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DEVOCIONAL
“Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros”. Romanos 15:14
Rev. Humberto Henao
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LA AMONESTACIÓN MUTUA (II)
¿Qué es amonestar? En el griego hay una palabra que es “noutheteo”, que significa hacer entender algo a alguien, llamar la atención, corregir.
Cuando se corrige a alguien siempre es con la idea de producir un cambio de conducta, nunca de incomodarlo. Hay dos tipos de amonestación: la que se hace en la carne y la que se hace en el espíritu. La que se hace en la carne es la que produce la molestia.
Pregunté una oportunidad ¿si llegara a ver una persona masticando chicle en pleno culto qué le diría? Y un pastor me dice: “yo le diría: bote esa suciedad, que estamos en el templo, respete el culto”. Otro pastor me dijo: “yo le amonestaría de otra manera, le diría: por favor, deja el chicle, yo te lo guardo, y cuando termine el culto te lo entrego otra vez”. ¿Cuál cree que tuvo más efecto? Pues, fue el segundo, fue muy sabio, con cierto sentido común; pero el primero fue más duro. La forma de amonestar defiere de unos a otros.
La Palabra de Dios nos dice que para hacer una amonestación eficaz es necesario estar lleno de bondad y de todo conocimiento. Romanos 15:14, dice: “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad…” Quiere decir que cuando hay un motivo bueno, sabio y espiritual en nosotros ya tenemos un recurso espiritual para hacer una amonestación. Y luego “llenos de todo conocimiento…” En este caso lleno del conocimiento de la Palabra de Dios, la cual tiene el efecto en las vidas.
Y mire que la palabra amonestar es autorizada en 1 de Tesalonicenses 5:14, dice: “También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos”. Hay que tener paciencia con ellos. ¿Cómo ayudarlos? Amonestándolos, para que la comunión no se rompa, y más bien se fortalezca.
Amados, ser cristiano no es solamente venir a un culto es aprender principios elementales de relaciones interpersonales para ayudar a otros que van llegando a la congregación, unos con ciertas dificultades, con traumas psicológicos, emocionales; en la iglesia llega el huérfano que fue criado de una manera difícil, la madre separada que tuvo problemas en su hogar, el hijo decepcionado, etc. Dios provee recursos para que le demos la acogida a ellos, hay que ayudarlos; luego sigue el proceso de madurez en ellos.
Algunos creyentes, le cuentan al pastor para que el este sea el que amoneste. Yo le digo no, si le vio cometiendo la falta, tiene que amonestar, como dice Gálatas 6:1, leemos: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.
La amonestación es parte integral de la vida cristiana, de la vida pastoral, de la vida ministerial. “Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos 20:31).
Vamos a hablar primero de la persona que hace la amonestación, qué requisitos bíblicos se demanda para ello. Si usted quiere que otra persona no rompa la comunión con usted, que no se afecte esa amistad, tiene que saber hacerlo, porque si no esa persona amonestada va a salir molesto y ese le va a contar a otro, y ese a otro. Y lo van aislando, y hay creyentes en las iglesias que viven solos, aislados, porque la amistad se le dificulta en razón de que no saben hacer una amonestación. En el pastorado, mi esposa y yo, hemos aprendido a oír a los creyentes. Yo he tenido el gozo de abrazar a esos hermanos y decirles que Dios les bendiga. Porque uno también puede equivocarse, el líder no es invulnerable, no es una persona absoluta, Dios nos guarde, y en esto sí que aprendemos.
La primera tarea para ser uno competente para amonestar es teniendo una adecuada conducta.
En 2 de Corintios 10:6, nos da la primera pauta, nos dice cómo hay que ser para tener una actitud correcta y saber cómo amonestar a otros, leemos: “Y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”. Para usted corregir el mal en otro tiene que estar excepto de esa conducta que el otro comete. ¿Con qué autoridad va uno a corregir a otro si uno está incluso en el mismo delito?
Cuando veo que mis hijos se sientan en la banca del templo, ahora que ya están grandecitos, y algunos a tomar nota, estos muchachos van a comparar lo que estoy diciendo en el púlpito con el hombre que soy en la casa. Eso es serio, por eso que hay hombres que no les gusta predicar delante de la esposa, y esposas que no les gusta predicar cuando el esposo está, o delante de los hijos. Porque el que sabe quién es usted, no soy yo, ni su pastor, es la esposa y los hijos, los que viven con uno en casa.
Así que para uno tener autoridad de como corregir a otros y ayudarlo a moderar su conducta tiene uno que mirar dentro de uno.
(Continuará próxima edición)