MARZO 2013 Nº 18
REVIEWS FOALS / LOCAL NATIVES / OCEAN COLOUR SCENE / PURE LOVE / BAD RELIGION PALMA VIOLETS / WAKE OWL / TERCER SEMESTRE / AUTRE NE VEUT / STARFUCKER EELS / TORRES / ICEAGE / BEACH FOSSILS / PISSED JEANS / LENDRONE CRÓNICAS CRYSTAL CASTLES / MONO / ICO TOP FEBRERO´13 Y MUCHO MÁS
ÍNDICE
INDIEFERENCIA MAGAZINE
Review del mes
My Bloody Valentine
Dossier y análisis de “m b v” 3
Reviews
Foals: Holy Fire 9 Local Natives: Hummingbird 11 Ocean Colour Scene: Painting 13 Pure Love: Anthems 15 Bad Religion: True North 17 Palma Violets: 180 19 Wake Owl: Wild Country EP 21 El Tercer Semestre: #TenderTropic 22 Autre Ne Veut: Anxiety 23 Starfucker: Miracle Mile 25
Crónicas
Crystal Castles: La Riviera, Madrid (19/02/13) 27 Mono: Joy Eslava, Madrid (21/02/13) 29
Opinión
En defensa de las fulanas del rock 31
Ico Top
Ico Top Febrero 2013 35
Indiespensables
Tops Febrero 2013 39
4 INDIEFERENCIA MAGAZINE Marzo 2013
MY BLOODY VALENTINE DOSSIER Y ANÁLISIS DE “m b v” (2013) Por Quique Gómez
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DOSSIER | MY BLOODY VALENTINE Un comienzo que no cuenta
22 años hemos tenido que esperar para poder disfrutar del regreso de My Bloody Valentine, la banda madre del shoegaze, un estilo que ellos mismos inaguraron y que tantas otras bandas han imitado durante todos estos años. Pese a que el nuevo “m b v” supone el tercer álbum de estudio de este cuarteto de Dublín, la carrera discográfica de la banda cuenta con un montón de variantes, hitos, muchos EP’s y varias anécdotas que, a modo de homenaje, vamos a intentar resumir aquí. 6 INDIEFERENCIA MAGAZINE Marzo 2013
A principios de los ’80, cuatro jóvenes irlandeses influenciados por la muerte de Ian Curtis y el sonido de Joy Division en general, forman una banda de post-punk llamada como la película de terror del mismo nombre, “My Bloody Valentine” (1981). Kevin Shields (guitarra), Colm Ó Cíosóig (batería), Tina Durkin (teclado) y Dave Conway (voz) formaban la alineación original, y la poca seriedad del asunto dio como resultado dos EP’s de dudosa calidad y tremendo poco éxito. “This Is Your Bloody Valentine” (1985) y “Geek EP” (1985) pasaron por las listas de éxitos sin pena ni gloria, y forman, hoy día, la peor época de una banda a la que, al menos, sí se le podía apreciar algún que otro detalle de originalidad, sobre todo en la inquieta guitarra de un peculiar líder. Pero esto no había hecho más que comenzar.
El año clave
En 1987 y con la marcada influencia de una banda clave en el sonido británico y que lo estaba petando en la época, The Jesus & Mary Chain, con tendencia mucho más dreampop, los irlandeses se afincan en Inglaterra donde son capaces de editar, casi a la vez, los EP’s “Sunny Sundae Smile” (1987), “Ecstasy” (1987) y “Strawberry Wine” (1987). Para ello prescinden de los teclados de Durkin y contratan a Debbie Googe (bajo). El fichaje por el sello Lazy Records (filial de Creation) fue clave, pues dejaron (algo le verían) total libertad a un geniecillo que estaba empezando a desmarcarse dentro de un panorama tan excluyente, donde pasaron del post-punk de los orígenes a un pop extraño de guitarras pesadas y algo barroco,
parecido a The Smiths, R.E.M. y los citados responsables de los eternos “Psychocandy” (1985) y “Darklands” (1987). Un par de años después, y excluyendo el primero de estos EP’s, llaman “Ecstasy & Wine” (1989) al recopilatorio que juntaba, sin vaselina, los otros dos. De ahí el nombre. A finales de este mismo año, Blinda Butcher (voz y guitarra) sustituye a Conway formando así el cuarteto que ha llegado hasta nuestros días.
El verdadero origen
Trasladarse al centro del meollo mundial del pop (Londres) hizo que su nombre apareciera en la escena con una frecuencia inusual debido a la inquietud de un público mutante y transgresor, siempre a la búsqueda de un sonido nuevo. My Bloody Valentine, ya con formación definitiva, tenían lo que andaban buscando. “Isn’t Anything”, el primer álbum oficial, aparece a finales de 1988 inmediatamente después de otros dos EP’s para el recuerdo: “You Made Me Realise” (1988) y “Feed Me With Your Kiss” (1988). Tuvo que tenerlo muy claro Kevin Shields para, por fin, editar un álbum completo después de tantos intentos en mediana duración, y es que el sonido de MBV estaba tan pulido que fue aquí cuando se estableció el verdadero
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origen de un estilo, el suyo, que marcó un antes y un después en la historia de la música popular. Nace con él el shoegaze, nombre que parte del enfoque hacia los pedales de unos enfermos de la guitarra y que transforman el ruido de bandas influyentes más hardcore de la época en pop, diferenciándose del más pesado y coetáneo origen del grunge. Llenando de reverb (o eco) y noise las aún diferenciables melodías, poblándolas de capas y texturas, el sonido estaba pulido pero a Kevin Shields le faltaba algo, y eso que ya se podían escuchar aquí canciones tan perfectas como “Nothing Much To Loose”, “Cupid Come”, “Lose My Breath”, “(When You Wake) You’re Still In A Dream”, “Soft As Snow (But Warm Inside)” o “You Never Should”. Aun sin saber lo que faltaba por llegar, ya eran la banda de moda del underground británico.
y que, con motivo del anuncio del nuevo álbum, reeditaron el año pasado previa remasterización en 2004. “EPs 1988-1991” (2012) es parte importante de la historia de My Bloody Valentine porque no sólo ayuda a comprender el estado de gracia en el que vivían, sino que deja ver cómo maduraron un sonido tan característico como único. “Soon” abre “Glider”, el más etéreo de todos, donde “Don’t Ask Me Why” y “Off Your Face” muestran el lado más vaporoso y dreampop, siempre experimental, de los de Dublín. Y “Tremolo”, incluyendo “To Here Knows When” (también en “Loveless”), muestra la cara más shoegaze, la más parecida al atemporal disco y conformando el mejor EP de tantos cuantos tienen. La oriental “Shallow” y el pildorazo “Honey Power” entrarían perfectamente en el citado sucesor.
El olimpo sólo para Un (maravilloso) in- los dioses ciso Los dos EP’s de 1988 (“You Made Me Realise” y “Feed Me With Your Kiss”) y los otros dos previos a la obra maestra aún por llegar, definían el camino que habían iniciado hacia la gloria. “Glider” (1990) y “Tremolo” (1991) completaban el póker perfecto antes de “Loveless”
“Loveless” aparece el 5 de noviembre de 1991 para cambiar, de forma radical (aunque no con el merecido éxito), la historia moderna de la música. Un álbum en el que, pasados 22 años desde su lanzamiento, cuesta encontrar los detalles que lo convierten en mágico. Quizá sea la única definición que nos queda, la
magia, porque no hay forma humana de entender qué lo hace tan jodidamente atractivo, goloso, excitante y abrasivo a la vez. Las piezas del puzle empiezan a encajar cuando, conociendo el proceso de gestación de un álbum así, que casi lleva a la bancarrota a Creation, entiendes que está al alcance de unos pocos elegidos en este negocio. Kevin Shields, el responsable de todo esto, lejos de intentar apaciguar su falta de cordura, lleva hasta el extremo su idea de ruido y se dedica a apilar tantos amplificadores en el estudio como ingenieros de sonido se encargó de echar (hasta 14) de la producción, o estudios de grabación donde concebir semejante obra (hasta 19). Tan insoportable como talentoso, resultaba imposible dar con la clave de tan introvertida mente, alargándose la producción hasta el borde del abandono. Ya se ha dicho de todo acerca de este, el mejor disco de los ’90, así que resumiré la sensación que produce diciendo que, al final, después de parir algo así, lo lógico era exactamente lo que ocurrió: desaparecer del mapa. Más alto no se podía llegar. Y aquí estamos, 22 años después…
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MY BLOODY VALENTINE m b v (2013)
Había tantas ganas de poder hablar de este “m b v”, sucesor del atemporal “Loveless” (1991), que uno ya no sabe ni por dónde empezar. El lanzamiento de un álbum tan importante (¿el más importante en la historia reciente del pop?) abruma y ya no sólo por la forma en la que My Bloody Valentine lo han hecho.
Tras anunciar a finales del año pasado que su nuevo disco había sido terminado de grabar, muchos ni se lo creían, debido a las constantes declaraciones de un bicho raro, Kevin Shields, cerebro de la banda y abanderado mundial del shoegaze, que despejaba todos los balones que le tiraban. La desfachatez era tal que ya no sólo pareciera que jugaba al despiste, sino que se aproximaba a la tomadura de pelo. Y ese anuncio, hace ahora mes y medio, era lo único que teníamos/sabíamos de la nueva aventura de un cuarteto (ja!) que ha jugado al despiste durante muchos años con innumerables remasterizaciones de tan celebrado disco, alguna innecesaria, por cierto. Pero chicos, son 22 años, dejad de hacernos sufrir.
Sin single previo ni teaser de promoción, ni siquiera con alguna enigmática imagen, con el mayor de los hermetismos posibles, anunciaron un sábado por la noche el nombre del disco, la portada, que estaba autoproducido, y que se ponía a la venta en ese mismo instante, con una prepotencia que hacía verda-
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dero honor a su propio legado, a su propio nombre. El colapso de su propia web, donde poder comprar las, de momento, únicas copias legales en sus diferentes formatos, fue acorde con la expectación producida. De hecho, ellos mismos se encargaron de colgar íntegro el álbum en su propio canal de YouTube, vía por la cual era la mejor (única) forma de escuchar por fin (¡POR FIN!) las nuevas canciones de los irlandeses.
Son muchísimas cosas las que hay que decir de este álbum, pero son también demasiadas críticas, innumerables reviews e ingentes cantidades de gente que siempre quiere dar su opinión intentando llamar la atención. Recordemos que no hay nada más cool y tendencioso que ir en contra de algo sabidamente popular. Así que en lugar de convertir esto en un charco de babas o, por el contrario, en un panfleto hater, intentaré hablar de lo que ha supuesto para mí este “m b v” una vez controlado tan inmenso hype. Os aseguro que, eso sí, aún no se ha ido del todo.
