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Karina Jiménez
hops://apps.who.int/iris/ Yalom, I. (2002) El don de la terapia. Carta abierta a una nueva generación de terapeutas y a sus pacientes. Emecé Editores. Buenos Aires.
Jiménez4 LA CONSTITUCIÓN DEL PSIQUISMO EN FREUD Y EN LACAN Karina
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El texto escrito a con=nuación es una adaptación de la ponencia presentada en el II Coloquio Canario de Psicoanálisis bajo el Dtulo de “La Segregación, Rechazo al Otro”, celebrado en 1995 en Las Palmas de Gran Canaria. En este trabajo de la psicoanalista Dolores Conde destacan la claridad en la expresión de los conceptos y el uso de un lenguaje fácilmente accesible, por lo que un extracto del mismo puede ayudarnos en la comprensión de la cons=tución del psiquismo, conceptualizada por Freud y Lacan. Destacar así mismo que la formación del Yo en Freud, remite a su texto “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” y la formación del Yo en Lacan remite a su texto sobre “El Estadio del Espejo”.
Freud, ya desde "El Proyecto de Psicología para neurólogos", de 1985, considerado como su primer texto, explora la cons=tución de la realidad psíquica en el humano y su relación con el Otro. En su reflexión sobre el principio de realidad como opuesto al principio del placer destaca que la relación primera del recién nacido con el exterior es a través de su madre. El recién nacido, par=endo de su desamparo, va diferenciando la sa=sfacción de lo doloroso, lo interior de lo exterior, por medio de esta relación. Su experiencia de sa=sfacción depende al completo del Otro, que es a su vez su objeto primordial. Poco a poco va reconociendo, en la repe=ción, los objetos de su sa=sfacción y aquellos que le causan dolor. Al igual que va diferenciando los esDmulos internos placenteros de los displacenteros. De esto queda una huella, y por medio de ellos construirá su realidad psíquica, conformando "una atracción posi=va hacia el objeto deseado, o, más bien, hacia su imagen mnemónica, mientras que de la vivencia dolorosa resulta una repulsión". Pero los encuentros con el objeto no son sin problemas, ya desde el inicio el humano se encuentra con que hay algo de la primera experiencia mí=ca de sa=sfacción que no puede reproducirse, que en esta repe=ción hay una pérdida. La percepción no es la misma, algo queda fuera de representación, excluido, en el encuentro con el objeto. A este fracaso Freud lo denominó experiencia de dolor y esto excluido es lo que llama La Cosa (Das Ding), algo que es interior pero que queda segregado como lo extranjero, lo ajeno, lo desconocido, y lo iden=ficará con aquello del prójimo que también le es ajeno. Así va cons=tuyéndose el aparato psíquico, diferenciándose entre el Yo y el no Yo.
"Para el juicio, lo malo, lo ajeno al yo y lo exterior son la misma cosa” (Freud, La Negación, 1925).
La Cosa, como vacío, supone una hiancia a nivel inconsciente, Lacan lo expresa del siguiente modo; "El Ding, como extranjero e incluso hos=l a veces, en todo caso como el primer exterior, es aquello en torno
a lo cual se organiza todo el andar del sujeto" y será el origen de su deseo, aquello que lo empuja; tratar de volver a encontrar aquello perdido.
Médico-Psiquiatra y Psicoanalista, San^4 ago de Chile
Pero, como se ha dicho, hay algo de irrepresentable que nunca logrará encontrar. El deseo, que es la huella de la experiencia de sa=sfacción guía al sujeto en la búsqueda del objeto, pero el principio del placer le impone sus rodeos, conservando una distancia en relación con la Cosa, para evitar el encuentro con la huella de la experiencia insa=sfactoria, dolorosa. Esto provoca un malestar, el mantenimiento de una fuerza interior constante que es conceptualizada por Freud como la pulsión. Esta pulsión fuerza a ir más allá del principio del placer que era explicado como la búsqueda de la homeostasis, ya que el equilibrio queda roto. Este más allá, es lo que Freud denomina pulsión de muerte.
¿Cuáles son las caracterís=cas de la pulsión? Que se trata de una fuerza constante, que no =ene objeto y que es acéfala, su fin no es la procreación sino su sa=sfacción en el recorrido, es decir, que se sa=sface ella misma. El sujeto se cons=tuye en respuesta a esto que lo mueve pero que le es desconocido. Percibido como lo ajeno, lo extranjero, lo diferente, de esto no quiere saber nada. Las estructuras clínicas son la respuesta del sujeto a esto imposible de representar.
Para el psicoanálisis el sujeto es siempre supuesto, debe encontrar su lugar en un Otro que le preexiste y que con=ene las leyes que le rigen. A este lugar Lacan lo denomina el OTRO (A), la alteridad radical que nos cons=tuye y que es esencialmente simbólico, es el lugar del lenguaje, del significante. El Otro cons=tuye la razón estructural de la alienación fundamental del ser hablante: para responder a la pregunta sobre su iden=dad debe ir a ese lugar del Otro. El sujeto deviene dividido de esta operación significante, y por el hecho de hablar está para siempre separado de su naturaleza de ser vivo. Por esta incidencia del significante, el sujeto pasa de ser sujeto de la necesidad a serlo de la demanda y del deseo. Es del Otro de quien depende la sa=sfacción de la necesidad que desde el momento mí=co en que ocurre deja de ser tal para conver=rse en demanda y pregunta acerca del deseo de ese Otro, del que el sujeto hará suyo su deseo; "el deseo es el deseo del Otro", dirá Lacan.
"La palabra mata a la cosa", hay algo que se pierde en la operación del lenguaje que causa al sujeto. Este resto es lo que no puede ser simbolizado, aquello que Lacan denominó primero y siguiendo a Freud, la Cosa -Das Ding- y luego goce, el goce inherente a la Cosa en tanto que perdida. La Cosa es definida por Lacan como lo real. Lo que ya está antes del significante y fuera de significado, que escapa a las representaciones inconscientes, excluido de lo simbólico y que queda situado como el primer exterior en el interior del campo de las representaciones. Es a propósito de este real en lo simbólico que u=lizará el término de exDmidad, lo que es extranjero e ín=mo a la vez. El sujeto, dividido por su propio discurso que conlleva una pérdida, man=ene su distancia respecto a la Cosa y se construye en un modo de relación de “afecto(defensa)primario”, anterior a toda represión y del que surge el bien, el mal, el sufrimiento, el amor y el odio. Esto explica que haya “algo que posee el carácter de irrepresible, aún a través de las represiones…un empuje que viene del interior…que no se trata de la presión de la necesidad…que es una fuerza constante, una energía…” a lo que Freud dio el nombre de pulsión. Ningún objeto de la necesidad puede sa=sfacer la pulsión, la sa=sfacción de la pulsión es el goce, un real que está más allá del principio del placer, llamado por Freud “pulsión de muerte”. Un goce marcado por una pérdida, cuyo punto de