Lectura Semanal - Semana 20
Día 134- Lunes 08.06.15: Hechos 21:37-22:29 / Jueces 17-18 / Salmos 43 Día 135 - Martes 09.06.15: Hechos 22:30-23:22 / Jueces 19 / Salmos 44 Día 136 - Miércoles 10.06.15: Hechos 23:23-24:9 / Jueces 20 / Salmos 45 Día 137 - Jueves 11.06.15: Hechos 24:10-27 / Jueces 21 / Salmos 46 Día 138 - Viernes 12.06.15: Hechos 25 / Rut 1-2 / Salmos 47 Día 139 - Sábado 13.06.15: Hechos 26:1-18 / Rut 3-4 / Salmos 48 Día 140 - Domingo 14.06.15: Hechos 26:19-32 / 1 Samuel 1 / Salmos 49
Día 134 - Lunes 08.06.15:
Hechos 21:37-22:29 (NVI) Pablo se dirige a la multitud 37Cuando los soldados estaban a punto de meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante: —¿Me permite decirle algo? —¿Hablas griego? —replicó el comandante—. 38¿No eres el egipcio que hace algún tiempo provocó una rebelión y llevó al desierto a cuatro mil guerrilleros? 39—No, yo soy judío, natural de Tarso, una ciudad muy importante de Cilicia —le respondió Pablo—. Por favor, permítame hablarle al pueblo. 40Con el permiso del comandante, Pablo se puso de pie en las gradas e hizo una señal con la mano a la multitud. Cuando todos guardaron silencio, les dijo en arameo: 1«Padres y hermanos, escuchen ahora mi defensa.» 2Al oír que les hablaba en arameo, guardaron más silencio. Pablo continuó: 3«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad. Bajo la tutela de Gamaliel recibí instrucción cabal en la ley de nuestros antepasados, y fui tan celoso de Dios como cualquiera de ustedes lo es hoy día. 4Perseguí a muerte a los seguidores de este Camino, arrestando y echando en la cárcel a hombres y mujeres por igual, 5y así lo pueden atestiguar el sumo sacerdote y todo el Consejo de ancianos. Incluso obtuve de parte de ellos cartas de extradición para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá con el fin de traer presos a Jerusalén a los que encontrara, para que fueran castigados. 6»Sucedió que a eso del mediodía, cuando me acercaba a Damasco, una intensa luz del cielo relampagueó de repente a mi alrededor. 7Caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 8“¿Quién eres, Señor?”, pregunté. “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú per-
sigues”, me contestó él. 9Los que me acompañaban vieron la luz, pero no percibieron la voz del que me hablaba. 10“¿Qué debo hacer, Señor?”, le pregunté. “Levántate —dijo el Señor—, y entra en Damasco. Allí se te dirá todo lo que se ha dispuesto que hagas.” 11Mis compañeros me llevaron de la mano hasta Damasco porque el resplandor de aquella luz me había dejado ciego. 12»Vino a verme un tal Ananías, hombre devoto que observaba la ley y a quien respetaban mucho los judíos que allí vivían. 13Se puso a mi lado y me dijo: “Hermano Saulo, ¡recibe la vista!” Y en aquel mismo instante recobré la vista y pude verlo. 14Luego dijo: “El Dios de nuestros antepasados te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas al Justo y oigas las palabras de su boca. 15Tú le serás testigo ante toda persona de lo que has visto y oído. 16Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando su nombre.” 17»Cuando volví a Jerusalén, mientras oraba en el templo tuve una visión 18y vi al Señor que me hablaba: “¡Date prisa! Sal inmediatamente de Jerusalén, porque no aceptarán tu testimonio acerca de mí.” 19“Señor —le respondí—, ellos saben que yo andaba de sinagoga en sinagoga encarcelando y azotando a los que creen en ti; 20y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, ahí estaba yo, dando mi aprobación y cuidando la ropa de quienes lo mataban.” 21gentiles” Pablo el ciudadano romano 22La multitud estuvo escuchando a Pablo hasta que pronunció esas palabras. Entonces levantaron la voz y gritaron: «¡Bórralo de la tierra! ¡Ese tipo no merece vivir!» 23Como seguían gritando, tirando sus mantos y arrojando polvo al aire, 24el comandante ordenó que me-
tieran a Pablo en el cuartel. Mandó que lo interrogaran a latigazos con el fin de averiguar por qué gritaban así contra él. 25Cuando lo estaban sujetando con cadenas para azotarlo, Pablo le dijo al centurión que estaba allí: —¿Permite la ley que ustedes azoten a un ciudadano romano antes de ser juzgado? 26Al oír esto, el centurión fue y avisó al comandante. —¿Qué va a hacer usted? Resulta que ese hombre es ciudadano romano. 27El comandante se acercó a Pablo y le dijo: —Dime, ¿eres ciudadano romano? —Sí, lo soy. 28—A mí me costó una fortuna adquirir mi ciudadanía —le dijo el comandante. —Pues yo la tengo de nacimiento —replicó Pablo. 29Los que iban a interrogarlo se retiraron en seguida. Al darse cuenta de que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo se asustó de haberlo encadenado.
________________________
Jueces 17-18 (NVI) Los ídolos de Micaías 1En la región montañosa de Efraín había un hombre llamado Micaías, 2quien le dijo a su madre: —Con respecto a las mil cien monedas de plata que te robaron y sobre las cuales te oí pronunciar una maldición, yo tengo esa plata; yo te la robé. Su madre le dijo: —¡Que el Señor te bendiga, hijo mío! 3Cuando Micaías le devolvió a su madre las mil cien monedas de plata, ella dijo: —Solemnemente consagro mi plata al Señor para que mi hijo haga una imagen tallada y un ídolo de fundición. Ahora pues, te la devuelvo. 4Cuando él le devolvió la plata a su madre, ella tomó doscientas monedas de plata y se las dio a un platero, quien hizo con ellas una imagen tallada y un ídolo de fundición, que fueron puestos en la casa de Micaías. 5Este Micaías tenía un santuario. Hizo
un efod y algunos ídolos domésticos, y consagró a uno de sus hijos como sacerdote. 6En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor. 7Un joven levita de Belén de Judá, que era forastero y de la tribu de Judá, 8salió de aquella ciudad en busca de algún otro lugar donde vivir. En el curso de su viaje llegó a la casa de Micaías en la región montañosa de Efraín. 9—¿De dónde vienes? —le preguntó Micaías. —Soy levita, de Belén de Judá —contestó él—, y estoy buscando un lugar donde vivir. 10—Vive conmigo —le propuso Micaías—, y sé mi padre y sacerdote; yo te daré diez monedas de plata al año, además de ropa y comida. 11El joven levita aceptó quedarse a vivir con él, y fue para Micaías como uno de sus hijos. 12Luego Micaías invistió al levita, y así el joven se convirtió en su sacerdote y vivió en su casa. 13Y Micaías dijo: «Ahora sé que el Señor me hará prosperar, porque tengo a un levita como sacerdote.» La tribu de Dan se establece en Lais 1En aquella época no había rey en Israel, y la tribu de Dan andaba buscando un territorio propio donde establecerse, porque hasta ese momento no había recibido la parte que le correspondía de entre las tribus de Israel. 2Desde Zora y Estaol los danitas enviaron a cinco de sus hombres más valientes, para que espiaran la tierra y la exploraran. Les dijeron: «Vayan, exploren la tierra.» Los hombres entraron en la región montañosa de Efraín y llegaron hasta la casa de Micaías, donde pasaron la noche. 3Cuando estaban cerca de la casa de Micaías, reconocieron la voz del joven levita; así que entraron allí y le preguntaron: —¿Quién te trajo aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Qué buscas aquí? 4El joven les contó lo que Micaías había