Hay dos cosas que me gustaría dejar claras desde el principio: uno, lo estructurado que veo el álbum, sentimiento que crece a medida que sumo escuchas; y dos, el paralelismo que le veo a todo esto con lo que hicieron Portishead en su día con “Third” (2008). “m b v” contiene tres partes bien diferenciadas, de forma intencionada o no, como si fuesen tres EP’s diferentes de un cuarto de hora cada uno, como homenajeando su propia tradición (“Ecstasy & Wine” (1989) es la suma, a pelo, de dos EP’s). La primera de ellas es, sin duda, la más continuista con la historia -no-re-
ciente de la banda, algo que encaja de manera brillante con su pasado y que convirtió la primera escucha en sentimientos de cotas místicas. El hecho de disfrutar, por primera vez en mi vida, de material nuevo de una de mis bandas preferidas pero, esta vez sí, en el mismo momento de sacarlas (el amor hacia My Bloody Valentine me llegó, lógicamente, pasados varios años de su relativo éxito) no sabría compararlo con nada (igual en mayo, cuando los vea en directo). “She Found Now”, con sus primeros y somnolientos acordes, nos da paso a lo que ya conocíamos: reverb imposible de guitarra en primer plano, susurros al oído de una añorada Blinda Butcher y sensación general de que comienza algo importante. “Only Tomorrow” deja escuchar, por fin, la batería, mucho más necesaria aquí pues su carácter pop, aun dentro de la marcada influencia de épocas pasadas, la convierte en pegadiza hasta el punto de no querer sacártela de la cabeza y que ese extraño riff final podría durar la eternidad. Primer hito y simulación de single de este primer supuesto EP, pese a su larga duración. La que le sigue y cierra esa influencia es “Who Sees You”, una de esas canciones de sonido “roto” que entra a chorros muy al estilo “Loomer” y que nadie, pese a lo influyentes que han sido, ha sabido imitar.
A modo de colchón entre esa primera parte y lo que vendrá luego, el segundo tridente es tremendamente experimental, donde “Is This And Yes” amortigua, “If I Am” sumerge y “New You” te espabila. La primera es casi instrumental, con teclados que la acercan al barroco y que ahora cobra mucho más peso
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a la altura de su predecesor. El silencio que se produce tras este último corte sólo lo puede arreglar volver a ponerlo desde el principio.
en el disco, cuando éstas antes solían jugar a modo de interludios. La segunda, la más dreampop de todas, tiene mucho de Beach House (lo deben estar flipando) pero sonando a banda de rock. Te hace levitar a medida que intentas prestar atención a qué coño suena mejor, si la guitarra en modo bucle, el ritmo trotón, o esa voz con eco que te deja comatoso. El bofetón te lo llevas con esa última parte y (vuelvo con la teoría) supuesto segundo single. “New You” fue mi primera preferida (ya se sabe cómo varía uno de gustos) del álbum, una canción con mucho de fuzz, en la misma onda de temazos como “Soon” y que nos recuerda que, al fin y al cabo, no dejaron nunca de ser una banda de pop.
Y llega el último tramo: el mejor. Aquí no hay singles; aquí lo que hay es mucha mala hostia. El futuro, esperemos, de los de Dublín pasa por estas tres últimas canciones, quince minutos por los cuales sí que ha merecido la pena tan larguísima espera. Ritmo marcial post-apocalíp-
tico en “In Another Way”, más cercano al “XTRMNTR” (2000) de Primal Scream que a ellos mismos, un trallazo bestial imposible de clasificar, donde puedes hablar incluso de Vangelis y no quedarte corto. Esto sí suena a nuevo. “Nothing Is” es otra instrumental pero que tiende al kraut más hardcore, más veloz, más punk. Es como si mezclásemos a Can y a Sex Pistols en una sola canción que jamás podrá sonar a interludio de nada. Pildorazo para quedarse sordo bien a gusto. Pero aguanten, por favor, que aún queda una. Y vaya si merece la pena el esfuerzo, pues “Wonder 2” cierra el álbum más esperado de los últimos años de la más animal forma posible. Una intensidad sólo apreciable en un agradecido máximo volumen donde habría que buscar otro sinónimo al término reverb. Pasan, literalmente, aviones por encima de tu cabeza en una mezcla de post-rock y dream-pop (¿?) tan intenso que deja en pañales a bandas como Swans o Godspeed You! Black Emperor. Algo superior que supone el colofón a una obra maestra casi
Y en este punto es donde quería hablar de Portishead, al final, porque a diferencia de los de Bristol, MBV nos han enseñado de dónde vienen y hacia dónde van. En cambio, los supuestos padres del trip-hop, haciendo un brutal ejercicio de honestidad consigo mismo, prescindieron de sus propias influencias para hacer lo que realmente les dio la puta gana, sin importar un carajo a quién iban a contentar, si a un público conformista, a otros inteligentes espectadores o, simplemente, a ellos mismos. En ese sentido se podría decir que My Bloody Valentine han jugado a arriesgar menos que ellos, intentando dejar contentos tanto a unos como a otros, eso sí, con la excusa de que, supuestamente, este “m b v” parte de las grabaciones que el señor Shieldstenía preparadas tras “Loveless”. Nunca sabremos, pues, cuánto hay de nuevo y cuánto de antiguo en este álbum. El caso es que eso es lo de menos, pues al final lo que cuentan son las canciones, y ambas bandas van (e irán) siempre sobradas. La prueba son estos dos pedazo de álbumes que han sabido editar, cada cual haciendo lo que han creído oportuno. Y que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo sólo espero que no vuelvan a pasar tantos años entre un disco y otro, pues tanto Portishead como My Bloody Valentine han dejado claro que, pasen los años que pasen, son bandas que podrían haber aparecido en cualquier momento de la historia de la música popular. Tenemos la suerte de poder vivirlos en el presente. Haciendo historia. Gracias por volver.
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REVIEW
Por Jaime Mateo Herrero
Seamos claros, si hay un grupo británico que bien merece el trono del indie-rock de las islas anglosajonas son Foals, abanderando su math-rock desde sus comienzos. Lo han intentado The Vaccines, The Maccabees, The Drums… Sin embargo, el sello que imprimió Foals a su música con su debut fue infeccioso, y ya no tenemos antídoto para el mismo. Después de aquel espectacular debut del año 2008, “Antidotes”, llegó el segundo trabajo de los de Oxford, “Total Live Forever”. Arriesgaron aquí, puliendo su sonido y apostando por canciones no tan directas como “Cassius” o “Balloons”, creando atmósferas que dejaron un poso emocional en muchos de nosotros. Con canciones sublimes como “Spanish Sahara”, Foals ampliaron horizontes, mostrándonos su faceta más intimista. Dejaron atrás la agresividad del debut y buscaron una fórmula que les permitiese avanzar en su carrera musical.
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FOALS cierto es que no salen nada mal parados del experimento. El single oficial de “Holy Fire” puede ser una bomba en directo con esas guitarras abrasivas y Yannis sembrado con sus registros vocales.
Es ahora cuando a mi parecer Foals lo tenían más difícil. ¿Qué hacer cuando ya has demostrado tu talento con un gran debut y lo has reafirmado con más alternativas en el segundo? Todo parecía indicar que los británicos o bien se transformaban en otra cosa o caerían en la redundancia de su math-rock a la sombra del enorme “Antidotes”. Pero entonces nos lanzaron la tremenda “Inhaler” para despejar toda duda y dejarnos bien claro que quieren llegar más alto que nadie. Foals quieren pasar de telonear en estadios a reventarlos por sí solos. No se han reinventado en este “Holy Fire”, pero su música cabalga ahora más fuerte que nunca, como los majestuosos caballos del artcover a la orilla del mar, alejados ya de ese mundo subacuático que mostraba la portada de su segundo disco.
Los inicios del disco corresponden al tema “Prelude”, canción introductoria que in crescendo va añadiendo guitarras, punteos y voces para acabar en una explosiva mezcla de sonidos, ahora sí con la voz de Yannis de fondo. Sin duda alguna pensada para comenzar los conciertos. El tema ya mencionado arriba, “Inhaler”, es posiblemente uno de los que más se aleja de toda la discografía de Foals. No hay nada tan heavy que se haya podido escuchar de los de Oxford, y lo
Ahora sí, vuelve la esencia de “Antidotes”en “My Number”. Son esas melodías tan pegadizas que quieres volver a escuchar una y otra vez las responsables de convertir la canción en la perfecta candidata a remixes varios (de hecho ya tenemos el de Totally Enormous Extinct Dinosaurs). Funk bailable a más no poder y una rebelde letra hacen de la misma un hit difícilmente resistible.
Ya en “Bad Habit” comienzan a apreciarse ese tono más triste, melancólico, aunque el final lo tapa con el más puro math-rock made in Foals. “Everytime” sigue en la misma senda, añadiendo ahora algunos sintetizadores para dar más fuerza si cabe a la canción. Son estos dos temas los que más desapercibidos pasarán pero no quita para nada que sean grandes canciones y no bajan el listón del disco.
Bajamos las revoluciones en “Late Night”, punto de inflexión del disco y viaje al pasado para sacar a flote el intimismo de “Total Life Forever”. La voz de Yannis se convierte en clara protagonista de este medio tiempo que saca a la luz los miedos de la banda y que hacen desgarrar la voz del cantante en algunos compases. Intensa es poco. “Out Of The Woods” recoge las armonías más bonitas del disco, con ritmos tribales que dan luminosidad al disco y supone un interesante viaje de sensaciones sonoras.
Mención especial para la intesa “Milk & Black Spiders”, que aglutina la esencia de los Foals de “An-
REVIEW
tidotes” y“Total Live Forever”. La canción asciende hasta alcanzar dimensiones épicas como ya lo hacía “Spanish Sahara”, apoyada en un punteo insistente. Vuelve la agresividad de los primeros Foals en la salvaje “Providence”, con Yannis alzando el tono y gritándonos “I’m an animal, just like you”. Todo un bucle de guitarrazos potentes y toques electrónicos.
En la recta final del disco se aglutinan los temas más sentimentales. En “Stepson” una marcada percusión recorre los versos cantados con el Yannis más retraído de todo “Holy Fire”. Para finalizar, la preciosa “Moon” crea la atmósfera ideal para sumergirnos en la canción más intimista del disco. Una delicia de canción que con gran acierto es elegida para cerrar el tercer disco de Foals.
Foals quieren ser grandes y con este “Holy Fire” han dado un gran paso. Han desafiado a sus fieles seguidores con “Inhaler”, se han vuelto a meter en el bolsillo a los melancólicos amantes de “Total Live Forever” y la esencia de “Antidotes” sigue presente en cada tema. Tres discos recogen la carrera de la banda británica, y todos suenan a lo que les hizo grandes. Creemos que la obra maestra de Foals está por venir, pero su último disco los alza un peldaño más a base de grandes canciones que se nos quedan grabadas a fuego (sagrado).
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LOCAL NA REVIEW | Por Jaime Mateo Herrero
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ATIVES Suele ser el segundo disco en el que la mayoría de grupos se muestran tal y cómo son, después de un debut más o menos ajeno a lo que realmente quieren ofrecer. Es el caso de Local Natives, que vuelven a la escena con un segundo LP marcado por un estilo mucho más definido. Este grupo de Los Ángeles debutó en el 2009 con “Gorilla Manor”, uno de los discos más destacados de aquel año por su frescura. Básicamente era el resultado de meter en una batidora a The National, Arcade Fire, Grizzly Bear o los primeros Fleet Foxes entre otros tantos. Y como las comparaciones son odiosas, aquí han llegado Taylor Rice y los suyos para poner la marca de agua a su música y olvidarse ya de las siempre tediosas referencias.
