GITANOS Y EDUCACIÓN “UN ANÁLISIS ESTRATEGIAS EDUCATIVAS EN LA COMUNIDAD GITANA”
Ignacio Bellido Servicios Educativos y Formación nachobellido09@gmail.com www.elefectobellido.blogspot.com
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Ignacio Bellido Servicios Educativos y Formación Antropólogo, Formador y Educador con más de 3.000 horas de experiencia como docente. Vine al mundo un martes del mes de Noviembre, cuando el frío y el viento detienen el paso del tiempo y fomentan las miradas desde las ventanas. Por esto creo que en el acto de mirar y de hacer mirar se encuentran las enseñanzas y los significados que buscamos a nuestras vidas. Fomentar la capacidad de observación y análisis es la estrategia pedagógica de la que me sirvo para que, mis alumnos y lectores, aprendan, a la vez que se divierten, a descubrir las conexiones entre sus capacidades y las respuestas que éstas ofrecen a las incógnitas que nos rodean. E-mail: nachobellido09@gmail.com www.elefectobellido.blogspot.com
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“No quiero que mi presente sea una prolongación de un pasado insoportable” Alejandro Jodorwsky
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BREVE INTRODUCCIÓN AL PUEBLO Y CULTURA GITANA La comunidad gitana se encuentra en nuestro país en un número nada desdeñable, aproximadamente viven en España actualmente 650.000 gitanos y alrededor de los 3 millones en Europa. No ocurre, como con otros colectivos sociales, que su presencia sea debida a los nuevos fenómenos migratorios que día a día pueblan los medios de comunicación, todo lo contrario. La presencia de la comunidad gitana en España data del siglo XV proveniente de una larga peregrinación que tiene como origen los territorios que actualmente ubicamos en la India. Todo este proceso de migración propio y concreto de la comunidad gitana junto con otra serie de experiencias específicas y concretas que les tocó vivir y sufrir son las que le han dotado de unos rasgos culturales y sociales propios que son los que dan sentido, identidad y conformidad a este grupo. Es decir, el cúmulo de experiencias y circunstancias que han tenido que vivir en los distintos entornos socio-históricos son los que han conformado la creación de una cultura propia de este grupo, a la que podemos denominar como cultura gitana. Entiendo el concepto de cultura como “el conjunto de historias que da cohesión a una sociedad. Entre ellas están también los relatos sobre los propios orígenes, estos es la biografía de una sociedad (la descripción de su vida), que le dice lo que es”. La experiencia que ha vivido el pueblo gitano a lo largo de la historia ha sido siempre de persecución y de destrucción por parte de la sociedad mayoritaria de su lengua, cultura, tejido social,… Hecho éste que se ha perpetuado en España hasta hace apenas 30 años con la llegada de la democracia y el reconocimiento de la igualdad de derechos para todos los ciudadanos sin distinción alguna por razón de raza, sexo, religión como queda reflejado en la Constitución de 1.978. Si como vemos, se trata de un hecho reciente no podemos esperar que el pueblo gitano se acomode a estas nuevas realizaciones del Estado Social y de Derecho cuando, hasta ese momento, nunca se le han ofrecido las garantías suficientes como para hacerlo, por lo que, el cambio de mentalidad en este sentido es costoso y muy a largo plazo, puesto que los sistemas de referencia para el pueblo gitano no pasan por el Estado ni por los servicios y recursos que éste oferta, sino por los que encuentra y genera en su familia, en donde encuentra las redes de colaboración y solidaridad que los miembros de la sociedad mayoritaria demandamos a las instituciones públicas. Éste es sólo un ejemplo de las dicotomías que
