Libro del Evangelio - Capítulo 3

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MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO Estudio 3 “Y les dijo: Así está escrito, que el Mesías padecería y se levantaría de entre los muertos al tercer día”. Lucas 24:46

INTRODUCCIÓN Sabemos que el Señor Jesucristo es Dios, que se hizo hombre y que tuvo que morir como humano en una cruz para pagar la muerte de Adán. Hace parte del Evangelio del Señor Jesucristo, que Él murió en una cruz, pero ¿Por qué tenía que ser una muerte de cruz?, ¿por qué no podía ser de otra manera?. Por la muerte del Señor Jesucristo y por su resurrección hemos sido librados de la muerte, de la ira de Dios y de la maldición, siendo salvados del poder del pecado y del poder de Satanás. Quien no cree a Dios lo que Él ha dicho, está bajo la autoridad de Satanás.

MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL SEÑOR JESUCRISTO

Fe en Jesucristo = Salvación

Produce

Obras de Fe

En el tiempo de la muerte del Señor Jesucristo, era muy usual para los romanos matar por envenenamiento, apedreamiento o en la cruz, siendo esta última la utilizada para condenar a muerte a los conspiradores, los sediciosos y los que atacaban al César o al Imperio Romano. La forma de dar muerte más habitual entre los judíos, era matar lanzando piedras. En los Evangelios se relata los hechos cuando los judíos trataron de matar al Señor Jesucristo lanzándole piedras y no lo lograron porque el Señor Jesucristo no lo permitió; Él sabía que venía a la tierra a morir en una cruz. Juan 10:31-39: “Los judíos alzaron otra vez piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: Muchas buenas obras del Padre os he mostrado, ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos: por buena obra no te apedreamos, sino por blasfemia, y porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes llegó la

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palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: blasfemas, porque dije: Soy Hijo de Dios?. Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis, y sigáis conociendo, que el Padre está en mí y Yo en el Padre. Procuraron otra vez prenderlo, pero escapó de sus manos”. Para la época, la raza humana había inventado con anterioridad la muerte de cruz (palabra del latín, traduciéndola del griego: madero) y muchas formas de cruces y de crucifixión: con los brazos hacia arriba, los pies extendidos, la espalda doblada, la cabeza hacia abajo y la forma de X, entre otras. Desde la antigüedad, los caldeos, griegos y fenicios ya habían crucificado en diferentes formas y llamaban genéricamente “colgar en un madero”. En la crucifixión como forma de castigo, se utilizaba la expresión: “lo colgaron en un madero”. Se decía que había muerto crucificado, diferente a ahorcado. Al ahorcado lo llamaban también colgado de un madero o de un árbol con una soga al cuello; lo mismo al crucificado lo llamaban colgado, ya sea de un árbol, de un madero o de una estaca pero sin soga en el cuello. En griego la palabra cruz no existe; éstos utilizaban para los crucificados o ahorcados la palabra madero que en griego es, “stauros”. ¿Por qué el Señor Jesucristo necesariamente tenía que morir en una cruz?. En Deuteronomio 21:23 dice: “Su cadáver no pasará la noche en el árbol. Sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por ’Elohim (Dios) es el colgado, y no has de contaminar la tierra que YHVH (Yo Soy) tu Dios te da en posesión”. Si nos remontamos a aquella época, era maldito por Dios el crucificado sin importar la causa. Dios Padre en Deuteronomio no aclara la causa por la cual se crucificaba, sólo dice que era maldito por Dios el colgado en un madero. Desde que Adán y Eva pecaron, se le avisó al ser humano el plan de Salvación. Este plan de Salvación viene siendo revelado desde Génesis. Adán por haber desobedecido a Dios fue maldito por Dios, por lo tanto como todo ser humano desciende de Adan nace “maldito por Dios”. La Salvación, es un “bien estar”; la maldición de Dios, es un mal estar. En Deuteronomio se observa que Dios Padre dice: “Maldito por Dios es el colgado”, estaba determinando la muerte del Señor Jesucristo. Gálatas 3:13 dice: “El Mesías nos libertó de la maldición de La Ley, hecho maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”. En diferentes partes de La Biblia se explica porqué al Señor Jesucristo lo crucificaron en esa época bajo el Imperio Romano. Era una muerte ejemplar, por rebeldía ante el emperador Romano porque la acusación era: ser Rey de los judíos y no había otro rey sino el César y con esto se lograba que la gente temiera y respetara al César. La muerte de cruz implicaba todo un ritual y se les aplicaba a los condenados de esta muerte, especialmente a los revoltosos que estaban en contra del César. Para los Judíos era degradante ser crucificado en un madero debido a la maldición 3