Tres años después de “Gorilla Manor” nos llega este “Hummingbird” de portada un tanto vertiginosa. Es un disco muy homogéneo, sin altibajos, todo en la misma onda, una onda más fría y sin rastro de temas como“World News” o “Airplanes”. La presencia de The Nationalen la producción se nota en el tono global del disco, muy melancólico en líneas generales.
“You & I” es la encargada de abrir este largo con once temas en total. Desde los primeros segundos ya se nota de qué va este “Hummingbird”: acordes menores, ritmo lento, voz desgarrada de Taylor y estribillos coreables con melodías cargadas
de nostalgia. Las letras no pueden ser más amargas: “In all this light, All i feel is dark”. Un poco más de ritmo coge “Heavy Feet” sin dejar de sonar robusta gracias a la gran labor del batería Matt Frezier.
Como se mencionaba antes, si hay algo que llama la atención en este segundo disco de Local Natives es la falta de temas inmediatos que den algo de luz al álbum. No es hasta “Breakers” donde se aprecia algo de esto. Fueron muy listos al lanzar este tema como adelanto para que mordiéramos el anzuelo de “Hummingbird”. Porque ese juego de percusión, los “ooh” y esos cambios de ritmo son irresistibles. Sería injusto decir que este es el mejor tema del disco porque está totalmente al margen de los demás. Sin embargo, es necesario para romper el hielo que han creado las predecesoras “Ceilings” y “Black Spot”.
Una vez pasado el punto de inflexión del disco, se vuelve al argumento principal del mismo. “Three Months” es una de las canciones que más sobrecogen, con unos falsetes de Taylor que rozan la perfección. Vuelve la melodía y el color en “Black Balloons”, siguiendo muy de cerca los pasos de “Breakers”y situándose como uno de los temas que más evoluciona según pasan los segundos. Sin pena ni gloria pasa “Wooly Mammoth”, a medio camino entre los temas lentos del disco y aquellos que aumentan las
revoluciones, aunque, eso sí, gana con las escuchas.
Uno ya llega a la recta final pensando que ya está todo el pescado vendido, habiendo escuchado ya todo lo que Local Natives nos querían enseñar. Sin embargo, el final de “Hummingbird” esconde tres canciones bastante reseñables. “Mt. Washington” empieza con energía con ese rasgueo inicial para luego alcanzar una dulce atmósfera a base de repetir los versos “I don’t have to see you right now”… Mención especial debe llevarse “Colombia”, canción que escribió el grupo tras la repentina muerte de la madre (se puede suponer que de nombre Patricia) de Kelcey Ayery una de las cumbres compositivas de la carrera de Local Natives. Con una delicada melodía y las letras más comprensibles del disco, “Columbia” resume a la perfección lo que quieren defender estos chicos a partir de ahora. Y para finalizar “Bowery” nos deja ese aroma sentimental que rodea al conjunto global del disco.
Es cierto que uno no puede volver a “Hummingbird” con la misma mentalidad (y frecuencia) que a “Gorilla Manor”. La escucha del segundo disco de Local Natives requiere mayor atención para empaparse del (ya muy personal) sonido que han patentado estos chicos de Los Ángeles y que deja un plácido sabor amargo. Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 13
O C E A N COLOUR S C E N E Por Jesús Daniel Marín Si miramos hacia la época dorada del brit pop,Ocean Colour Scene parecen ser los grandes olvidados. Primero tienen que hacer frente al grupo de gente que dice que no los escucha porque suenan como si estuvieran anclados en los años 60 pero que beben los vientos por la música de Miles Kane o Jake Bugg y después asumir las contínuas 14 INDIEFERENCIA MAGAZINE Marzo 2013
bofetadas de la crítica que jamás estuvo de su lado. Entonces y desde este momento, pido perdón por llevarme esta crítica hacia lo personal pero creo que Ocean Colour Scene (en adelante OCS) merecen una justa crítica hacia su nuevo disco, cosa que tal vez no hagamos siempre, ya que muchas veces nos dejamos llevar por el sentimiento fan.
REVIEW
OCEAN COLOUR SCENE De vuelta en los 90, empecé a escuchar a OCS con aquel “Moseley Shoals”, un disco que todavía me parece uno de los mejores de la década. Le siguió “Marchin’Already”, plagado de singles clásicos. Cierto es que después de “One From The Modern” la banda se desinfló un poco y la calidad de sus discos descendió, con idas y venidas de miembros hasta volver a ser un trío formado por tres de los cuatro miembros originales. Y esta vuelta a los orígenes se nota, pues se aprecia una reconexión entre ellos que ha desembocado en un efecto positivo para las canciones. Con un pequeño toque de diversidad entre las canciones, el disco suena como un todo perfectamente orquestado. Es un disco que se nota que está creado con calma y confianza en lo que estaban haciendo, plagado de canciones simples y evitando el sobrecargar los temas con adornos o florituras en la producción. Simon Fowler ha estado desarrollando sus influencias más folk con su otra banda, Merrymouth, mientras Steve Craddock ha aportado una impronta psicodélica probablemente heredada de su carrera solitaria. Parece ser que sus otros proyectos les han dado a entender cuál es el material apropiado para un disco de OCS y cuál deben dejar fuera.
El disco empieza con “We Don’t Look in the Mirror”, caracterizado por una percusión repetitiva y el uso de un mellotrón acompañado de ese inconfundible acento inglés perdido entre unas estupendas armonías vocales. Incluso si no escucháramos los pájaros de fondo, esta canción transmite la sensación de despertar en una mañana de pri-
mavera y no, no son The Beatles. “Painting”, primer single del álbum, se os va a quedar dentro de la cabeza durante un tiempo, mientras que “Goodbye Old Town” suena a The Who con un banjo. El espíritu de “northern soul”que lleva implícito “Doodle Book” recuerda a uno de sus grandes éxitos, “Traveller’s Tune” y el breve interludio de inspiración reggae es de lo más inesperado.
“If God Made Everyone” sea probablemente el mejor trabajo de guitarra de Cradock en años en un tema que habla sobre la matanza que sucedió en Noruega, mientras la triste elegancia de “Weekend” desemboca en un final que rompe corazones al más puro estilo Burt Bacharach. Pese a todo esto, es frustrante que después de disfrutar de tan buena mitad de disco, la buena marcha que éste llevaba se vea truncada por “Professor Perplexity”, el innecesario calco de “This Is Not A Love Song” de PIL que se ve aderezado por unos toques de interludios psicodélicos a base de ecos y reverbs. Probablemente, alguno de los miembros de OCS señalara en algún punto del proceso de composición el parecido con la canción de PIL y de ahí este viaje psicodélico para intentar esconder lo evidente. La melancolía se apodera de la breve y triste “George’s Tower”, que sirve como preludio a la melodía con cierto regustillo a los Kinks de “I Don’t Want to Leave England”. Más adelante, “The Winning Side” trata sobre las tragedias de la guerra, cantada desde el punto de vista de un padre afligido
por la pérdida de un hijo. “Mistaken Identity” sirve para comprobar, una vez más, que Fowler se lleva de maravilla con las grandes melodías que son capaces de llegar hasta lo más profundo de tus sentimientos, mientras que en “The Union” encontramos la sencillez de una canción que con un estribillo que no está marcado con claridad termina en un solo de guitarra que parece escapado del último disco de Suede. El título y el tono de “The New Torch Song” sugiere que la banda ha querido que sea el gran himno del disco, pero no llega a conseguirlo, suponiendo una de las dos decepciones que se encuentran a lo largo del disco que está plagado de enormes canciones. El disco termina con la discreta y elegante “Here Comes the Dawning Day” donde la voz quejumbrosa de Fowler es acompañada únicamente por una guitarra acústica. Y es tan impresionante que no veo posible una mejor forma de acabar este disco.
Es evidente que no volveremos a escuchar a OCS haciendo un disco como lo fue “Moseley Shoals” pero con este “Painting” han estado muy cerca de conseguirlo y es realmente una esperanza para los que llevamos disfrutando de ellos casi desde que descubrimos que había más música además de las canciones de películas o series. No importa que la crítica opine si está bien o si está mal. A mis oídos les ha gustado y es razón suficiente para compartirlo con vosotros. Así que ya sabéis: “Half alive and wild. Now here comes the dawning day” Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 15
Por F. Javier Moreno Bel
Desde que Frank Carter anunció el nacimiento de su nueva banda hasta poder escuchar el álbum debut, hemos tenido que esperar un eterno año y medio con la incertidumbre de cuando vería la luz debido a varios retrasos. Ahora por fin podemos escuchar “Anthems”, el esperado debut de Pure Love. Cuando Frank comunicó en el verano de 2011 que abandonaba Gallows y que 16 INDIEFERENCIA MAGAZINE Marzo 2013
los conciertos de esos meses serían los últimos junto a la banda, nos pilló a todos por sorpresa sin saber que sería de su futuro. Tras esa carta que publicó vinieron los últimos conciertos en los que llevaba una camiseta blanca y un logo grande que decía: “Pure Love”. Comenzaba así su nueva aventura mientras se despedia de su primer amor del hardcore.
REVIEW
PURE LOVE
En Pure Love, Frank Carter pone la voz mientras Jim Carrol (The Hope Conspiracy, The Suicide File) lleva el mando de la guitarra. “Anthems” fue gestado cuando Frank se trasladó a trabajar a Brooklyn al estudio de tatuajes hace un par de años. Ambos, Carter y Carrol, compusieron los temas de su primer disco y finalmente han sido producidos por Gil Norton (Pixies, Foo Fighters, Maxïmo Park o The Distillers entre otros). El primer single que pudimos escuchar fue “Bury My Bones”, retransmitido por la BBC Radio 1 en abril de 2012 y a su vez en la web oficial de la banda, donde pusieron la canción para descargar en formato digital de forma gratuita. Desde entonces se sucedieron una serie de lanzamientos de singles mientras el disco se retrasó de una publicación fijada supuestamente a finales de 2012, hasta febrero de 2013. Los singles que siguieron a “Bury My Bones” para amenizar la espera de la publicación del álbum fueron “Handsome Devil´s Club”, “Riot Song” y “Beach Of Diamonds”.
“Anthems”, el bautizo de una banda de rock
Según Frank Carter, Pure Love es “la banda en la que siempre quiso estar”, y eso se nota cuando empezamos a degustar las canciones con calma, sintiendo sus notas y estrofas. “Anthems” es un disco lleno de
emociones, sentimientos, amor y vivencias de la niñez. Sobre todo melancolia, romance y furia. Es un gustazo escuchar la voz de Frank, sobre todo en las baladas que nos encontramos a lo largo del disco, una mezcla de sonidos entre rock americano de los 90s, sonido ingles con ciertos toques old school de la decada de los 70/80s.
“She (Makes the Devil Run Through Me)” da comienzo a “los himnos” de Pure Love. Auténtico rock, un rock sin divagaciones y directo a la cabeza, que junto a “Bury My Bones” hacen un tandém magnífico para sentir amor al instante. Al escuchar estos dos primeros temas, sentirás un flechazo. “The Hits”es otro pildorazo que podemos encontrar en el disco. Las guitarras no cesan y los estribillos son magníficos, “we are nothing, we are allergic to change, all the hate and the fear and we are still in chains”.