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se presentan a la hora de tratar de establecer relaciones comparativas ente el colectivo mayoritario y una minoría (la existencia de éstas se da con otras minorías, no únicamente con la gitana) y de lo, en numerosas ocasiones, sesgado de nuestras miradas hacia las realidades que no son la nuestra. No me refiero con ello al tan usado etnocentrismo, el cual inevitablemente se acaba produciendo, sino al hecho de que valoremos desde el desconocimiento o desde la parcialidad y no la globalidad a la hora de adoptar posturas críticas hacia uno u otro colectivo o persona puesto que, muy a menudo y promovido en cierta parte por los medios de comunicación, en vez de promover el conocimiento de las distintas realidades sociales y su composición, provocan el efecto contrario: el desconocimiento, al obviar las causas de ciertas realidades centrándose únicamente en sus consecuencias y, a ser posible, en las destructivas, dañinas y perjudiciales. Este efecto es una de las causas que el colectivo gitano sea el colectivo más rechazado por la sociedad española, por encima de otros colectivos, llegando a un 40% el porcentaje de personas a las que les molestaría mucho o bastante tener a un gitano como vecino, según una encuesta realizada recientemente por el Centro de Investigaciones Sociológicas. Frente
al
hecho
reproducido
históricamente de intentar destruir la imagen del gitano a partir de la emisión de juicios negativos y condicionados sobre él y todo su colectivo, descubro que lo que se ha intentado es dañar su imagen, conseguir que pierda validez y que ésta sea considerada ofensiva ante los ojos de la mayoría (a la que consideramos que lo que hace es reproducir el bien social). Cometiendo este ataque determinado y eligiendo a una víctima concreta lo que pretendemos es dañar, destruir lo que esa imagen representa para el gitano y, con ello, a todos aquellos quienes a través de ella toman nombre e identidad. Con la destrucción de la imagen queremos evitar el hecho de que se siga reproduciendo, de que siga existiendo, puesto que entendemos que esa imagen no puede seguir existiendo en las condiciones actuales planteándole como única salida el cambio hacia otra imagen mejor considerada. Pero olvidamos que esa imagen de la que, en este caso, el gitano toma nombre e identidad forma parte de una historia, de una cultura, que es el patrimonio fundamental que posee un ser humano: la
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memoria. Este acto que a diario cometemos con el gitano y con otras minorías, me lleva a pensar y extrapolarlo a otro hecho que puede aclarar de forma más clara lo que intento explicar: si en vez de descubrir los europeos América hubiese sido al contrario, y éstos hubiesen invadido Europa y ocupado todos sus territorios destruyendo todas las imágenes de Cristo sufriendo en la cruz ¿Cómo habrían vivido ese hecho los europeos? ¿Cómo habrían experimentado el hecho de ver como un grupo externo destruye toda su simbología interna? ¿Qué ocurre con la destrucción de los valores simbólicos que dan lugar a una determinada estructura y composición social? ¿Qué hubiese sucedido entonces con las clases que justificaban su posición social merced a la simbología empleada? ¿Cuánto hubiesen tardado en adoptar los símbolos que sus invasores les impusieran? ¿Hubieran creado otros nuevos? Una vez planteada esta cuestión es inevitable dejar constancia de cuales son los elementos que componen y vertebran lo que he señalado como cultura gitana: •
Poseen la idea de un origen común.
•
Sus cimientos se encuentras en una tradición de vida nómada e itinerante.
•
Lengua común: romanó.
•
Valoran la edad y la experiencia como los principios ordenadores del status.
•
Cohesión y diferenciación frente al no gitano.
•
Organización social en base al parentesco, existiendo una gran diferenciación y distinción entre sus miembros en función del grupo de edad y del sexo al que pertenezcan. La pertenencia a un grupo parental es el fundamento del reconocimiento social.
•
Supeditación del individuo al grupo.
Un aspecto clave y distintivo de la comunidad gitana la encontramos en que cuentan con una organización social basada en el parentesco puesto que es la familia
la
estructura
dominante.