de parte de Dios, los judíos evitaban crucificar, el que lo hacía era el Imperio Romano. Todo aquel que era crucificado en un madero (ya colgado o ahorcado), recibía la maldición de Dios. Si al Señor Jesucristo lo hubieran matado los judíos, éstos no lo hubieran crucificado, lo habrían matado lanzándole piedras porque todo blasfemo moría apedreado. De haber sido así con la muerte del Señor Jesucristo se habrían pagado nuestros pecados y estaríamos en paz con Dios por la muerte del Señor Jesucristo porque esa muerte, de este Dios hecho hombre era válida para pagar lo que nosotros debíamos. Sin embargo, esa muerte no nos hubiera quitado la maldición de parte de Dios, con la cual habíamos nacido. Todos los seres humanos por descender de Adán no solamente hemos nacido muertos y pecadores sino que también hemos nacido malditos por Dios. Adán y Eva fueron malditos por haber quebrantado un punto de La Ley y desobedecido a Dios. Gálatas 3:10 dice: “Porque todos los que son de las obras de La Ley están bajo maldición. Porque está escrito: Maldito todo el que no permanece en todas las cosas que han sido escritas en el libro de La Ley, para hacerlas”.

Todo ser humano nace maldito por Dios. Dios había dado su Ley desde un comienzo; en el momento de la creación del hombre, inmediatamente les dio mandamientos; éstos son el cordón umbilical que nos mantiene unidos a Dios para transmitirnos la vida, el obedecerlo a Él, es vida y la paga del pecado, desobedecer a Dios, es muerte. Sabemos que desde la creación de Adán y Eva, Dios los manda a fructificar, multiplicarse, llenar la tierra y sojuzgarla pero también a no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, a lo cual desobedecieron, pecando y quebrantando La Ley de Dios. Por esta desobediencia, Adán y Eva murieron inmediatamente y perdieron el contacto con Dios, que está vivo. Por ejemplo: un muerto no se acerca al vivo, es el vivo quien puede acercarse al muerto, por eso Dios se ha acercado al ser humano para darle vida y para que el ser humano, se pueda relacionar con Él. Adán tenía tanta vida al ser creado que pasaron 930 años hasta llegar a ver la expresión de la muerte física en la que había caído por la desobediencia a Dios. Generacionalmente para nosotros, la permanencia sobre la tierra está disminuyendo porque ya estamos agotando las reservas, los rastros de vida que teníamos. Día a día aumenta la manifestación del pecado y de la muerte física. La raza humana está más alejada de la vida que recibió cuando fue creada y al aumentar el pecado se acelera la manifestación de nuestra muerte, por lo cual cada generación dura menos años sobre la tierra. Génesis 2:17: “Pero del árbol

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del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él, porque el día que comas de él, ciertamente morirás”. Cada generación permanece menos tiempo en la tierra a pesar de los avances científicos, posiblemente la próxima generación ya no alcance a los 70 años como está sucediendo en estos tiempos. Continuando, tenemos que la muerte por sí misma no nos salva de la maldición pues todo hombre nace maldito por Dios, por esto irremediablemente el Señor Jesucristo tenía que morir en una cruz para redimirnos y quitarnos la maldición. ¿Y cómo nos quitó el Señor Jesucristo la maldición?. El Señor Jesucristo por haber muerto colgado en un madero (crucificado), fue maldito por Dios pero sin pecar porque Él no desobedeció y sin delito de muerte. La cruz es sitio y señal de maldición. Los que se hacen la señal de cruz como creencia en el Señor Jesucristo, están haciéndose maldición. Por eso el Señor Jesucristo no dejó que lo mataran lanzándole piedras ni en una pelea, Él tenía que morir en una cruz. Quien planeó la muerte del Señor Jesucristo fue Dios Padre y aconsejó (incitó) a los judíos para que lo mataran. Hechos 2: 22-23 dice: “Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con maravillas y prodigios y señales milagrosas, que Dios hizo por medio de Él entre vosotros, como también vosotros sabéis; a éste, entregado por el determinado designio y anticipado conocimiento de Dios, matasteis por mano de inicuos, crucificándolo”. Dios utilizó a los judíos para salvarnos, sacrificando a su pueblo por nuestra salvación. Fueron los judíos quienes entregaron al Señor Jesucristo a Pilato por no poder condenar a muerte a uno de los suyos, ya que estaban bajo la dominación Romana. En la época del Imperio Romano, matar algún varón de los súbditos de dicho Imperio, era considerado como un delito atroz porque dejaba de pagar impuestos a Roma de los cuales vivía el César, por lo tanto ninguno de los pueblos dominados, ni sus gobernantes (reyes) podían tomar la decisión de asesinar a alguien sin una justa causa, la cual era traición al César; habían otras formas de castigo para los otros delitos como: cárcel, latigazos y quitarle las propiedades. Por esta razón, se dirigieron a Poncio Pilato para decirle que el Señor Jesucristo afirmaba que Él era el Rey de los Judíos. En Mateo 27:11-14 se detalla: “Jesús fue llevado delante del procurador, y el procurador le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús dijo: Tú lo dices. Y al ser acusado por los principales sacerdotes y los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dice: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?. Pero no le respondió ni una palabra, hasta el punto que el procurador se asombró en gran manera”.

