Articulo nora cepeda completo

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Yo … ¿maestra? , ¿por qué? , ¿para qué? , ¿cómo? Una mirada a mi camino recorrido Soy Nora Cépeda García, nací en Lima de padres cajamarquinos, Elena, profesora y Arquímedes contador, también se dedicó a una pequeña empresa de confecciones. Ambos ya no están con nosotros. Soy la tercera de cinco hermanas, dos de ellas ya no están con nosotros. Nací, crecí, estudié y empecé a trabajar en Lima. I. Yo … ¿maestra … ? Cuando uno decide ser maestra, u otra profesión, entran en juego un conjunto de motivaciones y expectativas personales. En un primer momento: tener una profesión, independizarme, ganarme la vida, ayudar a mi familia. Hacer algo que me guste y que sea útil a la sociedad. En mi caso, al terminar la secundaria opté por ser maestra porque acompañando a mi mamá en su trabajo, siendo niña y adolescente, despertó en mí la curiosidad por ese misterio de cómo aprendemos y crecemos durante la vida, y decidí estudiar para acompañar esos procesos enseñando a niños y niñas, de acuerdo a mi idea de ser maestra, (había imaginado otras posibilidades como periodista, diseñadora, arquitecta). Se dice que hay maestros por vocación, por tradición familiar o por ocasión. Yo creo que intervienen los tres factores y otros pero creo que fundamentalmente es una opción, lo cual significa que,  decidimos, asumimos, nos hacemos cargo de algo que nos atrae, que pensamos o imaginamos que somos capaces de hacer bien, o de esforzarnos por hacerlo bien.  necesitamos renovar, ya que el contexto cambia, afrontamos conflictos, dudas, cometemos errores, buscamos soluciones, y nosotros también cambiamos en las distintas etapas de nuestras vidas, los 20, los 40, no es lo mismo ni tampoco el momento de la experiencia o carrera.  La recreamos con nuevos conocimientos, nuevos retos y para responder a las demandas de la sociedad, no se agota con el título, empieza con el título.  Requiere dedicación e iniciativa para desarrollarnos como personas y como profesionales, estudiando, uniendo esfuerzos con otros, aprendiendo de la experiencia propia y de otros, incluidos nuestros estudiantes y sus padres.  Construimos una identidad profesional al reconocernos como personas y parte de una institución y del magisterio nacional.  Se nutre de nuestras convicciones (pueden ser pedagógicas, religiosas, políticas) y satisfacción, lo cual no significa ignorar situaciones de exclusión y poco reconocimiento social, pero las afrontamos como retos y con optimismo, con propuestas, con proyección más allá del campo educativo. Ser Maestra es una opción que se renueva, se recrea, se fortalece y genera identidad a lo largo de nuestra vida. Creo que ha sido una de las opciones más acertadas de mi vida, porque la he disfrutado a profundidad.

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EN CAMINO: Mi formación inicial la realicé en la Escuela Normal “Ascensión Nicol” de las Misioneras Dominicas. La práctica profesional fue intensa y exigente, en escuelas públicas, la mayoría con niños de primer grado. Me siento agradecida porque creo que me formaron bien académicamente, ha sido la base para actualizarme continuamente, y sobre todo para asumir compromiso con mi profesión, luego poco a poco me di cuenta de la importancia de este compromiso para nuestro país. En esta oportunidad me centraré especialmente en lo que aprendí, ya que lo que fui aprendiendo sirvió para ir delineando mi identidad personal y profesional que no pueden desligarse, y porque así aprendí que nuestro trabajo tiene una dimensión social, ética y política que sustenta nuestra practica pedagógica, porque en palabras de Paulo Freire: no hay educación neutra.

II.

