El dardo y la palabra

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EL DARDO Y LA PALABRA Poesía indígena de nuestra América

Selección y prólogo

Alberto Rodríguez Carucci


© Fundación Editorial el perro y la rana, 2007 telefs: (58-0212) 5642469 - 8084492 / 4986 / 4165 telefax: 5641411 correo: elperroylaranaediciones@gmail.com Ediciones Sistema Nacional de Imprentas Regionales, Mérida, 2007 Av. 4, calle 20, Biblioteca Bolivariana, Nivel Sótano Mérida-Venezuela Gobierno Bolivariano y Revolucionario de Mérida Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida (FUNDECEM) Instituto Municipal de la Cultura (INMUCU) Alcaldía del Municipio Libertador Red Nacional de Escritores Consejo editorial popular Gonzalo Fragui Hermes Vargas Aidalíz Guarisma Wilfredo Sandrea Stephen Marsh Planchart Nelson Molina Trina de Aranguren Odoardo Torres Plataforma del libro y la lectura Gonzalo Fragui Yuri Patiño Diseño y diagramación Sebastián Gómez Corrección y revisión Gonzalo Fragui Melissa Fernández Operario Hermes Vargas Depósito Legal: LF 40220078004063 ISBN:978-980-396-723-1


colección

ANTOLOGÍAS



Poesía indígena de nuestra América: resistencia y persistencia de la palabra originaria

Durante mucho tiempo las formas de manifestación de la sensibilidad y de las creencias de los aborígenes americanos fueron descartadas en los balances de nuestra historia cultural, pues se les consideraba como expresiones de primitivismo y de barbarie, siempre desde las perspectivas diseñadas por los poderes de la conquista que veían en las comunidades indígenas unos colectivos amorfos, sin raíces ni huellas que merecieran su conservación. Apoyadas en argumentos religiosos, políticos y morales, aquellas concepciones se impusieron desde los inicios del período colonial, propiciando el menosprecio, la censura y la destrucción de las culturas ancestrales, entre las cuales se encontraban las distintas modalidades de sus escrituras originarias. Todo al mismo tiempo que se imponía el alfabeto latino, se eliminaba el rol y las funciones de los maestros indígenas y se reinterpretaba el sentido de las tradiciones y creencias de aquellos desde los enfoques y conveniencias del sector conquistador. En el siglo XVIII, con ayuda de la labor humanitaria, religiosa e intelectual de los jesuitas entre las sociedades indígenas, aquellas condiciones adversas comenzaron a cambiar, pero la expulsión de la congregación por las autoridades españolas demoró la continuidad de los cambios, acentuando la permanencia de la mentalidad colonizada. Después de la independencia, durante la conformación del período republicano, la apreciación colonial sobrevivió y la apertura el dardo y la palabra


al reconocimiento de las culturas indígenas llegó a ser considerada peligrosa para el proyecto de consolidación de la unidad nacional en los países hispanoamericanos, entre cuyos dirigentes muchos levantaron como principio de cohesión el ideal de la hispanidad. Fue a finales del siglo XIX, y a comienzos del XX, –con el surgimiento de la antropología moderna– cuando se produjo un renovado interés por conocer las realidades sociales, históricas y culturales de la América indígena. Los estudios realizados arrojaron entonces importantes resultados que echaron las bases para una visión menos prejuiciada sobre las culturas y sociedades originarias, permitiendo observar –a finales del siglo XX– la emergencia de una intelectualidad indígena creadora y crítica, que recién ha comenzado a proyectar sus obras. Tal acontecimiento coincidió, al menos parcialmente, con los avances del proceso de descolonización en el mundo y con la aparición de los movimientos indígenas organizados, que vienen reclamando nuevos escenarios de participación y los derechos necesarios para preservar el legado de sus tradiciones milenarias. De ese modo han venido revelando los sustratos de sus respectivos imaginarios, produciendo efectos inusitados en distintas sociedades hispanoamericanas. Entre sus contribuciones recientes se halla la diversidad de expresiones poéticas publicadas, reconocidas en algunas regiones desde la década de 1980. En México, por ejemplo, se llevan a cabo Encuentros Nacionales de Escritores en Lenguas Indígenas, existe una Asociación de Escritores


Indígenas, desde 1993, y una Casa de los Escritores en Lenguas Indígenas, desde 1996. Asimismo se creó, en 1994, el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Indígenas y, a partir de 1998, se ha establecido el Premio Continental “Canto de América” de Literatura en Lenguas Indígenas. Experiencias en cierto modo parecidas se registran también en Guatemala, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Paraguay y Venezuela. Estos sucesos han estimulado la creación de centros de estudio y programas de investigación sobre culturas y literaturas indígenas en distintas universidades del continente, interesadas en las realidades que ofrece la problemática de la diversidad étnica, lingüística y cultural de América Latina. Ofrecer una antología de textos de la América indígena siempre impondrá –como en cualquier selección– riesgos de la más diversa índole, pues en última instancia la muestra siempre quedará sujeta, en alguna medida, a las limitaciones y alcances del antólogo, especialmente en lo que se refiere a preferencias, gustos e intereses definidores de su labor. Todos estos riesgos se acentúan aún más cuando se trata de poemas, pues éstos se encuentran entre los materiales más polémicos, tanto en lo concerniente a su valoración literaria como en lo que se refiere a las traducciones, conservación y formas de sus registros culturales, pues no han escaseado quienes descalifican esos textos situándolos fuera de toda consideración artística, omitiendo –voluntariamente o no– los numerosos testimonios de recepción afirmativa que debemos al padre Sahagún, Fray Diego de Landa, el dardo y la palabra