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Los judíos tenían una autoridad limitada, su pueblo era gobernado por un Herodes con permiso del César, el Emperador Romano. El Imperio Romano cuando dominaba a los pueblos no los expulsaba de sus tierras, los dejaba allí mismo, respetándoles sus dioses y sus templos, hasta al Dios de los Judíos le mantuvo el templo. Cuando un judío iba a sacrificar un cordero debía ser el más gordo y hermoso de la manada. Al quererlo comprar a los cambistas en el templo, éstos les entregaban corderos enfermos para el sacrificio, por eso fue que el Señor Jesucristo echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, enojándolos a tal punto que fueron ellos los que solicitaron su muerte, afirmando que Jesucristo se decía hijo de Dios y que hacía milagros. Poncio Pilato estaba en Jerusalén como gobernador militar, en tiempos en que los judíos estaban celebrando la pascua (la pascua judía es la celebración de la salida de Egipto) y todos tenían que ir al templo a celebrarla. El Imperio Romano sabía de la existencia del Mesías y del Rey de los judíos. A Israel lo gobernaron varios de la casa o linaje Herodiano pero eran diferentes personas; Herodes Agripa era diferente a Herodes Antipas, uno de estos Herodes mandó a matar a todos los niños después de la visita de los magos (astrónomos), quienes estaban siguiendo una estrella que los guiaba hasta el Rey. Mateo 2:2: “ Diciendo: ¿Dónde está el que ha nacido Rey de los judíos?. Porque vimos su estrella en el oriente y vinimos a adorarlo”. Por esto, Pilato colocó en tres idiomas (griego, latín y hebreo) “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS”. Letrero que no fue del agrado de los judíos, quienes solicitaron uno nuevo y que dijera lo que Él dijo: “Soy Rey de los Judíos”, a lo que Pilato se negó por ser su carta de salvación ante el César Romano. Juan 19:19-22 dice: “Y Pilato escribió también un título y lo puso sobre la cruz; y estaba escrito: Jesús el nazareno, el Rey de los judíos. Muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y había sido escrito en hebreo, en latín y en griego. Dijeron por tanto los principales sacerdotes de los judíos a Pilato: No escribas: El Rey de los judíos, sino que él dijo: Soy rey de los judíos. Respondió Pilato: Lo que he escrito he escrito”. El Señor Jesucristo es Rey porque es de la casa de David. Israel siempre había tenido rey que los gobernara pero en la época del Señor Jesucristo los reyes los designaba el Imperio Romano, no Dios. Los Israelitas no pensaban que el Señor Jesucristo era Dios pues en el Antiguo Testamento, Dios hace énfasis en decir que Dios es uno y además que no es humano. Encontramos en Números 23:19: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo cumplirá?”.

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En Deuteronomio 6:4: “Oye, Israel: YHVH nuestro Dios, YHVH, uno es”. En el Salmo 50:7: “Oye, pueblo mío, y hablaré, Testificaré contra ti, Israel. Yo soy ’Elohim, el Dios tuyo”. En Isaías 44:6-8: “Así dice YHVH, Rey de Israel, Su Redentor, YHVH Sebaot (Dios de los ejércitos): Yo soy el Primero y Yo soy el Último; Fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién, como Yo, puede proclamarlo?. Que lo diga y lo exponga ante mí. ¡Sí!, que le anuncie las cosas venideras, Las que han de suceder como Yo lo he hecho desde que establecí el pueblo antiguo. No temáis ni os amedrentéis: ¿No te lo he anunciado y predicho?. Entonces vosotros sois mis testigos: ¿Hay Dios o Roca fuera de mí? No lo conozco”. A los judíos se les evangeliza mostrándoles que el Señor Jesucristo no es Hombre hecho Dios, sino Dios hecho Hombre. Para ellos era imposible que Dios fuera hombre y que un Hombre se hiciera pasar por Dios, era blasfemia y por eso mataron al Señor Jesucristo. Pilato fue una ficha de Dios, al igual que toda Roma y Judas Iscariote para que se llevara a cabo la muerte del Señor Jesucristo en la cruz, con todos los rituales que la crucifixión exigía. En Hechos 2:22-23 dice: “Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con maravillas y prodigios y señales milagrosas, que Dios hizo por medio de Él entre vosotros, como también vosotros sabéis; a éste, entregado por el determinado designio y anticipado conocimiento de Dios, matasteís por mano de inicuos, crucificándolo”. PROCESO DE CRUCIFIXIÓN •

Juicio por lo regular al traidor del César o del Imperio.

Azotado, casi siempre con un máximo de azotes de 40 menos uno, o sea 39, para destrozarle la espalda, pulmones y riñones, así acelerar la muerte.

El sentenciado debía cargar el madero pero el Señor Jesucristo no lo cargó porque cuando salían, hallaron a un hombre que obligaron a llevar la cruz; por lo tanto nunca se cayó. Marcos 15:21: “Y a uno que pasaba, a Simón cireneo, padre de Alejandro y Rufo, que venía del campo, lo obligan a llevar su cruz”.