DESCUBRIENDO LA REALIDAD DE NUESTRO PAÌS: Las escuelas, donde aprendí y enseñé

Mi primer trabajo Ya con mi título de Profesora de Primaria, en 1971 inicié mi experiencia de maestra. Mis primeros dos años trabajé en un colegio particular en Lima, con 51 niñas de primer grado (aún las recuerdo: Tania, María Belén, Mirella, Martha, Patricia, Danitza, Marilú, …), en su mayoría hijas de profesionales y medianos empresarios interesados en que aprendan. Estaba llena de expectativas, queriendo poner en práctica lo que aprendí en la Escuela Normal. En ese momento mi esfuerzo estuvo centrado en lo pedagógico. Logré que 50 niñitas aprendieran a leer comprendiendo (leer es comprender) y que escribieran sus ideas (método global mixto). Siempre me pregunté ¿por qué no logré que aprenda a leer y escribir como esperaba una de las niñas?, ¿qué más pude haber hecho? Quizás desde ahí aumentó mi interés por cómo enseñar cada vez mejor a leer y a escribir.  Aprendí a sentirme parte de una institución.  La importancia de coordinar entre profesoras de inicial y primer grado.  Mi inicio coincidió con los años de la Reforma Educativa (Gobierno militar de Velasco Alvarado), en este aspecto el contexto era favorable porque había inquietud, búsqueda, opiniones a favor y en contra sobre todo en su implementación y sobre la participación de los maestros.  Trabajando en una escuela privada tuve oportunidad de participar en el llamado reentrenamiento Docente. Era muy claro que se trataba de dos mundos: escuelas privadas y escuelas públicas (que ya conocía por el trabajo de mi mamá).  Creció mi deseo de conocer otras realidades y trabajar en otros contextos. En 1973 ingresé al sistema público y desde entonces trabajé en cuatro instituciones educativas. Pensaba y pienso que es bueno cambiar porque uno se renueva, asume nuevos retos y conoce otras realidades. Sin embargo, conozco casos y valoro mucho a mis colegas que se dedicaron por 20 o más años a construir una escuela, crear vínculos con las comunidades, desarrollar interesantes propuestas pedagógicas; maestras y maestros que merecen todo nuestro respeto y gratitud. Mi primera experiencia fuera de Lima

