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Ps. Juan Pablo Vicencio C
El poder, claro está, el macro poder y el poder capilar de los pequeños espacios, discurriendo en las creencias en boga, se orienta en otro sen=do, busca mantenerse en lo fác=co, en lo separado, en lo compe==vo, en lo acumula=vo, en lo mensurable. Se apoya en una estructura de carácter que recorre el mundo, el modo de ser autoritario. Con gobiernos militares o civiles, con reyes o presidentes, con sistemas feudales, coloniales, neo coloniales, socialismos burocrá=cos, capitalismos incipientes o avanzados, premodernidad, modernidad o post modernidad... la cultura contribuye a la cristalización de un conjunto de rasgos que perfilan el modo de ser, el síndrome autoritario. Su caracterización cons=tuye uno de los
más interesantes del siglo veinte. logros
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En el modo de ser autoritario (1) se actualiza una proclividad a enmarcar las acciones, sin sen=do crí=co, en las polaridades del mandar u obedecer. Se manda a los subordinados, se obedece a los superiores, sin apertura, sin reflexión, sin concepción de diálogo. Un ejemplo demostra=vo se encuentra en la conducta de Eichman, burócrata del exterminio en =empos del tercer Reich, tan bien documentado por Hannah Arendt (2). El público ha conocido la impactante evidencia de la patología del obedecer, presente en las personas más insospechadas, a través de las inves=gaciones de Stanley Milgran donde se muestra al extremo a que pueden llegar “buenos ciudadanos “por obedecer a los que legi=man como autoridades” (3). Entre los rasgos más notorios del modo de ser autoritario, se destacan la tendencia a los prejuicios y a los estereo=pos, la rigidez, el desprecio a las minorías y la admiración por la fuerza, el rechazo a la ambigüedad, la distancia ante lo subje=vo. En el trasfondo podemos situar la hipótesis de Sartre según la cual el an=semi=smo se basa en el rechazo a la condición humana. Se busca seguridad, estructura, negando la “viscosidad”, el “para sí”, la interioridad. “El an= semita es el hombre que quiere ser peñasco implacable, torrente furioso, rayo devastador, todo menos un hombre” (4). En el autoritario, de cualquier ideología o nivel de pragma=smo, hay un proyecto de vida primario, inconsciente, apoyando la búsqueda de seguridad profunda, ontológica, no asumiendo el vér=go de la condición humana.
BibliograIa:
Adorno T.W. y otros. (1965) La Personalidad Autoritaria. Ed Proyección.Bs Aires.
Arendt, Hannah. (2000) Eichman en Jerusalén. Ed. Lumen. Barcelona.
Stanley Milgran (1980) Obediencia a la Autoridad. Ed. Desclee de Brouwer.Bilbao
Sartre Jean Paul. (2008) Reflexiones sobre la Cues^ón Judía Seix Barral
LA PERSONA DEL TERAPEUTA EN CONTEXTO DE PANDEMIA: Autocuidado en =empos de Crisis (Parte II) Ps. Juan Pablo Vicencio C.3
Para la OMS (2019, párr.1) “autocuidado es la habilidad de las personas, familias y comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud [biopsicosocial], hacer frente a las enfermedades o discapacidades con y sin el apoyo de un proveedor de atención en salud”. A menudo se asume que nuestra profesión de psicólogos nos inmuniza contra el efecto nocivo que puede traer el enfrentar el sufrimiento y trauma=smos de nuestros clientes, pero lo cierto es que más allá de elec=vos o talleres, nuestra formación profesional pone poco énfasis en hablar del tema o proponer estrategias de protección.
Autocuidado para psicólogos en pandemia: recomendaciones basadas en la invesDgación y la prácDca clínica
Norcross & Phillips (2020) presentan nueve métodos -o técnicas- breves, y apoyadas por la inves=gación que deben integrarse en hábitos de autocuidado más amplios, a saber:
1. Limite y absténgase del consumo excesivo de los medios de comunicación: manténgase informado y siga las recomendaciones respecto del COVID -19, pero sin entrar en el pesimismo sensacionalista de los medios de comunicación. 2. Organice un horario o una ru=na con ac=vidades que brinde una sensación de estructura y tranquilidad. Si es bueno para los pacientes, también aplica a usted. 3. Prac=que la reestructuración cogni=va: ser autoconsciente de los autodiálogos nega=vos, autoengaños y distorsiones cogni=vas. Los psicólogos, aunque somos conscientes de las creencias irracionales con nuestros clientes, nos pasa lo mismo como personas. 4. Prac=que la gra=tud diaria. Probablemente por razones adapta=vas somos más conscientes de las emociones nega=vas -o displacenteras- que de las posi=vas. Para corregir este desbalance, realice ejercicios de agradecimiento: escriba sobre las cosas posi=vas de la vida en un diario o recuerde tres cosas buenas del día -antes de ir a dormir- por ejemplo, como una manera de ampliar nuestra percepción: ¡también ocurren cosas buenas en pandemia! 5. Tómese dos minutos para conectar con el momento presente, sin juzgar (sin pensamientos en la mente): prac=que una ac=tud “mindfulness” (conciencia plena o atención consciente). También se puede hacer un ejercicio de centrado de treinta segundos: respirar tranquila y profundamente, despejando la mente de las cosas que uno debe hacer más tarde, y concentrarse en el aquí y ahora y luego en el paciente que está a punto de ver. Estas prác=cas de mindfulness pueden realizarse antes de comenzar el día profesional, entre pacientes y al final del día -antes de salir de la oficina.
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Psicólogo Clínico miembro del Clinical Supervision Research Collabora=ve. Revisor de la www.revistasaludlmental.cl y parte del equipo colabora=vo.