“Anthems”, la canción que da nombre al disco, es el punto de inflexión en la escucha del disco. Una ambientación oscura, como si Frankfuera un lobo solitario cantando bajo la luz de la luna. “Beach Of Diamonds” es la siguiente, y el último single publicado hasta el momento. Un sonido western y guitarras cargadas de distorsión, y que junto a “Handsome Devil´s Club” (otro de los singles), hacen una gran pareja de ases. Grandes estribillos, cancio-
nes directas y muy pegadizas. “Heavy Kind Of Child”, dulzura y calma acomapañado por un violín que te sumirá en la más absoluta melancolía. “Burning Love” te marca el corazón desde que comienza, “We are burning up in lust, so please drown me in your love, you be the heart, and i will be the blood”. “Scared To Death” trae de vuelta la furia de Cartery la guitarra distorsionada de Jim Carrol, que junto a “Riot Song” y sus estribillos que suenan a himnos anuncian que llegamos al final. Broche final que pone “The March Of The Pilgrims”, el último himno, cargado de oscuridad y epíca, con la voz de Frank resonando hasta el final mientras recita a viva voz los últimos versos.
Después de mucho tiempo esperando “Anthems” puedo decir que ha merecido la pena. Frank y Jim han creado una álbum magnífico, muy completo y variado. Un Frank Carter que le vemos muy comodo y completo con su nuevo grupo, y en el que se puede recrear más con la voz, usándola de manera más melódica. Incluso es bastante chocante escucharle en canciones tan calmadas, un terreno que era nuevo para el y en que se ha desenvuelto de manera inmejorable. Y esto es lo que podemos encontrar en “Anthems”, grandes canciones y letras rebosantes de puro sentimiento, pure love. Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 17
BAD RELIGION REVIEW
TRUE NORTH Por Daniel L贸pez Mart铆n
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BAD RELIGION TRUE NORTH REVIEW das cortitas y al pie. Directamente a la vena del oyente. Lo mismo podríamos decir de la “Vanity”, donde se encuentra gran parte de la ferocidad del disco, en una sola canción. Nos regalan un pequeño momento nostálgico de los inicios de los chicos con “Fuck You”. Sonido muy del“Suffer” (1988).
El tener una banda cuyo nombre se asocia a todo un estilo musical, ayuda bastante para que a la hora de poner un disco en las estanterías de las tiendas tengas a mucha gente expectante. Es casi un seguro de ventas. Sirva como ejemplo Bad Religion dentro del mundo del punk rock más melódico. Decimosexto álbum de los californianos demostrándonos que, musicalmente hablando, son capaces de seguir la misma línea recta durante varias décadas sin torcerse ni un ápice.
De nuevo y por enésima vez, es como si nos encontráramos a Brett Gurewitz y a su socio Greg Graffin en un pupitre de instituto examinándose de la asignatura Bad Religion, recordando si siguen sabiendo hacer lo mismo de siempre. Y eso que hace un puñado de meses el señor Gurewitz avisó de que estaba totalmente enamorado de lo último de Pennywise y que si hubiera otro
trabajo (que lo ha habido) se acercaría mucho a dicho disco. Digamos que volviendo un poco a aquel pequeño venazo más harcorde de “No Control” (1989). Pero ya sabemos que Graffin se encarga siempre de frenar su entusiasmo por la experimentación y ponerlo de nuevo en el cauce natural que le corresponde a su banda.
“True North” no son más que dieciséis canciones escritas siguiendo capítulo a capítulo el manual del punk, por supuesto sin perder esa intelectualidad tan sutil en las letras que los han mantenido un poco por encima del resto de grupos con los que se han podido comparar. Por tanto, aquí tenemos a los Bad Religion de siempre, aprovechando los maravillosos juegos melódicos deGraffin y añadiendo coros a mansalva, con vistas a las actuaciones en directo.“True North” y “Land of endless greed” son de las llama-
Por supuesto, y como decimos, si hay algo que los haga estar por encima de otras bandas similares son sus letras. Crítica directa a la corrupción o a la degeneración de la sociedad actual en “Crisis Time”, “Popular Consensus” o “Dept. of False Hope”. Incluso un ataque a los mismísimos miembros de la Corte Suprema de Estados Unidos en “Robin Hood in Reverse”. Y como no todo ha de ser protesta, consiguen incluso resaltar su lado más rock olvidando unos segundos el punk en “Dharma And The Bomb” o “My Head Is Full of Ghosts”.
Y aunque parezca que se les critica por sonar a lo mismo que han sonado durante treinta años, todo lo contrario. Si hubiesen hecho cualquier otra cosa, si hubieran intentado sonar a Pennywise o a Fu Manchu o a algo que no fuera su propio sonido de siempre, nos hubieran ofrecido algo que no queríamos. Sin embargo nos siguen vendiendo sonido Bad Religion y eso nos gusta bastante y en “True North” encontramos un disco altamente disfrutable para los que ya nos tienen enganchados y una buena oportunidad para enganchar nuevos fans, pese a llevar treinta años en el mundillo. Lo más alabable, que después de toda la vida haciendo lo mismo siguen teniendo una actitud que ya quisieran para sí la mayoría de las nuevas bandas de veinteañeros que intentan hacerse hueco en el mercado con tres acordes. Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 19
Sin disco publicado, sin apenas conciertos y tu nombre ya aparece en uno de los festivales más prestigiosos del continente europeo. ¿Hype? Creo que el término se queda corto para definir 20 INDIEFERENCIA MAGAZINE Marzo 2013
la locura que hay en torno a Palma Violets. Otro de esos grupos de Londres que vienen con la etiqueta de“next best thing”y que a continuación os explicamos si la merecen o no.
REVIEW
PALMA VIOLETS Por Jesús Daniel Marín Palma Violets nacen en el año 2011, en el barrio de Lambeth en Londres, cuando Sam Fryer y Chilli Jesson juntan esfuerzos. Para su primer álbum que lleva por título “180″(no sabemos si por el peso de un vinilo, pero es una opción muy melómana) han fichado por Rough Trade Records, hogar de Arcade Fire, Alabama Shakes o The Libertines, grupo con el que se les compara desde multitud de medios. Y otra cosa no, pero para su primer disco la producción es de una calidad excelente, así que caer en una discográfica con recursos es algo que tienen que agradecer estos chavales. “Best Of Friends” es la canción que abre el disco y que tiene el honor de ser la mejor canción del pasado 2012 según la biblia británica de la música, NME.
Está claro que es una forma idónea de abrir el disco, a medio camino entre las melodías de Glasvegas y la fuerza de The Vaccines y perfecta para demostrar qué tiene que ofrecer este grupo. Sorprende el inicio de la segunda canción, “Step Up For The Cool Cats” con su órgano de bienvenida, pero luego queda en una canción bastante normal, con una parte final que hará las delicias de los “sing-along” festivaleros. “All the Garden Birds” pisa el freno en lo que al nivel del disco se refiere, con referencias muy claras al brit pop noventero pero con la falta de experiencia de haber vivido aquellos vertiginosos años.
“Rattlesnake Highway” es un tema rápido que podría ser una cara b de los anteriormente mencionadosVaccines y cuya fuerza reside en un estribillo cargado de coros al que le sigue el ritmo machacón de la batería en “Chicken Dippers” que a buen seguro provoca que más de uno no deje de mover los pies. La elegancia hace presencia en el disco con “Last of the Summer Wine” y la cálida voz de Sam Fryer se torna oscura durante el fraseo de la canción, creando el que probablemente sea el mejor tema del disco. “Tom the Drum” es otro tema típicamente británico, tanto que si afináis el oído podréis escuchar una parte del riff principal de“My Generation” de los Who. ¿Será un homenaje que han hecho a la mítica banda? Me encantaría preguntárselo…
El disco sigue con la famosa “Johnny Bagga’ Donuts” que se abre paso con su estruendoso inicio haciéndonos pensar inmediatamente en The Libertines. Junto con “Best Of Friends” es uno de sus temas más escuchados y radiados y porqué no decirlo, una de las razones por las que el hype sobre esta banda ha crecido tanto. Un muy buen tema que tal vez no tenga un lugar adecuado en el tracklist del disco, debiendo estar más arriba e incluso como single principal. Y otro muy buen tema es “I Found Love”, con unas voces emulando a Pete Doherty durante la parte del estribillo y que termina de forma
solemne, casi embadurnado de melancolía. “Three Stars” es un tema triste que lleva la vitola de ser la balada del disco. Pero su sonido no llega a ser tan desolador como pretenden hacernos creer y la rematan con un subidón aderezado con un gritito que ni esperas y que personalmente, me parece muy desafortunado y que casi roza el ridículo. El último corte es “14″, que lleva una sorpresa con él. Porque tras los tres minutos que dura y un mínimo silencio, aparece una canción escondida que es de lo mejor del disco. Lástima que haya que esperar a creer que se ha terminado para encontrarla.
Después de haber escuchado el disco unas cuantas veces llego a una conclusión: es un buen disco pero no hay que aferrarse a él como la gran novedad que pretendían que fuera. Simplemente es un disco más de una banda de indie de las islas británicas. Tiene canciones que te atrapan pero también hay otras que no aportan nada y donde puede que sí demuestren esa pegada que dicen tener sea en sus directos. Un debut que les ha hecho caer en varios festivales incluso antes de su lanzamiento como ya contaba antes, pero creo que no merecen tener tantos focos sobre ellos y que con el tiempo será carne de aleatorio en los reproductores de música.
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REVIEW
WAKE OWL Por Jaime Mateo Herrero
La aventura musical de Wake Owl acaba de empezar y es una suerte poder presenciar los primeros pasos de una banda de folk que llama la atención con tan sólo unos segundos de escucha.Colyn Cameron se llama el compositor y cerebro de Wake Owl. Este chaval del sur de California llevaba más de diez años dedicándose a la música, aunque por otros derroteros.
El hip-hop y el rap marcó su adolescencia, la cuál dedicó a escribir sus primeros versos y a aprender a tocar la guitarra de forma autodidacta. Una vez graduado en algo relacionado con la agricultura, Colyn se dedicó a viajar y trabajar por granjas de Inglaterra, Alemania o Canadá. Estos viajes por todo el mundo le dieron al joven Colyn la inspiración suficiente para sentar las bases de su proyecto musical. Una vez instalado en Vancouver y después de pasar por diferentes grupos, Colyn decidió formar Wake Owly sacar a la luz todas esas canciones que compuso en sus viajes.
“Wild Country” es el primer EP de Wake Owl y nos llega de la mano de la discográfica Vagrant (EELS, City And Coulour, Edward Shape & The Magnetic Zeros…). Contiene tan sólo cinco canciones pero se hace tremendamente corto y te deja con muy buen sabor de boca. Pasa como una exha-
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lación de melodías folk y ritmos coreables. Abre “Wild Country” dándole nombre al disco, con la guitarra acústica como clara protagonista en esta canción y el resto del EP. La cálida voz de Colyn ayuda a fusionar estos dos instrumentos que en ningún momento llegan a saturar. Aquí no hay artificios extra, no hay sintetizadores, ni rastro de teclados. Es la sencillez pura de una guitarra y un amable punteo. “Gold” habla de la adicción de una persona cercana a Colyn, la lucha consigo mismo, con unos inicios melancólicos que acaban en un esperanzador estribillo. “Grow” y “Seaside” mantienen la estructura de estrofa a base de punteos y ritmo ascendente con la ayuda de una producción modesta pero efectiva. El puñado de canciones de este EP no descubren nada nuevo pero hay algo mágico en ellas y la escucha es más que agradable.
