© Leopoldo Cervantes-Ortiz, 2019
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Contenido Enero Jesús preparó a los discípulos para anunciar la venida del Reino 1. “Preparados para dar razón de la esperanza”: Jesús preparó a los discípulos 2. Jesús llama y prepara discípulos/as a su servicio 3. El Señor nos llama al arrepentimiento y a la conversión Febrero Jesús preparó a los discípulos/as en el camino para atender las necesidades humanas 1. Jesús preparó a los discípulos/as en el camino para atender las necesidades humanas 2. Jesús y el hombre de Bethesda: acción evangelizadora y restauradora 3. Evangelio, necesidades humanas y servicio: dos mujeres en el escenario Marzo Jesús preparó a los discípulos/as con la práctica, con misericordia y como forma de vida 1. Jesús preparó a los discípulos/as con la práctica, con misericordia y como forma de vida Jesús enseñó desde la cruz y el sufrimiento 1. “¡Dios, mío!, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” 2. “Consumado es” 3. Jesús enseña a vivir desde su Pasión y Resurrección Abril Jesús preparó y actuó ante necesidades concretas e imprevistas (Mt 17.14-21) 1. Jesús preparó y actuó ante necesidades concretas e imprevistas 2. Evangelización y testimonio de servicio Mayo Jesús preparó y reivindicó mujeres para su servicio (Lucas 8.1-3) 1. Jesús preparó y reivindicó mujeres para su servicio 2. Seguidores/as de Jesús en una comunidad de iguales Junio Jesús preparó a los discípulos desde la contestación al sistema (Lucas 13.32) 1. Jesús preparó a los discípulos desde la contestación al sistema 2. La fe como contracultura: seguir a Jesús a pesar del Imperio 3. Preparados/as integralmente para ser testigos de Jesucristo Julio Enviados/as a predicar buenas nuevas a los abatidos (Isaías 61.1) 1. Enviados/as a predicar buenas nuevas a los abatidos 2. Anunciar las obras maravillosas de Dios 3. Unirse a la proclamación del Evangelio transformador Agosto Enviados a vendar a los quebrantados de corazón (Isaías 61.1-7) 1. Enviados/as a vendar a los quebrantados de corazón 2. Una Palabra eterna, consoladora y eficaz para salvar
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Septiembre Pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos (Lucas 4.18b) 1. Pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos 2. La auténtica libertad, una necesidad espiritual 3. Libertad y liberación integral: frutos del Evangelio Octubre Poner en libertad a los oprimidos: lectura liberadora de la Reforma Protestante (Lucas 4.18b) 1. Poner en libertad a los oprimidos: lectura liberadora de la Reforma Protestante 2. La explosión espiritual reformada: rescate de la fe y la libertad Noviembre “Proclamar el año agradable del Señor”: la vida que Dios ofrece 1. La vida de Dios en el mundo 2. La plenitud de vida anunciada por Jesucristo Diciembre Jesús de Nazaret, manifestación plena del Reino de Dios (Lucas 4.20-27) 1. Jesús de Nazaret, manifestación plena del Reino de Dios 2. Las armas de la luz, armas de Dios en el mundo 3. Dios nace en un pesebre 31 de diciembre de 2018 El Señor nos ha acompañado hasta aquí
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Enero “PREPARADOS PARA DAR RAZÓN DE LA ESPERANZA”: JESÚS PREPARÓ A LOS DISCÍPULOS PARA ANUNCIAR LA VENIDA DEL REINO 7 de enero
Honren a Cristo como Señor, y estén siempre dispuestos a explicarle a la gente por qué ustedes confían en Cristo y en sus promesas. I PEDRO 3.15, TLA
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l testimonio cristiano, tal como lo expone el apóstol Pedro en su primera carta, respondió a la situación imperante en su tiempo para mostrar las acciones de Dios en su Hijo Jesucristo. Dirigida a “los extranjeros de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1.1), amplias regiones del imperio romano. Se trataba de un conjunto de expatriados, no necesariamente judíos, pero que por alguna razón se habían establecido en esos territorios. La palabra usada, parepidemos, tiene una connotación más amplia: “Se refiere a alguien que está ajeno al demos, al pueblo legalmente reconocido y organizado. La expresión conexa paroikos (lo que está fuera del oikos, la casa), que figura en 1.17 y 2.11, tiene connotaciones de tipo social y político, con consecuencias en la vida cultural”.1 Eran personas sin derechos ciudadanos completos, que se encontraban al margen y con fuertes desventajas sociales. La designación también incluía a los pobres de zonas rurales que dependían de un enclave urbano, razón por la cual nunca podrían llegar a tener prestigio sociocultural. Con ese auditorio en mente, el apóstol presenta las características del mensaje cristiano a partir del plan divino basado en la elección (1.2). La exhortación consiste en experimentar una vida nueva mediante la obediencia y el buen testimonio ante los demás. En el cap. 2, la carta se refiere a la formación del “nuevo pueblo de Dios” en lo que se ha visto doblemente como una reconstrucción de la antigua fe de Israel como pueblo originario (2.4-5) y como germen de un nuevo sacerdocio amplio, practicado por todos los creyentes (2.9-10). Luego de referirse al respeto por las autoridades y a las responsabilidades de los esclavos ante el poder, en el cap. 3 introduce recomendaciones para la vida conyugal y cotidiana (3.1-12) enfatizando el excelente testimonio que se esperaba de todos ellos como seguidores de Cristo. A continuación, el texto “vuelve a su tema favorito: el sufrimiento en razón de la fe que profesan (3.13-14). […] Es posible que la extrañeza ante el proceder de los cristianos fuera acompañada, a veces, de hostilidad y agresividad, sobre todo por ser los creyentes de clase humilde” (Biblia de Nuestro Pueblo). La situación imperante podría favorecer el testimonio de su “esperanza”. “Es interesante que fuera la esperanza el aspecto llamativo de los cristianos y lo que causara extrañeza a los paganos, a quienes Pablo se refiere en Ef 2.12 como gente sin “esperanza y sin Dios en el mundo”. La recomendación de llevar a cabo la tarea evangelizadora con conocimiento de causa” es una lección práctica en un contexto de pluralismo religioso, tal como lo vivimos ahora: “estén dispuestos a defender —su esperanza— ‘con modestia y respeto, con buena conciencia’ (16), pero firmes en la fe”. Si el testimonio evangélico acarrea persecución y sufrimiento, ello los hará parecidos a Jesucristo (18). Para darles ánimo y esperanza en la victoria final, se propone el ejemplo del sufrimiento inocente del Señor, cuya resurrección por el Espíritu trajo la oferta de salvación universal a todos. El ímpetu “misionero” del Hijo de Dios se manifestó incluso escatológicamente, es decir, que el apóstol interpreta la estancia de Jesús “en los infiernos” (las partes bajas de la tierra, 19-20a) como una ocasión adicional para proclamar su mensaje. Podría decirse que su presencia, incluso en esos lugares terroríficos, no podía ser más que de bendición. Pedro había aprendido bien las lecciones recibidas directamente del Señor (Oscar Cullmann).
Néstor Míguez, “Cristianismos originarios: Galacia, el Ponto y Bitinia”, en RIBLA, núm. 29, 1997, p. 87, http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla#26-38. 1
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JESÚS LLAMA Y PREPARA DISCÍPULOS A SU SERVICIO 14 de enero Jesús les dijo: “Síganme. En lugar de pescar peces, les voy a enseñar a ganar seguidores para mí”. MARCOS 1.17, TLA
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esús de Nazaret no fue el primero en formar un grupo de discípulos dentro o fuera de Palestina. Era la costumbre de los grandes maestros de la filosofía o la religión. De hecho, la existencia de los grupos de discípulos fue la manera en que se extendían las creencias o las prácticas en la antigüedad. Su antecedente inmediato, Juan, el llamado Bautista, también formó un grupo así, del cual salieron algunos discípulos para unirse al suyo (Jn 1.35-42). Siendo el de Marcos el primer documento llamado “evangelio”, que da cuenta de las acciones de Jesús, es determinante encontrar en él la narración del encuentro de Jesús con quienes serían sus discípulos y, por lo tanto, continuadores de su trabajo al servicio del Reino de Dios. El breve pasaje de los vv. 14-20 concluye la introducción del evangelio (1-13) y da comienzo a una nueva etapa: la intensa actividad de Jesús en Galilea, que empezó precisamente cuando terminó la de Juan el Bautista (14a), con su encarcelamiento, cuyas causas no se explican. Jesús no va a ser un continuador, sino que modificará sustancialmente aquella práctica y aquel mensaje.2 Varias serían las diferencias con Juan: “Cambia el contenido del anuncio: no un bautismo para perdón, sino la llegada de Dios mismo a reinar; no una conversión para escapar del castigo, sino para ser capaz de recibir el don del Reino; no algo para el futuro, sino la urgencia de un presente que ofrece nuevas posibilidades. Jesús no es el relevo de Juan sino su plenitud”.3 La actividad principal de Jesús sería “proclamar” o “predicar” a partir de una premisa central que antecede a su mensaje todo el tiempo: “Se ha cumplido el tiempo” (15a), una frase que indicaba el comienzo de una nueva etapa en la historia de la salvación. Jesús situó su trabajo (y el de sus seguidores) en el horizonte de este avance, a fin de mostrar la manera en que Dios se manifestaría en esa nueva fase: en continuidad con las promesas antiguas, pero con una fuerte ruptura con las formas religiosas tradicionales. De ahí que su vivencia del Reino de Dios fuera radicalmente distinta, aun cuando compartía algunos elementos de la predicación de Juan. El “Reino de Dios” no sería ya un lugar sino una experiencia de vida bajo los parámetros del proyecto divino (vida, justicia, solidaridad, fraternidad, paz). La presencia de Jesús vendría a hacer cercano ese reino, algo diametralmente distinto a lo anunciado por Juan. En continuidad con ese mensaje, Jesús también llama al arrepentimiento. “Arrepentirse” significa cambiar de rumbo, volver a Dios, en este caso, creer en la Buena Noticia (v. 15). “Jesús tiene la experiencia de la oferta definitiva que Dios hace ya al hombre y la traduce en su mensaje y en su práctica”.4 Jesús experimentó una urgencia espiritual mediante la cual el tiempo divino comenzó a precipitarse sobre la historia humana para mostrar sus designios más abiertamente. En ese contexto, “la exhortación al cambio se convierte así en fuerza movilizadora de discernimiento y acción”.5 Se anuncia explícitamente que el gobierno de Dios es el único genuino y confiable. A partir de ello: “Jesús llama, elige a sus discípulos, para dar sentido comunitario a su misión. Sin comunidad no hay reino. Tradicionalmente los discípulos buscaban a su maestro. Aquí es Jesús el que toma la iniciativa: llama a sus discípulos y los hace pescadores de hombres, metáfora que da sentido universal a su misión” (La Biblia de Nuestro Pueblo). Su acción inicial será dejar y seguir. Además, ellos
2 Carlos Bravo Gallardo, Jesús, hombre en conflicto. 2ª ed. México, Centro de Reflexión Teológica-Universidad Iberoamericana,
1996, p. 69, https://es.scribd.com/doc/239641471/Bravo-Carlos-S-J-Jesus-Hombre-en-Conflicto-Ed-Centro-de-ReflexionTeologica-A-C-Mexico-1996-pdf. 3 Ídem. Énfasis agregado. 4 Ibíd., p. 70. 5 Ibíd., p. 71. 6
cambian un lugar social de seguridad económica y familiar por otro de desposesión e inseguridad que los llevará a la predicación itinerante (6.7-13); dejan un trabajo conocido por otro desconocido (v. 17) para el que no están preparados, y un proyecto personal centrado en sus propias necesidades y las de su familia, por otro en el que tendrán la primacía las necesidades de los demás. Ese cambio es condición para que puedan integrarse en la comunidad de seguidores de Jesús, corresponsables de la causa del Reino.6
Los primeros discípulos respondieron con prontitud al Maestro, y dejándolo todo le siguieron para entrar a un proceso intensivo de formación y preparación, pues en eso consiste la vocación cristiana: es el seguimiento radical a Jesús: Camino, Verdad y Vida. Esa preparación es lo que constituye el discipulado, esto es, el llamado a practicar un seguimiento sincero, profundo y responsable de Jesús, tal como brota del Evangelio revelado por Dios. Y ese llamado sigue vigente para hoy, exactamente igual que para quienes lo escucharon por primera vez, pero con la diferencia de que entre Jesús y nosotros se interponen muchísimos factores, en disonancia (a veces muy profunda) entre los valores y los principios del Evangelio y aquellos que dirigen o controlan nuestras vidas. De ahí que las palabras de Dietrich Bonhoeffer, quien se ocupó como pocos del tema del seguimiento de Jesús y planteó algunas preguntas cruciales para discernir y diferenciar entre el llamado que registran los evangelios y el llamado actual previo a la preparación para ponerse a su servicio en el mundo “¿Adónde conducirá la llamada al seguimiento a los que sigan a Jesús? ¿Qué decisiones y rupturas llevará consigo?”.7 El discipulado cristiano de hoy y la preparación para el servicio por parte de los nuevos discípulos guarda muchas diferencias con lo acontecido en el primer siglo, sobre todo por la acumulación de factores que se atraviesan para impedir su realización óptima en la vida de las personas. ¿Qué sucede cuando alguien es llamado a seguir a Jesús y a prepararse con él para una vida completa de servicio? Bonhoeffer responde, siguiendo las líneas generales que brotan del Evangelio mismo: El que ha sido llamado abandona todo lo que tiene, no para hacer algo especialmente valioso, sino simplemente a causa de la llamada, porque, de lo contrario, no puede marchar detrás de Jesús. […] Uno es llamado y debe salir de la existencia que ha llevado hasta ahora […] Lo antiguo queda atrás, completamente abandonado. El discípulo es arrancado de la seguridad relativa de la vida y lanzado a la inseguridad total (es decir, realmente, a la seguridad y salvaguarda absolutas en la comunidad con Jesús); es arrancado al dominio de lo previsible y calculable (o sea, de lo realmente imprevisible) y lanzado al de lo totalmente imprevisible, al puro azar (realmente, al dominio de lo único necesario y calculable); es arrancado de! dominio de las posibilidades finitas (que, de hecho, son infinitas) y lanzado al de las posibilidades infinitas (que, en realidad, constituyen la única realidad liberadora).8
Al acto de obediencia que representa el seguimiento le seguirá, ineludiblemente, la preparación, el arduo aprendizaje al lado del maestro a fin de poderse dedicar plenamente a su servicio en las áreas que él determine. A eso son llamados todos quienes deseen ser discípulos verdaderos del Señor Jesucristo, aunque hoy nuestro discipulado adolece de muchas carencias, debilidades e inconsistencias. Se trata de una manera un tanto “aburguesada” de seguir a Jesús, que no afronta la radicalidad del llamado a causa de la forma en que “el afán de este mundo y el engaño de las riquezas” (Mt 13.22), entre otras cosas, amenazan con “ahogar la Palabra” y con reducir las exigencias del Evangelio a una mera caricatura tragicómica.
Ibíd., p. 72. D. Bonhoeffer, El precio de la gracia. El seguimiento. [1937] 6ª ed. Salamanca, Sígueme, 2004, p. 12, www.mercaba.org/Libros/Bonhoeffer/Dietrich%20Bonhoeffer%20EL%20PRECIO%20DE%20LA%20GRACIA%20X%20ELTR OPICAL.pdf. 8 Ibíd., p. 28. 6 7
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EL SEÑOR JESÚS LLAMA AL ARREPENTIMIENTO Y LA CONVERSIÓN 21 de enero
Desde entonces, Jesús comenzó a decirles a todos: “Vuélvanse a Dios, porque su reino se va a establecer aquí”. MATEO 4.17, TLA
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odo empezó junto a un lago: en Capernaum, la base de operaciones que escogió Jesús de Nazaret, en Galilea, norte de Palestina, región fronteriza, lugar de encuentro de pueblos y culturas. Allí sería el escenario y la plataforma de su revelación como enviado de Dios para anunciar la venida del Reino de Dios y la posibilidad de participar de él mediante el arrepentimiento y la conversión. Así comenzó Jesús a cumplir el encargo de la misión universal de predicar el Evangelio al mundo entero (28.18s). El breve pasaje del evangelio de Mateo cap. 4 que da cuenta del inicio de la actividad de Jesús lo muestra en su actitud apasionada de compartir el amor y la justicia de Dios, por igual. Apenas enterado del encarcelamiento de Juan el Bautista, quien bautizó a Jesús y quien compartía con él, el entusiasmo por la acción de Dios en el mundo (4.12), el Señor decidió ubicar el escenario de su labor en un ambiente marcado por la pluralidad y el recuerdo de dos tribus israelitas (4.13), bajo el cobijo de las profecías antiguas que perfilaron muy bien el tipo de predicación que traería el mesías, el enviado de Dios: desde un territorio fronterizo (4.15) semejante anuncio vendría a ser “una gran luz” para la oscuridad en que vivían las personas (4.16). La “sombra de muerte” aludía al contexto de necesidad y urgencia para sobrevivir en medio del sometimiento a un poder extranjero. A diferencia de Juan, que predicó a un Dios vengador de las injusticias, Jesús anunciaría a un Dios pacífico y no violento. Su mensaje es breve, sencillo y directo: se trata de aprestarse para el cambio de época que se avecina. El arrepentimiento que el Señor pide es para recibir la Buena Noticia, como puro regalo incondicional de Dios (4.23; 9.35). Volverse a Dios, arrepentirse, es mostrar la disposición para salir de un estado de cosas que aparentemente lo resuelve todo, pero que mantiene en la indefensión total a las personas. Jesús invita a las personas a considerar seriamente el encuentro o el reencuentro con Dios en las nuevas condiciones que ofrecerá el “Reino” que pronto se establecería en el mundo. El arrepentimiento es el primer paso para poder acceder a esa nueva situación de paz, igualdad y justicia, el estado ideal para los seres humanos y para cualquier sociedad. Jesús tomó la esperanza en el Reino a la que se había referido el profeta Daniel (7.13-14) y la relanzó para darle un contenido que vendría a concentrar su significado en su propia persona, pues “representa la salvación futura y definitiva de toda la humanidad, social, política y espiritualmente, mediante un ejercicio de la soberanía de Dios que establece la paz y la justicia en la tierra y en el cielo” (Benedict T. Viviano, Comentario Bíblico San Jerónimo, p. 79). El ofrecimiento del Señor es la garantía para entrar a ese espacio de gracia y bendición que trae Dios al presente de la humanidad dispuesta a tener una buena relación con él. El cambio de mentalidad que implica el arrepentimiento es la única condición para disfrutar de la nueva situación anunciada por Jesús. En el presente de cada persona es posible realizar la conexión directa con esa realidad, con la posibilidad efectiva de enfrentar todas las realidades que, favorables u opuestas a ese proyecto, aparezcan en el camino de la fe. El ofrecimiento de la gracia ocupa el lugar del juicio de Dios. Jesús salió al encuentro de la expectativa del pueblo con un anuncio que, desde el comienzo, tiene como contenido central el reinado de Dios y será desde entonces el centro de su predicación. La conversión implica, además, la disposición plena del corazón que acepta los proyectos que Dios tiene para la vida individual y colectiva. Convertirse es romper con los criterios dominantes en el mundo para asumir las prioridades del Señor en todas las áreas de la vida. Ésa es la respuesta que convierte en discípulos de Jesús a las personas. Se trata de vivir plenamente en el horizonte del Reino.
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La comparación de la iglesia con el cuerpo alcanzó fuerte arraigo y se convirtió, con el tiempo, en una afirmación doctrinal que ha llegado hasta nosotros con la misma fuerza y el desafío de experimentarla más allá de la mera teoría o el ideal. Fundamentarla sólidamente y partir de ella hacia las acciones concretas fue una tarea que los apóstoles no eludieron pues se atrevieron a extraer sus consecuencias hasta que pudiera ser vivida de manera efectiva por las comunidades. San Pablo lo hizo decididamente al reflexionar sobre algunos hechos irrefutables: primero, “Dios nos ha dado a todos diferentes capacidades, según lo que él quiso darle a cada uno” (6a). Segundo, “…si Dios nos autoriza para hablar en su nombre, hagámoslo como corresponde a un seguidor de Cristo” (6b). A partir de ahí, comienza a describir algunos carismas o dones que son los que deberán desarrollarse comunitariamente: “servir a otros” (7a), “enseñar” (7b), “animar a los demás” (8a), “compartir los bienes propios” (8b), “dirigir a los demás” (8c), y “ayudar a los necesitados” (8d). A cada tarea le agrega un valor propio, un “extra cristiano” para distinguirlo de las posibilidades humanas que pueden surgir, de cualquier manera: “sirvámosles bien” (7a). “dediquémonos a enseñar” (7b), “debemos animarlos” (8a), “no ser tacaños” (8b), “poner todo nuestro empeño” (8c) y ayudar con alegría (8d).
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Febrero JESÚS PREPARÓ A LOS DISCÍPULOS/AS EN EL CAMINO PARA ATENDER LAS NECESIDADES HUMANAS JESÚS PREPARÓ A LOS DISCÍPULOS/AS EN EL CAMINO PARA ATENDER LAS NECESIDADES HUMANAS 4 de febrero
Jesús les dijo: Denles ustedes de comer. LUCAS 9.13, TLA
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oda la actividad de Jesús, sus palabras y sus acciones tuvieron como eje central la instauración del reinado de Dios en la tierra. Para tal fin, y a contracorriente de otros profetas (como Juan el Bautista), llevó a cabo un proyecto comunitario al que invitó a unirse a varias personas. Llama la atención la insistencia de los evangelios en registrar los nombres de los 12 más visibles, que representarían el número simbólico del pueblo de Dios en la historia. Con ese grupo en mente y en la práctica, Jesús de dio a la tarea de servir al pueblo pobre de su tiempo para hacer visible la cercanía del reino divino. El sentido del envío de los doce tenía la misma finalidad. Pero esa instauración no podía quedarse en el solo anuncio de una realidad espiritual, el reinado de Dios tiene que empezar a “verse” también de alguna manera; por eso, las acciones y los signos de Jesús hicieron visible y palpable la realidad del reino. Una de las principales necesidades humanas es la comida para el mantenimiento de la vida. El evangelio de Lucas es el que subraya con mayor intensidad la acción de comer como parte de la manifestación de la presencia de Dios. Si podemos hablar aquí de milagro, no podemos plantearlo como el milagro de la multiplicación de los panes y los peces que realizó Jesús, sino como el milagro que genera el desprendimiento y la actitud de compartir, la apertura generosa y solidaria con los demás. (La Biblia de Nuestro Pueblo). “Como Juan y como los antiguos profetas, Jesús insiste en reeditar el proyecto del Padre: una mesa llena, alrededor de la cual puedan sentarse todos los hermanos, repartiendo el pan, sin discriminación, sin injusticias”.9 Eso es lo que tiene que promover de manera permanente el discípulo de Jesús, y eso es lo que tiene que “sacramentalizar” en el mundo nuestro compromiso cristiano. “A los discípulos que acaban de regresar de predicar y curar al pueblo de Dios les da Jesús un nuevo encargo: tienen que alimentar al Israel reconstituido con la eucaristía. Vuelve a aparecer el tema lucano de la comida. En 4.16-9.6, este motivo apareció, en gran parte, en los relatos que presentaban la gozosa comunión de mesa de Jesús con los pecadores. Aquí recibe una dimensión complementaria: En la misión del reino de Jesús, Dios está cumpliendo sus promesas de alimentar a una creación hambrienta” (Comentario bíblico San Jerónimo). La orden que reciben los discípulos (la misma que dio Eliseo, II R 4.42-44) era algo que iba más allá de sus fuerzas. Por eso quisieron disolver la reunión, algo contrario a las intenciones de Jesús: los discípulos hacen sus cálculos porque “todavía no saben confiar en el don de Dios”.10 Pensaron que sólo mediante una compra podrían alimentar al pueblo, pero ¡sólo el don es posibilidad de vida! “Ésta es la tercera mesa que encierra la primera parte del Evangelio y con la cual nosotras las comunidades debemos confrontarnos. El pueblo debe pasar por la prueba del pan. Si no creemos en el pan compartido, nunca seremos los discípulos y las discípulas de Jesús”.11 El Señor enseñó a los discípulos las diversas posibilidades para la sobrevivencia y propuso un contra-poder basado en la gratuidad, en la gracia absoluta, en el don que viene de Dios y de la disposición de un pueblo para compartir en medio de la escasez y de la necesidad. Ellos debían siempre leer estas cosas entre líneas para hacer presente el nuevo impulso del Reino de Dios contra el peso de la materialidad inclemente e interesada solamente en la ganancia. Sandro Gallazzi, “Pues yo estoy en medio de ustedes como ¡aquel que sirve! (Lc 22,27)”, en RIBLA, núm. 44, 2003/1, p. 109, www.claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2#39-51. 10 Silvano Fausti, Una comunidad lee el evangelio de Lucas. Bogotá, San Pablo, 2007, p. 293. 11 S. Gallazzi, op. cit. 9
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JESÚS Y EL HOMBRE DE BETHESDA: ACCIÓN EVANGELIZADORA Y RESTAURADORA 11 de febrero
“
Jesús le dijo: —Levántate, alza tu camilla y camina. En ese momento el hombre quedó sano, alzó su camilla y comenzó a caminar. JUAN 5.8-9, TLA
En la tradición bíblica los enfermos son siempre marginalizados, débiles, carentes, considerados pecadores, normalmente pobres y mendigos. El cuarto Evangelio usa, en forma peculiar, para ‘enfermedad’ el término griego astheneia, y para ‘estar enfermo astheneis, que expresa debilidad, tanto social como corporal”.12 Una imagen impresionante es la que preside el episodio de Juan 5.1-18 (recreada por Tintoretto en 1559): el evangelista contempla, a manera de panorámica, una multitud de ciegos, cojos y lisiados (v. 3). Jesús subió a Jerusalén para una fiesta de los judíos y se dirigió directamente a la piscina Betesda. “Luego se fija en uno que era el más pobre entre todos, pues llevaba 38 años enfermo y no tenía quién le ayudara. Jesús empieza esta visita a Jerusalén con una opción por los pobres”.13 La única esperanza que tenían esas personas estaba depositada en el movimiento de esas aguas quietas, encerradas, cuya mención está envuelta en la controversia de algunos manuscritos que la incluyen, pues su existencia venía desde los tiempos cananeos. Ellos, los enfermos, no podían celebrar la fiesta, que al parecer era la fiesta máxima, la pascua, pues estaban concentrados en la búsqueda de sanidad. El movimiento de las aguas evoca la visión de los huesos secos de Ez 37. El evangelista se fija en un tullido (“seco”, dice la versión interlineal de las SBU), de 38 años, lo que significa toda una generación. Jesús devuelve la salud a este muerto-viviente, pero no por el agua, sino por el poder de su Palabra. Lo levanta y restaura, lanzándolo hacia una nueva vida no exenta de dificultades para explicar el origen de su sanidad. “Este milagro acontece en sábado y Jesús ordena al tullido que se lleve su camilla, con lo cual altera un precepto de la Misná. Para el evangelista se trata del verdadero sábado: la culminación de la obra creadora de Dios, que se realza con la presencia sanadora de Jesús. En cambio, para las autoridades judías se trata de una transgresión de la ley” (Biblia de Nuestro Pueblo). Esta contradicción pone frente a frente las intenciones de Jesús y la del sistema político-religioso, al que no le importa la salud de las personas. Los judíos se fijan más en la transgresión del sábado que en la sanación del pobre tullido y empiezan a perseguir a Jesús. Esta persecución también llegará a sus discípulos (15.20). El milagro trasciende la vida del hombre y llega hasta otras esferas. Jesús se defiende, en lugar de situarse en los detalles de la ley rabínica, se ubica en su puesto junto a Dios, que trabaja siempre, en un presente eterno: “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo” (17). La urgencia de sanidad para el hombre era lo más urgente en ese momento, antes de hacer otras consideraciones. Jesús enseña a sus discípulos la superioridad de la vida y la integridad humanas por encima de cualquier ley. Jesús no es sólo señor del sábado, como afirman los sinópticos (Mr 2.28), sino que se sitúa en relación de comunión plena con el Padre, en continuidad de trabajo permanente, quien nunca descansa de crear, cuidar y atender el mundo. Declara que su actividad no procede de sí mismo, sino del Padre, quien es soberanamente activo y generoso, pues actúa por amor. La indicación definitiva de Jesús para el hombre es que no volviese a pecar (v. 14). Jesús proclamó, así, en acto, las bondades del Reino de Dios (evangelización) y devolvió la dignidad a este hombre (restauración) para que esas bendiciones mostrasen el carácter integral de la salvación, donde el cuerpo y el alma son una unidad completa. Juan Mateos y Juan Barreto han hecho una magnífica síntesis del acontecimiento como parte del proyecto juanino de exposición del ministerio de Jesús: “En esta etapa de su actividad, Jesús prescinde por completo de los Pablo Richard, “Claves para una re-lectura histórica y liberadora (Cuarto Evangelio y Cartas)”, en RIBLA, núm. 17, 2001, p. 9, www.claiweb.org/images/riblas/pdf/17.pdf. 13 Ídem. 12
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dirigentes y de la institución manejada por ellos, que habían rechazado su denuncia y su propuesta. Para él, lo único que importa es el hombre, por eso va adonde éste se encontraba reducido a la miseria y la impotencia. Procede así haciendo caso omiso de las prescripciones religiosas, y del todo indiferente a la opinión de las autoridades”. Capacita al hombre para la actividad haciéndolo caminar por su cuenta. La experiencia de su integridad recobrada le da la libertad frente a las instituciones. Jesús no provoca una rebelión, su misión no se define por oposición a aquel sistema político-religioso, sino por su aspecto positivo: comunicar salud y fuerza. Se propone formar una comunidad humana alternativa, creando el ambiente de la libertad y de la vida, donde el hombre pueda entrar abandonando el régimen de opresión y de muerte. El pecado es quedar voluntariamente en la tiniebla, o volver a ella, renunciando a realizar el proyecto de Dios.14
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J. Mateos y J. Barreto, El evangelio de Juan: análisis lingüístico y comentario exegético. Madrid, Cristiandad, p. 283. 12
EVANGELIO, NECESIDADES Y SERVICIO: DOS MUJERES EN EL ESCENARIO 25 de febrero
Jesús le dijo: —Levántate, alza tu camilla y camina. En ese momento el hombre quedó sano, alzó su camilla y comenzó a caminar. JUAN 5.8-9, TLA
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l relato de Marcos 5.21-43 muestra un momento muy sensible de la labor de Jesús de Nazaret en medio de las necesidades del pueblo: dos mujeres enfrentan situaciones extremas, una muy joven que falleció y otra con una larga enfermedad. El contraste no podía ser más fuerte, pues a partir de allí es que ambas historias se entrelazan y se proyectan como una unidad de sentido para exponer la actuación de Jesús como una persona preocupada por responder a las urgencias de la gente. En el primer caso, ante una solicitud muy demandante, y en el segundo, incluso sin darse cuenta inicialmente. En los dos casos desconocemos sus nombres, pero el énfasis del relato está precisamente en la forma en que la vida cotidiana puede contener tanta necesidad al mismo tiempo. Jesús atendería ambas situaciones como parte de la acumulación de exigencias por parte del pueblo sufriente. Mientras los gerasenos echan a Jesús de su territorio, Jairo, el jefe de la sinagoga le suplica que vaya a su casa (22-23). Jairo reconoce que su institución religiosa ha perdido el horizonte de la vida y va a buscarla en Jesús, quien la da en abundancia. Llama la atención el giro que da un dirigente religioso como él al percibir la manera en que Dios se estaba manifestando en Jesús. No duda en embarcarse en una aparente “desviación” de la fe tradicional a fin de obtener el beneficio que requería, tan exigente en un momento crítico. En trazos muy ágiles Marcos presenta la historia de la otra mujer (25-26): durante 12 años había gastado mucho dinero para tratar de curarse sin ningún resultado. El final del v. 26 subraya el estado psicológico y espiritual al que había llegado: depresión, angustia y desesperación por no recuperar su salud, además de que, sin decirlo, el relato plantea la marginación a la que había estado sujeta, una marginación en la que se sumaban aspectos negativos en su vida, con escasísimos horizontes de esperanza. La única posibilidad que le quedaba era que ese profeta que comenzaba a ser conocido hiciera el favor de sanarla y ella arriesgó todo para intentarlo. La Ley sin el horizonte de la vida pierde su sentido; por eso, ni Jairo ni la mujer enferma dudaron en violarla; el primero cuando se acerca al hombre que sus colegas consideran hereje, y la mujer, cuando toca a Jesús, algo prohibido por la Ley (Lv 15.19-31). Si las leyes religiosas o sociales no consideraban con suficiente profundidad la situación de las personas (algo que sigue presente en la actualidad), la decisión de transgredir determinados preceptos para colocar lo humano como criterio central se impuso por la fuerza de los hechos. La mujer trató de ocultar el milagro ante el gentío, porque sabía que podrían maltratarla si se enteraban de que estando impura había permanecido entre ellos. Jesús, sin embargo, la hizo visible y la felicitó porque había comprendido la fe como una fuerza de vida que libera (32-34). La hija de Jairo había muerto a los 12 años, el mismo periodo de sufrimiento de la otra mujer. La fe del jefe de la sinagoga contrastó con la de quienes se reían de Jesús (38-40). Esa fe unida a la opción de Jesús por la vida, liberó a la niña de la muerte (41), con las famosas palabras en arameo: ¡Talitá cum! La confianza en Dios que demostró Jesús y que transmitió óptimamente a la familia de la niña fue un auténtico bálsamo curativo para el conjunto de personas que acompañaron ese momento crucial para todos ellos. Eran testigos del triunfo de la vida de Dios sobre la muerte, y sobre la muerte en vida.