Podría ser clavado, amarrado o colgado pero no ahorcado, es decir, la soga por el cuello; esto era diferente a ser crucificado.

Cuando se crucificaba, no se podía bajar a la persona de la cruz estando aún con vida; habían varios formas para lograr más rápido su muerte como: quebrar los huesos principalmente de las piernas; encender paja húmeda para asfixiarlo con el humo; cruzando con una lanza el corazón y de acuerdo con lo que salía de la herida, se determinaba si estaba muerto.

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Al final, el Señor Jesucristo murió colgado en la cruz (crucificado), desnudo y a la entrada de Jerusalén a fin de ridiculizarlo para que nadie lo siguiera como rey. Pero el Señor Jesucristo lo sabía y por ello no puso resistencia para morir, sino que más bien entregó su Espíritu. Juan 19:30: “Luego que Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado está. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”. Un amigo de Jesús llamado José de Arimatea, pidió el favor a Pilato que le dejara enterrar el cuerpo del Señor Jesucristo. A esa hora comenzaba la pascua, por lo que era necesario bajarlo de la cruz para que nadie viera el cadáver, de lo contrario quedarían inmundos (contaminados) para la celebración de la pascua y más si se trataba de un crucificado. Pilato tenía que dar permiso para bajar al Señor Jesucristo y a los dos ladrones que igualmente murieron crucificados al lado y lado del Señor y así evitar la sublevación del pueblo judío. Al estar muerto el Señor Jesucristo, los soldados deciden no quebrarle las piernas, como lo hacen con los dos ladrones y mas bien corroborar el hecho abriéndole el costado con una lanza, saliéndole al instante, agua y sangre. Juan 19:34;38: “Sino que uno de los soldados le abrió el costado con su lanza, y al instante salió sangre y agua… Después de estas cosas, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús (aunque en secreto por temor a los judíos), rogó a Pilato que le permitiera llevar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo permitió, y entonces fue y llevó su cuerpo”. José de Arimatea tenía un jardín especial y en él había construido una tumba para él y su familia (mausoleo) que no había sido usada (sin ningún cadáver), fue allí donde enterraron el cuerpo del Señor Jesucristo. Los judíos le avisaron a Pilato que el Señor Jesucristo había dicho que resucitaría, por lo cual debería colocar en la tumba la guardia militar para su vigilancia. Mateo 27:62-63: “Y al día siguiente, que es después de la Preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato, diciendo: Señor, recordamos que aquel impostor, estando aún vivo, dijo: Después de tres días, soy resucitado”. Después de la pascua, las mujeres fueron con especies aromáticas a la tumba para embalsamarlo pero la encontraron con la piedra de la entrada corrida y allí un ángel les informó que el Señor Jesucristo ya no se estaba en la tumba y que había resucitado. Marcos 16:1-6: “Pasado el sábado (día de reposo), Miriam de Magdala, Miriam la de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirlo. Muy de madrugada, en el primer día de la semana, llegan al sepulcro cuando ya había salido el sol, y se decían unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? (porque era demasiado grande). Pero cuando levantan la vista, observan que la piedra ha sido rodada. Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de una larga ropa blanca, y quedaron atónitas de espanto. Pero él les dice: No os atemoricéis. Buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado. No está aquí, ha resucitado: Ved el lugar donde lo pusieron”.

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Al Señor Jesucristo no lo mataron por decir la verdad, aunque Él no estaba mintiendo; esa no fue la razón para su muerte. Él era un judío que hacía milagros, hijo de un carpintero (artesano) y ellos esperaban un Mesías en forma de Rey que los liberara del dominio Romano. Mateo 26:63-64 dice: "Pero Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: ¡Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!. Jesús le dice: Tú lo has dicho. Y además, os digo: Desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo”. Los judíos consideraban una blasfemia cuando Jesús decía que Él iba a estar sentado al lado del trono del Padre como Dios, pensaban, es imposible que un hombre se convierta en Dios, lo cual es cierto. A alguien o a algo darle los atributos de Dios sin serlo, es una blasfemia. Los judíos sentenciaron a muerte al Señor Jesucristo por blasfemo y lo debían matar a piedras pero buscaron matarlo crucificado por intermedio de Pilato con la acusación que era el nuevo rey de los judíos en contra del César Romano, por lo cual Pilato tuvo que dar la orden de la crucifixión, de esta forma, aunque Pilato lo consideraba inocente, la presión de la acusación no podía pasarla por alto, de lo contrario sería considerado traidor al César. Por otro lado, los judíos al crucificarlo lograban que ellos, los judíos, no lo siguieran porque era un maldito por Dios. Al Señor Jesucristo le buscaron testigos que afirmaran que Él era un ladrón pero no los encontraron. El Señor Jesucristo expresó varias veces en diferentes tiempos que Él era Dios y los judíos por parte de Dios sabían que un hombre que se hiciere Dios era un blasfemo y debía morir. Pilato lo sentenció a muerte cuando los principales de los judíos lo acusaron, no de blasfemia porque eso no era delito para el Imperio Romano, sino de estar en contra del César, por manifestar ser Rey y el único rey aceptado por Roma, era el César. Al morir el Señor Jesucristo en la cruz, fue maldito por Dios porque Dios lo había dicho, la palabra de Dios se cumple y Él no hace acepción de personas. Era Dios hecho hombre que estaba muriendo colgado en un madero, a pesar de haber sido fiel a La Ley, de haber obedecido a Dios y nunca pecar. Es el único caso en el que un hombre por obedecer a Dios, recibe su maldición muriendo colgado en un madero, como parte de la inmensa justicia divina.