Fray Francisco de Ximénez, Alva Ixtlilxóchitl, Alvarado Tezozómoc, Cristóbal de Molina, Garcilaso Inca de la Vega y Guamán Poma de Ayala, entre otros, hasta llegar a los contemporáneos (Garibay, León Portilla, Barrera Vásquez, Demetrio Sodi, José María Arguedas, Jesús Lara, Bendezú Aybar, etc), testimonios éstos en los cuales se hace reconocimiento de excepción a la producción verbal de los indígenas americanos tanto prehispánicos como actuales. No carece pues de sentido la pregunta que sagazmente planteaba el poeta José Martí, en 1884, en su artículo “Autores americanos indígenas”: ¿Cómo pudiera ser, dado que la literatura no es otra cosa más que expresión y forma, y reflejo en palabras de la naturaleza que nutre y del espíritu que anima al pueblo que lo crea; cómo pudiera ser que, contra la ley universal, no tuviere la literatura indígena las condiciones de esbeltez, armonía y color de la naturaleza americana?

Aunque los relatos míticos, cantares, representaciones coreográfico-teatrales de aquellos aborígenes hayan atravesado complejos procesos de evolución, tienen en muchos casos proyecciones en el presente indígena, que recrea, transforma y fecunda aquellas manifestaciones, a pesar de las tensiones y cambios que sufrieron como consecuencia de los contactos culturales, a menudo fuertemente desiguales para desventajas del sector aborigen. Hoy, como en el pasado, las expresiones literarias de los indígenas americanos siguen siendo diversas y abundantes, 10


a la vez que son representativas de formas de vida y pensamiento, de maneras de sentir y valorar el mundo que, quiérase o no, transmiten modalidades del conocimiento humano recogido en la palabra y en la memoria, ya sea ésta oral, escrita o conservada mediante otros recursos de fijación. Al fin y al cabo, como apuntaba hace unos años el historiador español Céspedes del Castillo, “no sería justo –y menos en esta era audiovisual y casi ‘postalfabética’ en que empezamos a vivir– que olvidásemos las fuentes no escritas”. Superado el medio milenio de la llegada de los europeos a nuestro continente, con la cual se dio inicio al proceso de conquista y colonización, tanto en América como en el Viejo Mundo se ha incrementado notablemente el interés por los más diversos aportes culturales de los aborígenes americanos a la humanidad. Sin entrar a considerar las motivaciones de fondo de ese hecho, en Europa hay cierta disposición abierta para reconocer las perspectivas asumidas por los indígenas frente a la dominación, mientras que en América parece crecer también el interés por los valores intrínsecos de las culturas y civilizaciones autóctonas, dentro de las cuales la palabra poética –de ayer y de hoy–, resulta insoslayable, especialmente si se desea tener una percepción más equilibrada del contacto intercultural euro-americano. Es en este orden de preocupaciones e inquietudes donde cobra sentido una muestra de poemas indígenas como la que ofrecemos a continuación. Alberto Rodríguez Carucci

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POEMAS NAHUAS



LA AMISTAD Cual pluma de quetzal, fragante flor, la amistad se estremece: como plumas de garza, en galas se entreteje. Un ave que rumora cual cascabel es nuestro canto: ¡qué hermoso lo entonais! Aquí, entre flores que nos forman valla, entre ramas floridas los estais cantando.

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EL CANTO DEL POETA Oí un canto por allí: y ando en plena primavera viendo las luces del año. Ya con la aurora conversan el ave de azul plumaje, y el pájaro de las mieses, y el ave roja del sol: ¡Es el príncipe Monencauhtzin!

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ENIGMA DE VIVIR No es verdad que vivimos, no es verdad que duramos en la tierra. ยกYo tengo que dejar las bellas flores, tengo que ir en busca del sitio del misterio! Pero por breve tiempo, hagamos nuestros los hermosos cantos.

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LA VIDA ES SUEÑO Sólo venimos a dormir sólo venimos a soñar. ¡No es verdad, no es verdad que venimos a vivir en la tierra! Como hierba en cada primavera nos vamos convirtiendo: está reverdecido, echa sus brotes, nuestro corazón. Algunas flores produce nuestro cuerpo y por allá queda marchito.

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VIDA DE ILUSIÓN ¿Es verdad, es verdad que se vive en la tierra? ¡No para siempre aquí, sólo un momento en la tierra! Si es de jade se rompe, si es oro se destruye, si es un plumaje de quetzal, se rasga. ¡No para siempre aquí, sólo un momento en la tierra!

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SED DE INMORTALIDAD Me siento fuera de sentido, lloro, me aflijo y pienso, digo y recuerdo: Oh, si nunca muriera, si nunca desapareciera… ¡Vaya yo donde no hay muerte, donde se alcanza victoria! Oh, si nunca yo muriera, si nunca desapareciera…

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BELLEZA DEL CANTO Llovieron esmeraldas, ya nacieron las flores: Es tu canto. Cuando tú los elevas en México, el sol está alumbrando.

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DIÁLOGO GUERRERO MÍSTICO —¿Dónde vais? ¿Dónde vais? —¡A la guerra, al agua divina: allí tiñe a los hombres Nuestra Madre Itzpapálotl, en el campo de batalla! El polvo se alza dentro del agua de la hoguera: sufre el corazón del dios Camaxtle: Oh Matlacueye, Oh Macuil Malinalli: ¡como una flor es la batalla: vais a tenerla en vuestras manos!