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Marzo JESÚS PREPARÓ A LOS DISCÍPULOS CON LA PRÁCTICA, CON MISERICORDIA Y COMO FORMA DE VIDA JESÚS PREPARÓ A LOS DISCÍPULOS CON LA PRÁCTICA, CON MISERICORDIA Y COMO FORMA DE VIDA 4 de marzo
Y al ver la gran cantidad de gente que lo seguía, Jesús sintió mucha compasión, porque vio que era gente confundida, que no tenía quien la defendiera. ¡Parecían un rebaño de ovejas sin pastor! MATEO 9.36, TLA
E
l proyecto narrativo del evangelista Mateo se construyó a partir de los recuerdos sobre la vida y obra de Jesús que fueron montados sobre el esquema del cumplimiento de las profecías antiguas en Israel. La recuperación de la actuación y el mensaje de Jesús fue una prioridad para la iglesia que recibió el legado de sus discípulos directos que estaba preocupada por ser fiel a dicho mensaje en medio de las nuevas circunstancias y por transmitirlo de la mejor manera para cumplir la voluntad del Señor resucitado. Pablo Richard resume muy bien este propósito: “En cada frase del Evangelio podemos encontrar siempre tres dimensiones: la memoria del Jesús histórico, el proyecto de Iglesia construido sobre esa memoria, y el desafío a la comunidad (de ayer y de hoy) de caminar según esta memoria y este proyecto”.15 A cada paso que da este evangelio va mostrando cómo Jesús cumplió las profecías y cómo se encaminó hacia la consolidación de una nueva comunidad mesiánica, completamente comprometida con las esperanza que produjo la venida cercana del Reino de Dios. “Aquel día mesiánico que contemplaba el profeta en lontananza se ha hecho presente en la persona de Jesús” (Biblia del Pueblo de Dios). Con estos milagros (diez en total en los capítulos 8s), Mateo va preparando la declaración solemne que hará Jesús a los discípulos de Juan en 11.5. Los resúmenes que hace Mateo (4.23-25; 9.35-36) muestran la manera en que Jesús desarrolló un trabajo a ras de suelo, muy cercano a la gente más urgida de una respuesta para su necesidad ante el total abandono de que era objeto por parte de los poderes político y religioso. La alternativa que Jesús ofreció al pueblo se basaba completamente en una confianza total en la acción de Dios en el mundo: “El evangelista insiste en la importancia de la fe como condición necesaria para que se realicen los signos que manifiestan la llegada del reinado de Dios. La fe es precisamente el tema del diálogo que Jesús mantiene con los ciegos (9.28s), el ámbito donde se da el encuentro personal que sana y restablece a la persona”. La presencia del reinado de Dios, sin embargo, es y seguirá siendo signo de contradicción: mientras que la multitud de los pobres y sencillos se asombra alborozada (33, cf. Is 29.19), los fariseos de siempre, ciegos de profesión, se confirman en su ceguera: “expulsa demonios con el poder del jefe de los demonios” (34). El impacto de las acciones sanadoras y liberadoras de Jesús entre el pueblo fue demoledor para las estructuras de poder, pues como subraya el v. 33b: “¡Nunca se había visto algo así en Israel!”. El poder-servicio que administró estaba minando cualquier otra posibilidad de situarse ante la realidad del momento. El factor que lo determinó todo fue la disposición (“misericordia”, esplajnísthe) mostrada por Jesús para responder a las necesidades que percibió de manera directa, la cual no tenía nada que ver con la actitud de los gobernantes y líderes religiosos. Estaba ante un pueblo abandonado, indefenso y sin esperanza (I R 22.17). La compasión por los hambrientos en Mr 6.34 se transfiere a los espiritualmente no ilustrados (J.L. Mackenzie). Éste sería el escenario donde se desarrolla la siguiente sección: la del envío misionero de los Doce, colaboradores íntimos que aprenderán en compañía de Jesús el alcance de la misión, la manera de llevarla a cabo y la iniciativa de Dios que se anticipa con el llamado. La práctica misericordiosa de Jesús y su forma de vida fueron lecciones magníficas para ellos, especialmente a la luz de las enormes dificultades que enfrentarían ya sin su presencia física. 15
P. Richard, “Presentación”, en RIBLA, núm. 27, 1997, p. 5, www.claiweb.org/images/riblas/pdf/27.pdf. 14
JESÚS ENSEÑÓ DESDE LA CRUZ Y EL SUFRIMIENTO “DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS DESAMPARADO?” 25 de marzo
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, el cielo se puso oscuro. A esa hora, Jesús gritó con mucha fuerza: Eloí, Eloí, ¿lemá sabactani? Eso quiere decir: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”. MARCOS 15.34-35, TLA
S
iempre que se recurre al evangelio de Marcos como primero de los relatos de la vida y obra de Jesús de Nazaret se hace con la idea de encontrar en él la versión más antigua de los acontecimientos ligados a la figura del maestro nazareno. En el caso de las llamadas “siete palabras” proferidas por Jesús en la cruz, llama la atención que la única referida en este evangelio sea la que nos ocupa, motivo por el cual la abordamos en primer lugar (Mt también la consigna como única frase del Señor). Lc y Jn incluyen tres cada uno. Lo ideal es abordarlas a partir de cada evangelio o por separado, a fin de no incurrir en armonizaciones forzadas e infieles a los proyectos de cada uno de ellos. Según la interpretación más extendida, Jesús, con esta frase recogida en el idioma mismo en que la pronunció (arameo), citó las primeras palabras del salmo 22, atribuido a David, un canto de alabanza en medio del sufrimiento. La trasposición de este texto a la situación en que se encontraba el Señor implica varios problemas, pues, en primer lugar, tomó únicamente el inicio del salmo sin hacer alusión al resto, aun cuando algunas secciones podrían aplicarse al momento vivido, especialmente los vv. 7-8 (Mr 15.29a), 16 (“horadaron mis manos y mis pies”), pero sobre todo el 18, citado por los demás evangelios (Mt 27.35, abocado a demostrar el cumplimiento de las profecías; Lc 23.34 y Jn 19.24). Ello implica una relación directa de Jesús con los Salmos, la cual ha sido demostrada ampliamente. En segundo lugar, a partir de esa relación con los salmos debe interpretarse la cita de una oración que no le pertenecía, lo que hace ver a Jesús como alguien seguidor de la tradición sálmica para expresar su experiencia sin necesidad de crear algo nuevo, lo que no le resta espontaneidad. Como siervo que se entregó en su tarea de servicio, afrontó el sufrimiento con plena conciencia: “Mostrar en la experiencia de sufrimiento y de muerte de Jesús el cumplimiento de los salmos de súplica es una manera de responder a la pregunta: ¿quién es Jesús? Jesús es el justo doliente, el inocente maltratado injustamente, como aquel que en los salmos de lamentación grita su desgracia y su miseria, su esperanza y su confianza en Dios”.16 “La cita del versículo del salmo puede también sugerir aquí que Jesús pudo encontrarse en una situación similar a la del justo del salmo, una situación que el varón de dolores, hundido en la desgracia y la miseria, puede sentir como abandono de Dios. La súplica se eleva hacia un Dios de quien todo haría creer que está ausente”.17 El tercer aspecto, quizá el más importante, tiene que ver con la experiencia del abandono por parte de Dios, un asunto que, dadas las circunstancias tan dramáticas, obliga a relacionar la frase con el mensaje de Jesús, tan concentrado como estuvo precisamente en lo contrario de lo que expresa la cita del salmo: la cercanía irrestricta de Dios, el acompañamiento continuo del Padre en la vida humana y la manifestación de su amor en medio de la cotidianidad. Todo ello entra en abierta contradicción con la exclamación de Jesús en la cruz. En realidad, estamos ante un profundo grito de protesta que se complementa con lo acontecido previamente: la oscuridad del cielo en pleno mediodía. No podía ser de otra manera, pues en un momento histórico climático el Hijo de Dios, desde su situación humana, siente el golpe metafísico y ontológico del abandono de Dios, lo más opuesto a lo que había Michel Gourgues, Los salmos y Jesús. Jesús y los salmos. 2ª ed. Estella, Verbo Divino, 1980 (Cuadernos bíblicos, 25), p. 27, www.mercaba.org/ORARHOY/FOLLETOS%20EVD/025_los_salmos_y_jesus_-_michel_gourgues.pdf. 17 Ibíd., p. 48. 16
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predicado y transmitido durante su labor de servicio y proclamación de la cercanía del Reino de Dios. La teología contemporánea ha trabajado este tema en el límite de sus posibilidades: Karl Barth dijo que, en ese momento, “Dios actuó como Judas”;18 Bonhoeffer constató que Jesús murió “ante Dios y sin Dios”; y Wolfhart Pannenberg afirmó que “Jesús murió como un excluido, sumergido en una profunda crisis relacional con Dios”.19 “Jesús no encontró en sus últimos momentos el consuelo de quien experimenta a Dios cercano y de su parte”.20 Jürgen Moltmann señaló que Jesús enfrentó la muerte en flagrante contradicción con su mensaje, lo que golpeó profundamente la conciencia de sus seguidores, pues puso en crisis la imagen de Dios que había predicado todo el tiempo, lo cual les resultó escandaloso en grado sumo: “El grito de muerte de Jesús en la cruz es ‘la herida abierta’ de toda teología cristiana, pues, consciente o inconscientemente, toda teología cristiana responde a la pregunta con la que murió Jesús para dar un sentido teológico a su muerte”.21 Desde América Latina, es Jon Sobrino quien ha seguido esa línea de interpretación acerca del verdadero viacrucis de Jesús vista desde la exclusión como forma de vida permanente. Las palabras de Cecilio Arrastía son precisas y elocuentes para plantear espiritualmente este drama: Prescindimos de especulaciones sobre las dos naturalezas del Señor y digamos, así de golpe, que lo primero que esta palabra nos dice es que allí está muriendo no el dios gnóstico, sino el Dios de los cristianos; no una aparición fantasmal, sino un Dios-hombre muy de carne, muy de hueso. Que quien habla ahora con Dios es la humanidad entera en la humanidad de Cristo. Aquí no hay eufemismos, ni conjeturas, ni teorías. Es un espíritu angustiado en un cuerpo lacerado el que clama. En el clamor hay dolor y hay esperanza pues es un clamor cerrado en el molde difícil de una paradoja. Tal parece que todo dolor, hasta el de Dios participa de la tensión de lo paradójico. Pero en esta tensión encontramos algo inspirador. Cristo le pregunta a Dios por qué lo ha desamparado. Pero antes le llama a Dios, “mío”. Y aquí está lo hermoso de la frase: puede llamar a Dios “mío”, en verdad Dios no lo ha desamparado, no ha cancelado el pacto por el cual vive dándose al que sufre. Y mientras se viva así, no hay desamparo real.22
Y el poeta Pedro de Padilla (España, 1540-1595) también es puntual y profundo: De ti muerto, Jesús, nace la vida que muriendo a la muerte diste muerte, y de tu amor nos vino aquella muerte que nos levanta a nueva y mejor vida. Muerte más venturosa que la vida, pues libra al hombre de la eterna muerte, y así mayor trazo que tu muerte nunca lo tuvo ni tendrá la vida del sentido, la vida de la muerte, porque su muerte puede darte vida que no tema las fuerzas de la muerte. Muriendo vivo y muero estando en vida, y estoy tan deseoso de esta muerte que por poder morir amo la vida.23 Cit. por Manuel Fraijó, “El mal: así lo afronta el cristianismo”, en Javier Muguerza y Yolanda Ruano de la Fuente, eds., Occidente: razón y mal. Bilbao, Fundación BBVA, 2008, p. 40. 19 Ibíd., p. 40. 20 Ídem. 21 J. Moltmann, El Dios crucificado. La cruz de Cristo como base y crítica de la teología cristiana. Salamanca, Sígueme, 1989, p. 188, cit. por M. Fraijó, op. cit., p. 41. 22 C. Arrastía, “Desesperación, necesidad”, en Diálogo desde una cruz. (Meditaciones sobre las Siete Palabras). [1965] 2ª ed. México, Casa Unida de Publicaciones, 1993, p. 43. 23 P. de Padilla, Sonetos, en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, www.cervantesvirtual.com/obra-visor/sonetos-29/html/00091f94-82b2-11df-acc7-002185ce6064_1.html#PV_43_. 18
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“CONSUMADO ES”: LA ENTREGA SUFRIENTE Y REDENTORA DE JESÚS 30 de marzo Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es (tetélestai). Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu (parédoken to pneuma). JUAN 19.29-30, RVR1960 A partir de Getsemaní, a partir del momento en que Jesús diciendo “Yo soy” se entregue en manos de los guardias que han venido a arrestarlo, se hace visible que Jesús ha perdido toda iniciativa, toda libertad de movimientos y de gestos. Pero a partir de este momento se realiza también lo que había dicho: “Yo no busco mi prestigio; otro se encarga de eso y es juez en el asunto (8.50), es mi Padre quien me glorifica” (8.54).24 JACQUES GUILLET
“
“Rey de los judíos” (Jn 19.17-22) Pilato les preguntó: —¿De veras quieren que mate a su rey?” (19.15b). Coronado con espinas por voluntad de un espurio imperio invasor, Jesús probó el sabor de la muerte desde la detención arbitraria, la tortura insensible y el juicio amañado: nada parecía favorecerle al momento de enfrentar cara a cara la fuerza del poder de turno. El Cuarto Evangelio presenta el drama de la salvación en una sucesión de cuadros que aumentan su intensidad hasta llegar al paroxismo. El Nazareno había conseguido unificar en su contra al pueblo manipulable que exigía su muerte inmediata, sin medas tintas, sin puntos intermedios, sin discusiones inútiles. La parodia de juicio o “consulta ciudadana” llevada a cabo por Pilato puso en el centro del escenario hasta dónde podía llegar la injusticia humana para decir sobre la vida de una persona inocente, violentada en todos sus derechos y condenada de antemano a llevar en su cuerpo todas las desgracias indecibles que alguien pudiera imaginar. La farsa tan teatralizada que encabezó Pilato contiene todos los elementos para justificar la masacre de un hombre ciertamente peligroso para el sistema, tanto Así que el representante imperial consideró necesario cargarle la mano en el título que lo hacía, por un lado, competidor político del César, pero, por otro lado, afirmando una verdad teológica a todas luces necesaria. “Yo a esto vine, a reinar, y a dar testimonio de la verdad”, dice Jesús en un momento crucial del diálogo (18.37). La disputa por el poder era real desde el simbolismo religioso, mesiánico y material. En la figura de Pilato, la ideología imperial enfrentó, desde la incomprensión casi total, la visión judía del gobierno divino mediado por lo humano. El tendencioso letrero colocado por orden suya en la cruz era una advertencia y una afirmación ambigua: éste es el destino de quien compita por el poder temporal con Roma. Pero la inconformidad de los judíos por ese anuncio tuvo su razón de ser: su entreguismo y su colaboracionismo con el invasor no era solamente una traición a su patria sino, en el mejor sentido, una muestra de idolatría e incredulidad en el gobierno de Dios. El dilema era mucho mayor, pues la teología política originada en el libro de Daniel, y que tanto inspiró a Jesús, cuestionaba proféticamente el uso del poder de los imperios, cuya caída era prevista inevitablemente. Al etiquetarlo como “rey de los judíos”, el imperio se deshace de él y lo condena irremediablemente a la muerte, pues la “oposición espiritual” a ese poder temporal era auténtica dada la firme postura de la cristiandad juanina: “La comunidad que se expresó a través del Cuarto Evangelio, a diferencia de Pablo y los sinópticos, no intentó hacer apologías de la fe para convencer a los poderosos de que ellos eran inofensivos o que podrían ser útiles a los gobernantes como buenos y honrados servidores”.25 El reino de Jesús, en efecto, no podía ser de este mundo injusto y corrupto (Jn 18.36). Tal como concluye Jürgen Moltmann: “El hombre de Nazaret se tornó peligroso, y hubo de desaparecer rápido y sin escándalo”.26 J. Guillet, Jesucristo en el evangelio de Juan. Estella, Verbo Divino, (Cuadernos bíblicos, 31), pp. 62-63, www.mercaba.org/ORARHOY/FOLLETOS%20EVD/031_jesucristo_en_el_evangelio_de_juan_-_jacques_guillet.pdf. 25 Godofredo Alejandro de Vega Reyes, Jesús y la buena nueva. Trasfondos políticos y sociales en el Nuevo Testamento. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2010. 26 J. Moltmann, Cristo para nosotros hoy. Madrid, Trotta, 1997, p. 33. 24
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“Hicieron un sorteo para quedarse con mis ropas” (Jn 19.23-24) En el colmo del abuso y de la ignominia de que fue víctima, Jesús fue despojado de todas las cosas para afirmar el enorme grado de renuncia de que fue capaz: cero propiedades, es decir, la negación absoluta del egoísmo. El salmo 22 (v. 18: “Dividieron entre ellos mis ropas y echaron a suertes mi túnica”, Jn 19.24b) citado en los cuatro evangelios, reaparece y sus palabras van a pautar lo acontecido con la única propiedad material que le quedaba: su túnica. Los soldados romanos se sentían autorizados para poseer todos los bienes del crucificado, quienquiera que fuese, pues éste había perdido todos los derechos y no merecía ninguna consideración. La triunfalista actuación del imperio llegaba a ras de suelo con sus representantes operativos, quienes, en medio de la tragedia, querían conservar el recuerdo de lo acontecido como una especie de trofeo grotesco o como parte de un botín carnavalesco después del crimen. El despojo de los bienes de un condenado, más la satanización inmediata y automática de su memoria, aderezado todo con la impunidad que proporciona el anonimato autorizado por los poderes, produce una mezcla cada vez más aumentada de indignación y coraje. La impotencia de la gente cercana a Jesús, el pánico que poseyó a sus seguidores por la cercanía del sufrimiento y la represión brutal, hicieron que esta farsa creciera en intensidad dramática, desvelando aspectos que, sin ser centrales en el relato de la muerte del Salvador, adquiere una relevancia inesperada. Dueños por derecho de las ropas de la víctima, los soldados aplican la tradición sin contemplaciones. El Cuarto Evangelio es el único que se refiere a la falta de costuras de la túnica del Señor (23b) y es posible que “insinúe el carácter sacerdotal de Cristo en la crucifixión, puesto que estaba prohibido desgarrar la túnica del sumo sacerdote (Lv 21.10)”.27 Pero, más allá de esas especulaciones, el hecho es que hasta en el nivel más pequeño, los soldados continuaron con la execración de quien ya estaba en la cruz.