hecho por él, y dijo: —Me ha contratado, y soy su sacerdote. 5Le dijeron: — Te rogamos que consultes a Dios para que sepamos si vamos a tener éxito en nuestro viaje. 6El sacerdote les respondió: —Vayan en paz. Su viaje tiene la aprobación del Señor. 7Los cinco hombres se fueron y llegaron a Lais, donde vieron que la gente vivía segura, tranquila y confiada, tal como vivían los sidonios. Gozaban de prosperidad y no les faltaba nada. Además, vivían lejos de los sidonios y no se relacionaban con nadie más. 8Cuando volvieron a Zora y Estaol, sus hermanos les preguntaron: —¿Cómo les fue? 9Ellos respondieron: —¡Subamos, ataquémoslos! Hemos visto que la tierra es excelente. ¿Qué pasa? ¿Se van a quedar ahí, sin hacer nada? No duden un solo instante en marchar allí y apoderarse de ella. 10Cuando lleguen allí, encontrarán a un pueblo confiado y una tierra espaciosa que Dios ha entregado en manos de ustedes. Sí, es una tierra donde no hace falta absolutamente nada. 11Entonces partieron de Zora y Estaol seiscientos danitas armados para la batalla. 12Subieron y acamparon cerca de Quiriat Yearín en Judá. Por eso hasta el día de hoy el sector oeste de Quiriat Yearín se llama Majané Dan. 13Desde allí cruzaron hasta la región montañosa de Efraín, y llegaron a la casa de Micaías. 14Entonces los cinco hombres que habían explorado la tierra de Lais les dijeron a sus hermanos: —¿Saben que una de esas casas tiene un efod, algunos dioses domésticos, una imagen tallada y un ídolo de fundición? Ahora bien, ustedes sabrán qué hacer. 15Ellos se acercaron hasta allí, y entraron en la casa del joven levita, que era la misma de Micaías, y lo saludaron amablemente. 16Los seiscientos danitas armados para la batalla
se quedaron haciendo guardia en la entrada de la puerta. 17Los cinco hombres que habían explorado la tierra entraron y tomaron la imagen tallada, el efod, los dioses domésticos y el ídolo de fundición. Mientras tanto, el sacerdote y los seiscientos hombres armados para la batalla permanecían a la entrada de la puerta. 18Cuando aquellos hombres entraron en la casa de Micaías y tomaron la imagen tallada, el efod, los dioses domésticos y el ídolo de fundición, el sacerdote les preguntó: —¿Qué están haciendo? 19Ellos le respondieron: —¡Silencio! No digas ni una sola palabra. Ven con nosotros, y serás nuestro padre y sacerdote. ¿No crees que es mejor ser sacerdote de toda una tribu y de un clan de Israel, que de la familia de un solo hombre? 20El sacerdote se alegró. Tomó el efod, los dioses domésticos y la imagen tallada, y se fue con esa gente. 21Ellos, poniendo por delante a sus niños, su ganado y sus bienes, se volvieron y partieron. 22Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaías, los hombres que vivían cerca de Micaías se reunieron y dieron alcance a los danitas. 23Como gritaban tras ellos, los danitas se dieron vuelta y le preguntaron a Micaías: —¿Qué te sucede, que has convocado a tu gente? 24Micaías les respondió: —Ustedes se llevaron mis dioses, que yo mismo hice, y también se llevaron a mi sacerdote y luego se fueron. ¿Qué más me queda? ¡Y todavía se atreven a preguntarme qué me sucede! 25Los danitas respondieron: — No nos levantes la voz, no sea que algunos de los nuestros pierdan la cabeza y los ataquen a ustedes, y tú y tu familia pierdan la vida. 26Y así los danitas siguieron su camino. Micaías, viendo que eran demasiado fuertes para él, se dio la vuelta y regresó a su casa. 27Así fue
como los danitas se adueñaron de lo que había hecho Micaías, y también de su sacerdote, y marcharon contra Lais, un pueblo tranquilo y confiado; mataron a sus habitantes a filo de espada, y quemaron la ciudad. 28No hubo nadie que los librara, porque vivían lejos de Sidón y no se relacionaban con nadie más. La ciudad estaba situada en un valle cercano a Bet Rejob. Después los mismos danitas reconstruyeron la ciudad y se establecieron allí. 29La llamaron Dan en honor a su antepasado del mismo nombre, que fue hijo de Israel, aunque antes la ciudad se llamaba Lais. 30Allí erigieron para sí la imagen tallada, y Jonatán, hijo de Guersón y nieto de Moisés, y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo del exilio. 31Instalaron la imagen tallada que había hecho Micaías, y allí quedó todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Siló.
________________________
Salmos 43 (NVI) 1¡Hazme justicia, oh Dios! Defiende mi causa frente a esta nación impía; líbrame de gente mentirosa y perversa. 2Tú eres mi Dios y mi fortaleza: ¿Por qué me has rechazado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo? 3Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas. 4Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa. 5¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!
Día 135 - Martes 09.06.15:
Hechos 22:30-23:22 (NVI) 30Al día siguiente, como el comandante
quería saber con certeza de qué acusaban los judíos a Pablo, lo desató y mandó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y el Consejo en pleno. Luego llevó a Pablo para que compareciera ante ellos. Pablo ante el Consejo 1Pablo se quedó mirando fijamente al Consejo y dijo: —Hermanos, hasta hoy yo he actuado delante de Dios con toda buena conciencia. 2Ante esto, el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban cerca de Pablo que lo golpearan en la boca. 3—¡Hipócrita, a usted también lo va a golpear Dios! —reaccionó Pablo—. ¡Ahí está sentado para juzgarme según la ley!, ¿y usted mismo viola la ley al mandar que me golpeen? 4Los que estaban junto a Pablo le interpelaron: —¿Cómo te atreves a insultar al sumo sacerdote de Dios? 5—Hermanos, no me había dado cuenta de que es el sumo sacerdote —respondió Pablo—; de hecho está escrito: “No hables mal del jefe de tu pueblo.” 6Pablo, sabiendo que unos de ellos eran saduceos y los demás fariseos, exclamó en el Consejo: —Hermanos, yo soy fariseo de pura cepa. Me están juzgando porque he puesto mi esperanza en la resurrección de los muertos. 7Apenas dijo esto, surgió un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea quedó dividida. 8(Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles ni espíritus; los fariseos, en cambio, reconocen todo esto.) 9Se produjo un gran alboroto, y algunos de los maestros de la ley que eran fariseos se pusieron de pie y protestaron. «No encontramos ningún delito en este hombre —dijeron—. ¿Acaso no podría haberle hablado un espíritu o un ángel?» 10Se tornó tan violento el altercado que el comandante tuvo miedo de que hicieran pedazos a Pablo. Así
que ordenó a los soldados que bajaran para sacarlo de allí por la fuerza y llevárselo al cuartel. 11A la noche siguiente el Señor se apareció a Pablo, y le dijo: «¡Ánimo! Así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, es necesario que lo des también en Roma.» Conspiración para matar a Pablo 12Muy de mañana los judíos tramaron una conspiración y juraron bajo maldición no comer ni beber hasta que lograran matar a Pablo. 13Más de cuarenta hombres estaban implicados en esta conspiración. 14Se presentaron ante los jefes de los sacerdotes y los ancianos, y les dijeron: —Nosotros hemos jurado bajo maldición no comer nada hasta que logremos matar a Pablo. 15Ahora, con el respaldo del Consejo, pídanle al comandante que haga comparecer al reo ante ustedes, con el pretexto de obtener información más precisa sobre su caso. Nosotros estaremos listos para matarlo en el camino. 16Pero cuando el hijo de la hermana de Pablo se enteró de esta emboscada, entró en el cuartel y avisó a Pablo. 17Éste llamó entonces a uno de los centuriones y le pidió: —Lleve a este joven al comandante, porque tiene algo que decirle. 18Así que el centurión lo llevó al comandante, y le dijo: —El preso Pablo me llamó y me pidió que le trajera este joven, porque tiene algo que decirle. 19El comandante tomó de la mano al joven, lo llevó aparte y le preguntó: —¿Qué quieres decirme? 20—Los judíos se han puesto de acuerdo para pedirle a usted que mañana lleve a Pablo ante el Consejo con el pretexto de obtener información más precisa acerca de él. 21No se deje convencer, porque más de cuarenta de ellos lo esperan emboscados. Han jurado bajo maldición no comer ni beber hasta que hayan logrado matarlo. Ya están listos; sólo aguardan
a que usted les conceda su petición. 22El comandante despidió al joven con esta advertencia: —No le digas a nadie que me has informado de esto.