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Tuve la oportunidad de trabajar un año en una escuela rural del actual departamento de Ucayali, con niños y niñas piros-yines, amahuacas y mestizos (5º año). Todos tenían un buen manejo del castellano además de su propia lengua, eran bilingües y hasta trilingües, pero yo desconocía sus lenguas. Conocía la pedagogía de la escuela nueva que preconizaba la centralidad del alumno y la metodología activa pero no era suficiente para comprender sus culturas. ¿Cómo entender los ritos de pasaje a la pubertad, que no formaban parte del currículo escolar pero sí de sus vidas?, ¿cuál era el mensaje de las leyendas que relataban con fines escolares para mí, pero con mucho sentido para ellos?, ¿qué conocimientos aplicaban al construir sus canoas?, ¿qué me correspondía enseñarles en la escuela?, ¿qué a piros, qué a mestizos?  Estas y otras preguntas fueron mi primera motivación para acercarme a la antropología (Estudios antropológicos – PUCP). Mi interés era conocer las culturas de los estudiantes e incorporarlas al currículo escolar.  Conocimiento y saberes de nuestros pueblos. Comparto algo que me lleva a afirmar que los pueblos nativos producen conocimiento pero que no son valorados como tales. Al tratar la agricultura en la selva, tan distinta a lo que yo conocía a medias porque nunca tuve la experiencia directa, pedí a los estudiantes que dibujen y expliquen el proceso agrícola que practicaban (yines el plátano, amahuacas la yuca). Dibujaron y me explicaron que primero rozaban (cortaban) arbustos y plantas silvestres para sembrar, dejando árboles de trecho en trecho y de diferentes alturas para evitar “que la lluvia lave el terreno”, y se pierda la siembra. Me llamó la atención cómo protegían el suelo de la erosión por las lluvias. También me explicaron que los yines o piros sembraban algo más de plátano y los amahuacas algo más de yuca porque sabían que unos cosecharían en la chacra del otro y no lo consideraban como un robo sino como un intercambio. Yo les expliqué cómo cultivaban en la sierra y costa pero no pude aportarles algo nuevo y útil para su realidad.  Cuando estudié en la PUCP, un profesor explicó exactamente lo mismo que mis estudiantes pero con el nombre de Ecología de techos, con lo cual me di cuenta que los pueblos nativos tienen un conocimiento valioso pero se consideran saberes, no conocimiento.  Aprendí con ellos y ellas sobre la fiesta de la pishta que marcaba el inicio de la pubertad para las niñas, el valor de los consejos de las abuelas/os a las nuevas generaciones, que luego tuve la oportunidad de reconocerlos en el curso Simbolismo y ritual en la PUCP.  Algo parecido me pasó con los medios de transporte, conocían el trasporte fluvial por río y aéreo por las avionetas, sabían construir canoas y remos, algo desconocido para mí. Mi Escuela Unidocente Mixta de Poroporo en Cajamarca Fueron seis años intensos de vida a más de 3,800 m.s.n.m. Un gran desafío asumido que marcó mi vida. Se llegaba caminando, 5 h. de subida, 4 h. de bajada, pero había escuelas a donde se llegaba después de 8 h. de caminata. De lunes a viernes me quedaba en la escuela. Actualmente hay carreteras. Trabajé con hijas e hijos de campesinos en situación de pobreza, agudizada por la sequía de esos años, niños monolingües en castellano, entre 6 a 14 años de edad; de 1° a 4° grados de primaria); un promedio de 45 niños cada año (1976-1981). El contexto del caserío era tranquilo pero a nivel de Cajamarca y nacional había un gran movimiento campesino del cual participaban las familias como

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base de su organización (CCP), además estaba la presencia del gobierno mediante el SINAMOS (Sistema Nacional de Movilización Social) ý se generaban conflictos internos. En esta experiencia me di cuenta:  que los prejuicios y estereotipos están presentes en todos los grupos sociales. Por ejemplo, querían un maestro, no una maestra, que sea de San Marcos no de Cajamarca y menos de Lima. Por mi parte, tenía una imagen algo abstracta y romántica del campesinado como bloque, no como personas individuales con cualidades positivas y negativas, con aspiraciones y con capacidades distintas a las mías. Una cosa es hablar de las campesinas/os y otra es conocerlos con un rostro y nombre propio, establecer vínculos y aprender a mirarnos con respeto mutuo. Este aprendizaje fue muy útil para relacionarme con la comunidad, sus autoridades y especialmente mis estudiantes, aprender a conocerlos y dejar que me conozcan, lo cual tuvo resultados satisfactorios para ambas partes.  El primer año en Poroporo, aprendí que existen castellanos diferentes. A veces hablaba a los niños y no me entendían y viceversa, tenía que escuchar con atención cuando conversaban entre ellos para utilizar su manera de hablar y entendernos. Ejemplo: (horizontal- de travesía; verticalpendiente), los nombres de los colores. Formas de expresarse: “lo boté mi lápiz”, para mí botar es intencional, para ellos es que se le cayó, se perdió. ¿Qué implicó este aprendizaje para mi trabajo con los niños? Me di cuenta que primero tenía que escuchar, pensar si algo de su forma de hablar debía corregir o no. Decidí confeccionar títeres con vestimenta cajamarquina para estimular el lenguaje oral, pues niños y niñas mostraban timidez. Para el lenguaje escrito, escuchando sus conversaciones recogí y organicé un conjunto de oraciones en base a su experiencia de siembra, cosecha, fiesta patronal, tareas domésticas, el mercado, utilizando palabras que usaban habitualmente, como una secuencia para la lectura y la escritura en base al método global mixto.  También el primer año decidí priorizar el aprendizaje de la lectura y escritura incluyendo a niños y niñas de cuarto grado. Informé al Núcleo Educativo Comunal de aquel entonces y hasta la fecha sin respuesta. Las áreas de ciencias sociales, matemática y ciencias naturales se desarrollaban de forma oral y mediante dibujos, canciones, collage, utilizando la escritura según el avance logrado. Así fuimos aprendiendo poco a poco, tanto yo como maestra, y ellos como mis estudiantes.  Organicé a los estudiantes según el nivel de aprendizaje teniendo en cuenta las edades, no grados, combinando actividades. Suponía programar Unidades de Aprendizaje cuyos temas motivadores se inspiraban en la vida de la comunidad, actividades con variantes. Aprendí también que la necesidad desarrolla la creatividad aprovechando el material disponible, por ejemplo, confeccionamos material para psicomotricidad con ramas y trocos de árboles con los mismos niños y niñas. Para quienes ya leían elaboraba fichas sencillas con indicaciones para desarrollar alguna tarea como observar, buscar algún material, dibujar o escribir.  Aprendí a reconocer lo que no sabía y a pedir ayuda a los padres y a los propios niños, por ejemplo cómo pintar la escuela (con tiza y gaya gaya), cómo cosechar “chochos” (tarwi). Mi primera experiencia no funcionó. Así, aprendí a valorar una relación de apoyo mutuo, yo

