TRASTORNOS DEL HABLA EN LA ETAPA INFANTIL. Variedad de trastornos y análisis específico de un caso.
Autor: Patrícia Tormo Martínez Tutor: Victoria Nicuesa 2º Bachillerato “A” IES EL CALAMOT Gavà, Barcelona 09/ 01 / 2012
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Índice Títulos……………………..………..………Páginas •
Introducción.
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Capítulo 1) -Conceptos Fundamentales.
1.1)
El habla: factores influyentes.
Pág.04
1.1.1) Estímulos del medio.
Pág. 06
1.1.2) Contexto social y capacidad de imitación.
Pág. 08
1.1.3) Inteligencia y estímulos.
Pág. 10
1.2)
Variedad de trastornos del habla.
1.2.1) Diferentes Trastornos y Causas.
Pág. 13
1.2.2) Prevención.
Pág. 24
1.2.3) Sintomatología.
Pág. 25
1.2.4) Factores de Riesgo.
Pág. 26
1
1.3)
Examinar al paciente. Análisis
1.3.1) ¿Cómo se examina al niño?
Pág. 28
1.3.2) ¿Dónde se examina al niño?
Pág. 30
1.4)
Función emocional del lenguaje.
1.4.1) Habla y comunicación.
Pág. 27
Capítulo 2) – Análisis de un caso 2.1)
Ficha del paciente en tratamiento.
2.1.1) Trastorno que padece.
Pág. 31
2.1.2) Sintomatología.
Pág. 34
2.1.3) Actitud del niño frente a su habla defectuosa.
Pág. 35
2.1.4) Tratamiento.
Pág. 37
2.1.5) Reacción del niño
Pág. 39
2.2)
Intervención del profesional.
2.2.1) Familia.
Pág. 40
- ¿Cómo se debe actuar?
2
2.2.2) Escuela.
Pág. 42
-¿Qué deben hacer los docentes? 2.2.3) Problemas emocionales.
Pág. 43
-¿Cómo regula el lenguaje las emociones?
2.3)
Expectativas de futuro
2.3.1) Entrevista a un paciente adulto tratado en la infancia.
Pág. 44
Capítulo 3) Conclusión.
Pág. 48
-Agradecimientos Capítulo 4) Bibliografía.
Pág. 50
Pág. 51
Introducción: Cada día al hablar pronunciamos millones de fonemas, y no nos paramos a pensar en lo importante que es para nuestras vidas esta capacidad. Hablar nos hace libres, nos da la posibilidad de expresar lo que sentimos, de informar, de mostrar conocimientos y un largo etcétera.
Poder transmitir un mensaje y comprender aquello que nos dicen es maravilloso, por eso una persona con problemas para hablar puede sentirse diferente, ya que la sociedad en la que vivimos actúa de manera injusta y no facilita la integración a éstas personas.
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Los trastornos del habla son algo bastante superfluo para la gente que no los vive, y por eso ésta propuesta de trabajo me pareció muy interesante, porque es una oportunidad para aprender y poder, a la vez, entender a alguien en una situación que no es la que yo vivo.
Lo primero que quise saber fue qué eran los trastornos del habla, cuáles eran y por qué se producen. Me interesó mucho qué mecanismos configuran el habla y por qué pueden dejar de funcionar.
Ir avanzando en mi trabajo supuso que inconscientemente me fijara en mi alrededor, en las personas que formaban mi día a día y pude comprobar que tenía cerca a más gente de la que me imaginaba a la que afectaba algún trastorno del habla; y fijándome en mi amiga Alba, que es tartamuda, decidí centrar mi parte práctica en este trastorno, la disfemia.
Más allá de un punto de vista técnico, he intentado recoger emociones y sensaciones, incluyendo el punto de vista de una niña de diez años con disfemia, llamada Laia; Marta, su logopeda; los padres de Laia, y Alba, mi amiga, quien ha pasado por todo esto y pudo enseñarme las expectativas que Laia podía tener.
Es importante tener en cuenta que el hecho de hablar, aunque es prácticamente fundamental, no es nuestro único sistema comunicativo, ya que también empleamos códigos mímicos, posturales y gestuales. Por eso muchos afectados por trastornos del habla como también sus familiares y los expertos en tratarlos, mantienen una lucha con la sociedad, que de manera involuntaria e inconsciente emplean maneras de referirse a ellos poco adecuadas.
Hay que recordar que estos afectados no tienen ninguna enfermedad que les haga diferentes del resto. Tampoco es acertado decir que son infelices o que se sienten incompletos, porque el habla no afecta a ese tipo de emociones en todos los casos, y haciendo este tipo de juicios fomentamos una imagen errónea de la gente que
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tiene algún trastorno del habla. Tal y como cita el libro El niño que habla1
“Las relaciones lenguaje-pensamiento han sido el centro de infinitas discusiones e investigaciones desde el reduccionismo de Watson (el pensamiento no era más que un lenguaje sub-laríngeo) hasta las disociaciones radicales. ¿Podría existir un pensamiento elaborado sin lenguaje? El convencimiento de que era imposible se mantuvo mucho tiempo y llevó a clasificar a los sordomudos entre los deficientes mentales.”
Esto reafirma que el hecho de no poder hablar no significa padecer de ningún trastorno mental, sino del habla, porque del mismo modo un enfermo mental no tiene porqué presentar dificultades en el habla.
Este trabajo es un breve pero intenso recorrido por los trastornos del habla más corrientes, profundizando en la disfemia, una afección común que supone un contratiempo en la vida de muchas personas.
1.1)
El habla: Factores influyentes.
1.1.1) ESTÍMULOS DEL MEDIO.
El habla de un individuo es la capacidad de éste para comunicarse, mediante el verbo, con otros individuos que usan la misma lengua. El lenguaje oral se adquiere naturalmente, por una serie de intercambios con el entorno social, y esto significa que el niño canaliza lo que recibe del exterior para aprender a hablar, sin que esto suponga que el exterior esté configurado para esta finalidad.
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No vamos a mentar los mecanismos neurológicos y fisiológicos que determinan la adquisición del lenguaje2, porque aquello que es interesante para esta parte del trabajo son los mecanismos básicos que llevan al niño a descubrir el lenguaje, ya que los conocimientos sobre estos mecanismos introducen a la parte referente a los trastornos del habla que pueden aparecer.
El niño recibe estímulos del medio. Se trata de la influencia de su familia, de la escuela y de la sociedad. Cada elemento tiene un papel distinto y particular, y cada uno marca unas determinadas bases para el futuro desarrollo del niño.
La familia, por ejemplo, tendrá mucho más peso en esa formación que cualquier otro elemento, ya que convive con el niño y es su círculo afectivo. Es el lugar dónde el niño crece, dónde recibe valores tales como el amor, la convivencia, etc.
2: El doctor Charles P. Bouton habla de estos aspectos en su obra. Es recomendable para aquellos que quieran realizar un estudio especializado en los mecanismos de adquisición del lenguaje.
FIGURA 1. La familia es el núcleo dónde el niño se desarrolla. [http://www.flickr.com/photos/vh/57631660/]
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Este punto es importante pero, para avanzar, el niño necesita entrar en contacto con un círculo mucho más grande, la sociedad.
El niño se integra en la sociedad desde el momento en que entra en una escuela. El medio de la enseñanza, del contacto con los compañeros, de la necesidad de desarrollarse y lograr ciertos objetivos es el motor que impulsará al niño a mejorar muchos aspectos de su vida y, por consiguiente, de su habla.
1.1.2) CONTEXTO SOCIAL Y CAPACIDAD DE IMITACIÓN.
Cuando el niño se integra en la sociedad se encuentra con un amplio abanico de posibilidades para aprender y crecer personalmente, adquirir un cierto grado de madurez.
Dependiendo de cómo sea su entorno, el niño se forjará una personalidad, una mentalidad, unas costumbres y también adquirirá un vocabulario determinado y una forma de expresarse concreta. Por ejemplo, un niño criado en un ambiente de bienestar social y económico, perteneciente a un cierto rango social, no pensará, ni actuará ni hablará igual que un niño cuya cuna ha sido un ambiente más pobre,
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rodeado de un tipo de sociedad concreta, cuyo vocabulario no será tan correcto ni culto o refinado como el del niño nacido en una familia bien estante. Sea cual sea el contexto social en el que el niño vive, aquello que le ayudará a asentar más vocabulario es la capacidad del niño para imitar. Es decir, el niño, falto de una capacidad propia de aprender, copiará las palabras que usan sus padres y las usará para satisfacer sus necesidades. A modo de ejemplo, podríamos decir que si el niño está sediento y sabe que aquello que sus padres le proporcionan para saciar su sed se llama “agua”, el niño llamará la atención de su madre vocalizando esa palabra, expresándose y diciendo “mamá, agua”. En otras palabras, el niño aprende a hablar con su madre y demás adultos, éstos enseñan a hablar al niño pero nadie sigue un método preestablecido para que esta comunicación sea posible.
