AlterArte Calle

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Paola Pastrana



Jesús Araujo



Emilio Suรกrez


CivdadGalería Tres hechos son claros:

aunque con frecuencia son tachados de vandalismo, • El arte urbano es una proliferan cada día mas y con una expresión artística. muy buena propuesta estética y • Las galerías son muchas discursiva. veces recintos snobs y elitistas a donde el grueso de la población Ante lo efímero de estas nos no asiste. hemos dado a la tarea de • Cada vez más artistas documentarlas fotográficamente urbanos surgen y usan la calle y registrar su ubicación, tratando para mostrar su propuesta. de hacer de nuestra ciudad una gran galería. Si tienes fotografías http://www.alterarte.com.mx/ciu y la localización de estas obras, y dadgaleria quieres colaborar con el proyecto escríbenos a: Civdad Galería es un registro fotográfico y geoposicionado de ilovealterarte@yahoo.com arte urbano, en específico: graffiti, esténcil, sticker y para publicarlas, el nombre del publicidad popular. autor también sería deseable. Surge en primera instancia al encontrarnos con que tenemos en nuestros archivos muchas fotografías de estas expresiones callejeras, y hemos visto como algunos de nuestros amigos también sienten esta atracción a tomar imágenes de estas piezas. Muchas veces desconocemos a los autores de las mismas, y

Si estas en otra ciudad es bastante sencillo replicar esta acción, y tal vez podamos construir una red de ciudades entre todos.




M onserrat L贸pez



M onserrat L贸pez



Cruz de Caminos Jorge Alberto Mijangos Herrera La vereda estaba allí desde hacía mucho tiempo. Inamovible con su blanquecer cansada, crecía delgada a la distancia. Los árboles se recostaban sobre la mañana mientras ésta, poco a poquito, caminaba junto al hombre viejo arrastrado por una sombra desesperanzada, que incansable y eterna transcurría el tiempo en su mirar de sombras. Los olores florecidos se esparcían dulces y desde adentro del aire bañado con miel de dzidzilché, brotó un niño del color del jade: sus ojos secretos reflejaban destellos de estrellas dormidas. El niño separó la línea cerrada de sus labios y su lengua elocuente arrojó siete sonidos mágicos que dominaron el silencio trémulo y empalidecido en su soledad. A lo lejos, la sierrita de los Uitzes se estiraba con una cresta rojiza que fantaseaba en las aguas de un chultún: se hundía en el espejo y jugaba con las piedritas de su fondo hasta resurgir de nuevo, con una luz lavada más brillante y más clara. El niño preguntó:

hombre viejo? -Una piedra antigua –dijo el viejo-, creo la llamaban filosofal. -¿Y para qué te servirá –inquirió el niño- si ya eres un hombre viejo? ¿La has visto alguna vez? ¿Quién te habló del sueño? El anciano permaneció hundido el instante de un siglo y sus ojos miraron hacia atrás, cuando en su rostro se dibujaba la huella de su primera hora y la luz caía con la frescura del agua de pozo. La voz llenaba con su fuerte suavidad los huecos de las piedras que se removían inquietas en su rígido interior; las sascaberas sofocantes que trasudaban lágrimas caliginosas y las grutas donde se ocultaban los duendes antiguos que mandaban en los montes desde antes del tiempo viejo.

Amarilleaban las márgenes del camino el tajonal de primavera y un niño calzado con “patas de gallo” balbuceaba sus primeros pasos. El camino era como los cenzontles y hacía crecer los árboles de zapote con sus -¿Qué buscas en este camino, trinos. Arriba, el cielo se había


transformado en un cíclope azul de cara limpia, que se pintaban una ceja de siete colores por las tardes, después de la llovizna. La vida abrazaba al niño que chupaba de sus pechos siempre llenos y oscurecidos de amor. En el cerro de los Uitzes los venados huían del jaguar que lloraba su impotencia. Una muchacha dormida bajó el sendero que conducía a la casa del adivino. Sus pies trashumantes crecían raíces de coloración salina, de su cabellera brotaban flores del mes de Moan y sus tobillos musicalizaban el sonido de sus pasos. Cuando el camino atravesaba la distancia larga, la muchacha adormecida sintió el olor del hombre viejo y abrió los ojos, entonces lo vio y creyó que soñaba un sueño que no era, porque el abuelo miraba con sus ojos hacia atrás y lo interpelaba una fantasía. Cerró de nuevo los ojos y los años comenzaron a caer de la piel, que de pronto ya no era un hombre viejo, sino un joven vigoroso que la levantaba y corría con ella hasta la sombra del ceibo amigo, aquel que hacía muchos años había roto la tierra.

Había dormido muchas horas que le dejaron en el pellejo de las huellas del descanso. La tarde comenzaba a desenredarse de las copas de los árboles y recogía los tonos rojizos de sus hilos de luz. Aquella tarde, los ecos fueron rechazados por el viento que viajaban hacia el Poniente y bramaban con la voz grave de una tumba vieja. El hombre-viejo-joven despertó en el sueño de una doncella dormida, y ella sintió que en esto había algo de locura; sin embargo, una ráfaga enloquecida de aire le arrebató los pensamientos elevándolos hasta el último rayo del Sol. El encanto se convirtió en una espiral dolorosa que atravesaba siete puertas y ella le susurró al oído: -Tendremos un hijo por cada color del arco iris. Debajo del ceibo amigo, aquel que se desperezaba por encima de su sombra silente, violetas de fuego comenzaron a construir las nuevas vidas que fueron surgiendo de entre las raíces, una a una, hasta completar la cantidad de siete: fue así como nacieron los enanos de Xibalbá, que se


arrastraban como lagartos espinosos. Cuando el color de la noche se ramificase, los luceros inician un tintineo ambarino que interrumpe la oscuridad. Eso sucede a menudo, aproximadamente a la hora de siempre, cuando la magia pierde el sueño y la lechuza olvida su transparencia aérea. El niño extrajo de entre sus ropas una piedra alargada y brillante, que tenía forma de cabeza serpentina, y dijo al viejo: -¡Toma! En esta piedra hallarás tu realidad. No sintió la noche que delgada como un cuchillo comenzó a entrarle por los ojos, mientras su mundo era sorbido por una visión ahogada de nubes y hierbas extrañas que caía desde una exuberancia de espumas. Los ecos se fueron sollozando: -¡Hay un muerto junto al ceibo! -¡Hay un muerto junto al ceibo!


Rebecca Martell


Ram贸n Rosado


AlterArte 34 "Calle" Díalogos Compartidos 3 Noviembre 201 5. Mérida, Yucatán. www.alterarte.com.mx Portada: Paola Pastrana Contraportada: Christian Sánchez Consejo Editorial Ramón Rosado / Karín Mijangos / Margarita Osés / Andrea Ortíz / Betty Montero / Emilio Suárez

AlterArte es un esfuerzo para contribuir a la difusión del arte y la cultura emergente como medio crítico de nuestra realidad. Esta revista se realiza gracias al apoyo otorgado por la convocatoria del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC) 201 3 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Agradecemos las facilidades otorgadas por la Dirección de Artes Visuales de Un agradecimiento especial para Pablo la Secretaría de la Cultura y las Artes Gámez, por la inigualable ayuda para de Yucatán. realizar Diálogos Compartidos 3.

Jomary Herrera


Alejandro Cordero


Dayana Chablé Luis Enrique Xool


Katy May

María José Canul


Reyna Rend贸n



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