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necesitaba su apoyo para sobrevivir en un ambiente totalmente diferente al que yo conocía y ellos necesitaban que sus hijos aprendan. En la medida de lo posible aprovechaba estas experiencias en las unidades siguientes.  Como maestra unidocente la relación con la comunidad es fuerte y multifacética. Los padres de familia, incluidas algunas señoras, me pidieron reunirnos en las noches para aprender o recordar a leer, escribir y hacer cuentas (algunos habían estado en Lima o Cajamarca) pero sobre todo se interesaron por saber de historia y de la realidad de nuestro país. Eran años muy movidos, de los gobiernos militares de Velasco, Morales Bermúdez y las protestas populares por democracia y mejores condiciones de vida.  Comprendí cómo el mercado (los domingos) genera una relación de dependencia y desigualdad entre los pueblos alejados con las ciudades y el país. Los bajos precios por los productos de los campesinos (papas, cuyes, huevos) y los altos precios por otros productos (aceite, fideos, medicinas, velas, kerosene). Tuve que leer bastante y pedir apoyo a personas amigas que me ayudaron mucho facilitándome libros.  En ese tiempo, conocí el boletín de Tarea en papel bulqui, pero no tenía contacto directo. Lo leíamos en un grupo de maestros algunos fines de semana, una especie de círculo de lectura. No me aburría porque con otros colegas organizábamos actos culturales, concursos de teatro, de danza y editábamos un boletín en el pueblo, los fines de semana. En cada escuela aprendí algo importante, pero en esta escuela en particular descubrí el valor de las personas que aún en medio de la pobreza luchan por una vida digna para sus hijos. Comprendí mejor que hay distintas maneras de percibir el mundo y la vida, distintas formas de relacionarnos con otros y con la naturaleza, de enfrentar la muerte, de trabajar, de organizar el tiempo y el espacio, de enseñar y aprender, de expresar afectos, de celebrar. Significó una oportunidad para afirmar mi propia identidad y conocer a otros peruanos como yo, pero a la vez diferentes. Al quinto año, aprendí a reconocer que como personas tenemos límites, hay un desgaste físico y emocional, sentí la necesidad de trabajar en una institución con otros docentes y decidí pedir mi reasignación a Lima. Renuncié al cargo de Directora (también portera, y todo a la vez). Anteriormente presentamos una propuesta para maestros rurales, trabajar 20 días seguidos y descansar una semana, en base a que así sucedía en la realidad con apoyo de las comunidades, pero la Zona de Educación de Cajamarca no lo aceptó. Pienso que todo maestro de zona rural debería ser reasignado automáticamente después de 3 años y más bien pedir si quiere permanecer en la escuela. De regreso a Lima con una nueva mirada de nuestro país (1982) Mi escuela de El Gramadal – Puente Piedra Llegué a una escuela mixta, zona semirural en ese entonces, quería mantener el contacto con esa realidad. Empecé con niños de primer grado, sección D, niños excluidos de otras secciones, hijos de

