MANUAL DEL
PARTICIPANTE WS3
Funded by the Erasmus+ Programme of the European Union
Contenido 03
Emprendimiento
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Competencias clave
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¿Por dónde empezamos?
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Bibliografía
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Emprendimiento El emprendimiento no solo se refiere a la creación de nuevas empresas y/o negocios. Hoy en día a su vez es entendida como una competencia que engloba un conjunto de habilidades y destrezas como son la creatividad, el liderazgo, el trabajo en equipo, la innovación, la toma de decisiones…; todas ellas demandadas en el ámbito personal, social y profesional. Por tanto, debemos establecer una clara diferencia entre ambos conceptos. Para ello podremos consultar el siguiente video:
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La palabra emprendimiento
proviene del francés entrepreneur que significa pionero. Según Fayolle, Gailly y Lassas-‐Clerc (2006), el emprendimiento tiene dos perspectivas.
Por un lado, en términos de impacto directo que se refiere a la creación de nuevas empresas y/o empleo. Y por otro lado, en términos de impacto indirecto. Esto es, el estímulo del espíritu emprendedor. Estos mismos autores sostienen que el emprendimiento no está exclusivamente relacionado con la creación de nuevas empresas o negocios. Esta idea se ver reforzada por autores como Ruiz (2015), Kuratko (2005) y Kirby (2004) al afirmar que el emprendedor no necesariamente debe convertirse en empresario. Damián (2013), por su parte, presenta un doble enfoque. Por un lado está el enfoque utilitarista que hace referencia a la acción de montar una empresa y/o negocio. El segundo enfoque es más bien social y amplio ya que se refiere al conjunto de competencias transversales que cualquier persona puede emplear a lo largo de su vida para ser ciudadano activo y obtener empleo pero no necesariamente para montar una empresa o negocio. Para la Comisión Europea (2008) el emprendimiento es la capacidad de transformar las ideas en acción. Esta se considera una competencia transversal y clave para todos los seres humanos, útil en todos los ámbitos de la vida, tanto personal, social como profesional (Comisión Europea, 2016a; Comisión Europea, 2008).
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Competencias clave El Parlamento y la Comisión Europea establecieron ocho competencias clave para todo estudiante: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
Comunicación en lengua materna. Comunicación en lenguas extranjeras. Competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología. Competencia digital. Aprender a aprender. Competencias sociales y cívicas. Sentido de la iniciativa y espíritu de empresa. Conciencia y expresión culturales.
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¿Por qué se ha integrado en
el diseño de la Educación el debate sobre las competencias? Esto expresa un enfoque orientado hacia la demanda pero que precisa complementarse con una conceptualización de la competencia como estructura mental de carácter interno en el sentido de capacidades o disposiciones relacionadas con las personas (Rychen y Salganik, 2006). Cada competencia se construye en cuanto integración de habilidades cognitivas y prácticas asociadas, saberes, creatividad, motivación, valores, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de la conducta que se movilizan para efectuar una acción efectiva. Resulta que existe una clara disociación entre el tipo de profesional que el tejido empresarial demanda y el tipo de formación que se imparte. A su vez, el profesorado se está alejando de la empresa. Se le exige dedicación plena a la enseñanza y no se le facilita compaginar actividades educativas con el desempeño profesional dentro de los sectores productivos para los que están formando. Además, los intentos de acercamiento de la empresa a la universidad o viceversa se ven como un posible ataque a su autonomía en vez de oportunidades de mejora y por tanto, se dificulta una retroalimentación mutua. Es en este entorno en el que la Empleabilidad, entendida como la capacidad o potencial de un alumno para ser seleccionado por una empresas, se establece a través del desarrollo de unas competencias clave, como son las que hemos señalado con anterioridad. La necesidad de que los individuos piensen y actúen de manera reflexiva es central para este marco de competencias. La reflexión implica no sólo la habilidad para aplicar una fórmula rutinariamente, o un método para afrontar una situación, sino también la habilidad para manejar el cambio,
