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Malas prácticas en investigación: Una discusión necesaria sobre integridad académica
Wileidys C. Artigas Morales | wileidys@hotmail.com | Docente e investigadora de la Universidad del Zulia. Editora de la revista “TELOS: Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales”, Venezuela. Asesora de revistas científicas de la Universidade Óscar Ribas, Angola.
Ilya Casanova | ilya.casanova@uleam.edu.ec | Docente e investigadora de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (ULEAM), Ecuador.
Documento relacionado con la ponencia presentada en el CRECS 2019, en la Universidad Panamericana, en Guadalajara, el 23 y 24 de octubre de 2019. La ponencia se tituló: “La ética en la difusión de la ciencia: Una discusión necesaria sobre las malas prácticas en investigación”, de las mismas autoras.
Si bien este número está dedicado al tema de la inteligencia artificial y su relación con la integridad académica, es necesario hacer referencia a las malas prácticas en investigación, que independientemente de cuánto avance la tecnología, afectarán el desempeño y desarrollo de la carrera de los investigadores. Estas malas prácticas pueden perjudicar dicho desarrollo en mayor o menor grado, a mediano o largo plazo.
La elaboración de artículos científicos es un tema común entre docentes e investigadores, Artigas y Casanova (2019) resaltan que, sobre todo en los últimos años, es mandatorio poseer un alto índice de citaciones si se quiere avanzar en la carrera académica. En este sentido, tanto las revistas como los investigadores requieren el logro de reconocimiento nacional e internacional para el desarrollo de la carrera académica. De hecho, para optar a una plaza específica, se solicitan los índices de citaciones y la inclusión de las métricas relacionadas, que están asociadas con las exigencias de los países en función de mejorar sus indicadores nacionales.
Poco se habla de los comportamientos éticos asociados al logro de dichos resultados, lo cual debería ser tema de discusión en las instituciones. El objetivo de este breve artículo es la descripción de algunas malas prácticas desarrolladas en Latinoamérica, en la búsqueda del aumento de las publicaciones, destacando Artigas y Casanova (2019) entre ellas: a) pago por la elaboración e inclusión en artículos; b) publicación en diversas áreas del conocimiento, buscando cantidad en contra de la calidad; y c) mal uso de información recolectada o generación de información para publicar. Cabe destacar que no son las únicas malas prácticas, como señalan Llanos y Reyes (2002) al escribir sobre los cien pecados de la presentación de artículos científicos, en donde enumeran unas tantas otras.
En cuanto al pago por la elaboración e inclusión en artículos, Artigas y Casanova (2019) resaltan que muy poco se hablaba de este tema, siendo un secreto a voces en los claustros académicos. En la presión de publicar una cantidad de artículos semestral o anualmente, los investigadores recurren a asesores para la elaboración de documentos o solicitan a amigos, profesores o conocidos la inclusión en artículos científicos, aun sin haberlos elaborado o sin conocer del tema en particular. En los últimos años se ha conocido este procedimiento como “autoría regalada” o “autoría ficticia” (Bravo, 2000). Como señalaba Silva (1990, p. 141), desde hace más de dos décadas “la autoría injustificada relaja la conducta ética de la comunidad científica, mengua el valor de la autoría y degrada el artículo científico a la condición de mercancía”.
Ortiz (2010) plantea que esta conducta se puede definir antropológicamente como redes de reciprocidad. Algunas organizaciones ven este tipo de estructura sociocultural como un sistema moderno de intercambio, el cual tiene un carácter informal dentro del sector formal. Dentro de estas prácticas que son determinadas culturalmente, emergen relaciones de lealtad primaria, donde se incluyen a pares, investigadores noveles y estudiantes; de tal manera que el sistema funciona, se reproduce y se defiende. Silva (1990) señala que, en algunos casos, estas malas prácticas suelen ser impuestas por directores de tesis, siendo así que se incluyen autores que no han participado; se pagan o solicitan favores; se hacen pactos entre grupos de investigación, de incluirse en todos los documentos; o se cometen por simple costumbre.
La mala práctica pudo originarse de interpretaciones erróneas de lo que se supone debe ser un trabajo colaborativo. Los manuscritos se producen tomando en cuenta las fortalezas de los que conforman un programa de investigación; de hecho, el beneficio de pertenecer a grupos de investigación se encuentra dado por este tema, la distribución de tareas del reporte de investigación, tomando en cuenta lo que cada individuo sabe hacer.