Es fundamental esa adaptación que hacen ambos interlocutores a las capacidades para comunicarse del otro. Una primera manifestación de esa adaptación es el feedback correctivo que podría establecerse en las situaciones que Monfort y Juárez proponen en su obra:
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FIGURA 2: Esquema en que aparecen dos situaciones en que el niño podría empezar a hablar. FUENTE; El niño que habla. (Pg. 26.)
Vamos a centrarnos en la situación 1, mucho más frecuente. En este tipo de situaciones el niño llama la atención del adulto mediante un gesto, un grito, balbuceos o algún elemento aprendido anteriormente. Eso capta la atención del adulto, quien produce una respuesta verbal según la hipótesis que tiene al respecto de aquello que el niño le pide y en esta respuesta incluye lo que el niño ha manifestado. En resumen, le devuelve su mensaje (feedback) con las correcciones fonéticas –el adulto pronuncia correctamente lo que el niño ha querido decir–, semánticas –añade palabras y conceptos que configuran o completan la idea– y sintácticas –utiliza los elementos del lenguaje infantil en una estructura más compleja. Este procedimiento configura un mecanismo casi perfecto para el aprendizaje, ya que está adaptado a su interés (él lo ha provocado) y a su nivel evolutivo (es un poco más complicado que lo que es capaz de producir ahora). La segunda situación es meramente imitativa. Podríamos ejemplificarla poniendo el caso hipotético de que un niño al que se le pregunta “¿Hasta dónde estás de tu hermana?” se toque la cabeza para indicar “Hasta aquí.” Esto se debe a que
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nosotros previamente se lo hemos enseñado y el niño, mediante el feed-back, se toca la cabeza cuando se le hace esa pregunta. Estas ideas están muy presentes en la obra de Vygotsky3, quien hablaba de que “el sujeto no se limita a responder los estímulos del medio, sino que actúa transformándolos, esto es posible por la mediación de instrumentos.”
3: VYGOTSKY, Lev. Pensamiento y lenguaje. Madrid: Paidos. 1978 1.1.3) INTELIGENCIA Y ESTÍMULOS. (Pág. 120)
Este punto es bastante complicado, ya que no se puede responsabilizar a nadie si el niño no posee un coeficiente intelectual suficientemente elevado para poder aventurarse a empezar a hablar, pero es tal vez el que más motiva un retraso o dificultad en el habla de muchos niños.
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Para introducir este apartado primero tenemos que hablar de que, según Gardner hay diferentes tipos de inteligencias o inteligencias múltiples 4, y ello engloba la inteligencia musical, la lógica y matemática, la corporal, la naturalista, la interpersonal, la intrapersonal, la espacial y la lingüística,
FIGURA 3: La teoría de las múltiples inteligencias de Gardner. [contenidos.universia.es] Es difícil saber si un trastorno del habla se debe a que el niño carece de la inteligencia lingüística necesaria, ya que en la etapa en que el niño es un bebé cada individuo tiene un ritmo de maduración concreto, y hasta que el niño no adquiere suficiente madurez no se le puede someter a pruebas y por tanto es prácticamente imposible hacer un diagnóstico fehaciente a tan temprana edad.
4: GARDNER, Howard. Ideólogo de la teoría de las múltiples inteligencias, en que la inteligencia no es considerada algo unitario, sino que se distinguen un conjunto de inteligencias
Para predecir si el. distintas e independientes
habla de un niño está afectada a causa de un coeficiente de
inteligencia lingüística insuficiente, es necesaria una observación por parte de los padres del día a día del niño para percatarse de si no desarrolla algunas de las funciones y actitudes propias de los individuos de su misma edad.
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Desde que el bebé nace, aprende a vivir rodeado de estímulos que configurarán el ritmo de maduración normal que más o menos todo individuo tiene que seguir según el tramo de meses de vida en que se encuentre. Así pues, si el niño no responde ni se muestra receptivo a esos estímulos, sería un primer indicio para sospechar que el niño no se está desarrollando como debiera y que, por extensión, su habla podría quedar afectada. Cuando alguno de estos factores que hemos visto en los anteriores puntos falla en su función y la capacidad del habla no se desarrolla como debiera, es cuando nos encontramos frente a un trastorno del habla. Estos conceptos son un resumen del manual de habilidades cognitivas que Judith González presenta en su libro “Cómo educar la inteligencia del preescolar” 5, libro del cuál he extraído los conceptos básicos que en esta unidad se resumen.
1.2) Variedad de Trastornos del Habla. 5: GONZALEZ SALAZAR, Judith. Pedagogía para la primera infancia 1: Cómo educar la inteligencia del preescolar. Madrid: AKAL. 2005. (Págs. 45-70)
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1.2.1) DIFERENTES TRANSTORNOS Y CAUSAS. Los trastornos del habla son aquellos que dificultan o impiden la articulación o pronuncia de las palabras. Cuando el habla del niño está afectada por algún trastorno hay que evaluar ese trastorno y clasificarlo según su tipología y gravedad. Coinciden Piaget 6, Vygotsky y otros grandes especialistas en que los trastornos del habla se dividen en bloques según su tipología. Así pues establecemos que los trastornos del habla se dividen en:
•
Trastornos del lenguaje
•
Trastornos de la voz y el habla
•
Trastornos del lenguaje y la comunicación no específicos.
Vamos ahora a tratar cada tipología y sus subdivisiones.
TRASTORNOS DEL LENGUAJE. Siguiendo a Pili Sanjosé7 en su sitio web, (el cual está muy relacionado con el libro El niño que habla), distinguimos, dentro de los trastornos del lenguaje, la siguiente clasificación, en que el retraso simple del lenguaje es la situación menos perjudicial y la afasia congénita, la más complicada:
6: PIAGET, Teorías del lenguaje. Pág. 123
Î
El retraso simple del lenguaje.
7: SANJOSÉ, Pili. Trastornos del habla. [En línea] <http://web.jet.es/pilisanjose/habla.htm>
Es un desfase cronológico en un niño que no presenta ninguna alteración mental, sensorial, motora o relacional. Se da entre los dos y seis años, y en estos casos la capacidad del niño para
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comprender es superior a la de expresarse.
A parte de las causas endógenas, las causas exógenas que lo suelen producir son tales como la falta de estímulos por parte de la familia o una situación de bilingüismo mal integrado, entre otros. Es necesario que tanto los docentes como la familia tengan presente que las características que se presentan para poder sospechar de que el niño está afectado por un trastorno del habla son las siguientes: -
entre 12 y 24 meses no presenta jerga espontanea y que aparentemente tiene
dificultades para comprender órdenes sencillas; -
a los 24 meses no ha empezado a pronunciar las primeras palabras;
-
con tres años no es capaz de producir pequeños enunciados;
-
a partir de los 42 meses no domina un lenguaje suficiente como para ser
entendido por adultos.
Î
La disfasia infantil congénita.
Se trata de un déficit, sin una lesión evidente, que añade al retraso cronológico importantes dificultades para estructurar el lenguaje, lo cual es una producción anormal del lenguaje que se debe a una desviación respecto a los procesos normales de adquisición del lenguaje.
Algunas de las características más llamativas del cuadro son: -
A los cuatro años, dificultad para manejar los pronombres personales.
-
Dificultad para repetir y recordar oraciones largas.
-
Presencia de palabras complejas y ausencia de palabras muy simples en el vocabulario del niño.
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Son niños que necesitan un tratamiento logopédico que acelere su evolución espontánea excesivamente lenta, la cual pone en peligro su rendimiento escolar y su integración social.
Î
La afasia infantil congénita.
Es un síndrome relativamente poco frecuente y que es causa de que el niño no desarrolle el lenguaje oral o se limite a unas cuantas palabras cuando ya ha pasado por el periodo principal y básico de adquisición. En el caso de la afasia congénita, esta ausencia del habla no se puede explicar por motivos auditivos (sordera), intelectuales (deficiencia mental profunda), motrices (parálisis cerebral), conductuales (autismo, psicosis) o lesionales (afasia adquirida). Sin embargo, este trastorno suele ir acompañado de un cuadro de retraso intelectual, aunque éste no explique por sí solo la ausencia del lenguaje. Es importante situar las exigencias al nivel exacto de posibilidades del niño y aceptar cualquier tipo de ayuda para comunicarse que el niño necesite (gestos, mímica…).
-
Afasia sensorial o de Wernicke. Se manifiesta tras una lesión en la zona cerebral encargada de la función auditiva. Se expresa en dificultades para analizar los sonidos de la lengua, trastornándose la comprensión y expresión del lenguaje oral, imposibilitando la repetición correcta de elementos lingüísticos aislados e impidiendo la percepción de conjuntos de sonidos como poseedores de significado.
-
Afasia acústico-amnésica. Es una variante de la afasia de Wernicke, donde se presentan dificultades para retener algunos rasgos auditivos del lenguaje. El niño puede repetir sonidos y
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palabras aisladas, pero no puede repetir series de 3 o 4 palabras seguidas o secuencias sonoras aceleradas.
Î
Afasia infantil adquirida.