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ETERNO SACRIFICIO Cual nenúfar al viento gira el escudo, cual humo el polvo sube, el silbo de las manos repercute, aquí en México Tenochtitlan. Es la casa de los escudos, es la casa de las batallas: se extiende el estrado del Águila, es el sitio del solio del Tigre: ellos llevan el peso de la guerra. Se toca la flauta para el combate: son las flores del Escudo que resplandece, ¡Nunca, nunca por cierto ha de acabar!

(Todos los poemas anteriores pertenecen a la colección de Los cantares mexicanos, Traducciones del náhuatl: Angel María Garibay).

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POEMA DE LA CONQUISTA Con suerte lamentosa nos vimos angustiados. En los caminos yacen dardos rotos; los cabellos están esparcidos. Destechadas están las casas, enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan por calles y plazas y están las paredes manchadas de sesos. Rojas están las aguas, cual si las hubieran teñido, y si las bebíamos, eran agua de salitre. Golpeábamos los muros de adobe en nuestra ansiedad y nos quedaba por herencia una red de agujeros. En los escudos estuvo nuestro resguardo, pero los escudos no detienen la desolación. Hemos comido panes de colorín, hemos masticado grama salitrosa, pedazos de adobe, lagartijas, ratones y tierra hecha polvo y aun gusanos…

(Tomado de un manuscrito de 1528, este poema quedó incompleto, pero es representativo de la visión de la conquista española en la poesía náhuatl. Traducción: Ángel María Garibay). 24


Yo no sé si tú has estado ausente. Yo me acuesto contigo, y me levanto contigo. En mis sueños tú estás junto a mí. Si tiemblan los pendientes de mis orejas yo sé que eres tú, moviéndote en mi corazón.

(Tomado de Ernesto Cardenal (comp.) “Nahuas actuales (México)”. Antología de poesía primitiva. Madrid, Alianza, 1979. p. 104).

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OJOS DE CAPULIN Me dicen que tus ojos parecen dos capulines a mí me parecen moras, de noche y a todas horas. ¡No arrugues chiquitita, te llevo en la madrugada! ¡Y qué vas a hacer qué vas a creer pues dando una voltereta, me encuentro a otra mujer! Mañana cuando amanezca te espero entre los nopales y allí te diré mi “adiós” que me voy para Nogales donde se tuestan las habas a cuatro por cinco riales.

(Tomado de Miguel León Portilla. “Yancuic tlahtolli: la nueva palabra. Una antología de la literatura náhuatl contemporánea (Tercera Parte)”. Estudios de cultura Náhuatl (México) (20): 311-363, 1990). 26


En tiempos pasados el saber de los aztecas brilló en toda la tierra de Anáhuac, encandiló al hombre de Castilla; ahora resplandece en nuestras manos.

(Tomado de Ernesto Cardenal (comp.). “Nahuas actuales (México)”. Antología de poesía primitiva. Madrid, Alianza, 1979. p. 104).

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NECESITAMOS CAMINAR SOLOS Algunas veces siento que los indios esperamos la llegada de un hombre que todo lo puede que todo lo sabe, que nos puede ayudar a resolver todos nuestros problemas. Sin embargo ese hombre, que todo lo puede y que todo lo sabe nunca llegará; porque vive en nosotros se encuentra en nosotros camina con nosotros; empieza a querer despertar, pero aún duerme.

(Tomado de Miguel León Portilla. “Yancuic tlahtolli: la nueva palabra. Una antología de la literatura náhuatl contemporánea (Tercera Parte)”. Estudios de cultura Náhuatl (México) (20): 311-363, 1990). 28


POEMAS MAYENSES



KAY NICTÉ, CANTO DE LA FLOR La bellísima luna se ha alzado sobre el bosque; va encendiéndose en medio de los cielos donde queda en suspenso para alumbrar sobre la tierra, todo el bosque. Dulcemente viene el aire y su perfume. Ha llegado en medio del cielo; resplandece su luz sobre todas las cosas. En todo buen hombre hay alegría. Hemos llegado adentro al interior del bosque donde nadie mirará qué venimos a hacer. Hemos traído la flor de la Plumería la flor de chucum, la flor del jazmín canino, la flor de… Trajimos el copal, la rastrera cañita ziit, y la concha de la tortuga terrestre. También el nuevo polvo de calcita el dardo y la palabra

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dura y el nuevo hilo de algodón para hilar; la nueva jícara y el grande y fino pedernal; la nueva pesa; la nueva tarea del hilado; el presente del pavo; nuevo calzado, todo nuevo, inclusive las bandas que atan nuestras cabelleras para tocarnos con el nenúfar; igualmente el caracol zumbador y la anciana (maestra). Ya, ya estamos en el corazón del bosque, a orillas de la poza en la roca, a esperar que surja la bella estrella que humea sobre el bosque. Quitaos vuestras ropas, desatad vuestras cabelleras; quedaos como vinisteis aquí sobre el mundo, vírgenes, mujeres mozas…

(Cantar 7, El libro de los cantares de Dzitbalché. Tradución del maya: Alfredo Barrera Vázquez). 32


