ADVIENTO La temporada inicia del 28 de Noviembre al 24 de Diciembre
Encarnación e Implicaciones En un punto de la historia, Dios hizo una promesa que se volvió realidad con la venida de Cristo. Su llegada se conoce como la Encarnación, en la cual Él tomo forma humana para así rescatar a la humanidad con su vida, muerte y resurrección. La encarnación y su impacto en nosotros será el enfoque de esta semana, y lo veremos a través de los lentes de Juan 1. Podemos caer en el error de no darle la importancia necesaria a este texto por lo familiarizados que pudiésemos estar con el mismo, pero deberíamos verlo con una mente renovada para entender realmente qué fue lo que Dios dijo a través de Juan. Así que antes de iniciar, tomemos un momento para pedir entendimiento y discernimiento al Espíritu Santo, para ver a Jesús glorificado a través de las palabras del apóstol. En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos. La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla… Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. Juan 1:1-5; 14 Juan comienza su Evangelio con las mismas tres primeras palabras que lo hizo Moisés en el Génesis: “En el principio.” Esto no es por accidente o sin significado alguno; más bien es intencional y tiene un profundo significado. Lo más asombroso de este pasaje es que Juan se refiere con “En el principio” a una época anterior a Génesis 1:1. Cuando seguimos leyendo Juan 1:1, es clarísimo que Juan se está refiriendo al origen de la historia antes de la creación, cuando Dios y “la Palabra” existían eternamente cara a cara. Luego, cuando el Padre decidió que era momento de crear, fue la Palabra quien hizo de la creación una realidad. A través de la Palabra, Dios le dio existencia a lo que jamás había existido anteriormente. La Palabra eterna se “convirtió” en el hombre llamado Jesús. Él, quien eternamente existió como Dios, se convirtió en humano para la redención de la humanidad. Con esto, Él jamás dejó de ser Dios. Él vino igualmente como Dios y como hombre en su totalidad – en una misión de gracia y verdad, reflejando la gloria que compartía con el Padre, al mundo ciego y caído. En la descripción que hace Juan acerca de la venida de Jesús a la tierra, hace algo estratégico al recordarnos nuevamente el Antiguo Testamento. Él dice que la gloria vive dentro de la carne del Hijo. Como respuesta a esto, el lector judío diría: “Un momento, ¿Qué hay acerca de Éxodo 40:34, que dice, ‘La gloria del Señor lleno el tabernáculo?’” Juan diría que exactamente ese es el punto. La gloria ya no habita en un templo hecho por manos de hombres, sino en el tempo que es Jesucristo, Quien lleno de gloria y verdad habitó entre nosotros. El lugar donde la gloria rebosa y la adoración es vertida no se trata más de algún lugar geográfico o un edificio. Se trata acerca de Dios, Quien se convirtió en hombre para encontrarte. Él vino a revelar la gloria del Padre a través de tu rescate, pero este rescate no vino sin un costo.