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HISTORIA DE VIDA

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LITERATURA

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STEVEN LÓPEZ / FOTOS: ARCHIVO FAMILIAR

Pensó que sus últimos días lo pasaría en medio del basural y las drogas, pero nunca imaginó que el Dios Todopoderoso aparecería en medio del infierno para rescatarlo y convertirlo en predicador de Su Palabra. EL HOMBRE QUE VOLVIÓ DEL INFIERNO

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JUAN FIDEL Peña Yucañaupa se encontraba a la espera de su muerte; las drogas y el alcohol lo habían convertido en una persona sin razonamiento, raquítico y sucio, con más de la mitad del estómago destrozado y con un pulmón perforado a causa de las sustancias alucinógenas que consumía; parecía que pronto acabaría su existencia. Tirado en un colchón viejo y maloliente, en medio de un basural del distrito de Comas, en Lima, Perú, miraba a sus compañeros de lugar que se drogaban a más no poder; algunos hasta se agredían físicamente tratando de arrebatar un poco de pasta básica.

Sin fuerzas para poder levantarse, se arrastraba hasta donde se encontraban los otros drogadictos y recogía los puchos que votaban, para fumárselo y calmar su ansiedad por la droga. Quería morir en su ley, fumando y drogándose. Muchas veces, cuando aún tenía fuerzas, pretendió quitarse la vida tirándose de un pozo de agua o lastimando su cuerpo con cualquier objeto punzocortante que encontraba en la basura. Intentó varias veces, pero no logró su causa. Sentía que su vida no tenía motivación alguna; quiso cambiar muchas veces por iniciativa propia, pero fracasó; ingresó a cerca de ocho centros de rehabilitación para dejar las drogas, pero al salir, solo podía estar dos meses tranquilo y luego volvía a drogarse. Su familia le había dado la espalda por completo; muchas veces su padre le deseó la muerte por su condición y el irreparable dolor que le había causado a su madre. Todo ese cúmulo de sufrimientos y dolor, le hacían anhelar la muerte. Pero esa tarde del 18 de agosto del 2007, Dios visitaría su vida, a través de tres jóvenes cristianos que ingresaron al basural, donde se encontraba para extenderle un mensaje de salvación.

Ángeles de Jehová

Juan Fidel había intentado de todo para salir del vicio, pero fracasó. Esperaba sus días para morir y ser una carga menos para la sociedad. Al ver que los jóvenes ingresaban al basural, recordó que muchas veces le predicaban la Palabra de Dios, pero poco o nada le tomaba importancia. Los jóvenes cristianos, con sus Biblias en las manos, comenzaron a entonar cánticos de alabanza a Dios aunque Fidel intentó ignorar a los muchachos, pero algo en su interior no lo dejaba. Luego de las alabanzas, uno de los jóvenes comenzó a predicar la Palabra de Dios y es ahí donde una frase conmovió el duro corazón del “loco” Fidel.

- Tú que has probado todo, y nada ha hecho a tu vida, porque no pruebas a Cristo- habló el joven. dos vinieron a su mente. Recordó su niñez, adolescencia y juventud, y entendió que Dios le estaba invitando a que entregará su vida al Creador.

Dura infancia

Juan Fidel Peña Yucañaupa era el tercero de nueve hermanos; desde muy pequeño vivió en

un ambiente hostil y lleno de maltratos por parte de su padre hacia su madre y menores hermanos. Mientras su madre se dedicaba a buscar cualquier empleo para llevar un sustento a la casa, el padre vivía en cantina tras cantinas. Cuando llegaba la noche, los hermanos se escondían al ver llegar a su padre, por temor a ser reprendidos o golpeados. Su casa era la más pobre del sector, sus vecinos los veían con pena por la humilde condición en que vivían. A los nueve años, al presenciar tanto dolor y sufrimiento, cambió su hogar por las calles.

Han pasado cerca de 15 años desde su conversión y recuerda los duros momentos que pasó alejado de Dios. Hoy comparte su testimonio en los centros de rehabilitación, cárceles y demás lugares donde el Señor Jesucristo le permite ir (…)

Apoyándose de las paredes del lugar, intentó levantarse para caminar hacia los jóvenes. Tardó largos segundos en dar unos pasos, para luego caer de rodillas frente a los cristianos y pedir a Dios que entrará a su corazón y cambiar la difícil situación que se encontraba.

Se refugiaba en casa de amigos que le incitaban a robar, drogarse y emborracharse mañana, tarde y noche. Así empezó su perdición. Con tan poca edad, robaba como todo un profesiona; lo hurtado lo usaba para comprar pasta y licor. Sus padres no sabían de las andanzas en que se encontraba el muchacho y solo se enteraron, cuando a los 18 años, vació su casa por completo. El vicio de las drogas había calado su corazón y no tenía escrúpulos para robar a su propia familia.

Un loco total

Juan Fidel Peña, con tan solo 16 años, había perdido el rumbo de su vida, caminaba sucio por las calles, tenía los cabellos llenos de piojos y le habían detectado Tuberculosis, aunque intentó seguir un tratamiento, a los pocos días lo abandonó. Pasaron los años, y las drogas perforaron sus pulmones, su estómago y alteró su condición mental. Al no encontrar refugio en su casa, por causa de su condición, se vio en la obligación de vivir en los fumaderos. Cuando se encontraba con su padre solo escuchaba adjetivos furiosos: “fumón, drogadicto, porque no te mueres”. El joven entró en un estado de abandono que lo llevó a no poder salir de los basurales, sino que se encontraba a expensas de lo que encontraba en el lugar. Vivía en un infierno y parecía que iba a la muerte fija. Es por ello que el mensaje del joven cristiano: “Tú que has probado todo, y nada ha hecho a tu vida, porque no pruebas a Cristo”, tocó su vida con impacto. Cuando los jóvenes le invitaron a entregar su vida al Todopoderoso, de los doce drogadictos que se encontraban en el lugar, solo él decidió probar a Cristo. Apoyándose de las paredes del lugar, intentó levantarse para caminar hacia los jóvenes. Tardó largos segundos en dar unos pasos, para luego caer de rodillas frente a los cristianos y pedir a Dios que entrará a su corazón y cambiar la difícil situación que se encontraba. En ese momento, sintió un fuego que recorrió desde mi cabeza hasta la punta de mis pies- Permaneció alrededor de dos semanas más en el basural, pero ya no tomaba, ni se drogaba. Luego de esos días, salió del lugar para ir a su casa y reencontrarse con sus padres y hermanos. Se bañó luego de muchos años, probó comidas que añoraba y que en su mala vida, era reemplazada por las drogas. El impacto de ver a un nuevo hombre caló en la vida de sus padres.

Cristo me salvó

Luego de un mes alejado de los basurales y las drogas, Juan Fidel Peña llegó a la obra del Movimiento Misionero Mundial en San Felipe, donde el reverendo Luis Meza Bocanegra, era pastor. Desde ese entonces, ha logrado servir a Dios a tiempo completo. El Creador le permitió ser presidente de jóvenes de la iglesia, para luego pasar a ser obrero en un anexo y posteriormente pastor laico. A los 35 años obtiene por primera vez su documento nacional de identidad y pudo tramitar su brevete que le permitió tener su primer trabajo como taxista. Han pasado cerca de 15 años desde su conversión y recuerda los duros momentos que pasó alejado de Dios. Hoy comparte su testimonio en los centros de rehabilitación, cárceles y demás lugares donde el Señor Jesucristo le permite ir. Junto a su amada esposa e hijos sirven a Dios en la ciudad de Huánuco.

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