________________________
Jueces 19 (NVI) El levita y su concubina 1En la época en que no había rey en Israel, un levita que vivía en una zona remota de la región montañosa de Efraín tomó como concubina a una mujer de Belén de Judá. 2Pero ella le fue infiel y lo dejó, volviéndose a la casa de su padre, en Belén de Judá. Había estado allí cuatro meses 3cuando su esposo fue a verla para convencerla de que regresara. Con él llevó a un criado suyo y dos asnos. Ella lo hizo pasar a la casa de su propio padre, quien se alegró mucho de verlo. 4Su suegro, padre de la muchacha, lo convenció de que se quedara, y él se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y durmiendo allí. 5Al cuarto día madrugaron y él se dispuso a salir, pero el padre de la muchacha le dijo a su yerno: «Repón tus fuerzas con algo de comida; luego podrás irte.» 6Así que se sentaron a comer y a beber los dos juntos. Después el padre de la muchacha le pidió: «Por favor, quédate esta noche para pasarla bien.» 7Cuando el levita se levantó para irse, su suegro le insistió de tal manera que se vio obligado a quedarse allí esa noche. 8Al quinto día madrugó para irse, pero el padre de la muchacha le dijo: «Repón tus fuerzas. ¡Espera hasta la tarde!» Así que los dos comieron juntos. 9Cuando el hombre se levantó para irse con su concubina y su criado, su suegro, que era el padre de la muchacha, le dijo: «Mira, está a punto de oscurecer, y el día ya se termina. Pasa aquí la noche; quédate para pasarla bien. Mañana podrás madrugar y emprender tu camino
a casa.» 10No queriendo quedarse otra noche, el hombre salió y partió rumbo a Jebús, es decir, Jerusalén, con sus dos asnos ensillados y su concubina. 11Cuando estaban cerca de Jebús, y ya era casi de noche, el criado le dijo a su amo: —Vamos, desviémonos hacia esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella. 12Pero su amo le replicó: —No. No nos desviaremos para entrar en una ciudad extranjera, cuyo pueblo no sea israelita. Seguiremos hasta Guibeá. 13Luego añadió: —Ven, tratemos de acercarnos a Guibeá o a Ramá, y pasemos la noche en uno de esos lugares. 14Así que siguieron de largo, y al ponerse el sol estaban frente a Guibeá de Benjamín. 15Entonces se desviaron para pasar la noche en Guibeá. El hombre fue y se sentó en la plaza de la ciudad, pero nadie les ofreció alojamiento para pasar la noche. 16Aquella noche volvía de trabajar en el campo un anciano de la región montañosa de Efraín, que vivía en Guibeá como forastero, pues los hombres del lugar eran benjaminitas. 17Cuando el anciano miró y vio en la plaza de la ciudad al viajero, le preguntó: —¿A dónde vas? ¿De dónde vienes? 18El viajero le respondió: —Estamos de paso. Venimos de Belén de Judá, y vamos a una zona remota de la región montañosa de Efraín, donde yo vivo. He estado en Belén de Judá, y ahora me dirijo a la casa del Señor, pero nadie me ha ofrecido alojamiento. 19Tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también pan y vino para mí y para tu sierva, y para el joven que está conmigo. No nos hace falta nada. 20—En mi casa serás bienvenido —le dijo el anciano—. Yo me encargo de todo lo que necesites. Pero no pases la noche en la plaza. 21Así que lo llevó a su casa y dio de comer a sus asnos y, después de
lavarse los pies, comieron y bebieron. 22Mientras pasaban un momento agradable, algunos hombres perversos de la ciudad rodearon la casa. Golpeando la puerta, le gritaban al anciano dueño de la casa: —¡Saca al hombre que llegó a tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él! 23El dueño de la casa salió y les dijo: —No, hermanos míos, no sean tan viles, pues este hombre es mi huésped. ¡No cometan con él tal infamia! 24Miren, aquí está mi hija, que todavía es virgen, y la concubina de este hombre. Las voy a sacar ahora, para que las usen y hagan con ellas lo que bien les parezca. Pero con este hombre no cometan tal infamia. 25Aquellos perversos no quisieron hacerle caso, así que el levita tomó a su concubina y la echó a la calle. Los hombres la violaron y la ultrajaron toda la noche, hasta el amanecer; ya en la madrugada la dejaron ir. 26Despuntaba el alba cuando la mujer volvió, y se desplomó a la entrada de la casa donde estaba hospedado su marido. Allí se quedó hasta que amaneció. 27Cuando por la mañana su marido se levantó y abrió la puerta de la casa, dispuesto a seguir su camino, vio allí a su concubina, tendida a la entrada de la casa y con las manos en el umbral. 28«¡Levántate, vámonos!», le dijo, pero no obtuvo respuesta. Entonces el hombre la puso sobre su asno y partió hacia su casa. 29Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo y descuartizó a su concubina en doce pedazos, después de lo cual distribuyó los pedazos por todas las regiones de Israel. 30Todo el que veía esto decía: «Nunca se ha visto, ni se ha hecho semejante cosa, desde el día que los israelitas salieron de la tierra de Egipto. ¡Piensen en esto! ¡Considérenlo y dígannos qué hacer!»:
________________________
Salmos 44 (NVI) Al director musical. Masquil de los hijos de Coré. 1Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días en aquellos tiempos pasados: 2Con tu mano echaste fuera a las naciones y en su lugar estableciste a nuestros padres; aplastaste a aquellos pueblos y a nuestros padres los hiciste prosperar. 3Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. 4Sólo tú eres mi rey y mi Dios. ¡Decreta las victorias de Jacob! 5Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores. 6Yo no confío en mi arco, ni puede mi espada darme la victoria; 7tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios. 8¡Por siempre nos gloriaremos en Dios! ¡Por siempre alabaremos tu nombre! 9Pero ahora nos has rechazado y humillado; ya no sales con nuestros ejércitos. 10Nos hiciste retroceder ante el enemigo; nos han saqueado nuestros adversarios. 11Cual si fuéramos ovejas nos has entregado para que nos devoren, nos has dispersado entre las naciones. 12Has vendido a tu pueblo muy barato, y nada has ganado con su venta. 13Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos; somos la burla y el escarnio de los que nos rodean. 14Nos has hecho el hazmerreír de las naciones; todos los pueblos se burlan de nosotros. 15La ignominia no me deja un solo instante; se me cae la cara de vergüenza 16por las burlas de los que me injurian y me ultrajan, por culpa del enemigo que está presto a la venganza. 17Todo esto nos ha sucedido, a pesar
de que nunca te olvidamos ni faltamos jamás a tu pacto. 18No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda. 19Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales; ¡nos envolviste en la más densa oscuridad! 20Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios, o tendido nuestras manos a un dios extraño, 21¿acaso Dios no lo habría descubierto, ya que él conoce los más íntimos secretos? 22Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero! 23¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre. 24¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión? 25Estamos abatidos hasta el polvo; nuestro cuerpo se arrastra por el suelo. 26Levántate, ven a ayudarnos, y por tu gran amor, ¡rescátanos!
Día 136 - Miércoles 10.06.15:
Hechos 23:23-24:9 (NVI) Trasladan a Pablo a Cesarea 23Entonces el comandante llamó a dos de sus centuriones y les ordenó: —Alisten un destacamento de doscientos soldados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros para que vayan a Cesarea esta noche a las nueve. 24Y preparen cabalgaduras para llevar a Pablo sano y salvo al gobernador Félix. 25Además, escribió una carta en estos términos: 26Claudio Lisias, a su excelencia el gobernador Félix: Saludos. 27Los judíos prendieron a este hombre y estaban a punto de matarlo, pero yo llegué con mis soldados y lo rescaté, porque me había enterado de que es ciudadano romano. 28Yo quería saber de qué lo acusaban, así que lo llevé al Consejo judío. 29Descubrí que lo acusaban de algunas cuestiones de su ley, pero no había contra él cargo alguno que me-
reciera la muerte o la cárcel. 30Cuando me informaron que se tramaba una conspiración contra este hombre, decidí enviarlo a usted en seguida. También les ordené a sus acusadores que expongan delante de usted los cargos que tengan contra él. 31Así que los soldados, según se les había ordenado, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche hasta Antípatris. 32Al día siguiente dejaron que la caballería siguiera con él mientras ellos volvían al cuartel. 33Cuando la caballería llegó a Cesarea, le entregaron la carta al gobernador y le presentaron también a Pablo. 34Félix leyó la carta y le preguntó de qué provincia era. Al enterarse de que Pablo era de Cilicia, 35le dijo: «Te daré audiencia cuando lleguen tus acusadores.» Y ordenó que lo dejaran bajo custodia en el palacio de Herodes. El proceso ante Félix 1Cinco días después, el sumo sacerdote Ananías bajó a Cesarea con algunos de los ancianos y un abogado llamado Tértulo, para presentar ante el gobernador las acusaciones contra Pablo. 2Cuando se hizo comparecer al acusado, Tértulo expuso su caso ante Félix: —Excelentísimo Félix, bajo su mandato hemos disfrutado de un largo período de paz, y gracias a la previsión suya se han llevado a cabo reformas en pro de esta nación. 3En todas partes y en toda ocasión reconocemos esto con profunda gratitud. 4Pero a fin de no importunarlo más, le ruego que, con la bondad que lo caracteriza, nos escuche brevemente. 5Hemos descubierto que este hombre es una plaga que por todas partes anda provocando disturbios entre los judíos. Es cabecilla de la secta de los nazarenos. 6-7Incluso trató de profanar el templo; por eso lo prendimos. 8Usted mismo, al interrogarlo, podrá cerciorarse de la verdad de todas las acusaciones que
presentamos contra él. 9Los judíos corroboraron la acusación, afirmando que todo esto era cierto.