La principal preocupación de Wake Owl ahora mismo es compartir escenario con grupos como The Head And The Heart en algún remoto festival de folk. Digo esto para hacernos una idea del punto en el que se encuentra la carrera del humilde grupo de Colyn Cameron. Sin embargo, aunque él no lo sepa, sus canciones ya se dejan escuchar en algunos blogs que se hacen eco orgullosos de semejante descubrimiento.
REVIEW
EL TERCER SEMESTRE Por Jesús Daniel Marín
Desde los primeros compases de “Ratalan” entendemos el porqué del nombre del disco. Punteos de guitarra que nos llevan de la mano al mismo trópico mientras una voz viene desde lejos preguntándose si “alguien se preocupa por mí”. Esta es la tarjeta de presentación de “El Tercer Semestre”, un trío catalán que apuesta por un math rock instrumental de altísima calidad en su primer lanzamiento llamado “#TenderTropic”.
Y con “#TenderTropic” sientan las bases de su sonido y empiezan a hacer fans en cantidades considerables. Porque siempre es bueno tener una base, una referencia en cuanto a sonido, pero es mucho mejor hacer lo que te salga de los huevos y definirte a tí mismo. “Ratalan” puede sonar repetitivo, pero está lleno de matices, como esa melodía de bajo que no abandona hasta que entra la guitarra para reventar el tropicalismo de la canción y convertirla en fuego. “Manuel” empieza más calmada, siguiendo un ritmo mucho más cercano al math-rock al que nos podrían tener acostumbrados unos primeros Foals y acelerando de cara al final del tema, demostrando que en lugar de batería tienen una bestia a los platos y un bajista que no se queda a la zaga, prestad atención a cómo vuelan sus dedos por las
cuerdas. Con “Tropicat” volvemos a desempolvar el collar de flores y a tumbarnos en la playa con el daiquiri en la mano. Punteos muy frescos y originales, sensación de buen rollo pero como buen grupo de math rock, sin avisar entra un riff distorsionado que hace que los tímpanos se contraigan durante los tres o cuatro segundos que atrona. “Flowers” es el tema que más me gusta del disco. Un ritmo que avanza a paso constante entre guitarras que vienen y van y que no sé porqué me suena a banda sonora de videojuego hasta que salta el cambio de chip y vuelve esa violencia desgarradora en guitarrazos aquí y allá, sin descanso y acompañados por el constante martilear de la batería. Mención especial nuevamente a la presencia del bajo, esqueleto fundamental en el tema, hecho que se aprecia en la parte más acelerada del mismo.
Para rematar el EP, la banda empieza con “Fèlix Millet”, el tema más corto de los que lo componen. Es por eso que quizás sea el que más directo suene, con la necesidad de dar fuerza a algo que es mas breve. Dentro del mismo tema hay un pequeño interludio en el cual podemos disfrutar de unas percusiones que provocan que nos lancemos a bailar, irremediablemente. De nuevo, apa-
rece el tropicalismo salvaje en el disco y es una alegría. Hacer uso de este tipo de recursos hace que quieras seguir escuchando más y mas. Pero todo se acaba y el broche final lo pone “Obsolescencia”. Con este tema, El Tercer Semestre coquetea con el post rock. Unos acordes, la batería ejerciendo de protagonista y la estructura del tema sigue los cánones del estilo. Hasta que llega la sorpresa en forma de homenaje a uno de las mejores bandas sonoras de la historia del cine, o por lo menos, de las más reconocibles. No desvelaré claramente de qué tema se trata, pero sólo diré que muchos habéis imitado los movimientos de cierto púgil al subir unas escaleras. Y si os lo estáis preguntando, no queda bien, queda cojonudo.
En poco más de veinte minutos, El Tercer Semestre logra lo que otros grupos no consiguen en varios discos. Que te intereses por su música, que te apetezca escuchar más y disfrutar de sus canciones. Habrá que estar con los ojos bien abiertos, porque seguro que van a dar mucho que hablar y nosotros queremos estar ahí para cuando eso pase. De momento hay que darles la enhorabuena por hacer la música que sienten que tienen que hacer y conseguir que salga algo de tanta calidad.
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REVIEW | Por Joaquín Ollero
AUTRE NE VEUT
Autre Ne Veut publica su segundo álbum de estudio, titulado “Anxiety”, donde a lo largo de 10 canciones nos muestra qué significa sufrir ese estado de agitación e inquietud. Afortunadamente, las sensaciones que percibe el oyente durante estos 38 minutos son completamente contrarias al agobio.
Arthur Ashin de 30 años de edad es la persona que da forma a esta banda que ya ha pasado por el difícil recorrido de publicar un álbum debut (2010) con un éxito pasable y un extended play (donde podemos ver en portada la parte más íntima de una mujer en primerísimo plano) un año más tarde que tendría las mismas características de ese “Autre Ne Veut” inicial. Aunque estos trabajos pasasen bastante desapercibidos, hoy en día podemos afirmar que fueron necesarios en el sentido de que para llegar a este “Anxiety”, el
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artista tuvo que vivir ese proceso de aprendizaje y descubrimiento de los colores que él realmente buscaba para poder expresar con más exactitud lo que quería transmitir a través de su música. Ni más ni menos. Ocurre con Ashin y ocurre con el resto de mortales que pueblan este planeta. Día a día aprendemos y aplicamos nuestros conocimientos para expresarnos hacia el mundo de la forma que únicamente nosotros sabemos, con los pies en el presente y sin olvidarnos del pasado.
Este álbum lo podemos englobar en un género muy específico, ya que se siente mezcla de varias vertientes, por lo que nos lanzamos a la piscina para definir los 10 cortes de “Anxiety” como pop electrónico y rhythm and blues. Tomando prestadas las propias palabras de Arthur en una entrevista de Pitchfork, decía que quien no escuchase mucho R&B,
tendría la sensación de que este es un trabajo de R&B puro y duro, pero sin embargo, para quien este sea su género preferido, el álbum no encajará exactamente en este género y beberá de otros. De todas formas avisamos que este disco tiene de todo, y os sorprenderá encontraros en secciones bastante electrónicas, así como si de repente os dais cuenta de que estáis ante un soul de calidad: es real. Tiene de todo.
Con una temática basada en un exótico cocktail de sensaciones: una pizca de ansiedad, cierto regusto a la idea de muerte, y todo bien removido con amor, dolorosas rupturas y esas deliciosas reconciliaciones (o por lo menos las que se suplican), nos encontramos con canciones que experimentan una amplia gama de velocidades. “Play by Play” como carta de presentación, es simplemente una de las mejores de todo el
AUTRE NE VEUT
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lugar a dudas con ese detalle de voces robotizadas y autotuneadas que adornan unos rincones que nunca se encuentran en soledad, aunque lo que tenga más peso de este tema sea el pegadizo estribillo. Y llega el momento de bajar las pulsaciones con “A Lie”, una balada de estos días que entona el legendario “this is goodbye…” A lo largo del metraje de la canción se siente esa desesperación que tan bien sabe hacernos llegar este artista.
tracklist, y sufre una evolución in crescendo muy fructífera. El estribillo situado al final de la canción bien podría durar un buen rato, que el público estaría tan contento, pero es que la parte central de la canción con ese bombeo electrónico saturado es placer roto: simplemente es necesario tomarse como una obligación el derretirse con la voz de Arthur Ashin y sus “don’t ever leave me!” ya estén muy distorsionados o no, ya que son puro deleite.
“Counting”, primer single oficial de este segundo álbum de Autre Ne Veut, funcionó a la perfección a finales del año pasado cuando fue enviado al público con un mensaje muy claro: preparaos que vienen curvas. Gran parte de la comunidad indie se echó las manos a la cabeza imaginando que el álbum estaría a la altura de este tema. No hace falta que soñéis más. El comienzo de la canción nos presenta unos coros de
gran importancia para la estructura y que contrastan con la agudez del tono vocal del cantante para desembocar en un estribillo clásico y completo que funciona plena y correctamente. La instrumentación, los silencios sabiamente colocados y el ritmo de la canción la convirtieron en todo un éxito que iba recogiendo babas allá por donde iba pasando. Y lo sigue siendo.
A parte de los ya comentados tenemos que destacar la enorme cantidad de momentos inolvidables esparcidos por la alfombra roja de “Anxiety”, y es que ninguna canción tiene desperdicio. En absoluto.“Promises” tiene una endiablada percusión que hechiza desde el primer momento, y con toda la razón del mundo cuando iterativamente se van sumando instrumentos, voces a diferentes niveles y una explosión de promesas cumplidas. De “Ego Free Sex Free” me quedaría sin
“Warning” pasará desapercibida entre las multitudes, pero no debería. Las bajadas y subidas de potencia en la canción son desconcertantes y realmente adictivas, así como cada “warning!”, pero sobre todo, escuchen atentamente y presten atención a esa recta final en el que el ritmo se adecua a un nuevo entorno de confesión y sientan como muere una parte de ustedes al escuchar unos chillidos de rabia escalofriantes. “Don’t Ever Look Back” sigue mostrando con gran comodidad la gran paleta de tonalidades que dispone este disco. Tiene variedad e ideas originales que cambian de forma y temperatura gracias principalmente a la voz de Ashin que ha decidido tirarse al vacío para regalarnos una interpretación excelente.
Con unas cuantas pinceladas más, el disco llega a su fin con “World War” (que seguramente se convierta en el 3er single, para mostrar esa faceta más calmada), y nos deja un sabor de boca extenuante. Con esto me refiero a que este extenso mix de emociones que el autor ha decidido amasar no puede dejar indiferente a nadie. De una forma u otra, las sensaciones terminan llegando a nosotros y suponen una reflexión sobre ámbitos abstractos de nuestra vida. Bueno, y musicalmente es sencillamente genial. Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 25
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STARFUCKER Por David G. Altarejos Starfucker(simplificado STRFKR) vuelve a la escena con “Miracle Mile”, 2 años después de su anterior LP, “Reptilians”. Lo hacen con un buen puñado de hits debajo del brazo y siguiendo por el camino del indie-pop electrónico que les ha llevado hasta aquí.
La formación de Portland vuelve a la carga con su tercer álbum después de su debut en 2008 (“Starfucker”) y la secuela de 2011 “Reptilians”. Fue con esta secuela cuando se dieron a conocer con canciones como “Bury Us Alive” o “Julius”. En este nuevo disco siguen con la fórmula synth pop similar a grupos como Passion Pit o incluso MGMT, guardando las distancias. En total 15 temas (puede que a algunos se les haga pesado) de indie-pop bailable.
Una cosa sí ha cambiado con respecto a anteriores álbumes y EP. En esta ocasión ya no contamos con uno de los sellos marca de la casa, como era el filósofo inglés Alan Watts. En muchas de sus canciones se incluían partes de sus conferencias al principio o al final de las mismas, cosa que le daba un carácter místico-misterioso, ya que siempre eran temas abstractos y trascendentales. Era una mez-
cla rara, juntar extractos de charlas en la que se discute la nada, el vacío, la vida y la muerte, con ritmos indie-pop electrónico. Pero la verdad es que no desentona. Algo así pensaría el genio al que se le ocurrió mezclar el melón con el jamón… aunque a lo mejor venía con hambre después de una borrachera. Sea como fuere, en este disco nos despedimos del señor Watts y nos centramos exclusivamente en la música. No más canciones como “Mystery Cloud” o “Hungry Ghost”.
