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6.3. Trata y narcotráfico

El endeudamiento para el proyecto migratorio muestra toda una lógica empresarial que genera grandes beneficios y lucro a las redes de trata favorecidas por las restricciones migratorias. La diferencia entre un pasaje a los diferentes países y el costo total del viaje para una migrante-sobreviviente de trata es de hasta 6 o 10 veces mayor. Esta realidad se presenta con características similares en el estudio de la trata de migrantes venezolanas y haitianas (Vargas/INM RD, 2019).

Sørensen (2019) la denomina industria migratoria, mostrando con ello sus implicaciones económicas y financieras.

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Las políticas migratorias cada vez más restrictivas han ampliado el mercado de la industria migratoria para facilitar la migración irregular, y, como consecuencia, se tiene un aumento considerable de los precios. Cuando un boleto de avión de República Dominicana a EE. UU. podría comprarse por $500 o $1,000, viajar por tierra o mar cerca o más allá de los puestos de control fronterizos cuesta fácilmente 10-20 veces más. El financiamiento de dichos viajes a menudo se produce mediante el establecimiento de deudas con diferentes partes: familiares, amigos, empresas de reclutamiento, prestamistas, traficantes y tratantes de personas, etc. (Sørensen 2019: 50).

6.3. Trata y narcotráfico

La trata y el narcotráfico son dos elementos que muchas veces van también unidos. Varios organismos e instituciones entrevistadas coinciden en indicar que muchas redes de trata, las más organizadas, no tienen un solo nicho de negocio, sino varios, y si uno les genera problemas, se enfocan en el otro y viceversa. O aprovechan las ganancias de uno para apoyar el otro. Así parece ocurrir en el caso de la trata de mujeres y el narcotráfico.

Otro matiz en la relación entre trata y narcotráfico es el vínculo de algunas sobrevivientes de trata con el alcohol y el consumo de sustancias ilícitas, el cual fue provocado por su condición de víctima de trata en explotación sexual. En muchos negocios, las obligan a consumir drogas en los locales y con los clientes. Este consumo de sustancias genera adicción.

La orden que les dan a las mujeres es: «Te regalo una copa, la segunda y las demás; debes conseguir que los clientes te inviten, de manera que aumenten las ganancias». Y las mujeres no pueden tomar agua o un jugo, sino que tiene que ser alcohol, para desinhibirlas, por un lado, y, por otro, para animar a los clientes a tomar. En muchas de las conversaciones se habla sobre todo de champán, por los precios exorbitantes que les hace pagar a los clientes. En cuanto a las drogas, a los clientes se les prohíbe en muchos lugares introducir cocaína porque se la proporcionan dentro del local. De hecho, las mismas mujeres son las mismas encargadas de vendérsela. En estas circunstancias, los clientes les piden que tomen ellas primero para asegurarse que es de buena calidad. Las adicciones son una terrible secuela a la que deben hacer frente las mujeres si logran salir del negocio de la explotación sexual (institución no gubernamental 6 Esp.).

Algunas sobrevivientes de trata señalan que ellas o amigas son drogadas por tratantes en el traslado hacia los negocios donde son víctimas de explotación sexual.

Mi amiga se puso muy histérica, hasta el punto de que le pegaron y la drogaron. La tenían todo el tiempo drogada. Yo le decía: «Pero tranquilízate, porque si no te tranquilizas estarás así, y si tenemos que salir, si tenemos una oportunidad de huir, tu no podrás salir. Tú tranquilízate y veremos cómo podemos salir de esto». Porque ya estábamos metidas en un problemón que no sabíamos cómo íbamos a salir […] (dominicana sobreviviente de trata, 12 Esp.).

En Costa Rica, además de estos elementos que se presentan igualmente en España y Suiza, en el vínculo entre trata y narcotráfico, se observa la existencia de un espacio territorial dentro de San José que se ha convertido en un símbolo de la trata de mujeres dominicanas y de la operación de redes de narcotráfico. Este vínculo se produce a partir de la visibilización de un lugar donde se realizaban transacciones vinculadas a la trata de mujeres, al trabajo sexual y al narcotráfico, y que fue denominado «Tierra Dominicana».

Desde las primeras entrevistas que se realizaron con instituciones e informantes claves sobre la migración de mujeres dominicanas hacia Costa Rica se menciona a Tierra Dominicana. Se plantearon distintas versiones sobre lo que fue este lugar que marcó la zona donde se ubicaba (en el centro de San José)

como la zona roja. Hoy no aparece el nombre de «Tierra Dominicana» y se presentan distintas versiones sobre si existe o no.

Tierra Dominicana era un bar-restaurante que fue fundado por una pareja dominicana en 1995. Al lugar asistía la población dominicana como forma de encuentro intercultural según relata su fundador en el reportaje del periódico Hoy (15 de marzo de 2011) y como se menciona en un artículo de Giselle Bustos (2018), quien realizó un estudio en esta zona en el 2017.

Tierra Dominicana pasó de ser un lugar de encuentro entre los grupos de dominicanos y dominicanas que llegaban a Costa Rica, según su fundador, a ser un lugar estigmatizado como peligroso por la llegada al lugar de inmigrantes de diferentes nacionalidades (de Colombia, Jamaica, Haití, Cuba, Nicaragua, China), entre los cuales se producían situaciones de conflicto con enfrentamientos violentos.

El supuesto pacifismo costarricense se desdibuja frente a prácticas de violencia que acontecen en Tierra Dominicana. Este espacio constituye un sector de una intensa actividad ilícita y de enfrentamientos entre grupos que se disputan la territorialidad de la zona; a ello se suma la marginalidad y la exclusión social de grupos vulnerables, como indigentes y trabajadoras sexuales, que generan una dinámica muy compleja que la hacen gozar de mala prensa (Bustos, 2018: 139).