________________________
Jueces 20 (NVI) Los israelitas derrotan a los benjaminitas 1Todos los israelitas desde Dan hasta Berseba, incluso los de la tierra de Galaad, salieron como un solo hombre y se reunieron ante el Señor en Mizpa. 2Los jefes de todo el pueblo, es decir, de todas las tribus de Israel, tomaron sus puestos en la asamblea del pueblo de Dios. Eran cuatrocientos mil soldados armados con espadas. 3A su vez, los de la tribu de Benjamín se enteraron de que los israelitas habían subido a Mizpa. Entonces los israelitas le dijeron al levita: —Cuéntanos cómo sucedió esta infamia. 4El levita, esposo de la mujer asesinada, respondió: —Mi concubina y yo llegamos a Guibeá de Benjamín para pasar la noche. 5Durante la noche los hombres de Guibeá se levantaron contra mí y rodearon la casa, con la intención de matarme. Luego violaron a mi concubina de tal manera que murió. 6Entonces la tomé, la corté en pedazos, y envié un pedazo a cada tribu en el territorio israelita, porque esa gente cometió un acto depravado e infame en Israel. 7Ahora, todos ustedes israelitas, opinen y tomen una decisión aquí mismo. 8Todo el pueblo se levantó como un solo hombre, y dijo: —¡Ninguno de nosotros volverá a su carpa! ¡Nadie regresará a su casa! 9Y esto es lo que le haremos ahora a Guibeá: Echaremos suertes para ver quiénes subirán contra ella. 10De entre todas las tribus de Israel, tomaremos a diez hombres de cada cien, a cien de cada mil, y a mil de cada diez mil, para conseguir provisiones para el ejército. Cuando el ejército
llegue a Guibeá de Benjamín, les dará su merecido por toda la infamia cometida en Israel. 11Así que todos los israelitas, como un solo hombre, unieron sus fuerzas para atacar la ciudad. 12Las tribus de Israel enviaron mensajeros por toda la tribu de Benjamín, diciendo: «¿Qué les parece este crimen que se cometió entre ustedes? 13Entreguen ahora a esos malvados de Guibeá, para que los matemos y eliminemos así la maldad en Israel.» Pero los de la tribu de Benjamín no quisieron hacerles caso a sus hermanos israelitas. 14Al contrario, gente de todas sus ciudades se reunió en Guibeá para luchar contra los israelitas. 15En aquel día los de Benjamín movilizaron de entre sus ciudades veintiséis mil soldados armados de espada, además de setecientos hombres escogidos de los que vivían en Guibeá. 16Entre todos ellos había setecientos soldados escogidos que eran zurdos, todos ellos capaces de lanzar con la honda una piedra contra un cabello, sin errar. 17Israel, sin contar a Benjamín, movilizó a cuatrocientos mil soldados armados de espada, todos ellos expertos guerreros. 18Los israelitas subieron a Betel y consultaron a Dios. Le preguntaron: —¿Cuál de nosotros será el primero en combatir a los de la tribu de Benjamín? El Señor respondió: —Judá será el primero. 19Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá; 20salieron a luchar contra los de Benjamín, y frente a Guibeá se dispusieron contra ellos en orden de batalla. 21Pero los de Benjamín salieron de Guibeá y abatieron aquel día a veintidós mil israelitas en el campo de batalla. 22Los israelitas se animaron unos a otros, y volvieron a presentar batalla donde se habían apostado el primer día, 23pues habían subido a llorar en pre-
sencia del Señor hasta el anochecer, y le habían consultado: —¿Debemos subir y volver a luchar contra los de Benjamín, nuestros hermanos? Y el Señor les había contestado: —Suban contra ellos. 24Fue así como los israelitas se acercaron a Benjamín el segundo día. 25Los de Benjamín salieron de Guibeá para combatirlos, abatiendo esta vez a dieciocho mil israelitas más, todos ellos armados con espadas. 26Entonces los israelitas, con todo el pueblo, subieron a Betel, y allí se sentaron y lloraron en presencia del Señor. Ayunaron aquel día hasta el anochecer y presentaron al Señorholocaustos y sacrificios de comunión. 27Después consultaron al Señor, pues en aquel tiempo estaba allí el arca del pacto de Dios, 28y Finés, hijo de Eleazar y nieto de Aarón, ministraba delante de ella. Preguntaron: —¿Debemos subir y volver a luchar contra los de Benjamín, nuestros hermanos, o nos retiramos? El Señor respondió: —Suban, porque mañana los entregaré en sus manos. 29Israel tendió una emboscada alrededor de Guibeá. 30Al tercer día subieron contra los de Benjamín y se pusieron en orden de batalla contra Guibeá, como lo habían hecho antes. 31Los de Benjamín salieron a su encuentro, y se vieron obligados a alejarse de la ciudad. Comenzaron a causar bajas entre los israelitas, como en las ocasiones anteriores, y alcanzaron a matar a unos treinta hombres en el campo abierto y por el camino que lleva a Betel, y también por el que lleva a Guibeá. 32Los benjaminitas decían: «Los estamos derrotando como antes», pero los israelitas decían: «Huyamos, para que se alejen de la ciudad hasta los caminos.» 33De pronto, los israelitas cambiaron de táctica y presentaron batalla en Baal Tamar, y los israelitas que estaban
emboscados salieron a atacar al oeste de Guibeá. 34Diez mil de los mejores guerreros de Israel lanzaron un ataque frontal contra Guibeá, y fue tan intenso el combate que los benjaminitas no se dieron cuenta de que la calamidad se les venía encima. 35El Señor derrotó a Benjamín delante de Israel, y aquel día los israelitas mataron a veinticinco mil cien hombres de la tribu de Benjamín, todos ellos armados con espadas. 36Allí los de Benjamín cayeron en cuenta de que habían sido vencidos. Los hombres de Israel habían cedido terreno delante de Benjamín, porque confiaban en la emboscada que habían tendido contra Guibeá. 37De repente los hombres que habían estado emboscados asaltaron a Guibeá, se desplegaron, y mataron a filo de espada a todos los habitantes de la ciudad. 38Los israelitas habían acordado con los que estaban emboscados que, cuando éstos levantaran una gran nube de humo desde la ciudad, 39los hombres de Israel volverían a la batalla. Cuando los de Benjamín comenzaron a causar bajas entre los israelitas, matando a unos treinta, se decían: «¡Los estamos derrotando, como en la primera batalla!» 40Pero cuando la columna de humo comenzó a levantarse de la ciudad, los de Benjamín se dieron vuelta y vieron que el fuego de la ciudad entera subía al cielo. 41En ese momento atacaron los israelitas, y los hombres de Benjamín se aterrorizaron al darse cuenta de que la calamidad se les venía encima. 42Así que huyeron ante los israelitas por el camino del desierto; pero no pudieron escapar de la batalla, pues a los que salían de las ciudades los abatieron allí. 43Rodearon a los de Benjamín; los persiguieron y los aplastaron con facilidad en las inmediaciones de Guibeá, hacia el lado oriental. 44Ca-
yeron dieciocho mil de la tribu de Benjamín, todos ellos guerreros valientes. 45Cuando se volvieron y huyeron hacia el desierto, a la peña de Rimón, los israelitas abatieron a cinco mil hombres junto a los caminos. Continuaron persiguiéndolos hasta Guidón, y mataron a dos mil más. 46Aquel día cayeron en combate veinticinco mil soldados benjaminitas armados con espada, todos ellos guerreros valientes. 47Pero seiscientos hombres se volvieron y huyeron por el desierto hasta la peña de Rimón, donde permanecieron cuatro meses. 48Los israelitas se volvieron contra los de Benjamín y mataron a filo de espada a los habitantes de todas las ciudades, incluso a los animales, y destrozaron todo lo que encontraron a su paso. También les prendieron fuego a todas las ciudades.
________________________
Salmos 45 (NVI) Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios». Masquil de los hijos de Coré. Canto nupcial. 1En mi corazón se agita un bello tema mientras recito mis versos ante el rey; mi lengua es como pluma de hábil escritor. 2Tú eres el más apuesto de los hombres; tus labios son fuente de elocuencia, ya que Dios te ha bendecido para siempre. 3¡Con esplendor y majestad, cíñete la espada, oh valiente! 4Con majestad, cabalga victorioso en nombre de la verdad, la humildad y la justicia; que tu diestra realice gloriosas hazañas. 5Que tus agudas flechas atraviesen el corazón de los enemigos del rey, y que caigan las naciones a tus pies. 6Tu trono, oh Dios, permanece para siempre; el cetro de tu reino es un cetro de justicia. 7Tú amas la justicia y odias la maldad; por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros, ¡tu Dios te ungió con perfume de alegría! 8Aroma de mirra, áloe
y canela exhalan todas tus vestiduras; desde los palacios adornados con marfil te alegra la música de cuerdas. 9Entre tus damas de honor se cuentan princesas; a tu derecha se halla la novia real luciendo el oro más fino. 10Escucha, hija, fíjate bien y presta atención: Olvídate de tu pueblo y de tu familia. 11El rey está cautivado por tu hermosura; él es tu señor: inclínate ante él. 12La gente de Tiro vendrá con presentes; los ricos del pueblo buscarán tu favor. 13La princesa es todo esplendor, luciendo en su alcoba brocados de oro. 14Vestida de finos bordados es conducida ante el rey, seguida por sus damas de compañía. 15Con alegría y regocijo son conducidas al interior del palacio real. 16Tus hijos ocuparán el trono de tus ancestros; los pondrás por príncipes en toda la tierra. 17Haré que tu nombre se recuerde por todas las generaciones; por eso las naciones te alabarán eternamente y para siempre.
