Libro de las mutaciones para yonkis de Karelyn Buenaño pequeño

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SISTEMA NACIONAL de IMPRENTAS

MÉRIDA

EL LIBRO DE LAS MUTACIONES PARA YONKIS

Karelyn Buenaño

Colección Ramón Palomares


Violeta Parra Sandoval (1917-1967) Violeta Parra nació el 4 de octubre de 1917 en San Carlos, Chile. Su inclinación artística la recibió de su padre, Nicanor Parra. En 1927 su progenitor fue exonerado y tuvo que trasladarse junto a su familia a Chillán. Violeta cursó la primaria y sólo un año de instrucción en la Escuela Normal. Dejó sus estudios y se dedicó al trabajo en el campo para ayudar en su hogar. Junto a sus hermanos, se dedicó a cantar en restaurantes, circos, trenes, calles e incluso en burdeles. En 1929, Violeta se fue a vivir a Santiago, dedicándose a la música junto a su hermana Hilda. En la década del 50, comenzó a recopilar la tradición musical de diversos barrios de Santiago, iniciando así una tarea que mantendría durante toda su vida: el rescate de la cultura popular chilena. Violeta se dedicó también a la realización de cerámicas, óleos, arpilleras y esculturas. En 1964 expuso sus obras en el museo del Louvre en París, siendo la primera vez que un artista latinoamericano realizaba una exposición individual en este prestigioso museo. En 1965 Violeta Parra regresó a Chile e instaló una carpa en la comuna de La Reina, junto a sus hijos Ángel e Isabel, y destacados músicos chilenos. Al cumplir 50 años, en 1967, Violeta Parra se suicidó en su Carpa dejando para Chile el orgullo de haber entregado al mundo una artista multifacética, que logró plasmar en su obra su profundo compromiso con el ser humano.


Ukumarito (voz quechua), representación indígena del oso frontino, tomada de un petroglifo hallado en la Mesa de San Isidro, en las proximidades de Santa Cruz de Mora. Mérida – Venezuela.


El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial el perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela, tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores, principalmente inéditos. A través de un Consejo Editorial Popular, se realiza la selección de los títulos a publicar dentro de un plan de abierta participación.

Como homenaje a uno de los maestros de la Poesía en Hispanoamérica, la Colección Ramón Palomares, en aras de fomentar este género, da espacio a la creación de autores inéditos y ya publicados, quienes en su afán por encontrar propia voz han decidido confrontar la palabra con la crítica, poetas y un público anónimo que finalmente es lector sin cortapisas de su obra. Mediante estas publicaciones intentamos dar justa difusión a una poesía merideña poco domeñada, inaprensible al lenguaje impuesto por directrices del esquema, dispuesta a preservar los sonidos de un español venezolano cada día más persistente en el tiempo invariable de la palabra.


Karelyn Buenaño

EL LIBRO DE LAS MUTACIONES PARA YONKIS


© Karelyn Buenaño © Fundación Editorial el perro y la rana, 2015 Ministerio del Poder Popular para la Cultura Centro Simón Bolívar, Torre Norte, Piso 21, El Silencio, Caracas – Venezuela 1010 Telfs.: (0212) 377.2811 / 808.4986 RIF: G-20007541-4 sistemanacionaldeimprentas@gmail.com editorial@elperroylarana.gob.ve http://www.elperroylarana.gob.ve Ediciones Sistema Nacional de Imprentas, Mérida Calle 21, entre Av 2 y 3. Centro Cultural Tulio Febres Cordero, nivel sótano Mérida – Venezuela sistemadeimprentasmerida@gmail.com Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida – FUNDECEM Diseño y diagramación YesYKa Quintero Obra de portada © Violeta Parra Sandoval Depósito Legal: LF40220158003774 ISBN: 978-980-14-3093-3


Karelyn Buenaño

EL LIBRO DE LAS MUTACIONES PARA YONKIS

Fundación Editorial el perro y la rana Red Nacional de Escritores de Venezuela Imprenta de Mérida. 2015 Colección Ramón Palomares



Y acuérdate sobre todo del día en que querías acabar con todo, de cualquier modo, pero un guardián velaba en tu noche, vigilaba mientras dormías. René Daumal Hechos memorables



PÁJAROS DE AU en vuelo nigro



Jotabeso Tarde con monopatines. La hierba va quedĂĄndose en una de las ruedas; dulce verde entre los dientes del parque. Incisiva me guĂ­as. Y en el talle recogerĂĄs la eternidad del martes. Torcido un tronco, ensamblas soledades. Intensa voz. Alguna zarza emula vocales de otros parques y otra lluvia.

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Iniciación Los pies cansados se ablandan con el trigo; el ramo yermo es un bailarín con cientos de cabezas. Pisen despacio los gérmenes del fondo; entre los tallos se esconden los videntes de la siega.

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Deslizamiento Empujo las vocales mรกs allรก de los ecos. Boronas del canto se deslizan en notas paulatinamente graves. El adiรณs es el chasquido mรกs insoportable.

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Vacaciones Los insectos ya no zumban ante el paladar de hilo.

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Teorema Hay quien camina como quien va hacia el fuego Hay quien se aferra al pasamanos de los dĂ­as.

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El funeral de las avispas Oficiosa me sigo cuando quedo y cuando puedo lloro a las auras derrotadas.

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Silbido Paraulata cansina me respondes.