Como he comentado, su trayectoria es bastante lineal, sin muchos cambios de tercio, aunque sí se puede observar un cierto cambio con respecto al último LP. Es como si hubieran cogido lo que aprendieron con “Reptilians” y lo hubieran adaptado al estilo de sus inicios. Pero como digo, es un pequeño matiz; Starfucker nos vuelve a traer temas bailables como “While I’m Alive” que abre el disco o “Malmö”, la mejor del disco, con mucho ritmo, tarareos y silbiditos. Hacia el final tenemos “Leave It All Behind” que también invita a darnos unos bailoteos. El resto son canciones muchos más relajadas, de las cuales hay que destacar “Say to You”, la mejor de las tranquilas, “Beach Monster”, “Atlan-
tis” o “Golden Light”, que tiene un ritmo básico marcado por el bajo muy interesante. Hacia la mitad encontramos el interludio “Isea” que introduce a “YA YA YA” una canción rara pero con un no se qué, quizás sean los sintetizadores, quizás la voz aguda de Joshua Hodges.
La parte final es un poco densa y puede que a más de uno le sobren un par de canciones, pero un servidor no sabría que descartar. Forman un bloque de canciones más tranquilas, que no destacan para bien o para mal (muchos podrán argumentar que si no aportan nada entonces pintan menos) pero que a mí me resultan interesantes, aunque sea para escuchar de fondo mientras se hace otra cosa. Para cerrar el chiringuito, tenemos a “Nite Rite”, la canción más larga, de siete minutos de duración, casi instrumental, muy repetitiva (en el buen sentido de la palabra) que da el broche final de un modo correcto.
En resumen, no estamos ante el disco que cambiará tu vida. Es un álbum que pasará desapercibido, pero que se deja escuchar y además tiene unas cuantas canciones interesantes. Si el indie-pop más sintetizadores es lo tuyo, dale una oportunidad.
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CRÓNICA
La Riviera, Madrid (19/02/13) | Por Jaime Mateo Herrero Lo de Crystal Castles ya es una religión. El dúo de electrónica canadiense pasó por La Riviera de Madrid para arrebatarnos el aliento, la energía, la adrenalina y toda clase de indicador físico vinculado al éxtasis inmediato propio de la descarga electrónica que produce el directo de esta abrasiva pareja.
Los aledaños de la sala madrileña la Riviera agrupaba discretos botellones en grupos pequeños antes de la hora de comienzo del grupo electrónico. Error al fechar este concierto en un martes, pudiendo llegar al lleno absoluto en caso de fin de semana. En cualquier caso, allí estábamos los que queríamos ver a Crystal Castles en formato sala y no festival. Las críticas que uno llevaba acerca de las irregulares actuaciones del dúo hacían presagiar las más dispares actuaciones. Después de un tercer disco sobresaliente, “(III)”, pero no tan abrasivo como los dos anteriores, uno no sabía qué esperar de la tormenta electrónica de Crystal Castles en directo. Una vez dentro de la sala, el público esperaba tranquilo a la par que nervioso la aparición de Alice Glass e Ethan Kath, contemplando el art cover sacado de la famosa foto de Samuel Aranda al fondo del escenario.
Segundos. Eso fue lo que tardó en prender la mecha del directo de Crystal Castles. Un denso humo difuminó un comienzo arrollador que dio paso a un setlist que no dio tre-
gua en ningún momento. Mientras Alice desgarraba su voz en cada lamento, en cada grito de desesperación y se nos mostraba como la salvadora de todo caos en el escenario, Ethan se mantenía discreto pero firme a manos de los teclados y sintetizadores. Todo ello con ayuda del batería Christopher Chartran que también puso su grano de arena para dar forma a cada uno de los temas.
Alice, protagonista consciente del dúo canadiense y teñida con un color de pelo a juego con las epilépticas luces del directo, fue la catalizadora de cada una de las canciones que interpretó el grupo. El repaso a la discografía del grupo estuvo más o menos balanceado. Del primer disco no pudo faltar “Alice Practice”, “Crimewave” o “Suffocation” y del segundo la salvaje “Doe Deer” o la mística “Celestica”. La actitud de Alice es irreprochable, transmitiendo con cada movimiento la rabia de los temas. También recorrieron el tercer largo recién estrenado. “Wrath of God” o “Plague” sonaron espectaculares, y más teniendo en cuenta el recinto en el que nos encontrábamos, siempre de dudosa solvencia sonora. En “Sad Eyes”, clara triunfadora del tercer disco, el público enloqueció sin límite alguno. La canción que ha sido tachada de house comercial se nos tiró al cuello y no hubo refugio. También destacó sin duda “Not In Love”. Llámenlo himno, llámenlo rezo. Nos rendimos
a los versos cantados por Robert Smith, soñando con su figura en todo momento. Después del bis, cuando flojeaban las piernas, la adrenalina, el sudor y los posos de petaca, volvieron Alice e Ethan para volver a impulsar la Riviera al más absoluto desfase. Primero con una intro ajena a su discografía y finalmente para desembocar en “Intimate”.
Es cuando Alice se lanza a las primeras filas del escenario, como acostumbra, cuando entiendes realmente qué es Crystal Castles. Como un inevitable imán, Alice y su música atraen a la totalidad de masa del público como si fueran los más fieles seguidores de una oscura religión. Y cuando te abandona, sientes la ausencia de esa pérdida como una losa, con ganas de más misa, de más desahogo, de más música.
Es muy difícil describir con palabras cómo fue un concierto de estas características, pero está claro que la comunión entre grupo y público fue total y absoluta. Sabemos a lo que vamos y ellos se encargan de inyectárnoslo. Ni un hola, ni un adiós, todo sobra cuando con sólo la descarga incesante de canciones ya consiguen transmitir toda la desesperación que desprenden sus mandamientos. Una vez más, ellos mandaron y nosotros obedecimos agradecidos ante brutal chute de desgarro. En el Primavera repetimos. Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 29
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Joy Eslava, Madrid (21/02/13) | Por Quique Gómez
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Tras un lógico cambio de sala (la Moby Dick se quedaba, a todas luces, pequeña) a la céntrica Joy Eslava, el cuarteto nipón Mono se pasaban por Madrid para presentarnos su reciente “For My Parents” (2012), quinto álbum de estudio sin, evidentemente, la Wordless Music Orchestra con la que grabaron este último y el directo “Holy Ground: NYC Live” (2010).
Lo primero que hay que decir de su actuación, y para mi sorpresa, es que no sólo no eché de menos ninguna orquesta para las nuevas composiciones, sino que, creo, suenan mejor sin ella, sin parafernalia sonora, menos producidas, simplemente ellos cuatro tal y como las concibieron, como ha ocurrido siempre y como son originadas en el estudio, desnudas. Así, el repaso al nuevo álbum, además de lógico, fue amplio, pero lo fue más aún el del anterior con el que alternaban el set, “Hymn To The Inmortal Wind” (2009), que tocaron casi en su totalidad con especial protagonismo al final del bolo. Del resto de su discografía, tan solo la intensa “Halcyon (Beautiful Days)” del “Walking Cloud And Deep Red Sky, Flag Fluttered And The Sun Shined” (2004), dato sorprendente, pues viene a confirmar lo acotado de su setlist para la gira en general, y el poco intercambio de canciones entre ésta y el citado y
glorioso álbum de directo grabado en Nueva York en 2010.
Mono, en el escenario, presentan formación en rombo: el batería en el mediocentro a veces descansa, otras toca un xilófono, entretanto revienta caja y platos o al final acaba abusando de imponente gong; la bajista, de media punta, muchas veces se diluye entre tantísimo ruido buscando hueco y destacando en los tramos suaves o se va a la banda a tocar el piano; y en los extremos, sentados, los jugones de verdad, las estrellas del equipo (con sus peinados “visión túnel”). Takaakira Goto y Yoda, dos guitarristas de otro planeta que, sin necesidad de verlos en directo, uno ya se puede hacer una idea de qué palo van, es en concierto cuando aprecias que el peso de la banda recae, no sólo en su técnica, sino en cómo se apoya uno en el otro. La forma que tienen de alternarse para según qué canción, turnándose el peso melódico de la misma, es algo que no había visto nunca, y que si no se ve (se oye) en directo, jamás se podrá entender. Goto, haciendo más uso de pedales y de la armonía, a base de reventarse el brazo (seguro que lo tuvo que meter en hielo al finalizar), se encargaba del peso de la canción en general y del tono; mientras que Yoda, menos protagonista, pero
sí más polivalente, era el arreglo perfecto a todo lo demás, con acompañamientos, punteos, acordes y riffs a todas las velocidades posibles.
Aun echando de menos alguna canción de “You Are There” (2006) y, sobre todo, de “Under The Pipal Tree” (2001), el recital de los japoneses fue tal, que no se le puede reprochar nada en absoluto, todo lo contrario, pues un directo de Mono, dentro del género, lo tiene todo: calma, tensión, intensidad, insultante técnica y, por encima de todo, un dominio del timbre que ninguna otra banda podrá igualar jamás. La sensación de que allí iba a pasar algo muy grande comenzó desde el primer subidón de decibelios en “Legend”, hacia el minuto uno, con la que abrieron. El resto del abusivo espectáculo, entre la piel de gallina, los ojos cerrados y el meneo constante de cabeza. Por último, hay que agradecer el generoso volumen que desprendían los altavoces de la sala, los cuales, realmente, nos dejaron sonados a los allí presentes. Si hay que perder oído, que sea con bandas como esta. Y si siguen viniendo a Madrid, seguiré encantado de quedarme sordo con ellos. Gloria.
Pd: lo único que eché de menos fue a mi compañero Jesús Marín a mi lado.
Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 31
En defensa de las OPINIÓN | Por Laura Bauhaus
Kat Bjelland, vocalista de Babes in Toyland, decía sobre sí misma y sobre Courtney Love que cuando eran jóvenes eran putas, drogadictas, rockeras y folladoras, y querían hacerse con la ciudad.Cuando le preguntaron Pamela des Barres, la mujer más increíble que caminó por los 70, por qué era una groupie contestó que con un ¿por qué no? ¿por qué no formar parte de todo eso?
Cuando tenía dieciséis años y era estudiante, le dijeron a Cynthia Plaster-Caster que tenía que hacer algo con yeso. Ella decidió hacer un molde de la polla de Jimi Hendrix. A mi se me ocurren cosas más divertidas que hacer con una polla, pero no negaré jamás que volver a clase con un falo de yeso tiene un nivel bastante alto de echarle valor y hacer lo que te dé la gana.
La propia Courtney Love dijo que era completamente normal perseguir al chico que te gusta hasta acostarte con él, estar gorda y fea después de haber parido y firmar un contrato discográfico sin pasar por la cama de nadie. Todo lo que he hecho durante toda mi vida es completamente normal. Mientras, Sable Starr se acostaba con Iggy Pop. Después, diría que nunca tuvo nada de lo que arrepentirse. Esas son las mujeres del rock, las mujeres de la música, como diablos quieras llamarlas. Yo las voy a llamar fulanas porque confío en vosotros y espero que captéis la ironía. Están a la misma altura que Joan Baez o Patti Smith y, sí, soy consciente de que entran todas en la categoría de panda de zorras. No por quién follaban o por cuanto lo hacían, sino porque a esa actitud
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ahora le llamamos puta, le llamamos zorra. Esas mujeres desconocidas me han enseñado parte de lo poco que sé sobre música y todo sobre cómo comportarme en un concierto. Yo me comporto muy mal en los conciertos, pero es la clase de comportamiento del que no tengo ningún motivo para arrepentirme.