A pesar de que el bar Tierra Dominicana no aparece como tal, la zona donde estaba ubicado sigue siendo nombrada como «Tierra Dominicana» por taxistas y por personas entrevistadas pertenecientes a diferentes instituciones en Costa Rica. Continuamente, en las entrevistas institucionales, se califica este lugar como peligroso, al que no se debe ir porque «te pueden atracar, robar o encontrarte con una situación violenta». Este discurso estigmatizante de una zona donde existen comercios, bares, pensiones, hoteles, sodas (restaurantes sencillos) está cargado de una racialización y criminalización del inmigrante, que es parte de las lecturas de la otredad, como bien plantea Bustos (2018). Para este estudio, se realizó un trabajo de campo en esta zona, en varias tandas y días, con interacción cotidiana.

Uno de los tratantes entrevistados ofrece una explicación distinta a la que aparece en los reportajes mencionados y en el artículo de Bustos sobre Tierra Dominicana.

Tierra Dominicana surge en 1996 como apogeo del movimiento de oferta de las mujeres dominicanas, que en ese momento eran cotizadas y tenían la hegemonía del comercio sexual en Costa Rica. Unos dominicanos que llegan de Nueva York ponen un negocio donde se reunían las dominicanas. El negocio era bar, hotel y restaurante. Allí llegaban colombianos, costarricenses, jamaiquinos, nicaragüenses y cubanos, además de los dominicanos. Se produjeron conflictos de drogas y por eso a la zona se le denomina la zona roja hasta el día de hoy. El dueño de Tierra Dominicana se fue, puso otro negocio y lo vendió (tratante 2 C. R.).

Según el tratante, Tierra Dominicana todavía existe porque fue comprada, por otras personas de origen dominicano, al que era su dueño (también dominicano). Supuestamente, según el tratante entrevistado, el negocio es utilizado (junto a otros) para ubicar a mujeres que son llevadas desde la República Dominicana hasta Costa Rica a través de una red de tráfico ilícito y trata. Los conceptos de trata y tráfico ilícito no son utilizados por tratantes entrevistados, pero las descripciones de las condiciones del proceso de traslado, ubicación y explotación de las mujeres hacen referencia a ello.

Se muestran así contradicciones sobre la existencia actual de Tierra Dominicana o su demolición (según Bustos, 2018; la prensa costarricense y la dominicana)21 .

Bustos (2018) destaca cómo el estigma de las dominicanas, asociadas al comercio sexual, no se origina en Tierra Dominicana, sino antes.

¿De dónde vienen las ideas de mujeres prostitutas desde mi especulación? Desde hace un tiempo en los periódicos se publicitaban masajistas, trabajo de masaje en salas. Era conocido en comentarios que muchas de las masajistas que venían era para prostitución y que muchas de ellas venían de República Dominicana. Lo escuché en la costa, y me hablan de que llegaron muchas dominicanas a trabajar a hoteles. Es una idea que está presente en las personas que entrevistamos, que eran nacionales que tenían alguna actividad económica y se alimentaban de ese imaginario social (Bustos, 2018: 140).

21 Hoy, 15 de marzo de 2011; Listín Diario, 15 de marzo de 2011.

La fama de Tierra Dominicana ha incrementado el estigma de la población dominicana en Costa Rica hasta tal punto que un editorialista de un medio masivo de comunicación de este país expresó la necesidad de borrar el nombre de Tierra Dominicana en San José por considerarlo «oprobioso» para los costarricenses y solicitó que los dominicanos fueran expulsados de Costa Rica (Beiro, 14 de octubre de 2009).

Otro de los vínculos entre narcotráfico y trata es la incursión en el narcomenudeo o microtráfico por parte de algunas mujeres que fueron víctimas de trata y que hoy realizan dichas actividades. Ninguna de ellas fue entrevistada formalmente en el estudio, pero sí se conversó con varias en el trabajo de campo. En diálogos informales con tratantes y con algunas sobrevivientes, se señala esta actividad realizada por otras dominicanas.

Presencia de familiares de las sobrevivientes de trata vinculados al narcomenudeo o al consumo de sustancias

Se presentan algunos casos de sobrevivientes de trata que tienen familiares que están vinculados al narcotráfico y al microtráfico. Esta información no fluye en las entrevistas e historias de vida, sino en conversaciones informales y en la observación participante en el trabajo de campo.

En otros casos, están algunas mujeres que relatan que sus hijos en la República Dominicana, España, Costa Rica y Suiza se han involucrado en redes de microtráfico de drogas y han estado presos, mientras otros consumen sustancias y están en centros de rehabilitación para usuarios de drogas.

Dentro de las instituciones no gubernamentales que ofrecen asistencia a víctimas de trata, algunas trabajan con adolescentes y jóvenes hijos/hijas de las víctimas. Estas organizaciones señalan que se encuentran casos de adolescentes y jóvenes en situaciones de riesgo de consumo de drogas, en microtráfico de drogas, violencia juvenil, en la deserción escolar y que han realizado intentos suicidas.

El narcotráfico puede tener vínculos con la trata, como se señala en los relatos, o puede funcionar totalmente desvinculado. Así, se presentan casos de bares, hoteles, casinos, discotecas, restaurantes y comercios donde el narcotráfico pasa totalmente desapercibido, a pesar de que sus dueños están dedicados a ello según las informaciones que ofrecen los tratantes.

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