La ciudad de las ranas

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interfase arquitectónica fernando gandolfi eduardo gentile

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la ciudad de las ranas Del ejemplo de racionalidad con que se presenta de origen la ciudad de La Plata, a la catástrofe del 2 de abril pasado, las razones que obligan empujar el telón de una historia que, desde su implantación en 1882, estuvo plagada de caprichos y obsesiones contra la geografía y el tiempo.

Venía de lejos. Del Sur. Del campo abierto, trazando gambetas a las lomas, abriéndose en los bajos; medio agazapado, achicándose de puro gaucho o de puro pícaro, y así entraba orillando la ciudad, para correrse, como queriendo esquivarla, hasta los mataderos de Ventoso, doblando para enderezar hacia el río, pasando arriba de Tolosa, haciendo un tajo al bañado cargado de abrojos y espadañas. […]. Amigo de la lluvia, el Arroyo del Gato supo tener excesos con la ciudad, desbordamientos que inundaban las barriadas de la zona Sudoeste, en un desplazamiento vertiginoso y ancestral, con algo de venganza. Los hombres vinieron una vez y le cortaron el paso; vinieron otra vez y rellenaron en partes; lo aplastaron, lo maltrataron, queriendo disminuirlo, y el arroyo con alma querandí, arroyito criollo con recuerdos de patos picasos, coros de ranas y revuelos de palometas, sigue teniendo todavía sus rebeldías acuáticas, favorecido por las descargas pluviales.

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Son estertores de su vida, en su agonía interminable, torturada por la civilización, agudizada por el progreso. Y por eso, de tiempo en tiempo, cuando las fuertes lluvias, se aparece como fantasma del agua, “mesmo que alma de finao que no fue enterrado en sagrado”, y se desquita en parte de las torturas de los hombres.

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El Arroyo del Gato, Delfor B. Méndez:Viñetas platenses. Imprenta Moreno. La Plata, 1950 La inundación que afectó gravemente a la ciudad de La Plata el último 2 de abril irrumpió como el final inesperado de un cuento de hadas; el que generación tras generación presentaba al trazado fundacional de la capital de la provincia de Buenos Aires como ejemplo de racionalidad. A esta altura, se concluye que no sólo la geometría del trazado urbano resultó una suerte de conclusión tardía del urbanismo

Edificio Tres Facultades (1968) en los jardines del Rectorado (1884): actualidad y pasado en el ensayo fotográfico de Hernán Rojas. 02 El Arroyo del Gato, ilustración de Herberto Redoano.

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romano de las “ciudades de nueva fundación”, sino que significó una exaltación de la idea romana de imponerse al medio natural, cueste lo que cueste. No por nada se le reprochaba a Dardo Rocha querer dominar el territorio a fuerza de decretos y leyes que corrigieran los “errores de la naturaleza”. No pocas contradicciones se presentan en el proceso que se desarrolló entre la idea de crear una nueva capital y su materialización, buena parte de ellas signadas por el enfrentamiento con los factores naturales del sitio. Si bien la localización definitiva parece haber sido una decisión política previa a la labor encargada a una “comisión de notables”, el principal argumento que se esgrimió fue la presencia de un puerto natural, el de la Ensenada de Barragán - Río Santiago. Sin embargo el proyecto del nuevo puerto, comisionado al ingeniero holandés J.A.A. Waldorp, se encargó de irrumpir a pico y pala en el paisaje de la selva marginal con un sistema de canales perpendiculares al curso del río Santiago. Desde lo artificial a lo natural, el trazado ideal de la ciudad tuvo que vencer tres obstáculos principales. El primero, la superposición con la trama del pueblo de Tolosa, fundado once años antes que La Plata; el segundo la conservación —ordenada por Rocha— del parque del casco de la expropiada estancia de Iraola (luego área de reserva y Paseo del Bosque) y el tercero, la convivencia de la planta urbana con el sistema hídrico del sitio elegido. A casi un siglo y medio de fundada la ciudad, Eduardo Carrizo —uno de los miles de afectados directos por la inundación que vive a escasas diez cuadras de la catedral— veía pasar un torrente por la calle 14 pero advertía que el curso de agua “doblaba por la calle 43”. Confrontando ese relato con el plano de la ciudad de 1888, se puede verificar que efectivamente un cauce que nace en 50 y 19, atraviesa perpendicularmente a la diagonal 74 a la altura de 17 y 46, y continúa hasta “doblar” abruptamente por la calle 43 (imagen 5). En Tiempos y fama de La Plata (1957), José María Rey refiere una tradición oral según la cual el centro geométrico de la ciudad coincidente con el de la plaza mayor —luego “Moreno”— debía ubicarse en lo que es hoy la intersección de la calle 11 con 42 o 43, donde se registraba una marcada pendiente hacia un arroyo cercano, que formaba una amplia hondonada. Al verificar esta circunstancia —seguramente anunciada por las lluvias de fines 70

