Letra núm. 746, 5 de diciembre de 2021

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ADVIENTO La temporada inicia del 28 de Noviembre al 24 de Diciembre

Encarnación e Implicaciones En un punto de la historia, Dios hizo una promesa que se volvió realidad con la venida de Cristo. Su llegada se conoce como la Encarnación, en la cual Él tomo forma humana para así rescatar a la humanidad con su vida, muerte y resurrección. La encarnación y su impacto en nosotros será el enfoque de esta semana, y lo veremos a través de los lentes de Juan 1. Podemos caer en el error de no darle la importancia necesaria a este texto por lo familiarizados que pudiésemos estar con el mismo, pero deberíamos verlo con una mente renovada para entender realmente qué fue lo que Dios dijo a través de Juan. Así que antes de iniciar, tomemos un momento para pedir entendimiento y discernimiento al Espíritu Santo, para ver a Jesús glorificado a través de las palabras del apóstol. En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos. La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla… Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. Juan 1:1-5; 14 Juan comienza su Evangelio con las mismas tres primeras palabras que lo hizo Moisés en el Génesis: “En el principio.” Esto no es por accidente o sin significado alguno; más bien es intencional y tiene un profundo significado. Lo más asombroso de este pasaje es que Juan se refiere con “En el principio” a una época anterior a Génesis 1:1. Cuando seguimos leyendo Juan 1:1, es clarísimo que Juan se está refiriendo al origen de la historia antes de la creación, cuando Dios y “la Palabra” existían eternamente cara a cara. Luego, cuando el Padre decidió que era momento de crear, fue la Palabra quien hizo de la creación una realidad. A través de la Palabra, Dios le dio existencia a lo que jamás había existido anteriormente. La Palabra eterna se “convirtió” en el hombre llamado Jesús. Él, quien eternamente existió como Dios, se convirtió en humano para la redención de la humanidad. Con esto, Él jamás dejó de ser Dios. Él vino igualmente como Dios y como hombre en su totalidad – en una misión de gracia y verdad, reflejando la gloria que compartía con el Padre, al mundo ciego y caído. En la descripción que hace Juan acerca de la venida de Jesús a la tierra, hace algo estratégico al recordarnos nuevamente el Antiguo Testamento. Él dice que la gloria vive dentro de la carne del Hijo. Como respuesta a esto, el lector judío diría: “Un momento, ¿Qué hay acerca de Éxodo 40:34, que dice, ‘La gloria del Señor lleno el tabernáculo?’” Juan diría que exactamente ese es el punto. La gloria ya no habita en un templo hecho por manos de hombres, sino en el tempo que es Jesucristo, Quien lleno de gloria y verdad habitó entre nosotros. El lugar donde la gloria rebosa y la adoración es vertida no se trata más de algún lugar geográfico o un edificio. Se trata acerca de Dios, Quien se convirtió en hombre para encontrarte. Él vino a revelar la gloria del Padre a través de tu rescate, pero este rescate no vino sin un costo.