Día 137 - Jueves 11.06.15:
Hechos 24:10-27 (NVI) 10Cuando el gobernador, con un gesto, le concedió la palabra, Pablo respondió: —Sé que desde hace muchos años usted ha sido juez de esta nación; así que de buena gana presento mi defensa. 11Usted puede comprobar fácilmente que no hace más de doce días que subí a Jerusalén para adorar. 12Mis acusadores no me encontraron discutiendo con nadie en el templo, ni promoviendo motines entre la gente en las sinagogas ni en ninguna otra parte de la ciudad. 13Tampoco pueden probarle a usted las cosas de que ahora me acusan. 14Sin embargo, esto sí confieso: que adoro al Dios de nuestros antepasados siguiendo este Camino que mis acusadores llaman secta, pues estoy de acuerdo con
todo lo que enseña la ley y creo lo que está escrito en los profetas. 15Tengo en Dios la misma esperanza que estos hombres profesan, de que habrá una resurrección de los justos y de los injustos. 16En todo esto procuro conservar siempre limpia mi conciencia delante de Dios y de los hombres. 17»Después de una ausencia de varios años, volví a Jerusalén para traerle donativos a mi pueblo y presentar ofrendas. 18En esto estaba, habiéndome ya purificado, cuando me encontraron en el templo. No me acompañaba ninguna multitud, ni estaba implicado en ningún disturbio. 19Los que me vieron eran algunos judíos de la provincia de Asia, y son ellos los que deberían estar delante de usted para formular sus acusaciones, si es que tienen algo contra mí. 20De otro modo, estos que están aquí deberían declarar qué delito hallaron en mí cuando comparecí ante el Consejo, 21a no ser lo que exclamé en presencia de ellos: “Es por la resurrección de los muertos por lo que hoy me encuentro procesado delante de ustedes.” 22Entonces Félix, que estaba bien informado del Camino, suspendió la sesión. —Cuando venga el comandante Lisias, decidiré su caso —les dijo. 23Luego le ordenó al centurión que mantuviera custodiado a Pablo, pero que le diera cierta libertad y permitiera que sus amigos lo atendieran. 24Algunos días después llegó Félix con su esposa Drusila, que era judía. Mandó llamar a Pablo y lo escuchó hablar acerca de la fe en Cristo Jesús. 25Al disertar Pablo sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix tuvo miedo y le dijo: «¡Basta por ahora! Puedes retirarte. Cuando sea oportuno te mandaré llamar otra vez.» 26Félix también esperaba que Pablo le ofreciera dinero; por eso mandaba llamarlo con frecuencia y
conversaba con él. 27Transcurridos dos años, Félix tuvo como sucesor a Porcio Festo, pero como Félix quería congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.
________________________
Jueces 21 (NVI) Esposas para los benjaminitas 1Los israelitas habían jurado en Mizpa: «Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a un benjaminita.» 2El pueblo fue a Betel, y allí permanecieron hasta el anochecer, clamando y llorando amargamente en presencia de Dios. 3«Oh Señor, Dios de Israel —clamaban—, ¿por qué le ha sucedido esto a Israel? ¡Hoy ha desaparecido una de nuestras tribus!» 4Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y presentaron holocaustos y sacrificios de comunión. 5Luego preguntaron los israelitas: «¿Quién de entre todas las tribus de Israel no se presentó a la asamblea del Señor?» Porque habían pronunciado un juramento solemne contra cualquiera que no se presentara ante el Señor en Mizpa, diciendo: «Tendrá que morir.» 6Los israelitas se afligieron por sus hermanos, los benjaminitas. «Hoy ha sido arrancada una tribu de Israel —dijeron ellos—. 7¿Cómo podemos proveerles esposas a los que quedan, si ya hemos jurado ante el Señor no darles ninguna de nuestras hijas en matrimonio?» 8Entonces preguntaron: «¿Cuál de las tribus de Israel no se presentó ante el Señor en Mizpa?» Y resultó que ninguno de Jabés Galaad había llegado al campamento para la asamblea, 9porque al pasar revista al pueblo notaron que de los habitantes de Jabés Galaad no había allí ninguno. 10Así que la asamblea envió doce mil de los mejores guerreros con la siguiente orden: «Vayan y maten a filo de espada a los habitantes
de Jabés Galaad. Maten también a las mujeres y a los niños. 11Esto es lo que van a hacer: Exterminarán a todos los hombres y a todas las mujeres que no sean vírgenes.» 12Entre los habitantes de Jabés Galaad encontraron a cuatrocientas muchachas que no habían tenido relaciones sexuales con ningún hombre, y las llevaron al campamento de Siló, que está en la tierra de Canaán. 13Entonces toda la comunidad envió una oferta de paz a los benjaminitas que estaban en la peña de Rimón. 14En esa ocasión regresaron los benjaminitas, y se les dieron las mujeres de Jabés Galaad que habían dejado con vida. Pero no hubo mujeres para todos. 15El pueblo todavía se afligía por Benjamín, porque el Señor había dejado un vacío en las tribus de Israel. 16Y los ancianos de la asamblea dijeron: «¿Cómo podemos darles mujeres a los hombres que quedaron, si las mujeres de Benjamín fueron exterminadas? 17¡Los sobrevivientes benjaminitas deben tener herederos —exclamaron—, para que no sea aniquilada una tribu de Israel! 18Pero nosotros no podemos darles nuestras hijas como esposas, porque hemos jurado diciendo: “Maldito sea el que dé una mujer a un benjaminita.” 19Pero miren, se acerca la fiesta del Señor que todos los años se celebra en Siló, al norte de Betel, y al este del camino que va de Betel a Siquén, y al sur de Leboná.» 20Así que dieron estas instrucciones a los de Benjamín: «Vayan, escóndanse en los viñedos 21y estén atentos. Cuando las muchachas de Siló salgan a bailar, salgan ustedes de los viñedos y róbese cada uno de ustedes una de esas muchachas para esposa, y váyase a la tierra de Benjamín. 22Y si sus padres o sus hermanos vienen a reclamarnos algo, les diremos: “Sean bondadosos
con ellos, porque no conseguimos esposas para todos ellos durante la guerra. Además, ustedes son inocentes, ya que no les dieron sus hijas.” » 23Así lo hicieron los de la tribu de Benjamín. Mientras bailaban las muchachas, cada uno de ellos se robó una y se la llevó. Luego regresaron a sus propias tierras, reconstruyeron las ciudades y se establecieron en ellas. 24Luego de eso los israelitas también se fueron de aquel lugar y regresaron a sus tribus y a sus clanes, cada uno a su propia tierra. 25En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.
________________________
Salmos 46 (NVI) Al director musical. De los hijos de Coré. Canción según alamot. 1Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. 2Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; 3aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. 4Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. 5Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda. 6Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. 7El SeñorTodopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. 8Vengan y vean los portentos del Señor; él ha traído desolación sobre la tierra. 9Ha puesto fin a las guerras en todos los confines de la tierra; ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas, ha arrojado los carros al fuego. 10«Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!» 11El Señor Todopoderoso está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Día 138 - Viernes 12.06.15:
Hechos 25 (NVI) El proceso ante Festo 1Tres días después de llegar a la provincia, Festo subió de Cesarea a Jerusalén. 2Entonces los jefes de los sacerdotes y los dirigentes de los judíos presentaron sus acusaciones contra Pablo. 3Insistentemente le pidieron a Festo que les hiciera el favor de trasladar a Pablo a Jerusalén. Lo cierto es que ellos estaban preparando una emboscada para matarlo en el camino. 4Festo respondió: «Pablo está preso en Cesarea, y yo mismo partiré en breve para allá. 5Que vayan conmigo algunos de los dirigentes de ustedes y formulen allí sus acusaciones contra él, si es que ha hecho algo malo.» 6Después de pasar entre los judíos unos ocho o diez días, Festo bajó a Cesarea, y al día siguiente convocó al tribunal y mandó que le trajeran a Pablo. 7Cuando éste se presentó, los judíos que habían bajado de Jerusalén lo rodearon, formulando contra él muchas acusaciones graves que no podían probar. 8Pablo se defendía: — No he cometido ninguna falta, ni contra la ley de los judíos ni contra el templo ni contra el emperador. 9Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, le preguntó: —¿Estás dispuesto a subir a Jerusalén para ser juzgado allí ante mí? 10Pablo contestó: —Ya estoy ante el tribunal del emperador, que es donde se me debe juzgar. No les he hecho ningún agravio a los judíos, como usted sabe muy bien. 11Si soy culpable de haber hecho algo que merezca la muerte, no me niego a morir. Pero si no son ciertas las acusaciones que estos judíos formulan contra mí, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos para complacerlos.