Al pie de la cruz, las mujeres (Jn 19.25-27) Ahora que se ha consumado la reivindicación “oficial” de María Magdalena, bien vale la pena voltear la mirada para encontrarla, junto a la madre de Jesús y la madre Cleofas, en la plenitud del seguimiento comprometido. Como comenta Xabier Pikaza: “La iglesia oficial ha podido tener miedo ante María Magdalena y ha preferido destacar el papel de María, la madre de Jesús. Pero las dos mujeres van juntas, las dos son esenciales en la primera iglesia. Magdalena no pudo ser obispo o papa en la iglesia que triunfó desde el siglo II-III, pero podría haberlo sido en una iglesia no jerárquica ni patriarcalista del futuro”.28 Discípula de discípulas, apóstola futura de los apóstoles, ella estuvo al pie de la cruz en el instante más climático de toda la historia de la salvación. Al igual que Marcos (15.40), este evangelio da fe de la fidelidad de las mujeres, es decir, de la existencia de un estilo femenino de seguimiento de su persona, de su proyecto, al contrario de las imposiciones patriarcales para cambiar el rostro de dicha respuesta a su mensaje. Asimismo, en Juan se repite lo dicho por los sinópticos sobre el descreimiento de los hermanos de Jesús (7.3-5), por lo que la encomienda para un discípulo de su propia madre manifestaría que los demás hermanos y familiares habían roto los vínculos con ella y con Jesús mismo. Pero el texto es enfático sobre esa presencia atribulada y comprometida: presas de la impotencia absoluta, únicamente contemplaron aterradas lo sucedido desde los pies mismos del instrumento de tortura. Bruce Vawter, “Evangelio según san Juan”, en R.A. Brown et al., eds., Comentario bíblico san Jerónimo. IV. Madrid, Cristiandad, 1972, p. 518. 28 Juan G. Bedoya, “María Magdalena, de prostituta a apóstol de los apóstoles”, en El País, 26 de marzo de 2018, https://elpais.com/cultura/2018/03/26/actualidad/1522052801_709590.html. Cf. “María Magdalena, apóstola de los apóstoles”, en boletín de la oficina de prensa del Vaticano, 10 de junio de 2016, https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2016/06/10/apostol.html: “La Iglesia, hoy en día, prosigue resaltando esta importancia —manifestada en el compromiso de una nueva evangelización— y quiere acoger sin distinción, hombres y mujeres de cualquier raza, pueblo, lengua y nación, para anunciarles la buena noticia del evangelio de Jesucristo, acompañarlos en su peregrinación terrena y ofrecerles las maravillas de la salvación de Dios. ¡Santa María Magdalena es un ejemplo de evangelización verdadera y auténtica, es decir, una evangelista que anuncia el gozoso mensaje central de Pascua!”. 27
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“Todo está consumado”: Jesús experimenta la muerte verdadera (Jn 19.28-30) ¿Por qué insistir en que fue una “muerte verdadera, auténtica”? Precisamente porque ha habido quienes la han negado bajo el argumento de que el Hijo de Dios no podía pasar por el purgatorio del fin de la existencia física y material. Pero el texto sagrado, siendo realista y directo, no deja de interpretar lo sucedido a cada paso: Jesús sabe y entiende que ya todo había llegado a su plena consumación y, haciendo acopio de las últimas fuerzas con que contaba, habló para cumplir las profecías sobre él. Primero para expresar la sed que sintió (19.28), y luego, después de apurar el cáliz más amargo que podía imaginar (29-30a), dijo la afirmación final, plena de significado por el cumplimiento de su labor antes y durante la experiencia terrible de la cruz. “Todo ha sido cumplido”. Jesús había dicho tajantemente sobre su vida: “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (10.18), expresión que forma parte de la más alta cristología juanina. Era Él quien disponía de su vida, atenazada por los acontecimientos materiales que se habían venido sucediendo, pero quien en medio de tanta crueldad seguía dominando la situación con una conciencia mesiánica profundamente arraigada. Si los demás evangelios usan expresiones equivalentes para mostrar el momento final de su vida, “únicamente Juan […] habla de la muerte de Jesús como de un ‘entregar’ su espíritu, indudablemente porque quiere también que el lector piense en el Espíritu que se otorga como consecuencia de la glorificación de Jesús (7.39; 20.23)”.29 Jesús experimentó la consumación total de su trabajo redentor, lo afirmó puntualmente desde la cruz y entregó el espíritu como señal de aceptación completa de su destino como salvador. En este horizonte cristológico, ningún intermediario humano, ninguna otra condición o contingencia, ninguna posibilidad aleatoria, podía contravenir lo que estaba aconteciendo entre Dios y Jesús para cumplir en su totalidad el esfuerzo redentor realizado en la cruz. Esta fe cristológica total fue capaz de transfigurar los acontecimientos visibles en un asunto entre Dios y Jesús con los seres humanos como testigos, destinatarios y beneficiarios del acuerdo entre ellos para rescatar la vida de la humanidad y del cosmos. Para este evangelio: La cruz es el lugar donde el Hijo va a glorificar a su Padre dando testimonio ante los hombres de la gloria que él recibe del Padre (17.1). […] Lo que ocurre en la cruz es el instante supremo de una realidad que duró toda la vida del Verbo hecho carne. Lo que vio en el calvario el discípulo predilecto, la sangre y el agua brotando del costado abierto (19.35), la vida naciendo de la muerte, la gloria del Padre sobre su Hijo moribundo, lo vieron también otros desde que Jesús se manifestó entre los hombres y han dado testimonio de ello. Son ellos, y con ellos los hermanos impresionados por su testimonio, los que dicen juntos: “Hemos contemplado su gloria” (1.14). […] La palabra habitual es la de exaltación, que designa a la vez levantar en la cruz y elevar en la gloria ante el mundo (3, 14; 8, 28; 12, 23.34; 13, 31). […] Lo que pasa es que Juan concentra en un punto único, la cruz, lo que los sinópticos distribuyen por toda la existencia de Jesús.30
La glorificación de Jesús lo ha elevado hasta la cruz y ella ya es el trono contradictorio desde el cual el amor de Dios invadirá todas las esferas de la existencia humana para confrontarla con el designio divino de bendición y aceptación. Por todo ello, podemos unirnos sin dudarlo a la oración de Karl Rahner (1904-1984) quien lo expresó teológicamente con diáfana profundidad: Está cumplido. Sí, Señor, es el fin. El fin de tu vida, de tu honor, de las esperanzas humanas, de tu lucha y de tus fatigas. Todo ha pasado y es el fin. Todo se vacía y tu vida va desapareciendo. Desaparición e impotencia.... Pero el final es el cumplimiento, porque acabar con fidelidad y con amor es la apoteosis. Tu declinar es tu victoria. ¡Oh Señor!, ¿cuándo entenderé esta ley de tu vida y de la mía? La ley que hace de la muerte, vida; de la negación de sí mismo, conquista; de la pobreza, riqueza; del dolor, gracia; del final, plenitud.
29
B. Vawter, op. cit., p. 519. Guillet, op. cit., pp. 26, 29.
30J.
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Sí, llevaste todo a plenitud. Se había cumplido la misión que el Padre te encomendara. El cáliz que no debía pasar había sido apurado. La muerte, aquella espantosa muerte, había sido sufrida. La salvación del mundo está aquí. La muerte ha sido vencida. El pecado, arrasado. El dominio de los poderes de las tinieblas es impotente. La puerta de la vida se ha abierto de par en par. La libertad de los hijos de Dios ha sido conquistada. ¡Ahora puede soplar el viento impetuoso de la gracia! El mundo en la oscuridad comienza, lentamente, a arrebolarse con el alba de tu amor.31
K. Rahner, “Sexta palabra”, en Oraciones de vida. Recopiladas por Albert Raffelt. Introducción de Karl Lehmann.Madrid, Publicaciones Claretianas, 1986, pp. 73-74, http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2011/Rahner/Rahner-02.pdf. 31
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JESÚS ENSEÑA A VIVIR DESDE SU PASIÓN Y RESURRECCIÓN 1 de abril
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Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Y es que hasta entonces no habían entendido la Escritura, según la cual Jesús tenía que resucitar triunfante de la muerte. Juan 20.8-9, TLA
Hundidos en el miedo, enviados con esperanza”. Así resumió Chris Ferguson, el secretario general de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR) el mensaje de estos días de recuerdo y conmemoración litúrgica de la entrega, asesinato y vuelta a la vida de Jesús de Nazaret. Y afirmó: “Las mujeres que se dirigieron a la tumba para estar junto a los huesos del Jesús quebrado también preguntaron y a ellas también se les dio una tarea: “Vayan y cuenten”. Recuerden, recuerden Galilea, donde todavía hay una lucha por la vida y por la tierra, donde el cuerpo de Jesús se une con otros cuerpos para dar vida a la lucha por la vida”.32 Desde la Federación Luterana Mundial, su presidente el Dr. Panti Filibus Musa llama la atención a lo que está aconteciendo alrededor de estos días: “Al contemplar la resurrección de Cristo, que las piedras de la aflicción humana y la enfermedad como las enfermedades, la pobreza, el hambre, la falta de vivienda, la falta de hogar estable y las crisis de refugiados y desplazados internos que nos impiden experimentar la plenitud de la vida, se eliminen. Que seamos empoderados para lidiar con fuerzas y principados como el extremismo religioso violento, la corrupción, las drogas ilícitas y la trata de personas, la crisis ecológica, la violencia doméstica y de género, el abuso infantil, la discriminación racial, los actos brutales inhumanos contra la humanidad y muchos otros que se mantienen en el camino de la verdadera libertad, la justicia, la paz, la igualdad de oportunidades y la dignidad humana para todos”.33 Por su parte, y en medio de estos días de recogimiento, el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias ha subrayado lo sucedido en Palestina ante las protestas por el Día de la Tierra, en el que han muerto al menos 17 personas y han sido heridas unas 1400 por parte del ejército israelí. “Esto se ha convertido en una situación crítica para la vida de las personas y la dignidad de las personas en Gaza”, dijo y agregó: “Los eventos de los últimos días muestran que es urgente responder a las extremadamente difíciles condiciones de vida en Gaza con soluciones constructivas y justas”, y destacó: “Pedimos al gobierno israelí que garantice los derechos humanos, la libertad de expresión y la necesidad de una paz justa y condiciones de vida dignas para todas las personas”.34 Ante este panorama, brilla con luz propia el mensaje de la resurrección, mediante el cual queda clara la forma en que Jesús enseña a vivir desde su pasión y resurrección con un amor y una entrega irrestrictos a la voluntad de su Padre, del Dios que anunció con tanta intensidad y que le cumplió la promesa, según lo afirma el Cuarto Evangelio, de glorificarlo y devolverle la vida. Yendo más allá de la desolación y la tristeza que ocasionó su muerte, Dios lo restauró y lo levantó como estandarte de gloria para la consumación de su obra de redención. Luego, le entregó un lugar de preeminencia que contrasta con los lugares de abandono y soledad que conoció, según atestigua el Nuevo Testamento. fue reivindicado y, en su persona transformada, la vida de Dios afirmó su supremacía como principio de todas las cosas. Por todo ello, hoy podemos decirle, junto a Karl Rahner:
C. Ferguson, “Semana Santa 2018: hundidos en el miedo, enviados con esperanza”, en http://wcrc.ch/es/noticias/semanasanta-2018-hundidos-en-el-miedo-enviados-con-esperanza, 27 de marzo de 2018. 33 P.F. Musa, “…Él ha resucitado…”, en www.lutheranworld.org/news/he-has-risen, 31 de marzo de 2018. 34 “WCC decries violence on Israel-Palestinian border”, en www.oikoumene.org/en/press-centre/news/wcc-decries-violenceon-israel-palestinian-border, 31 de marzo de 2018. 32
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K. Rahner, “Hora santa”, en La hora santa y las siete palabras. 11ª reimp. Bogotá, San Pablo, 2007, pp. 3-5, 6. 23
Abril JESÚS PREPARÓ Y ACTUÓ ANTE NECESIDADES CONCRETAS E IMPREVISTAS (Mt 17.14-21) JESÚS PREPARÓ Y ACTUÓ ANTE NECESIDADES CONCRETAS E IMPREVISTAS 8 de abril Jesús contestó: —Ustedes están confundidos y no confían en Dios. ¿Acaso no pueden hacer nada sin mí? ¿Cuándo van a aprender? ¡Tráiganme aquí al muchacho! MATEO 17.17, TLA
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a relación que tuvo Jesús con las necesidades humanas concretas rebasó, con frecuencia, los límites de la paciencia de las personas. Las historias se suman una tras otra: desde los amigos que no dudaron en abrir el techo de una vivienda para llevar a un paralítico, hasta las mujeres que le reclamaron no haber estado presente al morir Lázaro, los evangelios incluyen un amplio mosaico de situaciones antes las cuales Jesús tuvo palabras precisas para responder y acciones eficaces para subsanar la urgencia de las personas. Enfermedad, muerte (física y social), estigmas y una auténtica crisis humanitaria, todo ello lo enfrentó con firmeza y profunda sensibilidad. En el caso del hombre cuyo hijo era epiléptico (o “lunático”, como se le ha conocido tradicionalmente; seleniadsetai, Mt 17.15: “atacado por la luna”, como se describía antiguamente la epilepsia, desorden neurológico que provoca convulsiones violentas transitorias. El epiléptico podía morir por los efectos del ataque); Mr 9.17, “poseído por un espíritu mudo”; Lc 9.39: “un espíritu lo ataca y lo hace gritar”), los discípulos intentaron sanarlo sin ningún éxito. La evolución que va desde la posesión (en Mr) a lo lunático (en Mt) evidencia la dificultad para interpretar el tipo de afectación que tenía la persona, algo muy común en la antigüedad. Los énfasis diferenciados de los evangelistas son muy claros: para Marcos (que en 9.18 describe con lujo de detalles lo que acontecía con el joven), está en la necesidad de la oración y el ayuno, como componentes espirituales del servicio, lo mismo que en Mateo (Lucas no se refiere a la necesidad de la oración), que abrevia notablemente el relato, la incapacidad de los discípulos fue notoria. Jesús responde inmediatamente ante la exigencia del padre (Mt 17.1516) y fustiga duramente a los discípulos (v. 17) para luego atender al enfermo y sanarlo de manera inmediata (v. 18). El Señor manifiesta una especie de impaciencia por la incapacidad de los discípulos para resolver el problema, lo cual, dado el enfoque profundamente eclesial de Mateo, representa un reproche hacia aquellas cosas que la comunidad no puede hacer, desde diferentes perspectivas. Primeramente, las que claramente son imposibles para ella, como las enfermedades más complejas que en la época de Jesús se comprendían de otra manera. Pero, en segundo lugar, la clara impaciencia del Señor va hacia la escasa disposición de la iglesia para actuar ante las diferentes situaciones, sean éstas posibles o imposibles, pues el lugar de la fe es insustituible para la vida y misión de la comunidad. Los discípulos no dejaron de preguntar por qué no pudieron sanar al joven (v. 19) y la respuesta del Señor, ya más mesurada después de la atención que ofreció, apunta hacia la poca fe con que contaban ellos (20a). Ciertamente, la iglesia no está en condiciones de resolver todas las necesidades humanas, pero lo que se espera de ella es que sea una “maestra de la fe para el mundo”, es decir, que demuestre continuamente cuál es la verdadera función de la fe para la vida de las personas en necesidad. Los “aprendices de siervos”, los discípulos, experimentaron la frustración de no poder actuar como su Señor, exactamente igual que cuando la iglesia no es capaz de evitar la guerra, de contribuir a la paz, de evitar la violencia o de reconciliar a los enemigos. Histórica y materialmente, la iglesia debe valorar siempre sus limitaciones y sustituirlas únicamente con una actitud de fe centrada en la fuente de la bendición que ella puede compartir: Jesucristo, como dueño y señor del poder que es capaz de hacer cualquier cosa, por encima de nuestra fe y de nuestra incredulidad. Jesús llamó la atención hacia el hecho de que la oración (la búsqueda continua de Dios) y el ayuno (la experiencia de la debilidad autoasumida) son los únicos recursos válidos para afrontar esas exigencias mayores que hace el mundo necesitado. Por lo demás, la iglesia, como bien hicieron los discípulos, siempre tiene que remitir a las personas al poder sanador y restaurador de su Señor, pues ella misma no cuenta con ningún otro poder, más que el otorgado por él. Lo que no debe estar nunca en juego es la falta de sensibilidad de la iglesia ante el sufrimiento de las personas. 24
EVANGELIZACIÓN Y TESTIMONIO DE SERVICIO 29 de abril
Jesús contestó: —Ustedes están confundidos y no confían en Dios. ¿Acaso no pueden hacer nada sin mí? ¿Cuándo van a aprender? ¡Tráiganme aquí al muchacho! MATEO 17.17, TLA No puedes dirigir a la gente si no la amas. No puedes salvarla, si no le sirves. CORNEL WEST
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on la revisión anterior de algunos episodios contenidos en los evangelios parece que no queda ninguna duda del perfil de servicio que caracterizó la actuación de Jesús de Nazaret durante su ministerio terrenal. A la proclamación apasionada del Evangelio del Reino de Dios agregó una práctica de servicio que siempre fue más allá de lo esperado en su época. Él encarnó visiblemente lo anunciado por el profeta Isaías acerca de la labor del siervo sufriente, especialmente en sus capítulos 61 (que leyó él mismo en la sinagoga de Nazaret) y 53, cuya aplicación en su pasión y muerte impactó tanto a los autores de los evangelios. Posteriormente, sus discípulos, hombres y mujeres, luego de un periodo de incertidumbre posterior a la resurrección, buscaron la manera de ser fieles al legado de testimonio mediante el servicio desinteresado a las comunidades en medio de las cuales el seguimiento de Jesús trataba de ser una realidad transformadora. De ello dan fe los primeros capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles. Con el apóstol Pablo la fe cristiana se extendió en otros territorios ocupados por el Imperio Romano, lo que obligó a formularla y experimentarla de un modo que, sin perder su potencial transformador, pudiera ser comprendida y vivida en las diversas culturas de ese tiempo, dominadas por una comprensión helenística de la realidad, es decir, por un desprecio de la corporalidad, considerada como algo malo y poco importante. Insertar en ese medio la realidad de la resurrección y sus consecuencias fue un gran desafío para las comunidades cristianas. Pablo afirmó la unidad de la persona humana y, por lo tanto, que el cuerpo puede y debe estar a disposición de Dios como instrumento del bien (13). He aquí una concepción realista de la unidad del hombre y de su responsabilidad. De ahí que su exhortación a los creyentes de Roma era la consigna para dedicarse por entero al servicio de Dios y de los demás como testimonio de la nueva vida en Cristo: “Así que no dejen que el pecado los gobierne, ni que los obligue a obedecer los malos deseos de su cuerpo. Ustedes ya han muerto al pecado, pero ahora han vuelto a vivir. Así que no dejen que el pecado los use para hacer lo malo. Más bien, entréguense a Dios, y hagan lo que a él le agrada” (6.12-13). La RVR 1960 habla de no presentar los “miembros (méle) al pecado como instrumentos de iniquidad”, sino más bien presentarse a sí mismos “como vivos de entre los muertos” y los miembros “como instrumentos de justicia” (vv. 13, 19). Al estar dominados ya no por la ley, sino más bien por la gracia, cambia la percepción y el uso del cuerpo, que será el instrumento del servicio; los miembros son las partes del cuerpo que ahora deben canalizar todas sus energías al servicio de la justicia, palabra tan relevante para esta carta paulina. Pablo expresa la tensión de la opción cristiana “con la imagen más fuerte que tiene a mano y que sabe que va a impactar a sus lectores: la imagen de la esclavitud” (Biblia de Nuestro Pueblo), pues era muy probable que algunos cristianos de Roma fueran realmente esclavos. “Dos esclavitudes se presentan al cristiano como opción de vida: la esclavitud al pecado o la esclavitud a Cristo. El pecado conduce a sus esclavos a la muerte. Por el contrario, la ‘obediencia’ a Cristo –ya no habla de esclavitud– conduce a la salvación y por ella a la vida”. La gracia ya había hecho de esos creyentes “servidores de la justicia”: “¿No sabéis que, si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (v. 16). Los seguidores de Jesús, subraya Pablo, ahora serían “siervos (doula) de la justicia” (v. 18). Ésa es la base para el testimonio cristiano, es decir, la evangelización continua mediante el servicio, siempre desinteresado, a los demás, pues el amor de Dios en Cristo debe compartirse permanentemente de esa manera, sirviendo. 25
Mayo JESÚS PREPARÓ Y REIVINDICÓ/DIGNIFICÓ MUJERES PARA SU SERVICIO (Lc 8.1-6) JESÚS PREPARÓ Y REIVINDICÓ/DIGNIFICÓ MUJERES PARA SU SERVICIO 6 de mayo Con Jesús andaban también sus doce discípulos y muchas mujeres. Estas mujeres ayudaban con dinero a Jesús y a sus discípulos. LUCAS 8.1b-2, TLA Una mujer entre la multitud dijo gritando: –¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él repuso: –Mejor: ¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen! (Lc 11.27-28). …La corrección de Jesús demuestra que la vocación fundamental de la mujer es la de ser discípula y de este modo se realizará como persona…36 ANA MARÍA TEPEDINO
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i existe una frase que pueda definir la relación que tuvieron algunas mujeres con Jesús de Nazaret, es ésta, que utiliza la teóloga brasileña Ana María Tepedino: “Seguidoras de principio a fin”. Ella misma ha planteado muy bien la pregunta del Señor: “¿Quién dicen las mujeres que soy yo?”.37 Esto significa que ellas asumieron con toda seriedad el discipulado de su maestro, a tal grado de que varias de ellas incluso estuvieron al pie de la cruz, en medio de las peores circunstancias. Ellas practicaron plenamente las características del discipulado: “El seguimiento consiste en ir tras Jesús, andar su mismo camino. Se trata de una relación personal, una respuesta a la llamada de Jesús que exige la renuncia a la vida antigua y a uno mismo y una entrega total. Es una respuesta a la llamada para colaborar con Jesús en el servicio a los demás, en la obediencia (ob audire: escuchar las llamadas de Dios), en la praxis amorosa a favor de los menos favorecidos y marginados, sabiendo que esta práctica tiene un camino: el de la cruz y la resurrección”.38 El evangelio de Lucas, particularmente atento a la voz y experiencia de las mujeres que siguieron a Jesús (42 relatos sobre ellas), incluye varios episodios que, aun siendo aislados, muestran la forma en que lo acompañaron. Así lo resume Tepedino: “…las mujeres vivieron una experiencia transformadora con aquel judío, que las trataba con respeto y deferencia. De la misma forma que trataba a todos: a los hombres, a los niños y a los extranjeros”.39 La seriedad con que asumieron el compromiso de seguirlo es incuestionable: “Un dato común a los cuatro evangelios es la pertenencia de las mujeres a la asamblea del Reino convocado por Jesús. No son miembros accidentales. Son participantes activas. Al conocer la situación de marginación, de opresión y de discriminación en que ellas vivían, se solidariza con su situación infrahumana y las cura. […] No comparte los prejuicios de su tiempo contra las mujeres”.40 Aunque en ocasiones son vistas como “discípulos que no son discípulos”,41 ellas no desistieron y llevaron el discipulado hasta sus últimas consecuencias, por lo que deben ser vistas como modelo.
