6 minute read
Importancia de la educación para la consolidación de la ética
Alcira Noemí Samayoa Monroy Licenciada en Administración de Empresas, con Maestría en Filosofía. Docente titular del Centro Universitario de Oriente, CUNORI
El discurrir de la filosofía ha permitido en términos generales una comprensión de un ejercicio eminentemente racional orientado a explicar las cosas del mundo que realmente asombran a la persona en cuanto a la totalidad de lo existente; incluida la persona misma. Y es que como bien lo expresó Sócrates “no hay mayor misterio para el hombre, que el hombre mismo” (Soberanis, 2015). De manera que, es a través del asombro que se incursiona en la tarea gigantesca del quehacer filosófico, pues para Aristóteles (Calvo, 2003), todos los hombres desean conocer. En consecuencia, la filosofía comprende desde sus inicios una reflexión del mundo externo como interno, trayendo algunos cambios en el ejercicio filosófico, diversificándose en diferentes áreas según el objeto que aborda. De acuerdo a lo anterior, se encuentra que los primeros filósofos griegos se interesaron por el comportamiento moral del ser humano. Es así como Aristóteles destaca por ser uno de los primeros filósofos en postular que es en el desarrollo de las virtudes, tanto morales como intelectuales, donde el hombre se conduce hacia la felicidad misma durante el recorrido de su existencia. Por lo tanto, ambas virtudes deben ser practicadas en cada persona, pues para el filósofo, el fin último de la persona es vivir una vida digna y satisfactoria. Se atraviesa una época en la historia de la humanidad en donde constantemente se argumenta sobre la decadencia de los valores morales en los individuos, lo cual se refleja en la vida social. En Guatemala por ejemplo algunas personas se atreven a nombrar que valores como la amabilidad o cortesía en las relaciones humanas, y la moral en sí en las instituciones educativas y empresariales están en proceso de extinción. Berberián (2018), atribuye esta decadencia a que las personas están apuradas o concentradas en sus quehaceres sin observar a su alrededor, viviendo en su mundo, tanto que cuando se expresa la voluntad de ser amable, muchos se asombran, porque no es lo habitual como en el pasado, pues la formación de hoy en día es distinta. Y es que el panorama que se presenta a diario es tanto así, que al parecer a las personas les cuesta disponerse a obrar con bien. De tal manera que se atribuye dicho problema a una deficiente labor de agentes fundamentales que juegan un rol predominante en lo individual y colectivo afectando la actuación del individuo; como la familia, escuela, el estado y la propia religión. Sin embargo, es preciso reconocer que dichas estructuras se han transformado a lo largo del tiempo y quizá ya no responden como institución a lo que inicialmente deseaban responder. Por tanto, la consolidación de una ética en la moral del individuo es un tema asociado durante mucho tiempo a la educación, que en los últimos años ha sido objeto de planteamientos de reformas y mejoramientos de los quehaceres educativos para una construcción del desarrollo humano y social. Por tal razón, es a través del hecho educativo en donde puede comprenderse la sensibilidad moral que es parte definitiva para la formación de la persona. De modo que el trabajo educativo es un camino complicado que debe ser
Advertisement
abordado a la luz de la reflexión filosófica. Se observa constantemente que a diario se desvirtúan los valores que guían el comportamiento humano, obstaculizando el alcance del objetivo de una educación que piense en el hoy pero también en el futuro y tome en cuenta los aprendizajes del ayer, que prepare y cultive la moralidad de la persona, ofreciendo una preparación intelectual a los sujetos y de esta manera les permita enfrentarse a los aciertos y desaciertos de la sociedad actual, producto de la propia humanidad. Y es que no puede hablarse de educación olvidando que la misma está íntimamente ligada con la humanidad. Razón por la cual, los romanos llamaron a la educación humanitas por considerarla un proceso de humanización; siendo ésta una herencia griega. Los griegos se dedicaron a observar con detenimiento a la educación, argumentando que la misma debería ser un proceso de construcción consciente, estableciendo un principio espiritual con un enfoque hacia el humanismo, es