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03.04 La Avenida 7, las vías del Roca en la calle 1 y el Museo de Ciencias Naturales en una curiosa propuesta visual: fusión entre las imágenes tomadas por Tomás Bradley en 1882, durante la fundación de La Plata, a pedido de Dardo Rocha. Y los mismos lugares tomados hoy, con una distancia de ciento treinta años. Tratamiento digital e historiografía.

cv Hernán Rojas La Plata, 1968. Es fotógrafo, actualmente se desempeña en la revista Viva. Se graduó como Diseñador en Comunicación Visual en la UNLP. Realizó talleres de fotografía con Juan Travnik y Ataúlfo Perez Aznar y ha realizado exposiciones individuales y colectivas.


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Urbanismo del siglo XIX. Plano de la ciudad de La Plata, año 1888.

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del invierno— el gobernador Dardo Rocha instruyó al departamento de ingenieros para que se reubique el centro del trazado urbano a un punto de cota más alto; así el centro de la futura plaza se desplazó alrededor de un kilómetro a lo largo del eje noreste-sudeste (Avenida 13) con lo que trepó de los 16,60 a los 23,50 metros sobre el nivel del mar y se instaló en sus actuales coordenadas: 34° 55’ 17.07” S, 57° 57” 16.15” O. Según Alberto de Paula, este incidente que obligó a una reformulación de los trabajos de demarcación iniciados a fines de julio de 1882, provocó la renuncia de su responsable, el agrimensor Germán Kuhr, quien no habría reparado en que el templo católico quedaría a la vera de un brazo del díscolo Arroyo del Gato. De hecho, ese curso que abandona el cuadrado perfecto atravesando la Avenida 32 a la altura de la calle 8, detuvo el crecimiento de la ciudad hacia el lejano oeste platense por varios años. El plano cincuentenario incluido en el Álbum de la ciudad de La Plata 1882-1932 fue la última pieza cartográfica de difusión que incluyó las curvas de nivel que subyacen a la geometría del trazado, mientras que la

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Plano cincuentenario, en 1932. Planta urbana y nomenclador de la ciudad de La Plata, año 1939.

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contratapa de La Plata a su fundador, álbum editado siete años después, es una abstracta pieza gráfica que, en blanco sobre fondo rojo, muestra un impecable trazado urbano limitado por las avenidas de circunvalación, las cuales recortan el cuadrado perfecto respecto a un territorio ausente y, fundamentalmente, a la menos glamorosa expansión urbana extramuros (imágenes 6 y 7). La construcción fotográfica de la obra también contribuye a consolidar la imagen de urbe moderna que se impuso al caos, al desorden o lo impredecible de la naturaleza. Bajo la armonía del trazado regular quedaban literalmente enterradas para siempre las imágenes de un paisaje dominado por tierras bajas, hondonadas surcadas por cursos de agua y amplios bañados que, a la distancia, parecen explicar por qué los roquistas se burlaban del gobernador aspirante a presidente, llamando a “su” nueva capital “la ciudad de las ranas”.

cv Fernando Gandolfi Eduardo Gentile Arquitectos, investigadores de HiTePAC (Historia Teoría y Praxis de la Arquitectura y la Ciudad – Instituto de Investigaciones FAU/UNLP).

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