A.M. Tepedino, Las discípulas de Jesús. Madrid, Narcea, 1994. Edición ecuatoriana: www.mercaba.org/ARTICULOS/D/discipulas_de_jesus.htm. 37 A.M. Tepedino, “¿Quién dicen las mujeres que soy yo?”, en J.J. Tamayo Acosta, dir., 10 palabras clave sobre Jesús de Nazaret. Estella, Verbo Divino, 1999, pp. 415-452, https://es.scribd.com/document/349325769/10-palabras-clave-sobre-Jesusde-Nazaret-J-J-Tamayo-Acosta-pdf. “Si las respuestas que dan los hombres están dentro del marco teórico del patriarcado, las mujeres han de responder a esta pregunta por sí mismas. […] Sólo cuando la cristología esté enraizada en la experiencia de las mujeres, podremos llegar a la perspectiva de lo que es igualmente salvífico para mujeres y hombres”, p. 440. 38 A.M. Tepedino, Las discípulas de Jesús. 39 A.M. Tepedino, “¿Quién dicen las mujeres…?”, pp. 440-441. 40 Ibíd., p. 441. 41 Mary Betty Rodríguez Moreno y Miguel Antonio Camelo Velásquez, “Discípulos que no son discípulos. Mujeres como paradigma del laicado Lucas 8,1-3”, en Franciscanum. Revista de la Ciencia del Espíritu, vol. 59, núm. 167, enero-junio de 2017, pp. 277-318, http://revistas.usb.edu.co/index.php/Franciscanum/article/view/2847/2469. 36
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De ahí la importancia del breve fragmento de Lucas 8.1-3, pues ejemplifica suficientemente la manera en que las mujeres discípulas sostuvieron, material y espiritualmente, buena parte del ministerio de Jesús. Eran “algo más que proveedoras o simples servidoras”.42 El impacto de su mensaje había llegado a esferas sociales bajas, medias y altas, como se aprecia en las mujeres mencionadas (se destaca la presencia de María de Magdala y de Juana, esposa del intendente de Herodes Antipas, de elevada posición social. Es indudable la importancia de Juana, como lo muestra la mención de su nombre en la lista de Lc 24,10”). Lo cierto es que “el hecho histórico del seguimiento y el discipulado femenino hace parte de la propuesta contracultural que presentó Jesús, con su opción en el anuncio del Reino y que cabe dentro de ‘aquellos hechos’ que fueron escandalosos para sus contemporáneos”.43 Por todo ello urge recuperar el papel de las mujeres como discípulas y seguidoras de Jesús encargadas de una misión muy concreta: “Es indudable un seguimiento de verdaderas discípulas que rompe con la sensibilidad de los destinatarios de aquella época, evidenciando que el anuncio del Evangelio es una tarea que le compete en iguales condiciones a hombres y mujeres”.44 Además, como señala Justo L. González: “Hay cierto paralelismo entre este pasaje y Hch 16, acerca de Lidia de Tiatira. Lidia fue el comienzo de la iglesia en Filipos y por eso no ha de sorprender que se haya distinguido por su apoyo al proyecto de Pablo de recoger una ofrenda para los fieles empobrecidos de Jerusalén”.45 Finalmente, y como parte de una lectura integral de la propuesta de Jesús tal como la presenta Lucas es posible articular una visión más completa de la misma: El evangelio indica cómo Jesús está desafiando un orden social que estigmatiza y excluye, y, al mismo tiempo, presenta con su praxis un mundo alternativo al ya construido. […] De esta forma, el orden social y religioso establece quiénes pueden estar en comunidad y quiénes pueden ser gratos a Dios. Sin embargo, Jesús está legitimando el seguimiento de las mujeres, pues ellas fueron curadas de malos espíritus y enfermedades; causales que ya las hacía excluidas socialmente, con una carga de estigmatizadas. El punto está en la alternativa social que propone Jesús y el cristianismo naciente, aceptar en su grupo a las mujeres a la par que a los hombres, construir y establecer relaciones sociales desde otro ámbito. […] Evaluar o juzgar el discipulado ofrece y exige revisar la visión alternativa y desafiante que presentan textos como el de este estudio, pues es la posibilidad de recuperar la riqueza y novedad del seguimiento, reconociendo el papel fundamental de aquellos que no son considerados discípulos pero que lo son, tal como las mujeres en el evangelio de Lucas o los laicos en la iglesia. Sin olvidar que el discipulado concreto, en el que los discípulos seguían literalmente a Jesús, se caracterizaba por estar cerca de él, escucharle y verle realizar signos que manifestaban un cambio en la comprensión del mundo y de Dios: el Reino, y es precisamente lo que ocurre en Lc 8,1-3 e incluso en el texto de Marta y María Lc 10,38-42. En el discipulado del movimiento de Jesús es importante retomar que él llama a quienes el mundo consideraba “perdedores sociales”, y son ellos quienes tuvieron disponibilidad para dar la vida por el Reino. 46
Ibíd., p. 291. Ibíd., p. 295. 44 Ibíd., pp. 297-298. 45 J.L. González, Temas de la teología de Lucas para hoy. Cleveland, Editorial Evangélica, 2013, p. 58. 46 M.B. Rodríguez Moreno y M.A. Camelo Velásquez, op. cit., pp. 302-303, 309. 42 43
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SEGUIDORES/AS DE JESÚS EN UNA COMUNIDAD DE PERSONAS IGUALES 13 de mayo
Saluden a Andrónico y a Junia, que son judíos como yo, y que estuvieron en la cárcel conmigo. Son apóstoles bien conocidos, y llegaron a creer en Cristo antes que yo. ROMANOS 16.7, TLA Los evangelios no son informes detallados sino invitaciones al discipulado [de iguales]. ELISABETH SCHÜSSLER FIORENZA
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esús mismo estableció la consigna que prevalecería al interior de su grupo de seguidores/as en relación con el poder o la preeminencia de algunos sobre los demás: “Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguien quiere ser importante, tendrá que servir a los demás. Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo (doulos) de todos” (Mr 10.43-44). A partir de esas palabras, los discípulos/as debieron atravesar por varias etapas para comprender cabalmente lo que significaba, en el esquema de la venida del Reino de Dios, pertenecer a una comunidad de iguales, a diferencia de lo que acontecía en el resto de la sociedad de su tiempo. No faltan pasajes que evidencian que la dificultad para poner en práctica esta igualdad y hacerla efectiva en medio de la nueva comunidad de hombres y mujeres. Ya en Mr 9.33-37 se manifestaron las disputas sobre quién entre ellos “sería el mayor” y en 10.35ss dos discípulos solicitaron los primeros lugares, lo que dio pie para la enérgica afirmación citada. Resulta muy evidente que los hombres del grupo, dominados por las tendencias prevalecientes, inmediatamente se propusieron relegar a un segundo plano a las mujeres, lo que se aprecia sobre todo en la autoridad concedida a los testimonios de la resurrección, en los que se trató de imponer el de Pedro, por encima de María Magdalena. Esa tendencia aflora en una serie de rasgos posteriores que trataron de imponerse y, con ello, modificar las instrucciones originales del maestro del grupo. La pertenencia de las mujeres a este grupo es incuestionable: “Las mujeres formaron parte del grupo que seguía a Jesús desde el principio. […] Nunca se dice que Jesús las llamara individualmente, como, al parecer, lo hizo con algunos de los Doce, no con todos. Probablemente se acercaron ellas mismas, atraídas por su persona, pero nunca se hubieran atrevido a seguir con él si Jesús no las hubiera invitado a quedarse. En ningún momento las excluye o aparta en razón de su sexo o por motivos de impureza. Son ‘hermanas’ que pertenecen a la nueva familia que va creando Jesús, y son tenidas en cuenta lo mismo que los ‘hermanos’. El profeta del reino sólo admite un discipulado de iguales”.47 Jesús sustituyó “el ansia de poder por la entrega a los necesitados y por el servicio”. Por ello, criticó el “concepto cerrado de comunidad, que pretende monopolizar el espíritu de Jesús”, y promovió “una comunidad abierta, consciente de que el Reino de Dios la desborda y se goza con ello”.48 “Un análisis minucioso de sus tendencias androcéntricas y de sus funciones patriarcales [de los textos] puede, no obstante, proporcionar pistas sobre el discipulado histórico de iguales de los comienzos del Cristianismo”. Jesús no puede suprimir el carácter abrumadoramente patriarcal de aquella sociedad. Es sencillamente imposible. Sin embargo, introduce unas bases nuevas y una actitud capaces de “despatriarcalizar” la sociedad: nadie puede en nombre de Dios defender o justificar la prepotencia de los varones, ni el sometimiento de las mujeres a su poder patriarcal. Jesús lo subvierte todo al promover unas relaciones fundadas en que todas las personas, mujeres y varones, son creadas y amadas por Dios: él las acoge en su reino como hijos e hijas de igual dignidad. Jesús ve a todos como personas igualmente responsables ante Dios. Nunca le habla a nadie a partir de su función de varón o de mujer. […] En la nueva familia de Jesús todos comparten vida y amor fraterno. Los varones pierden poder, las mujeres ganan dignidad. Para acoger el reino del Padre hay que ir creando un espacio de vida fraterna, sin dominación masculina. 49 José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica. Madrid, PPC, 2007, p. 230, http://centrodeformacion.com.ve/formacionnacional/fraternidad/sesion-I/docs/5.pdf. 48 Rafael Aguirre, “La mirada de Jesús sobre el poder”, en Teología y Vida, Vol. 55, núm. 1, 2014, p. 92, https://scielo.conicyt.cl/pdf/tv/v55n1/art05.pdf. 49 J.A. Pagola, op. cit., pp. 224, 226. 47
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En Romanos 16, el apóstol Pablo asume la existencia de una comunidad de iguales en la capital del imperio, misma que no había sido fundada por él. Hay, pues, una distancia misionera importante, pues ese grupo no dependía de su influencia inicial para su existencia y organización. Acaso ese dato ayude a explicar la forma tan explícita en que acepta la inclusión de mujeres y hombres como iguales en la vida y misión de la comunidad. Su opinión tan elogiosa para Febe (vv. 1-2), Priscila (3-5), María (6), Junia (7, calificada como “apóstol” y cuyo sexo se cambió, tendenciosamente, con el tiempo), Trifena, Trifosa y Pérside (12), la madre de Rufo (13, quien lo trataba como a su hijo), y Julia y la hermana de Nereo (15). Diez mujeres, de un total de 28 menciones. No es poca cosa y sí muy sintomático del papel desempeñado por ellas en la comunidad romana. Pablo afirmó, con los elementos de estos saludos, además del resto de las enseñanzas de la carta, una auténtica “mutualidad de ministerios” basada en la igualdad de género. Para Pablo, Febe es una auténtica diaconisa; Priscila está por delante de su esposo en el servicio, sin menoscabo de su papel en la iglesia; Junia es una verdadera “apóstola”. Eso las coloca en un plano de igualdad en el llamado, el servicio y la misión.50 El cuadro que pinta Romanos 16.1-16 es fascinante en el sentido de la praxis de la comunidad de iguales: “Si Romanos 16 fue enviada originalmente con Febe a la capital del imperio, entonces vemos aquí un retrato de una iglesia vibrante y multifacética que usaba los dones y aptitudes de hombres y mujeres para extender el Evangelio. […] En cualquier caso, Pablo se da cuenta de su profundo endeudamiento con hombres y mujeres en su ministerio”.51 En resumen, la comunidad de iguales iniciada por Jesús de Nazaret incluyó discípulos y discípulas sin ninguna distinción, lo que contribuiría a proyectar la misión en nuevos espacios culturales. Tal como afirma Elisabeth Schüssler Fiorenza: En conclusión: la literatura paulina y el libro de los Hechos nos revelan que numerosas mujeres se contaban entre los misioneros y líderes más destacados del movimiento cristiano primitivo. Eran apóstoles y ministros al igual que Pablo, y algunas fueron sus colaboradoras. Enseñaban, predicaban y participaban en la difusión del Evangelio. Fundaron iglesias domésticas y, como patronas importantes, utilizaban su influencia en favor de otros misioneros y de otros cristianos.52
El “discipulado de iguales” debe seguir siendo, entonces, el horizonte hacia el cual se debe mover toda expresión cristiana que desee ser fiel al espíritu del movimiento original de Jesús, en medio de la búsqueda de la humanización completa de mujeres y hombres. En ese proceso, ambos podrán interactuar para que, de manera mutua, sus carismas y ministerios edifiquen a la iglesia.53
Cf. Susan Matthew, Women in the Greetings of Romans 16.1-16: A Study of Mutuality and Women’s Ministry in the letter of romans. Londres-Nueva Delhi, Bloomsbury, 2013. 51 Ben Witherington III, Women in the Earliest Churches. Universidad de Cambridge, 1988, pp. 113, 116. 52 E. Schüssler Fiorenza, En memoria de ella. Una reconstrucción teológico-feminista de los orígenes del cristianismo. Bilbao, Desclée de Brouwer, 1989, pp. 234-235, http://libroesoterico.com/biblioteca/ESPECIALES1/elisabeth-schussler-fiorenza-enmemoria-de-ella.pdf. Cf. Hans Küng, La mujer en el cristianismo. Madrid, Trotta, 2002, pp. 25-44, . 53 Cf. la sección “La liberación de las estructuras patriarcales y el discipulado de iguales”, en E. Schüssler Fiorenza, op. cit., pp. 188-203.. 50
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Junio JESÚS PREPARÓ A LOS DISCÍPULOS DESDE LA CONTESTACIÓN AL SISTEMA (Lucas 13.32) JESÚS PREPARÓ A LOS DISCÍPULOS DESDE LA CONTESTACIÓN AL SISTEMA ECONÓMICOPOLÍTICO-RELIGIOSO 3 de junio
En ese momento llegaron unos fariseos, y le dijeron a Jesús: —¡Huye, porque el rey Herodes Antipas quiere matarte! Jesús les dijo: —Vayan y díganle a esa zorra que hoy y mañana estaré expulsando demonios y curando a los enfermos, y que el tercer día ya habré terminado. LUCAS 13.31-32, TLA
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a vida de Jesús de Nazaret no fue una novela de aventuras ni un paseo sin riesgos por la existencia humana. Fue, como bien lo narran los cuatro evangelios, parte de un proyecto amplio de manifestación de la voluntad divina para la humanidad: él encarnó en su persona la venida del Reino de Dios como espacio de gracia, amor y justicia, y un anticipo efectivo de ese Reino mediante la formación de un grupo de discípulos, llamados/as a ser iguales entre sí. Todo ello, inevitablemente debió confrontarlo con los poderes de su tiempo, de lo que da fe magníficamente Lucas 13 (sin texto paralelo) desde el inicio (vv. 1-5), al incluir el dato del asesinato de ciertos galileos por parte de Pilato y un accidente que mató a varias personas: “Hay un hecho social (insurrección de algunos galileos) y una catástrofe natural (caída de una torre). Los culpables no son los castigados o damnificados, sino el sistema mismo, por eso todos debemos cambiar de mentalidad y convertirnos”.54 Más adelante, el énfasis político reaparece cuando se refiere que algunos fariseos le anuncian a Jesús que el tetrarca Herodes Antipas quería matarlo (13.31, el mismo que actuará en el juicio contra él: 23.8-12). En ese momento, Jesús estaba enseñando acerca de la dificultad para entrar en el Reino de Dios (“la puerta estrecha”, Lc 13.22-30) mediante un resumen conflictivo sobre la autenticidad de algunos de sus seguidores, algunos de los cuales serán desconocidos a causa de su falsedad (vv. 25-27). Al llegar a ese punto vino la advertencia de los fariseos sobre las intenciones del tetrarca. La reacción de Jesús es, se diría hoy, resiliente, pues muestra una enorme capacidad para adaptarse a una situación adversa. En vez de amedrentarse o agradecer el consejo, redobla su propósito de continuar actuando en favor de los poseídos y enfermos (32a) y anuncia que lo hará hasta que sea “llevado al fin” o “soy consumado” (teleioumai, 32b), dado que deberá morir como profeta. Esta escena se encuentra en el centro mismo de la narración del viaje a Jerusalén (9,51-19,44).55 “Jesús se autodefine como profeta. […] Jesús no puede desviarse de su meta, Jerusalén, a pesar de los buenos consejos de los fariseos que lo abordan (v.31). ‘Debe’ ir a Jerusalén, porque los profetas, según la gran tradición israelita, actuaron sobre todo en Jerusalén y allí fueron rechazados y perseguidos. Acto seguido, Jesús apostrofa a la ciudad, pero esta vez no se autodefine como profeta que muere en ella sino que la define a ella como ‘la matadora de los profetas’”.56 Es entonces cuando Jesús envía un mensaje a “esa zorra” (o zorro, en los escritos rabínicos, la palabra zorra se usaba para referirse a alguien inferior o de poco valor, es decir, un “don nadie”): su labor no se frenaría por una amenaza del poder político-militar; él seguiría adelante “hoy, mañana y pasado mañana” (33a) en su proyecto de mostrar los signos visibles del Reino mediante acciones de servicio a las personas aquejadas por enfermedades, los más olvidados de la sociedad.
P. Richard, “El evangelio de Lucas. Estructura y claves para una interpretación global del Evangelio”, en RIBLA, núm. 44, 2003/1, p. 20, http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla. 55 J.S. Croatto, “Jesús muere como profeta en Jerusalén”, en RIBLA, núm. 44, 2003/1, p. 153, http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla. 56 Ídem. 54
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Jesús considera a Herodes Antipas (cf. 3.l, 19-20; 9.7-9; 23.6-10) un personaje astuto y taimado. No deberíamos pasar por alto la importancia de esta crítica contra una personalidad política. En el evangelio lucano no se considera sacrosanto ni el orden social romano ni tampoco aquellos que, como Herodes, lo apoyan. Jesús los critica libremente. “Más aún, Jesús no se somete a los modelos y prácticas sociales aceptadas por los romanos y sus aliados. Rechaza la violencia y explotación que, sin embargo, ellos aceptaban como elementos normales de la existencia; sus enseñanzas y comportamiento iban en contra de muchos otros modelos que aceptaban y aprobaban” (R. J. Cassidy, Jesus, Politics, and Society. Maryknoll, 1978, pp. 61-62; trad. esp.: Jesús, política y sociedad. Madrid, Cristiandad, 1981).57
Herodes no iba a ser quien impediría a Jesús proseguir su misión, pues sólo cuando a Dios le pareciera conveniente, Jesús llegaría a Jerusalén, “y allí será levantado al tercer día como vindicación de Dios”.58 Gustavo Guitiérrez explica muy bien la “perspectiva política” de Jesús: “Según Oscar Cullmann [biblista reformado francés], la llave del comportamiento de Jesús en materia política sería su ‘radicalismo escatológico’, basado en la espera de un advenimiento cercano del Reino. Para Jesús, todos los fenómenos de este mundo deben forzosamente ser relativizados de modo que su actitud se sitúa más allá de la alternativa ‘orden establecido’ o ‘revolución’”. 59 Jesús se preocupó primordialmente por la conversión individual y no sólo por una reforma de las estructuras sociales, aun cuando las enjuició y evidenció. Con todo, aun cuando “el fin del mundo no está todavía por venir, podemos pensar que ‘estructuras sociales más justas favorecen también la conversión individual exigida por Jesús’”, en palabras de Gutiérrez. “En realidad, al predicar la conversión personal, Jesús señala una actitud fundamental y permanente: no se opone a una preocupación por las estructuras sociales sino a un culto puramente formal, sin autenticidad religiosa ni contenido humano. [...] La miseria y la justicia social revelan una “situación de pecado” de quiebra de la fraternidad y la comunión; al librarnos del pecado Jesús ataca la raíz misma de un orden injusto”. 60 Con esas premisas en la mente, Jesús preparó a los discípulos en una clara línea de contestación profética, sin ninguna posibilidad de colaboracionismo con los poderes establecidos. Al marcar distancia de ellos (aunque formalmente fue asesinado como zelote, grupo con el cual también marcó una clara separación ideológica, pues era más revolucionario que ellos), enseñó a sus seguidores a relativizar el peso específico del sistema político en la realización de los planes de Dios: “Jesús nunca se organizó para tomar el poder político, lo que consideró en él una tentación diabólica; esto lo separaba de los zelotes. Su reino es universal, y no se hace historia por la imposición ni por la fuerza de la ley, sino por la fuerza del amor que gana libremente a los hombres, y los prepara para la irrupción definitiva de este reino”.61 Finalmente, como bien ha afirmado Jon Sobrino, “Jesús no propugna un amor despolitizado, sino un amor político, es decir, situado y con repercusiones visibles para el hombre”,62 pero a su vez critica todo poder dominador (Lc 22.25-28) y le niega su carácter de mediador entre Dios y los hombres. A los Césares les niega su carácter divino y su condición de última instancia, tal como hoy se pueden señalar los defectos a los gobernantes en la búsqueda del bien común. La definición de Gutiérrez es muy útil para concluir: “El Reino es una nueva creación: postula la búsqueda de un nuevo tipo de hombre en una sociedad distinta. No se confunde con una sociedad justa, sino que revela la aspiración a una sociedad justa: se realiza en una sociedad fraterna y justa, y, a su vez, esa realización despunta en promesa y esperanza de comunión plena de todos los hombres con Dios. Lo político entronca en lo eterno”.63 Robert J. Karris, “Evangelio de Lucas”, en R. Brown et al., eds., Nuevo comentario bíblico san Jerónimo. Nuevo Testamento y artículos temáticos. Estella, Verbo Divino, p. 179, http://mty.sanjuan.org.mx/dki/Raymond_E_BrownNuevo_Comentario_Biblico_San_Jeronimo-NT.pdf. 58 Ídem. 59 G. Gutiérrez, “Jesús y el mundo político”, en Perspectivas de Diálogo, 7 (63), mayo de 1972, https://repositorio.uc.cl/bitstream/handle/11534/15344/000425965.pdf?sequence=1, p. 271. 60 Ídem. 61 R. Castellanos, “El amor subversivo en el Evangelio de Lucas”, en RIBLA, núm. 12, 1992, p. 111, http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla. 62 J. Sobrino, Cristología desde América Latina. México, Centro de Reflexión Teológica, 1976. 63 G. Gutiérrez, op. cit., p. 271. Énfasis agregado. 57
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LA FE COMO CONTRACULTURA: SEGUIR A JESÚS A PESAR DEL IMPERIO Y DE SUS IMPOSICIONES 10 de junio Tal vez Onésimo se alejó de ti por algún tiempo, para que ahora sea tuyo para siempre. Sólo que ahora ya no lo tendrás como a un esclavo, sino como a un hermano muy querido, lo cual es mucho mejor. FILEMÓN 1.15b-16, TLA
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istóricamente, todos los imperios identifican muy bien las ideologías y creencias que pueden ser peligrosas para sus fines y propósitos. En el libro de Daniel se relatan muy bien las diversas ocasiones en que el imperio babilónico intentó suprimir la fe yahvista, pues advertía que en ella se encontraba la semilla de la resistencia espiritual al endiosamiento de los monarcas y del imperio mismo. El propio Daniel fue objeto de conjuras para acabar con él como parte del proceso de “depuración” de las personas que no fueran leales de manera absoluta a los dictados del emperador. La fe en un dios único, invisible y universal era un fuerte peligro potencial para el sistema ideológico impuesto por la fuerza de las armas en esa época. La disidencia religiosa, la crítica cultural y hasta el anarquismo al que conducía eventualmente la fe en Yahvé hacían que Nabucodonosor y todo su aparato político se cimbrase y estuvieran muy atentos a las prácticas derivadas de ella. Las visiones de Daniel y la tortura a la que fue sometido junto con otros compañeros judíos integrados burocráticamente al gobierno dan fe de una serie de intentos por eliminar cualquier rastro de religiosidad alternativa a las imposiciones ideológicas del imperio.64 El resumen del teólogo cingalés R.S. Sugirtharajah, profesor de la Universidad de Birmingham, acerca de la perspectiva del Antiguo Testamento es amplio, contundente y profético: Los imperios surgen como un azote para castigar a las naciones perversas y a su vez son castigados por las medidas opresoras que imponen a las naciones sometidas. Los sirios son condenados por maltratar violentamente al pueblo vencido de Guilgal, los filisteos por el acto inhumano de comerciar con esclavos, los fenicios por romper un tratado y practicar la esclavitud, los edomitas por su violencia, los ammonitas por la masacre de mujeres inocentes y los moabitas por profanar los cadáveres de sus enemigos. Los dos primeros capítulos de Amós son una advertencia a las naciones y los imperios. Se enumeran en ellos injusticias como los males del saqueo, la agresión y la crueldad con los pueblos sometidos (Isaías 10.13-14; Amós 1.3; 6.9 y 11.13). Asiria, considerada el arma de Dios contra las naciones impías, incluida Israel, recibe su castigo no sólo por el terror que siembra entre los súbditos conquistados, sino también por no admitir que sus triunfos se deben al poder divino. […] De forma similar, a los babilonios (caldeos) se les ordena que castiguen al malvado Habacuc, aunque no queda claro quién es el malvado. […] Los presidentes y primeros ministros que buscan refrendo bíblico para el papel mesiánico de los imperios deberían comprender que la Biblia ofrece también un mensaje desgarrador: los imperios son una fórmula poco fiable para resolver los problemas del mundo, y los que empuñen la espada, morirán atravesados por ella. 65
Cuando el seguimiento de Jesús de Nazaret fue más allá de las fronteras de Palestina, el choque con la ideología del imperio de turno, el romano, se hizo muy visible en determinadas prácticas que el judeocristianismo comenzó a hacer realidad en las comunidades. Una de ellas, la del discipulado de iguales, consiguió superar las barreras raciales, socioeconómicas y culturales, al integrar personas de diversos orígenes en espacios geográficos controlados por el imperio, lo cual representaba un atentado a la dominación ideológica del mismo. El caso del esclavismo era muy notorio, debido a que se trataba de la base misma del sistema económico. En la carta que dirigió el apóstol Pablo a Filemón, lo que estaba en entredicho era la posibilidad de que la fe en Jesucristo pudiera Un análisis, resumido al máximo, muestra las tácticas elementales del imperialismo babilónico: conquistar la tierra, desalojar sus habitantes originales, llevarlos a otra tierra, darles un trabajo a los más aptos, cambiarles el nombre, imponerles la cultura del imperio (mediante la comida) y transculturarlos (Dan 1.1‐2, “¿Quién es más poderoso: el colonizador o el colonizado?”); Who is More Powerful, The Colonizer or the Colonized?; Dan 1:3-7, el proceso de colonización y neocolonización”. Pero también muestra la resistencia de los colonizados: (Dan 1:8‐16, “La resistencia y resolución”; Dan 1:17‐21, “El éxito de los subyugados”). 65 R. S. Sugirtharajah, La Biblia y el imperio. Exploraciones poscoloniales. Madrid, Akal, 2009, pp. 197-198. 64
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hermanar a personas de diferentes niveles sociales, económicos y culturales, por encima de las imposiciones del imperio. Como explica la biblista brasileña Ivoni Richter en un estudio muy minucioso del tema: Pablo continúa moviéndose dentro del sistema esclavista y de sus leyes. No toca la autoridad y el poder que Filemón tiene para disponer sobre su propiedad (res = cosa) llamada esclavo Onésimo. Pablo necesita de su consentimiento para cualquiera que sea su intención en relación con Onésimo. Sin eso, Onésimo continúa sin oportunidad ni voz. Continúa siendo res [objeto, mercancía], no persona que opta por su camino. Por eso, Pablo centra su pedido en “tanto en la carne como en el Señor”.66 La gracia de Dios en Cristo Jesús sustenta la comunión de las personas y de la comunidad y permite que se viva en una estructura de relaciones cualitativamente nuevas, las cuales hacen visible la paz de Cristo. […] Pablo articula un texto a partir de la prisión, hacia la realidad del sistema esclavista romano. El texto es penoso como lo es la propia situación, pero consigue formularlo con tal claridad que supera y derrumba todos los obstáculos, pues al final Pablo puede exteriorizar aquello que retuerce sus entrañas (vv. 15-17). Ése es el deseo de Pablo, expresado en esa escatología presente. Está declarada la superación del sistema esclavista a través del amor y de la fe en Jesucristo. La acogida de Onésimo debe suceder en la integralidad de la koinonía, tanto a nivel socio-material, cuanto espiritual. Filemón debe recibir a Onésimo como hermano amado, y no como a esclavo. Siendo hermano, no es posible continuar como esclavo. Las categorías esclavo-hermano son incompatibles.67
66 67
I. Richter, “La eficacia de la fe en la superación de desigualdades”, en RIBLA, núm. 28, p. 69. Ibid., pp. 75-76. 33
PREPARADOS INTEGRALMENTE PARA SER TESTIGOS DE JESÚS 24 de junio
Y ahora, vayan; pero tengan cuidado, porque yo los envío como quien manda corderos a una cueva de lobos. LUCAS 10.3, TLA
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esús de Nazaret se empeñó en preparar a sus discípulos para que estuvieran bien capacitados al momento de realizar la tarea que él mismo había comenzado: dar testimonio de la venida del Reino y llamar al arrepentimiento para que las personas comenzaran a participar y disfrutar de sus beneficios. Su urgencia escatológica se manifestó en el hecho de que envió a un grupo de ellos para reproducir la labor que él mismo estaba desarrollando. Se trató de una auténtica incursión, una avanzada (Lc 10.1b) en el mundo opuesto a la presencia de los signos del Reino de Dios, de ahí las advertencias tan puntuales del Señor para actuar y la mentalidad con la que debían hacerlo. La advertencia del v. 2, en el sentido de que el trabajo era muy vasto, funciona como un desafío ante la necesidad de anunciar el advenimiento del Reino. “El número ‘setenta’ podría tener aquí el valor simbólico de «todo el mundo», según la tradición de que todo el mundo estaba dividido en ‘setenta naciones’ (Gén 10); sea como fuere, sí hay una alusión en la perspectiva lucana a la universalidad del mensaje y a la universalidad de la vocación y urgencia del anuncio” (Biblia de Nuestro Pueblo). Ya en Lc 9.1-6 Jesús había hecho un primer envío de los Doce, con lo cual quedaba simbolizado el pueblo de Israel compuesto por doce tribus (y en 9.52-53 habían sido rechazados por los samaritanos). Al enviarlos de dos en dos buscó cubrir tres aspectos: “la ayuda mutua; garantizar la verdad de su testimonio (cf. Dt 19.15); y ser una expresión viviente del evangelio de la paz (cf. vv. 5-6)”.68 El v. 3 destaca los riesgos de este trabajo en un contexto de rechazo y falta de aceptación, y el 4, la distancia con que debían actuar, además de no apegarse a las cosas materiales. La centralidad del mensaje de paz también es relevante, así como la actitud positiva ante una buena recepción (vv. 7-8). En el v. 9 aparecen las dos acciones principales de los enviados: curación de enfermos y predicación, puesto que el Reino de Dios se manifestaría en la misión cristiana de ambas formas. Inmediatamente, Jesús acentuó los aspectos negativos de la respuesta a esta misión: al ser rechazados, los discípulos deberían realizar gestos proféticos para evidenciar la oposición al mensaje y subrayar la inminencia de la venida del Reino (vv. 11-12). El lenguaje se endurece y asume una postura de juicio: “Todavía en relación con el tema del envío y especialmente con el tema de los posibles rechazos, Lucas pone en labios de Jesús esta especie de lamentación profética que también suena a amenaza” (BNP). Los enviados conocerán la misma resistencia que enfrentó su maestro (vv. 1316). Lo que Jesús lamenta es la incredulidad de esas ciudades y su poco empeño en poner en práctica sus enseñanzas. Jesús puede notar que, tras su paso por esas ciudades y regiones, aunque con muchas manifestaciones de júbilo por sus palabras y signos (v. 17), no quedó aparentemente nada. Con todo, la visión apocalíptica del Señor, como resultado de ese trabajo, advirtió cómo sería derrotado el enemigo del Reino de Dios (v. 18), todo ello anticipado por la acción obediente de los enviados. “Lucas narra la misión de los 70 como un triunfo y lo hace con entusiasmo y simpatía. […] y relaciona la explosión de gozo de Jesús con el regreso de los 70”.69 La preparación integral de los discípulos/as implicó los aspectos teóricos (enseñanza) y prácticos (envío) para cumplir su misión. Robert J. Karris, “Evangelio de Lucas”, en Nuevo comentario bíblico san Jerónimo. Nuevo Testamento y artículos temáticos. Estella, Verbo Divino, 2004, p. 172, http://mty.sanjuan.org.mx/dki/Raymond_E_BrownNuevo_Comentario_Biblico_San_Jeronimo-NT.pdf. 69 Pablo Richard, “El Evangelio de Lucas. Estructura y claves para una interpretación global del Evangelio”; en RIBLA, núm. 44, 2003/1, p. 17, www.claiweb.org/images/riblas/pdf/44.pdf. 68
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Julio ENVIADOS/AS A PREDICAR BUENAS NUEVAS A LOS ABATIDOS (Isaías 61.1) ENVIADOS/AS A PREDICAR BUENAS NUEVAS A LOS ABATIDOS (OPRIMIDOS) 1 de julio El Espíritu del señor Yavé está sobre mí, por cuanto me ungió Yavé. A dar un mensaje a los oprimidos me envió [“evangelizar a los pobres”, P. Richard], a vendar a los de corazón quebrantado, a proclamar a los cautivos libertad, y a los encadenados apertura (de ojos), a proclamar un año favorable de Yavé, y un día de desquite de nuestro Dios; a consolar a todos los que lloran, a poner a los que lloran a Sión..., a darles turbante espléndido en lugar de ceniza, aceite de alegría en lugar de luto, traje de alabanza en lugar de espíritu vacilante. Se los llamará “Robles de Justicia”, “Plantación de Yavé”, para dar esplendor. ISAÍAS 61.1-3, versión de José Severino Croatto
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a tercera y última parte del libro del profeta Isaías (caps. 56-66) es un conjunto de textos encaminados a reorientar la fe del remanente del pueblo de Israel y Judá que podría, eventualmente, regresar a la tierra de Palestina después del exilio. Se trataba de una sociedad sumida en varios años de tristeza, desolación y escasas esperanzas de recuperar lo que había sido su heredad espiritual. La tierra, el culto, la ley y las promesas de Yahvé formaron parte de una historia de fe que se veía a lo lejos como parte esencial de la identidad espiritual de ese pueblo. Hacía falta renovar con urgencia la visión del presente y del futuro a fin de volver a sintonizar con los tiempos divinos y avizorar las nuevas épocas que tenía deparadas para los descendientes del antiguo Israel. Serían tiempos jubilares, es decir, de perdón de deudas, de recuperación de la tierra en el espíritu de Levítico 25 y de la posterior relectura de Jesús de Nazaret en Lucas 4. Ambas proyecciones, hacia el pasado y hacia el futuro son fundamentales hoy para poder captar la intensidad del anuncio mesiánico-profético de la predicación específica para personas abatidas, sometidas, dominadas por el fuerte impacto de una historia que había estado decididamente en su contra. Y precisamente esa idea (“tener los vientos de la historia en contra”) es lo que se a comenzar a revertir con el impulso del Espíritu, de la ruaj, de esa ventisca fuerte que vino a restaurar las esperanzas y las prácticas de fe de todo un pueblo que, desde la destrucción casi total, sería recuperado por su Dios para volver a encontrarse con Él en medio de nuevas condiciones. Ése es el sentido de la palabra “abatidos”, “oprimidos”, quebrados, destrozados, quebrantados, desvalidos, seres humanos sometidos al rigor del exilio y de una gran cantidad de pérdidas cual un Job colectivo que había quedado prácticamente en la indigencia total. Los abatidos siempre necesitan buenas noticias, es decir, ser evangelizados, recibir altas dosis de esperanza para el presente y el futuro: El nombre de todos ellos y de todos los “pobres”, los “presos”, los “ciegos”, los “oprimidos”, en nombre de todos los profetas, Jesús proclama e inaugura el “año de gracia de Yahveh”. Se trata de un año que no puede esperar por fechas periódicas o por inicios litúrgicos, un año que no depende del alarido de las trompetas, ni de la autorización del sumo sacerdote, sino que debe comenzar hoy, ya, por la acción de cada uno de nosotros, señal de la verdadera fuerza del Espíritu que siempre actúa en la historia.70
“Isaías 61 es un texto muy especial, el epicentro de todo el 3-Isaías. Lo reconocen la mayoría de los críticos. De ahí también la significación de la cita lucana y de su actualización en Jesús, más aún por estar puesta en su misma boca. […] En 61.1-3 hay un anuncio del profeta de que es enviado a dar las buenas nuevas a los oprimidos (aspectos sociales, económicos y políticos) y a llevar a estos mismos un mensaje de alegría”.71 El profeta anuncia que ha sido ungido y enviado por el Señor para portar la Buena Noticia a su pueblo. Los términos de esta Buena José Severino Croatto, “Del año jubilar levítico al tiempo de liberación profético. (Reflexiones exegéticas sobre Isaías 61 y 58, en relación con el Jubileo)”, en RIBLA, núm. 33, 1999, p. 75, www.claiweb.org/images/riblas/pdf/33.pdf. 71 Ibíd., p. 79. 70
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Noticia son, en primer lugar, la consolación (1-3), la reconstrucción (4) y un cambio total de la situación (5-7). Todo lo cual queda ratificado por una nueva Alianza que establecerá Dios con su pueblo (Biblia de Nuestro Pueblo). Finaliza el poema con un canto de acción de gracias, en donde el profeta personifica a Sión. “La intención del locutor es, por tanto, señalar la finalidad de la unción del espíritu. Ésta tiene una función, otorgada a quien habla, una función comunicativa. El verbo usado (‘dar un mensaje/una buena noticia’) es el mismo de 40.9; 41.27 y 52.7 (cf. 60.6b) que, vía el griego de los LXX, nos ha dado el término ‘evangelizar/Evangelio’ como anuncio de buenas nuevas de salvación”.72 Es de notar que las palabras iniciales de este poema son las que utiliza Lucas (Lc.4.18s) para enmarcar el punto de partida de la misión de Jesús. “Lo dicho como ‘proclamación’ de libertad para los cautivos y encadenados, se interpreta en el v.2 (con la repetición del verbo ‘proclamar’) como un tiempo de especiales características. Los términos ‘año’ y ‘día’ no quieren remitir a instituciones como el Jubileo o el año sabático (aunque este último podría ser leído exegéticamente), sino destacar la idea de un tiempo fuerte y pleno, lo que solemos llamar un Kairós”.73 “El ‘año de gracia’ o ‘año jubilar’ (Lv 25.8-16), se debía proclamar en Israel cada 49 años, e incluía condonación de deudas, liberación de los esclavos y retorno a la propiedad familiar. Esta ley no se cumplía desde hacía tiempo. Cuando se instituyó sirvió para remediar la situación de empobrecimiento de muchos israelitas; el espíritu era nivelar socialmente al pueblo, un volver a comenzar. El jubileo en Israel nunca se pensó para ser vivido ‘espiritualmente’, tenía connotaciones muy concretas, animado, eso sí, por el espíritu o por la espiritualidad de la justicia” (Biblia de Nuestro Pueblo). En Lucas 4.14-30, Jesús retoma el sentido histórico-profético renovador y liberador del texto de Isaías y Levítico para relanzarlo en una clave de fe y acción misionera al interior del pueblo judío y más allá de él, pues como explica Croatto: “Jesús, en la sinagoga de Cafarnaúm, retoma solamente una parte de las palabras de Isaías 61 y las relee con la ‘fuerza del Espíritu’ (Lc 4,1-30). Él, ‘galileo de las naciones’, en esta relectura ‘reduccionista’, subvierte el sentido casi racista del antiguo texto que podía justificar la esclavitud y la toma de las tierras de los campesinos, que el texto de Isaías llamaba —concretamente— de naciones, por parte de los ‘compatriotas’”.74 Es sumamente aleccionador que Jesús tomase este texto como modelo para su misión, la cual estaba dirigida a personas abatidas (“sin pastor”, como él las veía, Mr 6.34; Mt 9.36)“Jesús está diciendo que en su propia proclamación de la buena nueva a los pobres y oprimidos que acaba de hacer — y que Lucas comienza a relatar como hechos concretos— vuelve a darse la situación de un anuncio profético de liberación. En otras palabras, que lo que Isaías 61:1-3 describía como misión “para” (dar la buena nueva, proclamar, etc.), Jesús lo está realizando ya (“hoy se ha cumplido esta Escritura”). Como si Jesús fuera el primero en dar esta buena noticia de liberación”.75 La promesa de liberación se visualiza en el futuro premonitorio en el que las cosas cambiarán radicalmente y los abatidos/oprimidos recuperarán el estatus social y espiritual que les corresponde (vv. 3b-7): serán “Robles victoriosos, plantados por Dios/ para manifestar su poder” (3b), “reconstruirán las ciudades antiguas/ que quedaron en ruinas” (4); “Gente de otras naciones/ vendrá a cuidar los rebaños/, los campos y las viñas de ustedes” (5). Y, sobre todo: “Ustedes serán llamados/ ‘Sacerdotes de Dios’, ‘Fieles servidores de Dios’” (6), además de que “Disfrutarán de las riquezas de las naciones/ y se adornarán con sus magníficas joyas” (7), y serán felices para siempre (8).
