MUNDO DE MARIONETAS

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mundo de marionetas



mundo de marionetas Ingrid Ortez


Ortez, Ingrid Mundo de Marionetas/Ingrid Ortez D.R. Ingrid Ortez Tegucigalpa, Honduras Indeleble Editores, Guatemala 2019 50p. ISBN: Narrativa Mundo de Marionetas ©Ingrid Ortez Primera Edición 2019 Diseño de portada Mauro Osorio Para le presente edición Indeleble Editores Guatemala, Guatemala

Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin la autorización del autor Tegucigalpa, M.D.C., Honduras


En una ciudad fantasma Yacen marionetas cantando una oración



Rumores en claroscuro En un pueblo lejano, hubo una vez el rumor del pataleo de unos cuantos indignados. Pretendían encenderse en llamas, quizás y así se le prendía el alma a un pueblo anegado en el hastío, perdido en la zozobra. Aquel bisbiseo hizo volar por el aire —como hojas secas— los casos más terribles de la corruptela de los últimos tiempos. El murmullo salpicó a todo un clan de bufones quienes por siglos habían vivido como sanguijuelas consumiendo la sangre del pueblo sin sombra. Los habitantes de este pueblo se cargaban de fastidio cuando les faltaba el pan y el circo. Así, los convocados turnaron, entre las luces intermitentes del azul y el rojo —con un poco de negro para engañar a los ilusos—, y avanzaron con pasos agigantados a vista y paciencia de ojos ciegos por demasiados años. Se desplomaron por el suelo todas las intenciones de justicia, que desde siempre ha estado vestida con la peste que a ese pueblo acontecía. Justicia ciega y enmudecida, al igual que los portavoces de mentiras. Así se dispuso a sonreír con veleidad y descaro a favor de sus sempiternos amos.


El tiempo y la fama hicieron su entrada, inyectando en sus huesos a Ego, que se plantó entre los indignados que lideraban el despertar. Contaminados por el veneno del poder les hizo cosquillas por doquier y cuando los portavoces acomodados comenzaron a hacer pillerías, empezaron a comerse vivos entre ellos, dividiendo el empuje de los pocos que habían despertado. El susurro inicial se esfumó en un montón de chistes y la sed de justicia de unas pocas antorchas encendidas voló para todas partes sin llegar a ningún lado, ni siquiera a la esquina de ese pueblo lejano. Para terminar de apagar las luces y callar la necedad de unas pocas y sinceras antorchas despertadas, un aprendiz dio comienzo al espectáculo. Este ilusionista creó un teatro alucinógeno con brillos de experto mago; convocó a los hechiceros de la justicia y a unos cuantos payasos, quienes sentados en una mal llamada asamblea de títeres iniciaron la cacería. Hoy: entre desempleados, medios vendidos y cerrados, artistas del narco y el lavado, reyes de lo organizado, pataletas de algunos y otros, mentiras y medias verdades, rumores y muertos — como en río revuelto— se sigue en el circo de aquel pueblo fantasma, donde todos han vuelto a vivir entre laureles con la sed ciega de un rumor en silencio y la labor ilusionista de un mago.


En la tierra bendecida hay un nuevo aprendiz con otro espectáculo, quien seguramente se unta una colección de dádivas con las que engañará una vez más al pueblito lejano, ese donde solo se dan rumores. Auguran con falacia que son los representantes del país más ciego de la historia humana, ciegos entre cientos de miles para un ciego sin tuerto, pueblo apátrida. Por eso los bufones, al costo de miles pájaros verdes, deben orar a sus dioses por cada noche dormida, por cada payaso que los acompaña en sus falsas giras, debe hacer malabar con artilugio, elevando oraciones hasta lo más alto de la galaxia y frente a los muros de piedra, fachadas y santos. El clan y sus bufones se deben asegurar que a todos los dioses les llegue su ruego, para que en ese pueblo fantasma todos vuelvan a dormirse sin protesta. Que no haya llanto ni pataleta que les haga daño, ni rumor claroscuro a la sombra de la miseria. Hay pueblos condenados a rumores, a embarrarse en su propio charco, desterrados a recibir la misma porción de su desgano, igual cantidad de su desidia.


De rumor a rumor se dice que: «Pueblo que soporta a un tirano, lo merece», tan solo por recordar al finado José Martí; pero el cuchicheo me hizo creer en la memoria de José de Maistre con su canto: «Cada pueblo tiene el gobierno que se merece». Entonces, me pregunto si estos sabios —en algún momento— visionaron a este pueblo fantasma para escribir sus alegatos, porque la frase encaja a la medida del zapato que calzamos, a pesar de que nos haga llaga. Hoy vamos desangrándonos la conciencia entre chismes donde todos miran de lado y otros callan como muñecos artificiales. A otros ni siquiera les queda el rumor de las sombras cavilando a su costado.


Alta es la noche y ya nadie vigila, todos han sido envenenados de miserias y mentiras.


Escritora y poeta. Nació en Tegucigalpa, Honduras. Graduada de Arquitectura interiorista en la Universidad José Cecilio del Valle. Curso estudios de Licenciatura y Profesorado en Arte en la UPNFM y de Historia en la UNAH. Fue columnista en varios diarios de su país, sobre arte y diseño. En revista Foroalfa y Auprica. Su poesía ha sido publicada en medios como El Post Antillano, Puerto Rico. Revista Biografía Literaria Internacional de Daufen Bach, Brasil, y Revista Cultural Vetas, República Dominicana. Ha participado en festivales de Guatemala, El Salvador y Colombia. Forma parte del Parlamento Internacional de escritores de Colombia, como Cónsul Literario para Honduras. Participó en la antología La Fuerza De La Palabra, proyecto Hispano Árabe, Camino Hacia La Paz del Dr. Ali ElShboul (UMECEP) Universidad de Yarmouk. Jordania. En Sociedad Anónima, poetas inéditos (Honduras) y en la Antología Poética, homenaje al guionista y actor Ricardo Antonio Redondo (Honduras-Chile). Ha publicado los libros: Silentium (2008). Quiescente (2010). Historias de insomnios y delirios (2014). Glosarium (2016) y Espejismos de un Bufón (2017). Ese mismo año La Fundación Metáfora de El Salvador publica su libro Hoguera en el marco del festival 100 voces por Monseñor.


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