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Cordóndeplata Disertus
Le siento, se pone ante mí como luces del camino es aterrizaje que eriza la piel, corrientes de exterminio levito por fuerza ajena, anclado, recorro mis ánimos y no estoy ni en la rosa, ni en la memoria, sin dominios.
Dormir es morir un poco, me veo tumbado de rasgos compartidos, simple como respirar, como estar y luego nunca más.
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Las páginas que no citan tus pasos animan suerte a los latidos de saber que sólo vivió ilusión tratando de describir un vuelo fugaz.
Acostumbrarse a existir es desaparecer, mimetizarse, no sé. Donde nace la rebeldía, sé que ahora no me escucha o habría despertado a contar los minutos que le atormentan, a embriagarse en goce. Sigo entre silencios, ángeles y calaveras que el reloj de hueso ha marcado.
Sirenas y musas, cantan y bailan junto a la cama gusanos que se tragan el tiempo, traen el aroma del amanecer, sin percatarse del cómo nos habita una certeza, una calma, nada más importa, la gata, que se percata de lo último en envejecer.
Entonces cabello y uñas toman la palabra, alimentos de oscuridad diré al halito maldito que no me tocó el corazón, se dibujan en la piel los planos del cielo, el agujero del olvido, la eternidad fragmentos, fotos, un corte rápido, la separación. me quedé sin opción, sin luna, sin sol es el recorrido que nadie escribe, apelamos a la imaginación nos vamos, siempre debiendo una despedida, una mención, con el alma enardecida, pero sin canción.
Hacerse parte de los siglos y de la nada. Caminatas por la piel de la tierra, cosquillitas desparramadas los recuerdos son granada, balada el bienestar de un suspiro que se hace a una tarde soleada
Para qué noches de amor, para qué un epitafio, nadie culpe, nadie perdone, no hay cambio pero a quién he de convencer si no se mueven los labios un último grito de libertad, arriba el garfio
Todo fue así, una tormenta de segundos relámpagos de estertores al mundo mudos letras, números y cariños como escudo desaparecer, casi ser un estornudo.