aprender de la experiencia y pensar y actuar con una perspectiva crítica. Nosotros nos vamos a centrar no en un debate sobre los conceptos, nos queremos centrar en la competencia emprendedora, por otro lado, común en ambos términos. Por tanto, ¿qué es la Competencia Emprendedora? ¿Por qué es una competencia clave para el futuro de nuestros egresados?. Porque al final, Emprender es una forma de enfrentarse a la vida, una manera diferente de ver las cosas y hacer de ellas algo distinto. Es encontrar oportunidades en las peores situaciones y aprender a aprovechar el lado más positivo de cada momento. También es creer en nosotras y nosotros mismos más allá de lo que digan las demás personas, y seguir adelante con nuestras ideas hasta el final. A lo largo de las próximas páginas vamos a plantear ideas, sugerencias y argumentos que los puedan llevar a la reflexión sobre cómo hacer de nuestros egresados unos grandes emprendedores, cómo podremos ayudarles a desarrollar esta competencia. Este documento no se presenta ni pretende ser un manual técnico o científico sobre emprendimiento, por dos razones, en primer lugar porque en la Red tienen a su alcance toda la información que puedan necesitar sobre la materia, pero, sobre todo porque no hemos venido aquí a tratar de formarles en emprendimiento. Venimos aquí a compartir con Uds. Ideas y experiencias, reflexiones sobre cómo ser transformadores, como ser facilitadores, como ser instrumentos del cambio en nuestras respectivas instituciones de educación superior. Como poder llegar ser nosotros los primeros emprendedores y enfrentarnos al resto de ayudar a nuestros alumnos a desarrollar esta competencia.
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¿Por dónde empezamos?
La Dirección General de Educación y Cultura de la Comisión Europea, en la puesta en práctica del Programa Educación y Formación “Competencias clave para un aprendizaje a lo largo de la vida”, señala que el espíritu emprendedor conlleva la responsabilidad de las acciones propias, junto al desarrollo de una visión estratégica, saber marcar y cumplir objetivos y estar motivado para el éxito. Esta definición nos da un buen punto de inicio. Emprender como la capacidad de poder poner en marcha ideas creativas para solucionar problemas reales en nuestra vida. Por lo tanto, hablamos de poder desarrollar nuestra creatividad, nuestra capacidad de resolver problemas, de motivarnos, de superarnos, de tomar la iniciativa, y todo ello trabajando en conjunto con otras personas y, en muchas ocasiones hacerlo asumiendo ciertos riesgos y, sobre todo teniendo confianza en nosotros mismos. Tras leer este último párrafo, todos podremos ser conscientes de la importancia de una competencia como ésta y que, para muchos el desarrollo de la misma puede significar la diferencia entre el éxito o el fracaso profesional. Ante todo, debemos ser plenamente conscientes de que hablamos de un concepto tremendamente amplio, la amplitud de la competencia emprendedora ha hecho que se la denomine de varias maneras en los textos internacionales: «actuar autónomamente» (OCDE), «espíritu emprendedor» (UE), «autonomía e iniciativa personal». Capacidad Emprendedora, porque cada día se hace más patente la necesidad de convertir las necesidades y los deseos en actos de voluntad, consistentes en tomar decisiones, hacer elecciones y dirigir la acción.
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Hablamos de:
1. Desarrollar la capacidad de actuar dentro del marco general. De comprender patrones en el contexto de las acciones y las decisiones, tener una idea sobre el sistema en el que se vive. De
3. De asumir una orientación hacia el futuro que implica optimismo y desarrollo del potencial personal, pero también un asentamiento firme en el ámbito de lo viable. Hablamos por tanto de una visión
Supone poder transformar ideas en acciones; es decir, proponerse objetivos y planificar y llevar a cabo proyectos.
conocer las estructuras sociales, la política, las prácticas sociales, las reglas formales e informales, las expectativas, los roles, y comprender leyes y reglamentos, conocer las normas sociales no escritas, los códigos morales, los modales y el protocolo. De poder identificar las consecuencias directas e indirectas de las acciones y elegir entre distintas posibilidades de acción, reflexionando sobre sus potenciales consecuencias en relación con las normas y los objetivos individuales y compartidos. 2. De desarrollar la capacidad de formar y llevar a cabo planes de vida y proyectos personales. De aplicar el concepto de «Project management» a las personas. Requiere que los individuos interpreten la vida como una narración ordenada, a la que pueden dar sentido y propósito en un entorno cambiante, a menudo fragmentado.