Es una pérdida parcial o total del lenguaje en niños menores de 10 años que tiene por causa una lesión cerebral adquirida, generalmente por un traumatismo craneal o enfermedades como la meningitis, que afecta a las áreas relacionadas con el lenguaje. Gracias a la plasticidad del cerebro infantil, esta afasia tiene una recuperación rápida, sobre todo si se produce a temprana edad. El factor edad y recuperación en este caso son inversamente proporcionales: Cuanta más edad tenga el niño, más tardará en recuperarse.
De acuerdo con la localización de la lesión, se pueden clasificar en: -
Afasia motora: existe una imposibilidad de combinar de movimientos necesarios para emitir los fonemas o cadenas sonoras que forman las palabras o frases; esto, debido a la dificultad para percibir sus órganos fonadores y la posición exacta en que estos deben estar para realizar un fonema. En casos graves el paciente no puede emitir ningún sonido, mientras que en los casos más leves podrá hacerlo, pero confundiendo aquellos que sean similares en su forma de articulación.
-
Afasia motora eferente o de Broca: Ocasiona una falta de fluidez en la articulación, una incapacidad para encadenar distintas articulaciones en un orden gramático correcto, aunque el proceso en sí no se ve afectado.
-
Afasia dinámica: es causada por una lesión en el área inferior del lóbulo frontal del hemisferio izquierdo, presentándose dificultades para organizar las ideas y transformarlas en verbalizaciones. Se observan en los sujetos déficits en la iniciativa
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de expresarse espontáneamente, siendo las expresiones ecolalias o estereotipadas.
-
Afasia semántica: En este tipo de afasia los sujetos tienen dificultad en establecer el significado de una frase de acuerdo a las posiciones de las distintas palabras dentro de la estructura gramatical. Además, se pueden dar otros casos de anomia, en la cual el sujeto no puede encontrar el nombre de los objetos.
-
Afasia pragmática: Las palabras informativas aparecen con la sintaxis adecuada pero los nexos son inadecuados. El mensaje es desordenado y caótico y muestran restricción de vocabulario.
-
Afasia global o total: Se denomina así cuando el lenguaje oral está prácticamente abolido en todos sus aspectos: sensoriales, prácticos y motores. Es denominada por afasia de Broca y Wernicke. Generalmente este trastorno va asociado a una hemiplejia y el pronóstico suele ser severo.
TRASTORNOS DE LA VOZ Y EL HABLA. Siguiendo a Montfort y Juárez (pág. 73 El niño que habla.) y leyendo las teorías de Piaget y Vygotsky, podemos establecer la siguiente clasificación:
9 Las dislalias: Son errores en la articulación de las palabras causados por la función incorrecta de los órganos del habla sin que estos padezcan lesión alguna. Las dislalias son fáciles de detectar, puesto que si un niño de más de cuatro años no pronuncia bien las palabras que conoce y sabe decir, probablemente esté afectado de una dislalia. La reacción del entorno familiar antes de conocer la existencia de las dislalias puede ser el intentar corregirlas, pero es muy difícil lograrlo sin la supervisión de un especialista y un tratamiento que éste derive. Hay dos tipos de dislalias:
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· Dislalia fonética: el error de pronunciación persiste en la palabra, la sílaba o el fonema.
· Dislalia fonológica: el error en la articulación de la palabra, fonema o sílaba no se da en la repetición de la misma.
Según aquello que las causa se dividen en cuatro tipologías: Evolutiva: Propia del desarrollo evolutivo del niño, se considera dentro de lo normal pues el niño está en proceso de adquisición del lenguaje y los errores se van corrigiendo progresivamente. Funcional: No se encuentra causa física ni orgánica para las alteraciones de articulación. El niño con este tipo de dislalia puede cometer diferentes tipos de errores, de sustitución (sustituir un fonema por otro), de omisión (no pronunciarlo), de inversión (cambiarlo por el siguiente) y de distorsión (cambiarlo por uno distinto).
o Sustitución: se emite un fonema en reemplazo de otro que no puede ser pronunciado. Es el que presenta mayor dificultad en su corrección, ya que el niño generaliza el uso de la sustitución en su lenguaje espontáneo.
o Omisión: ante la dificultad de emitir un fonema, simplemente se le omite.
o Inversión: el niño, al presentar dificultad en la articulación de un determinado fonema, puede acostumbrarse a intercalarlo en otro sonido. Esto no es muy frecuente.
o Distorsión: se emite un fonema similar al adecuado, pero no es correcto ni tampoco se da la sustitución por otro fonema. Debe observarse el entorno cultural del niño, ya que en algunos idiomas ciertos fonemas son adecuados en tanto que en otros no.
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Audiógena: La alteración en la articulación de fonemas se produce por una deficiencia auditiva. Orgánica: La causa puede estar en los órganos del habla (disglosias) o en algún tipo de lesión cerebral (disartrias)
FIGURA 4: La dislalia. [http://www.flickr.com/photos/daroy35c0/2854972888/]
9 La Disglosia: Este trastorno se debe a una afección de los órganos del habla, una alteración anatómica como podría ser un labio leporino, una macroglosia, nasalidad, paladar escindido…
FIGURA 5: Ejemplo de Macroglosia. [http://www.flickr.com/photos/10162032@N03/972031874/lightbox/]
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9 Disartria: Son los problemas de articulación del habla a consecuencia de una lesión cerebral (quedan dañados los nervios craneales) produciendo una parálisis de los músculos de los órganos fonatorios.
Además de los problemas fonatorios, el niño con disartria presenta dificultades para mover los músculos bucales en otros tipos de actividades, como masticar o deglutir. El caso extremo es la anartria, en la cual el niño no puede emitir correctamente ningún fonema.
9 La Disfemia: La disfemia es una disfunción del habla caracterizada por tropiezos, espasmos y repeticiones que se deben a que las funciones del cerebro relacionadas al habla no se coordinan correctamente. La disfemia escinde en dos variantes: La tartamudez, que se manifiesta con espasmos que interrumpen la palabra y modifican su ritmo normal. Esta disfemia tiene un gran componente hereditario por vía paterna, por tanto no se puede prevenir cuando el niño ya ha nacido.
La otra variante es la tartajofemia, que se caracteriza por una prisa insólita al hablar, con lo cual los sonidos chocan los unos con los otros imposibilitando la capacidad de comprensión de lo que dice la persona. Las causas son neurológicas y el tratamiento es similar al del tartamudeo o espasmofemia. Desaparece espontáneamente en la mayoría de los casos, pues responde a una tensión propia de entre los 2 y 5 años, edad en la que suele hacer su aparición.
Hay tres tipos de disfemia según si se trata de repeticiones o interrupciones:
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•
Tónica:
caracterizada
por
las
múltiples
interrupciones
ocasionadas
por
espasmos. Durante las interrupciones el paciente muestra rigidez y tensión faciales. Es la que presenta peor diagnóstico.
• Clónica: caracterizada por las repeticiones de sílabas y palabras enteras, más frecuentes en consonante que en vocal, más todavía en oclusivas y que se dan mayoritariamente a principio que en medio de palabra.
• Tónico-clónica o mixta: es el tipo más frecuente, porque resulta difícil encontrar un disfemico puro tónico o clónico, la mayoría combinan los dos síntomas.
FIGURA 6: Tartamudez/Disfemia. [http://www.flickr.com/photos/galiano79/538783784/]
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De acuerdo a la severidad, el grado puede ser: •
Ligero: Tartamudea el 2% de las palabras, tensión imperceptible, pocos
bloqueos y no mayores de un segundo de duración. •
Suave: Repite el 2-5% de las palabras, tensión perceptible, presenta varios
bloqueos de duración menor a un segundo. •
Regular: Repite el 5-8% de las palabras, alguna tensión, bloqueos regulares
de un segundo. Manifiesta algunos movimientos asociados y mímica facial. •
Moderadamente severo: Tartamudeo del 8-12% de las palabras. Tensión
perceptible, bloqueo de dos segundos. •
Severo: Tartamudea entre el 12-25% de las palabras, tensión notable, bloqueo
de 3 y 4 segundos. Manifiesta movimientos asociados. •
Grave: Repite el 25% de las palabras, mucha tensión, bloqueos más largos de
4 segundos. Manifiesta muchos movimientos asociados y mímica.
FIGURA 7: La disfemia según su grado.[galería de imágenes de Word 2007]
9 La Disprosodia: Se atribuye a una lesión del sistema nervioso central y periférico que produce una serie de dificultades en el desarrollo del habla, dificultades tales
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como una lentitud en el habla, mala pronuncia de los fonemas o pronuncia de fonemas inexistentes.
Se trata con un equipo multidisciplinario entre los cuales tienen que estar como mínimo un neuropsicólogo, un logopeda, un fisioterapeuta, un fonoaudiólogo y un kinesiólogo.
9 El Farfulleo: El niño habla de manera poco fluida y muy mal pronunciada. La falta de fluidez impide que el niño pueda expresarse.
9 La Disfonía: Es una alteración del timbre de voz provocada por un trastorno orgánico o por la fatiga de los músculos de la laringe. Puede ser transitorio o crónico.
FIGURA 8: Dos pares de cuerdas vocales. Las primeras están afectadas. [http://www.fotogeriatria.net/orl.htm]
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TRASTORNOS DEL LENGUAJE Y LA COMUNICACIÓN NO ESPECÍFICOS.
