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Elguardiandelamontaña
Un grupo de cazadores llegó a una comunidad enclavada en los cerros, puerta hacia enormes montañas; llegaron con la firme intención cazar a todo animal que a su paso anduviera. A su entrada al pueblo, los pobladores se quedaron asombrados, y se dirigieron a la única posada existente Pidieron habitaciones, comieron y bebieron y notaron un cartel que con letras grandes: “En esta comunidad y sus montañas está estrictamente prohibida la cacería, cualquier persona que intente hacerlo será remitido a las autoridades” este cartel no los inmutó, estando decididos a entrar a las montañas
Las autoridades se apersonaron ante ellos, haciéndoles la advertencia de no ingresar a las montañas, les señalaron los diversos peligros e incluso les advirtieron las leyendas y que estaban protegidas por un guardián, siendo quién prohibió la cacería; pero no bastó para que los cazadores se detuvieran, como si estuvieran retando al destino y a la suerte Se fueron a descansar, aprovechando la media noche, cuando la comunidad estaba en silencio, se empecinaron a las montañas Los cazadores burlándose de los mitos, se internaron en el bosque, el silencio fue imponente; a lo lejos, se escuchaba un aullido, así como el susurro de algunos animales que a su paso ahuyentaban Después de un largo caminar, vieron saltar un enorme venado y desplegaron para irlo acorralando. El enorme animal los estaba conduciendo hacia despeñaderos y entre espinos se fueron cayendo sin perder de vista a su presa. Las lámparas parecían deslumbrar y acorralar al animal, una cacería normal pero no percibían lo que estaba por suceder.
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-¡Ahí va hacia el norte!
-¡Ya casi lo tenemos!
-Ya no tiene salida, ¡está acorralado!
-¡Lo tengo en la mira!
Se escuchó el estruendo de un disparo, el animal parecía caer, pero se seguía moviendo, hacia el norte. Los cazadores llegaron al lugar donde pensaron que el animal había caído, pero sólo encontraron sangre. Al darse cuenta de que el animal iba herido, siguieron los rastros que iba dejando entre las hierbas, llegando a la entrada de una cueva Al fondo vieron su presa, triunfantes:
¡Lo logramos!, pensé que sería más fácil- exclamó alguno.
-Le di a la primera, pero no sé cómo logro llegar más lejos
-¡Somos los mejores! -consideraron, vencedores
Cuando querían levantar a su presa, se erigió en la forma de un hombre con el rostro desfigurado, de grueso cuerpo y altura elevada, tapado con un jorongo y en su cabeza portaba un sombrero, con voz fuerte y les reclamó que esa montaña es sagrada que pagarían muy caro la osadía de haber entrado. Los cazadores temblaban de miedo, quisieron salir corriendo y nunca encontraron la salida de esa enorme cueva. Jamás regresaron al pueblo, porque siguen atrapados buscando la salida