El Señor Jesucristo es Dios hecho hombre, murió por nuestros pecados y murió en una cruz. En la predicación del Evangelio no solamente debe hablarse que el Señor Jesucristo es Dios hecho hombre, debe decirse que el Señor Jesucristo murió por nuestros pecados y su muerte fue de cruz.

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Al Señor Jesucristo lo bajaron de la cruz muerto, murió colgado en un madero, fue maldito por Dios, no lo bajaron desmayado ni inconsciente, en la muerte de cruz no se podía. Después de la muerte del Señor Jesucristo hasta el día de hoy, han sido muchos los cristianos crucificados, no obstante, el Señor Jesucristo ya recibió la maldición por los pecados de ellos por haber sido crucificado (colgado en un madero). Con su muerte y resurrección los redimió y rescató. La palabra redimir es pagar por otro, un redentor es alguien que paga por otro. El Señor Jesucristo nos redimió, es nuestro Redentor de la maldición de Dios. Algunas religiones afirman que el agua bendita perdona los pecados y Dios dice que la paga del pecado es muerte; por lo tanto los pecados no se lavan con agua, sino con sangre (con muerte). El Señor Jesucristo, pagó (Redentor) porque siendo un NO pecador, murió por nuestros pecados. En Gálatas 3:13 dice: “El Mesías nos libertó de la maldición de la ley, hecho maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”. El Señor Jesucristo nos redimió de la maldición de La Ley. Al ser Él crucificado en la cruz fue maldito, para librarnos de la maldición que nosotros teníamos por haber quebrantado La Ley, esto es, por haber pecado. Es indispensable en la predicación del Evangelio, decir que el Señor Jesucristo murió con muerte de cruz, bajó muerto de la cruz, lo enterraron y resucitó. Si el Salvador de nosotros, el Señor Jesucristo, no hubiera muerto en la cruz y no hubiera pagado por nuestros pecados todavía estaríamos malditos por Dios. Muchos cristianos sin haber entendido, tienen como señal de su cristianismo la cruz, esto es realmente desastroso porque la señal de nuestro cristianismo es el Señor Jesucristo crucificado y resucitado y no la cruz, que es sitio y señal de maldición por parte de Dios. Cristiano viene de Cristo, palabra griega que significa “ungido de Dios” y que en español se pronuncia “Cristo”, pero no tiene ninguna relación con la palabra cruz. Ahora, que el Cristo de nosotros fue un Cristo crucificado, eso es muy diferente, tenía que ser crucificado para librarnos de la maldición de parte de La Ley, con la cual habíamos nacido todos. Es fundamental entender que el Señor Jesucristo fue crucificado pero que la cruz no tiene nada que ver con nosotros ni podemos usarla como símbolo. El cristianismo tiene que ver con Cristo crucificado y resucitado. Por el pecado de Adán y Eva entró la muerte a la humanidad, fueron creados con vida estando conectados a Dios. Cuando Adán pecó, entró toda la muerte al ser humano y fue por ello que el Señor Jesucristo siendo Dios, se hizo hombre y pagó el pecado con su muerte en una cruz.

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Dios Padre, el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo se idearon el plan de salvación y cada uno de los detalles se cumplió en Cristo. En Gálatas 4:4 dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo La Ley”. Nacido de mujer significa que es ser humano, no es engendrado por María porque hubiera heredado el pecado y la muerte de ella por descender de Adán. El Señor Jesucristo obedeció todo lo que el Padre le dijo en su condición de hombre, quien estaba representando a Adán (el seguno Adán vivo), además cumplió toda La Ley de Dios dada por medio de Moisés. Él tuvo que morir para pagar por nuestros pecados porque nacimos pecadores. Su muerte como hombre no podía ser recibida por Dios Padre porque estaría recibiendo el pago de alguien que no le debe. Su muerte fue muerte en la cruz, colgado en un madero, maldito por Dios. El plan de salvación consiste, en que nos regalan la muerte de un ser humano que no pecó ni desobedeció y tenía vida, por lo tanto, la muerte del Señor Jesucristo, es la paga por nuestros pecados porque la paga del pecado es muerte. Todo aquel que crea en la muerte del Señor Jesucristo, está pagando la deuda que tiene con Dios. Dios Padre, el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, nos regalan la muerte del Señor Jesucristo para que paguemos nuestros pecados, sólo así podemos hacerlo. El Señor Jesucristo nos habla de la resurrección del ser humano y de su vida eterna. Juan 5:24-27: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no va a juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. De cierto, de cierto os digo, que llega la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en sí mismo. Y le dio autoridad para hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre”. El Señor Jesucristo no murió únicamente por el espíritu de Bylma Luisa sino por el cuerpo y espíritu de ella, es decir, por todo el ser humano, murió por la persona humana, por esto hay resurrección de cuerpos (ver naturaleza humana, estudio 2). El Señor Jesucristo nos ha dado perdón de pecados con su muerte y vida con el Espíritu Santo después de su resurrección. Dios ha hablado de la resurrección y no de reencarnación porque la resurrección es del cuerpo y la reencarnación es un espíritu que en un pasado tuvo cuerpo que ya murió, perdió ese cuerpo y reencarna en otro, ya sea en animales o en plantas.

