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Por Patricio Araya Arenas

PALABRAS AL INICIO

La transformación es posible en la medida que despertamos a lo que nos está pasando. Si del miedo es que viene la duda y la inseguridad, y con ello la falta de confianza como respuesta a una sociedad exigente, se hace necesario prac=car cada vez más la valenDa y el coraje. Desde el instante en que predomina una autoimposición de ser demasiado obedientes sin querer transgredir lo establecido solo para sen=rnos seguros, comenzamos entonces a defendernos a través de proyecciones depositando en el otro lo que nosotros mismos estamos sin=endo, lo que tarde o temprano provoca un conflicto. El miedo se origina en la cabeza a través de la comparación; por lo tanto, es un proceso mental. En lo somá=co se manifiesta a través de dolencias a las vísceras y en la cabeza principalmente, con retorcijones y cefaleas como síntomas frecuentes y molestos; en el comandar todo desde la cabeza unidireccionalmente hay una desconexión inversa cuerpo-mente-afectos, lo que, pese a ser más simple de lo que pensamos, resulta tan invisible, que da sus señas solo a través del dolor o cuando ya se hace crónico, resultando tarde como para prevenir. Se origina en gran parte por tensiones, desatención a carencias de afecto y contacto Ksico, desplazándose la atención hacia la mente y creyendo que el problema parte allí siendo muchas veces es al revés. Se llega a hacer mental una defensa o racional, cuando el cuerpo no es sostenido ni contenido en las emociones de pena, rabia, o temor. Siguiendo el esquema psicodramá=co MENTE, CUERPO Y AFECTO nos movemos entonces solo desde la mente, faltando la integración afec=va que produce el contacto con los demás. Es aquí donde entran en juego aspectos importantes como la confianza, la lealtad y la valoración, siendo fundamentales la crea=vidad y la espontaneidad. ¿Por qué se perderían si son cosubstanciales a lo esencialmente humano? ¿Por un exceso de distracciones en una sociedad que termina originando el aburrimiento? ¿O la sobrexposición a un ofertón constante que no cesa de privilegiar la competencia? Todas esas afirmaciones =enen sen=do, y como sea, en este quinto número de la revista abordaremos la temá=ca de la transformación desde diversas aristas: el autocuidado, la noción psicoanalí=ca del psiquismo de Freud a Lacan, el paso de la violencia a la fraternidad, experiencias prác=cas de empoderamiento a través del trabajo terapéu=co dentro del enfoque humanista. También una pedagogía del Cuidado se hace muy necesaria en estos días, junto con el reconocimiento y responsabilidad como focos de acción educa=va. Por otro lado, no habrá tampoco una salud mental integral mientras sigan exis=endo prác=cas autoritarias.

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MODELOS POLARES PARA ORIENTAR LA INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA EN PSICOTERAPIA RELACIONAL

Por Patricio Araya Arenas1

Cualquier psicoterapia =ene como finalidad primordial ofrecer alivio a través del encuentro de sen=do y de vivir una experiencia transformadora. Para que ello sea posible es menester considerar que no basta con escuchar acerca de lo que duele, sino que es necesario aliviar, desconges=onar, generar sen=do. Es desde esta mirada que me atrevo a pergeñar aquí algunos elementos de carácter polar o binario para el encuadre interno del terapeuta, con el fin de orientar su pensamiento e intervención en una situación terapéu=ca dada, orientando su mirada al polo opuesto de lo presentado en algunos momentos de la sesión. Voy a referirme a algunos de los elementos an=té=cos que uso en sesión, intentando aportar algunos casos clínicos para su clarificación.