¡Apelo al emperador! 12Después de consultar con sus asesores, Festo declaró: —Has apelado al emperador. ¡Al emperador irás! Festo consulta al rey Agripa 13Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para saludar a Festo. 14Como se entretuvieron allí varios días, Festo le presentó al rey el caso de Pablo. —Hay aquí un hombre —le dijo— que Félix dejó preso. 15Cuando fui a Jerusalén, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos presentaron acusaciones contra él y exigieron que se le condenara. 16Les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a ninguna persona sin antes concederle al acusado un careo con sus acusadores, y darle la oportunidad de defenderse de los cargos. 17Cuando acudieron a mí, no dilaté el caso, sino que convoqué al tribunal el día siguiente y mandé traer a este hombre. 18Al levantarse para hablar, sus acusadores no alegaron en su contra ninguno de los delitos que yo había supuesto. 19Más bien, tenían contra él algunas cuestiones tocantes a su propia religión y sobre un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo. 20Yo no sabía cómo investigar tales cuestiones, así que le pregunté si estaba dispuesto a ir a Jerusalén para ser juzgado allí con respecto a esos cargos. 21Pero como Pablo apeló para que se le reservara el fallo al emperador, ordené que quedara detenido hasta ser remitido a Roma. 22—A mí también me gustaría oír a ese hombre —le dijo Agripa a Festo. —Pues mañana mismo lo oirá usted —le contestó Festo. Pablo ante Agripa 23Al día siguiente Agripa y Berenice se presentaron con gran pompa, y entraron en la sala de la audiencia acompa-
ñados por oficiales de alto rango y por las personalidades más distinguidas de la ciudad. Festo mandó que le trajeran a Pablo, 24y dijo: —Rey Agripa y todos los presentes: Aquí tienen a este hombre. Todo el pueblo judío me ha presentado una demanda contra él, tanto en Jerusalén como aquí en Cesarea, pidiendo a gritos su muerte. 25He llegado a la conclusión de que él no ha hecho nada que merezca la muerte, pero como apeló al emperador, he decidido enviarlo a Roma. 26El problema es que no tengo definido nada que escribir al soberano acerca de él. Por eso lo he hecho comparecer ante ustedes, y especialmente delante de usted, rey Agripa, para que como resultado de esta investigación tenga yo algunos datos para mi carta; 27me parece absurdo enviar un preso sin especificar los cargos contra él.
________________________
Rut 1-2 (NVI) Noemí y Rut 1En el tiempo en que los caudillos gobernaban el país, hubo allí una época de hambre. Entonces un hombre de Belén de Judá emigró a la tierra de Moab, junto con su esposa y sus dos hijos. 2El hombre se llamaba Elimélec, su esposa se llamaba Noemí y sus dos hijos, Majlón y Quilión, todos ellos efrateos, de Belén de Judá. Cuando llegaron a la tierra de Moab, se quedaron a vivir allí. 3Pero murió Elimélec, esposo de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. 4Éstos se casaron con mujeres moabitas, la una llamada Orfa y la otra Rut. Después de haber vivido allí unos diez años, 5murieron también Majlón y Quilión, y Noemí se quedó viuda y sin hijos. 6Noemí regresó de la tierra de Moab con sus dos nueras, porque allí se enteró de que el Señor había acudido en ayuda de su pueblo al proveerle
de alimento. 7Salió, pues, con sus dos nueras del lugar donde había vivido, y juntas emprendieron el camino que las llevaría hasta la tierra de Judá. 8Entonces Noemí les dijo a sus dos nueras: —¡Miren, vuelva cada una a la casa de su madre! Que el Señor las trate a ustedes con el mismo amor y lealtad que ustedes han mostrado con los que murieron y conmigo. 9Que el Señor les conceda hallar seguridad en un nuevo hogar, al lado de un nuevo esposo. Luego las besó. Pero ellas, deshechas en llanto, alzaron la voz 10y exclamaron: —¡No! Nosotras volveremos contigo a tu pueblo. 11—¡Vuelvan a su casa, hijas mías! —insistió Noemí—. ¿Para qué se van a ir conmigo? ¿Acaso voy a tener más hijos que pudieran casarse con ustedes? 12¡Vuelvan a su casa, hijas mías! ¡Váyanse! Yo soy demasiado vieja para volver a casarme. Aun si abrigara esa esperanza, y esta misma noche me casara y llegara a tener hijos, 13¿los esperarían ustedes hasta que crecieran? ¿Y por ellos se quedarían sin casarse? ¡No, hijas mías! Mi amargura es mayor que la de ustedes; ¡la mano del Señor se ha levantado contra mí! 14Una vez más alzaron la voz, deshechas en llanto. Luego Orfa se despidió de su suegra con un beso, pero Rut se aferró a ella. 15—Mira —dijo Noemí—, tu cuñada se vuelve a su pueblo y a sus dioses. Vuélvete con ella. 16Pero Rut respondió: —¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! »Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. 17Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Que me castigue el Señor con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte! 18Al ver Noemí que Rut estaba tan decidida a acompañarla, no le insistió más.
19Entonces las dos mujeres siguieron caminando hasta llegar a Belén. Apenas llegaron, hubo gran conmoción en todo el pueblo a causa de ellas. —¿No es ésta Noemí? —se preguntaban las mujeres del pueblo. 20—Ya no me llamen Noemí —repuso ella—. Llámenme Mara, porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura 21»Me fui con las manos llenas, pero el Señor me ha hecho volver sin nada. ¿Por qué me llaman Noemí si me ha afligido el Señor, si me ha hecho desdichada el Todopoderoso? 22Así fue como Noemí volvió de la tierra de Moab acompañada por su nuera, Rut la moabita. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de cebada. Encuentro de Rut con Booz 1Noemí tenía, por parte de su esposo, un pariente que se llamaba Booz. Era un hombre rico e influyente de la familia de Elimélec. 2Y sucedió que Rut la moabita le dijo a Noemí: —Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien yo le caiga bien. —Anda, hija mía —le respondió su suegra. 3Rut salió y comenzó a recoger espigas en el campo, detrás de los segadores. Y dio la casualidad de que el campo donde estaba trabajando pertenecía a Booz, el pariente de Elimélec. 4En eso llegó Booz desde Belén y saludó a los segadores: —¡Que el Señor esté con ustedes! —¡Que el Señor lo bendiga! —respondieron ellos. 5—¿De quién es esa joven? —preguntó Booz al capataz de sus segadores. 6—Es una joven moabita que volvió de la tierra de Moab con Noemí —le contestó el capataz—. 7Ella me rogó que la dejara recoger espigas de entre las gavillas, detrás de los segadores. No ha dejado de trabajar desde esta mañana que entró en el campo, hasta ahora que ha venido a
descansar un rato en el cobertizo. 8Entonces Booz le dijo a Rut: —Escucha, hija mía. No vayas a recoger espigas a otro campo, ni te alejes de aquí; quédate junto a mis criadas, 9fíjate bien en el campo donde se esté cosechando, y síguelas. Ya les ordené a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve adonde están las vasijas y bebe del agua que los criados hayan sacado. 10Rut se inclinó hacia la tierra, se postró sobre su rostro y exclamó: —¿Cómo es que le he caído tan bien a usted, hasta el punto de fijarse en mí, siendo sólo una extranjera? 11—Ya me han contado —le respondió Booz— todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y viniste a vivir con un pueblo que antes no conocías. 12¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces. 13—¡Ojalá siga yo siendo de su agrado, mi señor! —contestó ella—. Usted me ha consolado y me ha hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de sus servidoras. 14A la hora de comer, Booz le dijo: —Ven acá. Sírvete pan y moja tu bocado en el vinagre. Cuando Rut se sentó con los segadores, Booz le ofreció grano tostado. Ella comió, quedó satisfecha, y hasta le sobró. 15Después, cuando ella se levantó a recoger espigas, él dio estas órdenes a sus criados: —Aun cuando saque espigas de las gavillas mismas, no la hagan pasar vergüenza. 16Más bien, dejen caer algunas espigas de los manojos para que ella las recoja, ¡y no la reprendan! 17Así que Rut recogió espigas en el campo hasta el atardecer. Luego desgranó la cebada que había recogido, la cual pesó más de veinte kilos. 18La cargó de
vuelta al pueblo, y su suegra vio cuánto traía. Además, Rut le entregó a su suegra lo que le había quedado después de haber comido hasta quedar satisfecha. 19Su suegra le preguntó: —¿Dónde recogiste espigas hoy? ¿Dónde trabajaste? ¡Bendito sea el hombre que se fijó en ti! Entonces Rut le contó a su suegra acerca del hombre con quién había estado trabajando. Le dijo: —El hombre con quien hoy trabajé se llama Booz. 20— ¡Que el Señor lo bendiga! —exclamó Noemí delante de su nuera—. El Señor no ha dejado de mostrar su fiel amor hacia los vivos y los muertos. Ese hombre es nuestro pariente cercano; es uno de los parientes que nos pueden redimir. 21Rut la moabita añadió: —Incluso me dijo que me quede allí con sus criados hasta que terminen de recogerle toda la cosecha. 22—Hija mía, te conviene seguir con sus criadas —le dijo Noemí—, para que no se aprovechen de ti en otro campo. 23Así que Rut se quedó junto con las criadas de Booz para recoger espigas hasta que terminó la cosecha de la cebada y del trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra.