Ibíd., p. 81. Ibíd., p. 84. 74 Ibíd., p. 74. 75 Ibíd., p. 89. 72 73
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ANUNCIAR LAS OBRAS MARAVILLOSAS DE DIOS PARA SALVACIÓN 8 de julio
Dios mismo los sacó de la oscuridad del pecado, y los hizo entrar en su luz maravillosa. Por eso, anuncien las maravillas que Dios ha hecho. I PEDRO 2.9b, Traducción en Lenguaje Actual
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n la primera de sus dos cartas, el apóstol Pedro explora con gran profundidad el surgimiento de un nuevo pueblo de Dios, “pueblo de sacerdotes”, hombres y mujeres, “sacerdotes especiales” (2.5, como se lee en la TLA) enviados por Dios a proclamar las obras maravillosas de Dios para salvación. Todos los creyentes, afirma en 2.4, son “piedras vivas” (líthoi zontes) e integrantes del gran edificio (“templo espiritual”) que se ha empezado a construir sobre la base de la persona de Jesucristo, la piedra más valiosa, la “piedra del ángulo”. Cuántas etapas tuvo que atravesar Pedro, primero como discípulo, luego como apóstol y, finalmente, como candidato a mártir que fue, lamentablemente, para llegar a esas magníficas conclusiones acerca de la naturaleza y misión de la iglesia, pues el retrato que propone de ella es, por un lado, el de su conformación por personas con una gran dignidad (sin separación entre laicos y clero en la línea del sacerdocio universal) y por el otro, el de una comunidad con una misión concreta e interminable. “El discípulo llama a Jesucristo ‘piedra viva’ rechazada por los constructores, pero escogida y apreciada por Dios (4), en alusión a su pasión, muerte y resurrección. Sobre esta piedra viva se construye el ‘nuevo templo’ que acoge la verdadera y definitiva presencia de Dios” (Biblia de Nuestro Pueblo). Estas “piedras vivas” son los integrantes de la comunidad con quienes se construye dicho templo “espiritual”, no para indicar una realidad que perteneciera a otro mundo, sino para afirmar que, al contrario del templo “material” de Jerusalén (o cualquier otro templo), este nuevo edificio lo forman las personas mismas, aquellas que están reunidas por el bautismo en una comunidad de fe. Éste es el nuevo pueblo de Dios, “la Iglesia que debe caminar con los pies bien plantados en la sociedad en que vive”. ¿Qué significa que todos y cada uno de los cristianos formemos un “sacerdocio santo” (5)? Se explica dos veces en este apartado: primero, significa ofrecer continuamente “sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (5). En eso consistió el sacerdocio de Cristo, y en eso debe consistir el sacerdocio de cada cristiano. En segundo lugar, significa “anunciar las maravillas del que los sacó de la oscuridad del pecado, y los hizo entrar en su luz maravillosa” (9). La primera maravilla fue el testimonio de vida; la segunda, el anuncio, la proclamación de la palabra viva de la Buena Noticia portadora de la luz de la liberación. Estas inmensas realidades de salvación deben producir permanentemente asombro, gratitud, sorpresa, en el seno de la comunidad creyente para así compartirla como se merece: con solemnidad, pero con enorme alegría y esperanza, con todo y que, como señala el v. 8, la confrontación con la persona de Jesucristo, siguiendo con la figura de la piedra, puede ser hasta “escandalosa”, esto es, que “muchos tropezarán en esa roca” si no atienden positivamente el mensaje liberador del Evangelio. Según esta gran afirmación apostólica, “todo cristiano es o debe ser misionero de la Palabra de Dios”, pues la predicación y proclamación del Evangelio no está reservada para unos cuantos expertos, como los obispos y presbíteros. Todo cristiano tiene el derecho y la obligación de anunciar a Jesús, el Salvador, con sus palabras y con el testimonio de su vida. Anunciar las bondades y las grandezas de Dios debe ser una tarea grata y esperanzadora para quienes la realizan a fin de que quienes escuchan se contagien, invadan y compartan la fe que se proclama: “Al igual que Israel en el Antiguo Testamento, el privilegio de ser el pueblo de Dios conlleva una misión y responsabilidad enormes. Los creyentes como pueblo escogido deben proclamar las obras maravillosas de Dios que ellos ya han experimentado”.76 Carlos Raúl Sosa Siliézar, “La salvación de Dios según las cartas de Pedro”, en Teología y Cultura, año 6, vol. 11, 2009, p. 52, www.teologos.com.ar/arch_rev/vol_11/raul_sosa_cartas_pedro.pdf. 76
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UNIRSE A LA PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO TRANSFORMADOR 29 de julio Dios les ha cambiado su modo de vivir. Es como si ustedes hubieran vuelto a nacer, no de padres humanos, que finalmente mueren, sino gracias al mensaje de Dios. Y es que ese mensaje da vida y nada puede destruirlo. […] Y esa Palabra es la buena noticia que el Señor Jesucristo les ha enseñado. I PEDRO 1.23, 25b, Traducción en Lenguaje Actual
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n el inicio mismo de su primera epístola, el apóstol Pedro habla acerca de la grandeza y la importancia del mensaje transformador del Evangelio. Manifiesta, con ello, la forma en que pudo profundizar en las enseñanzas de su maestro, el Señor Jesucristo, y de cómo consiguió comprender, para contribuir a la expansión del nuevo pueblo de Dios, los alcances de un mensaje tan renovador de la vida humana. Paso a paso, su reflexión marca la pauta de la acción de Dios en Cristo para modificar el rumbo de la vida de las personas: “La seguridad del bien prometido hace que el cristiano viva el tiempo de la espera como tiempo ya de salvación y, por tanto, tiempo de alegría, de ‘sentirse uno ya como en la gloria’. Y esto no sólo a pesar de los sufrimientos presentes, sino justamente a causa de ellos” (Biblia de Nuestro Pueblo). Si antes, los creyentes hacían lo malo ante los ojos de Dios, ahora la Buena Noticia transformó sus vidas radicalmente (1.14). Apartados de su orientación hacia el mal por la elección de Dios, muestran una rotunda diferencia en el mundo por causa de ese “Dios diferente” (1.15-16), santo, que produce santidad (1.17). La honra que le dan a Dios los seguidores/as de Jesús (1.17b) revela el impacto de la salvación en sus vidas. El modo de vida anterior está siendo superado paulatinamente a fin de instalar las bondades de la redención obrada por Jesucristo mediante un precio que sobrepasa cualquier tesoro material, pues se obtuvo gracias a su valiosa sangre (1.18b-19). Por ello: “Hay que tomarse la vida cristiana en serio, como seria fue la prueba del amor que nos trajo la salvación”. El sacrificio voluntario del Cordero divino (1.19b) estaba predeterminado desde la eternidad, desde los insondables designios de Dios, aunque su aparición presente en “los últimos tiempos” es lo que da la esperanza total (20b). Los extraordinarios logros de esa obra salvadora, comenzando por la resurrección de Jesús y su lugar de preeminencia en el Reino divino (21a) son la prueba de la magnificencia del mensaje traído por Él, quien es la garantía de las bendiciones venideras (21b). Quienes han obedecido el verdadero mensaje de Dios han sido limpios ya de todo pecado y han obtenido la capacidad de reencontrarse con los demás seres humanos como hermanos (22a). así, el apóstol retoma la exhortación directa del Señor acerca del amor, con palabras similares a las referidas al amor que se debe a Dios mismo (22b). A continuación, se encuentra el núcleo fundamental de la enseñanza cristiana: “Dios les ha cambiado su modo de vivir” (23a). La transformación ha sido radical y ha ido hasta lo más profundo de la existencia, con todos sus conflictos y contradicciones: “Es como si ustedes hubieran vuelto a nacer, no de padres humanos, que finalmente mueren, sino gracias al mensaje de Dios” (23b). La novedad de vida es total, absoluta y efectiva, es un nuevo inicio existencial, un giro completo a lo experimentado anteriormente. La vida misma es vista de otra manera: “Y es que ese mensaje da vida y nada puede destruirlo” (23c). la eficacia regeneradora de la Palabra divina es completa, pues ella “purifica las conciencias abriéndolas a la verdad” y “da nueva vida al que la escucha y obedece, construyendo así la comunidad”. A lo efímero de la vida humana (24) se le opone la eternidad de la Palabra, su permanente capacidad de transformación: “Y esa Palabra es la buena noticia que el Señor Jesucristo les ha enseñado. La iglesia de hoy y siempre, cada uno de sus integrantes, puede y debe sumarse a la tarea sublime de la proclamación de este Evangelio transformador a fin de que la obra de Dios sea visible.
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Agosto ENVIADOS A VENDAR A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN (Isaías 61.1-7) ENVIADOS A VENDAR A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN 5 de agosto El espíritu del Señor Dios me acompaña, pues el propio Señor me ha ungido, me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones destrozados, a proclamar la libertad a los cautivos, a gritar la liberación a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor ISAÍAS 61.1-2a, La Palabra (Hispanoamérica)
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l esquema trazado por Isaías 61.1-7, tal como fue interpretado por el propio Jesús en la sinagoga de Nazaret, es un auténtico programa de trabajo y misión para la iglesia de hoy. Las circunstancias referidas por el texto profético, ancladas en el contexto de una sociedad lastimada por el destierro, pero que también vislumbraba un futuro de renovación y esperanza, aparecen en el horizonte de hoy con una fuerza inusitada. Ello es así porque la descripción de la labor del profeta delineada en esas palabras tan puntuales apuntaba hacia una acción del Espíritu divino empeñado en ofrecer “buenas noticias” a un pueblo que había comenzado a reconstruirse. De ahí que una lectura espiritual e individual del texto no alcance a expresar la intensidad del empeño de Dios por reconstruir completamente a su pueblo, a pesar de que ya no existiría históricamente como una nación. La pérdida del territorio, de la soberanía nacional y de las instituciones que caracterizaron al Israel político de entonces, no estaba en contradicción con la recuperación del estatus de pueblo elegido. Más allá de esas situaciones materiales con las que ya no se contaría del todo, la profunda reconstrucción en la que debía participar el profeta apuntaba a resolver los problemas existenciales de esa generación de creyentes, plagada de pobreza, de “corazones destrozados” y de pérdida de la libertad. Una verdadera crisis espiritual y humana, muy parecida a esta época en la que se habla de “crisis humanitarias” en diversas partes del mundo. El encargo que recibe el profeta es muy concreto: se trata de ser un auténtico “evangelista” que anuncia buenas noticias, tal como lo refiere Is 52.7, alguien “que cura, consuela y alegra a los afligidos habitantes de Sión, el que proclama la liberación de los prisioneros (nótese cómo esta última acción se expresa con dos frases sinónimas). Destinatarios de su mensaje son los pobres, condición que implica al mismo tiempo pobreza física, opresión, humildad y dulzura. Los cautivos a los cuales se anuncia la liberación podrían ser todavía los residentes en Babilonia, si el texto ha sido compuesto y pronunciado en los primeros años del retorno”.77 Si, además del contexto señalado, el profeta se refería a una situación de injusticia originada por las tensiones entre los israelitas que volvían del exilio y los habitantes que habían quedado en Jerusalén, la tarea era más abarcadora y exigente. “La consolación de los afligidos es el cumplimiento de la misión a la cual se aludía desde Is 40.1. Los afligidos son, en el lenguaje bíblico, los que hacen duelo por una desgracia personal, como la muerte de un ser querido. Esto explica la imagen de la ceniza”. Los vv. 3b-11 muestran las consecuencias de la reconstrucción realizada por Dios: el lenguaje habla de una restauración radical de las ciudades (4) y del trabajo (5). Pero lo más notable es la transformación del pueblo en un conjunto de sacerdotes y ministros de Dios (6), es decir, de personas responsables absolutos de su fe y de su destino (“ciudadanía responsable”). El retrato final del pueblo es el de un espacio comunitario donde prevalecerá la justicia como signo y señal del pacto eterno de Dios con su pueblo (8-11). Esos son los alcances de la consolación profética y actual. Horacio Simian Yofre, “Isaías”, en Comentario al Antiguo Testamento. II. Madrid, Atenas-PPC-Sígueme-Verbo Divino, 1997, p. 97, www.ebam.org/libros/Comentario-Al-Antiguo-Testamento-II-profetas-sap%ECenciales-poeticos-La-Casa-de-la-Biblia.pdf. 77
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UNA PALABRA ETERNA, CONSOLADORA Y EFICAZ 26 de agosto Grita que la hierba se seca, y las flores se marchitan, cuando Dios lanza sobre ellas el viento del desierto. En cambio, la palabra de Dios permanece para siempre. ISAÍAS 40.7-8, Traducción en Lenguaje Actual
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n pueblo se encuentra exiliado después de múltiples experiencias dolorosas. Una voz clama en medio del desierto para anunciar esperanza, a pesar de los signos en contra. Predicar en el desierto es una labor poco halagüeña y escasamente esperanzadora, pero, al mismo tiempo, el contraste sirve para mostrar la insistencia divina para transformar las situaciones críticas. La misma frase utilizará el Nuevo Testamento para referirse a la actividad precursora de Juan Bautista (Mr 1.3). “La esperanza del retorno ha ido tomando forma, va cobrando intensidad. ¿Qué voz es ésa? ¿De quién se trata? Podría ser la del […] profeta; sin embargo, ha quedado así, imprecisa” (Biblia de Nuestro Pueblo). El texto bíblico va a hacer un profundo contraste entre la fugacidad de la vida humana (y la de una nación) y la eternidad de la palabra divina. La segunda parte del libro de Isaías rompe radicalmente con el pesimismo de la primera (caps. 1-39) y lanza un mensaje desafiante basado en una palabra crucial para el momento que se vivía: “¡Consuelen a mi pueblo! ¡Denle ánimo!” (v. 1). El consuelo eran la gran urgencia colectiva, por encima de todas las demás. “La alegría más grande para los desterrados es saber que Dios mismo está preparando el regreso, que Él mismo allana el camino”. En otras palabras, la liberación era posible, a pesar de todo. Es muy importante tener en cuenta que todo esto es promovido por la predicación profética, pero más importante es considerar que “esa actividad profética está siempre sujeta a la Palabra, es Dios quien inspira la Palabra y la respalda (9s), de lo contrario se hablará de ‘palabras de un profeta’ que se marchitan y se secan. Sólo la Palabra de Dios subsiste por siempre” (énfasis agregado). Hoy que estamos inundados de palabras, ¿cuál de todas es la Palabra de Dios?”. Ésta es una pregunta fundamental para acceder a un auténtico discernimiento bíblico y profético. Ni todo lo que se anuncia es bíblico, ni todo es profético: bíblico puede serlo todo en apariencia, hasta el apoyo a gobiernos criminales (como el del actual Israel, que pretende justificar su actuación con referencias a la Biblia Hebrea). Menos aún es profético, cuando se contradicen abiertamente los grandes principios libertarios que han dado lugar, por ejemplo, a la defensa de los derechos humanos (la gran tradición al respecto arranca desde el mismísimo Génesis, con Agar, Ismael y Tamar). La permanencia de la Palabra divina es una realidad dinámica que está más allá de la perspectiva dogmática que tiende a colocarla en un horizonte casi mágico, propio de otras prácticas religiosas. Cuando se insiste tanto en la llamada inerrancia y en la supuesta intocabilidad del texto sagrado, se corre el riesgo de alejarse de la forma tan intensa en que el mensaje divino se entretejió con los acontecimientos contradictorios que vivió el pueblo de Dios. En ese sentido se aplican las palabras de José S. Croatto: “La lectura […] que corresponde mejor al texto y su contexto de producción considera a este profeta como un reconstructor utópico ‘de Israel’, sacándolo de en medio de las naciones, donde vive desmembrado y sin identidad”.78 El mismo autor afirma que este profeta escribió “desde la nada, desde el sufrimiento”, no desde la superioridad de una fe separada de la historia. Es en medio de los conflictos de la historia humana que la permanencia de la Palabra divina alcanza su dimensión más grande. La afirmación persistente de las metáforas carne = hierba, flores que se marchitan (v. 7) acentúa el abismo existente entre la vida humana efímera y la eternidad de la Palabra divina: “Dios se presenta en su aliento y en su José Severino Croatto, “El Déutero-Isaías, profeta de la utopía”, en RIBLA, núm. 24, 1997, p. 35, http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla. 78
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palabra: aliento que vivifica y también abrasa, palabra que permanece y se cumple”.79 Esa Palabra será la base para la reconstrucción espiritual del pueblo, ya libre de las estructuras políticas e ideológicas que ocasionaron la desaparición de la nación debido a la opresión, la desobediencia de los gobernantes y la indiferencia del pueblo. Isaías 40.11 utiliza la imagen pastoril —típica de las tierras bíblicas— y la aplica al mismo Dios, que no simplemente promete el retorno por medio del profeta, sino que Él mismo lo realiza y acompaña. La imagen del pastor y su rebaño ha sido fuente de inspiración para otros profetas (cf. Jr 23.1-6; Ez 34), y en el Nuevo Testamento Jesús mismo la utiliza (Mt 18.12-14 par.) y se la aplica a sí mismo (Jn 10.11-18). La Palabra divina es eterna, está llena de palabras de consuelo sumamente eficaces para ayudarnos a plantear la problemática humana y abrir posibilidades para su resolución. Tal como lo ha resumido el exegeta anglicano C.H. Dodd (1884-1973): La Iglesia nos la presenta como revelación de Dios; no, ciertamente como una especie de enciclopedia donde basta echar mano de un capítulo y versículo para zanjar inmediatamente los problemas. Por el contrario, la Biblia nos hace tomar conciencia de la profundidad y alcance de nuestro problema, enraizada como está en el pasado remoto, pero todavía viviente. Nos sumerge en la corriente de la historia, en una parte de su curso particularmente significativa. Nos hace presentes una serie de acontecimientos cruciales a través de los cuales la corriente se abrió al canal por el que nos sigue arrastrando: acontecimientos como la vocación de Abraham, el éxodo y la donación de la Ley, el destierro y el retorno de los judíos, y el punto culminante de todo el drama consignado en los evangelios, que […] lo domina e interpreta totalmente. Es historia del mismo material que nuestra historia contemporánea, del mismo material que nuestra experiencia personal de los acontecimientos diarios. Pero se nos presenta de tal manera que aparece llena de significado, a diferencia de nuestras vidas y de nuestra historia contemporánea, al menos tal como las vemos. La historia bíblica está llena de significado porque se refiere en cada punto a la realidad fundamental que se halla detrás de toda historia y de toda experiencia humana, esto es, el Dios vivo en su reino, y porque avanza hacia un punto culminante en el que el reino de Dios vino a los hombres con un efecto definitivo.80
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Luis Alonso Schökel y José Luis Sicre Díaz, Profetas. I. Madrid, Cristiandad, 1980, p. 279. C.H. Dodd, La Biblia y el hombre de hoy. Madrid, Cristiandad, 1973, p. 27. Énfasis agregado. 42
Septiembre PREGONAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS Y VISTA A LOS CIEGOS (Lucas 4.18b) PREGONAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS Y VISTA A LOS CIEGOS 2 de septiembre
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; […] a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos… LUCAS 4.18-19, Traducción en Lenguaje Actual Jesús es el mensajero, ungido y enviado por Dios, portador del Espíritu, que anuncia un Año Jubilar y el inicio del Reino en la reconstrucción de la vida del pueblo oprimido. Jesús, siguiendo la tradición del Jubileo, identifica el Reino de Dios con la vida del pueblo. Los grupos nacionalistas y teocráticos identificaban el Reino de Dios con la restauración del Reino de David, restauración de la monarquía en contra del Imperio romano. Los sacerdotes lo identificaban con la restauración del Templo de Jerusalén. Los fariseos lo identificaban con la santidad del Pueblo que se obtenía por el pleno cumplimiento de la ley. Jesús rechaza claramente un Reino de Dios identificado con el Poder dominante, el Templo o la Ley, e identifica el Reino de Dios con la vida del pueblo.81 PABLO RICHARD
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a vida y ministerio de Jesús de Nazaret tuvieron una conexión directa con la experiencia profética anterior a él. Varias veces se refirió a los profetas del Antiguo testamento que incluso fueron asesinados por su fidelidad (Mt 23.37; Lc 11.51) al anuncio de un mensaje fresco, crítico y provocador, tal como él lo hizo en su momento. Su conexión con algunos de ellos fue especialmente precisa, tal como es el caso de Isaías, pues la referencia que hizo en la sinagoga de Nazaret fue particularmente explícita: “Hoy se ha cumplido ante ustedes esto que he leído” (Lc 6.21b). “Así Jesús se coloca dentro de la tradición profética, como lo hace Juan el Bautista, el Elías contemporáneo, quien también se menciona en la historia de la sinagoga de Nazaret. Así vemos que la misión de Jesús se identifica con la visión del Jubileo en los dos pasajes del Evangelio de Lucas en los que Jesús revela más directa y claramente su misión”.82 El anuncio del Reino de Dios, según lo afirmó, alcanzó sustancia y cumplimiento con lo que él hacía y decía: “Jesús precisó su misión con las palabras de Isaías citadas en Lucas […] Al comprender el entorno en el que Jesús desarrolló su misión, entendemos por qué las palabras de Isaías delinearon su ministerio. Éste se impulsó fundamentado en el anuncio del reinado de Dios y en una actitud activamente inclusiva, amorosa y cercana con los violentados y violentadas, desposeídos y desposeídas de salud, de valía y de toda clase de recursos”. 83 El contexto jubilar de la referencia a Isaías 61 impregna la relectura de Jesús de una aplicación más amplia a la situación del momento: “Para Lucas, se trata de la proclamación de que Dios ha cumplido en Jesús las antiguas promesas. De nuevo aparecen las imágenes jubilares”.84
P. Richard, “Ya es tiempo de proclamar un jubileo: sentido general del Jubileo en la Biblia y en el contexto actual”, en RIBLA, núm. 33, 1999, p. 14, www.claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2#26-38. 82 Ross y Gloria Kinsler, “Jesús proclama el Reino de Dios como jubileo”, en Vida y Pensamiento, vol. 20, núm. 1, primer semestre de 2000, pp. 79-80, https://issuu.com/ubluniversidad/docs/vp20_1. 83 Edwin Mora Guevara, “Violencia contra las personas sufrientes. El caso de quienes padecían enfermedad en el tiempo de Jesús. Un acercamiento pastoral”, en Vida y Pensamiento, UBL; vol. 22, núm. 1, primer semestre de 2002, pp. 114-115, https://issuu.com/ubluniversidad/docs/vp22_1. 84 Robert J. Karris, “Evangelio de Lucas”, en R. Brown et al., dirs., Nuevo comentario bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento y artículos temáticos. Estella, Verbo Divino, 2004, p. 155, http://mty.sanjuan.org.mx/dki/Raymond_E_BrownNuevo_Comentario_Biblico_San_Jeronimo-NT.pdf. 81
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No queda claro en el pasaje de Lucas si él eligió el pasaje o estaba establecido. Lo cierto es que el texto de Isaías en la versión de Lucas está modificado: “Debemos notar que en los manuscritos más antiguos Lucas no incluye estas frases de Isaías 61.1-2: ‘vendar a los quebrantados de corazón’, ‘el día de venganza del Dios nuestro’, y ‘consolar a todos los enlutados’. Lucas agrega una frase muy importante de Isaías 58.6: ‘poner en libertad a los oprimidos’”.85 Algo similar sucede con la frase acerca de la curación de la vista de los ciegos (Lc 4.18c) que no aparece en el texto de Isaías 61. “El corazón del mensaje de Jesús es que las buenas nuevas de Isaías 61, originalmente dirigidas a la consolación de los exiliados retornados de Babilonia, se transpone en buenas nuevas para todos los oprimidos.... La introducción de Isaías 58.6 en el texto de Isaías 61 intensifica las implicaciones sociales del mensaje de Jesús sobre la libertad. Además, Jesús declara que el momento de liberación es hoy”.86 La liberación de los cautivos tiene un tono eminentemente económico, pues uno de los grandes énfasis del jubileo era ése, el perdón de las deudas y el reinicio de nuevas relaciones, especialmente para los pobres: “La imagen que subyace tras todo esto es la de la restauración, nuevo comienzo, fe en la soberanía de Dios, y la convicción de que las estructuras económicas y sociales debían reflejar el reino de Dios”.87 No obstante, también se refiere a la posibilidad de superar la opresión espiritual de la que muchas personas eran objeto. Sobre la recuperación de la vista, cuya ausencia en las personas causaba una impresión muy profunda en la sociedad de la época, la labor de Jesús anunciada en la sinagoga se ubicó en el contexto de los signos de la presencia del Reino de Dios, tal como le mandó decir a Juan el Bautista, cuando éste, desde la cárcel preguntó sobre su misión. Sobre la referencia a la ceguera en Isaías, explica J.S. Croatto: “El contenido de esta proclamación a los cautivos y encadenados es curiosamente parecido a 42.7, por la asociación de las ataduras y cárceles con las imágenes de la ceguera y de la oscuridad que les sirven de símbolo, y con el ‘abrir’ (ojos = cárcel) como metáfora de la liberación”.88 La respuesta de Jesús fue un auténtico programa de acción simbólica y efectiva para la vida del pueblo: Vayan y díganle a Juan todo lo que ustedes han visto y oído: Ahora los ciegos pueden ver y los cojos caminan bien. Los leprosos quedan sanos, y los sordos ya pueden oír. Los que estaban muertos han vuelto a la vida, y a los pobres se les anuncia la buena noticia de salvación (Lc 7.22, TLA).
