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SEGUROS (IM)POSIBLES

Inflación segura

La inflación está servida, eso seguro. También es seguro que hace daño. Al menos por encima de un cierto nivel que los Bancos Centrales, antes del big bang de sus balances, cifraban en un 2%. Ahora ya no sabemos muy bien qué ha quedado de esa regla porcentual. Antes incluso de la era de los grandes Bancos Centrales se decía que la existencia perfecta de una economía era el llamado triple cinco: menos de un 5% de desempleo, menos de un 5% de inflación, y menos de un 5% de déficit. Eran otros tiempos, claro.

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Miguel Ángel Vázquez // Director de estudios de UNESPA José Antonio Herce // Socio fundador de LoRIS

Lo que nos interesa, sin embargo, no es la macroeconomía, que también; sino si la inflación se puede asegurar. ¡Perdón! Hablemos con propiedad. No nos interesa asegurar la inflación, eso ya sabemos cómo se hace. Sino si podemos encontrar un seguro que nos proteja de ella.

Mira qué somos, “asegurar la inflación”, como si eso fuese deseable. En realidad, que la inflación esté asegurada, o casi asegurada, es un problemón. Si pudiéramos asegurar el objetivo del BCE, esto es que los precios crecerían siempre en el entorno del 2%, ello sería muy deseable; pero eso no sabemos hacerlo. Lo que sí sabemos hacer es asegurar que haya mucha inflación. En la España colonial lo logramos a base de traer oro y, sobre todo, plata del Nuevo Mundo. Metales preciosos que inflaron una economía en crisis productiva. De

Foto: iStock.com/photoschmidt

bienes y servicios, ojo, porque estábamos en plena “edad de oro”… literaria. Aunque, en descargo de aquellos hispanos inflacionistas, hay que reconocer que la teoría económica más boyante de la época venía a decir que una nación era más fuerte cuanta más masa monetaria manejaba. En la Alemania de entreguerras lo lograron a base de imprimir papel bellacamente hasta que no fue posible hacer dibujos suficientes para tanto marco. En el Zimbabue de Mugabe o en la Venezuela de Maduro, más recientemente han logrado grandes proezas también en esta materia. Los seguidores de la MMT (Modern Monetary Theory), hoy en día, venden pólizas bastante eficaces para asegurarse a splendid little inflation.

No: definitivamente, estos seguros no entran en nuestra categoría de “Seguros (im)posibles”. Nosotros queremos todo lo contrario, queremos un seguro que nos proteja de la inflación. Y, para entrar en materia, diremos que, por supuesto que, existen seguros contra la inflación, a pesar de lo que creen muchos… pero a un coste, como cualquier seguro que se precie, ya que el seguro tiene horror vacui (al traslado del riesgo sin pago de primas).

Por ejemplo, nos dicen que nuestras pensiones están blindadas contra la inflación sea la que sea esta. ¡Ya está! Entonces… cherchez le coût. Es decir, ¿quién paga el coste de la prima? También sucede que la industria del seguro ofrece desde hace décadas cobertura contra la inflación y, para cada nivel de cobertura (por ejemplo, contra una inflación media en 20 años del 4% al año), calcula sin problema la prima que hay que pagar por ello. Luego la inflación puede ser muy distinta. Bueno, pues se va reevaluando la situación. Todo a un coste.

Si cubrirse, al menos en parte, contra la inflación puede resultar algo caro, no les quepa duda, ponderados lectores, que no cubrirse puede salir más caro todavía.

Entonces, como sucede con muchos seguros aparentemente muy buenos, ¿por qué hay tan poca gente que adquiere seguros contra la inflación?

En realidad, la cobertura contra la inflación, siendo una especie de seguro, es un simple ajuste financiero, que ni siquiera requiere de elementos probabilísticos o biométricos (aunque se utilizan en según qué productos), que reduce la pérdida de poder adquisitivo de una renta o de valor de un activo o derecho (los pasivos no necesitan defensa contra la inflación por parte de los deudores…) frente a un escenario de inflación, que puede darse o no. Como mucho, se incorporan al contrato o producto correspondiente cláusulas de ajuste en función de la verificación o no de estos escenarios.

Imaginen que reciben un pago seguro de 19.600 euros anuales (1.400 euros mensuales en 14 pagas… ¿ven por dónde vamos?) de por vida durante, pongamos, 20 años de esperanza de vida. Sin cobertura contra la inflación, y que esta fuese del 5% al año. En ese caso los 19.600 euros del primer año se habrían convertido en unos 7.387 euros efectivos de poder de compra al vigésimo año de nuestra vida, cuando, muy seguramente, más los necesitaríamos. Pues bien, un asegurador podría ofrecerles una suma anual de partida sensiblemente menor, pero, al mismo tiempo, asegurarles que esa cantidad se ajustaría permanentemente de forma que mantuviera su poder adquisitivo permanentemente. Incluso, podría asegurarles que recibirían, dada esa misma inflación del 5%, una suma creciente en poder adquisitivo si aceptasen una primera anualidad aún más baja. Todo esto, claro, suponiendo que el asegurador disponga, en la otra orilla de su negocio, con activos adecuadamente referenciados a la propia inflación con los que poder sostener su compromiso.

Si cubrirse, al menos en parte, contra la inflación puede resultar algo caro, no les quepa duda, ponderados lectores, que no cubrirse puede salir más caro todavía

En la medida que la inflación regrese al día a día de las economías, de forma más o menos permanente, este asunto de proteger los intereses del cliente frente al mordisco de los precios tenderá a adquirir más importancia. Introducir la inflación en la ecuación del aseguramiento requerirá de profesionalidad y de un seguimiento activo del producto, convirtiéndose el seguro en una relación de gestión continuada; un seguro diseñado para reaccionar a los cambios del entorno o, como diría Bruce Lee, un be water insurance. Pero, al fin y al cabo, ¿quién dijo (im)posible? n

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