La
pertenencia a un grupo parental es el fundamento del reconocimiento social, desde él se establecen sus relaciones sociales, convirtiendo a este grupo en su
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núcleo básico de defensa y cooperación. Dentro de esta estructura cobran especial relevancia otros dos factores: el sexo y el grupo de edad, los cuales son transmisores de una serie de pautas culturales y valores morales. Así, vemos que en lo que concierne a la edad se transmite la noción de respeto al mayor, así como la transmisión de una serie de pautas de comportamiento de los individuos según se encuentren en un tramo u otro de edad. En cuanto al sexo, el varón es considerado como una figura superior al encontrarnos en un grupo de muy marcado carácter patriarcal en el que los papeles sexuales asignados son muy rígidos y prácticamente inamovibles (circunstancia que va cambiando por el gran impulso que están dando las mujeres), en los que la mujer está subordinada al hombre aunque es ella quien sostiene el núcleo familiar y organiza su actividad pero a la que, a su vez, se le niega su papel en la toma de decisiones. Dentro de la organización familiar
hay
importancia
que
destacar
la
que
tiene
el
matrimonio para el colectivo gitano, hecho para el cual se tienen en cuenta diferentes aspectos según se trate de un varón (capacidad para mantener a la familia, sus posesiones, su medio de vida y que no sea consumidor de drogas, alcohol o jugador habitual) o de una mujer (virginidad, su fidelidad al marido, que sepa hacerse cargo del hogar y los hijos, que sea limpia y trabajadora). Los matrimonios suelen tener lugar en edades tempranas, entre los 15 y 20 años, aunque en la actualidad se observa que hay una tendencia a casarse con mayor edad. Otro aspecto a tener en cuenta y que quiero resaltar son los patrones de socialización empleados. El respeto es una de las pautas de comportamiento esenciales y básicas para este colectivo, en especial el respeto a los mayores, así como los jóvenes deben respeto y obediencia a sus padres. Los padres inculcan a sus hijos las leyes y costumbres gitanas y en este terreno no permiten que se cuestione su autoridad aunque, también es cierto, que no suelen imponer normas ni castigos a sus hijos, lo cual guarda influencia con la dificultad posterior de los niños a horarios y disciplinas escolares o, en el caso de los adultos, a las exigencias laborales que conlleva el trabajo
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por cuenta ajena, puesto que no poseen un elevado nivel de autocontrol al no haber experimentado restricciones. Un hecho a destacar es la sobreprotección que se da por parte de la familia y los padres en la etapa de la adolescencia a las chicas debido al miedo de los padres a que le ocurra algo o a que tengan contacto con los chicos. Este hecho no se produce en los chicos que gozan de mucha mayor libertad. Aún así, sorprende el hecho de que en esta etapa no se producen los patrones de desobediencia a la figura paterna que sí se da en la cultura paya, pues admiten sin problemas ni cuestionamientos la autoridad paterna. Lo que sí se da con mucha frecuencia en esta etapa, como consecuencia de lo temprano de los matrimonios, es el salto repentino de ser considerado adolescente o “mozo”, en la jerga gitana, ser hombres y mujeres casados, con las responsabilidades que esto conlleva. No quiero ahondar en otros factores que puedan ser diferenciadores como pudieran ser la vivienda y el empleo puesto que no resultan ser tan determinantes a la hora de que los jóvenes gitanos prosigan o posean una trayectoria académica como demuestran estudios recientes y sí lo son los aspectos como los anteriormente señalados. Lo que si creo importante resaltar es la importancia que cobra la promoción socioeconómica y la generación de expectativas de inserción en términos de la mayoría de nuevos sectores gitanos plantea situaciones de competencia con esa mayoría que anteriormente no se experimentaban, lo cual no hace sino enriquecer el espectro social en el que las nuevas relaciones se encuadran. Del aspecto educativo y que se echa en falta en esta introducción me ocuparé en el capítulo siguiente al cual emplazo para que conozca con mayor detenimiento esta realidad. Por último, y antes de centrarnos en aspectos más concretos, quiero resaltar los procesos que relación a la formación y dignificación de la identidad gitana se están produciendo actualmente en dos generaciones distintas de gitanos. Nos encontramos en el caso de los tíos un proceso de dignificación de la imagen gitana frente a la opresión que históricamente se ha producido contra ellos, y en el caso de la nueva generación de mujeres, impulsoras de los procesos de cambio y transformación gitana que se está produciendo, el hecho de seguir siendo fieles a una identidad gitana sin dejar de disfrutar de todos los derechos y de su condición de ciudadanía que conduce a un mayor bienestar. En palabras de Teresa San Román “un ser lo que sois, pero integrados en una
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sociedad común que os pertenece”. En definitiva, uno es lo que es y no puede ser otra cosa, únicamente puede ser bien lo que uno es. Así nos encontramos con que ser un buen gitano conlleva el respeto a una serie de valores y comportamientos éticos que son universalmente aceptados como signo de civilización y madurez y ante los que nadie opondría ningún rechazo, éstos son: • El respeto a la familia como institución suprema de la sociedad gitana. • El cuidado de los hijos y de los ancianos que gozan del respeto y la consideración máxima. • La hospitalidad como obligación que debe manifestarse con agrado y la máxima atención. • Tener honor, que significa el cumplimiento de la palabra dada y la fidelidad a la "Ley Gitana". • El sentido de la libertad como condición natural de la persona. • El sentido de la solidaridad y la ayuda para con los miembros de la etnia como obligación. • El cumplimiento de las decisiones tomadas por los mayores cuando éstos las toman en cumplimiento de la Ley Gitana.