Existen determinados trastornos del lenguaje a los que no se les puede atribuir una causa determinada. Sin embargo, podemos decir que los trastornos que a continuación se plantean están acompañados por un trastorno afectivo en la mayoría de los casos.
Las formas más comunes son el mutismo, el laconismo y el lenguaje recesivo, caracterizados por:
-
Frustraciones precoces.
-
Alteraciones de las primeras relaciones.
-
Regresiones.
-
Traumas psíquicos.
-
Estructuración de tipo acústica.
Estos trastornos suelen integrarse a un cuadro de fobia. Es muy interesante la variedad de mutismo llamada “mutismo selectivo”, en que el niño decide con quién habla y con quién no, o en que lugares. Esto normalmente está inducido por el mentado cuadro de fobia.
1.2.2) PREVENCIÓN.
Realmente la prevención de los trastornos del habla no existe en su plenitud, puesto que gran parte depende de la genética, la coincidencia o incluso el azar.
Lo que sí podría ser efectivo, no tanto para la prevención, si no para un diagnóstico precoz, se trata de la observación del bebé, de cómo se va desarrollando, así como también crear un entorno dónde el habla sea correcta.
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Sería un ejemplo de esta hipótesis el caso de un niño que vive en una familia dónde la madre al hablar sesee. Es muy probable que el niño, que aprende del habla de sus padres, sesee del mismo modo que lo hace su madre. La única manera de prevenir los peores efectos de un trastorno del habla es empezar a tratarlo lo antes posible, tan pronto cómo se pueda diagnosticar. Cuanto antes se empiece, menos secuelas es posible que le queden al paciente Si es cierto que el médico puede prevenir ese trastorno del habla si en la familia hay antecedentes como la sordera o si el niño ha nacido con alguna patología que afectará a su habla, como el Síndrome de Down o una enfermedad infecciosa como la meningitis.
FIGURA 9: El apoyo de los padres y su comprensión es imprescindible. [hugoherci.wordpress.com]
1.2.3) SINTOMATOLOGÍA Es imprescindible que los padres observen la evolución del niño. Un bebé que sea silencioso, que no balbucee ni reproduzca sonidos, que entre los 12 y 24 meses no comprenda pequeñas ordenes ni haya desarrollado un lenguaje sencillo, que a los dos años no reproduzca palabras semejantes al idioma establecido o que a los tres años no pueda ser entendido por personas ajenas al núcleo familiar; probablemente sea un niño que padezca de algún trastorno del habla. Los niños con un trastorno del lenguaje receptivo tienen dificultad para entender el lenguaje. Aparece una clara dificultad para entender lo que se les dice, presentan problemas para seguir instrucciones e incluso para organizar sus pensamientos. Los niños con un trastorno del lenguaje expresivo tienen problemas para expresar lo que sienten, piensan o necesitan y por eso son niños con dificultad para juntar
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palabras en oraciones, sirviéndose de frases simples y cortadas o incluso desordenadas. No son capaces de encontrar las palabras correctas al hablar y usan muletillas para introducir sus frases o substituirlas por gestos, por algo visual que llame la atención del interlocutor. Suelen ser niños con un vocablo pobre y por debajo del nivel de otros niños de su edad. Debido a sus problemas del lenguaje, estos niños pueden tener dificultad en ambientes sociales. A veces, los trastornos del lenguaje pueden ser parte de la causa de problemas conductuales serios. Evidentemente, si el niño padece alguna alteración morfológica del aparato fonador o de alguno de los órganos relacionados con el habla, la sintomatología será mucho más clara: el niño no puede hablar o no habla correctamente porque esa malformación se lo impide. Pero en el caso de ser algo psicológico, el tema es mucho más complejo. Primeramente nos tendríamos que fijar en si el niño reacciona enfrente de sonidos, onomatopeyas, risas o cuando se le amonesta, porque de no ser así probablemente tenga algún problema de sordera, y eso imposibilita el aprender a hablar. Si no se trata de sordera, puede tratarse de un déficit, como un pequeño retraso debido a problemas en el parto y su consecuente falta de oxigenación.
1.2.4) FACTORES DE RIESGO Existen factores de riesgo desde diferentes puntos de vista: hay trastornos que son heredables, como el caso de la tartamudez, pero también los hay condicionados al medio donde el niño crece, a si crece en un contexto monolingüe o multilingüe, lo cual podría atrasar el momento de empezar a hablar; a la atención y el cariño que recibe, aquellos estímulos que ayudan al niño a interaccionar con los padres; a si los progenitores hablan con alguna alteración del habla y un largo etcétera.
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1.3) Función emocional del lenguaje. 1.3.1) HABLA Y COMUNICACIÓN. Un trastorno del habla modifica la interacción entre el niño y su entorno y puede provocar alteraciones en la actitud de éste mismo o en su forma de expresarse. El habla es tal vez la manera más eficaz que tenemos las personas para comunicarnos. El habla sirve para transmitir ideas, opiniones, para expresar necesidades, para relacionarnos con personas que hablan el mismo idioma que nosotros, pero sobretodo el habla nos permite exteriorizar todas las emociones que sentimos y nos permite desahogarnos y transmitir a los demás qué sentimos hacia ellos, hacia las cosas o los hechos. Por eso, el habla regula las emociones, y si el niño tiene problemas con el habla, puede derivarse otros trastornos psicológicos que afecten a la estima en general y a la autoestima.
La
adquisición
del
lenguaje
podemos
decir
que
es
un
subproducto del desarrollo cognitivo normal que le permite al niño alcanzar gradualmente el habla adulta, es decir que es un delicado proceso en el que los adultos organizan de modo artificial el mundo para que el niño pueda desenvolverse bien culturalmente, participando en cuanto sucede de modo natural y con la cooperación de los demás.
Un niño que no se puede comunicar con el resto será un niño ajeno a las relaciones sociales y por tanto un niño que no se sentirá realizado.
Esto está claramente relacionado con los dos casos que he analizado para la parte práctica. Esto puede crear reacciones en los niños que a la vista de los padres puede ser una manera de desafiar, pero que realmente lo que significan son maneras de llamar la atención para poder incluirse en esas relaciones sociales.
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Veremos cómo Laia cambió completamente su personalidad al no poder expresarse como es debido, cómo dejo de ser una niña alegre para convertirse en una niña llorona, ya que el llanto era el único medio que tenía para pedir ayuda.
Alba me contó que se sentía muy vulnerable en el colegio, ya que no se sentía capaz de hablar correctamente, lo cual condicionó mucho a su carácter. Dejó de ser extrovertida y se volvió muy tímida.
Estas actitudes son muy propias y características. Suele ser un síntoma claro el hecho de que aparezca el mutismo selectivo, es decir, no hablar en situaciones determinadas o con según qué personas, los berrinches o pataletas, la timidez excesiva y la falta de atención. En la mayoría de los niños se presenta la sensación de ser diferente e ineficiente, y eso frustra al niño y lo entristece.
El lenguaje es el medio de expresión del niño, es decir, el medio por el cual él puede expresar lo que necesita, lo que quiere y lo que siente. Cuando esta vía de comunicación no está bien desarrollada el niño se siente impotente, no puede conseguir lo que quiere, pero cuando consigue articular una palabra que el resto de personas sí entienden, se siente eufórico y se tranquiliza.
1.4) Examinar al paciente. Análisis. 1.4.1) ¿CÓMO SE EXAMINA AL NIÑO?
Para detectar el trastorno que el niño tiene es necesario que, mediante la sintomatología que se presenta, se le someta a diferentes pruebas que facilitarán encontrar un diagnóstico seguro y un plan de tratamiento especificado.
Hay un seguido de pruebas que son estándar y que a partir de las cuales se deriva a otras pruebas que nos ayuden a acertar con el diagnóstico. En los casos que yo he
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analizado, el factor clave ha sido el diagnóstico basado en el tratamiento con la familia, las emociones de las dos pacientes… Y sobre todo la intervención de un psicólogo que prestara su ayuda en cuanto al shock emocional.
Pero este criterio no siempre es útil o aplicable a todos los trastornos, y normalmente hay que usar otras pruebas.
Las más corrientes son tales como el test BLOC (Batería de Lenguaje Objetiva y Criterial), que consiste en una batería de evaluación para pacientes de entre cinco y catorce años y que está dividida en cuatro grandes módulos: Morfología, Semántica, Pragmática y Sintaxis. El módulo de morfología cuenta con diecinueve apartados con diez ítems cada uno mientras que el módulo de sintaxis cuenta con dieciocho bloques de también diez ítems cada uno. El módulo de semántica cuenta con dieciocho apartados o bloques de diez ítems cada uno, y el módulo de pragmática cuenta con trece apartados o bloques de diez ítems cada uno.
Una vez hecho este test se puede proceder a someter al niño a pruebas más específicas.
Como el caso práctico, que más adelante veremos, está centrado en el trastorno de la tartamudez, una disfemia; a continuación se relatan el seguido de pruebas ayudan a detectar que un niño es tartamudo.