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pequeños comerciantes del mercado local y muy pocos obreros. Algunos niños recién llegaban huyendo de la violencia en sus pueblos y hablaban quechua. Continué con este grupo hasta 5° grado. Ese mismo año, un grupo de docentes llegó la escuela desde distintos lugares del país. Nos conocimos y coincidimos en que había que cambiar hábitos instalados y trabajar con objetivos comunes, en ese entonces no se elaboraba el Proyecto Educativo Institucional. Un gran reto fue integrarnos entre docentes antiguos y nuevos, turnos mañana y tarde, tratando de resolver de la mejor manera conflictos que iban surgiendo, especialmente por el “aquí, siempre ha sido así”.  Queríamos una escuela ordenada pero democrática porque prevalecía una idea de orden y disciplina militar, con castigos físicos, rígida. Con esfuerzo y voluntad de la mayoría de docentes logramos una dinámica interesante en la escuela.  Con iniciativa y propuestas concretas pudimos realizar talleres de actualización en lectura y escritura, en matemática, y en realidad nacional, solicitando apoyo a personas amigas, sin pago alguno.  Acordamos realizar pocas actuaciones y según el motivo debían tener una idea o mensaje central. Cada profesor/a debía preparar con sus niños/as algo que aporte a la idea central, no números artísticos sueltos. Resultó muy gratificante cambiar el mensaje del día de la madre, de fiestas patrias, del día del trabajo, día del campesino, con bastante aceptación de los padres de familia y nuestros estudiantes.  Lo aprendido fuera de Lima me sirvió para comprender mejor a las familias migrantes y para empezar a investigar, profundizar y enseñar la historia de Lima, generalmente restringida a su fundación española desconociendo su verdadero origen y desarrollo previo a la conquista española. Durante este tiempo inicié estudios para obtener la licenciatura en Ciencias de la educación y la segunda especialidad en Problemas de aprendizaje (U. de Educación Enrique Guzmán y Valle - La Cantuta), ya que sentí la necesidad de comprender mejor las causas del retraso de algunos niños, siendo inteligentes y hábiles como lo mostraban en otras actividades; así como cursos de la historia crítica de nuestro país. Mi escuela de El Ermitaño - Independencia Mis últimos 6 años de trabajo en aula los viví en una escuela mixta del distrito de Independencia. También solicité el primer grado, hijos y nietos de migrantes, dedicados a pequeños negocios y servicios. Los dos últimos años asumí el Aula de Recuperación Pedagógica por mi especialidad en problemas de aprendizaje. Me integré a un grupo de colegas muy activos, la dinámica de la escuela similar a la escuela de Puente Piedra y proponernos objetivos comunes significó un proceso importante. Para entonces yo había identificado un fuerte interés por el trabajo pedagógico por lo que me propuse fortalecer la comisión técnico-pedagógica. Cada año presentábamos nuestro programa, y ya con nuevos contactos

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en Lima buscamos apoyo de Casa de Cartón, Tarea, grupo IDEAS, personas amigas quienes apoyaron nuestras iniciativas. La nueva experiencia fue que invitábamos a colegas de escuelas cercanas, quizás una primera red de escuelas, ya que luego nos invitaban a participar de talleres que organizaban en sus escuelas. En esos años el MED emitió una RM sobre las Jornadas Pedagógicas lo cual fortaleció nuestro trabajo. III.

El cese, otra difícil decisión ¿ruptura o continuidad?

Se trata de una decisión muy importante en otro momento de la vida. Opté por la continuidad porque me había dado cuenta que la educación es más que ser maestra en las aulas. Con más de 20 años de experiencia (Ley 20530) me pregunté ¿Cómo seguir aportando a la educación? Conversar con colegas y personas amigas me ayudó a identificar mi especial interés por la formación docente inicial como una forma de continuar mi compromiso. Tuve la oportunidad de conocer el naciente proyecto del ISP Paulo Freire, promovido por ADEPAAsociación de Desarrollo Educativo Peruano Alemana, inspirado en los principios de Paulo Freire, dirigida a jóvenes de los distritos del cono norte de Lima. Me incorporé como docente de didáctica del lenguaje y ciencias sociales, luego asumí la práctica profesional de estudiantes de la especialidad de primaria. Durante 5 años compartí mi tiempo entre el ISP y Tarea Asociación de Publicaciones Educativas, un espacio en el cual sigo aprendiendo y aportando en contacto con colegas de distintos lugares, niveles y modalidades de la educación peruana. En esta etapa hice la segunda especialización en Formación Docente que concluyó con una propuesta colectiva de formación inicial docente cuyo eje sea la práctica profesional durante el proceso y no como la aplicación de lo aprendido al final de los estudios, estudios en Interculturalidad y una Maestría en Antropología con la tesis Diversidad cultural de los maestros peruanos, un potencial para la educación intercultural (PUCP). Mi acercamiento y contacto con distintas caras de nuestra realidad, con toda su complejidad, desigualdades e injusticias me impactó mucho, pero a la vez me mostró la riqueza de la diversidad de nuestro pueblo que sabe resistir y salir adelante. Precisamente estas contradicciones me ayudaron a construir una visión más abierta y optimista de la vida y a descubrir poco a poco el sentido histórico, ético y político de mi profesión. Mi experiencia se nutre del pensamiento y práctica de otros que han abierto camino, colegas, amigas y amigos con quienes comparto ideas, experiencias, utopías, retos, que me animan a trabajar por un mundo justo y fraterno. Hay preguntas que permanecen en mi búsqueda ¿a quiénes y para qué educo?, ¿qué país y sociedad queremos construir? Por ejemplo, ¿para qué enseño a leer y a escribir?, ¿para qué enseño derechos y ciudadanía?, ¿para qué enseñar ciencias? ¿Solo para que aprueben las evaluaciones o para que comprendan y transformen la realidad?, ¿a qué mundo tenemos derecho? Con la experiencia de la vida he aprendido que transformarnos y transformar el mundo es una tarea humana permanente, a la que no podemos renunciar porque precisamente en eso consiste la vida, con toda su sencillez y complejidad del día a día.

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Finalmente, quiero decirles que mi experiencia no tendría el mismo significado sin mi compromiso sindical1, que amplió mi visión de la profesión y de la educación como hecho social y político; me puso en contacto con colegas2 de distintos lugares y contribuyó a la construcción de mi identidad personal profesional. Mi compromiso me ha exigido una mirada atenta a las necesidades, aspiraciones y derechos de los estudiantes y a nuestros derechos y deberes profesionales, que no debieran ser excluyentes entre sí, si tenemos claro que todos y todas tenemos derecho a una buena educación, que la escuela pública debe ser la mejor opción de una buena educación, que la diversidad es una riqueza pero la desigualdad es un lastre social que debe terminar, que nuestra tarea fundamental es formar ciudadanos y ciudadanas capaces de construir una sociedad democrática.

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En el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú - SUTEP - fundado en el Cusco el 06 de julio de 1972 en el Congreso de Unificación de los sindicatos por niveles y especialidad. Hoy Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú, reconocido en 1984. 2 Como miembro de la Comisión Pedagógica Nacional y Coordinadora de los Talleres de Educación Democrática en el SUTEP.

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