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LITERATURA

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Devocional

Devocional

Libro escrito por el científico español Antonio Cruz plantea respuestas y argumentos para defender la irrefutable existencia del Señor y zanjar la disyuntiva entre Biblia o ciencia.

LA CIENCIA,

¿ENCUENTRA A DIOS? EL CREADOR FRENTE A LAS ÚLTIMAS REVELACIONES CIENTÍFICAS

LA FE EN LA DOCTRINA bíblica de la creación fue la que hizo germinar, con el paso de los años, el espíritu científico. El hecho de concebir el mundo como la obra maestra de un Dios sabio, permitió a la ciencia florecer de forma singular en la Europa cristiana del siglo XVII. Es muy significativo que tal aparición no se diera, por ejemplo, en otras culturas que, a pesar de haber desarrollado diferentes sistemas de pensamiento y determinados conocimientos empíricos, como el antiguo Egipto, Babilonia, la civilización grecorromana, India o la China medieval, no dieron lugar, sin embargo, a un razonamiento experimental propiamente científico para estudiar la naturaleza. La mayoría de estas culturas politeístas creían que el origen del mundo y de los seres vivos se debía a la actividad anárquica de los diferentes dioses, al producto de sus caprichos, luchas o rivalidades divinas. Muchos fenómenos físicos propios del mundo natural eran así entendidos como manifestaciones sagradas de los dioses. Concebida para llenar un vacío importante en la literatura cristiana, la obra: “La Ciencia, ¿Encuentra a Dios? El Creador frente a las últimas revelaciones científicas” es, según el siervo Eliseo Vila, presidente de la Editorial CLIE, una publicación que sirve para encontrarse de frente, cara a cara, con la realidad incuestionable del Dios Creador. Editada en el 2004, fue escrita por el científico Antonio Cruz.

Durante miles de años el ser humano ha reconocido que el diseño presente en la naturaleza era

evidencia de una mente creadora preexistente. Desde Platón a Newton, pasando por Tomás de Aquino, muchos pensadores aceptaron esta idea y la usaron en sus argumentaciones sobre la existencia de Dios. Quizá el argumento más famoso acerca del diseño inteligente que muestran los seres vivos, fue el del teólogo protestante del siglo XVIII, William Paley (1743-1805), quien en su Teología natural propuso la siguiente anécdota. Si un buen día, paseando por el campo, alguien se encontrase una piedra, seguramente no le sería difícil admitir que dicha piedra había llegado allí por causas puramente naturales. Sin embargo, si lo que se encontraba era un reloj, inmediatamente discurriría que tal objeto no podía haberse producido por si sólo ni de forma natural, sino gracias al diseño de algún artífice inteligente que lo habría hecho con una finalidad concreta.

Apologética evangélica

Parte de la apologética evangélica en español del siglo XXI, el libro del hermano Cruz, Doctor en Biología por la Universidad de Barcelona, fue pensado y redactado con el objetivo de presentar a los jóvenes creyentes que confrontan en las universidades y centros de enseñanza superior con la disyuntiva entre Biblia o ciencia, una respuesta apropiada para defender la existencia de un supremo hacedor. Antes del siglo XX los científicos creían que la materia no podía ser creada ni tampoco destruida mediante procedimientos naturales. Se pensaba que ésta era susceptible de cambiar o de pasar de un estado a otro, pero nunca desaparecer o aparecer súbitamente. En base a ello se suponía que el cosmos debía ser eterno. Es decir, que poseía una edad infinita, sin principio ni fin. Tal idea contradecía obviamente la fe bíblica en un Dios que había creado el universo a partir de la nada y en un momento determinado. La ciencia impugnaba el acto creador

