Programa de cultos de Semana Santa

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LOS CÁNTICOS DEL SIERVO EN ISAÍAS Enrique Dussel A. l Siervo es alguien, por el que, por mediación del cual, la Salvación existe en el mundo y en la historia. ¿Quién ha sido realmente la persona nombrada por los E poemas? No es imposible saberlo, pero en verdad no tiene ninguna importancia,

porque lo esencial es el sentido mismo de la existencia humana abierta y dispuesta a ser mediador entre Yahveh y la Historia. El personalismo semítico rechaza toda universalización a modo de arquetipo a-temporal: el Siervo no puede ser una mera idealización, es siempre alguien histórico y concreto, en el presente donde se reúne la temporalidad y la Eternidad. […] El Siervo como individuo no puede agotar la noción del Siervo de Yahveh. […] Así como ’adam, el rey, el Hijo del hombre, el yo colectivo de los salmos posee una vertiente colectiva de significación, así también el Siervo incluye en su contenido un sujeto colectivo. […] No debe admirarnos, entonces, que en 49.3 una persona sea el pueblo de Israel, y que dicho Israel tenga por función unificar las tribus (49.5-6). En el primer caso es preponderantemente la comunidad ─sin dejar de ser un individuo─; en el segundo, es principalmente un individuo ─sin dejar de ser la comunidad. […] Siervo de Dios no significa solamente la absoluta sumisión, sino también la disposición a servir, la obediencia. […] El Siervo debe saber descubrir el sentido de la Historia, el proyecto del Señor sobre el Universo: éste es el objeto de la fe. Dicho plan divino es comprendido como un misterio, como una celebración litúrgica de expiación, de muerte y resurrección (52.14; 53.12). El Siervo comprende que Yahveh le ha elegido desde el momento mismo de su creación, desde el “seno de mi madre” (49.1). Elegido y consagrado (42.1) para cumplir una misión. Esa obra, ese servicio, debe realizarse en la obediencia, en conformidad con la fe, fielmente. No es una acción caprichosa, sino encauzada en la dirección profunda, histórica, del philum central de la evolución, del universo, de la humanidad, de la Alianza, don gratuito del Creador. Es un servicio humano, es decir, racional y libre. […] “Si se acepta esta visión, la imagen dramática y grandiosa del Siervo emerge de la raíz misma, de lo más profundo, de la historia del pueblo de Dios. Cristaliza una evolución experimental que, proféticamente, unifica los Anavim con la pasión de Cristo” (Pierre Grelot). […] Por último, y es el elemento esencial de este tipo de humanismo, el Siervo sabe que, en definitiva, los medios por los que el hombre alcanza su bienaventuranza, su realización total, no pueden ser inventados por el mismo hombre. La tentación del hombre (’adam), el pecado originario de la humanidad, es el pretender, por sí mismo, fabricar el sentido del hombre y constituirse como absoluto (Gn. 3.5-6). La falta, el pecado de la humanidad, es la magia, la idolatría ─fenómeno muy actual de la conciencia del hombre de nuestro tiempo─, la adoración del Hombre por el hombre. El Siervo no se sostiene, es sostenido (42.1); no se elige, es elegido; no inventa su doctrina, sino que la recibe (50.4); no se defiende, es Dios quien lo ayuda (50.7); ha sido llamado a una función (49.1) y ha sido investido de las actitudes necesarias (49.2); él no va en nombre propio, es enviado (49.3-6) y será glorificado (52.13) por Yahveh. Toda misión comienza siendo un “martirio”, si se entiende que “mártir” significa testimonio. El Siervo es un mártir, es un testimonio, pero no de sí mismo sino de Otro; no de su propia voluntad sino de la Voluntad de Yahveh. ¿Es esto una alienación? Muy por el contrario, es la simple realidad objetiva: no somos ni Dios ni bestias. Somos simplemente lo que somos: criaturas racionales, libres. Es en la libre voluntad de construir la Historia donde alcanzamos la resurrección, bien absolutamente mayor qu e el operado en todo otro humanismo: “Espantosamente tratado, él se humillaba (a sí mismo), no abría la boca... no ha engañado jamás, ni su boca ha proferido una mentira... por los sufrimientos de todo su ser, verá la luz y será saciado” (53.7-11).

_____________________________________________________________ Matagalpa 1081, colonia San Pedro Zacatenco Del. Gustavo A. Madero, México, D.F.


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