¿Periodismo Cultural o Periodismo con énfasis en Cultura?

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¿PERIODISMO CULTURAL O PERIODISMO CON ÉNFAIS EN LA CULTURA? "Cultura, es el aprovechamiento social del conocimiento" Gabriel García Márquez.

Por: Lisandro Penagos Cortés*

Carece de sentido para convocar a un Diplomado de periodismo con énfasis en cultura repetir que la cultura es la cenicienta de los presupuestos gubernamentales y de las agendas de los medios de comunicación. Ese es un diagnóstico tan evidente como desafortunado. Evidente porque se comprueba con un leve asomo y desafortunado porque no ocurre solo con el espectro periodístico llamado cultural, sino con todos los otros escenarios mediáticos: política, economía, deportes, ciencia, etc. En principio todo el periodismo debe regirse por iguales nociones y procedimientos, y en la práctica, todo el ejercicio periodístico padece los mismos problemas: poca investigación, cuando no nula; escasez de fuentes o algo peor, el unifuentismo; inmediatez, información sin contexto amparada en validar la capacidad de reacción, es decir, solo importa la variable tiempo; y acaso lo más grave, cubrimiento coyuntural y espectacularización, soportadas estas características en plataformas tecnológicas que muestran espacios y obvian contenidos. No se cubre nada que no sea espectáculo y al final todo termina siendo entretenimiento ramplón. No importa si es una masacre o una obra de teatro. Se cubre con la misma lógica y el mismo paradigma: es lo que quiere la gente. Hay que “darle carne al monstruo” y buscar con sabueso olfato, la actualidad, la capa más superficial de la realidad y escenario predilecto del escarnio público. *

Comunicador Social y periodista. Magíster en Lit. Colombiana y Latinoamericana de la Universidad del Valle. Docente Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Comunicación Social Universidad Autónoma de Occidente


En Colombia el orden público, la política y el deporte, copan la agenda mediática. Aunque sería más preciso hablar del desorden público, de la politiquería (con procesos judiciales donde los estrados son los medios) y del fútbol, porque se ha convertido para los medios en sinónimo de deporte. Añádase algo de farándula, esa frivolización de cualquier tema, y el menú está servido. La cultura no es un tema “caliente” -al margen del escándalo personal de algún artista-, “no vende”, sentencian los editores. Es junto a la ecología, la ciencia y los pormenores secretos de la economía, las finanzas y los negocios, tema vedado, oculto para la gran masa. Tema reservado dirán algunos. Y otros refutarán, que no hay tal reserva. Que hay secciones de cultura en los periódicos y noticieros de televisión, suplementos literarios en la prensa y programas culturales en la radio. Dirán éstas y otras lindezas, pero no reconocerán que la cultura es el conjunto total de las prácticas humanas, de modo que incluye las prácticas económicas, políticas, científicas, jurídicas, religiosas, discursivas, comunicativas, sociales en general. No puede la cultura abstraerse ella misma, aislarse para reivindicarse y buscar su espacio. Y es ahí donde debe centrarse el debate de lo cultural y el fortalecimiento de su participación en los medios de comunicación y no solo en el nicho cerrado de quienes son los encargados de contarle a la sociedad las noticias referidas a la cultura. Ellos, al igual que los artistas, son catalogados como especímenes raros dedicados a esa práctica que no mide su progreso en recursos o dinero, pero que -paradójicamente- es manejada por élites que lo definen casi todo. Desconocer esas relaciones, es vadear por las orillas sin llegar a las profundidades lo que permitiría un periodismo cultural narrativo pleno que cuente con propiedad y a través de diversos géneros y plataformas, todo lo que hace el hombre por el hombre. En suma, el periodismo cultural es en sentido amplio: pensamiento, artes, folclor y cultura popular, pero sobre todo, la cultura como lente de una sociedad. Y ahí radica la importancia de promover y fortalecer espacios académicos para su discusión y acercamiento a las mayorías. Si atendemos la idea de que la cultura es una sociedad consiste en todo aquello que conoce o cree, que hace o deja de hacer, que disfruta o padece, que piensa o sueña, con el fin de operar de una manera aceptable sobre sus miembros, es menester traducir su lenguaje al de las comunidades y bajar los temas de ese gran olimpo de la noticiabilidad que han impuestos los medios y sus audiencias para que a través de los mismos medios le lleguen a las comunidades objetivo. La cultura no es un fenómeno material: no consiste en cuadros, discos u obras en general, en cosas; tampoco es solo gente, cantantes, saltimbanquis o escritores; pero si es aquello referido a las conductas y emociones que todo lo anterior suscita. Es una organización de todo eso. Es la forma de las cosas que la


gente tiene es su mente, sus modelos de percibirlas, de relacionarlas o de interpretarlas y por eso es tan importante, que el periodista, ese mediador social, entienda primero cuál es su entramado, para que puede desembrollar la madeja de la forma más atractiva posible. Es preciso ampliar las miradas sobre las diversas manifestaciones de la cultura y buscar espacios que amplíen las posibilidades y oportunidades de desarrollo académico para los periodistas de nuestra región en torno del tema. Sobre ese terreno se sembró la idea de establecer alianzas con organizaciones, tanto privadas como públicas, que les permitan avanzar en el desarrollo de su quehacer periodístico sin las presiones, la descontextualización y la prisa que exige el periodismo del día a día. No deja de llamar la atención que a pesar del origen rupestre del término cultura†, cuya acepción figurativa como cultivo del espíritu viene a extenderse solo hasta el siglo XVII, hoy haya en Colombia quienes asuman la cultura como una cuestión solo de las élites y se desconozcan procesos culturales como el gestado en sectores populares y que el proyecto Industrias Culturales de Cali no solo reconoce, sino que apoya y promueve. Es un hecho irrefutable que la industria cultural tiene más poderío y mueve más que todas las demás industrias juntas, pero el cambio de consumo suscitado por la Internet unido a la sensación de que todo lo verdaderamente cultural es gratuito, es un sofisma que se debe combatir con especialización en dicho campo. Es preciso desvirtuar lo que dijera, Serge Halimi del Le Monde Diplomatique y autor del libro Les Nouveaux Chiens de Garde (Los nuevos perros guardianes): “La información es demasiado importante como para dejarla en manos de los periodistas”.

El término cultura proviene del latín cultus que a su vez deriva de la voz colere que significa cuidado del campo o del ganado. Hacia el siglo XIII, el término se empleaba para designar una parcela cultivada y tres siglos más tarde había cambiado su sentido como estado de una cosa, al de la acción. En la mitad del siglo XVI, el término adquiere una connotación metafórica, como el cultivo de cualquier facultad.


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