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ENTREVISTA
a Jacobe-Jake. Luego se hizo una doble mastectomía y una operación para extirpar sus partes femeninas —el útero y los órganos reproductores de Laura— en un intento desesperado por hacer realidad su fantasía.
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La decepción
“Jake” acabaría relacionándose con una mujer transgénero (de biología masculina) que se hacía llamar “Jackie”. Jake llamaría a Jackie a su “esposa”. Ahora tenía todo lo que había querido: una relación, un grupo que afirmaba su persona asumida, un trabajo con una jefa lesbiana que la apoyaba, una identidad moldeada según sus sueños. Y sin embargo, de alguna manera, Laura no era feliz; más bien, se sentía miserable. “Hay una especie de periodo de luna de miel en el que estás en las nubes. Se piensa que se van a resolver todos los problemas y es increíble. Y todo el mundo te reafirma. En cierto modo, te reinventas a ti mismo”, afirma. “Pero luego, cuando la realidad empieza a imponerse diciendo que no se puede hacer realidad…” “Me di cuenta de que mi cirugía no me había con-
vertido en un hombre. Me sentí estúpida, me dije: ‘¿Por qué pensé que quitarme los pechos me iba a convertir en un hombre? Las mujeres se quitan los pechos todo el tiempo por razones médicas”, dice. Laura no podía estar cerca de sus padres, ni siquiera de su hermana porque le despertaban recuerdos dolorosos de lo que era. Así que se aisló de ellos. Desesperados, sus padres se volcaron en su fe. Laura sufrió pesadillas, enfrentándose a su yo femenino y a Dios. No pudo escapar a la dura realidad: la hombría estaría para siempre fuera de su alcance. “Por primera vez en mi vida, empecé a cuestionar lo que creía. Me había desilusionado un poco, porque me di cuenta de que nunca iba a ser real. Pero al mismo tiempo, no había forma de que volviera a ser mujer”, dice.
El cambio
Laura empezó a orar. Paso a paso, su corazón se fue acercando a Cristo. En el otoño de 2014, ella, muy inesperadamente, rindió su vida a Jesús. Relató que pudo sentir este cambio dentro de ella y su actitud comenzó a cambiar, su corazón comenzó a cambiar. Sin embargo, aún se aferraba a pretensión de seguir con su percepción masculina. Laura aspiraba a ser un “hombre de Dios”, hasta que una voz la llamó a enfrentar la realidad. “¿Qué quieres de mí?”, preguntó. Y oyó una respuesta: “Si estuvieras delante de mí esta noche, ¿qué nombre pronunciaría?”. Laura dio el salto. No tenía ni idea de cómo sería la vida como mujer. En julio de 2016, “dejó todo atrás”. Al volver a la iglesia, se enfrentó a 300 personas que la llamaban “Laura”.“Fue una de las cosas más duras por las que he pasado, y lloré durante todo el servicio”, dijo, pero admitió que “necesitaba escuchar eso”. Las mujeres mayores abrazaron a Laura, habiendo orado durante mucho tiempo por ella. Al principio, se sintió como la “persona trans incómoda de la sala”, pero, finalmente, sin problemas, se convirtió en “una de las chicas”, algo que nunca había experimentado antes. La antigua identidad de Laura desapareció. “Empecé a trabajar en la iglesia, y cada uno de los ministros tenía su propia secretaria. Todas eran chicas y lo hacíamos todo juntas. Realmente empecé a desarrollar amistades profundas con mujeres que nunca había tenido”, relata. En 2018, Laura comenzó a compartir su historia con otros, lo que, a través de un amigo común, la llevó a conocer a su entonces futuro esposo, Perry. En mayo de 2022 se casaron. Creen que fue Dios quien los unió tras la redención de ella. Ella ahora lamenta que otras personas sufran disforia de género y dice que las redes sociales tienen la culpa de manipular sus sentimientos de odio a sí mismos, de rechazo o de no encajar en una mentira destructiva.