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Hernán Durán

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Andrés Martin

Andrés Martin

Por Hernán Durán Presidente de Eco Ingeniería Sustentable e Inversiones

Economía circular: ¿estamos bien vestidos?

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La gestión de los residuos sólidos nos depara sorpresas. Por una parte, nos maravillamos ante el descubrimiento de nuevas tecnologías que permiten reciclar o reutilizar material que creíamos perdido. Por otra, nos desconsolamos por el impacto que producen determinados residuos. En vez de evitar su generación se buscan trampas para que pasen “piola”, como ocurre con la ropa usada que se exporta a países como el nuestro para un segundo uso. Casos en que la ropa usada americana se desparrama en sitios eriazos, como sucede en los alrededores de Iquique, se descubren a diario en nuestro continente.

La economía circular (EC) efectivamente hace casi un círculo en los países desarrollados (PD), pero en los países en vías de desarrollo (PVD) es un semicírculo con dos guatitas que le disminuyen su interés. Los países no industrializados tienen una matriz de insumo-producto con pocos casilleros vacíos, en tanto que los que sí lo son, cuentan con muchos más productos manufacturados que demandan incansablemente insumos para su producción, generando una demanda importante de reciclables.

Teóricamente, la EC comienza en la producción de un bien candidato a residuo y termina en el reciclaje. Se parte de la base que una porción importante de los insumos materiales e inmateriales la puede proporcionar el propio mercado en los países industrializados. En los PVD, dentro de los insumos, cuando hay producción, no están incluidas las características y la calidad de todo lo necesario en términos de materias primas y otros. Es nuestra primera guatita.

Naturalmente el producto está diseñado en su forma y contenido para que cumpla con las exigencias de mercado de los PD y también con las condiciones que faciliten su ecodiseño para hacer más eficiente el reciclaje, permitiéndole ser parte de la economía circular. Para nosotros esta carencia es nuestra segunda guatita. A todo eso se le llamaba el ciclo de vida del producto y del residuo. El cambio solo ha sido en el lenguaje para hacerlo más comprensible para el mundo empresarial y los formuladores de políticas, y hacerlo más atractivo para las ONG.

Ahora le estamos agregando la idea del diseño ingenieril y solicitando que se agreguen los insumos (como materias primas, combustibles…) para ver si estamos hablando del mismo círculo para los PD y los PVD, y acercándonos a lo que podría ser una contribución a la estrategia para paliar el cambio climático.

Sin descartar la idea de la economía circular, a lo mejor debiéramos concentrarnos en una búsqueda activa para el tratamiento de nuestros propios residuos.

ALERTAS EN EL AGUA

Estudio del CRHIAM advierte sobre la baja calidad ambiental de las fuentes de agua potable en algunas regiones y la necesidad de otros modelos para evaluar contaminantes y asegurar la conservación de los ecosistemas.

“E l agua, como elemento fundamental para nuestra subsistencia, reviste una especial preocupación por sus alteraciones en cantidad y calidad”. El fragmento anterior pertenece a la presentación del estudio “Calidad ambiental de fuentes de agua potable de empresas de servicios sanitarios en Chile, periodo 2014-2020”, desarrollado por el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería (Centro Fondap CRHIAM), y pone de manifiesto la permanente necesidad de realizar investigaciones de este tipo.

El informe es parte de la Serie Comunicacional CRHIAM, edición especial, publicada durante este año. Recoge datos públicos de calidad de agua entregados a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), y muestra valores de calidad de agua de diferentes fuentes de captación, ya sea superficial y/o subterránea. Para poder analizar el nivel de calidad que tienen las diferentes fuentes, los datos fueron comparados con las guías para calidad de agua de Australia, Nueva Zelandia y Canadá, de manera de establecer rangos referentes a la calidad ambiental de cada una de las fuentes según los parámetros informados.

Los principales compuestos analizados fueron: nutrientes (amoníaco, nitrito y nitrato), sólidos disueltos totales, color verdadero, turbiedad, fluoruro, magnesio y parámetros microbiológicos, como E. coli y coliformes totales.

PRINCIPALES RESULTADOS

El estudio determinó que los valores promedio de nitrato en aguas superficiales entre las regiones de Antofagasta y Magallanes están por debajo de los 13 mg/L (buena calidad ambiental, según guía canadiense), pero hay excepciones en Valparaíso con fuentes que reportan concentraciones superiores a 35 mg/L.

