Importancia de la educación para la consolidación de la ética Alcira Noemí Samayoa Monroy Licenciada en Administración de Empresas, con Maestría en Filosofía. Docente titular del Centro Universitario de Oriente, CUNORI
El discurrir de la filosofía ha permitido en términos generales una comprensión de un ejercicio eminentemente racional orientado a explicar las cosas del mundo que realmente asombran a la persona en cuanto a la totalidad de lo existente; incluida la persona misma. Y es que como bien lo expresó Sócrates “no hay mayor misterio para el hombre, que el hombre mismo” (Soberanis, 2015). De manera que, es a través del asombro que se incursiona en la tarea gigantesca del quehacer filosófico, pues para Aristóteles (Calvo, 2003), todos los hombres desean conocer. En consecuencia, la filosofía comprende desde sus inicios una reflexión del mundo externo como interno, trayendo algunos cambios en el ejercicio filosófico, diversificándose en diferentes áreas según el objeto que aborda. De acuerdo a lo anterior, se encuentra que los primeros filósofos griegos se interesaron por el comportamiento moral del ser humano. Es así como Aristóteles destaca por ser uno de los primeros filósofos en postular que es en el desarrollo de las virtudes, tanto morales como intelectuales, donde el hombre se conduce hacia la felicidad misma durante el recorrido de su existencia. Por lo tanto, ambas virtudes deben ser practicadas en cada persona, pues para el filósofo, el fin último de la persona es vivir una vida digna y satisfactoria. Se atraviesa una época en la historia de la humanidad en donde constantemente se argumenta sobre la decadencia de los valores morales en los individuos, lo cual se refleja en la vida social. En Guatemala por ejemplo algunas personas se atreven a nombrar que valores como la amabilidad o cortesía en las relaciones
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humanas, y la moral en sí en las instituciones educativas y empresariales están en proceso de extinción. Berberián (2018), atribuye esta decadencia a que las personas están apuradas o concentradas en sus quehaceres sin observar a su alrededor, viviendo en su mundo, tanto que cuando se expresa la voluntad de ser amable, muchos se asombran, porque no es lo habitual como en el pasado, pues la formación de hoy en día es distinta. Y es que el panorama que se presenta a diario es tanto así, que al parecer a las personas les cuesta disponerse a obrar con bien. De tal manera que se atribuye dicho problema a una deficiente labor de agentes fundamentales que juegan un rol predominante en lo individual y colectivo afectando la actuación del individuo; como la familia, escuela, el estado y la propia religión. Sin embargo, es preciso reconocer que dichas estructuras se han transformado a lo largo del tiempo y quizá ya no responden como institución a lo que inicialmente deseaban responder. Por tanto, la consolidación de una ética en la moral del individuo es un tema asociado durante mucho tiempo a la educación, que en los últimos años ha sido objeto de planteamientos de reformas y mejoramientos de los quehaceres educativos para una construcción del desarrollo humano y social. Por tal razón, es a través del hecho educativo en donde puede comprenderse la sensibilidad moral que es parte definitiva para la formación de la persona. De modo que el trabajo educativo es un camino complicado que debe ser