________________________
Salmos 47 (NVI) Al director musical. Salmo de los hijos de Coré. 1Aplaudan, pueblos todos; aclamen a Dios con gritos de alegría. 2¡Cuán imponente es el SeñorAltísimo, el gran rey de toda la tierra! 3Sometió a nuestro dominio las naciones; puso a los pueblos bajo nuestros pies; 4escogió para nosotros una heredad que es el orgullo de Jacob, a quien amó. 5Dios el Señor ha ascendido entre gritos de alegría y toques de trompeta. 6Canten salmos a Dios, cántenle salmos; canten, cántenle salmos a nuestro rey. 7Dios es el rey de toda la tierra; por eso, cántenle un salmo
solemne. 8Dios reina sobre las naciones; Dios está sentado en su santo trono. 9Los nobles de los pueblos se reúnen con el pueblo del Dios de Abraham, 10pues de Dios son los imperios de la tierra. ¡Él es grandemente enaltecido!
Día 139 - Sábado 13.06.15:
Hechos 26:1-18 (NVI) 1Entonces Agripa le dijo a Pablo: — Tienes permiso para defenderte. Pablo hizo un ademán con la mano y comenzó así su defensa: 2—Rey Agripa, para mí es un privilegio presentarme hoy ante usted para defenderme de las acusaciones de los judíos, 3sobre todo porque usted está bien informado de todas las tradiciones y controversias de los judíos. Por eso le ruego que me escuche con paciencia. 4»Todos los judíos saben cómo he vivido desde que era niño, desde mi edad temprana entre mi gente y también en Jerusalén. 5Ellos me conocen desde hace mucho tiempo y pueden atestiguar, si quieren, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión. 6Y ahora me juzgan por la esperanza que tengo en la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados. 7Ésta es la promesa que nuestras doce tribus esperan alcanzar rindiendo culto a Dios con diligencia día y noche. Es por esta esperanza, oh rey, por lo que me acusan los judíos. 8¿Por qué les parece a ustedes increíble que Dios resucite a los muertos? 9»Pues bien, yo mismo estaba convencido de que debía hacer todo lo posible por combatir el nombre de Jesús de Nazaret. 10Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los santos, y cuando los mataban, yo manifestaba mi aprobación. 11Muchas veces anduve
de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero. 12»En uno de esos viajes iba yo hacia Damasco con la autoridad y la comisión de los jefes de los sacerdotes. 13A eso del mediodía, oh rey, mientras iba por el camino, vi una luz del cielo, más refulgente que el sol, que con su resplandor nos envolvió a mí y a mis acompañantes. 14Todos caímos al suelo, y yo oí una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?” 15Entonces pregunté: “¿Quién eres, Señor?” “Yo soy Jesús, a quien tú persigues —me contestó el Señor—. 16Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar. 17Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a éstos 18santificados”
________________________
Rut 3-4 (NVI) Rut y Booz en la era 1Un día su suegra Noemí le dijo: —Hija mía, ¿no debiera yo buscarte un hogar seguro donde no te falte nada? 2Además, ¿acaso Booz, con cuyas criadas has estado, no es nuestro pariente? Pues bien, él va esta noche a la era para aventar la cebada. 3Báñate y perfúmate, y ponte tu mejor ropa. Baja luego a la era, pero no dejes que él se dé cuenta de que estás allí hasta que haya terminado de comer y beber. 4Cuando se vaya a dormir, te fijas dónde se acuesta. Luego vas, le destapas los pies, y te acuestas allí. Verás que él mismo te dice lo que tienes que hacer. 5—Haré todo lo que me has dicho —respondió Rut. 6Y bajó a la era e hizo todo lo que su suegra le
había mandado. 7Booz comió y bebió, y se puso alegre. Luego se fue a dormir detrás del montón de grano. Más tarde Rut se acercó sigilosamente, le destapó los pies y se acostó allí. 8A medianoche Booz se despertó sobresaltado y, al darse vuelta, descubrió que había una mujer acostada a sus pies. 9—¿Quién eres? —le preguntó. —Soy Rut, su sierva. Extienda sobre mí el borde de su manto, ya que usted es un pariente que me puede redimir. 10—Que el Señor te bendiga, hija mía. Esta nueva muestra de lealtad de tu parte supera la anterior, ya que no has ido en busca de hombres jóvenes, sean ricos o pobres. 11Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Haré por ti todo lo que me pidas. Todo mi pueblo sabe que eres una mujer ejemplar. 12Ahora bien, aunque es cierto que soy un pariente que puede redimirte, hay otro más cercano que yo. 13Quédate aquí esta noche. Mañana, si él quiere redimirte, está bien que lo haga. Pero si no está dispuesto a hacerlo, ¡tan cierto como que el Señor vive, te juro que yo te redimiré! Ahora acuéstate aquí hasta que amanezca. 14Así que se quedó acostada a sus pies hasta el amanecer, y se levantó cuando aún estaba oscuro; pues él había dicho: «Que no se sepa que una mujer vino a la era.» 15Luego Booz le dijo: —Pásame el manto que llevas puesto y sosténlo firmemente. Rut lo hizo así, y él echó en el manto veinte kilos de cebada y puso la carga sobre ella. Luego él regresó al pueblo. 16Cuando Rut llegó adonde estaba su suegra, ésta le preguntó: —¿Cómo te fue, hija mía? Rut le contó todo lo que aquel hombre había hecho por ella, 17y añadió: —Me dio estos veinte kilos de cebada, y me dijo: “No debes volver a tu suegra con las manos vacías.” 18Entonces Noemí le dijo: —Espérate, hija mía,
a ver qué sucede. Porque este hombre no va a descansar hasta dejar resuelto este asunto hoy mismo. Matrimonio de Booz y Rut 1Booz, por su parte, subió hasta la puerta de la ciudad y se sentó allí. En eso pasó el pariente redentor que él había mencionado. —Ven acá, amigo mío, y siéntate —le dijo Booz. El hombre fue y se sentó. 2Entonces Booz llamó a diez de los ancianos de la ciudad, y les dijo: —Siéntense aquí. Y ellos se sentaron. 3Booz le dijo al pariente redentor: —Noemí, que ha regresado de la tierra de Moab, está vendiendo el terreno que perteneció a nuestro hermano Elimélec. 4Consideré que debía informarte del asunto y sugerirte que lo compres en presencia de estos testigos y de los ancianos de mi pueblo. Si vas a redimir el terreno, hazlo. Pero si no vas a redimirlo, házmelo saber, para que yo lo sepa. Porque ningún otro tiene el derecho de redimirlo sino tú, y después de ti, yo tengo ese derecho. —Yo lo redimo —le contestó. 5Pero Booz le aclaró: —El día que adquieras el terreno de Noemí, adquieres también a Rut la moabita, viuda del difunto, a fin de conservar su nombre junto con su heredad. 6—Entonces no puedo redimirlo —respondió el pariente redentor—, porque podría perjudicar mi propia herencia. Redímelo tú; te cedo mi derecho. Yo no puedo ejercerlo. 7En aquellos tiempos, para ratificar la redención o el traspaso de una propiedad en Israel, una de las partes contratantes se quitaba la sandalia y se la daba a la otra. Así se acostumbraba legalizar los contratos en Israel. 8Por eso el pariente redentor le dijo a Booz: —Cómpralo tú. Y se quitó la sandalia. 9Entonces Booz proclamó ante los ancianos y ante todo el pueblo: —Hoy son ustedes testigos de que le he comprado a Noemí toda la
propiedad de Elimélec, Quilión y Majlón, 10y de que he tomado como esposa a Rut la moabita, viuda de Majlón, a fin de preservar el nombre del difunto con su heredad, para que su nombre no desaparezca de entre su familia ni de los registros del pueblo. ¡Hoy son ustedes testigos! 11Los ancianos y todos los que estaban en la puerta respondieron: —Somos testigos. »¡Que el Señor haga que la mujer que va a formar parte de tu hogar sea como Raquel y Lea, quienes juntas edificaron el pueblo de Israel! »¡Que seas un hombre ilustre en Efrata, y que adquieras renombre en Belén! 12»¡Que por medio de esta joven el Señor te conceda una descendencia tal que tu familia sea como la de Fares, el hijo que Tamar le dio a Judá! Genealogía de David 13Así que Booz tomó a Rut y se casó con ella. Cuando se unieron, el Señor le concedió quedar embarazada, de modo que tuvo un hijo. 14Las mujeres le decían a Noemí: «¡Alabado sea el Señor, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel! 15Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos.» 16Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. 17Las vecinas decían: «¡Noemí ha tenido un hijo!» Y lo llamaron Obed. Éste fue el padre de Isaí, padre de David. 18Así que éste es el linaje de Fares: Fares fue el padre de Jezrón; 19Jezrón, el padre de Ram; Ram, el padre de Aminadab; 20Aminadab, el padre de Naasón; Naasón, el padre de Salmón; 21Salmón, el padre de Booz; Booz, el padre de Obed; 22Obed, el padre de Isaí; e Isaí, el padre de David.