Una vez realizado el BLOC y demás pruebas secundarias como el test TRO o CAT; o una revisión de los órganos fonológicos, que nos determinarán que el niño tiene una disfemia, el especialista se centrará en un seguimiento del niño al cual someterá a distintas pruebas y evaluaciones con instrumentos como los test de lectoescritura, cámaras de video, contadores o cronómetros, neumpolígrafos, programas informáticos de análisis de la voz y la intensidad, y sonógrafos.
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Estas pruebas determinarían si el niño es tartamudo y el grado de tartamudez que hay que tratar, y a partir de este punto se desarrollará un plan de tratamiento especializado que corregirá, dependiendo del caso, total o parcialmente la disfasia.
1.4.2) ¿DÓNDE SE EXAMINA AL NIÑO?
Cuando un padre detecta que su hijo tiene alguna anomalía en el habla, es importante que lo primero que haga sea dirigirse al pediatra que lleva al niño, porque este hará una primera valoración y le dirigirá al especialista correspondiente. Normalmente, el equipo médico encargado de diagnosticar estos problemas son especialistas tales como los neurólogos, psicólogos, psicopedagogos, logopedas, etcétera. Los logopedas serán los encargados, a veces junto a psicólogos, de corregir la disfunción. Estas pruebas, estos test, se realizan en centros especializados en logopedia, en hospitales e incluso en consultas médicas, depende del especialista que se encargue de aplicar la prueba al niño.
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CAPÍTULO 2: ANALISIS DE UN CASO. 2.1) Ficha de un paciente en tratamiento. Al escoger este trabajo quise centrarme en un trastorno en concreto entorno el cual girara el caso práctico, y el que más me llamó la atención fue el de la disfemia. La parte práctica de este trabajo se divide en dos situaciones correlativas en el tiempo, en la evolución del tratamiento del trastorno. Mi parte práctica se centra en observar desde el punto de vista de un espectador que se ha informado y ha recopilado una serie de conocimientos, la técnica de trabajo que usa un especialista, en este caso una logopeda, para tratar a una niña tartamuda y posteriormente entrevistar a una adulta que ha sido tratada del mismo tipo de disfemia que la niña para poder determinar las expectativas de futuro. Para desarrollar la parte de este trabajo referente a la labor del especialista he podido contar con la colaboración de un centro privado de psicología, psicopedagogía y logopedia infantil, donde he asistido un total de diez horas para la observación del trabajo que una logopeda hacía con una niña de diez años que cursa quinto de primaria y que está afectada por una disfemia.
A continuación, presento una ficha del paciente:
2.1.1) EL TRASTORNO QUE PADECE: La DISFEMIA, ESPASMOFEMIA o TARTAMUDEZ, es un trastorno en la fluidez normal del habla, que consiste en la repetición rápida, brusca o explosiva (clónica) de sonidos y/o sílabas o grupos de sílabas, provocando bloqueos o imposibilidad de emitir sonidos (tónica), al intentar pronunciar una palabra. Suele acompañarse de otros movimientos corporales (parpadeo, muecas, balanceo de brazos), que pretenden encontrar ayuda para superar el bloqueo verbal.
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Como hemos visto anteriormente, y según la información que extraemos de Vygotsky, estas características se deben a que las funciones del cerebro relacionadas con el habla no se coordinan correctamente. Laia es una niña de diez años cuyo habla está afectado por una disfemia que se detectó cuatro años atrás, cuando a raíz de un accidente de tráfico quedó traumada psicológicamente. Sabemos por Monfort y Juárez y otros autores cómo Vygotsky que la disfemia que deriva de un trauma psicológico es mucho más difícil de tratar. Al principio la gravedad de la disfemia era moderadamente severa. Según me explicó su logopeda, Laia mostraba una tensión bastante fuerte a la hora de hablar, tartamudeaba aproximadamente el 10% de las palabras que pronunciaba durante un discurso de dos minutos y solía bloquearse durante un par de segundos, en los que hiperventilaba para coger aire. Su disfemia es tónica ahora, pero entonces también era clónica, ya que repetía los fonemas y los alargaba para juntarlos con los siguientes. Hay que apuntar que la gravedad es siempre muy variable dentro del sujeto, ya que dependerá, por ejemplo, del mensaje, del contexto o el interlocutor. El conjunto de características que presentaba el cuadro de tartamudez de Laia nos permiten comprender el por qué del estado depresivo del sujeto, ya que de estos síntomas suele derivar una actitud neurótica respecto al lenguaje. Ahora, después de cuatro años de tratamiento, Laia ha pasado de una disfemia moderadamente severa a una disfemia regular-suave, ya que a pesar de que mantiene esa tensión facial, ha reducido el número de palabras tartamudeadas al 45% y el tiempo de bloqueo es algo inferior a dos segundos. Podemos deducir por la teoría que hemos conseguido recopilar, que el estado emocional y la predisposición de Laia van cambian proporcionalmente con los progresos que va logrando. Cuando Laia llegó al centro cuatro años atrás, Marta, su logopeda, inició todo el procedimiento de diagnóstico y observación de la sintomatología para establecer un
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plan de tratamiento y seguimiento. Para ello, el primer paso fue entrevistarse con los padres de la niña, quienes le facilitaron información sobre el momento de la aparición y desarrollo de la disfemia.
Como ya sabemos, la familia es el núcleo más importante para el desarrollo del niño y, por eso, cuando hay que tratar un trastorno del habla siempre hay que trabajar a la par con los padres. Al parecer, tras el accidente de tráfico la niña sufrió un shock emocional que paralizó su habla. Según la información que Marta me facilitó, algunos shocks emocionales pueden producir la pérdida parcial o total del funcionamiento de los mecanismos del habla. Para simplificar un tema tan complejo y sintetizarlo diremos que se produce un retroceso en el aprendizaje, y muchas veces este retroceso se manifiesta en forma de disfemia. Durante la entrevista, a los progenitores se les preguntó cómo asumieron el trastorno cuando su hija empezó a dar muestras de ello, y ese punto es muy importante ya que la actitud de los padres frente el trastorno es muy influyente para que la niña se pueda recuperar. La logopeda informa a los padres y los orienta para que sepan afrontar el trastorno y puedan participar en la corrección de éste no sólo haciendo ejercicios en casa, sino también con su actitud. Al parecer los padres de Laia no encajaron muy bien el trastorno y al principio no tenían mucha paciencia con ella, hasta que Marta les indicó que hacer, y eso lo veremos más adelante, en el apartado relacionado con la intervención del profesional y la familia. Lo primero que se le pregunta a la familia es todo lo relacionado al entorno de la niña, sus problemas en el colegio, con los amigos, cuáles son sus actividades extraescolares, etcétera.
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Esta información es básica, ya que gracias a ella podemos entender el modo de vida que la niña lleva. Una vez recogida esa información se procede a una batería de pruebas de análisis que ayudaran a la logopeda a determinar qué grado de tartamudez se trata y cómo lo tratará, aunque Marta, la logopeda, me comentó que para ella la mejor técnica es la conversación con el niño en diferentes situaciones y contextos y en un ambiente libre de tensión, porque solamente eso ya nos da la información más relevante para determinarlo.
2.1.2) SINTOMATOLOGÍA. Laia tenía miedo a hablar, porque sabía que algo había cambiado y que no era capaz de terminar las palabras que empezaba. Este miedo se llama Lalofobia, y suele ser el primer y más llamativo de los síntomas que aparecen en las disfemias con componente psicológico. Algunos niños buscan sinónimos para las palabras que no van a saber decir, o intentan huir de las conversaciones. El miedo a las palabras conduce a una auto observación no natural del proceso articulatorio, lo que a su vez produce una alteración considerable de un movimiento que debiera ser espontáneo y automático. Cuando esto ocurre, lo que tiene lugar es una gran descoordinación en todo el proceso. Todo esto, lógicamente, tiene sus efectos a nivel de alteraciones en la personalidad. Al tomar conciencia de su dificultad a través del ambiente (en forma de críticas, burlas, castigos, etc.), el disfemico puede refugiarse en el mutismo, evitar hablar en ciertos casos, o bien hacerlo sólo en circunstancias favorables. Y éste fue el caso de Laia. El cerebro de Laia cambió el funcionamiento de sus mecanismos para comunicarse. Tras el shock, Laia permaneció varias semanas en silencio, sin querer comunicarse con nadie, solamente hablaba y mostraba su dificultad para ello cuando era estrictamente necesario y cuando ni los gestos ni los berrinches y pataletas indicaban a sus padres qué era necesario para ella, y éste fue el síntoma que les determinó a acudir a un especialista. Cuando Laia empezó a hablar de nuevo, había “olvidado” la manera de respirar correctamente al hacerlo. Su diafragma golpeaba los pulmones y se trababa al bajar, sus cuerdas vocales se tensaban y era incapaz
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de pronunciar palabras sin hiperventilar. Laia había perdido confianza en si misma, y se sentía insegura cuando Marta habló con ella por primera vez. Los espasmos faciales, el cerrar los ojos y aparecer tics nerviosos, el balanceo de los brazos y el abrir y cerrar la boca cuando tartamudeaba eran muy exagerados entonces, y Marta pudo determinar que Laia tenía un grado de disfemia tónica moderadamente severo.