inicial, en el que se fundamentaba casi todo el mensaje de la Biblia, porque sencillamente la materia del cosmos no se podía crear. Sin embargo, esta hipótesis acerca de la eternidad de la materia se vino abajo durante los años treinta del pasado siglo, cuando por primera vez se consiguió crear materia de forma artificial en el laboratorio. Clasificado como un texto antiateísta, este volumen está dividido en diez capítulos en los que se abordan los siguientes temas: ¿qué es ciencia?, diseño inteligente, la nueva física señala a Dios, los cielos proclaman la gloria de Dios, la vida: un plan muy ingenioso, la ciencia empieza a dudar del evolucionismo, la mente del universo en la complejidad de los genes, el misterio de la conciencia, ¿hay vida en otros mundos? y las huellas del Creador son cada vez más evidentes. La Biblia afirma que en el principio Dios creó los cielos y una tierra vacía que carecía de orden. El Génesis enseña que las tinieblas cubrían los abismos del planeta, mientras el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas primigenias, hasta que el Creador dijo: “Sea la luz”. La mayoría de los astrónomos actuales, sin embargo, hablan de la Gran Explosión de un misterioso átomo primitivo que lanzó al espacio toda la materia de los millones de estrellas que constituyen el universo. Vacío, oscuridad, abismo y Espíritu de Dios frente a superátomo primordial, Big Bang, expansión y radiación de fondo. De una parte, el magistral fresco de la creación de Miguel Ángel en el techo de la capilla Sixtina; de la otra, los documentales de la serie Cosmos para la pequeña pantalla, firmados por el popular Carl Sagan. ¿Es posible combinar ambas visiones en una sola o estamos condenados los creyentes a sufrir la esquizofrenia permanente entre nuestra fe y nuestro respeto a la racionalidad científica?

Nueva ciencia

Compuesto en un estilo comprensible para la mayoría de personas, pero sin dejar de lado el rigor científico, el escrito del pastor Antonio describe los más novedosos hallazgos de la nueva ciencia que apuntan hacia la realidad de Dios. De este modo, descubre un espacio inédito en la reivindicación de las evidencias y argumentos a favor del Evangelio.

¿Cómo ha aparecido la vida en la Tierra? Parece evidente que esta no ha podido estar siempre presente puesto que las condiciones ambientales del planeta no siempre fueron adecuadas para la existencia de la misma. No hay microbio ni ser vivo que pueda soportar temperaturas superiores a los ciento cincuenta o doscientos grados centígrados. Y tales ambientes pudieron darse en el planeta primigenio. Por tanto, la cuestión es qué o quién ha sembrado la Tierra de vida. Esta pregunta solo tiene dos respuestas. La vida surgió por generación espontánea, o bien, la vida fue creada por Dios. Nacido el 15 de julio de 1952 en España, el doctor Antonio Cruz, que fue jefe del Seminario de Ciencias Experimentales del Instituto Investigador Blanxart, trabajó en diversas investigaciones zoológicas y descubrió numerosas especies de crustáceos isópodos. Miembro de la Asociación Española de Entomología, es impulsor de la teoría del diseño inteligente. La opinión de los cristianos primitivos ante la naturaleza del hombre fue la aceptación hebrea de su unidad, en vez de la separación entre cuerpo y alma, propia de la visión griega. La esperanza cristiana era ante todo la resurrección corporal, por encima de la pervivencia espiritual. De esta manera, alma y cuerpo son considerados como aspectos constitutivos e interdependientes de la unidad de la vida humana. Alma y conciencia se hallan también profundamente enraizadas en el cuerpo del hombre. Los primeros creyentes que habían visto resucitar a Cristo, confiaban en que Dios reconstituiría también a la persona completa, en algún entorno escogido para dicho fin. Esto es precisamente lo que afirma hoy la teología, que el ser humano no está solo codificado en la estructura espacio-temporal del momento presente, sino además, en la mente de Dios. El hombre no está solo en sus genes, en su conciencia y en el lugar que ocupa en el mundo, sino también en la memoria de su Creador. Por tanto, quienes han muerto en Cristo, podrán volver a la vida en Dios.

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