ESTRATEGIAS EDUCATIVAS Y COMUNIDAD GITANA En los últimos años se ha conseguido una gran labor en la normalización educativa de los niños y niñas gitanas, prueba de ello es el dato que refleja que en Educación Primaria nos encontramos con un 100% de escolarización. Este dato muestra el logro de las acciones de acercamiento desde el colectivo gitano y de la escuela hacia este colectivo en pos de la tan ansiada normalización. Pero no hay que lanzar las campanas al vuelo y limitarnos a recrearnos en lo encantador de este dato, pues si nos detenemos y analizamos la globalidad de los datos descubrimos una descripción de la realidad más global y, por desgracia, menos alentadora. Según avanzamos en las siguientes etapas de nuestro sistema educativo actual vemos como los datos no dejan de ser decrecientes. Así vemos que entre los 12 y 14 años del 100% pasamos a un 68% de escolarizados, a los 15 años nos quedamos en un 10% y entre los 16 y 17 años este dato se reduce a la mitad quedando en un 5%, y si
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observamos el porcentaje de gitanos y gitanos que llegan a la universidad descubrimos que únicamente la alcanzan un 1%. Estos datos, a simple vista desalentadores, no deben conducir a una rendición y la transmisión de la falsa idea de que no hay anda que hacer, nada más que resignarse. Centrarnos en lo negativo nos conduce a la rendición y este no es el camino a seguir, sino que es necesario continuar con el camino que ya se ha iniciado pues éste nos conduce a resultados, puesto que si tomamos la situación de partida, hace apenas 30 años, en la que el analfabetismo del pueblo gitano estaba en el 80% descubrimos que sí que estamos consiguiendo avances. Lo que también es cierto, es que no es prudente no hacer una valoración crítica de los resultados obtenidos y de la realidad en la que se enmarcan ya que, según avanzamos debemos analizar en su globalidad las nuevas situaciones en las que nos sitúa nuestro avance y, por ello, es necesario analizar y prestar atención a las nuevas circunstancias a las que antes no se prestaba atención y que, ahora, nos muestran las directrices que posibilitan que el avance siga siendo posible. En la actualidad la incorporación al proceso educativo formal se produce en las etapas más tempranas de la Educación Infantil, así descubrimos que en el segundo ciclo de la Educación Infantil el 92% se encuentran escolarizados, siendo una muestra de la superación del rechazo a la escuela en edades tan tempranas y de sus tradiciones culturales por las que se transmitía la noción de que el mejor lugar para un niño es estar junto a su madre durante todo el día. A este también ha contribuido la incorporación al mundo laboral de las mujeres.
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La mera escolarización de los niños en unas determinadas edades no garantiza la igualdad de todos ellos ante el hecho educativo. Las posibilidades de "éxito" escolar están mediatizadas por múltiples factores, muchos de ellos ajenos a la individualidad de los alumnos como puede ser el lugar de residencia, la procedencia social, la pertenencia a una determinada minoría..., es decir se encuentran en situación de desventaja a causa de lo que podríamos denominar una "deficiencia social". La escolarización generalizada del colectivo gitano no significa que no exista absentismo (hasta del 30%), así como tampoco significa que no existan desfases académicos o que cuando lleguen a la etapa secundaria lleguen con una normalidad académica. Una de las causas de la escasez de resultados en la Educación Secundaria la encontramos en que a edades superiores aumentan los requerimientos familiares para que el o la joven ayude a cubrir las necesidades familiares y laborales que se le indiquen. Pero no debemos buscar las causas de los malos resultados académicos del colectivo gitano únicamente en el propio colectivo, sino que éstos son consecuencia de las relaciones e interacciones que se producen ente este colectivo y la escuela.