CANCIÓN DE LA DANZA DEL ARQUERO FLECHADOR Espía, acechador que andas cazando por los montes, una vez, dos veces, vamos a cazar a orillas del bosque en rápida danza, hasta tres veces. Alza bien tu frente, alista bien la mirada, no hagas errores para que alcances tu premio. ¿Tienes bien afilada la punta de tu dardo? ¿Tienes bien enastada la cuerda de tu arco, has puesto buena resina de catzim en las plumas en la punta de vara de tu dardo? ¿Has untado bien grasa de ciervo macho en la fuerza de tu brazo, en la fuerza de tu pie, en tus rodillas, en tus gemelos, en tus costillas, en tu tórax, en tu pecho? Da tres vueltas rápidas alrededor de la columna de piedra pintada, ahí donde está atado el viril hombre joven, virgen, inmaculado. Da la primera, a la segunda toma tu arco, ponle la flecha, apúntale al pecho, no es necesaria el dardo y la palabra

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toda tu fuerza para asaetarlo, para no herirlo profundamente en sus carnes, para que sufra un poquito, así lo quiso el dios Bello Señor. Cuando des la segunda vuelta a la columna pintada de azul, cuando la des, fléchalo de nuevo. Tendrás que hacer esto sin dejar de danzar, porque así lo hacen los buenos guerreros, los hombres escogidos para darle bondad a los ojos del Señor Dios. Todo lo dan los escuderos peleadores. Así como asoma el sol sobre el bosque del oriente, comienza, del arquero flechador el canto.

(Cantar 13. El libro de los cantares de Dzitbalché. Esta versión: Demetrio Sodi M.) 34


POEMAS QUECHUAS



BELLA PRINCESA Bella princesa, tu propio hermano es quien destroza tu cantarillo. Y de este modo retumban truenos y caen rayos. Y tú, princesa, mandas tus aguas en fresca lluvia. Y algunas veces granizo envías y a veces nieve. El que nos crea y nos gobierna, dios soberano, este destino te ha concedido y así te ordena.

(Historia de los Incas, de Blas Valera. Traducción del quechua: Jesús Lara).

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CANCIÓN DOLIENTE ¿La verdad, reina, nos separa? ¿La adversidad, princesa, nos aleja? Si fueras flor de chinchercoma, hermosa mía, en mi sien y en el vaso de mi corazón te llevaría. Pero eres un engaño, Igual que el espejo del agua. Igual que el espejo del agua, me ilusionas en vano. ¿Dónde estás, con mi amada pasé siquiera una velada? La desunión que nos impone tu madre desleal durará hasta la muerte. El rechazo de tu padre nos sumirá en la tristeza. Tal vez, mi reina, pronto nos veamos si el dios, gran amo, lo permite. 38


Acaso él mismo tendrá después que unirnos. Cómo el recuerdo de tus ojos reidores me sume en la tristeza cómo el recuerdo de tus ojos traviesos me enferma de nostalgia. —Basta ya, mi rey, basta ya. ¿Dejarás que mis lágrimas lleguen a colmar tu corazón? —Derramando la lluvia de mis lágrimas sobre las kantutas y en cada quebrada te espero, hermosa mía.

(De Nueva corónica y buen gobierno, de Guaman Poma de Ayala. Traducción: Jesús Lara).

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APU INCA ATWALLPAMAN (Al señor Inca Atahualpa)

¿Qué arco iris este negro arco iris que se alza? Para el enemigo del Cuzco horrible flecha que amanece. Por todas partes granizada siniestra golpea. Mi corazón presentía a cada instante, aún en mis sueños, asaltándome en el letargo, a la mosca azul anunciadora de la muerte; dolor inacabable. El sol vuélvese amarillo, anochece misteriosamente; amortaja a Atahualpa, su cadáver y su nombre; la muerte del Inca se reduce al tiempo que dura un parpadeo. Su amada cabeza ya la envuelve el horrendo enemigo; y un río de sangre camina, se extiende, en dos corrientes. 40


Sus dientes crujidores ya están mordiendo la bárbara tristeza; se han vuelto plomo sus ojos que eran como el sol, ojos de Inca. Se ha helado ya el gran corazón de Atahualpa. El llanto de los hombres de las Cuatro Regiones ahogándole. Las nubes del cielo han dejado, ennegreciéndose; la madre luna, transida, con el rostro enfermo, empequeñece. Y todo y todos se esconden, desaparecen, padeciendo. La tierra se niega a sepultar a su Señor, como si se avergonzara del cadáver de quien la amó, como si temiera devorar a su adalid. Y los precipicios de roca tiemblan por su amo entonando fúnebres canciones. El río brama con el poder de su dolor levantando su caudal. el dardo y la palabra

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Las lágrimas en torrentes, juntas, se recogen. ¿Qué hombre no caerá en el llanto por quien le amó? ¿Qué hijo no ha de existir para su padre? Gimiente, doliente, corazón herido sin fortuna, ¿Qué paloma amante no da su ser a su amado? ¿Qué delirante e inquieto venado salvaje a su instinto no obedece? Lágrimas de sangre arrancadas de su alegría, espejo vertiente de sus lágrimas, ¡retratad su cadáver! bañad con vuestra ternura el regazo de aquel que nos regalaba con su poder. Con sus múltiples, poderosas manos, los acariciados; con las alas de su corazón los protegidos; con la delicada tela de su pecho los abrigados: clamen ahora, con la doliente voz de las viudas tristes.

