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Movilidad y Medio Ambiente

Gabriela De Valle Del Bosque*

Hoy en día, la movilidad se ha convertido en un tema prioritario que está estrechamente ligado a la competitividad económica y productividad de las ciudades, así como al bienestar de las personas y a su calidad de vida, en primer lugar, por el acceso fácil y seguro al transporte; en segundo, por la contaminación ambiental que genera la mayor parte de los medios de transporte.

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En México el 48% de la energía que se consume se utiliza para mover mercancías y personas, y el uso de gasolina en el transporte hace que este sector sea la segunda fuente de emisiones de gases de efecto invernadero del país y una de las principales causas de contaminación atmosférica.

En nuestro país, como en la gran mayoría de las naciones en el mundo, se ha priorizado la movilidad a través de automóviles privados. El diseño de las ciudades y la dotación de infraestructura y señalética está orientada hacia los vehículos, dejando de lado a la gente que camina o anda en bicicleta.

La opción de moverse en transporte público no motiva lo sufciente ante la defciencia y precariedad del servicio, por lo que constituye un problema constante en la mayoría de las ciudades - independientemente de su tamaño -, que continúa sin ser abordado con la atención y seriedad que implica. En un contexto como éste, resulta más cómodo y seguro moverse en auto propio, incluso en distancias cortas.

Esta situación promueve por tanto el uso y la compra de automóviles particulares, razón por la cual en México la cantidad de vehículos creció entre 1990 y 2015 a una tasa promedio anual del 5.3%, frente al 1.5% que crece la población anualmente en nuestro país.

En 2018 en la zona metropolitana de Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga se registraron 361,897 vehículos en uso, que representan 40% del total del estado. Si lo comparamos con la población mayor de edad en esta zona, obtenemos que por cada vehículo hay 1.7 personas, en promedio.

Ese crecimiento en el parque vehicular ha complicado la problemática urbana, ya que genera una fuerte congestión en las vialidades y afecta la movilidad, lo cual se manifesta en que la distancia que sin tráfco se puede recorrer en corto tiempo, ahora se triplica. Nos enfrentamos entonces a la paradoja de tener una movilidad que se ralentiza en la ciudad, cuando la dinámica urbana es tan acelerada y el tiempo tan valioso. Parece una contradicción de la modernidad que se pierda tanto tiempo atorado en el tráfco.

“El congestionamiento también genera mayor consumo de combustible y por tanto mayores emisiones de gases y partículas que dañan la calidad del aire, como óxidos nitrosos y monóxido de carbono, entre otros compuestos volátiles”.

Saltillo ocupa el segundo lugar como ciudad con mayor competitividad según el Índice de Movilidad Urbana, calculado por el Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. por tener buenas condiciones favorables de movilidad y capacidad para ofrecer alternativas de transporte para la población. Sin embargo, es imprescindible impulsar el rediseño de la ciudad y fortalecer la política pública transversal de movilidad con criterios sociales, urbanos y ambientales.

En lo social, se debe dar prioridad a las personas, no a los vehículos, con una perspectiva de inclusión integral que promueva la cohesión social a partir de la reapropiación del espacio público con el establecimiento de zonas que brinden seguridad al peatón y a quienes utilizan bicicleta o patines. Es fundamental también diseñar señalética cuya función sea proteger la seguridad de peatones y ciclistas.

En materia de protección y sustentabilidad ambiental, es prioritario integrar un plan de mitigación y adaptación al cambio climático, para disminuir la dependencia de los combustibles fósiles y bajar los niveles de contaminación y emisiones de gases efecto invernadero (GEI). Se requiere también implementar un mayor número de acciones de monitoreo y reducción de la contaminación atmosférica y del ruido.

En lo urbano, se debe considerar la redensifcación ordenada de Saltillo, ya que una ciudad dispersa genera mayores costos en todos los sentidos y complica la movilidad de las personas. Además, es importante considerar la gestión urbana a nivel metropolitano, porque los problemas sociales y sobre todo los ambientales, no se suscriben a los límites administrativos. Es fundamental considerar en la planeación el rescate de espacios públicos y la ampliación de zonas verdes para integrarlas a los patrones de movilidad de la ciudadanía.

El transporte público requiere una transformación para que pueda ser sostenible y no decaiga la competitividad y productividad de la ciudad. En diferentes países, el diseño de proyectos de movilidad por sectores o colonias ha mostrado buenos resultados a bajo costo, frente a infraestructuras de alta inversión y gran dimensión, que al paso de los años se ven rebasadas. Es importante abordar esta vertiente para reducir distancias de las movilizaciones y la cantidad de viajes.

Otro de los aspectos que debe incluir la política de movilidad sustentable es la participación de la gente. Sólo así será posible planear y construir una ciudad donde las personas se sientan motivadas a caminar o puedan utilizar bicicleta no sólo por recreación sino como parte de su ruta diaria. Ese es el gran desafío que enfrentamos.

* Coordinadora de Instrumentos de Gestión Ambiental para la Sustentabilidad, IMPLAN Saltillo

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