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Angel de la guarda Froto las Ăşnicas manos que me restan para dividir entre diez amados tactos la carne suave del pescado que no sangra.

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Origamia (réquiem por el Chino Valera Mora)

Por el lado más ajado me agrandas siempre; doblas mis carnes de tal manera que multiplicas mis cejas magulladas; y tal vez con ellas los mandalas que soy. Poseo exactamente cincuenta y siete pliegues subterráneos de los cuales sólo cincuenta y seis admitirán posibles reescrituras. Las láminas de adentro me arrugan fuerte para acunar hormigas extraviadas. Algunos himenópteros me confunden con la central de las colmenas. ¡Abejas de la sed, venid a mí! Creo en la sagrada rotación de los ángulos que imaginaron en mí otra gaviota escalena. A ver si ahora me dices en cuál de tantas alas comienza el festival de tus oficios. El libro de las mutaciones para yonkis | 21


Adiós a tu ciudad He guardado de ti un río que se iba de bruces unos loros turistas y un prólogo a la muerte justo en los días de mejor acera He triturado al viento algunas letras de amor anaranjadas y la cabeza perdida en fraguar constelaciones He recordado tu pluma solitaria rabiando por los que cruzan el parque para morirse en manos de un poeta He evaporado nuestro surco hacia las nubes Tristeza va en tus hombros y me marcho para cantar la dicha pasajera me meto en los bolsillos un par de piedras largas para no olvidar jamás que el equilibrio es enemigo del silencio.

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Diario Por las sencillas ganas de narrarse se puso a escribir lo tembleca que estaba de esperarlo mรกs allรก de aquellos patios entrecerrados con garrotes.

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Mis sueños Aún creemos en los sueños Luis Sepúlveda

Si nadie sabe que existen los árboles-nubarros o que no crecen de este lado del cemento no habrá quien me adivine que he salido corriendo hasta alcanzar la más sedosa de sus plumas.

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Pájaros de au “¿Los pájaros dicen que es de día?” retoza mi niña sopranina del jardín y los encantamientos.

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Invitación Querida Au: estás invitada el día lunes (es decir, todos los domingos hasta el otro día) a que compartas con nosotros (insoportables niños malamados) nuestra primera fiesta de manzanas; pero como hay tantas igualitas del supermercado, entonces te encargamos las mandarinas del jardín y los payasos. Además nunca vienes sola, avanzas siempre con tu escuadrón de pájaros, y ellos se comen las ciruelas del averno.

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Cuentacuentos (A Aurelia y su tropa mágica)

Un día tendré que contarte historias diferentes sobre los dragones. No todos son milenarios, y no siempre están tan lejos de tu sueño. No todos nacen escupiendo fuego. A ver si te gusta mi cuento del Gran Dragón Dang que, por falta de alas, tenía las patas de un galgo y los dientes pequeños de un mono. Como no comía lava no salvaba reinos. No cuidaba palacios, se acurrucaba en los nidos. Puede ser que un día lo descubras

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contando historias de dragones diferentes, o soplando caramelos por la boca elegante como un sapo en un abrevadero.

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Lakshmi Reina de los portales sin bueyes ánfora de gemas e infortunios serafina de los despojos angelitico del urbe corazón de suela niña Jesusa pobre pobre pobre has de flotar con alas de cotufas para sobrevivir a la sangre por la sangre al desamor de los cuerdos a la desesperación de los dementes. Tendrás los pasos en rosa y candelero. los trajes del tiempo venturoso tornearán el crecimiento de tus días. El equinoccio de tus rizos largos menguará los albergues de las horas malas. No habrá altivez para olvidar a Lakshmi.

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Ya sé que no Ya sé que no pero algún día te rescataremos ya sé que nunca y promesas en reposo sé lo infranqueable pero a pesar de ello pregón de mil angustias mi zamba es sólo una ya sé lo que me espera sorpresa y lo que venga sé piedras sobre abismos sé que jamás sabremos detenernos.

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Contra la gran costumbre Los pelos de la raĂ­z ya no podrĂĄn multiplicarme Mi bucle mĂĄs brillante crece y se complica sin mayor pasado A menudo los flequillos tapan todo (por eso no los cargo) Mi cabello no se parece al tuyo pero los dos somos odiosamente intransferibles.

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Pop soul lejana Te resguardo lejos de mis ojos te prefiero apenas mis peligros. No te quiero luciérnaga no me quiero brisa ya no quiero espejo. Escalpelo ceja me descubro aro te confronto émbolo.

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*** Ya no te vengo a decir que los pulmones de mi calle tienen fuego.

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**** MĂĄrchate en susurro y no te dejes rodar. No acumules el hielo progresivo de las separaciones.

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A ti el más doloroso te han augurado ojos de aire semilla iluminada delgada sombra del ardor que resbalaba entre los trastos como si el mugre del matero guardase un germen de infancia. A ti tocayo adverso olvidadizo hasta el insulto te deportaron de las fotografías y te astillaron los ojos con lápices de invierno. Y a ti malventurado jamás ventana del rocío nadie podrá evitarte la nueva ausencia de desastres, aquel vaivén del siemprenunca, los espaldares de los otros.

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Para una lluvia con manos Las manos juntas hacen bronces con la lluvia. Tú y tus manos reventaron aguaceros. Ahora que no llueve se agita el foso de los idos nuestros y está pendiente desempolvar el encuentro con los que quedan. Viajamos aturdidos a la ciudad eternamente ajena entre el madrugue del río y la reveronidad de las tortugas. Proseguimos oyéndote más allá de la suma de todos los que hablan. No heredaste los ojos acostumbrados de las Carlotas, los Michelena, ni las barbas añejas de los que aguantan demasiado. Apenas te nombramos sólo probamos los licores dulces. Amanecimos con la playa tibia y sin cangrejos reventándonos tú —sin creérnoslo todavía— a lo Caballo de Hierro, a lo azabache con cuerdas. A la viva presencia de Hugo Chávez

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Mi propio salmo contra la perjura No te entiendo y nada sé de tus espectros sin ternura. Nada encuentro en tus excesos de capullo siempre ovillándose por ocultar el aire. Nunca podrás con la báscula de tantas vanidades; careces de talentos para emporcelanar un corazón tardío. Nada sé de ti tan expectante, tan estatua ecuestre. Nunca más me zurearás tu vaticinio odioso; nunca más celebrarás tu nombre en el cepo de mis lágrimas.

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No te conozco y nada ofrece tu clarividencia. Tu canto oscuro es cardinal aunque sin casa. ¡Desata la ventisca y atorméntate la tempestad que traes! Nunca más te llevarás lo fresco de mi mesa. Nunca más vapulearás las llaves que desconjuran el tiempo o la alegría.

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Soul Karelyn Nunca confío demasiado en mí me gustan todas las literaturas sólo aprendo de memoria las que tanto necesito mi lentitud es terquedad o harto heroísmo mi corazón es fruta siempre blanda (mordida y seca rescato las semillas) Cada vez que pienso “soy definitiva” la mejor que por mi puerta ha aparecido emerge otra otra que puedo ser y otras hasta decirme qué alivio es no parecerse demasiado. Me la vivo en fucsio beso y persistencia y si me tomo mucho en serio más me río. Creo en los ángeles difíciles y en ciertos dioses de mal comportamiento. Me encienden las perplejidades de otros cuerpos: hay imprevistos

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que atrapan la hermosura. Descargo mi vestido de oráculos y plumas y escribo desatándome de Lionzas y Atalantas.

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A-vuela No tengo setenta ni veintisiete. Soy una melancólica pero lo soy contigo. Veo pasar las tardes bajo la puerta de vidrio donde ya otros tantos pares se limpiaron las huellas y algunos tomáronse fotos para galería anti-soledad y anti-estrés de olvido. Relamo mis álbumes conforme peino mi sangre. Hay días y seres que nunca más tendré. Vuela memoria mía, cabeza mía ensordécete con tanta fuerza nueva. Enamórate, no sigas custodiando.

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La femme-fleur No bajaré a mostrarte las heridas sino a bruñir los cálidos remiendos.

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Hélice Toda muerte es como el día que te vi partir al aeroplano tú en la hora en el asiento numerado los demás borrados por la hélice.

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Genny Deseo el abrazo del jardín no concurrido suscribirme a la raíz biforme que las gitanas sin patria me predicen el cielo de París no es la única semilla de los cantos todos los pueblos nos llevan a una flor irrepetible.

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In Peace ya tengo mi terrenito de lo poco que me queda voy pagando ya no podré yacer junto a mis tíos mi hermano el bisabuelo mi exmarido mi urna tiene mariachis incorporados flores de almíbar y un DVD ful equipo estéreo para ver la comedia más larga de mi vida en donde vivo suelen hacer parrilla en días de muertos mis comadres también compraron fosa toga y birrete para graduarse de terrícolas nos sentamos por las tardes y nos reímos por nuestro aparatoso melodrama.

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Ernesto los buitres piden solaz sobre la tierra no te creo los amados se estrechan sin demora no te creo tengo un motivo de estrella en este mundo no te creo lo peor nos hace guerra para siempre no te creo dos pichones me esperan en Urantia no te creo eres el verso susurro de las aves no te creo has luchado hasta ganarle a la locura. Ernesto: al fin sueĂąas con serpientes.

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Henchida a mi hija Aurelia

Henchida estoy de ti: mis piernas, mi boca. Henchida estoy de somnolencia ebria, cándidamente inmortal. Tendida boca arriba como un animal de témpano me sumerjo en tus manos tibias apenas visibles, y me hallo defensora de tu romanza de hielo. Soy un atroz guepardo, pero cada amanecer a las seis cumplo contigo en mi misión de espiga dócil y campana. Por estar henchida me atrevo a alzarme adonde está el velón de los recuerdos, y dejo a los pies de tu virgen mi antigua misión de velero, de señora del naufragio, de talismán mayor de los tormentos. Todavía no madura en mis trigales la cosecha de tu voz. No hay ojos aún en ti, pero te ríes. Qué espantapájaros para el mal invierno que la mitad de mi rostro en el tuyo, y la otra faz sólo tuya, como un misterio diluido en la Antártica. Yo no sé de calores, yo no sé de instintos. Pero hice un pacto de hierbas rojas con bordados en los portales del reino de los helios.

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Borus meus Demudo en ti las rosas de septiembre echo de menos tu sabor gardenia los esperpentos liban la fragancia del caballero azul en los avernos demudo vana en forma de silencio despuĂŠs del baile en Ăşltima sirena soy un pistilo en la crecida briosa bolero tenue malecĂłn de pluma.

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Mar adentro El veneno le entraba por los poros pero mĂĄs adentro tenĂ­a el mar una que otra caracola veleidosa y una sonaja con mĂşsica de isla.

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Metanoia hay tanto que vislumbrar y pocas primaveras para estremecerse vamos a un paso de la metanoia las mariposas viejas se retuercen sus larvas nuevas logran la estampida sólo sonríeles a los allegados cuando el señor de las máscaras eternas remede a los arrepentidos.

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Poema para Aurelia 28 de abril de 2007

Hola mi pequeña, aún duermes, y asumo esa actitud de esperarte fuerte, de abrazarte cada vez que quieras. Si no te encuentro, prometo irme hacia la pálida ternura... El silencio ha adquirido otros matices; nuestro descanso es sincronizarnos. En el vértice en que duermes mora un regocijo dulce como una fuente que, en vez de agua, destilara leche o azúcar. Reúnes el frenesí de los amados consanguíneos, y los amigos. Muchos coetáneos tienen ya sus hijos, como yo la mía. Ellos te amarán como yo, lo creo. Amarán, como yo, tus ojos vivaces que se comen esta casa, o la risa entredormida en complicidad con los buenos hados; o el nudo en la garganta insuperable, imborrable, de cuando te vi llegar al mundo con el alma en cámara lenta, y oí tu lloro habitado de presente. Los caminos de la causalidad pueden llegar a ser ásperos. Tienen su sentido, aunque a veces lejanos a nuestra lógica. La consecuencia única, un resultado afortunado y vigoroso. Me asiste de las vértebras, el corazón, el vientre, los pulmones. Cómo soltar así tanta dulzura al acecho, afincada a mí como mi alma. Cómo ignorar el El libro de las mutaciones para yonkis | 51


minuto previo al temblor aventurado del capullo, y despoblar ese espacio más insondable que el polen, que luego convertiste en tu refugio, en tu reino. Nada más importa, viniste como una retadora para quedarte más allá de todo. Porque sí, pues eres el amor. Y así has querido. Has causado desde entonces el derrocamiento de las falsas alianzas, el sello perfumado de las verdaderas, el fin de las amarguras, y el comienzo de un amar colmado de tu viaje. Soy fiel a ti, y a ti te sigo. Aurelia, hijita, tienes el nombre que hallé en un libro en inglés en que una mujer giraba las páginas a un tiempo nuevo, y tuvo entonces una chiquilla como tú. Lo de Isabel, en cambio, es producto de una fe secreta jamás curada, que no hace daño a nadie, y proveerá una luz más firme que la que ayer me trajo. Todavía no es tiempo de pensar, sino de unirme a un ritmo. No es tiempo de ordenar, sino de asir tu arrullo. No es tiempo de poéticas, sino del cándido asomo de la letra. Aún no despiertas, mi niña, y recuerdo apenas un antiguo ahogo, lleno de alguna lumbre con tristeza, inmerso en soles perdidos y alegrías secas.

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Tan vivo como un par de manos que nacieran siamesas, y hubieran sido cortadas por el morbo de la brusquedad, la sangre y la premura. Me viene un dolor chiquito, chiquitico, hasta que se me abren de golpe caravanas de ofrecimientos y de besos. Sin tronos ni campanas reales te me apareces, me inundas de ti, y me hacen llorar de embeleso tus hondos resplandores. AquĂ­ me tienes, Aurelia Isabel. Y hoy comprendo por tus ojos abiertos que empiezas a quererme, como si me devolvieras un gemido mejor que una palabra, o como si me hicieras una invitaciĂłn de mayor felicidad que la esperanza.

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DESNUDA con el รกngel



Primer blavino Abres pozos y solturas donde no llega el barullo del maizal con el primer aire aun el corazón es un grumo boqueando bajo tregua las cotiledóneas tosen entre ellas lo subsiguiente allá en los pétalos del fuego es la panoja que quisimos mirándonos

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Indriso ii Ella se intenta a sí misma en el poema. Le van saliendo mandrágoras, arbustos de una incandescencia insostenible. Ella se muere de hierbas cuando escribe. Mas sólo al tiempo en que el último vergel al fin ha muerto germina en líneas blandas su impronunciable estrella.

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Indriso iii No se hable otrora de tu nombre, tu pliegue, tu remedo, tus instancias, tu trigo y tus inviernos. Ahora me encuentro desnuda con el ángel. No duerme desde ayer. Se despedaza las hélices, la maleza celeste. Se sacude la brisa. Vino a comerse el corazón que me vestía.

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Casi un driso Sopla valles lejanos, clava estrĂ­as de celos la luna. Barre leguas de greda, escobilla y celajes la lona.

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Haiku adivinanza Opimas verticales la lengua en el pelaje el gallo no despierta.

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Écrit en fatrasie Caminos de odres viejos tráguense todos los barros. Agua sin lejos entrecejos se desentienden despacio hacia el pecho. Nos separa una duda tumbada sobre el lecho, rostro quedo sin vértigo ni espasmo. Abro el libro en la línea final y callo: el numen légamo es hombre y aposento.

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DespuĂŠs de muchos trances Una lira ayacuchana Toda vez que nos vistamos para no llegar ni a nuestra propio naipe sortario de la baja perseguida, toda vez que nos porfiemos en defenestrar lo que ya fue caĂ­da, no encontraremos cierva ni boscaje donde arrinconar lo que nos queda de cĂĄbala.

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Cantigas a mi amigo No me digas que también padeces tú esa lavativa de las estrías sentimentales ya somos tres y no encontré estación para acampar contigo (el que se queda para engarzar pabilos con alambres será madeja arrancándose por dentro) Cuando a uno le detectan que padece las estrías sentimentales (sólo un chismoso engulle bien lo que ello implica) saltan airosos los tentáculos del pecho y al fin pernoctan su avidez en aquel corazón deferente echado a los cerdos botado ayer en inhóspitos tugurios por haber sido un nunca conveniente todo por el todo rufo como el día

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Materia de aire Materia Alegre alberga mis seĂąales sus duendes me escanciaron efluvios de tristezas (los otros abrogaron apenas el delirio) Materia Alegre transborda sus vocablos cuando se ausculta a sĂ­ misma sucesiva Ave Materia del descomedimiento soy bĂłveda de abril soy tuya como un vaso Materia de Aire es draga del escriba.

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Suralgia En los pasajes con ventura al Sur no es que la muerte no sea pesadumbre; sólo que a veces cruzar el puente puede ser un salmo. En las innúmeras casas del abajo no es que el esperpento y los cuervos no circunden; sólo que a veces los amarran con el perro o con las sillas. En las aldeas de este meridiano no es que los malos augurios no sean pronunciados, sólo que a veces algún fonema de una planta se atraviesa.

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Palingenesia Aunque no vuelva a celebrar tus cascabeles venciendo suavemente mis resquicios puedo traerte en reversa a mis jornadas puedo mirar a otro lugar, abandonarte parar tu voz antes de abominarla Todavía me es posible no haber entrado nunca a los infiernos no encender a mi Caín como lo hice Pero necesitaría tantos otros días para no haber cantado a pecho ardiendo esta insoportable canción de despedida para aquél que ya se había marchado indefectiblemente la vez que entrabas a fumar y te sentaste.

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Poema Freak Zen El poeta dijo una vez a su discípulo: —Me es urgente una preciosa imagen para mi excelsa amatista, y para ella escribiré las estrofas más largas. Preciso una expresión que trascienda el cofre de sus manos, que apenas roce sus amaneceres. Me es indispensable lo jamás balbuceado a sus cabellos argentos cuando duermen. Que mi poema eterna vida sea para una musa mansa y tan sencilla. El discípulo le contestó: —Escríbele a tu amada: “oh, lechuga prístina”, por ejemplo. Y el poeta se iluminó.

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Esto es sรณlo para decirte que me he enamorado de uno de tus libros incunables; el que tal vez guardabas para leer en la tumba. Tendrรกs que perdonarme; era tan delicioso, tan bien cosido y tan cรกlido.

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Yo también me subo al tren Motivo por el que exhorto a todo corchete solitario puntos y comas divorciados metáforas turbias en trance de ilación y conspiro loca reamada vigorosamente a partir de ciertos patrones permisibles gracias a ustedes esta vez sí me subo y termino la tarea el tan inesperado falso acrónimo que había prometido

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Canción de la marea Ellos me trajeron semejante dádiva: una canción a piel de las mareas, y que conste, no sólo las de agua. Herida de sol oigo registros y valles recostados. Yo sólo fui eremita en donde hubo alguna vez cuantiosas cabras, ejidos y trapiches; y una sola calle calle-río, agua pedregada. Me asiste al tararear la gravedad de los ojos, los huesos, la congoja periódicamente arrastrados, enredados en algas de la firmeza ajena. Por toda traslación causada por el piélago un epigrama nace en luna nueva. La fluctuación residual de lo cerúleo no termina con la caza de las caracolas: resbala hacia nosotros la estoa del espíritu samadhi del torrente, y se allana en la espalda de lo térreo el entero estupor, la absoluta confianza. Hilos de espumas y peces columpian entretanto la doblez de las medusas, lluvias verdosas que se elevan hacia el viento que esparce las canciones. El libro de las mutaciones para yonkis | 71


Poemas bipolares 04:40 p.m. Amo la lluvia, Elhí. ¿Erro acaso? Lo digo zaherida.

10:01 a.m. Amola, lluvia, el hierro. Acá sólo di: goza, herida.

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Soñar con dientes No es nada bueno soñar con los dientes colgados en los percheros los tendederos válgame Dios las ventanas pero si logra remediarlo antes del fatídico anuncio que de seguro le dirán cuando despierte ronque más de la cuenta si es preciso percátese de tener las dos manos aún dormidas y si las tiene péguese los dientes uno por uno ―no deje que los parientes de su sueño la vean en contienda tan bochornosa― no acepte gestiones de terceros no coma nada hasta que no termine la labor periodontal y recuerde no decirles adiós a sus parientes mirándolos por el espejo de la sala no lo haga jamás sin los dientes puestos a tiempo para salvarlos.

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Primera lección de poesía Hay que poner los lápices los unos yuxtapuestos a los otros en el más estricto orden del sacerdocio literario.

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MĂĄstil de armura Las nubes de tu manto van adormecidas sin embargo pareces transeĂşnte.

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Parábola del esposo Alhambra, alambrado, sombra, almohada inexistente o los caminos. Como buena gacela, desearía encontrar sombreros felpudos en los puentes. Me gustaría verte pero aún aguardas los renacuajos oblicuan el abismo. Estallan luces, papelillos, frutas, palmas recién cortadas en bazares. El orden sanguíneo rige los platos repletos. Tu mirada al fin me extiende, implacable gramura, y me atraviesa de barros desde el trigo.

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Bravura de los nombres Esta soy yo mi yunta y mi descaro no escriba mi nombre en cursiva y con ribetes muerdo melaza negra del enjambre gallarda de yacer a la intemperie me yergo asĂ­ del fondo a mis doblajes cabe decir que hay formas de ejercerse

Esa eres tĂş Gran Madrugada o ClĂ­o.

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RUNICIDAD de los días



Barajas EscogĂ­ mirarte y sumergirme en tu ambuloso trance de encurtido y caĂąa me afinquĂŠ en tenerte y con eso dejar de adulterarme el peso de la sombra sobrevendrĂĄ la entrega como quien nos camina la vellura pernoctando.

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Manzanero Siempre es temprano siempre es tan tarde yo sólo sé que mi corazón se va en los correríos de la multitud ya sin él me barajo la cena el desayuno y la palabra.

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Cruzada Tres accidentes:

la mototaxi o esa costumbre del miedo

otro paĂ­s en tres velocidades uno que otro despueblo el destete imposible sin reversa.

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El título está más largo que el poema Contigo la ausencia lleva levadura.

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Bienvenidos a este mundo Los buenecitos hacen las paces con el frío, preparan la comida más larga de una casa, se curten de la humedad que enmugrece todo lo santo y lo inerte. No pueden dormir son los ángeles custodios de cuanta cosa ajena se derrama. La mano les crece en demasía, la frente se les ahueca intempestivamente, sufren lo mismo sin la causa, siguen iguales sin por qué. Los buenecitos nunca encuentran gemelos en la misma acera, se reproducen por horrendas circunstancias. No los invitan siquiera a un carrusel sin giros. Se han negado mirarse en las ventanas del espanto, la civilidad de las mentiras, la diferencia entre un pueblo y otro pueblo. No hacen el amor con nadie ni con nada; el amor El libro de las mutaciones para yonkis | 85


como un ensañamiento los deshace, les apuñala su pared más blanca. Luego del desuello duermen como nunca, despiertan tigres, algo los torna bienvenidos a este mundo.

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La espiga El amarísimo me ama mientras nace; hace de cada vientre que se encrespa un destornillador de la esperanza. Duerme tan allende habla dormido sin reposo y nuestras andaduras vencen alcantarillas por fronteras. Yo la amarísima exiliada de mí por sus insomnios armo en veredas de onoto su posada. El amarísimo, el mío, no me abre sus puertas de par en par si un día las toco: derriba sus rejas, me inventa claraboyas. Sabe besar los valles con la furia natural de sus roturas; sólo anhela quedarse en mí peregrinando. No lo despiertan los perros como a mí, sino los gallos.

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El amarísimo me sufre mientras río; río de las trampas, río de mi sangre, río del pronóstico, río de su olvido. Y, olvidado algunas veces, equivoco el abrigo. No sé querer a mis maridos sino a su sola manera: sin bridas mientras puede, sin hormas mientras viva. Me sumo a su coartada contra las interdicciones: que las lluvias nos amasen y exhorten a los pájaros ay los cueros ay las almas se desloman, se texturan. Errabundo lo adamo mientras ama: cuanto más ignotos y amargos, más amantísimos también. Libro sus ojos desperdigados, sus apreturas, sus planicies. Él y sus ellas, su mundo solo. Me quedo con su apego a las ventanas y el saludable ejercicio de los vinos.

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Nadie podrรก arrancarnos esta saudade bien ganada, bella espiga.

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Girabas a los amigos que me quedan

En torno de lo innominado a un lado de mi enérgico poniente girabas; y en una sola jugada traías escaleras, parques, bibliotecas, crucigramas y tardes chachareo unísono de nuestras luengas temporadas. Nadie era feliz-feliz, pero nos complacía la ternura immensa de girar, y tumbábamos las horas para esforzar un aleteo, otra mirada. Girabas y en tu baile se te torció la rosca (destino natural del portento) se reventó la espera. Pudimos ser más rectos de no creer en esas pasionarias. Nos incendiamos por ejercer la aurora. Habías ganado en tanto giramiento la disyunción eterna como adagio, la incisura como un patio de cayenas.

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Girabas arrastrando a otras criaturas elementales abúlicas al trance de los espasmos del viento. Gravitabas. Me corregías insistiendo. Uní los pies, halé el cordón sin tachadura. Peonzas solas sin extrarradios ni ciclos, nos desprendimos bengalas de la tierra.

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Wannabe Mi nombre de bautismo no es Emily. Pero si a usted le gusta, tómelo. Mi nombre reglamentario del vientre habría sido María Carolina, pero mi padre ya había sospechado de mis tempranas locuras gradivarias. En cambio vieja amiga usted es lánguida y kármica como Emily, y nadie puede curarle los ardores. Por qué no va y le dice al sacerdote que será la aspirante al certamen de Miss Dickinson, que por favor no le conteste las cartas que usted tan agónicamente le escribe.

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Insipideces No querĂ­a encandilarse con la intriga lobular de los diamantes; apenas se reservaba el fastidio por el cristal espontĂĄneo de la abeja.

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Teoría de la esperanza Sé que has creído entusiastamente en la instrumentalidad de mis desdenes Regocíjate los ojos míos se creyeron el tesón de tu vigilia.

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La batahola Para clarear este tedio calambroso he recurrido a mis antiguos navíos y un cargamento de aves expirantes van orquestándose alegres a un costado. Estiro la mano sin restañar los amarres las olas salpican fuerte y llega un imposible olor a mandarina. Alguna vez me retorcí en algún estanque donde los perros esplendían como moscas.