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El Villaj Umu viste ya el manto sagrado para el sacrificio todos los hombres han desfilado ya hasta la tumba. Mortalmente sufre su tristeza delirante, la Madre Reina; los ríos de sus lágrimas saltan al cadáver amarillo, yerto su rostro, yerta su boca. ¿Dónde te fuiste perdiéndote de mis ojos, abandonando este mundo en mi duelo; eternamente desgarrándote, de mi corazón? Enriquecido por el oro del rescate el español su horrible corazón por el poder devorado empujándose unos a otros con ansias cada vez, cada vez más oscuras, fiera enfurecida. Les diste cuanto pidieron, los colmaste; te asesinaron, sin embargo. Sus deseos hasta donde pidieron los colmaste tú solo; el dardo y la palabra

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y muriendo en Cajamarca te extinguiste. Se ha acabado ya en tus venas la sangre; se ha apagado en tus ojos la luz; en el fondo de la más intensa estrella ha caído tu mirar. Gime, sufre, camina, vuela enloquecida tu alma, paloma amada; delirante llora, padece tu corazón amado. Con el martirio de la separación infinita el corazón se rompe El límpido, resplandeciente trono de oro y tu lecho; los vasos de oro, todo todo se repartieron. Bajo extraño imperio, aglomerados los martirios y destruidos, perplejos, extraviados, negada la memoria, solos; muerta la sombra que proteje lloramos sin tener a quién o a dónde volver; estamos delirando. 44


¿Soportará tu corazón Inca, nuestra errabunda vida dispersada, por el peligro sin cuenta cercada, en manos ajenas, pisoteada? Tus ojos que como de ventura herían ábrelos; tus magnánimas manos extiéndelas; y con esa visión fortalecido despídenos.

(Recogido en J.M. Farfán. Poesía folklórica quechua).

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Las gotas de agua que amanecen en las flores son lĂĄgrimas de la luna que de noche llora.

(Tomado de Ernesto Cardenal (comp.) AntologĂ­a de poesĂ­a primitiva. Madrid, Alianza, 1979. p. 129). 46


AQUELLA NUBE ¿Ves aquella nube que camina o se sienta? así mismo está mi corazón que se alegra y se apena. ¿Ves aquel río que se aclara o se enturbia? así mismo está mi corazón que dice sí y dice no.

(Tomado de Edmundo Bendezú Aibar (comp.) Literatura quechua. Lima, Editorial Universitaria – Universidad Ricardo Palma, 2003. p. 259).

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¿QUIÉN SOY? Yo no le he preguntado a nadie quién soy, si estoy hecho de roca o de nieve, sin sombra y sin lágrimas.

(Tomado de Edmundo Bendezú Aibar (comp.) Literatura quechua. Lima, Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, 2003. p. 224). 48


WALQA Era su nombre Walqa cuando yo, solo, la quería. Como la noche eran sus ojos; sus cabellos, más que la noche. Era su nombre Walqa cuando yo, solo, la mimaba. Sus dientes eran como níveas flores, sus labios como las kantutas. Era su nombre Walqa cuando ella solo a mí me quería. Cuando lloraba, de rocío cubríanse los árboles. Cuando reía, reían también las fuentes. Era su nombre Walqa cuando solo yo la quería. Cuando ella solo a mí me quería. Cuál será el nombre ahora de esa mujer que para mí era Walqa. Sólo queda su nombre entre mis labios, sólo quedan sus ojos en mis ojos, Paloma, Walqa, era tu nombre, pero cómo te llamarás ahora. (Tomado de Jesús Lara. La literatura de los quechuas. La Paz, Librería Editorial Juventud, 1969. pp. 259-260). el dardo y la palabra

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POEMAS GUARANÍES (Orígenes de los apapokuva-guaraní) Fragmentos



YÑEPYRU (La creación) Ñanderuvusú ouguahé oúvo * Ñanderuvusú… Le precedía un trueno silencioso. La oscuridad tapaba los caminos, pero su diestra relampagueante sobresalía en las tinieblas aproximándose… Desde mucho antes de aparecer en medio de los eternos murciélagos de sombra, Ñanderuvusú envió signos de su presencia solitaria. Ñanderuvusú, el Gran Padre, dueño de la luz que aún no era luz, del viento que aún no era viento, del agua que aún no recogía rostros y montañas con la punta de su lengua húmeda. No había caminos en la gran noche del principio. Sólo Nanderuvusú conocía el camino, como el relámpago conoce el suyo y lo hace y lo deshace al instante.

*Nuestro Gran Padre está llegando. el dardo y la palabra

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IÑIPYRÚ OÑEPYRÚ** ÑANDERUVUSÚ OÚ. Todo esperaba el nacimiento del principio en una concentración de fuerzas atropellándose desde atrás hacia delante, en un remolino obscuro bajo las alas membranosas de los murciélagos eternos. Todo esperaba la aparición de Ñanderuvusú con oídos todavía de piedra, con ojos todavía sin miradas, conteniendo el aliento inmortal. Hasta que de improviso el sueño infinito se interrumpió. El viento comenzó a respirar débilmente, un fuego azul comenzó a chisporrotear sobre el ala del murciélago más distante; el trueno estalló y se dividió en dos grandes bloques de itá hú (piedra negra) y Ñanderuvusú apareció solo y profundo trayendo el sol sobre el pecho. Ñanderuvusú, el Gran Padre Brillante, que está antes y después de todo, y en medio de todo como un acantilado ardiendo que nadie puede rodear con los brazos. ** El principio comienza / Nuestro Gran Padre viene… 54


