SILENTIUM

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Ingrid Ortez

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El color de la afonía. Silentium es el primer poemario de Ingrid Ortez. Estructuralmente está formado, por tres capítulos de color terco: Un silencio, una pausa, una piel. Que al juntarse forman espacios solemnes de hielo y escarcha, en donde exigua una jubilación de avispas. En Silentium, la temporalidad se instala en raíces cúbicas y se pinta de ecos linces: “Esta piel en la que habito me espina el alma cada vez que mis ojos vagabundean, se escapan, callejean, se desencadenan por las veredas del recuerdo.” Por la ley de figura-fondo, los versos aquí expuestos desnudan una afonía que huele a entrega, a callejón sin salida que cruzan, por un croar de impulsos sangre, lágrimas… y escribe “aquí dentro no logro que este amor agonice, desfallezca, entre en coma, o que se muera de una vez aquí en la piel que sigue necia con la costumbre de extrañarte.” Elementos que están en la sombra, de pronto sumergen y lo que era figura ahora es fondo y viceversa “Este amor que llevo dentro grita, enloquece, se abandona, lo encierro entre mis piernas, lo ahogo entre mis dedos cuando bebo el lápiz y eructo mis versos.” En Silentium, se juntan: un encogido océano y una voz lenta y triste, ambas con dulce añoranza, omitida, taciturna, circunspecta.

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Mutis, sigilo, reserva, sosiego, siempre he creído que anidamos en los silencios de las esclusas, mientras ábacos tenues arañan sombras de relleno y no en vano Ingrid grita: “me secuestró la hipótesis de tu tal vez, de tu quizás” no en vano Ortez se desborda en el verso, NO, página 30 cuando dice: “No vale; no puede el cuerpo soportar tanto la sequía, la hambruna de conciencia la carencia de suerte o de buena suerte de piel, de besos, de existencia, la falta de empleo, la abundancia de soledad. No puede aguantar tanto desierto de día y la frialdad de la noche y encima carecer de tu voz, de tu cuerpo, de tu abrazo, no vale, no puede el cuerpo soportar tanto.” Silentium es, percibir los días dilatados de tripulantes y en total silencio tomar a sorbos meluzas… intentar descansar en el rumor de cada sépalo alejado y que por cada lágrima germinen certezas. En el segundo capítulo, Silentium se enseñorea del caos, los versos se revelan ya no aguantan el tradicional orden cronológico, cae la copa, aquí se diluyen espejos con toda y carpa, se alzan pequeñas rapsodias 5, 6, 1, 2, 3, 4, 7, 8, 9. “y mi lápiz, con una mueca se burla al verme en esta espera inadmisible” “que inventa mi lápiz, porque según él, nos llegó la hora de quemar este cuaderno” Silentium es el canto a la afonía de un amor que se ha quedado atrapado en los tuétanos. Es un canto de pájaros marinos, es un golpear de la ola en la roca, es una bandada de gritos inaudibles, que han tatuado el alma como la arena recién quemada por un rayo. Vale la pena resaltar que al final de este poemario, nuestra autora

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ha querido incluir un verso escrito por su hijo Eduardo Carías Ortez: “Esa rosa, esa estrella, esa mujer de la que les hablo no es un amor de época, ni suspiro pasajero de amaneceres, déjenme explicarles que esta noche mi musa e inspiración es ella. Es mi estrella de la noche, ella; es mi madre, la que me vio nacer”. Amiga del alma, definitivamente eres nuestra inspiración esta noche, y quiero decir a los cuatro vientos, cuanto celebro que los biseles de arena hayan abierto la puerta y que te apuraras en este parto de amor en silencio. El momento llegó, la fuente rompió y las contracciones cada vez más fuertes indican que de las entrañas, ha nacido tu primer hijo SILENTIUM… ¡Bienvenido seas!

Diana Espinal Poeta y Lic. en Literatura

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Amo este silencio cuando no me grita tu nombre adoro esta soledad cuando no se llena mi guarida de fantasmas amo mi callada alma donde se muere tu nombre y tu boca enmudece entre mis dientes amo esta ceguera a ojos abiertos mientras al cerrarlos no te vea ni en la oscuridad de mi mirada

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amo esta sequía donde ya no es tu sed la que me sacia donde no llueva más de deseo mientras esta piel no quiera deambular en tu recuerdo húmedo como sótano oscuridad de nuevo amo este silencio no grites piel no hables memoria no le menciones, silencio.

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Ingrid Ortez (1963) Hondureña. Escritora y poeta. De profesión Interiorista. Estudios en Arte e Historia. Cónsul representante para Honduras, del Parlamento Internacional de Escritores de Colombia.

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