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Desconfinamiento, sus etapas y riesgo
De acuerdo al plan que el Gobierno de México ha aplicado para el regreso a la llamada “Nueva Normalidad”, los ciudadanos y su comportamiento, tanto sanitario como de distanciamiento social, se convierten en el componente central para que las cuatro fases del semáforo sanitario sean lo más rápidas y efectivas posibles.
Para la población mexicana, el aislamiento voluntario ha representado sacrificios, tanto en lo económico como en lo social e incluso en lo personal, porque está comprobado que este confinamiento llegó acompañado de incertidumbre, miedo y una alta dosis de estrés y tendencia a la depresión.
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No obstante, el regreso a esta “Nueva Normalidad” plantea retos que no podemos dejar de lado si no queremos caer en la espiral del contagio, la enfermedad y la dura experiencia de un ingreso hospitalario.
La situación impone no bajar la guardia y poner énfasis en las medidas de prevención del contagio, como el aislamiento para personas de grupos de alto riesgo como los enfermos crónicos (pacientes que padecen diabetes, hipertensión y problemas metabólicos como la obesidad y el sobrepeso); también que los adultos mayores extremen las medidas sanitarias que los mantengan a salvo del contagio.
No mantener estas medidas sanitarias y de conducta social saludable abre la puerta a una realidad que nadie quiere enfrentar: la de un rebrote del COVID19, lo que implicaría un desafío mayor al sistema nacional de salud, con su consabido impacto en la economía y en la salud pública de México.
Para el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la activación del semáforo de riesgo y sus cuatro etapas representa la búsqueda del equilibrio entre la protección de la salud de la población y reactivar la economía nacional.
Por todo ello, es esencial no perder de vista el mapa de riesgos en cada fase del desconfinamiento: SEMÁFORO ROJO: Es la fase de mayor riesgo de contagio y durante su activación sólo se pueden realizar actividades esenciales. Las personas vulnerables, es decir los grupos de mayor riesgo deben permanecer en aislamiento. Se contempla en esta etapa un índice de ocupación hospitalaria superior al 65 por ciento. Esta fase durará al menos dos semanas, pero el ritmo de contagio de la pandemia determinará si debe extenderse. SEMÁFORO NARANJA: Aumentan actividades no esenciales, pero de manera reducida. Se abren los espacios públicos en forma regulada. Las personas del sector vulnerable se pueden ir agregando a la vida laboral, con extrema precaución sanitaria y se estima que para esta fase la ocupación hospitalaria sea menor al 65 por ciento.
SEMÁFORO AMARILLO: Se amplían actividades que se pueden realizar observando las recomendaciones de salida. Se puede participar en espacios abiertos y cerrados, pero con restricciones. El cuidado de las personas vulnerables entra en nivel intermedio y sólo puede activarse después de la confirmación de otras dos semanas de tendencia a la baja en el número de contagios y que la ocupación hospitalaria sea menor al 50 por ciento.
SEMÁFORO VERDE: Se puede regresar sin restricciones a la actividad habitual siguiendo las medidas recomendadas por el sector salud. El cuidado de las personas vulnerables entra en nivel bajo, pero sin descuidar las medidas sanitarias como el monitoreo constante, siempre y cuando se haya mantenido una tendencia a la baja en los contagios superior a un mes y la ocupación hospitalaria sea también menor al 50 por ciento.