2.1.3) ACTITUD DEL NIÑO FRENTE SU HABLA DEFECTUOSA. Cada niño con un trastorno del habla encaja la aparición de éste de una manera u otra. Mi hermano, un niño de nueve años con dislalia, convive perfectamente con su trastorno y trabaja sin oponer resistencia alguna para rectificarlo. En el caso de Alba, la persona a la que entrevisté para analizar las expectativas de futuro que Laia podía tener; tras el shock emocional que padeció se encerró en un mundo de incomunicación porque, sencillamente, no tenía nada que decir. Probablemente estaba afectada por una depresión, pero eso lo veremos más tarde. El caso que nos ocupa ahora es Laia, y en Laia las cosas al principio fueron un poco complejas. Observando a la niña hacer sus ejercicios para regular la respiración cuatro años después del accidente, veo a una niña más o menos segura, esforzándose para recuperarse y volver a hablar cómo antes. Se mira en el espejo, Marta le dice que se toque la nariz, los labios... Abre y cierra la boca repitiendo un fonema enfrente del espejo, se ríe... Pero Marta me cuenta que no fue nada fácil.
Laia era una niña muy nerviosa antes del accidente, y según sus padres, de bebé empezó a hablar muy pronto y por tanto tenía mucha seguridad a la hora de hablar. Pero tanto esa facilidad para hablar como ese nerviosismo desaparecieron tras el accidente. Laia selló sus labios, pues el accidente le produjo un trauma infantil que se manifestó en forma de mutismo. Cuando Laia quería agua, señalaba la jarra. Cuando se encontraba mal o algo no funcionaba como ella quería, lloraba. El llanto se convirtió en una parte más del carácter de Laia, quien dejó de ser la niña valiente y alegre que era para convertirse en alguien que evitaba el contacto con la sociedad, alguien tímido y sensible. Marta me explicó que muchos niños se sirven del llanto
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como señal de que algo va mal, de que algo les ocurre y que necesitan ayuda. Esto se puede contrastar perfectamente con el libro de Monfort y Juárez (El niño que habla Pág.70):
“[…] no podemos olvidar que un trastorno importante del lenguaje o del habla modifica sustancialmente la interacción entre el niño y su entorno y puede provocar alteraciones en el niño y en su forma de expresarse.”
Y Laia no dejaba de llorar por todo, por cualquier minucia. Los padres ya se habían percatado de ello, pero fue una llamada de la tutora escolar de Laia quien les decidió a pedir ayuda. Desde el colegio les alertaron de que Laia había bajado muchísimo su rendimiento, que ya no participaba en clase, no colaboraba en las actividades grupales, y no solo eso, sino que sus compañeros se habían apartado de ella y empezaban a convertirla en el hazmerreír de la clase. Laia respondía con llanto a todas las burlas, y la profesora se había dado cuenta de que cuando hablaba tenía graves problemas para articular las palabras. Y es que Laia estaba muy frustrada, además de asustada y preocupada. Marta pudo observar que presentaba un cuadro de ansiedad importante, y que sólo con su intervención no solucionaría nada, principalmente porque en un principio ni tan solo pudo intervenir, así que la dirigió a un psicólogo. Laia no hablaba porque se avergonzaba de ello, porque cuando había intentado hacerlo se habían burlado de ella, y porque ella misma no se reconocía. Y es que hablar es algo muy importante, no solo para comunicarnos, sino para exteriorizar lo que sentimos, y eso Laia no sabía hacerlo. A pesar de todo y tras años de tratamiento, Marta me cuenta que ha cambiado mucho, que ahora ya no existe esa falta de autoestima y que Laia ha recuperado parte de su seguridad para hablar. He podido comprobar en estas diez horas que Laia es una niña muy cariñosa y encantadora, y que ha recuperado su alegría. Ya no llora cuando algún ejercicio le sale mal, sino que se relaja, cuenta hasta diez mentalmente y vuelve a tomarse su tiempo para realizarlo correctamente.
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2.1.4) TRATAMIENTO Marta elaboró una serie de ejercicios que cada tanto tiempo cambiarían para ir tratando las diferentes fases que Laia tenía trastocadas. Para empezar, la niña tenía que familiarizarse con todos los miembros de su cuerpo que le permitían hablar, así que delante de un espejo, la niña y la logopeda identificaban su barriga, la hinchaban al tomar aire, lo expulsaban en diferentes tiempos e intensidades, identificaban sus labios, se acercaban al espejo para besarlo y sentir el frío del espejo, imitaban el sonido de una moto, etc. Lo que había que corregir primero era esa respiración errónea que dificultaba su habla. Para ello Marta se sirvió de ejercicios de soplo, que sirven para aumentar la capacidad pulmonar, Estos ejercicios de soplo son muy efectivos, y se trata de ejercicios tales como soplar pelotitas de pin-pon para hacer una carrera con ellas, apagar velas o regular la cantidad de aire que expulsamos para que la llama de la vela se mueva pero que no se apague, hacer burbujas
FIGURA 10: Reconocerse en el espejo.
en un vaso de agua a través de una pajita, ya que muchos niños encuentran más fácil soplar a través de un tubo, o hinchar las mejillas jugando a ser un globo cuándo la música se detiene o cuándo damos una palmada y seguidamente deshinchar las en un tiempo determinado. La disfemia produce espasmos en la zona torácica y eso también dificulta el habla. Para tratar eso, los logopedas se sirven de diferentes técnicas de relajación. Marta usó la técnica de relajación de Jacobson con Laia. Esta técnica consiste en tumbarse en una esterilla o camilla y, con los ojos cerrados y en un ambiente relajado, contraer y distender diferentes grupos musculares.
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Era muy importante que Laia perdiera ese miedo a hablar en público, y eso no podía hacerse en sesiones privadas, sino que era necesario que se realizaran en grupo. Para dar este paso fue necesario un año, en el que Marta preparó el aparato fonador de Laia hasta lograr una mejora suficiente como para que la niña se pudiera sentir más segura, además de contar con el trabajo de un psicólogo, quien le devolvió la confianza. Entonces cambiaron dos sesiones semanales privadas por grupales, en los que Laia tuvo que interactuar con otros niños. En estas sesiones grupales, los niños leían en voz alta y representaban pequeñas escenas teatrales. Sabemos por el libro El niño que habla, que los juegos grupales no solo ayudan al sujeto a mejorar su habla, sino que previenen la aparición del mutismo selectivo, y en el caso de que el sujeto ya lo padezca, son muy útiles para superarlo. Juegos cómo los de imitar a indios y hacer pequeñas dramatizaciones en las que, por ejemplo, se finja estar en un bosque e ir imitando los sonidos del bosque, formar un círculo e imitar canciones “indias” o “africanas” dónde abundan las consonantes “p”, “t” y “c” junto con “b”, “d” y “g”, son muy útiles. (Ejemplo de actividad: Formar un círculo en que los niños simulen ser cazadores indios. Empiezan a danzar dando vueltas alrededor de una silla que simule ser un tótem o algo por el estilo al mismo tiempo que cantan8; “A be no no; A be no no; A ba lu ga tumbale; A ba lu ga tumbale; A be no no lale; Apu atu acu abu adu agu!”
A veces en el caso de la lectura en voz alta usaban metrónomos para cronometrar su velocidad lectora, y también se servían de otras técnicas para ir corrigiendo el trastorno a la vez que la niña superaba la Lalofobia
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8: Ejemplo extraído del libro El niño que habla.
Un ejemplo de las sesiones a las que asistí sería el siguiente: 10 minutos: Ejercicios de relajación. 5 minutos: Ejercicios de respiración 5 minutos: Ejercicios de soplo. 5 minutos: Ejercicios de fonación. 10 minutos: Ejercicios de lectura. 5 minutos: Dramatizaciones 5 minutos: Conversaciones espontáneas.
2.1.5) REACCIÓN DEL NIÑO AL TRATAMIENTO. La reacción de Laia fue cambiando a medida que el tiempo fue pasando. Al principio se mostraba reacia al tratamiento, ya que tratarla implicaba entrar en su intimidad y quebrantar su silencio. Pero poco a poco, según avanzaban las sesiones, Laia se mostró predispuesta a trabajar, a mejorar y volver a recuperar sus facultades para hablar.