Cuando los alumnos gitanos se acercan a la escuela se encuentran con diferencias esenciales entre los modelos observados en la familia y los que ofrece la escuela, esto representa una serie de dificultades añadidas a las propias que conlleva el aprendizaje:
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impuesta en la familia, el niño llega a la escuela
sin los hábitos y esquemas necesarios para adaptarse a la actividad escolar, los que posee se han desarrollado en otra dirección. •
Inexistencia de referentes sociales externos.
•
La comunicación verbal en la familia se caracteriza por la ausencia de conceptos abstractos o sutiles. En la escuela el niño tendrá dificultades para comprender estos contenidos abstractos que en muchos casos no parecen guardar conexión con la vida. Esta dificultad es especialmente importante en la adquisición de la lectoescritura. Al pasar de la Enseñanza Primaria a la Secundaria el nivel manipulativo da paso al reflexivo y formal agudizándose las dificultades.
•
En casa se proporciona poca estimulación y escaso apoyo respecto a las materias tratadas en la escuela, es raro que vean a sus padres leyendo o escribiendo. Es necesario considerar, también, los esquemas diferentes de orientación vocacional en función de la clase social y el sexo.
•
Suelen orientarse hacia el presente y la consecución de objetivos a corto plazo, mientras la educación es totalmente a largo plazo.
•
El contacto entre los padres y la escuela es muy deficiente, o no existe o si aparece no se da en condiciones de igualdad. La familia se acerca al centro sólo cuando surgen enfrentamientos entre ellos y la escuela, en ocasiones, ésta convoca a los padres exclusivamente para informar sobre el mal comportamiento o los problemas con el alumno. Por todo esto aparece una desconfianza por parte de las familias hacia el centro educativo del que desconoce su funcionamiento y los recursos con los que cuenta.
•
No existencia de coordinación y esquemas o estructuras de funcionamiento similares entre los distintos agentes que intervienen en la escuela.
•
Existe desconfianza hacia otros grupos sociales, lo que limita a los niños para iniciar interacciones con esos compañeros.
•
Existe un desconocimiento de la cultura gitana por gran parte de los profesionales dedicados a la educación, esto impide que en la institución escolar haya referencias a la misma y se compartan sus valores.
•
La falta de reconocimiento, por parte de la escuela, de los valores con los que el niño se identifica puede llevar a la infravaloración de su propio grupo cultural o al rechazo de la escuela.
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Estas dificultades planteadas propician un fracaso escolar muy elevado, aparecen porcentajes altos de alumnos gitanos que tienen un año o dos de desfase escolar. Esto refuerza a su vez la baja autoestima y las expectativas negativas ante la educación que se devalúa a sus ojos cada vez más. Cuando llegan a la Educación Secundaria se agudizan todos estos procesos por ser una etapa en la que el alumno adquiere un gran sentido crítico y entran en conflicto los valores y orientaciones de la escuela con los suyos propios. La consecuencia directa que tienen estas dificultades y el hecho de limitarnos a ellas y no tratar de superarlas han dado pié a la creación de una serie de mitos que se están convirtiendo, falsamente, en la norma y que nos lleva si atendemos a ellos a la desesperanza y la falsificación de la realidad. Estos mitos son: 1. Pensar que ya se ha trabajado abundantemente por la escolarización de la infancia gitana y que todo fracasa. 2. Considerar a la población gitana como homogénea y radicalmente distinta de la población mayoritaria. 3. Mantener un concepto erróneo de cultura como supuesto factor de fracaso escolar. 4. Confundir el conocimiento de una cultura como producto temporal y espacial con el conocimiento de las personas y la relación interpersonal. 5. Considerar que una buena relación con los padres gitanos conlleva automáticamente una transformación de sus ideas sobre la educación escolar. 6. Vaticinar que la “presencia” de la cultura gitana en las aulas generará un cambio sustancial en la escolarización del alumnado gitano.
La superación de estos mitos mediante la implicación de todos los implicados en el proceso permitirá una mayor adecuación de la acción y la obtención de mejores resultados y la reducción de uno de los obstáculos fundamentales que nos sitúa en la situación que a día de hoy experimentamos: el absentismo. Este hecho cuenta con una serie de aspectos diferenciales que podemos resumir en los siguientes: •
El niño fracasa porque no asiste, pero no asiste porque fracasa.
•
No se adaptan ya que no van a clase, pero no van a clase porque no se adaptan.
