Letra núm. 736, 26 de septiembre 2021

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EL HÁBITO DE LA LECTURA

BÍBLICA

COMPENDIO MANUAL DE LA BIBLIA.Henry H. Halley.- Editorial Moody Traducción de C. P. Denyer Moody. Buenos Aires. 1955.

Tercera parte • Lee la Biblia con mente abierta. No trates de aherrojar todo su contenido en la camisa de fuerza de unas pocas doctrinas favoritas, ni de hallar en sus pasajes, ni aun para un sermón, ideas que éstas no contienen. Pero trata de escudriñar imparcial y honradamente las principales enseñanzas y lecciones de cada pasaje. De esta manera llegaremos a creer lo que debiéramos creer; porque la Biblia es abundantemente capaz de cuidarse de sí misma, si se le da la oportunidad de hacerlo. • Lee la Biblia con meditación. En la lectura de la Biblia necesitamos vigilarnos bien, para que no divaguen nuestros pensamientos y nuestra lectura se haga superficial y sin sentido. Necesitamos decidirnos resueltamente a fijar la mente en aquello que leemos y hacer cuanto podamos para formar un concepto inteligente de ello, y estar atentos a las lecciones que pueda tener para nosotros mismos. Lee con un lápiz a mano. Es bueno, mientras leemos, señalar los trozos que nos gustan, y de tiempo en tiempo recorrer la Biblia para leer de

nuevo los pasajes así señalados. Con el tiempo, una Biblia bien señalada se nos hará más querida, conforme se acerca el día en que hemos de vernos con su Autor. • La lectura habitual y sistemática. De la Biblia es lo que vale. La lectura ocasional o espasmódica no significa gran cosa. A no ser que tengamos algún sistema a seguir, y lo apliquemos con resuelta determinación, lo más probable es que no leeremos mucho la Biblia. Nuestra vida interior, así como nuestro cuerpo carnal, necesita su alimento diario. Un cierto tiempo cada día, sea cual sea nuestro plan de lectura, debe apartarse para ella. De otra manera somos propensos a descuidarla. La primera hora de la mañana es un buen tiempo, si la rutina de nuestro trabajo lo permite. O quizás de noche, ya terminado el trabajo del día, nos hallemos más libres de tensión y de afanes. O quizás mañana y noche. Para algunos, un tiempo a medio día quizás sea conveniente. La hora exacta del día no importa mucho. Lo importante es que escojamos un período que mejor cuadre con la rutina de nuestro trabajo diario; y que tratemos de guardarlo fielmente, sin desanimarnos si de tiempo en tiempo quebranta nuestra rutina algo fuera de nuestro control. Podríamos hacer una buena parte de nuestra lectura bíblica los domingos, ya que este es el día del Señor y apartado para su obra. • Aprende de Memoria los Nombres de los Libros de la Biblia. Haz esto lo primero de todo. La Biblia consta de sesenta y seis libros. Cada uno de estos libros trata de algo. El punto de partida para cualquier concepto inteligente de la Biblia es, lo primero de todo, saber qué son estos libros, el orden en que se hallan colocados, y en términos generales, de qué trata cada uno. • Aprende de Memoria Versículos Favoritos. Aprende a conciencia, y repite a menudo para ti mismo, aquellos versículos de que vivimos; a veces a solas, o de noche, para ayudarse a dormir descansando en los Brazos Eternos.


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