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2.2) Intervención del profesional. 2.2.1) Familia. ¿Cómo se debe actuar? Como apuntan Montfort y Juárez en El niño que habla: “Tenemos que recordar que el niño es incapaz de deshacerse de su trastorno por un simple acto de voluntad, al contrario, y que es contraproducente interrumpir, corregir, hacer repetir y anticipar lo que nos va a decir un tartamudo.” El logopeda debe orientar a la familia sobre cómo deben enfrentarse al trastorno de su hijo, que actitud deben mostrar y por qué. Marta informó a los padres de la disfemia que tenía su hija, y esto los desalentó. Evidentemente no es fácil enfrentarse a un cambio así y menos estando acostumbrados a una comunicación muy buena con su hija. Es un obstáculo para su hija, que desfavorecerá su maduración, que cambió su personalidad y que además les exigía a ellos un sobreesfuerzo de paciencia, de calma, de serenidad y les obligaba a emplear en Laia un tiempo del que apenas disponían. Y ahí fue donde Marta tuvo que intervenir. Habló con sus padres y les explicó que a pesar del nuevo problema, su hija seguía siendo una niña encantadora, alegre, solo que necesitaba ayuda y les concienció de que era crucial para la recuperación de Laia que pudiera contar con el apoyo de sus padres, y no solo eso, sino que en casa, el núcleo más directo e importante, debe reinar la paz, la serenidad. La familia ha de ser un entorno de distensión en el que la niña esté cómoda y segura para hablar y desarrollar su habla. Para empezar, les dijo a los padres que Laia tenía Lalofóbia, que le daba mucho miedo equivocarse al hablar y que eso comportara una burla, una reprimenda... La lalofobia es un síntoma del mutismo selectivo. El niño presenta miedo al hablar porque se siente presionado en según qué situaciones.
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Entonces, les indicó cuál debía ser la actitud frente a un bloqueo. Al principio era muy difícil mantener una conversación con Laia por diversos motivos. El principal es porque eludía el uso de la palabra. Marta les indicó que era muy importante que cuando Laia se refiriera a algo mediante la gesticulación, ellos persistieran en que no la entendían, porque ello obligaría a Laia a usar la palabra. Entonces llega el punto del llanto, el cual debe ser obviado. Cuando la niña llorase, no se le debía hacer caso. Así no tendría más remedio que hablar. Es cuando habla cuando se manifiesta el trastorno, y ahí es donde se requiere mayor trabajo. Al principio los padres no pueden hacer mucho, solo escuchar a su hija y tener paciencia cuando esta se trabe, y ayudarla a mantener la misma voluntad de terminar la palabra. Hay que evitar terminar la palabra por ella, o aconsejarle que busque un sinónimo. Es importante recordar algunas pautas genéricas que todo terapeuta debe usar para orientar a los padres: -
No rectificar al niño cuando este se trabe ni terminar la palabra por él.
-
Tampoco hay que alabar al tartamudo cuando éste hable normalmente, ya que eso significa recordarle que tiene ese trastorno cuando acababa de olvidarlo. La tarea de los padres es crear un ambiente de confianza y de comprensión permisiva.
-
Se recomienda a los padres que fomenten las canciones. Por ejemplo: Crear una canción para cuando el niño se lave las manos: “Manos limpias, manos limpias, con jabón, con jabón… Y un poco de agua, y un poco de agua… Y secamos, y secamos”.
-
Es importante que el niño vea enfrente de sí a una persona relajada que está pendiente de lo que está diciendo y no de cómo lo dice, que acepte menajes incompletos y no muestre prisa alguna para recibir dichos mensajes.
-
Los juegos de palabras son muy útiles en estos casos. Sería ejemplo de un buen juego de palabras uno que consistiera en construir una palabra a partir
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de la sílaba siguiente. Así pues empezaremos con “a-gua”, a lo que el niño contestará “gua-po”, y el adulto proseguirá con alguna palabra que empiece por la sílaba “po”, y así sucesivamente.
2.2.2) Escuela. ¿Qué deben hacer los docentes? Monfort y Juárez hacen una descripción de cómo en el colegio se pueden prevenir los trastornos del habla: “Prevenir la aparición y el desarrollo de los trastornos del lenguaje infantil. La preparación de los educadores de preescolar y primera etapa de primaria debería permitirles cumplir la función de despistaje precoz y de orientación familiar en relación con las dificultades, pequeñas o grandes que encuentran algunos niños en la adquisición del lenguaje oral. “ Para que Laia pueda recuperar el habla que tenía es necesario que se combinen todos los elementos del entorno de la niña para crear una unión que facilite su progreso, y por eso es importante que la escuela conozca cuál es la situación de la niña, qué problemas tiene para hablar y en qué
dificultades
nos
encontramos
(lalofobia).
FIGURA 11: El colegio. El docente, para poder ayudar a la niña, debe saber escucharla sin darle prisa, dejar que se tome su tiempo para hablar, para que pueda expresarse cómodamente. No interrumpirlo cuando habla pidiendo permiso ni dejar que él interrumpa a los demás.
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Es bueno hablarle con frases cortas y con un lenguaje fácil, es decir, adecuado para su edad, y tener presente que la tartamudez no afecta a la capacidad intelectual de las personas. Que un niño sea disfluente no significa que no esté capacitado para aprender. El docente deberá valorar más el contenido que la forma, demostrando mucho interés en lo que dice y no en cómo lo dice. Es menester que no haga observaciones o correcciones en el lenguaje, y menos públicamente. Escucharlo relajadamente sin crítica ni juicio dará confianza al alumno con disfemia. Estimularle para que participe en discusiones y tareas grupales, no evaluar constantemente su comportamiento verbal y no demostrarle que estamos pendientes de sus bloqueos son actitudes muy positivas. El objetivo es que se sienta comprendido en el aula, ya que los bloqueos retroceden cuando la comunicación es esencial y se siente aceptado y cómodo. De todos modos esto no es algo fácil, y como hemos estado viendo durante la parte teórica, un trastorno del lenguaje unido a un trastorno emocional es mucho más difícil de tratar.
2.2.3) PROBLEMAS EMOCIONALES. ¿CÓMO REGULA EL LENGUAJE LAS EMOCIONES? Laia lloraba constantemente cuando no sabía expresarse. Eso se daba porque se sentía cohibida y frustrada cada vez que hablaba. El habla es un mecanismo regulador de las emociones, y si Laia no podía comunicarse, no podía expresar sus sentimientos, y eso le creaba un estado de ansiedad insufrible. La actitud irascible de la niña, las respuestas violentas, el negarse a hablar y las constantes pataletas eran la única manera de exteriorizar la rabia que sentía por no poder expresarse como antes, la impotencia de haber olvidado algo que sabía hacer. No lograr que te entiendan es algo realmente duro, y Laia se encerró en su mundo.
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Si todo esto ha cambiado es porque la terapia abre esa burbuja en la que Laia se encontraba, porque se ha dado cuenta de que puede hablar igual que los demás, mejor o peor, pero puede hacerlo. A demás, la terapia le ha devuelto esa confianza al demostrarle que puede mejorar y tal vez, con el tiempo, volver a hablar sin tartamudear.
2.3) Expectativas de futuro. 2.3.1) ENTREVISTA A UN ADULTO TRATADO EN LA INFANCIA. Esta parte del trabajo engloba todo lo aprendido en la teoría y contrastado en la práctica. Alba ejemplifica a la perfección cuál será posiblemente el devenir de Laia, ya que ha pasado todo lo que Laia está pasando ahora. En la entrevista que se presenta a continuación se ven presentes los aspectos siguientes: -
El shock emocional que trunca el habla de la niña.
-
La decisión de la niña de dejar de hablar (mutismo selectivo).
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Los síntomas del trastorno emocional. La discriminación en el colegio y la actitud temerosa de la niña para hablar en público.
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La intervención del profesional, la actuación de la familia y el entorno escolar.
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El tratamiento.
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El cambio de actitud de la niña frente a su habla defectuosa.
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Positivismo y voluntad de seguir mejorando.
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Alba Díaz Rodríguez es una chica de dieciocho años que cursa primero de bachillerato en un colegio concertado en Gavà. Alba tiene disfemia tónica desde los seis años. Al igual que Laia, la disfemia de Alba deriva de un shock emocional. Para hablar de ello concertamos una entrevista en la cual estuvimos hablando de todo el proceso que vivió desde que la desarrolló hasta que terminó el tratamiento. Alba entró en shock cuando tenía seis años y le comunicaron que su padre, enfermo, había fallecido. Patricia: “Alba, ¿cómo y cuándo empezaste a tener dificultades en el habla?” Alba: “Tenía seis años cuando mi madre me dijo que mi padre había muerto. Estaba rodeada de toda mi familia y me sentí incómoda, no quise llorar, no quería sentirme más pequeña de lo que ya era... Además le prometí a mi padre que no lloraría. Entonces me lo dijo mi madre y dije, bueno no pasa nada, estamos juntas, no me quedo sola. Así que fuimos a casa de mi tía, donde estaba mi hermano, que entonces tendría un año y medio o así, y les dije que me iba a jugar con él. Me lo llevé a una habitación y allí le estuve hablando (eso ya es privado) y cuando salí decidí que no quería hablar con nadie, porque no tenía nada que decir... No veía nada importante, además estaba enfadada con todo el mundo y les culpaba de que mi padre ya no estuviera.” Patricia: “Entonces, decidiste dejar de hablar... ¿Cuánto tiempo permaneciste en silencio?” Alba: “Estuve tres meses sin hablar, sin decir nada de nada. Y un día jugando con Mónica, mi prima, pues no sé por qué pero le hablé, y de ahí empecé a hablar de nuevo. Pero al parecer después de tanto tiempo mi cerebro no iba bien o fue de los mismos nervios de volver a hablar que empecé a tartamudear muchísimo, prácticamente era imposible entenderme.” Patricia: “Debió ser duro para tu familia, después de lo de tu padre, que empezaras tú con ese problema...”