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regularidad sus intereses y motivaciones no se tienen en
cuenta, pero como la escuela no les interesa ni motiva no acuden a ella. •
Es verdad que en edades muy tempranas cuando muchos de los alumnos aún no presentan estos aspectos, si aparece el absentismo debido a otras causas como la sobreprotección y la escasa valoración de la educación por parte de las familias. Pero también es cierto que en gran parte de los gitanos el absentismo comienza en edades más tardías (en torno a los 11-12 años) y que a partir de ese momento es cuando sufre un incremento hasta llegar a producirse abandonos totales del Sistema Educativo.
•
Analfabetismo de las familias.
•
Empleo de valores y códigos de comunicación distintos. El análisis de todos los factores hasta aquí expuestos nos sitúa ante la existencia
de una serie de necesidades que es necesario tener cubiertas a fin de lograr la normalización educativa y, a partir de las cuales, necesario comenzar la acción y priorizar los ámbitos de actuación en los que englobar tales acciones. Estas necesidades quedan resumidas en las siguientes: •
Contar con agentes que intervengan en el entorno escolar y familiar.
•
Contar con referentes concretos, directos y claros en los centros educativos.
•
Favorecer interacciones que difícilmente se dan de manera espontánea.
•
La escuela debe favorecer situaciones de “igual status”.
•
Establecer acciones sistemáticas que favorezcan la normalización educativa en los niveles medios, donde se detecta un alto nivel de desestructuración
en
aspectos
como:
asistencia,
adquisición
y
mantenimiento de rutinas y hábitos, relaciones sociales, logros académicos, interacción familia-escuela, orientación social y personal e identidad cultural. •
La necesidad de actuaciones de orientación y formación con padres y madres gitanos/as, sobre habilidades educativas, sensibilización sobre la importancia para el propio desarrollo de la identidad cultural de la continuidad en los procesos educativos formales, y un progresivo acercamiento al contexto educativo y la participación en dicho espacio, 18
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salvando así los miedos que de manera explícita la mayoría de las familias manifiestan.
CONCLUSIONES: CAUCES DE ACCIÓN PARA EL FUTURO Estamos empeñados en transmitir la idea de que existe un misterio y una sensación de permanente frustración a la hora de intentar inculcar en la población gitana un interés por la actividad académica y de su incorporación plena a nuestro sistema educativo, pero obviamos que todos los sistemas que creamos de atención para con la sociedad genera en este colectivo la desconfianza, puesto que hasta hace relativamente poco estos sistemas apartaban a este colectivo y no cabían otra cosa que perseguirlos para acusarlos y criminalizarlos por unos hechos u otros. Tenemos que sobrepasar el objetivo de llevar físicamente al colectivo gitano al Centro Educativo y comenzar a prestar atención a causas internas de funcionamiento de los propios centros de la mala acomodación de estos al mismo y dejar de culpar su falta de involucración a razones externas al centro y ajenas al sistema. Pero no es únicamente desde el centro desde donde debemos actuar, es necesario actuar con el propio colectivo y trabajar sobre la falsa percepción que tienen de que el hecho de realizar una trayectoria académica como una pérdida de las características positivas que el grupo se autoatribuye. Dejando de considerar como una traición al propio grupo el hecho de realizar una trayectoria de éxito. Este cambio es cambiar en el colectivo la idea de que la Educación Secundaria supone un conflicto para el cumplimiento de las expectativas doméstica y de ocupación que en estas edades posee la familia gitana. Hay que comenzar a prestar atención a los aspectos positivos, por unos y otros, y dejar de centrar nuestras miradas en las dificultades y obstáculos ante los que nos enfrentamos. Los caminos del éxito son los que deben empezar a tomar la trascendencia y relevancia que merecen, y este camino pasa por la oferta de recursos de apoyo, una mayor involucración del profesorado y la familia, fomentar el convencimiento del individuo en seguir sus estudios, fomentar un sentimiento de igualdad, dotar de habilidades para el ejercicio de roles normalizados,… Favorecer la toma en consideración de los aspectos positivos que la realización de una trayectoria académica tiene sobre el sujeto: mayor autonomía, flexibilidad y pluralidad para desempeñar los