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No puede haber reencarnación si hay resurrección porque en la reencarnación un espíritu tiene varios cuerpos y la resurrección se refiere al cuerpo; si mi espíritu ha tenido varios cuerpos el día de mi resurrección, ¿Con qué cuerpo resucitará?. En resumen, cada ser humano tiene un espíritu humano único que le da identidad como persona fundido a su cuerpo material también único, que da como resultado a una unidad, por lo tanto este espíritu humano no puede poseer otro cuerpo porque ya sería una persona diferente, por lo cual no sería fundición sino posesión. De acuerdo a lo que Dios creó no es posible que el espíritu humano se reencarne en otro cuerpo; ante la eternidad de la existencia de cada ser humano y ante la muerte física de éste, la solución que Dios planteó fue la resurrección porque no es posible la reencarnación Es fundamental en el Evangelio, predicar la resurrección del Señor Jesucristo porque si un ser humano resucitó, hay resurrección para todos. Con uno solo que haya resucitado, hay resurrección y no reencarnación. En 1ª de Corintios 15: 2022 dice: “Pero ahora: ¡El Mesías (Ungido) fue resucitado de entre los muertos como primicias de los que duermen! (Porque por cuanto la muerte vino por medio de un hombre, también por medio de un Hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en el Adán todos mueren, así también en el Mesías todos serán vivificados”.

Como hay resurrección NO hay reencarnación. ¿Por qué se incluyó en el Evangelio (buenas noticias) la resurrección del Señor Jesucristo? La resurrección cumple, cubre y sana varias cosas, todo esto incluye la buena noticia. Se debe hablar del Cristo que es Dios, del Cristo Hombre, del Cristo que murió en una cruz, del Cristo enterrado y del Cristo resucitado. En el caso que el Señor Jesucristo no hubiera resucitado, hubiésemos quedado en paz con Dios, declarados justos y con la cuenta cancelada por su muerte pero no recobraríamos nuestra humanidad y nuestro espíritu estaría sin su cuerpo porque no resucitaríamos; el Señor Jesucristo fue quien introdujo la resurrección. Cada espíritu humano tiene la misma naturaleza de espíritu pero individualmente son diferentes como personas el mío de otros. Si mi espíritu humano permaneciere fuera de mi cuerpo, yo tendría muerte física; la muerte física es separación de mi espíritu humano y de mi cuerpo. Dejar de ser lo que soy, es estar incompleto. Humano es fundición de materia y espíritu. La resurrección del Señor Jesucristo es el sello de la buena noticia. Por su muerte y resurrección no solamente tenemos perdón de pecados, sino que nos quitó la 12


maldición y la ira de Dios sobre nosotros, nos devolvió la libertad y la vida, nos devolvió nuestra naturaleza y nuestra humanidad con vida. La resurrección le da validez al Evangelio del Señor Jesucristo. Él prometió darnos una señal para demostrar que esto es válido, que es Dios hecho hombre y por lo tanto, es el único que podía morir por nosotros. 1ª de Pedro 1:3-5 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Mesías, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por medio de la resurrección de Jesús el Mesías de entre los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible (que no se acaba), reservada en los cielos para vosotros”. Los milagros del Señor Jesucristo no son la evidencia de su deidad. Si hubiera hecho sanidades, milagros y prodigios sin haber resucitado, sólo hubiera sido un ser humano con poder. Mateo 12:40 dice: “Porque exactamente como Jonás estuvo en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Él habla de la señal, de la evidencia, de la demostración que es Dios hecho hombre. La única señal que nos dio es la de la resurrección, que es la señal de Jonás. No son milagros, no son palabras, el Señor Jesucristo es más que un gran maestro, más que un gran profeta. Es el Cristo Bíblico, el Cristo Salvador, es Dios hecho Hombre y en su condición de Dios hecho Hombre, murió en una cruz y resucitó. La resurrección da validez a todo el Evangelio y lo podemos leer en 1ª de Corintios 15:14-19 que dice: “Y si el Mesías no fue resucitado, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe; y hasta somos hallados falsos testigos de Dios, porque testificamos que Dios resucitó al Mesías, al cual no resucitó, si es verdad que los muertos no son resucitados. Porque si los muertos no son resucitados, tampoco el Mesías fue resucitado. Y si el Mesías no fue resucitado, vuestra fe es inútil: aún estáis en vuestros pecados, y también los que durmieron en el Mesías perecieron. Si solamente para esta vida esperamos en el Mesías, somos los más dignos de lástima de todos los hombres”. Si Cristo no resucitó, no tenemos Evangelio y Salvación, de ahí la importancia de predicar el Evangelio sin olvidar la resurrección. La existencia del Señor Jesucristo no se pone en duda. Históricamente existió un hombre llamado Jesús que fue crucificado por los romanos, de ello se han encontrado evidencias. No se pone en duda la existencia y la crucifixión de Jesús sino su resurrección, esto es lo que demuestra que Él es Dios hecho Hombre. Si el Señor Jesucristo fuera solamente Hombre, no podría salvar porque nació muerto y pecador y la sola muerte de Él no nos serviría para pagar nuestros pecados.