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Alba: “Mi familia no podía entender el porqué de mi silencio, aunque yo tampoco se lo expliqué. Al principio todos intentaban que hablara, me hacían preguntas tontas pero yo no contestaba. Entonces fueron a mi psicólogo y les dijo que lo que tenían que hacer era dejarme mi espacio, que no me ignoraran pero que dejaran que decidiera cuándo quería volver a hablar. Muda no me había vuelto, solo estaba en shock.” Patricia: “¿Qué tratamientos hiciste?” Alba: “Hice tratamientos de respiración para no quedarme sin aire y ahora estoy mucho mejor. Antes me atrancaba en cada palabra como cinco veces, ahora lo voy controlando solo que a veces cuando sé que he de hablar de algo importante prefiero hablarlo de forma escrita porque sé que me atrancare y me siento pequeña al no poder contenerlo... He probado logopedas, psicólogos, ejercicios de relajación, etc. Y gracias a ellos he aprendido el mecanismo para hablar mejor, pero en cuanto me altero o si estoy normal pero tengo muchas ganas de explicar algo pues peor hablo.” Patricia: “¿Cómo eran esas sesiones?” Alba: “Bueno la verdad lo recuerdo vagamente, porque ya hace años de ello, pero sí recuerdo que primero fui al psicólogo porque no sabían qué tenía, porque como no hablaba… Pero luego, cuando empecé a hablar de nuevo, pues estuve yendo a un logopeda que me enseñaba a expulsar el aire correctamente al hablar, a relajar mi musculatura… Me fue de gran ayuda.” Patricia: “Hablemos de una etapa difícil… El colegio.” Alba: “Recuerdo que me sentía fatal en el colegio. No quería hablar porque se burlaban de mí, y odiaba que terminasen las palabras y frases en las que me bloqueaba. No fue fácil, tuve que hacerme valer e imponerme.”
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Patricia: “No poder expresarte y bloquearte al hablar tiene que ser muy frustrante.” Alba: “Pues sí lo es. Ahora ya no me afecta tanto, he madurado tengo personalidad y confianza para no acomplejarme de ello, además ya no es lo que era, ahora no es tanto lo que tartamudeo. Pero me sentía mal, no podía expresar lo que quería, y a veces me urge muchísimo contar algo que me ha pasado y tardo muchísimo tiempo para terminar mi discurso, pero la gente que me rodea ya se ha acostumbrado.” Patricia: “Para terminar, ¿cómo enfrentas hoy tu disfemia?” Alba: “Bueno, como ya te he comentado he aprendido a vivir con ella, además de que he mejorado mucho. Soy una chica normal, puedo dar gracias por la salud que tengo, porque tengo muchas amistades, gente que me quiere, porque no he perdido capacidades que son muchísimo más importantes que hablar: Puedo querer, sentirme querida, ver a mi hermano crecer, tengo a mi madre y a mi familia y todo esto no tiene precio y no por hablar peor voy a perdérmelo. Soy optimista y positiva.”
FIGURA 12: Alba convive con su disfemia y lucha de una manera positiva. [https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1939288085094&set=a.1595830858878.89484.1 329177644&type=3&theater]
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3) Conclusión. Al hacer este trabajo no solo he aprendido a cerca de los diferentes trastornos del habla, sino que me ha servido para ponerme en el lugar tanto de la paciente con disfemia como en el de la logopeda. Me ha parecido una experiencia enriquecedora y gratificante, además de que he aprendido muchísimo. Hay mucha gente cuya vida ha quedado afectada por padecer de un trastorno del habla, y es admirable el trabajo que desempeñan algunas personas para ayudar. La parte teórica hace un resumen introductorio de los diferentes trastornos, desde un punto de vista clínico, basándose en teorías de grandes psicólogos como Piaget, Vigotsky o Freud, y complementándolas con información extraída de páginas web especializadas, blogs de psicólogos y logopedas y libros de especialistas. Destacar la utilidad que he encontrado en los libros Pedagogía para la primera infancia 1: Cómo educar la inteligencia del preescolar y El niño que habla. La parte práctica da un enfoque distinto a la teoría, más íntimo quizás, más especializado en la disfemia dándole dos visiones: La técnica por parte de la logopeda, y la vivencia personal de las dos afectadas. No ha sido un trabajo fácil, porque mi intención no era sólo dar información teórica sino darle un enfoque hacia la realidad, y para ello era necesario contactar con un especialista en logopedia que me permitiese desarrollar mi parte práctica, que debía basarse en la observación de un caso real. Y es en este punto dónde he tenido más complicaciones, porque el tiempo iba pasando y no lograba encontrar a un centro que me permitiese hacer esas prácticas, ya que los centros públicos cómo los CDIAP se mostraban dispuestos a facilitarme información pero no me permitían acceder a sesiones porque poco tiempo atrás decidieron no atender en ese aspecto a estudiantes que se encontraran desarrollando sus trabajos de investigación. Por otro lado, entrar en un centro privado era incluso más difícil, porque en los centros a los que acudí no les quedaban horas disponibles a las que yo pudiera
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asistir o los especialistas consideraban que no era beneficiosa para los pacientes mi presencia en las sesiones. Cuando por fin encontré el centro, tuve problemas en cuanto a mostrar su identidad, ya que la condición para que yo pudiera asistir a esas sesiones es que tanto los datos personales del paciente y la logopeda cómo los datos del centro que me permite asistir a dichas sesiones debían quedar en el anonimato. Así pues, cambié el enfoque principal de la práctica que era desarrollar la hipótesis sobre cómo va evolucionando el niño por otra que se adaptara a las circunstancias: Cómo trabaja una logopeda con un paciente tartamudo. Más adelante nos percatamos de que mi papel en la parte práctica podía ser muy enriquecedor si cambiaba el punto de vista, de simple espectador, por el de espectador con conocimientos sobre el tema y que contrasta las teorías que ha aprendido, sobretodo partiendo de la ayuda del libro El niño que habla de Monfort y Juárez, con los conocimientos de un especialista en la materia. Y así lo hicimos. A nivel personal puedo decir que conocer a Laia y ver cómo ha evolucionado, su esfuerzo, y ver la paciencia y la profesionalidad de Marta, así como la fuerza de voluntad tan admirable de Alba han sido experiencias que enseñan a valorar otras cosas en la vida, más allá del materialismo y las prisas de la vida cotidiana. El resultado del trabajo ha sido satisfactorio, y a pesar de las dificultades hemos sabido avanzar y finalizarlo, cumpliendo todos los objetivos que nos habíamos planteado.
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Agradecimientos. La realización de este trabajo ha sido posible gracias a la colaboración de mi tía Marga, quien me ha puesto en contacto con el centro privado en el que trabaja Marta con Laia, así como también de Marta, que me ha permitido asistir como oyente a las sesiones que daba con Laia gracias al consentimiento de sus padres. Agradecer a Alba el haberme aportado su experiencia personal, así como también animarme para que dirigiera la parte práctica de este trabajo hacia la disfemia. Por su colaboración y permitirme que grabara nuestra entrevista. Y por último, darle las gracias a Victoria, la tutora de mi trabajo, por su orientación, su tiempo y sus consejos, y sobre todo por la paciencia que ha tenido conmigo.
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4) Bibliografía: *Libros consultados
GONZALEZ SALAZAR, JUDITH. Pedagogía para la primera infancia 1: Cómo educar la inteligencia del preescolar. Madrid: AKAL, 2005.
MONFORT, MARC; JUÁREZ, ADORACIÓN. El niño que habla. Madrid: CEPE, 2001.
PIAGET, JEAN. Teorías del lenguaje. Madrid: Cátedra, 1989.
VYGOTSKY, LEV. Pensamiento y lenguaje. Madrid: Paidos, 1978 * Obras y autores recomendados
DR. CHARLES BOUTON. ELISABETH BENIERS. El lenguaje preescolar. Madrid: AKAL. 2005 FERGUSON
* Páginas web consultadas
CERIL. Ceril. [en línea] <http://ceril.cl/udep.htm>
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MEDLINE PLUS. Trastornos del habla [en línea] <http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001430.htm>
MONOGRAFÍAS. Desarrollo del lenguaje y evolución. [en línea] <http://www.monografias.com/trabajos16/desarrollo-del-lenguaje/desarrollo-dellenguaje.shtml>
MONOGRAFÍAS. Teorías de Piaget. [en línea] <http://www.monografias.com/trabajos16/teorias-piaget/teorias-piaget.shtml>
PILI SANJOSÉ. Trastornos del habla [en línea] <http://web.jet.es/pilisanjose/habla.htm> PSICÓLOGO INFANTIL. Trastornos psicológicos del lenguaje. [en línea] <http://www.psicologoinfantil.com/traslengu.htm>
SOMOS PADRES. Estimulando el lenguaje desde casa. [en línea] <http://www.somospadres.com/modules.php?name=News&file=article&sid=7986>
WIKIPEDIA. Teoría de las inteligencias múltiples. [en línea] <http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_las_inteligencias_m%C3%BAltiples>
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