Lo que me da miedo ahora es volver de un concierto y pensar que fue Pamela des Barres la que me hizo darme cuenta de que podía hacer lo que me diese la gana. Parece que todo eso se ha muerto, que ya no es agradable. Vuelvo de conciertos, de conciertos de lo que sea, y todo está lleno de chicas que en lugar de tener ganas de volverse locas y de vivir, tiene actitud de novias. Novia es una palabra que ya ha dejado de tener sentido, que no tiene nada que ver con ser la pareja de alguien, sino con ser una chica de la música, de aquí dentro, que en lugar de tener nombre tiene una actitud silenciosa y una forma de mover únicamente la cabeza cuando esta viendo música que hace que me entren ganas de vomitar. Las novia de la música son todas las chicas que nunca han defendido a gritos su opinión sobre cualquier grupo, ni cantado a gritos una canción en el momento más inadecuado posible. Las novias, ya sabes. Nunca hacen el ridículo, esas chicas. Tampoco están en primera, ni fuera, con la minifalda un poco subida, la espalda apoyada en la pared, el cigarrillo en la mano y la cintura doblada hacia delante de tanto reírse.
Las novias no saben jugar, ni tampoco quieren, y eso no me parece mal. Quiero decir, son muy aburridas pero seguro que
s fulanas del rock son buenas chicas. Pero no puedo estar de acuerdo con validar su comportamiento y no el de las fulanas, porque nunca he sabido jugar como una niña buena. Lo que me preocupa un poco es que las otras estemos perdiendo terreno. Ponte a ver Almost Famous, llega a la parte en la que Penny Lane grita que ellas no son groupies, que son banderas, y que están ahí por la música. Mira, cada vez que una puta, una de esas chicas que visten raro y llevan zapatos todavía mas raros va a un bolo, lo hace porque tiene muy claro que su propia vida es este momento y que es mejor recordar que te has vuelto loca en multitud de salas de conciertos en lugar de acordarte de como, durante todos tus veinte años, no bailaste ni gritaste en ninguno. ¿De verdad ya no os gustan las fulanas? ¿Ya no os parecen divertidas ni de otro maldito planeta? ¿Vais a seguir mirándonos con esa cara durante mucho rato más? Todas esas chicas que corren encima de los tacones con una botella de cerveza en la mano completamente borrachas, que os manchan la cara de pintalabios, que dicen que vuestra colección de discos es una mierda y luego se ríen, y después nombran a un grupo que también os gusta a vosotros, y se vuelven completamente locas y no paran hasta haceros sentir cómo esa música que tenéis en común les voló la cabeza a ellas hasta que se convirtieron en una persona completamente distinta de la que eran. No estoy hablando de follar. No estoy hablando de groupies Estoy hablando de las mujeres gritonas que hablan de que todavía no son todo lo salvajes que querrían, de las que recuerdan que eran muy, muy pequeñas y ya se sabían cancio-
nes enteras de Queen, y enlazan rápidamente esa información con su top five de guitarristas muertos, y te obligan a que elabores el tuyo con toda la rapidez que puedas, que nunca va a ser suficiente. Esas chicas con fama de locas, de guarras, que no son las mas guapas, a las que les importa una mierda ser las más guapas, o romperse los zapatos, pero que no van a soportar que no te las lleves de fiesta y les cuentes cuál fue el disco que escuchaste y que te hizo pensar que vale, que tú también querías tocar, que podías y necesitabas gritar así, porque quieren que les pasen todas las cosas y escuchar a todo el mundo, y no van a esperar ni un minuto más para tenerlo. Las chicas, joder, las putas del rock and roll. Las que estamos pidiendo a gritos que nos rompáis el corazón y que nos insultéis para insultaros más, las que nos morimos de ganas de que un abrazo. ¿Por qué ya no os parecen divertidas? ¿Por qué cojones no nos queréis ayudar?
Necesito citar otra vez a Pamela des Barres, la reina de las groupies, la mujer que es una de mis mejores amigas pero todavía no lo sabe, porque dijo, refiriéndose a sus chicos, a The Doors, The Who o Led Zeppelin, que los inspirábamos tanto como ellos a nosotras. Necesito que acordéis de que estábamos aquí antes que vosotros, y de que estamos locas, pero también estamos vivas, y sabemos beber, y sabemos reírnos. O, al menos, que nos dejéis jugar tranquilas. Seguid llamándonos putas, pero dejad de decir que eso está mal y de pedirnos que nos callemos, porque no vamos a hacerlo.
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I N D I E Q U E TA S ¿Tienes una banda?
Entonces estás en la sección adecuada. En este espacio tratamos de ayudar a esos grupos musicales que están comenzando y quieren darse a conocer, quieren que la música que han creado con tanta pasión sea escuchada por la mayor cantidad de personas posible.
¿Cuáles serán promocionadas?¿Qué sacan de beneficio las bandas?
Una vez que escuchemos la maqueta en la redacción los discos autoproducidos/maquetas/EPs que recibamos en nuestro correo, elegiremos las que más nos gusten y serán promocionadas mediante una pequeña review que será publicada en la web, como también en nuestra cuenta de twitter y Facebook de la revista. En esta review hablaremos sobre la banda y la maqueta. Además las 5 mejores maquetas de cada mes saldrán en la revista del PDF mensual en su sección correspondiente.
El estilo musical nos es indiferente, aunque debería encajar dentro de los que solemos hablar en la revista: indie, rock, rock alternativo, post-rock, shoegaze, indietronica, dreampop, psicodélica,..etc.
¿Qué es necesario?
Tener un disco autoproducido/EP/Maqueta. Mínimo 2 canciones. Tener vuestro trabajo colgado en Soundcloud o Bandcamp. No tener sello discográfico.
¡Envíanos vuestro trabajo!
Las demos/maquetas/EPs nos las tenéis que enviar a esta dirección de correo: indiequetas@indiefermag.com
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ICOTOP FEBRERO 2013 Por Quique G贸mez
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Ico Top | INTERNACIONAL EELS
Wonderful, Glorious
Maravilloso, Glorioso… con dos cojones. El desgraciado (de forma literal, que yo lo quiero mucho) Mark Oliver Everett (E) tarda casi tres años en editar la continuación de “Tomorrow Morning” (2010), tercera parte de esa supuesta trilogía que editó en menos de año y medio que comenzaba con “Hombre Lobo” (2009) y continuaba con “End Times” (2010). En esa época, en lugar de condensar todo ese material en un, por ejemplo, doble álbum como hizo anteriormente con el maravilloso y hasta ahora su mejor álbum, “Blinking Lights And Other Revelations” (2005), decidió distribuir su genio en tres álbumes distintos, con temática propia, pero repartiendo su talento de forma un tanto irregular.
Mr. E se deja de gilipolleces y concentra toda su fuerza para su décimo álbum de estudio bajo el nombre de su banda (firmó dos discos previos en solitario bajo su seudónimo a principios de los ’90), aunque ésta le haya ido abandonando progresivamente. Tanto E como Eels fue, es, y será siempre Everett
en solitario. En “Wonderful, Glorious”, por tanto, nos encontramos, más o menos, con lo que se espera de un artista capaz de hacer discos entre el pop y el rock más o menos crudo, con baladas tristes y blues trotón. Pero la sorpresa es que, en lugar de seguir lamentándose de tanta desgracia a su alrededor, al igual que hizo con su conmovedora y muy recomendable autobiografía “Cosas Que Los Nietos Deberían Saber” (Blackie Books, 2009), es capaz de dar la cara, sacar una sonrisa, aceptarlo y seguir hacia delante. Mérito.
Podemos decir que el amigo barbudo está enorme tanto en una vertiente como en la otra, aunque el terreno del melodrama es el que mejor conoce, y por tanto, el que mejor resultados le proporciona. “True Original”, tan desnuda ella, con una sola guitarra y un teclado de fondo, es el ejemplo perfecto, porque nos deja escuchar una voz cada vez más vieja pero con más sentido. “Accident Prone” juega en el mismo plano de la sencillez, pero sin ese poso melancólico; “On The Ropes” sigue con esa línea aunque llevada más al término pop y mucho mejor que todo lo “forzadamente optimista” que se mantuvo en “Daisies Of The Galaxy” (2000), donde, descaradamente, luchaba contra la depresión post “Electro-Shock Blues”
(1998), una maravilla de álbum, pero tan grande como triste. “The Turnaround”, además, contiene el desgarro final de una persona que, realmente, merece quejarse, gritar y dar un golpe sobre la mesa. Otro jodido temazo.
La otra mitad, la que se mueve dentro del rock, pero sobre todo del blues, nos llega desde la primera, con una “Bombs Away” reivindicativa, al más puro estilo Tom Waits. Le sigue “Kinda Fuzzy” donde se mantiene protestón, pero es la sorprendente “Peach Blossom” (elegida primer single) la que nos enseña las cartas de estrella de rock, con riffs pesados pero nunca cansinos como en su más mediocre y sobreproducido “Souljacker” (2001). “New Alphabet” y “Stick Together”, seguidas, continúan esa línea blueseraque tan bien apuntan a la diversión del directo. Hay más (y mejor), pues en “Open My Present” está soberbio, con ramalazos a lo Led Zeppelin, y para el broche final, la mejor canción del disco, la homónima “Wonderful, Glorious”. Un cierre que te arrastra desde el mal gesto de una vida de mierda a base de rock and roll hasta el, ahora sin forzar, mayor de los optimismos. Mark Oliver Everett, ahora sí, es feliz. Y por su puta culpa, nosotros también.
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Torres / Torres
¿Qué tendrá de malo querer parecerse a un artista en particular si se hace bien? Vale, sí, es demasiado evidente y la comparativa salta a la vista desde la primera canción, pero… joder, la imitada (e idolatrada) no es ni más ni menos que PJ Harvey, y sólo eso ya justifica prestarle atención. Ya tuvimos una buena ración de Polly Jean con el estupendo debut de Anna Calvi (¿dónde mierdas se mete?) en su versión más épica del rock. Lo de Torres es diferente, es la vertiente desnuda del desgarro de esas canciones que sólo la de Dorset sabía hacer, con apenas una guitarra eléctrica y su propia voz (casi todo el álbum), algún sutil coro o incluso batería con cierto protagonismo. Se dio a conocer con “Honey”, la más parecida a “Dry” (1992) o “Rid Of Me” (1993), pero eso, de hecho, es la mejor forma para dejar las cosas claras desde el principio. Que se lo empiece a creer, que no anda tan lejos.