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La resurrección es indispensable, le da piso al Evangelio, es lo que sostiene nuestra Salvación. Se debe tener la evidencia histórica, científica y la certeza personal que el Señor Jesucristo está vivo, estuvo crucificado y resucitó. El Evangelio es la mano que Dios Padre usa para salvar. Dios ha expresado que quiere salvar a todas las personas y para ello se hace necesario predicar el Evangelio completo del Señor Jesucristo.

La mano de Dios Padre para salvar, es el Evangelio (buenas noticias de parte de Dios, no son palabras, es la persona y la obra del Señor Jesucristo).

Si no predicamos el Evangelio completo del Señor Jesucristo, Dios Padre no salva. En Juan 14:6 dice: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Y en Hechos 4:11-12 dice: “Éste (Jesús) es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza de ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Es nuestra responsabilidad predicar el Evangelio de Dios, no podemos estar prometiendo salvación con otro evangelio ni con otro cristo. Dios ha sido muy claro y estricto. Es parte del Evangelio la segunda venida del Señor Jesucristo, cuyo objetivo es venir a buscar a su iglesia, en ningún momento es para castigar o juzgar, el juicio será después. El Señor Jesucristo viene por segunda vez a buscar a los suyos, a su iglesia a su cuerpo y como garantía le da al salvo de su Espíritu. Cuando se recibe el Espíritu Santo después de haber escuchado y comprendido el Evangelio del Señor Jesucristo y de haber creído lo que ha dicho Dios sobre el Señor Jesucristo, se recobra la vida que se había perdido porque la vida del ser humano es Dios y el Espíritu Santo, es Dios. Cuando a mí me dan el Espíritu Santo, entra la vida en todo mi ser. Al entrar la vida en nuestro ser, los cristianos rejuvenecemos, se recobra la vida que es Dios. Juan 3:3-5 narra lo que el Señor Jesucristo le decía a Nicodemo: “Respondió Jesús, y le dijo: De cierto, de cierto te digo: El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo?. ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?”. Nacemos de nuevo y recobramos la vida cuando Dios nos da el sello de garantía que nos ha salvado por la predicación del Evangelio. El Espíritu Santo ha sido dado como consecuencia de ser salvados pero no como premio sino como garantía que Dios está cumpliendo su palabra.

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El Señor Jesucristo nos salvó con su vida, muerte y resurrección pero el Espíritu Santo, es quien hace efectiva la salvación recobrándonos la vida.

Las buenas noticias de parte de Dios, es el Señor Jesucristo. Cada vez que se predica el Evangelio del Señor Jesucristo, le estamos dando la oportunidad a Dios Padre para que salve a un ser humano, el Padre es el que nos salva cuando creemos en la persona y obra del Señor Jesucristo. El Evangelio no es una fórmula sino un estado o una situación. El Evangelio incluye: • • • • • •

El humano muerto, pecador y condenado. El Señor Jesucristo, Dios hecho Hombre. Muerte de cruz. Resurrección. Sello del Espíritu Santo. Segunda venida.

Quien determina la Salvación es Dios Padre y la hace por medio del Señor Jesucristo a través de la predicación del Evangelio para dar vida. Dios es el que me busca para darme vida y es imposible tener salvación sino me predican el Evangelio. La buena noticia del Evangelio es que el hombre estando muerto, maldito por Dios, condenado y pecador, Dios Padre proveyó un Redentor y un Salvador para que el ser humano pudiera recobrar la vida y volver a tener relación con Dios por medio de creerle a Él (fe). El día del juicio se irán a abrir los libros donde se registran los pecados de cada uno de los seres humanos. El Señor Jesucristo defenderá a los salvos diciendo: “Esta persona es pecadora, nació pecadora, pero yo pagué por ella y por lo tanto está en paz con Dios Padre”. Romanos 8:33-39: ¿Quién encausará a los escogidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién es el que condenará? ¿el Mesías, el que murió?. Más aun, Él es quien fue resucitado, el cual también está a la diestra de Dios, el cual también intercede por nosotros. ¿Qué nos separará del amor del Mesías?, ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambruna, o desnudez, o peligro o espada?. Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos estimados como ovejas de matadero. Al contrario, en todas estas cosas somos más que victoriosos por medio del que nos amó. Porque he sido persuadido de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni gobernantes, ni lo presente, ni lo por venir, ni las potestades, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra

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cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Jesús el Mesías, Señor nuestro”.