El precio pagado es conocido y apreciado como el evangelio, y 1 Corintios 15:1-5 lo presenta más claro que cualquier otro pasaje: el evangelio es la muerte, la sepultura y resurrección de Jesús, y conforme a las Escrituras para el perdón del pecado. La muerte de Cristo en la cruz absorbió el peso de la ira de Dios contra el pecado, demostrando su eterna gloria, y la resurrección de Cristo que proclamó la victoria sobre la muerte. El evangelio es la realización de la promesa de Dios anunciada por los profetas del Antiguo Testamento. Dios es confiable porque su plan de salvación revelado en el Antiguo Testamento no empezó en el Antiguo Testamento. La salvación a través de Jesucristo no fue una reacción a la entrada del pecado al mundo. El propósito de Dios de redimir al mundo está arraigado en la eternidad. La salvación a través de Jesucristo es el plan eterno que inició aun antes de “En el principio”, lo que nos trae de nuevo a Juan 1. Cuando leemos Juan 1 a través de los lentes de 1 Corintios 12, vemos a Juan escogiendo sus palabras con suma intención y cuidado. Que Juan llame a Jesús la “Palabra” (o el “Verbo” según otras versiones) fue una flecha lanzada estratégicamente a su audiencia. La palabra en griego es logos, y los griegos la usaban comúnmente cuando hablaban de sus dioses. Los griegos creían que sus dioses eran indiferentes ante el dolor del mundo. A diferencia de esos dioses, la Biblia empatiza completamente con el dolor del mundo. En Su unión con el mundo, Jesús sufrió el castigo en la cruz para que nosotros no tuviésemos que pagar eternamente por el precio de nuestros pecados. Nacemos cegados por nuestro pecado, pero cuando nuestra fe es transformada por Jesús, la luz vence a las tinieblas. El verso 14 que dice “Y hemos visto su gloria”, es ver a Jesús cómo realmente es: amorosa y misericordiosa fuente de gozo eterno quien además de ser el Creador, es el Redentor del mundo, a través de su evangelio para la gloria de su Padre. Hay dos principales implicaciones que hay que destacar. Primero: Cristo nos ha redimido de nuestro pecado, pero eso no significa que nuestra lucha contra el pecado ha terminado. Todavía luchamos día a día por convertirnos en quienes realmente somos, nuevas criaturas y vencedores en Cristo. Esta batalla va a continuar hasta que Cristo regrese y venza al pecado de una vez y para siempre. Segunda: En Juan 17 Jesús ora al Padre “Así como tú me enviaste al mundo, yo los envío al mundo.” La Iglesia es un pueblo enviado a seguir el modelo de Jesús. Él cambió el cielo para venir al mundo para entrar a la humanidad e integrarse a la sociedad. Nosotros deberíamos de ver la vida de la misma manera. Así como Jesús vino al mundo con una misión, nosotros hemos sido enviados al mundo a seguir con su misión. Hemos “encarnado” en nuestras ciudades a través de nuestros lugares de trabajo, hogares, restaurantes, albergues, etc. Hemos sido enviados a vivir en el mundo, aunque no pertenezcamos al mundo. Jesús nos enseña que ninguna de estas implicaciones puede realizarse en aislamiento. Es más, somos santificados por nuestra misión, y cumplimos nuestra misión al ser santificados. Esa es la misión de la novia de Cristo en el gozo de Cristo hasta el día que caminemos por vista y no por fe.

PREGUNTAS PERSONALES PARA REFLEXIONAR 1. ¿Cómo explicarías la frase “la Palabra se volvió carne y habitó entre nosotros? 2. ¿Qué roles te ha dado Dios para desempeñar en la sociedad? ¿Qué pasos prácticos puedes tomar para vivir como una persona que fue enviada a revelar a Cristo? 3. A nivel de corazón, ¿qué te impide verte a ti mismo como un enviado? ¿Cómo estás luchando para ser santificado en esas áreas? 4. ¿Cómo explicarías tú el Evangelio, su efecto en tu vida y cómo tu transformación te ha conducido a querer cumplir con tu misión? 5. ¿A Quiénes ha puesto Dios en tu círculo de influencia que puedas hablarles del Evangelio?

DEVOCIONAL FAMILIAR Tomemos un momento para recordar la Navidad pasada. ¿Hubo algún momento en el que viste alguno de los regalos debajo del árbol de Navidad y te preguntabas qué había adentro? Sabías que no podías abrirlo. Ahora piensa en la alegría de poder finalmente abrir y ver qué tenía dentro. Así es la historia de Jesús en la Biblia. El Antiguo Testamento promete el mejor regalo que pudiese existir, el Salvador, vendrá. La semana pasada mencionamos algunas cosas que Dios dijo acerca del prometido Salvador, a través de los profetas. Aunque Dios reveló algunas cosas de cómo sería el Salvador, no lo reveló todo. Él cumplió su promesa fielmente al mandar a su propio Hijo, Jesús, al mundo. Él vino, y conocemos acerca de Él – acerca de su vida, su muerte y su resurrección – y de como Él vino al mundo para salvación de los pecadores. Cuando nos aferramos a este regalo, nos aferramos a la vida eterna.

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN EN FAMILIA 1. ¿Hubo alguna palabra con la que no estuvieran familiarizados? ¿Alguna que no comprendieran? 2. ¿De Quién habla este pasaje? De este pasaje, ¿qué podemos aprender de Jesús? 3. ¿Recuerda cómo se describe al Salvador en Isaías 9:2? ¿Cómo demuestra este pasaje que Jesús es el Mesías? 4. ¿Cómo y por qué es Jesús el regalo más grande? 5. ¿Qué nos revela el nacimiento de Jesús, acerca de la naturaleza y del carácter de Dios? 6. ¿Cómo la primera venida de Jesús nos permite confiar en Su regreso? Terminen el devocional orando en familia. Padres, pregunten a sus hijos cómo pueden orar por ellos. Hijos, hagan lo mismo con sus padres. Compartan entre ustedes las maneras en que Dios, fielmente, ha contestado sus oraciones en las últimas semanas.

Continuara…. Guía de Adviento adaptada del material de TVC ©


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