Iceage / You’re Nothing
Salvajes, ruidosos, feroces, ariscos y hasta groseros… pero extrañamente encantadores. El debut de Iceage en 2011, “New Brigade”, nos hacía tomarlos muy en serio, pero no sabíamos realmente de qué coño iban estos daneses. Entre el garaje, el revival, el punk y el indie-rock a secas, podían haber sido unos The Horrors más, con el post-punk por bandera tan de moda (ahora que se han pasado (algo) al shoegaze) y que tiene tan buenos seguidores como Holograms o Toy. En “You’re Nothing” se dejan de intros, de pedales y de adornos para ponernos en situación y no desperdiciar ni un solo minuto de los 28 y medio que dura este segundo álbum (generosos, pues el debut dura 24). En menos de media hora, por tanto, te han dejado en pelotas con tanta mala hostia y ruido (con sentido) que desprenden canciones como “Ecstasy”, la que abre, y ese grandioso puñado que lo sucede. Dos de dos. Cuidado con ellos.
Beach Fossils / Clash The Truth
Hay un detalle que resume a la perfección el cambio de registro en el nuevo álbum de este cuarteto de Brooklyn: en la misma duración (unos 35 minutos) caben 14 canciones donde antes, en su homónimo debut de 2010, entraban 11. Dentro del marco lo-fi más o menos post-punk, Beach Fossils han girado hacia la dirección de bandas como The Drums o Best Coast, es decir, haciendo más accesible el formato de canción oscura con el que se dieron a conocer. Básicamente, lo único que ha cambiado es la velocidad a la que suena todo, ya que la nitidez de las guitarras (que los acercan a Real Estate) mezcladas con lo emborronado de lo demás, sigue sonando la hostia de atractivo. La influencia del otro proyecto de Zachary Cole Smith en solitario (el aún mejor debut como DIIV) se ha dejado notar en canciones con menos poso, pero con más inmediatez. Y “Shallow” es, desde ya, la mejor canción de esta banda en crecimiento.
Pissed Jeans / Honeys
Menudo seguro de vida estos Pissed Jeans que no hacen un puto disco malo. Con ellos, de hecho, me veo obligado a enfurecer y hablar mal, joder. 35 minutos de bofetón a mano abierta este “Honeys” y que está a la altura de los también breves, pero igual de intensos, “Hope Of Men” (2007) y el mejor “King Of Jeans” (2009). Probablemente, y esto son palabras mayores, sean ellos los que representen la mayor calidad dentro del punk-hardcore del sello Sub Pop. Este portentoso cuarteto de Pensilvania, pese a algún cambio de formación, continúan con la senda del escupitajo garajero, pero lejos del formato dúo tan de moda en la actualidad (Japandroids, No Age…), ellos prefieren el peso de las dos guitarras y el ritmo del bajo. De hecho, están más cerca de bandas como Fucked Up aunque sonando más guarros. Un jodido desfase cuando llegas a maravillas sonoras como “Van In Costume” y que les dan la razón a tanta densidad.
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Ico Top | NACIONAL
Lendrone / Uno
Ya desde la primera escucha uno sabe que este “Uno” tiene “eso” que los diferencia del resto y que son muchos oídos inquietos los que van buscando algo así. Pero es, a medida de ir sumando escuchas, cuando te das cuenta de que va mucho más allá que la simple idea de supuesto grupo friki y original
(¿Ratatat a la española?); te das cuenta de que es un discazo. Andrés Satué (guitarra y teclados), Jorge García (bajo y sintetizador) y Juan Alvedro (batería) firman el, de momento, debut nacional del año. Los coruñeses Lendrone se formaron a finales de 2010 con las ideas bien claras, pues pasado medio año, a mediados de 2011, ya tenían a la venta su primer asalto, “Lendrone EP I” con el que rodaron por tierras allegas gracias al boca a boca. Un EP que contenía la misma propuesta que ahora (de hecho, está regrabado aquí en su casi totalidad) pero que se quedaba corta, pues en su debut en largo pueden desarrollar ideas e interludios (“La Mécanique Moderne”) que quedan de maravilla
con la experimentación de su sonido. Es difícil clasificarlos y habría sido muy, pero que muy fácil haberla cagado, pues a uno no se le ocurre mezclar guitarras tan bien sonantes (“Misa En Detroit”) con electrónica retro a lo ciencia ficción (“Methavolante”), con krautrock alemán (“Don Balón”), con rock a secas (“Non Tal!”) o con math-rock de diseño estilo Battles (“Mikromaschine”) o Fang Island (“Electromontrove”). Sólo el subgénero del subgénero que practican en cada canción suena atractivo.
El sello Matapadre (Unicornibot, Disco Las Palmeras!, etc…) cuenta ahora con Lendrone entre sus filas: un auténtico diamante en bruto.
Tigres Leones / Mucho Spirito
Por fin el debut en largo de Tigres Leones, el ecléctico cuarteto (los hay de Getxo, Sevilla y Vallecas) de rock psicodélico afincado en la capital tras la incorporación de Rosa Ponce. Antes, como trío, se hacían llamar La Castafiore, y llevaban dando tumbos varios años grabando sencillos, EP’s y maquetas, antes y después del cambio de nombre y formación. La piedra filosofal del sello Sonido Muchacho, con la que empezaron la aventura tras la grabación del single “Arder/Bailar” (2012), se ha materializado, por fin, en este “Mucho Spirito”. A grandes rasgos, sí, es psicodelia rock, pero no en el sentido de Pink Floyd, sino en el de la urgencia: canciones rápidas, a veces incómodas, con mucha pegada, mucho más cercano al rock alternativo de Pixies y con letras que dicen mucho más de lo que cantan. Podríamos estar hablando de Triángulo De Amor Bizarro, pero no, la diferencia con los gallegos es que, Tigres Leones, suenan más fuerte, menos indie.
Julio De La Rosa / Pequeños Trastornos Sin Importancia
Llega un momento en la vida en que no podemos anclarnos a echar de menos a una banda. En este caso, el retorno de El Hombre Burbuja igual no es tan necesario, pues su líder en solitario, Julio De La Rosa, se encarga de que no los añoremos tanto. Además, las resultonas reuniones, no las descarta nadie. El ya quinto álbum de este cantautor, compositor (bandas sonoras incluidas) y escritor, “Pequeños Trastornos Sin Importancia”, igual no está a la altura de su anterior trabajo, el genial “La Herida Universal” (2010), e incluso es permisible cogerle manía en canciones como “Kiss Kiss Kiss Me”. Pero nada más lejos de la realidad, pues en las otras nueve, nos encontramos con lo que ya sabíamos de él: ingeniosas letras (“Borrón Y Cuenta Nueva” junto a Ainara LeGardon), tramos sonoros preciosos (“Un Corazón Lleno De Escombros”), un comienzo impecable (“Colecciono Sabotajes” y “Gigante”) y un final épico con el que siempre da en el clavo (“Glorieta De Trampas”).
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INDIESPENSABLES: Febrero 2013
Quique Gómez
DISCOS
CANCIONES
Jesús D. Marín
DISCOS
CANCIONES
F. Javier M. Bel
DISCOS
CANCIONES
1. My Bloody Valentine - mbv 2. Eels - Wonderful, Glorious 3. Torres - Torres 4. Iceage - You’re Nothing 5. Beach Fossils - Clash The Truth
1. Dead Sons - The Holliers & The Hymns 2. Foals - Holy Fire 3. My Bloody Valentine - mbv 4. Ocean Colour Scene - Painting 5. We Are Ghosts - Bleeding/Healing
1. Dead Sons - The Holliers & The Hymns 2. Hadouken! - Every Weekend 3. Foals - Holy Fire 4. My Bloody Valentine - mbv 5. Miles Kane - Give Up
1. My Bloody Valentine - In Another Way 2. Primal Scream - 2013 3. James Blake - Retrograde 4. Destiny’s Child - Nuclear 5. Beach Fossils - Shallow
1. Dead Sons - Quest For The Fire 2. Hadouken! - Levitate 3. Bigott - Oh Yeah! 4. Alabama Shakes - Always Alright 5. The Postal Service - A tattered Line Of String
1. Dead Sons - Quest For The Fire 2. Hadouken! - The Vortex 3. Miles Kane - The Competition 4. My Bloody Valentine - She Found Now 5. Foals - Moon
David G. Altarejos DISCOS
CANCIONES
Joaquín Ollero
DISCOS
CANCIONES
DISCOS
CANCIONES
1. FIDLAR - FIDLAR 2. Local Natives - Hummingbird 3. Starfucker - Miracle Mile 4. Foals - Holy Fire 5. Veronica Falls - Waiting For Something To Happen
Alejandra Otero
1. Autre Ne Veut - Anxiety 2. My Bloody Valentine - mbv 3. Naked Lunch - All is Fever 4. Doldrums - Lesser Evil 5. Jamie Lidell - Jamie Lidell
1. Dead Sons - The Hollers & The Hymns 2. Nick Cave & The Bad Seeds - Push the Sky Away 3. Miles Kane - Give Up 4. Mogwai - Les Revenan 5. Foals - Holy Fire
40 INDIEFERENCIA MAGAZINE Marzo 2013
1. Starfucker - Malmö 2. Local Natives - Black Balloons 3. Phoenix - Entertainment 4. Atoms For Peace - Judge Jury And Executioner 5. FIDLAR - Wake, Bake, Skate
1. Autre Ne Veut - Play by Play 2. Unknown Mortal Orchestra - So Good At Being... 3. Veronica Falls - Teenage 4. Jim James - A New Life 5. Iceage - Wounded Hearts
1. Dead Sons - Hold On 2. Miles Kane - The Competition 3. Foals - Late Night 4. Nick Cave & The Bad Seeds - We No Who U R 5. Mogwai - The Huts
INDIESPENSABLES: Febrero 2013
Ander Sim贸n
DISCOS
CANCIONES
Jaime M. Herrero DISCOS
CANCIONES
1. Local Natives - Hummingbird 2. Beach Fossils - Clash The Truth 3. Julio de la Rosa - Peque帽os Trastornos sin... 4. Eels - Wonderful Glorius 5. My Bloody Valentine - mbv
1. Foals - Holy Fire 2. My Bloody Valentine - mbv 3. Local Natives - Hummingbird 4. Nick Cave & The Bad Sees - Push The Sky Away 5. Veronica Falls - Waiting For Something To Happen
1. Julio de la Rosa - Colecciono Sabotajes 2. Local Natives - Wooly Mammoth 3. James Blake - Retrograde 4. Beach Fossils - Clash The Truth 5. Veronica Falls - If You Still Want Me
1. My Bloody Valentine - In Another Way 2. James Blake - Retrograde 3. Phoenix - Entertainment 4. Local Natives - Colombia 5. Veronica Falls - If You Still Want Me
LISTAS SPOTIFY
URL - http://open.spotify.com/user/1113679117
Marzo 2013 INDIEFERENCIA MAGAZINE 41
REDACCIÓN
Ander Simón, Quique Gómez, Joaquín Ollero, F. Javier Moreno, Jesús Daniel Marín, David García Altarejos, Alejandra Otero, J.N. Carretero, Sergio Herguedas, Jaime Mateo Herrero, Daniel López Martín y Laura Bauhaus, Inma Paz. DISEÑO & MAQUETACIÓN
F. Javier Moreno
www.hrstudios.es WEB
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Fotos Autre Ne Veut por Jody Rogac - www.jodyrogac.com
contact@indiefermag.com En INDIEFERENCIA Magazine tenemos el fin de divulgar información sobre la música que nos gusta. Desde los grupos más destacados de la escena hasta las nuevas bandas que aún son desconocidas por la mayoría del público.