acuerdo en afirmar que la Biblia es la expresión de esta autoridad. El problema no está en afirmar la autoridad de Cristo, sino en determinar cómo ejerce Cristo su autoridad en la Iglesia. Veamos algunos criterios:
A. El Catolicismo romano dice; Cristo entregó el ejercicio de su autoridad a selectas personas, quiénes pueden hablar en el nombre de Cristo y son sus “vicarios”. El exponente más notable de este criterio lo practica la iglesia católica romana. Esta no es la enseñanza bíblica. B. En la Iglesia Bautista, los ministros de la Palabra son los ancianos y solamente ellos; los demás oficiales son diáconos. Este concepto se une casi siempre con el tipo “congregacional” de gobierno de la iglesia. En este sistema el conjunto de los feligreses es la autoridad máxima. Las decisiones se toman democráticamente. Esto hace que el pastor gobierne a la iglesia local con la venia de la congregación. Si la congregación en sus reuniones no aprueba las propuestas del pastor, éste normalmente tiene que salir. Nosotros no somos congregacionales. C. Casi al otro extremo está el sistema “episcopal”. En México encontramos este sistema en la Iglesia Metodista, en la cual el gobierno de la iglesia local está fuera de la congregación. Los obispos, tienen la autoridad en la iglesia. Los pastores son nombrados por los obispos y son una extensión de su autoridad. Nosotros no somos episcopales. EL MODELO PRESBITERIANO. Su naturaleza es determinante de su forma de gobierno o sea, su gobierno, está en función de cumplir con el trabajo, con la tarea que el Señor de la Iglesia le dio. La tarea de la iglesia local y su gobierno son asuntos que llevan entre sí una estrecha relación. Sin embargo, no es solamente la tarea lo que determina la organización de la iglesia local. La iglesia está por naturaleza centrada en la Palabra. Esto determina su organización, su estructura, ejercicio de autoridad, en su forma de gobierno tienen que reflejar sumisión a la Palabra y mantener este énfasis. La Iglesia Presbiteriana tiene credos y confesiones, “fórmulas de acuerdo” o “formas de unidad”. Somos confesionales. Juan Calvino desarrolló las bases del modelo presbiteriano de gobierno de la iglesia en Ginebra, algunos de sus puntos básicos son: La autoridad de las Escrituras. Cristo es el Señor de la Iglesia. Es un gobierno representativo por medio de consistorios (ancianos y diáconos) cuyos miembros son elegidos por los miembros de la iglesia.
Los ancianos (presbíteros), son llamados por Cristo a su oficio. Su trabajo es gobernar e instruir y administra a la iglesia conforme a la Palabra. Cristo les dio la tarea de administrar la disciplina. En cada iglesia habrá un consistorio formado por un Ministros de la Palabra (Ancianos Docentes pastor), Ancianos de Iglesia y Diáconos. En la organización de la iglesia, es responsabilidad de la iglesia elegir como ancianos a quienes sea evidente que el Espíritu les ha dado el carácter, atributos, el DON y cualidades necesarias para desempeñar fielmente su oficio. Los oficios: La Biblia distingue con claridad los oficios de anciano y de diácono. Calvino y la tradición reformada interpretan el pasaje de Hechos 6 como el establecimiento del oficio de diáconos, teniendo siempre a su cargo la obra de misericordia en las iglesias. No están en una categoría inferior a la de los demás oficiales. Todos merecen nuestro respeto. Requisitos de los oficiales: Se describen en I Tim. capítulo 3:1-13. Este es un tema que debemos tomar con seriedad. Hay que leer este pasaje con cuidado y tenerlo muy presente al proponer y votar por los candidatos. Las esposas y sus familias son apoyo muy importante para los oficiales. DE LAS REUNIONES CONGREGACIONALES. El gobierno presbiteriano es representativo y democrático y el derecho del Pueblo de Dios para elegir a sus oficiales es irrevocable e irrenunciable. La iglesia ejerce su autoridad a través de sus cuerpos de gobierno que la representan y no congregacionalmente, excepto en los siguientes casos: Elección, reelección y remoción de sus oficiales: pastores, ancianos de iglesia y diáconos. Asuntos de vital importancia para la vida de la iglesia: consultas, planes, proyectos, programas. Aquellos casos en que el consistorio delegue sus derechos. Por tanto, nadie puede ser colocado en ningún oficio de la Iglesia sin elección y sin el consentimiento de la misma. Solamente los miembros en plena comunión que están en buenas relaciones con su iglesia, con su Dios y con su familia, y que participan en las actividades de la iglesia, y cumplen con sus deberes
para con la misma, están autorizados para votar y ser votados. Las reuniones congregacionales sólo se celebrarán en la iglesia local. Para una reunión congregacional el quórum será la mitad más uno de los miembros en plena comunión. En el caso de que los miembros de la iglesia no concurrieran y no se cubriera el quórum antes mencionado; el consistorio deberá convocar nuevamente a la iglesia. En la segunda vez el quórum será la tercera parte de los miembros de la Iglesia. Si fuere necesario se convocará hasta por tercera vez, y el quórum será reconocido oficialmente con los miembros en plena comunión que estén presentes. En el desarrollo de las reuniones congregacionales, sólo permanecerán en dichas reuniones los miembros en plena comunión. En toda reunión congregacional, el secretario del consistorio pasará lista de los presentes registrados como miembros en plena comunión de la iglesia, con el objeto de hacer constar el número de miembros votantes para verificar el quórum, excepto en aquellos casos en que el consistorio y la iglesia optaren por verificar el quórum de una manera más expedita: Poniéndose de pie Levantando la mano Cuando una iglesia local se constituye en reunión congregacional, tratará exclusivamente los asuntos estipulados en la convocatoria, sus decisiones deberán estar siempre de acuerdo con las normas bíblicas y los principios fundamentales de gobierno de la Iglesia. Las resoluciones y acuerdos de las reuniones congregacionales consignados en el acta respectiva serán comunicados y ejecutados en la iglesia a través del consistorio de la misma.