diferente, de una verdadera mentalidad emprendedora (ver imagen), que conlleva el desarrollo de una seria de indicaros empresariales y emprendedores, como nos indicaba en su momento el Prof. José Antonio Marina. (Ver cuadro). Esta competencia se refiere, por una parte, a la adquisición de la conciencia y aplicación de un conjunto de valores y actitudes personales interrelaciona- das, como la responsabilidad, la perseverancia, el conocimiento de sí mismo y la autoestima, la creatividad, la autocrítica, el control emocional, la capacidad de elegir, de calcular riesgos y de afrontar los problemas, así como la capacidad de demorar la necesidad de satisfacción inmediata, de aprender de los errores y de asumir riesgos. Por otra parte, remite a la capacidad de elegir con criterio propio, de imaginar proyectos, y de llevar adelante las acciones necesarias para desarrollar las opciones y planes personales –en
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Fuente: La Competencia Emprendedora. José Antonio Marina (2010)
el marco de proyectos individuales o colectivos– responsabilizándose de ellos, tanto en el ámbito personal, como social y laboral. Supone poder transformar las ideas en acciones; es decir, proponerse objetivos y planificar y llevar a cabo proyectos. Requiere, por tanto, poder reelaborar los planteamientos previos o elaborar nuevas ideas, buscar soluciones y llevarlas a la práctica. Además, analizar posibilidades y limitaciones, conocer las fases de desarrollo de un proyecto, planificar, tomar decisiones, actuar, evaluar lo hecho y autoevaluarse, extraer conclusiones y valorar las posibilidades de mejora. Exige, por todo ello, tener una visión estratégica de los retos y oportunidades que ayuden a identificar y cumplir objetivos y a mantener la motivación para lograr el éxito en las
tareas emprendidas, con una sana ambición personal, académica y profesional.
uadamente a los demás las propias decisiones, y trabajar de forma cooperativa y flexible.
Además, comporta una actitud positiva hacia el cambio y la innovación que presupone flexibilidad de planteamientos, pudiendo comprender dichos cambios como oportunidades, adaptarse crítica y constructivamente a ellos, afrontar los problemas y encontrar soluciones en cada uno de los proyectos vitales que se emprenden.
Otra dimensión importante de esta competencia, muy relacionada con esta vertiente más social, está constituida por aquellas habilidades y actitudes relacionadas con el liderazgo de proyectos, que incluyen la confianza en uno mismo, la empatía, el espíritu de superación, las habilidades para el diálogo y la cooperación, la organización de tiempos y tareas, la capacidad de afirmar y defender derechos o la asunción de riesgos.
En la medida en que la autonomía e iniciativa personal involucran a menudo a otras personas, esta competencia obliga a disponer de habilidades socia- les para relacionarse, cooperar y trabajar en equipo: ponerse en el lugar del otro, valorar las ideas de los demás, dialogar y negociar, la asertividad para hacer saber adec-
En síntesis, la autonomía y la iniciativa personal suponen ser capaz de imaginar, emprender, desarrollar y evaluar acciones o proyectos individuales o colectivos con creatividad, confianza, responsabilidad y sentido crítico.
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Hablamos por tanto petencias.