________________________
Salmos 48 (NVI) Canción. Salmo de los hijos de Coré. 1Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo, 2bella colina, es la alegría de toda la tierra. El monte Sión, en la parte norte, es la ciudad del gran Rey. 3En las fortificaciones de Sión Dios se ha dado a conocer como refugio seguro. 4Hubo reyes que unieron sus fuerzas y que juntos avanzaron contra la ciudad; 5pero al verla quedaron pasmados, y asustados emprendieron la retirada. 6Allí el miedo se apoderó de ellos, y un dolor de parturienta les sobrevino. 7¡Con un viento huracanado destruiste las naves de Tarsis! 8Tal como lo habíamos oído, ahora lo hemos visto en la ciudad del SeñorTodopoderoso, en la ciudad de nuestro Dios: ¡Él la hará permanecer para siempre! 9Dentro de tu templo, oh Dios, meditamos en tu gran amor. 10Tu alabanza, oh Dios, como tu nombre, llega a los confines de la tierra; tu derecha está llena de justicia. 11Por causa de tus justas decisiones el monte Sión se alegra y las aldeas de Judá se regocijan. 12Caminen alrededor de Sión, caminen en torno suyo y cuenten sus torres. 13Observen bien sus murallas y examinen sus fortificaciones, para que se lo cuenten a las generaciones futuras. 14¡Este Dios es nuestro Dios eterno! ¡Él nos guiará para siempre!
Día 140 - Domingo 14.06.15:
Hechos 26:19-32 (NVI) 19»Así que, rey Agripa, no fui desobediente a esa visión celestial. 20Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les prediqué que se arrepintieran y se con-
virtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras. 21Sólo por eso los judíos me prendieron en el templo y trataron de matarme. 22Pero Dios me ha ayudado hasta hoy, y así me mantengo firme, testificando a grandes y pequeños. No he dicho sino lo que los profetas y Moisés ya dijeron que sucedería: 23que el Cristo padecería y que, siendo el primero en resucitar, proclamaría la luz a su propio pueblo y a los gentiles. 24Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo interrumpió. —¡Estás loco, Pablo! —le gritó—. El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza. 25—No estoy loco, excelentísimo Festo —contestó Pablo—. Lo que digo es cierto y sensato. 26El rey está familiarizado con estas cosas, y por eso hablo ante él con tanto atrevimiento. Estoy convencido de que nada de esto ignora, porque no sucedió en un rincón. 27Rey Agripa, ¿cree usted en los profetas? ¡A mí me consta que sí! 28—Un poco más y me convences a hacerme cristiano — le dijo Agripa. 29—Sea por poco o por mucho —le replicó Pablo—, le pido a Dios que no sólo usted, sino también todos los que me están escuchando hoy, lleguen a ser como yo, aunque sin estas cadenas. 30Se levantó el rey, y también el gobernador, Berenice y los que estaban sentados con ellos. 31Al retirarse, decían entre sí: —Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte ni la cárcel. 32Y Agripa le dijo a Festo: —Se podría poner en libertad a este hombre si no hubiera apelado al emperador.
________________________
1 Samuel 1 (NVI) Nacimiento de Samuel 1En la sierra de Efraín había un hombre zufita de Ramatayin. Su nombre era Elcaná hijo de Jeroán, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efraimita. 2Elcaná
tenía dos esposas. Una de ellas se llamaba Ana, y la otra, Penina. Ésta tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno. 3Cada año Elcaná salía de su pueblo para adorar al SeñorTodopoderoso y ofrecerle sacrificios en Siló, donde Ofni y Finés, los dos hijos de Elí, oficiaban como sacerdotes del Señor. 4Cuando llegaba el día de ofrecer su sacrificio, Elcaná solía darles a Penina y a todos sus hijos e hijas la porción que les correspondía. 5Pero a Ana le daba una porción especial, pues la amaba a pesar de que el Señor la había hecho estéril. 6Penina, su rival, solía atormentarla para que se enojara, ya que el Señor la había hecho estéril. 7Cada año, cuando iban a la casa del Señor, sucedía lo mismo: Penina la atormentaba, hasta que Ana se ponía a llorar y ni comer quería. 8Entonces Elcaná, su esposo, le decía: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás resentida? ¿Acaso no soy para ti mejor que diez hijos?» 9Una vez, estando en Siló, Ana se levantó después de la comida. Y a la vista del sacerdote Elí, que estaba sentado en su silla junto a la puerta del santuario del Señor, 10con gran angustia comenzó a orar al Señor y a llorar desconsoladamente. 11Entonces hizo este voto: «Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya y, si en vez de olvidarme, te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida, y nunca se le cortará el cabello.» 12Como Ana estuvo orando largo rato ante el Señor, Elí se fijó en su boca. 13Sus labios se movían pero, debido a que Ana oraba en voz baja, no se podía oír su voz. Elí pensó que estaba borracha, 14así que le dijo: —¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Deja ya el vino! 15—No, mi señor; no he bebido ni vino ni cerveza.
Soy sólo una mujer angustiada que ha venido a desahogarse delante del Señor. 16No me tome usted por una mala mujer. He pasado este tiempo orando debido a mi angustia y aflicción. 17— Vete en paz —respondió Elí—. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido. 18—Gracias. Ojalá favorezca usted siempre a esta sierva suya. Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió. 19Al día siguiente madrugaron y, después de adorar al Señor, volvieron a su casa en Ramá. Luego Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. 20Ana concibió y, pasado un año, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, pues dijo: «Al Señor se lo pedí.» Ana dedica a Samuel 21Cuando Elcaná salió con toda su familia para cumplir su promesa y ofrecer su sacrificio anual al Señor, 22Ana no lo acompañó. —No iré hasta que el niño sea destetado —le explicó a su esposo—. Entonces lo llevaré para dedicarlo al Señor, y allí se quedará el resto de su vida. 23—Bien, haz lo que te parezca mejor —respondió su esposo Elcaná—. Quédate hasta que lo destetes, con tal de que el Señor cumpla su palabra. Así pues, Ana se quedó en su casa y crió a su hijo hasta que lo destetó. 24Cuando dejó de amamantarlo, salió con el niño, a pesar de ser tan pequeño, y lo llevó a la casa del Señor en Siló. También llevó un becerro de tres años, una medida de harina y un odre de vino. 25Luego sacrificaron el becerro y presentaron el niño a Elí. 26Dijo Ana: «Mi señor, tan cierto como que usted vive, le juro que yo soy la mujer que estuvo aquí a su lado orando al Señor. 27Éste es el niño que yo le pedí al Señor, y él me lo concedió. 28Ahora yo, por mi parte, se lo entrego
al Señor. Mientras el niño viva, estará dedicado a él.» Entonces Elí se postró allí ante el Señor.
________________________
Salmos 49 (NVI) Al director musical. Salmo de los hijos de Coré. 1Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo, 2tanto débiles como poderosos, lo mismo los ricos que los pobres. 3Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia. 4Inclinaré mi oído a los proverbios; propondré mi enigma al son del arpa. 5¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia, cuando me rodeen inicuos detractores? 6¿Temeré a los que confían en sus riqueza y se jactan de sus muchas posesiones? 7Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. 8Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente. 9Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa. 10Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros. 11Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones. 12A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen. 13Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. 14Como ovejas, están destinados al sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas. Por la mañana los gobernarán los justos. 15Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará. 16No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa, 17porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor. 18Aun-
que en vida se considere dichoso, y la gente lo elogie por sus logros, 19irรก a reunirse con sus ancestros, sin que vuelva jamรกs a ver la luz. 20A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.
________________________