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El coronavirus, una prueba para el mundo

hora que la pandemia de coronavirus ha puesto a la economía global en un sorprendente estado de suspenso, los países más A vulnerables del mundo sufren daños cada vez más intensos. Las empresas, a falta de ventas, tienen que despedir a sus empleados. Los hogares que no cuentan con ingresos suficientes gastan a cuentagotas en alimentos. Los inversionistas internacionales abandonan los llamados mercados emergentes, con lo que provocan una disminución en el valor de las monedas y obligan a las personas a pagar

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más por bienes importados como alimentos y combustible.

Desde el sur de Asia hasta África y América Latina, la pandemia del coronavirus, confronta a los países en desarrollo con una emergencia de salud pública combinada con una crisis económica, y cada una agrava los efectos de la otra. Las mismas fuerzas actúan también en las naciones ricas. Sin embargo, en los países pobres, donde miles de millones de personas viven al borde de la calamidad incluso en épocas de bonanza, los peligros se amplifican.

“La velocidad es sorprendente”, señaló Sergi Lanao, economista jefe adjunto del Instituto de Finanzas Internacionales, con sede en Washington, D.C., “Quienes ya eran vulnerables antes, definitivamente enfrentan una situación de lo más complicada”. La mayoría de los economistas dan por hecho que ya nos encontramos en una recesión mundial, una recesión sincronizada que castiga a los países de manera indiscriminada y transforma las fortalezas económicas tradicionales en vulnerabilidades alarmantes.

“Algunos de los países vulnerables realizarán desagradables experimentos en la vida real, sin intentar detener las consecuencias, porque ni siquiera se cree que puedan controlarlo; las consecuencias sociales de la muerte entre los más débiles y los ancianos sencillamente serán monstruosas”, comentó Gabriel Sterne,

director de investigación macroeconómica de mercados emergentes en Oxford Economics.

La pandemia del coronavirus es una realidad que ha impactado a un mundo globalizado y en la mayoría de los casos, escéptico, ensayándose soluciones individuales en cada país, reflejo de las más diversas posturas, intereses y visiones de cada grupo gobernante. El hecho de que el coronavirus se haya propagado desde China de una manera tan acelerada y profunda en el mundo, demuestra que la globalización es una realidad (en algunos casos, positiva, en otros, negativa), dijo Sterne.

No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ante la expansión del coronavirus a países subdesarrollados y pobres, advierte, que también son especialmente vulnerables las perso

nas que sufren de malnutrición o tienen debilidad en su condición física, dadas sus condiciones de pobreza.

Un elemento importante para desarrollar una estrategia contra el COVID-19, es la información, transparente y precisa. Algunos países han optado por ocultar o manipular información, para no sufrir afectaciones económicas o políticas. Eso es un error catastrófico. Otros sencillamente, no tienen posibilidad alguna de emitir información que sea confiable. Por otra parte, un país que no tenga un sistema de información epidemiológico confiable, no podrá hacer frente con éxito a esta pandemia.

El pueblo tiene derecho a saber de manera veraz y confiable, cuál es la situación real, qué debe hacer, cuáles son las medidas y sobre todo, cuál es la estrategia. La información no puede ser, bajo ninguna consideración, manipulada, ni tergiversada, mucho menos, en virtud de intereses de orden político.

Los que tienen que orientar y comunicar el desarrollo de la situación o de la crisis a la población en general, tienen que ser personas que tengan la autoridad y gocen de la confiabilidad necesaria para poder emitir alertas, consideraciones y dar instrucciones adecuadas. Se necesitan voceros calificados y con credibilidad, para generar confianza en una población atemorizada.

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