Individuación/Pertenencia

Una de las tensiones fundamentales en todo individuo en su desarrollo social, =ene que ver con su necesidad de sostener su propia individualidad y, a la vez, sen=rse perteneciente a un grupo, familia y conglomerado. En ocasiones los vínculos de pertenencia están tan deteriorados que aparece como mucho más visible el polo de individuación, bajo la forma de diferentes variedades de esquizo=pia. Al adver=r ese polo de funcionamiento resulta ú=l plantear al paciente ac=var cualquier inicia=va de vinculación con su entorno, ya sea retomando vínculos de amistad que hace =empo ha dejado de lado, par=cipando en ac=vidades virtuales afines, donde encontrarse con personas interesadas en la misma ac=vidad, o simplemente retomar ac=vidades que le impongan salir de casa o de su aislamiento. Por otro lado, he podido observar en ciertos pacientes una actuación regida por mandatos de obediencia y sacrificio familiar, se trata de casos en los que las necesidades personales quedan frecuentemente relegadas a un segundo plano. Al observar este =po de exceso polar, mi acción terapéu=ca propende a que el paciente pueda hacer valer sus propios intereses y ac=vidades o necesidades. Resulta muy es=mulante escuchar que a raíz de este =po de intervenciones el consultante vive una especie de liberación personal, puesto que logra equilibrar sus propias necesidades respecto de las de los otros. Aquí el foco de atención terapéu=ca apunta a relevar aquellas necesidades postergadas y que legí=mamente requieren darle prioridad a la vida de cada uno.

Psicólogo Clínico, Psicoterapeuta relacional, Psicodrama^1 sta, Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Chile, Centro de Psicodrama Triádico de Madrid, mail: arayaarenas@hotmail.com

Mundo interno/Mundo externo

Una polaridad que me ha tocado observar y tratar, consiste en ciertas manifestaciones de excesiva mentalización, en detrimento de la ac=vidad en el mundo exterior. A veces se trata de mentalización con ideas obsesivas o con fantasías de destrucción, denotando un mundo interno turbulento y problema=zado. En otras oportunidades se trata de una ac=vidad mental excesiva, que de=ene a la persona en su mundo interno, en una especie de ensoñación interior. Más allá de intentar comprender el por qué ese =po de experiencias, también tenemos en nuestra mano destacar que más allá de nuestros pensamientos que nos pueden tener muy ocupados, hay un mundo ahí afuera al que también hay que acudir. Un paciente, por ejemplo, abandonado por su padre desde pequeño, pero con quien mantenía una comunicación telefónica esporádica, pasa buena parte de su primer =empo de terapia hablando de él, que aún está vivo, sin embargo, no lo veía. Si bien se trata de un padre internamente “vivo” -a pesar del abandono- se trata de un padre al que no se acude, al que solo se le piensa, pero no se le olfatea. Un punto importante de nuestro trabajo consis=ó en pasar de la imagen fantaseada a la realidad del encuentro.

Pasado/Presente

En par=cular en situaciones de trauma=zación en la historia de vida (ya sea por algún hecho más o menos puntual o por situaciones relacionales vividas de forma sostenida en el =empo), muchas veces el recuerdo -o situación traumá=ca- =ende a mantenerse enquistado en el relato y vivencia del paciente. Uno de los enfoques primordiales en psicoterapia relacional consiste en considerar el trauma como hecho significa=vo en la historia del consultante, muchas veces el poder rememorar estos hechos frente al terapeuta (en especial si nunca se ha hablado de ello) sirve como válvula de descompresión, como descarga aliviadora, sin embargo también es necesario trascender el mero relato para poder comprender cómo se inscribe en la historia de la persona y cómo la determina en sus conflic=vas actuales, eso impone un trabajo de elaboración donde poder comprender cómo nuestro pasado determina nuestro presente. Es labor del terapeuta orientar ese pasaje de comprensión, aceptación y duelo, enriqueciendo la comprensión del presente y sus determinaciones, en un sen=do de apertura hacia lo nuevo.

Inconsciencia/Consciencia

Otro de los pasos donde cabe una labor ac=va del terapeuta, consiste en facilitar procesos de comprensión del paciente respecto de sus propios contenidos inconscientes que lo determinan y hacen parte de sus propias estructuraciones. Muchas veces, cuando se hace este descubrimiento se trata de un momento sorpresivo, puesto que hasta antes de este descubrimiento no se tenía conciencia de esta recurrencia o condicionamiento. El paso aquí se da tanto por parte del terapeuta, cuando es capaz de apuntar la recurrencia o trama según la cual se mueve el paciente, o también puede ser el paciente

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