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Laburos a Chago

En algún departamento de poesía -al menos uno irreverente en el oficiolos proveedores de almendras sabrán llegar a la hora celebrada para que el resto de la banda muerda con buen talante los días aciagos los sin fruto mañanero. Los gestores de viáticos tendrán la humilde misión de entregar a todo poeta en franca huida el dinero para el hospedaje solitario los besos extras para todo lo inasible y unas botellas de Amargo de Angostura contra las últimas patadas del despecho. Las Madonnas del equipo recostarán sus cabellos en julianas como un gran toronjil apasionado; no cesarán de picotear con sus latidos la cansera amenazante sobre el verso.

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Anatman Remedo de los รกngeles mendrugo del dรกimon que jamรกs se te apague la vela.

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Lagrimas tres para Elena Squonk

I

Te oigo llorar a veces ciénaga, a veces cactus. El sepulturero conoce bien tus acrimonias. Ostentas la malcría de tanta pena viva empañando la costumbre.

II

Las que no sufren de morriñas trabajan para ti. Los desamados emigran con las maletas repletas a tus brazos, remojan los pañuelos para libar tus zumos. Ellos jamás sollozan: extraviaron los ojos en sus éxodos, en cada noche gutural sin un consuelo.

98 | Karelyn Buenaño


III

A fuerza de sentir la piel bajo el montĂ­culo nos dejas encharcada tu lĂĄgrima inmutable.

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Cuadratura El viento es hosco como ayer y el sol del otro lado.

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Animación sociocultural El primero que se calle después de contar hasta diez escuchará la voz dolida de Mallarmé.

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Aurora Despacio, mis señores, sospéchese de a lento que hoy huelo tanta vida.

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A media risa a Alí Azacón

Huyes de ti pero encendido en tus almíbares aquí me vienes.

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Acasos Nadie alce los brazos porque los tuyos se han entumecido. Nadie te deje pues en tu nombre ni hay quien se quede ni hay abandono. No se puede de esta forma hacer la diferencia entre los dĂ­as de intentos y cosechas y los instantes en que un paso funda el eco duradero. Alfareros del cronos, derramen las ollas pesadas de la acedia y todos los distintos conspiren sus acasos.

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QuĂŠ hace usted a estas horas bien borracha pregonando poemas fuera de la casa

AquĂ­ nomĂĄs, Casandreando.

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Lilus kikus

La que contaba dieciséis años Está muy bueno este barro sin grumos que recojo en los tarros de café cuando bajo por la calle; el vecino viudo se prueba la mascarilla de pepino que le preparó la que me compra los envases. Ahora he comprendido el rubor inarrugable de las muñecas.

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Don’t clog me a Miguel James por la injubilable poesía

My dark sweetie te lo confieso: ya no puedo dejar de quererte. Is this love intrincado por antiguo soy una woman de un solo love Three little birds write the sweetest song for me. Así que don’t worry, la cantaré para ti.

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Verdulerías Estoy de acuerdo con que este oficio no proviene de las novedades genéticas, ni de los comunes talentos familiares. No tiene nada de especial, aunque uno sea observado desde la otra acera como un perro con manchas amarillas. Uno guarda esa extraña y venturosa suerte de no pertenecer a ninguna casta de bellos, inteligentes o vivarachos; uno es un simple vendedor de verduras, es decir, el don nadie más conocido de toda la cuadra, la ciudad o la esquina. Me levanto temprano y enciendo la luz antes que el sol para avistar hacia la carretera la llegada del camión donde vienen mi hijo mayor y sus guacales de ramas y frutos recién separados de la tierra. Así, todo recobra el mismo orden que solía atesorar la última vez. Aunque a veces no: a veces acontece una inesperada tardanza, cargada de presagios, de encontronazos automovilísticos, o de los pleitos caseros que ocasionan entre verduleros una papa demasiado abierta, un apio pequeñísimo, un costal de yuca dura, y otras de ese estilo. ¿Que si es grata la vida en el mercado? Bajo los toldos, paño en suelo, o en las paredes de la casa, la vida es la vida, y uno se contenta con ella. Hay cosas en la vida que pasan de largo, así 108 | Karelyn Buenaño


como hay verduras sustanciosas que se quedan allí, madurando solas, pudriéndose solas, sufren de anomia gastronómica, de aculturación del paladar. Como no me han sido de provecho para el negocio, ni modo, nunca más las traigo porque cómo hacemos, pero los muchachos y hasta el perro se las tragan. Daño no me harán, después de todo. Uno trabaja para trabajar, y así ha sido. Si se trabaja en un mercado, uno jamás verá el despunte de la noche. Todo es día, todo es mañana, lo mejor está en las primeras horas cuando uno está en los ojos de las gentes que buscan con apuros, con avidez de colores, y meten los dedos en las pulpas, olfatean el brillo de las legumbres, y preguntan por los sembrados de donde viene la mercancía. Es divertido, seguro que un hombre como yo tendrá como vecino a otro como yo, con los mismos ofrecimientos pero una actitud diversa, regateadora, más o menos convincente de lo que me acostumbro. Cuando niño aprendí a pesar las hortalizas con mis manos. Sólo usaba la báscula para los clientes quisquillosos. ¿Cómo se aprende semejante cosa? Yo mismo no puedo contestarme. Será de tanto imaginarme a las calabazas como pelotas descomunales de fútbol, o de tanto jugar con las uvas como con metras. De tanto tiro al blanco con las zanahorias. O tal vez porque mi madre me había

