ADVIENTO La temporada inicia del 28 de Noviembre al 24 de Diciembre
Encarnación e Implicaciones En El clímax de la película de 1996, “Jerry Maguire”, es en el momento en que Tom Cruise irrumpe en la casa de su esposa, la ve fijamente a los ojos y le dice la frase que todos recordamos: “Tú me completas”. Él acababa de alcanzar la cima de su carrera profesional, solo para después darse cuenta que no era lo que él esperaba. Con ese logro, él pensaba que por fin iba a ser feliz, pero solo encontró soledad. Él esperaba sentirse realizado, pero terminó sintiéndose vacío. Finalmente, él se dio cuenta que toda su vida estuvo persiguiendo algo que no era realmente lo que él deseaba o necesitaba. Maguire no estaba completamente equivocado, en una cosa tenía razón: nuestras carencias definen nuestra vida. No importa cuánto lo intentemos, la realización está fuera de nuestro alcance. Para los no creyentes, la búsqueda de la felicidad se torna eterna y el objetivo es cambiante; y así será hasta que Jesús se vuelva el objeto de su deseo. Incluso, para los creyentes, existe una noción de que no hemos encontrado lo que buscamos. La plenitud se halla solo en Cristo, en Su muerte por nuestro pecado y en Su resurrección; pero no lo vamos a comprender completamente, hasta que en nuestros cuerpos resucitados, nos paremos frente a la presencia de nuestro Salvador. Y esto no será hasta que las palabras de Jesús, en Mateo 24:30, sucedan: “Y entonces, por fin, aparecerá en los cielos la señal de que el Hijo del Hombre viene, y habrá un profundo lamento entre todos los pueblos de la tierra. Verán al Hijo del Hombre venir en las nubes del cielo con poder y gran gloria.” (NTV) El regreso de Jesús y la restauración final del mundo, son nada más y nada menos que nuestra esperanza. Pablo lo sabía bien cuando se sentó y escribió Romanos 8. Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante. Pues toda la creación espera con anhelo el día futuro en que Dios revelará quiénes son verdaderamente sus hijos. Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Sin embargo, con gran esperanza, la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto; y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu Santo en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos, incluido el nuevo cuerpo que nos prometió. Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si uno ya tiene algo, no necesita esperarlo; pero si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza). Rom. 8: 18-25 El tema central de este pasaje es acerca de lo que todos esperamos: gloria. El eje principal en la Biblia, desde Génesis hasta el Apocalipsis trata acerca de nacer y volver a nacer para poder experimentar completamente, la gloria de Dios. Con el paso de la historia, estamos cada vez más cerca del día en que la ciudad celestial “no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz” (Apocalipsis 21:23). Habrá un día en el que finalmente seremos partícipes de la gloria de Dios, pero hasta que ese día llegue, tendremos sufrimiento.