6. Acérquese a su red de apoyo para nutrirse emocionalmente: aceptar y dar apoyo a nuestros seres queridos (familia y amigos) es necesario más que nunca en pandemia. El apoyo social reduce las presiones actuales experimentadas, amor=gua los estresores laborales y modera la asociación entre el estresor y la tensión. Dicho de otro modo, actúa como factor protector. 7. Conéctese con la naturaleza -de forma segura- Un poco de eco-terapia nos permite levantar el ánimo y disminuir la ansiedad. 8. Prac=que la autocompasión o auto empaDa. Los profesionales son propensos a culparse a sí mismos y mantener un exceso de deberías (mochila de autoexigencias crí=cas). Durante esta crisis temporal, sea amable [buen amigo de sí mismo]. 9. Vuelva a centrarse en su misión y la ventaja de prac=car psicología: la ansiedad e incer=dumbre del
COVID-19 pueden transformarse en una oportunidad para experimentar el privilegio de ayudar a otros.
Otras acciones sugeridas son:
• Tenga conciencia de sus necesidades emocionales: este percatarse le permi=rá una mayor flexibilidad para modificar días y horas de sesiones -cuando no esté en condiciones de atender-, por ejemplo, cuando un miembro de su familia se encuentra hospitalizado (grave) por COVID-19. • Organice su agenda de pacientes, de acuerdo a la complejidad de éstos, de modo de no sobrecargarse (quemarse). • Considere derivar a sus pacientes cuando la problemá=ca de éstos, exceda sus competencias. Esto implica un actuar é=co del terapeuta. • Haga ejercicio, descanse, aliméntese y duerma adecuadamente. Puede resultar de perogrullo, pero la mayoría de los terapeutas trabajan entre 44 a 50 horas semanales. No se alimentan adecuadamente, ni menos toman descansos o realizan ac=vidad Ksica. Las licencias psiquiátricas por diversos trastornos psicológicos y enfermedades psicosomá=cas suelen ser altas (Guy,1995). • Deje pasar al menos 15 minutos entre sesiones para recuperarse, revisar notas y conectarse con su nuevo cliente (Yalom, 2002). • Revise sus notas (ficha de paciente) previamente, esto le permi=rá tener un hilo conductor entre sesiones y enfrentar cada encuentro más relajado. A su vez, le permi=rá hacer resúmenes (reflejo empá=co) y mejorar el vínculo (Yalom,2002). Otra variante es anotar sus reacciones emocionales y pensamientos a modo de prác=ca reflexiva: ¿por qué creo que reaccioné de esta manera? ¿Cómo respondió el cliente en la sesión? ¿Qué haría diferente la próxima vez? • Integre el humor como herramienta terapéu=ca y como “amor=guador” de situaciones diKciles -en sesión y fuera de ella- (Norcross, 2018).
• No trabaje solo -como una forma de prevención del deterioro mental-. James Guy (1995) propone educación con=nuada (seminarios o talleres); supervisión periódica o interacción con colegas (red de apoyo) y psicoterapia personal. • Intente no llevar los problemas -y las tareas- a la casa. A menudo, los terapeutas les cuesta tomar distancia afec=va de sus pacientes. Esto puede llevar a mantener dificultades para relacionarse con familiares y amigos (Guy,1995). Para ello, sugiero elaborar un ritual de transición para dejar el trabajo en el consultorio (oficina). En un acto simbólico, cuando dejo la consulta suelo poner un cartelito en la puerta que dice: hasta mañana. Usted, dependiendo de si trabaja de forma pública o privada, puede modificar el mensaje o crear otro rito. Es importante que, todas las sugerencias mencionadas, estén abiertas a la reflexión del profesional: más bien son una invitación y no una exigencia; el autocuidado es “un traje a la medida” en el sen=do de que cada terapeuta sabe qué necesita (“dónde le aprieta el zapato”) y qué ac=vidades -recursos o técnicas- le resultan más eficaces y eficientes que otras en virtud de su es=lo y su individualidad.
Conclusiones
A par=r de mi trabajo de 20 años como clínico -en ámbito público y privado-, sumado a las inves=gaciones y experiencias de otros terapeutas como Guy (1995), Yalom (2002), Norcross (2018; 2020) o Daskal (2016) -con más de 40 años de profesión-, se puede afirmar que los terapeutas -en general- tenemos poca conciencia de nuestras necesidades emocionales, por tanto, nos cuesta darnos cuenta y, luego, tomar acciones de prevención y/o tratamiento. Acostumbramos a entregar nuestra ayuda a otros, sin embargo, somos renuentes a pedir apoyo y ser contenidos. Dicho de otro modo: no tenemos incorporado el autocuidado como una prác=ca constante en nuestra vida profesional.
Es importante desmi=ficar las “máscaras” (e=quetas sociales adjudicadas al rol) para dar paso al terapeuta real -que sufre los mismos embates de la vida que nuestros clientes- y que nos permite ser conscientes del desgaste que implica nuestro quehacer -al margen de los privilegios y aspectos posi=vos de la profesión- y tomar las medidas que nos protejan.
El rol de terapeuta y la vida personal, no están disociadas: son dos caras de “la misma moneda” que interactúan y se afectan recíprocamente. Urge, por tanto, indagar y profundizar en “la persona del terapeuta” así como generar inves=gación, que pueda ser aplicada en la enseñanza de los programas de pregrado, para que se integre en la conciencia del psicólogo como un impera=vo é=co de los terapeutas que quieren ofrecer servicios de excelencia.
Dada la exposición inherente de nuestra profesión, sumada al contexto adverso de la pandemia: ¿cómo nos cuidamos -responsablemente- para cuidar, contener o acompañar eficazmente a otros?
Referencias
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