EL PRINCIPIO En medio de la luz cegadora que le brotaba del pecho, Ñanderuvusú atraía o separaba las cosas de sí con sus latidos resplandecientes en que el sol parecía pestañear por primera vez. Los murciélagos eternos, celosos de su guarida inmemorial, se abalanzaron sobre Ñanderuvusú queriéndole azotar el rostro con sus alas. Pero Ñanderuvusú los ahuyentó con una palmada de la que brotaron las estrellas. Luego Ñanderuvusú trajo el eterno palo cruzado la insignia misteriosa de su poder parecida a una estrella de cuatro grandes brazos relucientes que muestran a los vientos su dirección y al tiempo la medida de sus cuatro estaciones, sus edades de verano y de escarcha, de hoja seca y de flor. Ñanderuvusú se inclinó con el rostro hacia el Naciente puso el mundo en el eje de la estrella, el dardo y la palabra

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y entonces la morada del Hombre quedó hecha, y estará firme como el primer día hasta que Ñanderuvusú arranque el sostén celeste para que el mundo vuelva a precipitarse en la nada…

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ÑANDERÚARANDÚ (El primer hombre) La primera mañana, como una garza hiriendo con sus alas la piedra, amaneció volando sobre el mundo desde la noche antigua hasta los hombros del Gran Padre. Ñanderuvusú pasó la mano sobre el plumaje blanco de la claridad, y cubriéndose el rostro con la espuma naciente de la primera mañana, llamó a su lado al Hombre, al primer Hombre, al Abuelo. Ñanderú Mba` é Kua´ á, Manderú-Arandú Dima Ñanderuvusú-ndie (Nuestro Padre que todo lo sabe, Nuestro Padre que siente el tiempo, ya está con el Gran Padre). —Tú eres el primer hombre; en ti comienza el tiempo, y así como eres el principio también eres el fin. —El último hombre tendrá tu mismo rostro, tu misma edad, tu misma boca llena de preguntas… el dardo y la palabra

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La voz de Ñanderuvusú llenó el mundo de grandes suspiros. Ñanderú-Arandú –el hombre que siente el tiempo, el primer Hombre– sintió bajo sus dedos deslizarse las vértebras suaves de su edad, como una tenue fiera que le lamía los pies comiéndoselos casi sin sentirlo, como la cerrazón come las piedras. Subido en la rama más alta del árbol más alto buscaba la faz de Ñanderuvusú con sus ojos opacos, pero sólo podía ver el gran sol de su pecho de donde el día manaba a borbotones resplandecientes. Porque así como Ñanderuvusú sólo en la obscuridad aparece, Ñanderú-Arandú, hijo de la claridad, sólo en el día muestra su presencia. Ñanderuvusú, con un silbido, llamó a los animales y a los pájaros, que pasaron trotando y volando, buscando su color, su propio grito, sus manchas, sus guaridas, sus árboles, sus distintas violencias.

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Y en la orilla del mundo, arropado en vapores azules, el Gran Tigre primitivo de piel de cielo y fuego, dormitando los miraba pasar… Ñanderú-Arandú, sin poderlo evitar, volcó su primera pregunta en las manos del Gran Padre Brillante. —¿Cómo eres, Ñanderuvusú, cómo es tu rostro? Ñanderuvusú hizo entonces el agua, no dijo nada, pero los árboles y las montañas y las nubes empezaron a mirar su tamaño desde lo alto a lo bajo en el agua. Cuando Ñanderú-Arandú se encontró con su imagen se puso a temblar, y temblando miró nacer con la noche, en el lugar de su rostro en el agua la luna de ojos verdes y mansos.

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NACIMIENTO DE KUÑÁ (La mujer) Vestida de agua, con su anillo de agua, con su pecho de arena pero adornada de agua la tierra en su soporte de cuatro grandes vientos estelares comenzando a girar se fue embutiendo en su pellejo trémulo de animal verde recién amanecido. Todo ya estaba hecho pero aún el Gran Padre Brillante deformaba y formaba estambres y plumajes, direcciones, semillas, con manos impregnadas de cigarras en el zumbido musical de sus gestos profundos. Alzando más la voz: Yayahú vaerá kuñá (Ahora debemos encontrar a la mujer …la dueña de la fecundidad) Ñanderú-Arandú bajando los ojos hasta el barro, ignorante de su sabiduría pregunta: —¿Dónde? La mujer no está aquí. ¿Tal vez detrás de ti, 60


o bajo algún inmenso pájaro que la empolla como un huevo de nácar tostado por la noche? Y el Gran Padre le dice: —No: la mujer está aquí, sumergida en el agua, transparente como el agua, como el agua llorando alegremente, sin que la sientas tú… —Esperarás a que caiga la obscuridad, destaparás este cacharro cuya arcilla mojada puse a secar bajo la luna, y en el fondo hallarás a la mujer. —Mirándola en los ojos, que aún ven correr sus venas de agua en lo más hondo de su sueño, la abrazarás, la enredarás ardiendo en tus caricias, hasta hacer que despierte por la hendidura de su vientre roto y florido… Ñanderú-Arandú, por la noche, destapó la vasija de arcilla. Color de tierra y agua, medialuna morena, se le apoyó en el pecho la durmiente temblando, y él yaciendo con ella la fecundó como un gran río el dardo y la palabra

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que entra en una selva gorjeante, hasta que poco a poco, ella quedó despierta y solitaria, y él inmóvil, al lado, con su inútil carbón de hombre quemado en su llama olorosa.

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(Versión de Augusto Roa Bastos).


POETAS INDÍGENAS DE NUESTRA AMÉRICA



Humberto Ak´abal Maya, Guatemala

EL SOL El sol se mete entre las tejas con esa terquedad de mirar qué hay dentro de nuestras casitas, y se pone pálido al ver que con su luz es más clara nuestra pobreza.

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HABLO Hablo para taparle la boca al silencio.

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EL SILENCIO Guardaré silencio para escucharte… Pero no hablés para callarme.