de capacitar a nuestros alumnos en com-
El Informe the Interagency Working Group on Life Skills in EFA, Education For All (UNESCO, 2004) concluye que la educación en competencias para
Los métodos de enseñanza deben ser interactivos y centrados en el estudiante, y debería conllevar cambios en el comportamiento, basándose en las necesidades de los participantes. En muchos países se han iniciado programas para desarrollar esta
No estamos sólo educando en competencias; estamos formando ciudadanos. No estamos enseñando destrezas, sino ayudando a formar personalidades creadoras y buenas. la vida debe ser un proceso educativo de desarrollo de conocimientos, actitudes, valores y habilidades para afrontar nuevos desafíos a lo largo de la vida. Es una educación relacionada directamente con el desarrollo humano sostenible, porque promueve las capacidades humanas. El informe Life-Long Learning in the Knowledge Economy, de la Global Conference on Life Long Learning (Stuttgart 2002, Banco Mundial) asegura que el crecimiento está cada vez en mayor medida dirigido por el conocimiento. La economía del conocimiento supone un desafío para los sistemas educativos en todo el mundo, ya que los mercados de trabajo demandan habilidades tradicionales y nuevas competencias. Las instituciones y las políticas deben alinearse para crear sistemas educativos de alto rendimiento y centrados en el estudiante (learner driven)
competencia, poniendo la mayor parte de las veces el énfasis en el aspecto empresarial, es decir, en el campo del emprendimiento económico La adquisición de competencias requiere una multiplicidad de experiencias, en varios niveles, de manera que los alumnos puedan ejercitar sus capacidades, contrastar sus ideas y desarrollar sus propios intereses. Los programas de alumnos emprendedores están en esta corriente de aprendizaje a través de la experiencia directa. También las iniciativas de voluntariado, de servicio social, que se promueven desde la escuela, permiten al alumno participar en proyectos reales, desarrollando su autonomía e iniciativa personal. La definición de las competencias claves necesarias para que los individuos lleven una vida exitosa y responsable y para que la sociedad enfrente los retos del presente y del futuro cercano origina muchas dudas como: ¿qué tipo de sociedad imagi-
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namos y deseamos? O, de lo contrario, ¿cuál es el no deseable?
Educación = instrucción + formación del carácter.
¿Qué hace exitosa una vida? ¿A qué desarrollo social y económico nos referimos? ¿Se está discutiendo la transformación del orden social existente o su conservación? (Rychen y Salganik, 2004, p. 31).
Combinar el potencial educativo y el científico con las cualificaciones empresariales mediante el desarrollo de competencias emprendedoras posibilitará el aprovechamiento de los resultados académicos y los logros de la investigación científica para alcanzar progresos en el avance, innovación y mejora de la sociedad actual.
Cuando estudiamos la competencia de emprender, debemos definir qué proyectos consideramos más valiosos para la sociedad, porque serán los que trataremos que los alumnos emprendan. No nos interesa educar la competencia de emprender si no establecemos unos objetivos personales y sociales, concreta- dos en un conjunto de valores compartidos (Marina, 2004). No estamos sólo educando en competencias; estamos formando ciudadanos. No estamos enseñando destrezas, sino ayudando a formar personalidades creadoras y buenas. Por eso, creo que el modelo educativo que mejor recoge estas aspiraciones, y puede aprovechar además una rica tradición pedagógica, es el que considera que la educación debe regirse por una sencilla fórmula:
“Los profesores y profesoras pasan a convertirse en el recurso crítico más valioso de nuestra sociedad, pues deben ser los actores que deben protagonizar el cambio” (De la Fuente, Vera y Cardelle-‐Elawar, 2012, p.958). De hecho, recientemente se viene hablando del término teacherpreneur que es una combinación de profesor y emprendedor. Los teacherpreneurs son profesores con pasión, seguros, flexibles, que rompen las reglas preestablecidas y cuentan con expertos en sus clases (Arruti, 2013). Es preciso señalar que la universidad hoy en día se ha sumado a la tercera misión, conocido también como modelo de triple hélice (universidad-‐in-
dustria-‐gobierno). En otras palabras, además de la enseñanza y la investigación, el nuevo papel de la universidad es contribuir a la economía (Etzkowitz y Leydesdorff, 1998). Es más, el profesorado universitario debería promover la formación emprendedora pero lamentablemente no ocurre así en muchos casos: “El profesorado universitario tiende a primar la formación específica de cada disciplina en detrimento de la formación emprendedora, entre otros motivos por una falta de desconocimiento por su parte de cómo enseñar su disciplina de manera emprendedora” (Ripollés, 2011, p.84). El enfoque adecuado para desarrollo de las competencias emprendedoras debe fortalecerse desde la perspectiva educativa mediante la utilización de las habilidades de la creatividad, capacidad de iniciativa personal y grupal, resolución de problemas, la valoración de los riesgos económicos y la elaboración de planes y proyectos empresariales, la toma adecuada de soluciones, etc. ¿Nos sumamos al reto?.
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Contacto Marina Ventura, Coordinador. Oficina de Alumni y servicios de carrera. Instituto Universitario de Lisboa (ISCTE-IUL) T: +351 21 790 3000 marina.ventura@iscte.pt Av. das Forças Armadas, 1649-026 Lisboa, Portugal.
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