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roles esperados, junto con un distanciamiento crítico de sus tradiciones y un conocimiento más amplio y completo de la realidad social. Demostrando que estos logros no están en contradicción con un sentimiento y una identidad colectiva tan arraigada en la comunidad gitana. Tenemos que enseñar a ver al otro porque verlo es respetarlo. Para ver bien tenemos que corregir los errores perceptivos de nuestros ojos. Intentar ver el otro como otro, diferente a mí pero igual que yo. El lugar y tiempo idóneo, a mi juicio, para ello está en el tiempo de ocio, puesto que en este tiempo no hay estructuras jerárquicas que mediaticen las relaciones. No existen a priori barreras. Es en nuestro tiempo de ocio donde vemos y descubrimos a los otros, puesto que es en él donde se establecen las verdaderas relaciones. No permitimos y dificultamos a las minorías que pueblan la sociedad donde vivimos nos imiten y sigan nuestras pautas. Tampoco queremos que sigan las suyas porque consideramos que no se ajustan a la sociedad y el tiempo que compartimos. En cuanto al mercado laboral les recriminamos que compitan a través de un salario de mínimos. Para que exista competencia primero hay que igualarse, mientras existan desigualdades no podrá decirse que la competencia es real. Las desigualdades son del todo hereditarias, las minorías actuales han heredado las sufridas por los obreros españoles de toda una generación, han heredado sus lugares de residencia, sus puestos de trabajo y sus condiciones de vida. Se ha producido una movilidad ascendente del trabajador patrio, como consecuencia del aumento de su nivel de cualificación, quedando los puestos que hasta entonces desempeñaba a ser ocupados por las minorías que no han tenido los medios para alcanzar la cualificación requerida. Es decir, los barrios obreros de ayer son ocupados por las minorías de hoy.
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Este hecho nos ofrece una muestra de la intolerancia hacia las minorías, puesto que tratan de hacerse un sitio adoptando las formas de vida características de la generación de mis padres, durante los años 60, cuando se produjo el gran éxodo rural a las ciudades. En base a estas desigualdades en el terreno laboral las generaciones anteriores consiguieron igualarse, o cuanto menos reducir la distancia existente, en gran medida en el disfrute del tiempo que les quedaba después del tiempo de trabajo. Pues es en este tiempo donde se liberaba de las condiciones de desigualdad, que parecían incorregibles pero consiguiendo no hacerlas extensibles a su tiempo libre. Fueron estos trabajadores quienes, en silencio, hicieron una revolución al no permitir que nadie se apoderara de todos sus tiempos, nos demostraron que la vida de cada uno es irrepetible y nadie puede sustituirla, mostrando que la dignidad de vivirla está en el hecho de que nadie puede volver a vivirla de la misma manera. Ahora, esos lugares y tiempos que ocupábamos y que no queríamos que nadie invadiese ni dominase, son ocupados por otras personas que aglutinan muchas y similares características que eran y siguen siendo las nuestras. Lo que ocurre es que ahora las vemos como si fueran de ellos dejando de ser nuestras, nos equivocamos de todas todas. Nos incomoda ver como se siguen repitiendo situaciones que creíamos tener superadas. Creemos tener superadas las desigualdades y lo único que hemos hecho es otorgárselos a otros, que tienen formas de vivir distintas de la misma manera que la gente venida de los pueblos tenían formas de vida completamente antagonistas ante lo cosmopolita y moderno en su tiempo. Se reproduce el mismo hecho unos años después.
Savater dice que “la raíz de la sociabilidad está en el afán de imitarnos unos a otros”. Todos nos imitamos unos a otros, continuamente, mediante la adopción de una serie de comportamientos y pautas de conducta. Hecho totalmente demostrable. Ocurre que cada uno de nosotros imitamos un comportamiento con un fin alcanzar un modelo deseado. Imitamos pero nos ofendemos si nos imitan, siempre imita alguien que no queremos que nos imite. Nos sentimos invadidos, en manos de quien nos imita, sin poder defendernos. Dejamos de ser quien hasta entonces habíamos sido, durante el tiempo que dura la imitación, pasando a ser quien el otro imita. Ver algo de nosotros en otro nos perturba e incomoda. De hecho, cuando odiamos a alguien lo hacemos porque vemos en él algo de nosotros mismos. Conclusión: no queremos ser imitados.