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SI NO FUERA Si no fuera por el sol los pobres hace tiempo que hubieran muerto de frĂ­o. De hambre se muere poco a poco.

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PARAÍSO Aquí era el paraíso: maíz, trigo, frijol… No había fruto prohibido, las culebras eran mudas. Je´likch´umil y Kowilajché hacían el amor sobre la hierba y se cubrían con el cielo. Hasta que hablaron las serpientes, prohibieron los frutos y se repartieron entre sí el Paraíso.

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O TAL VEZ Y no sĂŠ si con estos poemas he ganado un poco de vida o sĂłlo he atrasado mi muerte. O tal vez escribir es una forma de agonĂ­a.

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ESPERANZA El Ăşnico dĂ­a en la vida donde no se oculta el sol se llama esperanza.

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ESFUERZO El esfuerzo de olvidar también es poesía

(Tomados del libro Ri upalaj ri kaq´ik´ / El rostro del viento. Caracas, Monte Ávila, 2006). 72


Elicura Chihuailaf Mapuche, Chile

Lejos anduve: Perdido, llorando Un alma en todo caso alumbrado de ti Riscos y barrancos me persiguieron pero he vuelto y me alegran tus flores Madre ¿adónde irán mis nuevos Sueños?

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EN EL SUEテ前 DE MIS ABUELOS Si pasas por la vida y no cultivas el jardテュn de la amistad: Pasas en vano.

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NADA DE MÍ QUEDARÁ EN ESTA TIERRA Nada de mí quedará en esta Tierra, me digo En su aire, sólo mis conversaciones con la Luna En sus aguas una flor: La levedad de la memoria.

(Tomados del libro De sueños azules y contrasueños. Santiago de Chile. Edit. Universitaria – Edit. Cuarto Propio, 2000).

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Miguel Ángel López Hernández Wayúu, Colombia

Hablo desde el reconocimiento del rostro amerindio, desde el mundo indígena de América (Abya Yala) en donde vivo y proyecto mi expresión hacia otras latitudes. He aquí en mi canto y en mis manos el sueño diverso, la voz intensa de las antigüedades; he aquí en mis pasos el sudor de la reafirmación, el latido de la raíz definida, la mirada de horizonte despejado… la invitación a multiplicar los encuentros y aumentar el respeto mutuo por donde respira la vida humana. Reciban nuestra palabra. Riohacha (Süchimma).

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ENCUENTRO DOS MI UNIVERSO WAYÚU

La vida es un todo palpitante: desde la fruta pichibuel, de la tuna bebedora de luz, hasta los moluscos, viscosos de la mar adentro… y la vida tiene pequeños mundos: Ahí el mundo de la superficie, Ahí el mundo de lo abisal, Ahí el mundo de los sueños… cada uno de estos mundos se comunican e integran a través de los espíritus respectivos, es un contacto esencialmente espiritual; de allí que la Palabra sea elemento fundador de vida, la Palabra como vehículo de conexión y entendimiento. Y la palabra Viaje, para los wayuu, es comunicación entre las dimensiones de su cosmos propio. Viajar hacia el cementerio familiar es viajar hacia uno mismo, hacia lo más íntimo, hacia el enlace de la sangre… Santuaria Pushaina así lo hizo en un año lejano… su voz, su palabra me ha llegado en el sueño y, aún, me persigue en la vigilia. De ese viaje, de esa revelación tratan las siguientes líneas que ya concedo con la anuencia de Yuya. —Aquel que Llueve.


MARUAYAN Camino a Maruayan nos alcanzó el miedo… lo recibimos: era todo silencio… invisible y con olor a totumo ahumado. Nos abrazó sin darnos cuenta y nos puso a orinar bajo un árbol mapúa. Luego vino el sueño y las voces de los muertos nos hablaron de encontrar las huellas de los caminantes de los primeros días de la Tierra en los pasos sudorosos de hoy; de escuchar la leve música contenida en las quejas que soltamos en el sendero. Desde entonces vemos al miedo, en cada curva, Despidiéndonos… abandonándonos a nuestra suerte.

(Tomados del libro Encuentros en los senderos de Abya Yala. La Habana, Casa de las Américas (Col. Premio Poesía), 2000).

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POESÍA INDÍGENA DE VENEZUELA



POEMAS ANÓNIMOS



CANTO GUERRERO DE LOS TIMOTES Corre veloz el viento; corre veloz el agua; corre veloz la piedra que cae de la montaña. Corred guerreros, volad contra el enemigo; Corred veloces como el viento como el agua como la piedra que cae de la montaña. Fuerte es el árbol que resiste al viento fuerte es la roca que resiste al río; fuerte es la nieve de nuestros páramos que resiste al sol. Pelead, guerreros; pelead, valientes; mostraos fuertes como los árboles, como las rocas, como las nieves de las montañas.

(Recogido por Tulio Febres Cordero, 1915).

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TE ESTUVE ESPERANDO POEMA WARAO

Hace mucho tiempo te estaba esperando Eternamente te estarĂŠ esperando.

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PARA EL HOMBRE QUE ESPERA POEMA PIAROA

Para el hombre que espera es la luna; el sol para la canoa que remonta el rĂ­o; y para los hombres todos de la selva es el agua. Pero la mariposa roja es para Merica. Merica es la niĂąa que amo. Merica, que recoge la yuca, y tuesta las tortas de casabe. Merica es luna, sol, agua, mariposa.