En cuanto a la publicación en diversas áreas del conocimiento, buscando cantidad en contra de la calidad, Artigas y Casanova (2019) resaltan que sucede sobre todo en nuevos investigadores, que aún no se centran en un área específica del conocimiento. Se observa, por ejemplo, cómo en aulas de maestrías y postgrados los profesores de los diversos seminarios generalmente exigen, como trabajo de fin de curso, un “artículo científico”. Otros pecan incluso de solicitarlo “publicado” para poder aprobar el curso, sin siquiera discriminar en cuanto al área de conocimiento de interés del alumno y obligando prácticamente a los participantes a publicar sobre “cualquier cosa”. Hay que dejar claro que existen seminarios en los cuales se da la libertad al participante de seleccionar el tema de su interés, lo cual impulsa a escribir y desarrollarse en la disciplina en la que se esté formando; ello se convierte en una buena práctica de impulso para la escritura. La mala práctica terminará cuando los propios participantes entiendan que no pueden gastar su tiempo en publicar sobre temas que no les interesan, solo por cubrir los requerimientos de aprobación de un determinado curso. Esto no beneficia a los futuros investigadores, ya que la reputación en un área del conocimiento se gana haciéndose experto en esa determinada área, no publicando sobre cualquier tema, que incluso nada tiene que ver con su área de experiencia.
Por último y no menos importante, Artigas y Casanova (2019) señalan el mal uso de información recolectada o generación de información para publicar, una noción que expresan la mayoría de las declaraciones sobre ética de las revistas como una mala práctica. Incluso mundialmente existe el Comité de Ética en las Publicaciones (COPE, por sus siglas en inglés) que señala procedimientos específicos a seguir cuando se descubren algunos de estos elementos (COPE, 2019). En este punto, la idea puede relacionarse con la inteligencia artificial, al existir actualmente gestores de búsqueda y ordenamiento de información, que pueden dejar de lado investigaciones relevantes porque no están publicadas en revistas de alto impacto (Richterich, 2018).
Bravo (2000) resalta que incluso se ha llegado a la invención, falsificación, manipulación de datos y plagio, una mala conducta científica que ha sido condenada a lo largo de los años por la ciencia. En los países que llevan la delantera en investigación, se han desarrollado comités de ética e incluso se imponen sanciones por estas fallas, que afectan el desarrollo de la ciencia. La credibilidad de la ciencia se sustenta en la integridad. Para Abad-García (2018), las instituciones y las personas implicadas en malas prácticas de investigación, quiebran esta credibilidad y degradan los sistemas de publicaciones de los científicos.
Santana (2012) hace referencia a los sesgos de publicación, ya que no solamente se trata de invención de datos, sino de alteración de las tendencias de los resultados, al colocar resultados positivos y con tendencia alta, en función de beneficiar unos resultados específicos y realizar un análisis más simple o menos complicado. También menciona que cuando se publican resultados, el autor debe tener claro que está mostrando públicamente la culminación de su actividad investigativa y que dichos resultados, al ser publicados, pasan a ser patrimonio de la comunidad científica y el público en general. De ahí en adelante, eso que se publicó marca al investigador; por tanto, si son resultados claramente refutables, también lo será el investigador y su reputación.
Otro caso es repetido por académicos que, por beneficiar o adular a la institución donde trabajan, presentan resultados sesgados a su favor, lo cual no favorece a la ciencia y al desarrollo de la discusión científica. Como señala Manterola y Otzen (2015), es preciso que el investigador esté consciente de que pueden existir sesgos, pero debe evitar aquellos que puede y conocer los que no pueden evitarse.
Se ha identificado que algunos investigadores incluyen material de poca importancia o poca confiabilidad para engrosar el documento, a veces por recomendación de las revistas para aumentar citaciones de artículos publicados en ellas. Relacionado con el “error 64” de Llanos y Reyes (2002, p. 139), “el material contenido en el artículo se presenta muy pobremente organizado y/o deficientemente explicado”.
