HUgo kogan
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—RENTABILIDAD— DE LA ESCASA PERFORMANCE ECONÓMICA EN PAÍSES COMO LOS NUESTROS
“Ser rentable” es el desafío de muchos diseñadores argentinos. Después de treinta años como disciplina legitimada en el espacio universitario, el diseño no logró consolidarse. Muchos aún no saben de qué se trata y otros no entienden por qué costear una tarea que parece inespecífica. Este problema arraigado en la práctica diaria se resume en una pregunta recurrente: ¿por qué los profesionales no están bien remunerados? Aquí, las razones de un fenómeno argentino que devino de una coyuntura económica e industrial que tampoco supo consolidarse. Hugo Kogan Diseñador industrial, consultor en diseño estratégico y director de FocusBrand. Profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires, jurado del Programa INNOVAR (MINCyT) y asesor del CMD. Diseñó doscientos productos de electrónica, equipamiento y electrodomésticos. Participó en el desarrollo de productos de bajas series para pymes. Recibió el Diploma al Mérito de los Premios Konex. Sus trabajos fueron exhibidos en el país y el exterior.
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En nuestro país, contextualizar la situación de las pymes industriales es útil para entender su relación con los profesionales del diseño industrial y con la rentabilidad potencial de sus trabajos. Un recorrido por el mundo económico, social y cultural incluye fenómenos como la crisis económica del mundo occidental —Europa, los Estados Unidos y gran parte de los países desarrollados— con su incidencia en el bienestar general, particularmente en los países del sur. La consolidación regional, la creciente internacionalización de los negocios y la acumulación de conocimiento forman el contexto de nuestros países, un escenario altamente competitivo y complejo. La globalización puso a la industria en general, y particularmente a las pymes, en crisis. Históricamente, este sector fue el que más puestos de trabajo generó con una gran demanda del diseño industrial. Gracias a la masiva aparición de productos altamente competitivos, en calidad y precio, las pymes se vieron obligadas a postergar inversiones y nuevos desarrollos manteniéndose a la espera de mejores condiciones, en posición defensiva. El ejercicio de nuestra profesión está íntimamente ligado a los mercados y a su buen funcionamiento. Los mercados activos y saneados no solo dependen de la situación internacional, sino del comportamiento interno de la economía. Comportamiento vinculado a programas nacionales racionales, posibles y consecuentes, que de ser así, crean las condiciones y la confianza para decidir y generar programas a mediano y largo plazo. Es dentro de este perfil donde el diseño se torna imprescindible para el mejoramiento de productos en el universo que nos rodea. El diseño industrial puede actuar plenamente solo cuando están dadas estas condiciones que habilitan decisiones con resultados económicos sostenidos en el tiempo. O en situaciones particulares, como el caso de un intenso programa de desarrollo industrial apoyado, gestionado y financiado por entes públicos y privados. Para demostrar que las crisis vienen siempre acompañadas por oportunidades, estamos viendo una explosión en el diseño nacional vinculado a la indumentaria. Hace pocos años hubiese sido inimaginable semejante despegue y tan alta participación de profesionales acompañados por una entusiasta respuesta de las personas.
03 ¿Debemos entonces suponer que este modelo se puede replicar para reactivar el mercado a partir de propuestas de diseño? Como se sabe, las dificultades de desarrollo de las empresas de producción están vinculadas a políticas públicas que habilitan las decisiones de inversión. Esta problemática afecta tanto a la industria pesada como a la de maquinaria agrícola, en equipos industriales de última generación o de bienes durables o semidurables, como pequeños y grandes electrodomésticos. Y gran parte del parque de productos de uso cotidiano, donde el diseño industrial es imprescindible. Bien, entretanto, ¿qué hacemos? ¿Puede el diseño industrial aportar a la solución de estos problemas? ¿Puede insertarse de manera activa en la Argentina de hoy? Tratando de encontrar respuestas, preferiría hablar del diseño en su mayor amplitud, imaginando la actividad como el aporte de diferentes disciplinas encaminadas en un proyecto común. Resulta difícil imaginar hoy una respuesta sin una amplia visión y un riguroso aporte interdisciplinario. En una sociedad moderna y democrática, el diseño es necesario para su desarrollo y crecimiento. El diseño como ordenador, como un disparador de nuevas y mejores conductas sociales y un representante de la cultura de su entorno. A la espera de que algún gobierno se entere de la existencia real de las pymes industriales, con sus galpones, su maquinaria lista para operar, sus obreros y sus familias, y su enorme potencial de creación de puestos de trabajo. Los profesionales del diseño, tan vinculados a la industria (por la falta hasta hoy de otras áreas, como las públicas), deberán ampliar su campo visual y perceptivo. Y dejar en stand by su interés por el desarrollo de productos industriales para investigar otros campos. Las demandas sociales no siempre atendidas son, entre otras, los posibles campos de acción del diseño en la Argentina de hoy. El único límite es la ética. Entiendo también que la activa presencia del diseño en los desarrollos empresarios depende en gran medida del grado de involucramiento de los diseñadores en los programas y problemas empresarios, en la comprensión y el conocimiento pleno de los mercados en que intervengan y en una mirada estratégica que les permita entender, las tendencias y los futuros cambios tecnológicos, culturales y de costumbres.
La rentabilidad en los procesos de diseño industrial, en general, es baja. Esto se replica en países latinoamericanos, que comparten políticas de estado alejadas del desarrollo de sus industrias. En nuestro país, las repetitivas secuencias de crecimiento versus recesión crearon una cultura cortoplacista con consecuencias negativas, entre ellas, la postergación de inversiones que sean rentables a mediano o a largo plazo. En este contexto, las empresas con visión son las que se desarrollan a largo plazo y las que cuentan con un diseño asociado a una intensa investigación y desarrollo, lo que demuestra que dentro de este estado de cosas se pueden crear empresas rentables e innovadoras. En un mercado donde las empresas industriales son renuentes a invertir en nuevos productos, las empresas de diseño deben necesariamente actualizarse, extender su visión y participación hacia áreas hasta ahora no detectadas, estimular sus relaciones con otras profesiones, crear acuerdos estratégicos, adecuar sus equipos de trabajo y capacitarse para competir en ese mercado ampliado. Es una decisión que no se debe dilatar, no solo por la necesaria rentabilidad, sino también por el logro de una nueva y estimulante actividad profesional. Entonces, la ecuación ingresos versus costos se tornará positiva. Nunca creí que la puja por mejores honorarios se pueda resolver sin cambios de fondo, a veces integrales. Si los servicios de diseño no tienen valor para sus potenciales receptores, nunca serán retribuidos los honorarios en su justo valor. Y esto es totalmente independiente de la calidad. Las cuestiones de la rentabilidad no se enseñan en la Facultad, y para ejercitarlas es necesario contar con información, con entereza, gran capacidad de trabajo y toma de riesgo. Así me recomendó un consultor en los malos momentos: “En nuestro país no importa el rubro al que pertenezca una empresa. Conéctese con empresas modernas e inteligentes, con aquellas que estén en plena producción… Eso sí que importa”. Este texto es una versión reducida del estudio realizado por Hugo Kogan acerca del diseño en la Argentina actual, sobre los testimonios de Joaquim Redig (director de Redig Design, Río de Janeiro), Rodrigo Walker (director de Walker Diseño, Santiago de Chile) y Roberto Napoli (director de Prodesign, Milán). 21