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DANZO CONTIGO, MERICA Tu mano es como el fruto tierno de la palma Tu pie, como el copo de algodón liviano y silencioso. Tu aliento tiene el gusto de la piña, pero en tu boca no hay espinas. Ven conmigo a la selva, ven con Managüe ven conmigo a la piedra caliente del río. En tus ojos habita la luna, y en tus senos la miel. Mi vida será dulce.

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AQUÍ EN LA SABANA POEMA PEMÓN

vivimos los indios con el pie en el suelo y la cara al sol. Tenemos por armas el arco y la flecha con la cerbatana y el curare feroz. Pueblan nuestros montes el jaguar y el danto que nunca falló. Gran Sabana la de malocas redondas del kumache y kachirí. Patria amada no hay lecho como el chinchorro ni sabor como el de ají (…)

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AUTORES



José Ángel Fernández Wayúu

ÁRBOLES FLORIDOS Hacia allá vivo donde se oculta el sol. Por eso suelo escuchar cada atardecer la voz de una mujer: “Llegaré a tu aposento y te contaré cómo salí ilesa leyendo el lenguaje secreto de los árboles floridos” Todo ha sido un sueño.

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GUARDAMOR Busco antigua urdimbre para tejer un guardamor con la imagen de tu cabellera.


REDENCIÓN TERRENAL Por el último grito de redención terrenal los pájaros reservan algunos cantos en el cielo.

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OJO DE DIOS El sol es ojo de Dios y juguete de los niテアos.

(Poemas tomados del libro Lenguaje del sol. Caracas, Monte テ」ila, 2006). 96


LA TIERRA DE LOS SUEÑOS * Los pájaros cantores conquistaron la tierra de los sueños con cánticos fúnebres. Los pájaros cantores anidan entre ramajes donde impera la calma donde las hojas afinan un ritmo agudo. El cuenco de las manos no es para recoger gotas de lluvias ni lágrimas del sol con el cuenco de las manos queda cubierto el rostro infantil asustando más a los habitantes del miedo.

*Poema inédito, cedido por el autor. el dardo y la palabra

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CONSERVATORIO * Tomamos con las manos el agua cristalino de la Laguna de Guatavita entonces, quedamos sorprendidos al saber que el corazĂłn de la tierra atesora oro verdadero. Ahora sabemos que pertenecemos a la estirpe de los muiscas y taironas rebeldes. Somos estirpes de mil linajes. Calmada la sed colectiva observamos con la runa y el yajĂŠ el manifiesto espiral de una serpiente danzarina. entonces, nosotros congregados todos en un solo conservatorio circular decimos a todos los habitantes del mundo: Somos estirpes de mil linajes somos estirpes de una sola madre la madre tierra.

*Poema inĂŠdito, cedido por el autor. 98


Atala Uriana Wayúu

MAQUILLAJE WAYÚU Miles de rostros se entrecruzan entre ocres y carmelitas entre pieles persas y marchitas carita de tierra que huyes del sol y te ofreces cual sedienta flor al hermoso hombre luna quien te deja escurrir su fresca palabra entre el rumor de tiernos cujíes hijos del amanecer.

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OTRA PIEL Hoy he salido envuelta en la piel de una mujer que hace muchos soles caminaba airosa por caminos orillados de verdor ella contaba ovejas como estrellas en primavera dormía en chinchorro tejido de sueños y bebía las mieles traídas desde las alturas por los hombres de palabra viva.

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KAARAI Con gritos de rebeldía pide a Juya su savia seminal Kaarai, Kaarai, Kaarai Mientras hombres sin rostros desembarcan con locas banderas de destinos inciertos hombres con palabras de grafíos van atrapando la verdad del tiempo convirtiéndola en falsedades eternas. Kaara: Alcarabán

(Tomados de la revista Poesía (Valencia) (138):50-52, oct.- nov. 2004).

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Vicente Arreaza Kaikutsé - Pemón

EN MIS OJOS Te quiero en mis recuerdos Te quiero en este lugar cuando estoy viendo horizontes azules. Te adoro al caer la tarde. Aquí y ahora, al ver un cometa esta noche En este lecho de arenisca agua dulce en mis sueños.

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VOCES Está conmigo el silencio Sólo escucho la selva: pájaros de picos plateados Espíritus de mis abuelos convertidos en aves para siempre Habitantes de las alturas tepuyanas.

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CERTEZA EN EL VERBO Creo en el poder de la palabra. Creo en la luz del sol. En la belleza de las formas creo. Creo en el agua, en su transparencia. Cuando doy mi mano al estrechar la tuya. Creo en el verdor de la selva, en los ĂĄrboles, dadores del aliento vital. Creo en la existencia toda. Creo en toda vida que han visto mis ojos.

(Tomados del libro Uye: NĂź. Mis ojos. Caracas, Editorial Ananda, 1999). 104


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ÍNDICE Poesía indígena de nuestra América: resistencia y persistencia de la palabra originaria

7

13

POEMAS MAYENSES

29

POEMAS QUECHUAS

35

POEMAS NAHUAS

POEMAS GUARANÍES (Orígenes de los apapokuva-guaraní)

POETAS INDÍGENAS DE NUESTRA AMÉRICA POESÍA INDÍGENA DE VENEZUELA

51 63 81

POEMAS ANÓNIMOS

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AUTORES

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Se terminó de imprimir en agosto de 2007 en el Sistema Nacional de Imprentas Regionales Mérida, Venezuela La edición consta de 500 ejemplares Papel bond 75g/m2 Portadas: papel glassé 300 Imprenta de Mérida C.A. (IMMECA)




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