5 minute read

Alberto Merino Palomar Macroeconomía y riesgos geopolíticos

Next Article
NOTICIAS

NOTICIAS

Macroeconomía y riesgos geopolíticos

Alberto Merino Palomar // Actuario Colegiado nº 2.287

Advertisement

Iniciar cualquier disertación sobre los riesgos geopolíticos sin hablar, de un modo u otro, de política, es un ejercicio probablemente estéril. No obstante, más que desde el punto de vista de una orientación política u otra, la pretensión de este artículo irá más sobre hechos y tendencias que sobre ideales o soluciones. Cada uno deberá extraer sus propias conclusiones filtrándolas con el tamiz de sus convicciones políticas y económicas.

En primer lugar, y aunque la profesión del actuario está íntimamente relacionada con la previsión y el largo plazo, es inevitable hablar del conflicto bélico que tiene lugar en nuestros días. Y es inevitable porque no solo se trata de un claro ejemplo de riesgo geopolítico, sino que las consecuencias del mismo en economías relativamente lejanas como la nuestra son más que evidentes. crisis de Hong Kong, el Brexit… Y la mayoría de estos fenómenos, aunque algunos tengan lugar en remotos países a miles de kilómetros de aquí, han afectado a nuestra economía de un modo u otro, o han ocasionado crisis económicas globales. ¿Y eso por qué?

Pues una de las respuestas más plausibles es, sin lugar a duda, la globalización de las economías, acelerada en las últimas décadas. Y aunque pueda oponerse que el ejemplo español no es paradigmático, los datos sobre el grado de apertura de nuestra economía son contundentes. Para empezar, en 2021 España es el 70º país más exportador del mundo, de una lista de 191. Digamos que en la mitad más exportadora, pero lejos aún de otras economías de nuestro entorno como los Países Bajos, que está en las primeras posiciones. También en este último año, el grado de apertura de nuestra economía (suma de importaciones y exportaciones divididas por el PIB) era algo inferior al 57%; pero hace solo 6 años era del 49%, y en 1975, del 21%. Así que en cuestión de décadas hemos experimentado una apertura al exterior espectacular.

Dicha apertura, en un país energéticamente dependiente (tan solo un 10% del combustible fósil que se consume en España no es importado), ha generado otras muchas dependencias económicas. Baste como ejemplo la actual “crisis de los chips” que tiene en jaque a la industria de la automoción, con un buen número de factorías en nuestro territorio que no pueden dar salida a sus productos terminados. Las consecuencias para fabricantes, concesionarios, talleres, etc., son desmesuradas, hasta el punto de que, aunque en España no se haya llegado a tal extremo, en Estados Unidos los coches de segunda mano de hasta dos años de antigüedad pueden ser más caros que los nuevos.

Y volviendo al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, no han pasado muchos días hasta que se ha dejado sentir en España el alza del precio del gas. Dicho fenómeno, en un país que solo adquiere a Rusia el 8% del gas que consume (la mayor parte proviene del gasoducto argelino) y que cuenta con un buen número de plantas regasificadoras que le permitirían importar por barco cantidades importantes de este combustible, no debería producirse. Sin embargo, las reacciones en cadena que origina la interdependencia económica de los países de nuestro entorno hacen que tomemos el alza del precio del gas como algo normal.

La globalización que el liberalismo económico ha llevado a cabo durante las últimas décadas no ha sido sino un amplificador de los efectos de los riesgos geopolíticos

No obstante, no es este el único ejemplo de riesgo geopolítico de los últimos años. Quizá uno de los más sonados en cuanto a hecho local de repercusión mundial fue el corralito argentino, aunque uno de los primeros que no tuvo un marcado acento bélico fue la “Crisis mundial de la energía” de 1973. Desde entonces da la sensación de que, al igual que los fenómenos atmosféricos extremos, los riesgos geopolíticos no paran de ver incrementada su frecuencia. Sin ánimo de exhaustividad, además de los ya mencionados podemos recordar, sin tener que echar mucho la vista atrás, no solo la pandemia originada por el COVID-19 sino otras gripes asiáticas, la crisis de Crimea, la proliferación de armas nucleares en Corea del Norte, la

Parece evidente, entonces, que la globalización que el liberalismo económico ha llevado a cabo durante las últimas décadas no ha sido sino un amplificador de los efectos de los riesgos geopolíticos. Eso no quiere decir que haya volver al proteccionismo ni a la autarquía, pero tanto nuestros políticos como los de la Unión Europea deberían pensar seriamente si podríamos tener unas economías y sociedades algo más independientes de lo que son actualmente. Muestra de esa dependencia puede ser la imposible búsqueda de mascarillas en la primavera de 2020, o las interminables colas en la farmacia para conseguir un test de antígenos en las navidades de 2021. El fabricante casi único de ambos bienes ya sabemos todos quién es.

Si los riesgos geopolíticos existen, y cada vez son de mayor magnitud, debemos pues no solo habituarnos a ellos sino intentar ponderarlos. Sin embargo, esa tarea es, como mínimo, ardua, ya que en esa valoración intervienen factores muy complejos cuyos pesos en la magnitud del riesgo son aún más difíciles de evaluar. Pero al final, si una economía completamente autárquica estaría totalmente a salvo de la práctica totalidad de riesgos geopolíticos, la apertura y la dependencia de una economía o sector serían los factores de incremento de dichos riesgos. Para concretar un poco más, ya sea para una economía o sector económico, habría que tener en cuenta factores como: > El grado de apertura entendido según la contabilidad nacional. > El nivel de dependencia de una materia prima. > La facilidad de acceso a fuentes de energía de todo tipo. > La variedad y dispersión geográfica de proveedores de la materia prima de la que la industria o economía sea dependiente. > La facilidad de transporte de dicha materia prima (sirva de ejemplo un chip versus petróleo en crudo). > La dispersión geográfica de los clientes a los que se exporta el producto terminado. > La facilidad de transporte de dicho producto terminado.

Y probablemente, dentro de esa regresión trigonométrica imposible faltarán más variables, pero la magnitud con que los riesgos geopolíticos pueden afectar a una economía concreta dependerá, en gran medida, del grado de apertura de esta última, aunque también al grado de apertura existente en el país o países en que se genera dicho riesgo, así como el tamaño de su economía. ¿O al final simplemente lo transformaremos en una tasa de riesgo que cabe prever que año tras año se vaya incrementando? n

This article is from: