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Perfiles
Greta Ruiz Laos
Alférez de la promoción 2021, es la primera mujer que recibe la espada de honor de la Marina de Guerra.
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Poco más de un par de décadas después de la admisión de mujeres a la Escuela Naval de la Marina de Guerra, Greta es la primera mujer que obtiene el primer puesto de su promoción. La suya fue una vocación hecha de a pocos. “Nunca me había pasado por la mente, pues me gustan mucho los números”, recuerda. Estando en tercero de secundaria visitó con su padre una feria universitaria en la que participaban universidades e institutos armados. Él solicitó la información en el stand de la Marina. Cuando terminó el colegio, no estaba muy segura pero tomó la decisión de seguir la carrera militar. La abundancia de cursos relacionados con las matemáticas (física, electrodinámica, electromagnetismo, entre otros) en su formación en ciencias marítimo-navales fue argumento concluyente. Sin embargo, adaptarse a la nueva forma de vida le resultó difícil. “Fue un cambio drástico en las rutinas, había bastante exigencia física”. Tras su ingreso, en la primera conversación que tuvo con su madre, le dijo que no era lo que pensaba. Ella respondió: “Nadie te obligó, tienes que terminar lo que empezaste”. Entonces, persistió. Habituada a la práctica del deporte, obtuvo el campeonato sudamericano 2018 de canoa polinésica integrando el equipo de la Escuela Naval. Ahora ve con expectativa la posibilidad de mejorar su formación como oficial de la Marina y conocer otros puntos del ancho mundo. Repetir de alguna manera, pero sin abandonar ni profesión ni país, la experiencia de su bisabuelo materno, Francisco Laos, quien llegó procedente de Hong Kong, a donde volvió septuagenario tras conseguir seguridad económica en el negocio de los chifas.
Nilton Maa
Actor y polifacético escritor, publica Mientras caen mis hojas, su primer poemario.
Ha publicado la novela Imperio de sombras (2020), años antes actuó en el cortometraje ambientado en el Barrio Chino Jabalí de fuego (2007) y es narrador oral en obligado receso por la pandemia. “Sigo apostando por contar historias para niños derivadas de leyendas o tradiciones orales que han prevalecido a través del tiempo y que nos enseñan acerca de quiénes somos y de dónde venimos”, afirma. Pero es en los dominios de la poesía donde se siente más cómodo. La poesía –dice– es “un medio de sanación, reconocimiento a un nivel muy profundo; es dolor, amor, desesperación y realidad, todo al unísono”. Reconoce como su principal referente literario actual a Julia Wong y también a Doris Moromisato, José Watanabe, César Vallejo y Blanca Varela. De sus pinitos, recuerda algunas canciones que escribía y le cantaba a su papá. “Terminé recurriendo a las palabras de manera muy continua hasta darme cuenta de que este es mi camino, mi vocación y mi razón de estar aquí”, explica. Su padre, Maa Wa Chuen (1937-1997), nacido en Zhongshan (Guangzhou), llegó procedente de Hong Kong y se dedicó al comercio. “Mi tusanidad ha sido silente y ha ido cuajando con el paso del tiempo. Ser tusán es una gran herencia. Soy un peruano orgulloso tanto de su raíz andina como de su raíz china”, asegura.
FOTO: JOSÉ VILCA
Patas en Patha
Candy Li Cortez, Andrea Acuña, Carolyn Chang, María Gracia Li, Julio Teruya Camt y Martín Huamán Pun Lay integran el colectivo de jóvenes tusanes de ayuda animal Patha.
Miembros del Comité de Jóvenes de la Asociación Peruano China (APCH) todos ellos, juntos formaron inicialmente un grupo de ayuda exclusivamente para organizaciones que albergan perros y gatos rescatados de las calles de Lima. Tras comprobar a partir de esa experiencia que la situación de vulnerabilidad de los animales es más grave de lo que creían, en marzo pasado fundaron Patha. Así, ahora se ocupan de asuntos como las esterilizaciones, el abandono animal y su doble impacto (en los animales, pero también en las personas),
la gestión de albergues, entre otros, que responden a las múltiples necesidades de la problemática animal. Pero el grupo además se ha propuesto “contribuir con la lucha contra los prejuicios que históricamente han existido en torno a la relación entre los animales y los chinos y sus descendientes, y a las manifestaciones racistas que atribuyen a los chinos conductas crueles en contra de los animales”. Siendo profesionales de distintas carreras, todos aportan, desde diferentes enfoques, experiencias y conocimientos. “Nuestro mayor anhelo es que las personas respeten a los animales, los traten como seres con sentimientos, no como meros objetos”, dice Candy. Bisnietos, nietos e hijos de chinos llegados en distintas épocas y establecidos en diferentes lugares (Chiclayo, Cañete, Chepén e Ica, además de Lima) y dedicados principalmente a actividades comerciales, todos coinciden en las características del legado de sus ancestros: constancia en el trabajo, facilidad para adaptarse a los cambios, disciplina y sentido de responsabilidad en los proyectos que emprenden.
FOTO: ALBERTO TÁVARA
Eduardo Izaguirre Godoy
Reciente ganador del Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo, convocado por la mexicana Universidad Veracruzana.
El primer borrador de Avenida Colonial, su ópera prima, data de hace unos siete años. Sobre esa base realizó correcciones, tejió las distintas voces sobre las que se sostiene el relato, afinó el estilo, etc. El resultado es el retrato de “una Lima nocturna, decadente, hostil”, perfilada sobre el telón de fondo de una avenida Colonial inventada a partir de algunas referencias físicas y atiborrada de combis. Su vocación literaria –afirma– surgió de su pasión por la lectura y del descubrimiento de que “en un libro se pueden plasmar historias con palabras comunes, cotidianas, coloquiales”. Tras su primera novela viene otra que está en etapa germinal. Es más prolífico como cuentista y es el formato que más disfruta. “La brevedad me permite ver resultados con prontitud y tiendo a idear historias condensadas, que se resuelven –o no– en pocas páginas”, explica. Descendiente por rama paterna de inmigrantes chinos, sus orígenes entroncan con Tin Fong, bisabuelo procedente de Cantón, que trocó su apellido por Izaguirre al establecerse primero en Canta y luego en el Callao, y con la abuela apellidada Chong, de cuya ascendencia hay certeza, pero poca información.
FOTO: JOSÉ VILCA