Este escenario es muy diferente en aguas subterráneas. De Arica y Parinacota al Maule se reportan promedios de nitrato por región entre 10-35 mg/L y, en muchas fuentes de agua de bebida dentro de una misma región, se observan concentraciones medias sobre los 40 mg/L, incluyendo algunas en Biobío y Araucanía. Debido a esto, es posible indicar que la mayoría de las regiones captan aguas de media y baja calidad con concentraciones de nitrato superiores a 11 mg/L. Esto, según guías internacionales, permite proteger el 95% de las especies que habitan en aguas dulces.

En relación a sólidos disueltos totales, las concentraciones medias en aguas superficiales escasamente superan los 1.000 mg/L entre Atacama y Magallanes. Sólo la región de Antofagasta promedia sobre este valor, debido a fuentes con concentraciones superiores a 4.000 mg/L, algo propio de aguas salobres. El caso anterior se amplía en aguas subterráneas. Fuentes en regiones como Arica y Parinacota, Antofagasta, Atacama y Valparaíso extraen agua con concentraciones iguales o mayores a 5.000 mg/L.

Cabe indicar también que el parámetro de color verdadero presenta baja calidad ambiental (>40 Pt-Co) en algunas fuentes superficiales y subterráneas localizadas en el Biobío y La Araucanía.

El estudio recoge datos públicos de calidad de agua entregados a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS).

NUEVOS ESFUERZOS

La sostenibilidad ambiental de los ecosistemas acuáticos ha sido foco de creciente preocupación en Chile. Este y otros estudios realizados por CRHIAM y otras organizaciones así lo reflejan.

“Cumplir el DS 90 para descargas de residuos líquidos a ecosistemas superficiales es un piso muy mínimo y los esfuerzos deben centrarse en entender la biodiversidad de los ecosistemas donde se están realizando los vertimientos. Es la forma de ser proactivos en generar información de base para operar con un real cuidado al medio ambiente, potenciando la elaboración de normativas secundarias de calidad ambiental de las aguas en aquellos ecosistemas que aún no las tengan y/o autocontroles de las descargas, atendiendo a la conciencia ambiental”, proponen en el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería.

Aunque nuestro país dispone de normativas que regulan las descargas a cuerpos superficiales, en el CRHIAM advierten que “no se está asegurando la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas. A la ciudadanía esta realidad se le hace evidente al observar el deterioro ambiental de su entorno y, por lo tanto, entiende que deben establecerse nuevas exigencias para un mayor control de la contaminación. Para eso, el sector productivo debe asumir de mejor manera sus obligaciones de responsabilidad social y con el territorio donde está operando, respetando a las comunidades donde se inserta”.

Siguiendo con los desafíos en la materia, en el CRHIAM aseguran que hoy Chile requiere de una sólida base de información científica, “la cual no existe o está totalmente disgregada, debido a que el ámbito de los recursos hídricos se relaciona con distintas instancias de la institucionalidad chilena. Se hace necesario revisar en forma conjunta el escenario de escasez hídrica que afecta al centro y sur del país, donde se localiza la mayor cantidad de fuentes reguladas por el DS 90. Además, se requieren incorporar herramientas que la ciencia ya ha desarrollado para ayudar a mejorar el seguimiento y control de la efectividad de la normativa vigente”, acotan.

Plantean, asimismo, que entender que la protección del medio ambiente es también la protección de nuestra salud “es fundamental para comprometerse con nuevas exigencias de control ambiental y con la necesaria capacidad de fiscalización que debiera desplegar el Estado en el control del cumplimiento de la normativa vigente”.

MEJORES ESTÁNDARES

Por todo lo ya indicado, en el CRHIAM sostienen que es necesario avanzar en mejores estándares de sostenibilidad acordes al siglo XXI. “Para eso no se necesita aumentar el número de parámetros regulados para realizar seguimiento de las descargas antropogénicas a los ecosistemas, lo que siempre genera la resistencia del sector productivo. Lo que corresponde es hacer la evaluación de contaminantes a través de modelos que ya han sido implementados con mucho éxito en países de mayor desarrollo”, precisan.

Ejemplos de lo anterior son el uso de bioensayos de toxicidad y la evaluación de los efectos ambientales de las descargas, como el desarrollado por el Ministerio del Medio Ambiente de Canadá para descargas de plantas de celulosa, mineras y de aguas servidas. Y también las cargas máximas diarias aceptables de contaminantes que son reguladas por la Agencia de Protección de Estados Unidos (US EPA), para comprobar efectivamente que las descargas no tengan efectos tóxicos sobre la biodiversidad en el medio que las recibe.

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