decir, humanitas, proponiendo con dicha palabra una educación del hombre orientado y en armonía a la verdadera humanidad; su auténtico ser (Gómez, 2014). Por lo tanto, todo proyecto educativo resulta complejo, pues no basta únicamente el saber guiar, sino reflexionar sobre ese individuo que se confía a otro en una búsqueda de una excelencia y perfeccionamiento humano que repercuta en el beneficio personal y comunitario. El papel de la educación no solo se concentra con exclusividad en la transmisión de conocimientos específicos para el alcance de diversas competencias, sino se encamina hacia la formación del carácter y a la adquisición de valores que realmente permitan la formación humana como tal. La educación debe seguir siendo uno de los elementos principales de cambio, permitiendo un redescubrimiento del ser humano en lo más íntimo. La educación es una esfera importante en el desarrollo individual como social. Al parecer en el país, la misma no logra responder a la demanda de la sociedad guatemalteca y a la necesidad de construir relaciones que reconforten la ética en la persona, muy probablemente quizá, porque ha dejado de considerar al tipo de hombre que debe formar y la sociedad en la cual este se encuentra. Según el aporte brindado por Aldana (2005): Pareciera que las aulas son espacios artificiales de vida, aunque desde mucho tiempo atrás se venga escuchando la trillada frase de que “hay que educar para la vida”. Pareciera que la educación se ha reducido a las acciones vacías de aprendizaje cognitivo, o tecnológico recientemente, sin que ello haya incomodado a sus teóricos. Pareciera que las y los pedagogos se encargan de estudiar el hecho educativo, sin dejarse educar por las realidades de las que vienen y a las que se deben (con excepciones, como siempre). La calidad con la cual se educa a la persona y ésta aprenda de la vida, el trabajo y los valores, será la medida en la que se convierta en un ser valioso para sí mismo y para la sociedad (p. 183). De acuerdo a lo anterior, la educación debería ser el ideal de muchas sociedades como la guatemalteca, que han sido conformistas en asimilar teóricamente lo que implica, probablemente porque no define a quién responder, si a la sociedad o al sistema político en curso, generando con ello una grave disyuntiva; obstaculizando el logro de una educación eficaz en la praxis, pues actualmente se sigue contemplando como utopía. Son sorprendentes las nuevas disposiciones que muchas carreras en la academia han establecido. Por ejemplo, en algunas currículas de la propia educación pública superior de Guatemala, el curso de ética, ha sido eliminado por considerarse un eje transversal ¿qué sucede al disponerlo así? Primero; no todos los educadores son éticos, por lo tanto, la enseñanza sobre ética no tendrá el espacio que merece dentro de los cursos desarrollados por dichos educadores. Segundo; se transmite y capacita técnicamente, olvidando que lejos de aprender a definir conceptos y realizar operaciones, se necesitan personas capaces de reflexionar sobre las actuaciones humanas, que de por sí implica vida familiar, social, comunitaria y profesional. De manera que se invita al lector a indagar sobre algunos proyectos o modelos curriculares de estudios superiores para profundizar sobre la inclusión o exclusión de cursos que permitan el reforzamiento de una ética personal y profesional. Conviene una educación impulsora del proceso de aprendizaje, pero que también promueva la ética, para que le permita a la persona reflexionarse, para que transite por una vida honrosa para sí mismo y provechosa para la humanidad.
Referencias bibliográficas Aldana, C. (2005). Globalización y ciudadanía: ¿Hay espacio para la pedagogía? Guatemala: Universidad Rafael Landívar. II Congreso Internacional de Filosofía. Berberián, S. “La amabilidad, un perfil en proceso de extinción”. Prensa Libre, 03 de febrero de 2018. Recuperado de https://www.prensalibre.com/opinion/ laamabilidad-un-perfil-en-proceso-de-extincion/ Calvo, T. (2003). La paideía griega. Revista de Filosofía, (30), 9-21. Gómez, C. (2014). Paideía: un proceso educativo para las virtudes dianoéticas en el hombre según Aristóteles desde la Ética Nicomáquea. Editorial Palibrio. Soberanis, H. (octubre, 2015). Importancia de los valores ético-políticos en la formación de la ciudadanía. Revista de filosofía. (2), 98-106.