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enseñado algo más sorprendente: que nada pesaba tanto como la carne. Ella me repetía: —No hay víscera ligera, ni corazón vacío. Y la tierra, la entrometida tierra, la tierra entre los pies, la tierra entre las manos. No importa cuántas veces tenga uno que barrer y limpiar: estará allí mientras el nutriente de los hombres siga naciendo de abajo. No sólo vivimos entre los terrones: también nos acecha el presentimiento de la arena, o el olor del barro cuando se aproxima la lluvia. Cuando viene el chaparrón las gentes se llenan de miedo, se horrorizan al sentir las primeras gotas en los hombros. El mercado contrae la grisura de los pueblos fantasmales, y hasta las manzanas se enturbian. Todo mercado es una peregrinación. Un griterío sin mantras. Pero los motivos que la causan son impensados: buscar la meca de los vegetales donde parezcan más baratas. Hay que meter para la semana lo que quepa en las bolsas y en la tripa. La meca a veces es la búsqueda en sí; no compran nada, pero almuerzan y completan el itinerario del cotorreo camino al mercado. Para algunos otros, la meca se refiere al objeto-reliquia, el aparato fuera de circulación, el tránsito de los días y de las gentes que entran y salen de la ciudad como si fueran incorpóreos.

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Un dĂ­a de mercado puede traer el estiramiento de la incertidumbre, o el simple alivio de los sufrimientos domĂŠsticos. Y uno el que se la vive dentro termina voceando, no sĂłlo los enseres y los alimentos, sino tambiĂŠn la historia del mundo.

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Bye bye a algo que mira en la brisa Es un extraño coraje el que me das William Carlos Williams

Las espaldas que se vuelven también nos miran tus ojos son un claro del valle donde mis pies [persisten es difícil quererse con el frío pero más fría es la falta de recuerdos una día me tendrás en esas casas con liquen en el techo confundo gatos con ovejas me cobijo en lo dulce como quien se enferma madre padre he nacido sin rebaño y deslanada ustedes perdonen mi flaqueza ante esos ojos mi desobediencia natural a los cayados.

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Cinquain venezolano PĂĄjaramente se acercaron las libĂŠlulas escindieron la comarca en pilas de ojos para mirarse hace falta cebadura.

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Escayola Dispongo huirnos no me permiten los pies ni las espaldas vegetar sin el poema. También desoigo y no escarbo más. Te habrás perdido frente al portón de nuestra casa. El nuevo hermoso unta mis tobillos de yerbas y ecuadores nacarados. A aquél, el mismo que escapé y vencí, que en este instante alguien le cosa el río le entregue cascabeles orondos peces hambrientos de su piedra.

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El libro de las mutaciones para yonkis

Nunca sabes donde vives hasta que el rĂ­o se lleva todos los parques.

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Índice Pájaros de Au en vuelo Nigro Jotabeso Iniciación Deslizamiento Vacaciones Teorema El funeral de las avispas Silbido Angel de la guarda Origamia Adiós a tu ciudad Diario Mis sueños Pájaros de au Invitación Cuentacuentos Lakshmi Ya sé que no Contra la gran costumbre Pop soul lejana *** **** A ti el más doloroso Para una lluvia con manos Mi propio salmo contra la perjura Soul Karelyn A-vuela La femme-fleur Hélice Genny

13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 29 30 31 32 33 34 35 36 37 39 41 42 43 44


In Peace Ernesto Henchida Borus meus Mar adentro Metanoia Poema para Aurelia Densuda con el ángel Primer blavino Indriso ii Indriso iii Casi un driso Haiku adivinanza Écrit en fatrasie Después de muchos trances Una lira ayacuchana Cantigas a mi amigo Materia de aire Suralgia Palingenesia Poema Freak Zen Esto es sólo para decirte Yo también me subo al tren Canción de la marea Poemas bipolares 04:40 p.m. 10:01 a.m. Soñar con dientes Primera lección de poesía Mástil de armura Bravura de los nombres

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Runicidad de los días Barajas Manzanero Cruzada El título está más largo que el poema Bienvenidos a este mundo La espiga Girabas Wannabe Insipideces Teoría de la esperanza La batahola Laburos Anatman Lagrimas tres para Elena Squonk Cuadratura Animación sociocultural Aurora A media risa Acasos Qué hace usted a estas horas bien borracha pregonando poemas fuera de la casa Lilus kikus La que contaba dieciséis años Don’t clog me Verdulerías Bye bye a algo que mira en la brisa Cinquain venezolano Escayola El libro de las mutaciones para yonkis

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VersiĂłn digital, octubre de 2015 Sistema Nacional de Imprentas MĂŠrida - Venezuela


Karelyn Buenaño (Mérida, 1980) Poeta. Licenciada en Idiomas Modernos en la Universidad de los Andes. Obras publicadas: Sin duelos ni retornos (Mérida, 1998), La ciudad nos cantará para abrazarnos (mención DAES poesía 1999), Complejo de Dido (premio DAES 2003), Siniestra (Gitánjali, 2005), Trópico de Circe (Fundación Editorial El perro y la rana, 2006) y La condición del fuego (Eforyatocha ediciones, 2012). Ha participado en varias antologías nacionales e internacionales.


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