Fuimos salvados de la muerte, de la ira y de la maldición de Dios. La palabra Salvación significa: salud, bienestar y sanidad. Como salvos hemos sido librados de la muerte y de la temible ira de Dios que hasta el momento no ha sido manifestada sobre la tierra. El despertar de volcanes, el diluvio y los terremotos, entre otros, sólo son fenómenos de la naturaleza, no son la ira de Dios. Todos estos fenómenos naturales han sido de la tierra, maldita por Dios a causa del hombre. La tierra está cansada del ser humano pues está sometida por un señor muerto y pecador. La tierra se descompone cada vez que un cristiano desobedece. Era la esperanza de la tierra que los cristianos volviéramos a tomar su señorío que fuera tratada acorde con la vida, para vida y no con pecado. Hemos sido salvados del poder del pecado, sin embargo, continúa estando vivo dentro de nosotros. Para Dios le es honrosa y agradable la muerte física de un cristiano porque resucitará sin pecado. El objetivo de la muerte física es dejar el pecado en la tierra y resucitar el cuerpo sin pecado. La tierra será quemada y se hará un cielo nuevo y una tierra nueva para nosotros. Yo he sido librada(o) del poder del pecado, nosotros los cristianos somos los únicos seres humanos que tenemos la posibilidad de decirle no al pecado. Los no creyentes no pueden decirle no al pecado, lo único que pueden hacer es pecar. El cristiano puede decirle NO al pecado, es una decisión, él ya no es esclavo del pecado, ya no está sujeto al poder del pecado.

Cuando el cristiano peca es porque quiere, no porque no pueda dejar de pecar. Cada vez que oigo a un cristiano decir: “No he podido con el pecado”, le digo que eso no es cierto que es mentira porque el cristiano tiene poder en contra del pecado para no obedecerlo, si lo está obedeciendo es porque quiere no porque no puede pues tiene al Espíritu de valentía y de dominio propio. Si usted le cree a Dios, ha sido librado del poder del pecado porque es cierto. Dios no miente, sólo que Él le está aclarando que el pecado está vivo en usted. 16


Muchos cristianos creen que ya no tienen pecado y que el poder del pecado ya no está en ellos, esto no es cierto. En 1ª de Juan 1:5-10 dice: “Éste es el mensaje que hemos oído de Él y os anunciamos: Dios es luz, y en Él no hay ninguna tiniebla. Si decimos que tenemos comunión con Él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado. Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Tenemos toda la capacidad para decirle no al pecado, con esfuerzo y sin esfuerzo. Se disminuye el esfuerzo en la medida en que se le cree a Dios. Se debe determinar en donde tengo que usar más esfuerzos para obedecer a Dios porque le estoy creyendo poco o no le estoy creyendo en determinado aspecto, ya sea por desconocimiento o por rebeldía porque para creerle a Dios es necesario conocer lo que Él ha dicho. Muchos no le creen a Dios porque no saben lo que Él ha dicho y otros sabiendo lo que ha dicho, no quieren creerle. Fuimos salvados del poder del pecado y del poder de Satanás por la muerte en la cruz. El que no le cree a Dios lo que ha dicho, está bajo la autoridad de Satanás. Los cristianos ya no somos hijos del demonio sino que pasamos a ser hijos de Dios porque creemos lo que Él ha dicho. Colosenses 2:8-15: “Mirad que no haya quien os esclavice por medio de filosofías y huecas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según el Mesías. Porque en Él vive corporalmente toda la plenitud de la Naturaleza Divina, y estáis completos en Él, el cual es la cabeza de todo principado y potestad; en quien también fuisteis circuncidados con una circuncisión hecha sin mano, desvistiéndoos enteramente del cuerpo de la carne, por medio de la circuncisión del Mesías; sepultados juntamente con Él en el bautismo, en el cual también fuisteis resucitados con Él, por medio de la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Y a vosotros, estando muertos en los delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él, perdonándonos todos los delitos, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y habiendo en ella desarmado completamente a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente en el desfile triunfal”.

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Por la muerte y resurrección del Señor Jesucristo hemos sido librados de la ira y la maldición de Dios, de la muerte, del poder del pecado y del poder de Satanás. Le doy muchas gracias al Señor Jesucristo y que sea de bendición para ustedes. Los animo a creerle a Dios en su Evangelio y permitan que Él los salve.

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