Ross y Gloria Kinsler, op. cit., p. 78. Michael Prior, Jesús the Liberator: Nazareth Liberation Theology (Luke 4:16-30). Sheffield, Sheffield Academic Press, 1995, p. 141, cit. por R. y G. Kinsler, op. cit. 87 Robert J. Karris, op. cit. 88 José S. Croatto, “Del año jubilar levítico al tiempo de liberación profético. (Reflexiones exegéticas sobre Isaías 61 y 58, en relación con el Jubileo)”, en RIBLA, núm. 33, 1999, p. 83. 85 86
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LA AUTÉNTICA LIBERTAD, NECESIDAD ESPIRITUAL 9 de septiembre
Yo soy el Dios de Israel. Yo los saqué de Egipto y les di libertad. Deben sentirse orgullosos de esto, pues nunca más volverán a ser esclavos. LEVÍTICO 26.13, Traducción en Lenguaje Actual Toda mi esperanza la tengo puesta en Dios. […] No te tardes, pues tú eres quien me ayuda; ¡tú eres mi libertador! SALMO 40.1,17b, Traducción en Lenguaje Actual
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l análisis de un tema como la libertad en la Biblia obliga a estudiar los diferentes acontecimientos relacionados con ella desde una mirada sensible y atenta a las grandes necesidades humanas. Las Escrituras no definen minuciosamente el concepto de libertad, pues más bien lo despliegan de diversas maneras en los acontecimientos históricos experimentados por el pueblo de Dios. esto se aprecia desde los inicios mismos de la historia de salvación, cuando se confrontaron dos proyectos opuestos de vida. Por un lado, el esclavista, propio de una época de la historia humana que ha llegado incluso hasta muy recientemente. Y por el otro, el de la liberación divina, ejercido contra viento y marea en medio de complicados procesos sociopolíticos y espirituales. La libertad humana fue un proyecto prioritario para el Dios del éxodo, quien se reveló como una divinidad liberadora empeñada en conseguir que su pueblo experimentara la genuina libertad para adorarlo y rendirle culto. A la soberanía divina, espacio de plena libertad para el Dios creador, le corresponde la libertad humana, condición imprescindible para comprender la “imagen y semejanza” divina. Pero, al parecer, para los textos sagrados no basta con la “libertad externa”, sujeta a los dictados de los poderes materiales e históricos, puesto que la existencia humana tiene mayores aspiraciones. Se trataba también de lograr una liberación integral, plena, que abarque todos los aspectos de la vida. Mucho de la ansiedad por esa libertad completa está expresada en los salmos que invocan a Dios para obtener de Él el beneficio concreto de la liberación de situaciones adversas. La primera mención de la libertad corre por cuenta de Isaac, quien designó de esa manera (Rehobot, “lugar espacioso”) un pozo justo antes de que Dios le anunciara la renovación del pacto con su padre (Gn 16.22, 24). En Gn 49.21 se afirma que Neftalí ama la libertad. En Éx 21.8, 11, 26-27 es un don práctico ligado a la vida deseada por Dios para algunos esclavos y mujeres. En Lv 25.8-13 y Dt 15 es una consecuencia directa del año del jubileo a fin de superar la esclavitud. En Lv 26 y Dt 13, el propio Dios hace una afirmación tajante acerca de su orientación libertaria. En el salmo 18.19 se dice explícitamente: “Me diste libertad, ¡me libraste porque me amas!”. Y algo similar aparece en numerosos salmos. En Isaías se anuncia continuamente la libertad ofrecida por el Señor (44.23, 48.20, 58.6, 61.1), así como en muchos de los demás profetas. El salmo 40 es el itinerario de una experiencia de liberación interior y exterior. Da testimonio de una súplica escuchada, como respuesta a la espera impaciente (1-3, o 1-5), pues Dios se convierte en apoyo ante una nueva tribulación y el salmo anuncia la espera de una nueva liberación (11-17). “Acaso los versículos 5s sean el texto del ‘cántico nuevo’ (3): por mucho empeño que ponga el poeta para contar o narrar las maravillas de Dios, siempre habrá un ‘algo más’ o ‘alguien más’ que excede la narración —‘eres incomparable’ (6)—“ (Biblia de Nuestro Pueblo). “ El principio del salmo es una frase familiar, “esperé pacientemente”. Ésta es una traducción débil. El texto tiene un infinitivo absoluto que podría ser traducido mejor. “He esperado intensamente en Yahvéh”. Ciertamente todas las otras esperanzas se agotaron. Los versos 1-10 afirman que se cumplió y no desconcertó esta esperanza apasionada. La esperanza fue
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contra todas las evidencias en la convicción de que Yahvéh pudiera trabajar una novedad genuina. La esperanza no quedó desilusionada.89
No siempre las ansias de libertad son respondidas en los ámbitos de poder de los que disponen una persona, una comunidad o una nación. El Dios bíblico siempre ha prestado oído al clamor por la libertad y ha enviado libertadores/as: no otra cosa son innumerables personajes, desde Moisés hasta el emperador medo-persa Ciro. La respuesta aquí es minuciosa y personalizada: “él se inclinó, oyó, me sacó, asentó mis pies, puso un canto nuevo en mi boca” (1-3a). “El rescate personal es asunto de interés y beneficio público, porque la confiabilidad de Yahvéh en este ejemplo conduce a que otros confíen (bataj). La frase, ‘canto nuevo’, es un signo de orientación nueva. La nueva situación de bienestar requiere de una ruptura con las antiguas súplicas y prácticas litúrgicas”.90 Se requiere un nuevo lenguaje lírico-teológico para ir de acuerdo con el don recibido, tal como lo ha expresado Bob Marley en su “Redemption song” (Canción de redención, Uprising, 1980): “Viejos piratas, sí, ellos me robaron/ y me vendieron a barcos mercantes/ minutos después me sacaron/ del abismo más cruel./ Pero mis manos se hicieron fuertes/ por la mano del todopoderoso/ nos levantamos triunfalmente en esta generación./ Todo lo que siempre he tenido son canciones de libertad./ ¿Nos ayudas a cantar estas canciones de libertad?/ Porque es todo lo que tengo, canciones de redención”. “Los verbos de agradecimiento […] sin duda se refieren a una experiencia personal, pero las palabras tienen fuerza imaginativa porque también tocan y aluden a las memorias primitivas de Egipto y del Éxodo. Que Dios se incline y oiga, se acerque y ponga sus pies en nuevos lugares, es la experiencia de todos los israelitas, (cf. Ex. 2:23-25; 3:7-15)”.91 La segunda parte del poema (6-10) está encajada entre las dos mencionadas, y se relaciona con ellas. “He aquí una serie de correspondencias entre la primera y la segunda parte: tus proezas me desbordan - quiero contarlas y no puedo; no puedo contentarme con los sacrificios preceptuados - porque me has asignado otra tarea” (BNP). “Yahvéh como liberador es quien causa sorpresas, novedades y milagros en el proceso histórico y en la creación. Ningún otro dios actúa así. Este Dios es la fuente adecuada de esperanza y confianza”.92 Entre la segunda y la tercera parte constatamos algunas repeticiones: tu fidelidad y tu salvación (10b)/ tu amor y fidelidad (11); amor a tu voluntad (8a)/ Dígnate [ten voluntad de] librarme (13a); - no he cerrado mis labios (9b) / no reprimas tu ternura (11a). “El centro del salmo es el cumplimiento de la voluntad divina. No es la mera ley; es la instrucción de Dios, grabada en lo profundo del ser” (BNP). Es una instrucción “evangelizadora” de anunciar, decir, proclamar, anunciar, pero no algo aprendido en los libros, sino experimentado cotidianamente. “El autor hace grandes esfuerzos para indicar que él no ha desperdiciado las noticias de su nueva vida: ‘He publicado la justicia (basar)’, ‘No he contenido mis labios’ [9b], ‘No he escondido tu justicia (tsedaqah) en el fondo de mi corazón’ [10a], ‘He proclamado tu lealtad (emünáh), tu salvación (teshuaí)’ [10b], ‘No he ocultado tu amor (jésed) y tu verdad (émet)’ [10c]”. Hebreos 10.5-10 cita y comenta los versículos 6- 8: el Señor vino a cumplir la voluntad de quien lo envió. Quien ha experimentado el amor o la ternura divina se sentirá impulsado a anunciarlo, como grato mensaje, aunque sea a costa de la vida. La experiencia de la libertad-liberación obrada por Dios es un verdadero detonante de transformaciones vitales que desembocan en la proclamación de las grandezas del Señor y de su interminable misericordia redentora. El Dios de Jesús está ligado indisolublemente a las ansias libertarias de la humanidad entera (Amós 9.9). Por eso podemos y debemos exclamar, como los antiguos creyentes: “¡Tú eres mi Libertador!”.
Walter Brueggemann, El mensaje de los Salmos. México, Universidad Iberoamericana-Colegio Máximo de Cristo Rey, 1998 (Palabra viva, 2), p. 191. 90 Ídem. Énfasis agregado. 91 Ibíd., p. 192. 92 Ídem. 89
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LIBERTAD Y LIBERACIÓN INTEGRAL, FRUTOS DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO 23 de septiembre
Pero ahora la ley ya no puede controlarnos. Es como si estuviéramos muertos. Somos libres, y podemos servir a Dios de manera distinta. ROMANOS 7.6a, Traducción en Lenguaje Actual
U
no de los temas en los que más se concentró y por los que más se apasionó el apóstol Pablo fue el de la libertad obtenida por medio de Jesucristo. Puede tomarse nota de los diversos registros con que lo abordó, especialmente en sus cartas a los Romanos, a los Corintios y a los Gálatas. Los énfasis son, en efecto, diferentes en cada carta, pero el tono es claro y directo: en la primera, va a las raíces mismas de la necesidad de la libertad, especialmente en su relación con la ley antigua; en las segundas, especifica los resultados inmediatos de la libertad conseguida por Jesucristo (I Co 7.22; II Co 3.17-18; 6.2); y en la tercera, advierte acerca de los riesgos de menospreciarla ante los avances extraordinarios de la fe en Él en contraste con la religión judía (Gál 2.4; 5.1, 13). Por ello, no es casualidad que grandes pensadores contemporáneos (Jacob Taubes, Alain Badiou, Enrique Dussel) se ocupen de Pablo desde perspectivas que valoran su vigencia dentro y fuera del ámbito de la fe. Franz Hinkelammert ha observado minuciosamente el proyecto paulino: “Pablo desarrolla su concepto de lo que es el pecado sobre todo en los capítulos siete y ocho de la carta a los Romanos. La ley de la cual habla sigue siendo por supuesto el núcleo de la ley como lo ve Pablo, es decir, los mandamientos seis al diez”.93 Para Pablo, la muerte de Cristo ha hecho posible tomar distancia de la ley para ejercer la plena libertad de aquellas cosas que ésta limita y castiga: “…esta ley frente al mundo de las cosas está en el centro del mensaje de Jesús con la problemática de la deuda, que sigue vigente. Eso permite ver en conjunto la crítica de la ley de Pablo y de Jesús. Entonces se puede ver que ambas críticas de la ley coinciden completamente”.94 La persona humana está atenazada por las exigencias de su voluntad y por las prohibiciones de la ley. La libertad se vuelve un desafío exterior e interior para cada ser humano. De la misma manera en que trabajó el asunto de la injusticia al principio de la carta, acerca de la libertad parte de un ejemplo muy concreto que le sirve de modelo práctico: cuando una mujer enviuda, queda completamente libre de la voluntad de su esposo (Ro 7.1-2). La muerte de Cristo es eminentemente liberadora en este proceso de distanciación de la ley. En el v. 4 dice, literalmente, que gracias a ella es como si los redimidos por Cristo “cambiasen de dueño”. La ley ya no tiene control sobre la persona. Ese cambio de “dueño” es lo que posibilita dedicarse de otra manera a vivir, a dar un fruto distinto (4b). la función de la ley era notoriamente paradójica: “sólo servía para que deseáramos hacer más lo malo” (5a), lo que producía mayor alejamiento de Dios (5b), del Dios de la libertad plena. “Eso es para Pablo el problema de la libertad frente a la ley. Con eso comienza anunciando esta liberación (Ro.7.6)”,95 mediante tres énfasis bien definidos: a) “Pero ahora la ley ya no puede controlarnos”; b) “Es como si estuviéramos muertos. Somos libres, y podemos servir a Dios de manera distinta”; y c) “Ya no lo hacemos como antes, cuando obedecíamos la antigua ley, sino que ahora obedecemos al Espíritu Santo”. La libertad y la liberación integral obtenidas gracias a la mediación de Jesucristo ha puesto en su verdadera dimensión el papel de la ley, sin negar su lugar primordial, pero sin dejar de mostrar sus limitaciones intrínsecas. Franz Hinkelammert, La maldición que pesa sobre la ley. Las raíces del pensamiento crítico en Pablo de Tarso. 2ª ed. ampliada. San José, Arlekín, 2013, p. 92, Colección Virtual Franz Hinkelammert, http://coleccion.uca.edu.sv/franzhinkelammert/items/show/2200. 94 Ídem. Énfasis agregado. 95 Ibíd., pp. 92-93. 93
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Ahora, al liberarse del yugo de la ley, gracias a Cristo, la persona puede optar por el bien con absoluta capacidad de decisión, sin las amenazas de la ley, tal como enseñó y vivió el Señor Jesús y como lo expuso san Pablo: “Con eso vuelve a algo que ya había dicho en el primer capítulo: la verdad es aprisionada por la injusticia. Se trata ahora de que aquél que quiere vivir en la verdad, es aprisionado en la injusticia. Esta injusticia es vista ahora en el hecho de que la justicia es derivada del cumplimiento de la ley (de la ley escrita, por tanto, de la letra de la ley), e identificada con este cumplimiento”.96 Que lo bueno, el mandamiento, se transforme en causa de la muerte, ése es el gran problema “de la justicia a través del cumplimiento de la ley”. La libertad debe brillar por sí misma para desprenderse de los elementos negativos de la ley que, en sí misma, sigue siendo un recurso para limitar el pecado (7.9-14), aun cuando por el mismo pecado es tergiversada y conducida hacia propósitos perversos. La lucha contra el pecado no termina, por el contrario, la libertad y liberación integral en Cristo se vuelven los instrumentos para que ahora todos los “miembros” (méle, “partes”, “componentes”) de la persona renovada se ocupen de servir a la justicia (6.13). La libertad es un fruto insustituible de la obra de Jesucristo en la vida de las personas, pero debe ser trabajada y establecida claramente en la existencia humana, a fin de que no sirva como instrumento en cuyo nombre se perpetren nuevos crímenes, tal como puntualiza Hinkelammert: “La ley no permite matar, pero permite dejar morir y llevar a las personas a situaciones en las cuales están, aunque lentamente, condenadas a morir. Son víctimas de la libertad, porque la ley instrumentalizada por la codicia es considerada ley de la libertad. Y la libertad tiene que ofrecer sacrificios humanos para poder asegurar el bien de todos”.97 Por eso el apóstol continúa su reflexión en el capítulo y se pregunta por el sujeto de esta injusticia a través del cumplimiento de la ley (vv. 15-17) y su conclusión es digna de destacarse por separado, pues la forma en que el ser humano pecador busca la libertad, incluso aunque no pueda nombrarla: “Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!” (vv. 22-25). La respuesta aparecerá, íntegra y cabal, en el cap. 8, desde su inicio mismo: “…ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (RVR1960). El triunfo de la libertad por medio de Jesucristo es una de las grandes aportaciones de las cartas paulinas para la consolidación de la fe cristiana.
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Ibíd., p. 93. Ibíd., p. 105. 48
Octubre PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS: LECTURA LIBERADORA DE LA REFORMA PROTESTANTE (Lucas 4.18b) PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS: LECTURA LIBERADORA DE LA REFORMA PROTESTANTE 7 de octubre
Esto quiero de ti: que abras los ojos de los ciegos, que des libertad a los presos, y que hagas ver la luz a los que viven en tinieblas. ISAÍAS 42.7, Traducción en Lenguaje Actual
A
nte una nueva conmemoración, esta vez ya de 501 años de la Reforma Protestante, es bueno preguntarse por qué los énfasis más radicales de la misma con los que menos han trascendido en la historia de la iglesia y del pensamiento cristiano. Acaso se deba al hecho de que tales énfasis están ligados a los aspectos del Nuevo Testamento que mayores demandas le hacen a la fe, al testimonio y a la misión. Nos referimos al Sermón del Monte especialmente, el cual fue leído e interpretado por las comunidades anabautistas (o menonitas, como se les conocería más tarde) de manera casi lateral, al mismo tiempo que estos grupos de creyentes rechazaron cualquier forma de negociación con los poderes establecidos. Ciertamente, restan siete años para llegar a la fecha precisa en que la llamada “Reforma radical” apareció en el escenario religioso y político de su tiempo. La vida y obra de Thomas Müntzer y la oposición al liderazgo de Ulrich Zwinglio que tuvo lugar en Zürich, Suiza, definieron el perfil de estos movimientos, aun cuando muchas de las iglesias derivadas de los mismos asumieron el pacifismo como su bandera y reivindicación principal, derivado de una sólida lectura de las enseñanzas de Jesús en los cuatro evangelios. Todo ello está narrado con lujo de detalles en el magno volumen escrito por George H. Williams, La Reforma radical, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1983. De allí proceden estas palabras: “…los radicales, especialmente los anabaptistas, tomaron muy en serio la instrucción de Jesús (en el evangelio de San Lucas 12.11-12), depositaron su confianza en el Espíritu Santo para que éste pusiera en su boca, en momentos de crisis, las palabras que había que decir ante los tribunales ante los eclesiásticos inquisitoriales. Pero esta confianza no les impidió dedicarse intensamente al estudio de las Escrituras como preparación para el momento crucial” (p. 913). Pero los antecedentes de los énfasis liberadores del evangelio provienen directamente de los profetas del Antiguo Testamento, particularmente de diversas secciones de la segunda parte del libro de Isaías, caps. 40-55, en donde se perfila muy bien la figura de un “Siervo sufriente” cuya labor mediadora, crítica y renovadora no deja margen a dudas sobre la función que debía desempeñar el pueblo de Dios en la historia de su tiempo, con fuertes proyecciones hacia el futuro inmediato e incluso más allá. Los llamados “Cánticos del Siervo” son poemas o manifiestos que describen anticipadamente la acción de ese enviado divino como un “liberador” de todas las formas de opresión conocidas. A partir de la experiencia del éxodo antiguo, esos textos actualizan esa experiencia al confrontarla con los acontecimientos posteriores de la historia de Israel, sobre todo los relacionados con el fin de la monarquía, el exilio y las posibilidades del regreso a la tierra de Canaán. Situarse de una manera genuinamente liberadora ante ese contexto de crisis y esperanza era el gran desafío de los creyentes de la época. Se trataba de descubrir los nuevos elementos esperanzadores para cambiar la situación desde la raíz misma del problema: la ausencia de libertad para decidir sobre su destino. Nada menos. La forma en que los aspectos liberadores de la profecía bíblica fueron asumidos por los autores del Nuevo Testamento pasa directamente de por la interpretación de Jesús como el Siervo Sufriente y fue reforzada por el 49
episodio de la lectura de Isaías 61 en Lucas 4. Esta bifurcación permite relacionar el mensaje de los Cánticos con la manera en que Jesús se apropió del pasaje de Isaías. Si en el caso de los primeros, Jesús vino a encarnar en plenitud la labor que originalmente estaba destinada para todo el pueblo, en el caso del cap. 61 no queda la menor duda de que se aplicó a sí mismo la tarea liberadora del enigmático personaje que habla ahí. En ambos casos, los textos apuntan hacia el regreso y la reconstrucción del pueblo, lo que se avizoraba como un trabajo sumamente complejo, especialmente al momento de confrontarse con los imperios de turno. Llama mucho la atención que en Isaías 41.2-5 se hable de una forma tan alentadora del rey medo-persa Ciro, quien es presentado como un auténtico verdugo en nombre de Yahvé. En ese capítulo, una auténtica cascada de promesas a favor de Israel, se prepara el camino para el anuncio del Siervo de Yahvé, quien hará un trabajo liberador pleno al servicio de los oprimidos. Este siervo se concentrará en la defensa de los débiles “Al contrario, fortalecerá a los débiles/ y hará que reine la justicia” (42.3b). Su labor consiste en “establecer la justicia en la tierra” (v. 4a) y en hacer universales las enseñanzas de Dios (4b). Será una luz que ilumine a todas las naciones (6b), tal como lo resume Samuel Pagán: La misión del Siervo de implantar la justicia pone de relieve un componente prioritario del mensaje deuteroisaiano y subraya decididamente un aspecto protagónico en la enseñanza bíblica. que un poema biográfico o autobiográfico, este primer Cántico presenta el fundamento misionero de las personas que desean contribuir a la paz: la misión del Siervo desafía a las personas de bien a que trabajen para la implantación de la justicia, que ciertamente no es una tarea hipotética ni una labor teórica; alude, en efecto, al establecimiento real de las estructuras sociales, políticas, educativas y espirituales necesarias para el disfrute pleno de la vida.98
Se trata de actuar radicalmente en medio de las enormes carencias sociales, es decir, de implantar un “programa restaurador que afirme los valores y principios” basados en la voluntad bienhechora de Dios para todos los seres humanos. Inmediatamente se anuncia el conjunto de acciones liberadoras que llevará a cabo: “Esto quiero de ti:/ a) que abras los ojos de los ciegos, / b) que des libertad a los presos, / y c) que hagas ver la luz/ a los que viven en tinieblas” (7).