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Vemos que las minorías nos imitan y adoptan nuestros comportamientos y, esto, nos molesta, nos incomoda vernos en otros y por ello los rechazamos. No parece gustarnos ver a la cara aquello que fuimos y que seguimos siendo, pero de lo que renegamos en aras de la modernidad que todo logra y que es símbolo del progreso. Ante la desventaja y explotación en el campo laboral la generación de mis padres consiguió igualarse a quienes comercian con su fuerza de trabajo haciendo un disfrute de su tiempo libre en condiciones de igualdad, buscando desarrollarse y establecer una serie de relaciones que el mundo laboral no le reportaba, y que por el contrario una vez se libraba de sus ataduras podía establecer relaciones de igualdad con todo lo que le rodeaba. Si te encuentras a tu jefe por la calle, deja de ser tu jefe y pasa a ser alguien igual que tú que transita por una calle determinada en un momento concreto. En el tiempo libre no existen jerarquías lo cual es un facilitador del crecimiento personal y social. Aprovechemos por tanto este hecho. Tiempo de ocio tenemos todos, unos más y otros menos, y contamos con la ventaja de vivir en comunidad lo cual nos permite no partir de cero, ya contamos con una experiencia previa. Usemos la experiencia que ya tenemos para que las desigualdades e injusticias que padecíamos no se reproduzcan en otro, puesto que nosotros no las suframos no quiere decir que no las sufran otros. Si es fuera del mundo laboral donde todos nos igualamos es aquí donde deberemos establecer las correcciones necesarias que permitan, al volver al mercado laboral, reproducirlas y no al contrario. A día de hoy llevamos las desigualdades laborales a lo cotidiano, cuando el mejor resultado se obtendría si llevamos lo cotidiano de cada cual al mundo laboral.
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Ver al otro es respetarlo. Si cerramos los ojos no vemos. En las altas esferas y clases dominantes y rectoras las minorías a día de hoy no tienen cabida, al igual que tampoco la tuvo una generación, y desde tan alto no ven al otro, sólo se ven a ellos mismos. Si nosotros sí nos vemos, mostrémonos, no permitamos que sigan volviendo la vista para no vernos. Hagamos de nuestro tiempo, el que nos pertenece, el que es nuestro, el que no empeñamos en pos de la producción, un tiempo de todos y que entre todos construyamos mediante los movimientos sociales y civiles unos espacios y tiempos de todos. Dice una canción que hay cosas mías que no son de nadie. Consigamos que todos vivamos y veamos el entorno y la gente con como algo nuestro y que sin embargo no es de nadie, evitemos la posesión y apropiación de lo que de cada uno es. Quienes nos dedicamos a la rama de la educación nos limitamos nuestro propio campo de acción, no salimos del institucionalismo y el academicismo, es decir, de la formalidad. Somos reacios a adoptar nuevas dinámicas, espacios y tiempos en los que ejercer nuestra actividad. Nos extralimitamos a costa de seguir una actuación académica definida, estructurada y compartida por simple comodidad, logrando inmovilizarnos y estancarnos en una discusión a la que no ponemos fin, por miedo a que un día deje de existir tal discusión puesto que ya no sabremos qué hacer. La no existencia de la discusión supondría que estaríamos inmersos en un empobrecimiento de la calidad de vida. ¿Nadie se ha detenido a pensar lo contrario? Si un día no hay discusión quizá sea porque habremos encontrado la solución. La solución de todo problema pasa por la toma de conciencia de que existe y que me afecta. Mirar desde la barrera no mejora nada. Asumir que existe un problema, que es propio, no del resto, nos sitúa y encamina a buen puerto. Adueñarnos y tomar como propio a la hora de trabajar con las minorías que pueblan nuestro conjunto social, desde la perspectiva educativa, logrará acercarnos a todas las personas y niveles pero para ello tenemos primero que vencer el rechazo a introducirnos en nuevos lugares y tiempos. Abandonar la visión de que la educación es la revisión moderna de los oráculos griegos y que únicamente se accede a ella acudiendo a ella nos haría avanzar para el logro de nuestros fines. La educación debe ser la primera en transigir y ceder, logrando así un acercamiento a todos los problemas y cuestiones que se le presentan y a los que, hasta hoy, siempre trata de vencer desde la distancia. Dicen que la distancia es el olvido. Olvidarnos de los colectivos con los que
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convivimos por no pertenecer a la mayoría hará que irremediablemente éstos se olviden de nosotros.
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