Se sabe que, aun cuando varios científicos han hecho referencia a dichas prácticas, no se ha avanzado mucho para evitarlas, más allá de las sanciones establecidas por COPE. Como señala Artigas y Casanova (2019) indudablemente, el escaso seguimiento de investigadores noveles o aquellos que sus contratos o ascensos dependen de las publicaciones, ha provocado alguna de estas conductas, socializadas y percibidas, como prácticas aceptables para alcanzar sus metas. Estas malas prácticas son, sobre todo, producto de las desviaciones planteadas por Ordorika (2018), quien refiere que en distintos países latinoamericanos se está privilegiando, como indicador para el avance y permanencia en el mundo académico, la publicación de artículos en revistas indexadas y el conteo de citas en los distintos índices. Según el autor, esto está impactando en “la elección de temas y la definición de proyectos de investigación, así como la priorización de revistas indexadas internacionales que, en muchos casos, perfilan también los contenidos, perspectivas analíticas, audiencias e idiomas de publicación” (p. 469).
Es importante hacer una revisión desde las políticas de los Estados, seguido de las políticas institucionales relacionadas con el ingreso y desarrollo a la carrera investigativa y finalizando con las políticas editoriales de las revistas como garantes del desarrollo de investigaciones de calidad. De lo planteado hasta ahora, se debe destacar lo que señala Artigas y Casanova (2019) como el movimiento actual denominado Slow Science*. Souto (2019) subraya la importancia de dar el tiempo necesario para madurar las ideas que requiere el proceso investigativo, centrándose en mirar más la calidad que la cantidad.
REFERENCIAS
Abad-García, M. (2018). El plagio y las revistas depredadoras como amenaza a la integridad científica. AnPediatr(Barc), 90(1), 57. doi: https://doi.org/10.1016/j.anpedi.2018.11.003
Artigas, W. y Casanova, I. (2019). La ética en la difusión de la ciencia: Una discusión necesaria sobre las malas prácticas en investigación. Ponencia presentada en la Conferencia de Revistas Científicas (CRECS), Guadalajara, 22 y 23 de octubre de 2019. Universidad Panamericana. México. Recuperado de https://www.slideshare.net/presentacionesEPI/la-tica-en-la-difusin-de-la-ciencia-una-discusin-necesaria-sobre-las-malas-prcticas-en-investigacin-wileidys-c-artigasmorales
Bravo, R. (2000). Aspectos éticos en las publicaciones científicas. Recuperado de https://postgradofau.uchilefau.cl/wp-content/ uploads/2012/12/Aspectos__ticos.pdf
Comité de Ética en Publicación, COPE. (2019). Guidance. Recuperado de https://publicationethics.org/guidance/Flowcharts
Llanos, G. y Reyes, C. (2002). La alegría de publicar 4. Los cien pecados de la presentación de artículos científicos, Colombia Médica, 33(3), 138-140.
Manterola, C. y Otzen, T. (2015). Los sesgos en la investigación clínica. Int. J. Morphol, 33(3), 1156-1164. Recuperado de https:// scielo.conicyt.cl/pdf/ijmorphol/v33n3/art56.pdf
Ordorika, I. (2018). Las trampas de las publicaciones académicas | The academic publishing trap. Revista Española de Pedagogía, 76(271), 463480.doi: https://doi.org/10.22550/REP3201804
Ortiz, V. (2010). Los procesos de formación y desarrollo de investigadores en la Universidad de Guadalajara: Una aproximación multidimensional. Colección Graduados. Serie Sociales y Humanidades, (14). Guadalajara, México.
Richterich, A. (2018). The Big Data Agenda: Data Ethics and Critical Data Studies. London: University of Westminster Press. doi: https://doi.org/10.2307/j.ctv5vddsw
Santana, J. (2012). Ética, investigación y publicación. AMC [En línea], 16(5), 528-536.
Silva, G. (1990). La autoría múltiple y la autoría injustificada en los artículos científicos. Bol of SanitPanam, 108(2). Recuperado de http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/16748/v108n2p141.pdf?sequence=1
Souto, M. (2019). La ciencia necesita tiempo para pensar: El movimiento que quiere acabar con la cultura de “publicar o morir”. Recuperado de http://theconversation.com/la-ciencia-necesita-tiempo-para-pensar-el-movimiento-que-quiere-acabar-con-la-cultura-de-publicar-o-morir-116367
* Es la idea de que la ciencia debe considerarse como un proceso metódico, realizado con calma, y no como una solución rápida a los problemas sociales o como un indicador de desempeño de los investigadores (nota del editor).