S. Pagán, Experimentado en quebrantos. Estudio en los Cánticos del Siervo del Señor. Nashville, Abingdon Press, 2000, p. 86. 98
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LA EXPLOSIÓN ESPIRITUAL REFORMADA: RESCATE DE LA FE Y LA LIBERTAD 14 de octubre
Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. Debido a nuestra fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar de privilegio inmerecido en el cual ahora permanecemos, y esperamos con confianza y alegría participar de la gloria de Dios. ROMANOS 5.1-2, Nueva Traducción Viviente
C
uando uno se acerca a las múltiples definiciones de reforma religiosa que existen, llama la atención que pocas de ellas se refieren a la vida personal de los creyentes, pues en la mayor parte se refieren a la religión y la política. Se echan mucho de menos las referencias a la espiritualidad y a la teología, así como a la recuperación del individuo como sujeto de la fe y de la vida de la iglesia. Porque justamente ése es uno de los desafíos para cada creyente “reformado”: que de sus propios labios brote una expresión firme y consecuente de la realidad de la reforma religiosa y espiritual en su vida. Los reformadores del siglo XVI, incluso los radicales, asumieron como un gran redescubrimiento el rescate de la doctrina de la justificación, precisamente aquella que, en palabras de San Pablo, es la única que puede proporcionar alegría a cada ser humano que es declarado justo por la gracia de Dios en Jesucristo. Con ella se superan todas las condenas, todos los juicios, toda la ira de Dios. Si el mismo apóstol definió con inusual energía lo que son los seres humanos mientras no sean justificados (“hijos de la ira”, Efesios 2.3b), también proyectó la realidad de la justificación, de la rehabilitación, de la declaración de justicia como la razón de mayor alegría para vivir en este mundo. Ésa es la gran afirmación de la fe reformada, hoy y siempre: Cuando en enero de 1990, la teóloga presbiteriana Elsa Tamez defendió su tesis doctoral (primera en conseguirlo en esa denominación en México) en la Universidad de Lausana bajo el tema: Contra toda condena: la justificación por la fe desde los excluidos, fue posible ser testigos del feliz encuentro entre el mayor aporte de la teología protestante y la teología de la liberación latinoamericana, puesto que la supuesta extranjería de la primera en nuestro subcontinente había sido uno de los mayores obstáculos para comprender el impacto del rescate de la fe y la libertad que la Reforma Protestante había llevado a cabo. A su vez, la teología latinoamericana, que a pasos agigantados se había ganado un lugar en el concierto de la cristiandad mundial, al afirmar la primacía de los sujetos marginados y excluidos, recibió la aportación de la Reforma, específicamente, al recuperarse el lugar de la persona, del individuo libre y justificado que es capaz de decidir por sí mismo cuál es su lugar delante de Dios, de la iglesia y del mundo. Así lo lo expresa Tamez en las grandes líneas de su tesis (en la que rastrea esta doctrina en seis cartas paulinas): la justificación es una reafirmación de la vida, primero, porque a) incluye a los excluidos en el pueblo de Dios, b) permite hacer conciencia de la ausencia de la justicia verdadera en el mundo, c) da seguridad a las comunidades al anunciar la revelación de la justicia de Dios para beneficio de todos, y d) apela a una fuerza superior en el ser humano que tiene fe para hacer frente al mundo injusto. Además, forjará nuevas formas de solidaridad y, al ser sujetos de la historia como poder de la justificación por la fe que hace trasgredir la ley, permitirá afirmar la libertad del Dios soberano frente a los ídolos que esclavizan. Ella lo resume así: El estudio de la justificación por la fe desde esta perspectiva nos llevó a asumirla como afirmación de la vida concreta de todos los seres humanos. La revelación de la justicia de Dios y su actualización en la justificación proclaman y ejecutan la buena nueva del derecho a la vida de lodos. Se trata de la vida concedida en la justificación como un don inalienable porque procede de la solidaridad de Dios con los excluidos, en Jesucristo. Vida digna que hace de los seres humanos sujetos de su historia. Dios justifica (hace y declara justo) al ser humano para que transforme su mundo injusto que le excluye, le mata y le deshumaniza.99 99
E. Tamez, Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos. San José, DEI-SBL, 1991, pp. 16-17. 51
Si a las personas pobres de América Latina, además de la carga social y económica que llevan, se les agrega la de la culpabilidad y la ira de Dios (que aparece al menos 4 veces en la carta a los Romanos: 1.18, 2.5, 9.22 y 12.19) como realidad permanente para sus vidas, éstas dejan de ser vistas como espacios y oportunidades para experimentar la gracia de Dios. La triada ira de Dios-gracia-justificación fue reinterpretada por la Reforma para mostrar a los seres humanos la posibilidad de ser protagonistas, primero, de sus propias vidas, más allá de las imposiciones y la pertenencia al edificio de la Cristiandad, y luego de un encuentro salvador con Dios por medio de Jesucristo, eso explica la afirmación categórica del mayor resultado de la justificación para la existencia humana: la paz con Dios (Ro 5.1a): Pablo deja al pueblo judío como su interlocutor imaginario y se dirige ahora a la comunidad cristiana que es tal por haber recibido la justificación —salvación— por la fe. Va a explicar en qué consiste esta “justificación” que poseemos como don gratuito de Dios por Jesucristo. ¿Qué significa, pues, para el apóstol, vivir como “justos” o, para usar nuestro lenguaje corriente, como “cristianos”? Pablo comienza su exposición con un “ahora”, como situando todo lo que va a decir en el presente de nuestra vida diaria. Primero: es la “paz”, pero en el sentido que la entiende el apóstol, tanto desde su cultura bíblica como desde su fe en Jesús resucitado. “Estar en paz con Dios” es el “bienestar” del que goza el que es amigo de Dios. No se trata, sin más, de un bienestar psicológico o simplemente humano. Va más allá. Es la posesión y el goce de la persona misma del amigo como riqueza propia (Biblia de Nuestro Pueblo).
Con ello comienza una larga cadena de bendición que puede ser experimentada como algo palpable y visible en la mentalidad cristiana más auténtica: la “entrada a la gracia” (2a), la percepción de su grandiosa realidad en nuestra vida es enorme motivo de alegría. A continuación, sigue la esperanza (2b), “hermana y compañera de la paz. Es la promesa, prenda y garantía de un futuro de gloria y de resurrección igual al de Jesucristo que Dios nos tiene preparado. Y así, el estado de ‘paz’ de que gozamos ahora se desdobla en ‘esperanza’” (Biblia de Nuestro Pueblo). “Con la paz y la esperanza el cristiano no esquiva ni evade las adversidades y sufrimientos de la vida presente, ya sean los propios de la condición humana o los acarreados por el seguimiento de Cristo, sino que los asume con responsabilidad, paciencia y aguante sabiendo que, al final, el poder de la vida triunfará sobre los poderes de la muerte” (Ídem). Todo ello va a permitir afrontar las pruebas y dificultades con una enorme resistencia (3) con una “paciencia militante” (J. Míguez Bonino) que reforzará la esperanza (4) y permitirá comprender a cabalidad la extensión del amor de Dios hacia los pecadores (5-8). Así ya no los alcanzará la irá y se conseguirá la reconciliación con Dios (9-11). No otra fue la comprensión de Thomas Müntzer acerca del cambio impulsado por Dios en esos tiempos tan convulsos: La mística se encuentra en el centro de su teología. La lectura de Tauler, discípulo del Maestro Eckhart, supuso un cambio fundamental en su vida, que algunos califican de “conversión”. La experiencia mística es, para él, la conciencia de vaciamiento y abandono total del ser humano en las manos de Dios, más aún, la identificación entre Dios y el ser humano. Pero un abandono que no es pasividad, ni se queda en la esfera intimista, sino que se traduce políticamente en la lucha contra los poderosos y los vicios sociales provocados por ellos. Es el Espíritu, al que llama “nuestro maestro interior”, el que actúa directamente en el creyente sin mediaciones jerárquicas. Así, el cristianismo verdadero es el cristianismo del Espíritu.100
Juan José Tamayo, “La Reforma radical: Thomas Müntzer”, en Lupa Protestante, 8 de diciembre de 2017, www.lupaprotestante.com/blog/thomas-muntzer/ 100
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Noviembre “PROCLAMAR EL AÑO AGRADABLE DEL SEÑOR”: LA VIDA QUE DIOS OFRECE LA VIDA DE DIOS EN EL MUNDO (Colosenses 2.6-15) 11 de noviembre Antes, ustedes estaban muertos, pues eran pecadores y no formaban parte del pueblo de Dios. Pero ahora Dios les ha dado vida junto con Cristo, y les ha perdonado todos sus pecados. COLOSENSES 2.13, Traducción en lenguaje Actual
L
a carta a los Colosenses, una comunidad que se encontraba entre Éfeso y Galacia, muy cerca de Laodicea, es un resumen magnífico de la forma en que Dios a través de la cruz y resurrección de Jesús comparte su vida con el mundo. Es un sólido documento cristológico (1.15-20). Sin olvidar la manera en que Él como creador y sustentador de todo lo que existe, sostiene y mantiene la vida, biológicamente hablando, el apóstol Pablo explora brillantemente las relaciones entre la muerte y resurrección de Jesucristo con la vida de los seres humanos. La carta trasluce también una fuerte preocupación por alertar a la comunidad de Colosas acerca de algunas especulaciones de “filosofía”, como la llama en 2.8, filosofía que está sustentada en los “elementos del mundo” y no en Cristo: “Tengan cuidado. No presten atención a los que quieren engañarlos con ideas y razonamientos [“filosofías”] que parecen contener sabiduría, pero que sólo son enseñanzas humanas. Esa gente obedece a los espíritus poderosos de este mundo, y no a Cristo”. Los adversarios a los que alude la carta son, también, “poderes y potestades” (2.10, 15) e incluso “ángeles” (2.18) que al parecer quieren competir por la fe de la comunidad. El apóstol habla, al comienzo del capítulo 2, de que vive una intensa lucha, un fuerte conflicto, con tal de que las dos comunidades, Colosas y Laodicea, se mantengan en la fe (2.1-5). En este capítulo, explica el comentario de la Biblia de Nuestro Pueblo: “Estamos ante una de las más bellas descripciones de la vida cristiana que encontramos en la literatura paulina, en la que nos va a decir en qué consiste ‘el sustento y la cohesión’ que vienen de Cristo, cabeza de la Iglesia”. La exhortación es muy clara: es preciso mantenerse firmes en la fe en Cristo, “arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe”, además de hacer continuamente buenas obras (2.6-7). Y en ese momento apunta hacia la prevención por la posible fascinación producida por las ideas y razonamientos humanos que pueden distraerlos de la fe en Cristo, quien es el señor de todos los poderes y el fundamento supremo de la comunidad de fe (10).101 Los rudimentos anteriores (circuncisión, 11) han sido superados por él y se hallan en un segundo término. Y en ese punto aflora la construcción teológica paulina sobre lo acontecido en Cristo para la salvación humana sin dejar de incorporar algunos elementos que forman parte de la crítica ideológica que hace el apóstol. Es un proceso sacramental que se desdobla en acciones existenciales que impactan toda la vida de los/as creyentes: a) Un sacramento visible de acceso a la salvación (“credenciales de pertenencia”): “Cuando ustedes fueron bautizados, fueron sepultados con Cristo” (12a). b) La obtención de la vida de Dios en cristo: “Y resucitaron con él, porque confiaron en el poder de Dios” (12b). c) Cronológicamente, el pasado era totalmente adverso para ellos en términos de la historia de salvación: “Antes, ustedes estaban muertos, pues eran pecadores y no formaban parte del pueblo de Dios” (13a). d) El logro mayor de Dios se aplica para una amnistía total: “Pero ahora Dios les ha dado vida junto con Cristo, y les ha perdonado todos sus pecados” (13b). e) Se liquida y supera la relación con la ley antigua: “La ley escrita estaba en contra de nosotros, pero Dios le puso fin por medio de la muerte de Cristo en la cruz” (14). 101
Eduard Schweizer, La carta los Colosenses. Salamanca, Sígueme, 1987 (Biblioteca de estudios bíblicos, 58) p. 118. 53
f)
Nueva visión de todo lo que sucedió en la cruz de Jesús: “Lo que pasó Dios les quitó el poder a los espíritus que tienen autoridad…” (15a). g) Lo que verdaderamente aconteció, desde la perspectiva divina: “…y por medio de Cristo los humilló delante de todos, al pasearlos como prisioneros en su desfile victorioso” (15b). Este gran despliegue de imaginación teológica cubre globalmente cualquier fisura que posibilite la “seducción pseudofilosófica” que pretenda apartarlos de la fe en Jesús de Nazaret. Los blinda, por decirlo así, para entrar a un estado de gracia y de comprensión de estas verdades reveladas sobre la dinámica de la salvación (o una especie de ordo salutis, “orden de salvación”, que aparece en otros lugares paulinos como Romanos 8.29-20, por ejemplo).102 “La carta niega, pues, a la filosofía, su origen divino; la tradición humana contrasta con el ‘misterio de Dios’ que ya el v. 2 interpretó en sentido estrictamente cristológico. El contenido de esa filosofía es humanoprofano: una doctrina sobre los ‘elementos’ y no sobre ‘Cristo’”.103 La exhibición pública de los poderes materiales y cósmicos es una afirmación política del apóstol que proyecta lo sucedido en la cruz a niveles que nadie había alcanzado hasta ese momento. Los vv. 16-23 muestran las consecuencias derivadas de ese orden de salvación cósmica, política y espiritual en la vida cotidiana dentro de la exigente sociedad imperial romana. “Primero, sin embargo, vuelve de nuevo sobre el tema que tenía fascinados a los creyentes de Colosas, es decir, a la amalgama de ridículas prácticas ascéticas, prohibiciones, ritos y creencias esotéricas a las que llama “preceptos y enseñanzas humanas” (2.22) y que se presentaban como salvaciones paralelas” (Biblia de Nuestro Pueblo, énfasis agregado). “La amonestación no puede ser más realista (2.21), pues de todo ello ha sido ya liberado el creyente al recibir el bautismo, que ha significado una ruptura total, una muerte “a los poderes del mundo” (2.20), frase con la que el apóstol resume semejante insensatez”. “Haber ya muerto y resucitado con Cristo debe convertir al creyente en una persona con los pies bien plantados en la sociedad para transformarla con su compromiso y testimonio. Dicho de otra manera: es la tarea de hacer “presente” en este mundo el “futuro de la nueva humanidad” a la que Dios nos ha destinado en Cristo” (BNP). La vida de Dios es entregada al mundo en la experiencia soteriológica de los creyentes para que transmitirla a la totalidad de la humanidad que debe ser receptáculo de esa vida en toda su plenitud.
Cf. Pedro Lima Vasconcellos, “Colosenses y Efesios. Desdoblamientos de la tradición paulina”, en RIBLA, Quito, RECUDEI, núm. 55, 2006/3, pp. 19-20, www.archive.org. 103 E. Schweizer, op. cit., p. 120. 102
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LA PLENITUD DE VIDA ANUNCIADA POR JESUCRISTO (Colosenses 2.16-23) 25 de noviembre
Cristo le da a la iglesia todo lo que necesita, y une a todos sus miembros de acuerdo con el plan de Dios. COLOSENSES 2.19b, Traducción en Lenguaje Actual
E
l lenguaje de la carta a los Colosenses da testimonio de una profunda preocupación por el contacto de la comunidad con las ideologías sincréticas que se habían introducido en ella. El apóstol Pablo, a la distancia, enfrentó ese asunto muy a su manera: exhortando a los creyentes a discernirlas crítica y adecuadamente para mantenerse firmes en la fe que habían recibido. La descripción que hace en 2.16-18 es elocuente al máximo en su propósito de redondear sus observaciones para describir sus fallas concretas y la manera en que podían poner en riesgo su fe: primeramente, aparece el recuerdo de los judaizantes que los critican por determinadas comidas o bebidas que hacían (16a) o por no celebrar determinadas fiestas (luna nueva o sábado, 16b). la primera parte del v. 17 es contundente al calificar el sentido de las mismas: “sombra engañosa de lo que estaba por venir”, de manera muy similar a algunas expresiones de la Epístola a los Hebreos. La segunda parte del versículo es directa también: “Lo real y verdadero es Cristo”. Desde esa plataforma cristológica, el autor se va a referir al culto a los ángeles (18a), una práctica que retomaba elementos de ciertos desarrollos judíos. Todo ello entraba en un contexto que requería explicaciones y análisis más minuciosos: El papel de los ángeles, guardianes de la Ley, procede de ciertas concepciones judías [en relación con las “Potencias”, “principados y potestades”, RVR], pero aquí resulta extraña la importancia que se da a su papel en el cosmos: ¿no aparecen aquí como los rectores de los cuatro elementos: tierra, agua, aire, fuego (cf. Filón, De Spec. Legibus 11, 255), a partir de los cuales la filosofía de aquella época explicaba la formación del mundo? Al afirmar con energía que Cristo es el único Artífice de la creación (1.15s), Pablo se opone a las especulaciones sobre los intermediarios entre el Dios supremo y el mundo. Observemos que la epístola no utiliza más que una vez el término eón (1,26), característico de los sistemas gnósticos del siglo 11, e incluso lo hace en un sentido banal: desde las “generaciones” (1.26).104
Mucha gente creía que las “Potencias” cósmicas (arjás, exousías, kosmokrátoras, Ef 6.12; Col 2.15) dirigían el destino humano, por lo que debían ser honradas mediante un culto que el apóstol denunció como supersticioso y atentatorio contra la única mediación de Cristo. Pero: “Al evocar las Potencias, Pablo pensaba en las energías que se manifiestan en el mundo, energías cósmicas y destino, autoridades políticas necesarias, pero a menudo tiránicas, fuerzas instintivas y oscuras que dirigen el comportamiento de los hombres”.105 Hoy hablamos de ideologías que producen “estructuras de pecado”, o de corrupción, como en nuestro medio presente (el caso de Perú, con cinco expresidentes en la cárcel o sujetos a juicio, es enormemente aleccionador). “El mensaje del Nuevo Testamento no recae sobre el análisis de las leyes que dirigen el cosmos y el devenir de las sociedades: es un mensaje de liberación en Cristo. Contra todos los fatalismos que provocan el pesimismo y el desánimo, Pablo no cesa de decirnos que Cristo nos ha liberado de toda servidumbre, de la servidumbre del destino y de la servidumbre de la Ley, y que nos ha abierto el camino real de la agapé”.106 Ese camino es el de la vida anunciada, compartida y otorgada por el Señor a su pueblo. Quienes adoraban a los ángeles participaban en los llamados “cultos de misterios”: el verbo embateuein (2.18, “entrando en cosas”), traducido a veces por “preferir” o por “sumergirse en”, significa en sentido propio “pisar el umbral” de un santuario y se usaba en ese tipo de religiones. Asimismo, haría alusión a la visión que se concedía Edouard Cothenet, Las cartas a los colosenses y a los efesios. Estella, Verbo Divino, 1994 (Cuadernos bíblicos, 82), pp 78, http://mercaba.org/SANLUIS/CUADERNOS_BIBLICOS/082%20Las%20cartas%20a%20los%20Colosenses%20y%20a%20l os%20Efesios%20(EDOUARD%20COTHENET).pdf. 105 Ibíd., p. 27. 106 Ídem. 104
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a los neófitos en los ritos de iniciación. Por otro lado, estaban las personas que decían tener visiones, pero que, en realidad, mentían y, además, los hacía ser soberbios o sentirse superiores (18b). Esa actitud los distanciaba automáticamente de Jesucristo, jefe y cabeza de la iglesia (Ef 4.15s) y su razón de ser (19a). La afirmación siguiente resume completamente la fuente de poder y de vida de la iglesia. “Cristo le da a la iglesia todo lo que necesita, y une a todos sus miembros de acuerdo con el plan de Dios” (19b, “nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios”, RVR1960). Esas personas no están unidas a Cristo, quien gobierna su iglesia, la fortalece permanentemente y le proporciona cohesión y sustento (19). Finalmente, la experiencia de contacto directo con Cristo (“unidos a él por su muerte en la cruz”, 20a) ha liberado a los creyentes de cualquier forma de esclavitud “a los espíritus que gobiernan este mundo” (20b, “rudimentos”, RVR1960; “principios”, RVC; “elementos”, BJ). Por el bautismo hemos muerto con Cristo no solamente al pecado, sino a todos esos reglamentos que no tienen más que una apariencia de devoción. Después de tres ejemplos: “No tomes; no gustes; no toques”, Pablo alude a una palabra de Isaías (29.13), que representa un gran papel en la controversia a propósito de la pureza ritual: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí; es inútil que me rindan culto, pues las doctrinas que enseñan no son más que preceptos humanos” (cf. Mr 7.6s y Mt 15.9). La alusión a Isaías cobra más interés aún si se piensa que Col no contiene ninguna cita directa de la Escritura más que ésta. […] Es verdad que hemos resucitado con Cristo, pero tenemos que hacernos (de hecho) lo que somos (de derecho). Aunque la antítesis vida/muerte sea una constante en Pablo (por ejemplo, Rom 6.4; 1 Cor 15.21; 2 Cor 2.16; 4.11s; etcétera), presenta aquí una forma especial, ya que el mismo Cristo es considerado como la vida. 107
Comportarse como si aún se siguiese bajo el dominio de esas fuerzas es algo inaceptable, sobre todo porque ahora la comunidad es portadora de la nueva vida obtenida en Cristo. Su validez es relativa o secundaria, pero lo primordial ahora es la obediencia al Señor, o mejor aún, experimentar continuamente las bendiciones de vida que Él ha obtenido para su pueblo. Se trata de caminar en ellas para alcanzar la plenitud de vida prometida.
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Ibíd., pp. 30-31. Énfasis original. 56
Diciembre JESÚS DE NAZARET, MANIFESTACIÓN PLENA DEL REINO DE DIOS (Lucas 4.20-27) JESÚS DE NAZARET, MANIFESTACIÓN PLENA DEL REINO DE DIOS EN EL MUNDO 2 de diciembre
Jesús cerró el libro, lo devolvió al encargado y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga se quedaron mirándolo. Entonces Jesús les dijo: “Hoy se ha cumplido ante ustedes esto que he leído”. LUCAS 4.20-21, Traducción en Lenguaje Actual
U
n par de volúmenes del autor estadunidense Jack Dean Kingsbury, especialista en los evangelios, muestra, desde su título, buena parte de las dimensiones de lo acontecido con la presencia de Jesús en su manifestación plena del Reino de Dios en el mundo. Conflicto en Marcos y Conflicto en Lucas son los títulos de ambos,108 lo que da a entender cómo, en medio de la narración positiva de los evangelistas, surgen a cada paso situaciones conflictivas a causa de la profunda oposición entre “el vino nuevo” del Reino y los “odres viejos”, caducos, del mundo (Mr 2.21-22; Lc 5.33-39). Un nuevo régimen no puede ser contenido por estructuras antiguas, superadas, que deben cambiar radicalmente. Y si esto vale, incluso cuando se habla de cambios de régimen político, cuanto más lo será para la enorme tensión que existe entre el Reino de Dios, la máxima realidad anunciada por Dios, y el mundo material, transitorio, sujeto a una gran variedad de condicionamientos y coyunturas. Esa metáfora, la del vino nuevo, expresa muy bien la dificultad de colocar la novedad absoluta de Dios entre la cotidianidad de injusticia de la vida humana, estructurada alrededor de criterios sociales, políticos y económicos contrarios a la iniciativa divina de instaurar relaciones equitativas en todos los espacios humanos. Otra frase muy famosa es: “A los suyos vino y los suyos no le recibieron…” (Jn 1.12) coincide plenamente con la perspectiva de Mateo, en la que Jesús es abiertamente rechazado por los judíos en conjunto. En Lucas se presenta “el conflicto socio-religioso que genera la persona de Jesús, en tres frentes: la recepción de su mensaje en sus propios discípulos, la reacción del pueblo judío y sobre todo el conflicto con las autoridades —judías y paganas— que conducen a la muerte (y resurrección) del personaje central, el Nazareno”.109 Es importante tener en cuenta que aquí, según la narración de Lucas, que “el Espíritu Santo y la Palabra son la chispa que enciende el fuego de la misión de Jesús. Pero Lucas no se queda sólo en la importancia de la Palabra que adquiere en Jesús esas características de concreción y cumplimiento; hay otros aspectos que siempre estarán presentes en la vida de Jesús y que Lucas pone en esta primera escena del ministerio público: el rechazo a Jesús y a su palabra” (Biblia de Nuestro Pueblo). Podría decirse que Jesús tomó por sorpresa a los parroquianos de Nazaret cuando, luego de leer el rollo de Isaías 61 afirmó, sobre sí mismo, que en ese momento estaba alcanzando cumplimiento la profecía. Según Kingsbury, con ese pronunciamiento, Jesús enfáticamente invitó al pueblo a reconocerlo como Mesías y a sumarse a su causa, algo que estuvo muy lejos de suceder. El rechazo de que fue objeto comenzó siendo simpatía y admiración (4.22) pero que se transformó en clara hostilidad suscitada por la duda sobre su persona: “¿No es éste el hijo de José?”, y sobre su poder (23). El conflicto aumentó al momento de que Jesús recordó los milagros hechos en Capernaum, lo que inmediatamente encendió los celos de los nazarenos (23b). Ése fue el momento en que pronunció las palabras: “Pero les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propio pueblo” (24) que terminó por disminuir drásticamente las posibilidades de una buena recepción y, literalmente, volteó a su auditorio en su contra, especialmente cuando agregó dos relatos J.D. Kingsbury, Conflicto en Marcos: Jesús, autoridades, discípulos. Córdoba, El Almendro, 1989 (En torno al Nuevo Testamento, 10) y Conflicto en Lucas: Jesús, autoridades, discípulos. Córdoba, El Almendro, 1992 (En torno al Nuevo Testamento, 15). Cf., del mexicano Carlos Bravo Gallardo, Jesús, hombre en conflicto. El relato de Marcos en América Latina. México, Centro de Reflexión Teológica, 1986, y Santander, Sal Terrae, 1986 (Presencia teológica, 30). 109 Antonio Piñero, “Conflicto en Lucas. Jesús, autoridades, discípulos”, en Tendencias 21, 30 de marzo de 2010, www.tendencias21.net/crist/Conflicto-en-Lucas-Jesus-autoridades-discipulos-138_a435.html. 108
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antiguos sobre la actuación de Dios fuera de Israel: Elías y la viuda de Sarepta (Sidón) y Eliseo con Naamán, general del ejército sirio (25-26). “Los dos ejemplos proféticos ofrecidos por Jesús ilustran que ‘Dios ama al extranjero’ (Dt 10.18) y que la elección de un pueblo no da a éste el derecho de controlar a Dios, sus enviados y sus beneficios, excluyendo a los otros”.110 Sus paisanos intentan eliminarlo (28s), lo cual da pie a Jesús para dejar claro que, si ellos rechazan su propuesta y su misión, de todos modos, otros, que no son israelitas, estarán dispuestos a aceptarlo; para ello se vale de la evocación de Elías y de Eliseo que realizaron signos divinos entre paganos y lograron mejores frutos. “Jesús es mucho más que un enviado de Dios, puesto que tiene como programa actuar en favor de los pobres, lo que suscita a la vez adhesión y rechazo, como todos los profetas. Las gentes de Nazaret habrían podido formar parte de los «testigos oculares» mencionados por Lucas en su prefacio. En todo caso, cada lector puede actuar de modo que la Palabra de Dios, escrita en el AT (como Isaías) o en el NT (como Lucas), ‘se cumpla hoy’ mediante su compromiso con el programa de Jesús”.111 Jesús es portador, representante y manifestación viva del Reino de Dios en el mundo, de ahí las dificultades tan grandes que hay para recibirlo como tal. Ése es el sentido de la temporada de Adviento: la preparación espiritual integral para ser capaces de recibirlo en el mundo contradictorio con todas sus implicaciones, esperanzas y juicio de por medio.
Yves Saoot, Evangelio de Jesucristo según san Lucas. Estella, Navarra, 2007 (Cuadernos bíblicos, 137), p. 30, www.mercaba.org/SANLUIS/CUADERNOS_BIBLICOS/137%20Evangelio%20de%20Jesucristo%20seg%C3%BAn%20San %20Lucas%20(YVES%20SAOUT).pdf. 111 Ídem. 110
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LAS ARMAS DE LA LUZ, ARMAS DE DIOS EN EL MUNDO (Romanos 13.8-14) 9 de diciembre
¡Ya casi llega el momento! Así que dejemos de pecar, porque pecar es como vivir en la oscuridad. Hagamos el bien, que es como vivir en la luz. Traducción en Lenguaje Actual La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Reina-Valera Revisión 1960 La noche está avanzada, el día a punto de llegar. Así que renunciemos a las obras de las tinieblas y equipémonos con las armas de la luz. La Palabra (Hispanoamérica) ROMANOS 13.12
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a gran metáfora de la luz divina, luz que brota de las profundidades del ser de Dios, es una realidad extraordinaria al momento de anunciar y celebrar la venida de su Hijo al mundo. Luz que viene a iluminar los resquicios más impresentables de la vida humana y que viene a enjuiciarla con su transparencia cegadora y aleccionadora (18 veces referida en el Cuarto Evangelio): Dios “se puso a escuchar/ el solo de la luz”, o “el Ser que mirándose a Sí mismo/ mira en todo cuerpo y en toda cosa/ la sonrisa infinita de la luz”,112 como ha escrito el poeta mexicano Homero Aridjis (1940). Más allá de mitos y de fechas exactas, el gran suceso de la encarnación de Dios en el mundo fue el que hizo referirse al “misterio y milagro de la Navidad” al teólogo reformado suizo Karl Barth (1886-1968) y exclamar: En el acontecimiento que es la encarnación de Dios, no hay nada que no sea hecho bueno; lo que todavía falta, no será jamás otra cosa que el descubrimiento de ese hecho. Y es que nosotros no existimos en medio de una situación problemática, sino que existimos por el mismo Dios que tuvo misericordia de nosotros aun antes de que viniésemos a este mundo. Aunque sea verdad que existimos en contradicción con ese Dios y viviendo no sólo lejos de Él, sino también en enemistad con El, todavía es más cierto que Dios había preparado la reconciliación antes de que empezásemos la lucha en contra suya.113
La manifestación mayúscula de Dios al mundo en la persona de su Hijo fue la toma de partido más abierta en favor de la humanidad para instalar la presencia de su luz en el mundo (“De la Palabra nace la vida, y la Palabra, que es la vida, es también nuestra luz”, Juan 1.4), a contracorriente de la decisión humana de favorecer a la oscuridad (3.19), a las tinieblas que todo lo oscurecen y lo vuelven opaco, injusto, ajeno a la voluntad del Señor. Estamos, pues, ante el misterio enunciado y celebrado también por el propio Barth: “la humanidad de Dios” (primero de sus Ensayos teológicos traducidos al castellano en y en donde afirma enfáticamente: “La humanidad de Dios, bien entendida, ha de significar la relación y donación de Dios al hombre; Dios que le habla con promesas y preceptos; el ser, la presencia y la acción de Dios en favor del hombre; la comunión que Dios mantiene con él; la libre gracia de Dios, por la cual no quiere ser ni es otra cosa que el Dios del hombre”.114), algo querido y ansiado por la Divinidad. El Adviento mereció, en Barth, todo un estudio teológico de lo que es: los entretelones profundos del advenimiento, de la entrada física y material de Dios al mundo en la persona de su Hijo. Que es a lo que el teólogo suizo denominó “el mensaje central”: “Ese lugar extraordinario es justamente la prueba de que no existe nada sobrehumano, de que no hay posibilidad humana alguna de convertirse en divino, ninguna aptitud en el hombre de hacerse mediador entre Dios y él. La única mediación es la gracia de Dios que acepta al hombre. Si
H. Aridjis, “La infinita melancolía de Dios”, en La poesía llama. México, FCE, 2018. La Gaceta del FCE, agosto de 2018, p. 3: “El hombre, huérfano de Dios, pedazo de miedo/ rodeado de nada, ciego bajo la luz, no puede concebir / el Cuerpo incesantemente creándose a sí mismo”. 113 K. Barth, “El misterio y el milagro de la Navidad”, en Bosquejo de dogmática, trad. de M. Gutiérrez Marín, p. 47. También: Santander, Sal Terrae, 2005 (Presencia teológica, 108). 114 K. Barth, “La humanidad de Dios”, en Ensayos teológicos. Barcelona, Herder, 1978, p. 9. 112
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María, en toda su persona, es un testimonio de lo extraordinario de Dios, es para significar que eso extraordinario es misericordia de Dios que acepta al hombre”.115 Esa humanidad, en un momento dado de la historia humana, vino a quebrarla y a otorgarle un sentido que fue expresado de diversas maneras por el Nuevo Testamento, sea en la excitada anunciación del ángel a María en Lucas, en los cánticos angelicales a los pastores en Mateo o en la sólida concentración cristológica de Juan, el teólogo. Pablo, el apóstol, no se queda atrás y recurre a la imagen de la antigua luz del Génesis (con cerca de 400 menciones en toda la Biblia, y convertida en auténtica arma o armadura) para hablar de la manera en que los creyentes, reflejo de la intención divina por develar todas las cosas y sacarlas de la oscuridad endémica, deben comportarse en un mundo que se caracteriza por los tratos oscuros y a espaldas de la verdad, de la misma forma que el Maestro aseveró que sus discípulos en el mundo son ya la luz que ha de cuestionar y enjuiciar todo lo que sea injusto en medio de éste (Mt 5.14-16). Como dice Barth, en el artículo sobre Poncio Pilato: “Este aspecto tiene toda la vida política a la luz del Reino de Dios que se acerca: todo está a punto de derrumbarse, todo aparece vencido y confundido de antemano. Esto es un lado de la cuestión: Este mundo al cual ha venido Cristo es iluminado por El poniéndose así de manifiesto toda su fragilidad”.116 Unos y otros intentaron aprehender y expresar de la mejor manera el hecho de que la luz divina, ya presente en el mundo desde la venida de Jesucristo, debe hacerse visible en la vida de los redimidos, hombres y mujeres que “ya andan en la luz” y están revestidos de ella. Pablo termina su exhortación sobre la conducta del cristiano otorgándole “toda la urgencia de quien está viviendo los últimos días de la historia” (Biblia de Nuestro Pueblo). “La conducta del cristiano es un dinamismo que empuja hacia la victoria futura y definitiva que vendrá con la ‘parusía’ o ‘día del Señor’”. Pues bien, Pablo insiste en “que la noche está avanzada, el día se acerca” (Ro 13.12) y que, por tanto, “es hora de despertar, de despojarse de corrupciones nocturnas, de vestirse para el día y para la luz, y de prepararse para la batalla”, para el conflicto con las fuerzas de la oscuridad. Esta dualidad coloca a los creyentes en estado de alerta máxima, pues las situaciones concretas, cotidianas, deben estar completamente cubiertas: desde “no deber nada a nadie” (v. 8), amar a los demás como lo exige la ley (8b), defender la vida, la legalidad y no dejarse someter por los malos deseos (9-10). Esa actitud de cumplir plenamente con todas las obligaciones y responsabilidades diarias capacita a quien es guiado por la fe en Jesús de Nazaret para pensar y acometer “cosas mayores” hacia las que el apóstol llama la atención en el v. 11a: “Estamos viviendo tiempos muy importantes, y ustedes han vivido como si estuvieran dormidos. ¡Ya es hora de que despierten!”. Dejar de pecar, dejar de vivir como predomina en el mundo (12a), es la premisa ineludible para adquirir la mirada superior” de la fe. Se trata de que “todo el tiempo andemos a plena luz del día” (13). Aquí la imagen se quiebra apuntando a lo inexpresable: el atuendo de combate y la armadura del cristiano será el mismo que venció a la muerte: “revístanse del Señor Jesucristo” (14), esto es, “déjense proteger por la Luz Absoluta que es el Señor Jesucristo”. Con esas armas de luz quiere el Señor Dios instalar su Reino en este mundo: “También estas posibilidades, las posibilidades celestiales y eternas existen para ellos [los amados de Dios]. Existe la gran posibilidad positiva de dejarse ‘revestir’ con las armas defensivas y ofensivas contra el mal que sólo Dios puede dar, con el Señor Jesucristo mismo”.117 Porque, finalmente, nosotros, su pueblo, somos sus armas en este mundo de oscuridad e injusticia.
K. Barth, “El mensaje central”, en Adviento. Madrid, Studium, 1970, p. 29. K. Barth, Bosquejo de dogmática, p. 75. 117 K. Barth, Carta a los Romanos. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1998, p. 576. 115 116
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DIOS NACE EN UN PESEBRE (Lucas 2.8-20) 23 de diciembre ¡Su Salvador acaba de nacer en Belén! ¡Es el Mesías, el Señor! Lo reconocerán porque está durmiendo en un pesebre, envuelto en pañales. LUCAS 2.11-12, TLA
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isterio, milagro, acontecimiento, llámese como se quiera, pero lo cierto es que el nacimiento de Jesús de Nazaret está rodeado de un halo de polémicas y conjeturas. Desde la conexión de lo sucedido en Belén de Judea con las festividades del nacimiento del Sol en el ámbito grecorromano hasta la comparación con otros dioses humanizados en otras religiones,118 su persona continúa en el centro de diversas discusiones. Tal como lo explica hoy el historiador católico franco-mexicano Jean Meyer: “Anterior a las decisiones cronológicas de los dos césares, se había formado entre los cristianos la tradición de celebrar, en los primeros días de enero, o sea poco después del solsticio, las tres manifestaciones de Cristo en su naturaleza humana: nacimiento, adoración de los reyes magos, bautismo en el río Jordán. Fue en Roma, después de la decisión de Constantino, que se empezó a celebrar la navidad el día 25. San Juan Crisóstomo adoptó esa fecha en Antioquía, de ahí pasó a Constantinopla; Jerusalén y Alejandría tardaron hasta [el] 430”. Los relatos “navideños” de los Evangelios, especialmente el de Lucas, han avivado siempre la imaginación de los creyentes al celebrar lo acontecido en ese lugar. Lucas, especialmente, redactó un conjunto narrativo pletórico de detalles significativos: desde el marco político concreto del imperialismo romano en sus dos niveles de gobierno (2.1-2) hasta las dificultades de traslado del matrimonio de María y José para cumplir con las exigencias burocráticas del momento (2.3-5), y lo sucedido ya en Belén, pomposamente llamada la “Ciudad de David” (6-7). Los cambios de escenario de Lucas, quien se mueve en la historia que investigó como pez en el agua, son fundamentales en el proyecto de recuperación de los entretelones de la historia de la encarnación del Hijo de Dios en el mundo, nada menos que eso: de los espacios de máximo poder y, luego, la cotidianidad de una familia galilea, sin olvidar los trabajos de gente como los pastores (8), hasta llegar a la esfera celestial de donde vendrá, como una auténtica teofanía, la explicación de todo lo extraordinario que estaba sucediendo (9-12), además del fragmento de la liturgia cósmica que pudieron escuchar aquellos (13-14) y de su reacción inmediata para ir a conocer al recién nacido y unirse a la alegría de la pareja (16-17), sin dejar fuera el testimonio que dieron a otros (18). La conclusión se ocupa de la intimidad de María (19) y del regreso de los pastores a su trabajo, aunque ya con otra perspectiva (20). Lo verdaderamente importante para Lucas y su comunidad “es que en un punto de la historia, del tiempo y del espacio, se verifica un nacimiento muy particular: el del Mesías” (Biblia de Nuestro Pueblo). Para él, eran muy importantes las circunstancias materiales en que nació Jesús, pues se trató “de un acto supremo de la voluntad divina”, pues así había querido Dios que se desarrollara este acontecimiento. La intervención de los mensajeros celestes es totalmente explicativa: anunciaron de forma exclusiva el nacimiento de Jesús de Nazaret, quien fue presentado como “Salvador”, “Mesías” y “Señor” (v. 11) en una sola manifestación. Lucas consigue contrastar la grandiosidad del hecho con la humildad del pesebre y no duda en asumir una postura completamente paradójica al afirmar, refiriéndose al niño que ostentaba esos tres títulos: “Lo reconocerán porque está durmiendo en un pesebre, envuelto en pañales” (12). El Hijo de Dios, Dios mismo, nació en un pesebre, vaya dilema, contradicción y profunda enseñanza teológica. Dios-pesebre-Mesías-salvación, una extrema combinación de contrarios en una Cf. Jean Meyer, “El Paraíso tiene un nombre”, en El Universal, 23 de diciembre de 2018, www.eluniversal.com.mx/articulo/jean-meyer/nacion/el-paraiso-tiene-un-nombre: “En el año 274 de nuestra era, el emperador Aureliano decretó celebrar en esa fecha la fiesta de clausura de las Saturnales y la nombró Natalis Solis Invicti. En el año 336, Constantino hizo coincidir la esta del sol invencible con la del nacimiento de Mitra, divinidad oriental en una gruta y de Cristo, también en una gruta; y en el pesebre —no olvidar el pesebre—, entre el burro y el buey. Ahí está la mujer, la madre, el infante”. 118
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sola imagen convertida en ícono absoluto de la fe cristiana.119 “Éste es el mensaje central de la Navidad. Lo demás es ornamentación, aderezo, mitos de oropeles, leyendas decorativas, acicalamiento del Evangelio”.120 Ésa es la esencia del nombre simbólico del Mesías: Emmanuel, Dios con nosotros, a nuestro lado, en nuestra circunstancia, en nuestra piel, en nuestra necesidad y en nuestra carencia llevada al colmo. Podemos concluir con las palabras de dos pensadores cristianos acerca del pesebre, esa realidad inevitable que apareció en el centro del acontecimiento máximo de la historia y que fue el lugar de la revelación suprema del Hijo de Dios en su entrada al mundo: ¡Sí, gracias sean dadas a Dios por ese lugar oscuro, por ese pesebre, por ese establo presente también en nuestra vida! Ahí abajo lo necesitamos, y precisamente ahí puede también él necesitarnos a cada uno de nosotros. Ahí somos para él precisamente los justos. Ahí tan sólo aguarda a que lo veamos, lo reconozcamos, creamos en él y lo amemos. Ahí nos saluda. Ahí no tenemos ya más remedio que saludarlo a nuestra vez y darle la bienvenida. ¡No nos avergoncemos de estar ahí abajo, tan cerca del buey y del asno! Precisamente ahí los sujeta a ellos bien fuerte junto con todos nosotros.121 El nacimiento hace que “quisiéramos volver allá, a ese lugar donde las cosas son siempre así, bañadas por una luz antiquísima y, al mismo tiempo, acabada de nacer. Nosotros también somos de allá. […] Estamos encantados… Adivinamos que somos de otro mundo” [Octavio Paz, El arco y la lira]. Dentro de nosotros hay un nacimiento. En el pesebre duerme un niño. El nombre de ese niño es el nuestro. En nosotros duerme el Niño Dios.122
Cf. R. Alves, “El Nacimiento”, en Si pudiera vivir mi vida de nuevo. México, Dabar, pp. 138-143. El texto original (“O presépio”) puede leerse en Folha de São Paulo, 23 de diciembre de 2008, www1.folha.uol.com.br/fsp/cotidian/ff2312200804.htm. 120 J.A. Monroy, “Dios con nosotros” (I), en Protestante Digital, 22 de diciembre de 2017, http://protestantedigital.com/blogs/43678/dios_con_nosotros_i. 121 K. Barth, “Navidad”, en Instantes. Textos para la reflexión escogidos por Eberhard Busch. Santander, Sal Terrae, 2005 (El Pozo de Siquem, 171), p. 40. 122 R. Alves, “El Nacimiento”, p. 143. 119
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LA HUMANIDAD DE DIOS, UNA REALIDAD DE GRACIA Y AMOR (Mt 2.1-6) 24 de diciembre
Tú, Belén, eres importante entre los pueblos de Judá. De ti nacerá un príncipe, que guiará a mi pueblo Israel. MATEO 2.6, TLA Sería la divinidad falsa de un falso Dios, si en ella no encontrásemos inmediatamente su humanidad. Esas falsas divinidades han sido ridiculizadas en Jesucristo de una vez para siempre. En él se ha decidido de una vez para siempre que Dios no está sin el hombre. […] En el espejo de esta humanidad de Jesucristo se nos revela la humanidad de Dios inherente a su divinidad. Pues Dios es así.123 KARL BARTH
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a muy militarizada Belén de hoy fue el escenario del encuentro permanente entre la eternidad de Dios y la extrema pequeñez de lo humano. Una pequeña ciudad palestina de 27 mil habitantes, situada a sólo 9 km de Jerusalén, y cuya población está dividida por partes iguales entre musulmanes y cristianos, tiene tras de sí uno de los episodios más celebrados y, al mismo tiempo, incomprendidos de la historia. Cuna del rey David, era el lugar señalado por la profecía de Miqueas para el nacimiento del Mesías, lo que según el Cuarto Evangelio (7.41-42) entraba en contradicción con su trasfondo galileo. Allí, como lo narra Mateo, aconteció la intervención divina para hacer nacer a ese personaje enigmático, pero sin duda muy esperado, que vendría a cambiar el rumbo de la historia espiritual de su tiempo. Los hechos extraordinarios que se fueron sucediendo desde lo narrado en el capítulo 1 de su evangelio, desembocaron en el nacimiento de Jesús en Belén, aun cuando este autor no explica la razón para el traslado a Belén, acaso por su interés en demostrar el cumplimiento de las profecías. Descarta, además, referirse al nivel más alto de poder en su época y se concentra en la figura del falso rey Herodes como la contraparte que intentó oponerse al avance de las acciones divinas. El conflicto con ese poder local empezó desde muy temprano y este gobernante trató de eliminar al personaje simbólico que podía encarnar las ansias de liberación del pueblo oprimido por Roma: “El caudillo que va a nacer será pastor del pueblo de Dios”.124 Todo ello en línea directa con el mensaje de Miqueas: “El Señor va a suscitar un nuevo rey mesiánico, del que el profeta subraya los orígenes humildes (Belén, el más pequeño de los clanes de Judá), el entronque dinástico con David (orígenes antiguos, días de antaño), el pastoreo según el Señor (con la fuerza del Señor, en su nombre), su carácter pacificador (reunión de los dispersos, vida segura y tranquila, nombre del rey esperado: él mismo será la paz) y su actividad liberadora (el será quien nos libre de Asiria)”.125 La historia de los astrólogos orientales va en ese sentido y muestra la estrategia con que había de desarrollarse el mesianismo de Jesús: a la guerra de baja intensidad de Herodes, se opuso una exposición semiclandestina para forjar un grupo de seguidores. Nada más contradictorio y opuesto que, por un lado, ese lacayo del imperio persiguiendo a un niño y, por el otro, el designio divino por alcanzar plenamente la humanidad para vivir una existencia de servicio y dignificación: Dios no precisa de inhumanidad alguna para ser verdaderamente Dios. Una divinidad en la cual y con la cual no nos acogiera también inmediatamente su humanidad sería la divinidad falsa de un falso dios. En Jesucristo quedan escarnecidas de una vez para siempre tales divinidades falsas. En él queda decidido de una vez para siempre que Dios no es sin los seres humanos. Lo cual significa que Dios tenga necesidad del ser humano para, como interlocutor suyo, ser verdaderamente Dios. No tiene por qué estar a favor del ser humano; incluso cabe pensar que debería estar K. Barth, “La humanidad de Dios”, en Ensayos teológicos. Barcelona, Herder, 1978, pp. 20-21, 22. J. Mateos y F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid, Cristiandad, 1981, p. 27. 125 Pedro Jaramillo Rivas, “Miqueas”, en Comentario al Antiguo testamento. II. Madrid, La Casa de la Biblia, 1997, p. 350. 123 124
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más bien en su contra. Pero éste es el misterio en el que él nos acoge en la existencia de Jesucristo: en su libertad, no quiere estar en contra del ser humano, sino a su favor —de hecho, quiere ser interlocutor compasivo y salvador todopoderoso del ser humano—.126
Dios, viniendo desde su eternidad, en un viaje perturbador e incomprensible, y un poderoso que trama crímenes para asegurar su posición y la de sus jefes: “La Navidad remite a un hecho absolutamente misterioso, escandaloso, contradictorio y abrumador, como puede representar la encarnación de Dios. Cuerpo frágil que sufrirá desde sus primeros días la persecución del Imperio y el flagelo de la migración. Dolores que aún hoy seguimos cargando como humanidad, y cada día con mayor intensidad” (Nicolás Panotto, Facebook). Por la voluntad de hacerse humano, Dios emprendió una verdadera revolución al interior de sí mismo, pues hacer reunir lo eterno, lo sagrado en una persona humana, para, a partir de allí, establecer un Reino de equidad y justicia, impactaría la historia y la vida humana como no había sucedido nunca antes. Ese enorme misterio y desafío para la fe lo intentaron explicar los apóstoles desde el Nuevo Testamento y de esa búsqueda proceden algunas de las definiciones bíblico-doctrinales que permanecen hasta hoy, como la afirmación paulina del vaciamiento (kénosis) en Filipenses 2.7, o la identidad de Dios mismo con el Logos de origen griego en el prólogo del Cuarto Evangelio. Lo visible, en el portal de Belén, escondía un misterio mayúsculo: La encarnación de Dios en lo humano, la fusión de Dios con la humanidad, es tan seria y de tan serias consecuencias, que no se limita al ser humano que fue históricamente Jesús de Nazaret. La encarnación de Dios en Jesús, la ‘kénosis’ de Dios encarnado y humanizado, es tan radical, que el hecho más sobrecogedor es que Dios se identifica con todo ser humano. […] …mediante su encarnación en Jesús, Dios se ha identificado y se ha fundido con lo más básicamente humano, con lo más elementalmente humano, con lo que por eso mismo es común a todos los seres humanos sin distinción posible. Dicho en otras palabras: Dios se ha encarnado y se ha identificado con lo que es común a todos los seres humanos sin distinción alguna.127
La humanidad de Dios es una realidad de gracia y amor que funciona como presupuesto total para acercarse a la fe cristiana en profundidad y percibirlo a Él desde su ofrecimiento de salvación plena y comprometida con todo lo que somos: “En la humanidad de Jesús se refleja la esencia de Dios mismo. […] Y precisamente en la humanidad de Jesús se realiza y se anuncia en el mundo como amor eterno”.128 Ésta es la realidad suprema del acto libre del Creador para hacerse uno con la criatura y así, unido a él desde lo más entrañable, hablar a su corazón para darle vida y dignidad absolutas. Si las fuerzas opuestas se ensañan y pretenden obstaculizar la realización del plan divino, existe la certeza de que Él actuará también para disiparlas y derrotarlas completamente: ni Herodes, ni el Imperio, ni los religiosos profesionales pudieron impedir que la verdadera alegría por el nacimiento del Mesías oculto, pero verdadero, se extendiese entre el pueblo y marginado. Exactamente igual como sucede hoy, pues ...al Dios de Jesús sólo se le encuentra en lo que puede representar un esclavo en el presente orden establecido, o sea en este mundo. Lo cual es la renuncia total a toda condición sagrada, a todo privilegio y a toda distinción. Por tanto, en la medida en que nos acercamos a esta forma de estar en el mundo y nos ponemos de parte de cuantos viven en ella, en esa misma medida nos acercamos a Dios. Andan, por tanto, desconcertados, perdidos y extraviados, todos los que (por más que sean sacerdotes, obispos o papas) pretenden aparecer en este mundo como “representantes” de un Dios que ya no puede ser representado nada más que en el vacío y el despojo de los últimos, “los nadies” de este mundo.129
K. Barth, “Su humanidad”, en Instantes. Textos para la reflexión escogidos por Eberhard Busch. Santander, Sal Terrae, 2005 (El Pozo de Siquem, 171), p. 34. Énfasis agregado. 127 José M. Castillo, La humanización de Dios. Ensayo de cristología. Madrid, Trotta, 2009, pp. 138, 139. Énfasis original. 128 K. Barth, “Su compasión”, en Instantes, pp. 35-36. 129 José M. Castillo, “La humanidad de Dios”, en https://jfpont.files.wordpress.com/2011/05/la_humanidad_de_dios-jose-macastillo.pdf, p. 15. 126
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EL SEÑOR NOS HA ACOMPAÑADO HASTA AQUÍ (Salmo 135) 31 de diciembre
Ha acompañado siempre a su pueblo, lo ha acompañado en su lucha contra los opresores. Alentó al pueblo con su Espíritu, lo hizo fuerte contra la esclavitud.130 SALMO 135.8-9, TLA
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os grandes recuentos históricos de la historia del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento son recorridos, a veces muy detallados, por la memoria espiritual, social y política. Los salmos 44, 78 y 136 son ejemplos de esos recuentos en los que, paso a paso, el pueblo afirma la intervención de Dios en su historia colectiva. En cada uno de ellos se combina el esfuerzo interpretativo de los acontecimientos con la forma en que la fe comunitaria pudo tener un avance en relación con lo acontecido en el pasado. Es posible comparar el inicio de cada uno para apreciar el énfasis con que se acercan a una nueva reconstrucción de los hechos, incluso si éstos se repiten al momento de cantar y celebrar las acciones divinas. Así, el 44 comienza con una reflexión desde una generación diferente que valora los sucesos históricos en otra época: “Dios mío, / nuestros padres nos han contado / las grandes maravillas / que tú hiciste en el pasado.” (44.1); el 78 se sitúa en la perspectiva didáctica para aprender de la historia y de la ley de Yahvé: “Dios fijó una ley permanente / para su pueblo Israel, / y a nuestros abuelos les ordenó / instruir en ella a sus hijos” (78.5); el 136 es una antífona que celebra la intervención de Dios a cada paso de la historia con un sonoro “¡Porque para siempre es su misericordia!”. La estructura del salmo 135 es muy clara: a) vv. 1-4, exhortación/invitación a la alabanza; b) vv. 5-7, afirmación de la superioridad de Yahvé; c) vv. 8-12, recuerdo de la liberación de Egipto; d) vv. 13-18, reflexión sobre el apoyo divino y crítica de la idolatría; y e) vv. 19-21, exhortación para bendecir y obedecer al Señor. La primera parte, en la paráfrasis oracional de M. Regal Ledo, subraya el esfuerzo de Dios por acompañar siempre a su pueblo y a toda la humanidad (…el Señor ha acompañado al pueblo de Israel, / como hace con todos los pueblos”, v. 4). La segunda parte subraya que Dios es incomparable, como creador de todas las cosas y dueño soberano de lo creado (“Todo lo que quiere el Señor / lo hace en el cielo y en la tierra, / en el mar y en los abismos”, v. 6). En la tercera, los vv. 8 y 9, anclados en la experiencia de la liberación de la esclavitud, son expandidos hacia una experiencia más universal, aplicable a todo creyente en la historia: “Ha acompañado siempre a su pueblo, / lo ha acompañado en su lucha contra los opresores. / Alentó al pueblo con su Espíritu, / lo hizo fuerte contra la esclavitud”. El verbo acompañar es fundamental en el Antiguo Testamento, desde los momentos en que Moisés sintió la necesidad de asegurar la cercanía de Dios. El diálogo entre ambos es ejemplar: “Dios le contestó: —Yo mismo voy a acompañarte y te haré estar tranquilo. Moisés le dijo: —Si no vas a acompañarnos, no nos pidas que salgamos de aquí. Acompáñanos, y seremos diferentes de los otros pueblos de esta tierra. ¿Cómo van a saber los israelitas que tú confías en mí, si no vienes con nosotros? Dios le respondió: —Está bien, voy a acompañarlos, porque realmente te amo y confío en ti” (Éx 33.14-17). Levítico (26.11-12) y Deuteronomio (6.15-16) hablan de ese acompañamiento como parte de las promesas de la alianza. El profeta Hageo (2.5) también lo recuerda: “Cuando ustedes salieron de Egipto, yo les prometí que los acompañaría; y así ha sido siempre: ¡mi espíritu los acompaña! Por eso, no tengan miedo”. “El Salmo 135 es un cántico de la comunidad que adora y alaba. Pero lo más característico del salmo es el claro contraste: Yahvé ha demostrado en grandes hazañas su poder y su gracia, mientras que los dioses —como obras que son de manos de hombre— revelan su impotencia. En todo ello se trata supremamente de la verdadera y recta confianza (v. 18)”.131 Manuel Regal Ledo, Los Salmos hoy. Versión oracional a la luz del Evangelio. Bilbao, Desclée de Brouwer, 2015. Hans-Joachim Kraus, Los Salmos. Salmos 60-150. II. Salamanca, Sígueme, 1995 (Biblioteca de estudios bíblicos, 54), p. 727. 130 131
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